Dibujando muertos vivientes, la mesa redonda

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Vampiros, brujas, demonios, hombres lobo, zombis… ¡Los monstruos han invadido las viñetas! Esto no es nuevo, en el mundo del cómic ha habido seres terroríficos desde siempre, desde los comienzos del medio.

El domingo 17 de abril, a mediodía, de 13:00 a 14:15 horas, la Sala de Actos del Salón del Cómic se lleno de público de todas las edades que venía a escuchar a los cuatro autores (Charlie Adlard, Esteban Maroto, Víctor Santos y Angelo Stano) que disertarían, durante una hora, sobre sus experiencias dibujando muertos vivientes en una mesa redonda que llevaba por título «Dibujando muertos vivientes». Tuve la suerte, el honor y el lujo de moderar la mesa redonda. Fue una experiencia muy enriquecedora a título personal y aquí os la traigo, para haceros partícipes a todos los que no pudisteis asistir.


“¿Es un virus? No lo sabemos. Esa gente, ¿está viva o muerta? No lo sabemos. Les he dicho todo lo que les puedo decir”. Como se puede apreciar en la anterior frase sacada del Amanecer de los muertos, los interrogantes preceden a la infección. Nunca antes una figura tan desconocida había poblado el imaginario humano convirtiéndose poco a poco, y por su propio pie, en un referente cultural. Los zombis se han ido colando, con sus andares descoordinados, en la literatura, en el cine y, por supuesto, también en el cómic. La infección ha comenzado.

Comencé leyendo una cita de la Biblia que era suficientemente significativa: “Cuando llegó Jesús, se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro […] Le dijo Jesús: ‘Tu hermano resucitará’ […] ‘Quitad la piedra’. Le responde Marta, la hermana del muerto: ‘Señor, ya huele; es el cuarto día’ […] Gritó con fuerte voz: ‘¡Lázaro, sal fuera!’. Y salió el muerto, atado de pies y manos con vendas y envuelto el rostro en un sudario. Jesús les dijo: ‘Desatadlo y dejadle andar’”. Así aparece en la Santa Biblia, en el evangelio según San Juan, quizá la primera referencia conocida sobre la resurrección de la carne. Lázaro estaba muerto y se levantó, aunque su figura no responde al canon actual de “muerto viviente”.

Pero qué es un zombi, para poder hablar de ellos, para poder dibujarlos, primero hay que definirlos. La RAE entiende como tal a “la persona que se supone muerta y que ha sido reanimada contra su voluntad por arte de brujería, con el fin de dominar su voluntad”. En ocasiones puede aparecer con la grafía anglosajona zombie y se trata, por tanto, de una figura legendaria, próxima a los vampiros o los hombres lobo, autóctona de las regiones donde se practicaban los cultos del vudú. El término podría tener una relación etimológica con el nombre de una serpiente divina a la que se rinde culto en algunas regiones del Níger, emparentada con el término kikongo nzambi, que significa dios. El concepto va más allá. Hay zombis muertos vivientes, zombis infectados, zombis poseídos, zombis rápidos, zombis lentos… superzombis… Aunque la base del zombi clásico, el icónico que todos conocemos, se la debemos a George A. Romero y su película de 1968 La noche de los muertos vivientes. Desde entonces los fallecidos se han levantado de sus tumbas para alimentarse de los humanos, desatando una temible plaga en libros, películas y cómics.

Los cuatro autores que hoy nos acompañan han dedicado buena parte de su obra artística a los muertos vivientes (cada uno en distintos ámbitos, en distintos estilos e incluso en distintos países). Son tremendamente conocidos, pero aún así vamos a dedicar unos minutos a una breve presentación de cada uno.

Charlie Adlard comenzó su carrera trabajando en Inglaterra (su lugar de nacimiento), primero junto a Robbie Morrison en White Dead (con quien más tarde haría también Nikolai Dante), y poco después en series como Juez Dredd y Armitage, de 2000 AD. Más tarde se incorporaría a Savage. Fue entonces cuando sus trabajos comenzaron a ser reconocidos a nivel internacional. En Estados Unidos ya había realizado cómics sobre Expediente-X, para Topps, realizando un total de 23 números, o La Sombra, antes de unirse a Robert Kirkman y The Walking Dead. Su andadura entre estos muertos vivientes comenzó en el 2004, cuando Kirkman contactó con él para que sustituyera al dibujante original de la serie, Tony Moore. Se encargó de los zombis de Image desde el número #7. Después de haber dibujado a los caminantes durante años, el propio Charlie Adlard se transformó en uno de ellos. Maquillado y difícilmente reconocible, el dibujante fue uno de los extras no-muertos en un episodio de la primera temporada de la serie de AMC. Pero no sólo se ha dedicado a los zombis, este artista hizo un cómic sobre Mars Attacks! o un one-shot sobre The Blair Witch Project; ha dibujado al Club Fuego Infernal y a Warlock; a Batman (Batman; Gotham Knights y Batman/Scarface), a Green Lantern y a Green Arrow, entre otros muchos personajes y cómics. Ha colaborado con guionistas como Joe Casey, en las obras Rock Bottom y Codeflesh, o Ian Edington, en The Stablishment. Siempre ha intentado compaginar su trabajo en The Walking Dead con otros proyectos de menor envergadura, entre los que también hay que mencionar Astronauts in Troubles, con Larry Young, y Breath of the Wendigo, realizado para el mercado francés (en su clase magistral explicó que es un apasionado del cómic europeo).

Angelo Stano es un artista italiano dedicado al mundo del cómic. Es especialmente conocido por dibujar a Dylan Dog, obra de Tiziano Sclavy, que dentro de poco podremos ver en el cine interpretado por Brandon Routh. Dibujó la primera historia del personaje, en 1985, elegido por Sergio Bonelli Editore, y después se convirtió en el encargado de realizar varias de las portadas de los siguientes números. Hizo su debut en el cómic en 1973 con una obra basada en De la tierra a la luna, la conocida novela de Julio Verne. También realizaría historietas sobre Audax, publicadas por Mondadori. Dentro de su obra (que podría encuadrarse en el fumetto italiano), tanto en Dylan Dog como en otras publicaciones, como la revista Super Junior Horror, se ha prodigado en el género de terror (y en el género erótico), así que varios zombis han surgido de sus lápices.

El tercer invitado formaba parte del llamado «Grupo de la Floresta” (un grupo de seis historietistas españoles formado por Luis García, Carlos Giménez, Esteban Maroto, Suso Peña, Ramón Torrents y Adolfo Usero, que trabajaron colectivamente a finales de los años 60.), nombre que se le ocurrió a Luis Gasca. Esteban Maroto comenzó su carrera de dibujante precisamente por aquella época en series como El príncipe de Rodas o Buck Jones. Desde entonces su carrera fue en ascenso. Las series Wolf, La tumba de los dioses y Cinco por infinito le permitieron atraer la atención norteamericana. Pronto, en los 70, comenzó a dibujar historias de terror en publicaciones tan importantes como Vampirella, Eeerie o Creepie (antes había realizado también historietas románticas en revistas británicas). En la revista Eerie publicó, durante los años 1974-1975, las historias de un personaje llamado Spook, creado por él mismo para Warren, que se dedicada a matar zombis (él dato me lo dio él minutos antes de entrar en la sala). Fue entonces cuando dibujaría una buena recua de cadáveres reanimados, con su particular estilo, el estilo de uno de los decanos del cómic español. También se ha dedicado a la ilustración y ha dibujado algunos cómics para DC, como los de Zatanna y Aquaman. Como curiosidad, se le atribuye el diseño del bikini de metal de Red Sonja, quizá (aunque ella no sea un zombi) pueda confirmarnos hoy aquí si el dato es cierto.

El último componente de esta mesa también es un dibujante español. Y digo último, pero no por ello menos importante. Se trata de Víctor Santos, un prolífico joven autor que en los últimos años ha dibujado historias casi de todos los géneros reconocibles (desde el negro, como Asquerosamente Rica, de Vertigo Crime, junto a Brian Azzarello, a las aventuras de Los reyes elfos, por ejemplo). Ha publicado Pulp Heroes y Lone in Heaven. Debutó con Gaijin, un cómic que parodiaba las películas de acción made in Hong Kong. Una temática similar tiene su obra Zombee, escrita por Miles Gunter, dibujada por él, que en España ha sido publicada Dolmen Editorial. La premisa no podía ser más ilustrativa: un monje zen bizarro, un obediente samurai y un alocado ninja tendrán que unir sus fuerzas para enfrentarse a una horda de muertos vivientes en el Japón feudal.

Zombis de todo tipo, zombis rápidos, zombis lentos, zombis samurais, supervivientes… armas y cerebros. Espero que los cuatro hayáis traído vuestras armas, por si acaso, de momento comencemos con las preguntas. La dinámica fue la siguiente: lanzaba preguntas a toda la mesa y los autores fueron respondiéndolas a medida que yo les cedía la palabra. También abrí el debate y la participación al público, que en cualquier momento podían participar alzando la mano y dirigiéndose a los invitados.


“¿Cómo comenzáis (o termináis) dibujando muertos vivientes?” La primera pregunta era obligatoria y pronto fue respondida diligentemente por cada uno de ellos.

Charlie Adlard fue el primero en responder: “Hará unos ocho años recibí una llamada de teléfono de un tal Robert Kirkman que me dijo: ‘qué tal Charlie, ¿Te apetece ganar algo de pasta?’. Le respondí que había comenzado bien la conversación, me gusta lo primero que oigo. La propuesta para ganar pasta era encargarme de dibujar Los Muertos Vivientes. Lógicamente lo de ganar dinero me lo decía medio de coña al principio, pero luego fijaos que acabó siendo algo prácticamente profético. He de reconocer que algo de dinero sí que hemos sacado con ellos. A lo que iba, aparte de esa broma y de aceptar hacerme cargo de la colección, recibí esa llamado de Robert porque habíamos coincidido los dos gracias a un amigo común que se llama Joe Casey, que había sido mi guionista en un proyecto que se llamaba Codeflesh, y ahí es donde nos conocimos Robert y yo. Básicamente aparecíamos el uno en el radar del otro, pero poco más. Cuando él necesitó un dibujante, me avisó. Me encargué de la colección y hasta ahora”.

“Yo no hago específicamente zombis, si no que trato de hacer una mezcla entre la belleza y la fealdad”, contestaba Maroto a la primera cuestión. Y continuaba: “La fealdad estaría representada por el mundo de los zombis y la belleza serían todos los elementos oníricos que rodean a los personajes femeninos. Es muy curioso que citarás antes, Diego, lo de la Biblia, lo de Lázaro. Yo sin embargo creo que el concepto de zombi es todavía mucho más antiguo. Si os fijáis, en el Génesis, en la misma Biblia, Dios crea a Adán de un pedazo de barro. Y luego, cuando se enfada con él, lo condena a la muerte. En la Biblia todavía más antigua, en la Biblia Hebrea existe un personaje que se llama el golem, que es un ser de barro que va a redimir al pueblo judío. De hecho, durante muchas de las épocas de la II Guerra Mundial, en el ghetto de Praga, creían que el golem iba a aparecer para salvar a los judíos. En otro orden de cosas, la principal diferencia que veo entre los zombis y los vampiros, por ejemplo, es que los zombis tienen una enorme falta de erotismo. En el mundo de los vampiros siempre hay un elemento erótico. Además, los zombis tienen hambre y los vampiros tienen sed. Como contraste resalta mucho más el mundo de la belleza. Si tú haces un ser muy feo, cualquier otro elemento que pongas al lado será siempre más bello”.

Víctor Santos también contó cómo llegó a dibujar muertos vivientes y explicó que le vino un poco por Michael Oeming. “Me lió un poco en el tema, como ocurrió con The Mice Templars. Teníamos un amigo en común, el guionista Miles Gunter, que quería hacer algo parecido a una comedia de acción ambientada en el Japón feudal. Yo soy muy fan de las películas del tipo El último boy scout o Arma Letal, este tipo de buddy movies. Él quería hacer algo en ese plan y Mike me recomendó a mí para hacer el proyecto. Curiosamente tampoco es que empezara la historia porque él quisiera hacer algo de zombis, él le pillaba más por la parte del Japón fantástico y de los monstruos de películas tipo Ninja Scroll. Lo que pasa es que pensó que el tema de los muertos vivientes era una variación respecto a los típicos enemigos de las historias de samuráis que podían funcionar muy bien. Porque al fin y al cabo, los samuráis, los espadachines, pelean siempre o bien uno contra uno, o suelen ser ese tipo de duelos en los que un personaje va dejando una estela de cadáveres a su paso. El problema viene cuando ese samurái tan bueno puede cortar una mano o un torso, pero el tío con el que está peleando sigue adelante (o los veinte tíos…). Y entonces lo que hicimos fue una especie de comedia de acción con zombis pasada bastante de rosca; había zombis normales, ninjas zombis, garzas zombis… Para el guionista fue una manera de incluir elementos de comedia y de gore en el producto, muy en el rollo de Evil Dead, en un mundo tan serie como es el de los samuráis”.

Víctor añadió que había jugado con su estilo más cartoon acercándose también a los dibujos de Mignola en Hellboy y combinando los blancos y negros para que el tema de la violencia fuera más estético, jugando con la iluminación, con las manchas de tinta. Se divirtió mucho realizando Zombee. Y eso se percibía claramente en sus palabras.

En Dylan Dog, tanto el compañero del protagonista, Groucho, que es un muerto viviente, y un buen número de los enemigos a batir son zombis. El primer número de la serie se titula: El alba de los muertos vivientes. Sclavy y Stano trataron a los no-muertos desde esa primera génesis de la historia.

“Sclavy empezó a escribir la serie de Dylan Dog inspirándose en las criaturas de la noche. De hecho, en el primer número, la primera figura de éstas fue precisamente un zombi. La historia estaba inspirada en la película clásica de Romero, La noche de los muertos vivientes. Para Sclavy, los muertos vivientes son una metáfora de la sociedad moderna, de todos nosotros. Una sociedad occidental, capitalista y consumista. El consumismo se ve como las ganas irrefrenables de comer, de comerse al otro, constantemente. Sclavy resume la idea en una frase: Los muertos soy yo”, explicaba el dibujante italiano.

Precisamente La noche de los muertos vivientes (George A. Romero, 1968) es la película en la que se considera que aparece por primera vez el prototipo de zombi clásico. Aunque antes que ella ya se habían estrenado dos películas importantísimas en el género: La legión de los hombres sin alma (Victor Harpelin, 1932) y Yo caminé con un zombie (Jacques Tourneaur, 1943).

Ese prototipo de zombi, como comentaba Angelo, es el que más triunfa en el cómic, que es muy similar al cinematográfico, en constante estado de descomposición y caníbal, “¿esto es otra muestra de la cercana relación entre el séptimo arte (el cine) y el noveno (el cómic)?”.


Esteban Maroto fue el encargado de abrir la tanda de respuestas a esta segunda pregunta. “Bueno, yo me he acercado más al mundo de los zombis en la literatura que en los cómics y estoy de acuerdo con todo lo que ha dicho Angelo. El principal problema del zombi es que es un esclavo. Es un ser sin personalidad, sin voluntad. Siempre lo tiene que animar alguna otra persona, una fuerza del mal. Él, a diferencia con el vampiro, la mayoría de veces el zombi no piensa. Hay un ente superior que es quien le hace pensar. En cuanto a la conexión entre cine y cómic, lo que está pasando es que dentro del mundo del cine, cada vez da la sensación de que se les están agotando más las ideas; mientras que en el mundo del cómic, da la sensación de que cada vez se está ampliando más el campo de las ideas. Una persona, sólo con un papel y con un lápiz puede crear un cómic; puede crear un universo. En el cine, por el contrario, hace falta un grupo grande de personas para empezar a funcionar. Para mí, la diferencia básica está en la idea. Por llevar un poco la contraria a Stano, yo creo que sí que somos zombis, pero que sí tenemos la facultad de pensar. Y eso es lo que nos diferencia de los muertos vivientes. Pero sí que es verdad que tenemos el condicionante de la esclavitud. Estamos prisioneros de una serie de ataduras contra las que no nos podemos revelar. A mí me gusta más el mundo del cómic que el mundo del cine, porque me gusta más el mundo de las ideas que el de las grandes superproducciones”.

El dibujante de The Walking Dead argumentó sobre sí favorecía o no al prototipo de zombi cinematográfico, el salto a otros medios como el cómic o la literatura. Haciendo gala de su buen humor y de su semblante siempre alegre respondió con seguridad: “El cómic ofrece muchas más posibilidades y posibilidades mucho más interesantes que casi cualquier otro medio. En Los Muertos Vivientes me he dado cuenta de que cuantos más números dibujo, más monstruosos hago los zombis. No tengo las limitaciones que tendría en una película por cuestiones de presupuesto. Por más ganas e imaginación que tengas, en una película te limitan dos factores: que no tienes un presupuesto ilimitado y que hay límites técnicos, en cuanto al maquillaje o los efectos digitales que puedas aplicar. En el cómic puedo dibujar a los zombis como me venga en gana. Puedo añadir cada vez más detalles y cuantos más zombis dibujo, más abigarrados y extraños los hago. Simplemente porque puedo hacerlos. Eso es lo que me parece interesante de cómo reflejar los zombis en un cómic y me llama mucho más la atención que el verte limitado como en una película, que lo máximo que puedes hacer es cambiar el tono de piel de alguien y añadirle algunas pústulas para transformarlo en un zombi”.

Víctor Santos nos hablaba que en Zombee intentaron jugar un poco con el concepto de los videojuegos y de intentar que los personajes fueran avanzando por una suerte de niveles. No quiso contar cuál había sido el origen de la transformación en zombis, para no destripar el cómic, pero sí que habló de una energía que afectaba a la gente o los animales según sus capacidades. “Había gente, como los campesinos, a los que la energía les transformaba en el zombi clásico de Romero, y luego había otra gente, como un grupo de ninjas que aparecen, al ser personas con capacidades diferentes y superiores, ese tipo de energía potenciaba una parte oscura latente en ellos de manera que se convertían en personas mucho más poderosas, al no estar limitadas por su mortalidad, y, a la vez, se transformaban en esos grandes malos finales de fase”. Era una manera divertida y original de hacer que los héroes se enfrentasen con distintas versiones de los zombis.

“Cuando Romero lanzó la idea, él planteó una serie de cosas, pero luego han aparecido otros autores que han ido enriqueciendo el concepto. De forma que puede ir evolucionando y apareciendo diferentes versiones. Yo mismo no soy muy canónico: no voy a discutir nunca por el hecho de que éste sea un infectado un zombi; si los zombis corren o no corren… No voy a discutir nunca porque creo que lo importante es el concepto básico: son personajes a los que no les limita la muerte. A partir de ahí les puedes ir añadiendo los matices que quieras en función del tipo de historia o de idea que quieras transmitir”, añadía el dibujante de Asquerosamente rica.

Tanto en la versión cinematográfica como en el cómic de Dylan Dog, los zombis tienen unas características algo diferentes a las clásicas, así que la pregunta se reformuló ligeramente. “El componente principal de la serie de Dylan Dog es el clásico género de horror, pero Sclavy intentó compensar el elemento trágico y dramático con partes de surrealismo, de sin sentido. Esto se plasma en Groucho, su locura, su incongruencia, que sirve para compensar el aspecto más dramático. Está inspirado, evidentemente, en el humor de uno de los hermanos Marx, y en la película El Jovencito Frankenstein”.


En este tipo de productos sobre zombis, tanto en el cómic, como en el cine o en la literatura, no sólo los muertos vivientes son los protagonistas. De hecho, los personajes, el grupo de supervivientes, es otra de las figuras centrales. Y en las relaciones entre estos supervivientes es donde se ve la gestión que los seres humanos hacemos de las distintas crisis. También en este apartado, los dibujantes pueden lucirse en la parte más divertida de estas historias, que es ver a los protagonistas acabar con los muertos de las formas más retorcidas, creativas, rocambolescas y/o divertidas, “¿Cuál es la forma más estrafalaria, más peculiar que habéis dibujado de un personaje matando a un no-muerto?”. En esta tercera ocasión Adlard abrió el turno de respuestas.


“Supongo que lo que hace Michonne, uno de los personajes de The Walking Dead, que es una mujer negra que va por ahí con una Katana, es lo más divertido que he hecho en el tema de matar zombis. Más que nada por la variedad que ofrece una buena espada afilada para acabar con un no-muerto. Me imagino que eso es lo más interesante, pero de todas formas no recuerdo un momento concreto ni una forma específica de matar a un zombi que haya destacado. Lo que sí recuerdo especialmente y lo que me llama la atención de la serie, es que el terror no viene nunca de lo que le hacen los humanos a los zombis, si no que el horror realmente radica en lo que se hacen los hombres entre sí. Yo creo que eso dice bastante de la sociedad en la que vivimos hoy en día».

Los protagonistas de Víctor Santos también tenían mucho que decir en cuanto a acabar con los muertos vivientes con Katanas y otras armas blancas. “Soy un gran fan de la trilogía de Sam Raimi, de Evil Dead, Posesión Infernal, y el cómic está repleto de momentos delirantes de muerte de los zombis. Recuerdo uno en que uno de los protagonistas usaba la cabeza de una garza, con el pico, como arma para empalar a los muertos vivientes. Era un poco la estética del anime aplicada a matar zombis. Realmente tampoco había un verdadero peligro para los personajes ya que era una especie de excusa para momentos de gore cómico”, especificaba.

El personaje de Maroto, Spook, también tuvo muchas ocasiones de acabar con los zombis. “La manera tradicional es cortarle la cabeza”, indicaba el veterano dibujante español durante su respuesta. “Es muy curioso que las dos primeras referencias literarias en relación al zombi sean en la literatura judía y en la literatura japonesa. Aunque donde cogen una mayor fuerza es en Haití, donde los emplean como verdaderos esclavos. Los hacen trabajar durante el día y por la noche tienen que volver a las tumbas”.

En ese momento una duda me corroía: ¿Cómo prefería Dylan Dog acabar con los muertos vivientes? Angelo Stano estaba dispuesto a desvelarme el secreto. “Los mata de una manera bastante clásica: cuando puede les pega un tiro en la frente, sino les corta la cabeza o hace uso del fuego. El elemento purificador del fuego siempre funciona”. Como curiosidad, el italiano desvela que él también ha sido zombi. En uno de los cómics, el guionista decidió que el mismo dibujante representara a un personaje, pero que al final fuera un muerto viviente con el que Dylan Dog acabase con un tiro en la cabeza.

Llegados a este punto, abrí el turno de preguntas del público. Quedaban minutos suficientes para que los interesados pudieran solventar también sus cuestiones preguntando directamente a los protagonistas de la mesa: Adlard, Maroto, Stano y Santos.

Empezaron interpelando a Víctor Santos, queriendo conocer en qué estaba trabajando ahora. El joven español contó que estaba preparando una nueva historia de The Mice Templars para Image, el tercer volumen que contendrá ocho números. Y avanzó que en breve comenzaría una nueva serie para IDW. “Todo para el mercado americano”, sentenciaba.

A Esteban Maroto también le trasladaron la pregunta. El veterano explicó que estaba dedicándose a dibujar para el mercado italiano y expuso ante el público una gran disyuntiva en la que se encuentra: “Hace mucho tiempo que no escribo cosas porque hay una gran separación entre lo que quiero decir y la forma de decirlo. Veo un exceso de infantilismo en la mayoría de las creaciones. Cuando intentas elevar el nivel del mensaje, de lo que quieres decir, te encuentras con muchos problemas”. Además, se mostró algo desencantado ya que no consigue una editorial en España con la que poder publicar sus trabajos. “La mitad de las cosas que se están publicando de las cosas que yo hago son reediciones de cosas que realicé hace ya mucho tiempo. Creo que falta un impulso empresarial para promocionar a gente un poco más implicada con la realidad”.


Una joven habló de un personaje dibujado por Adlard, que lejos de ser un muerto viviente era el que más pesadillas le había provocado: El Gobernador. Ella quería saber cómo se conseguía que un único personaje vivo diera más miedo que todos los zombis de toda la historia. La respuesta no se hizo esperar.

“De eso se trata en realidad. Ésa es la razón de ser de las historias de zombis: demostrar el peligro que tienen los seres humanos, los unos contras los otros. Cuando lees un cómic o un libro de zombis, cuando ves una pelí de zombis, a la hora de la verdad lo peligroso es ver cómo el ser humano se comporta con el ser humano. Los hombres, en las películas de zombis, siempre pierden porque son peligrosos los unos para los otros. El Gobernador, en este caso en concreto, es un verdadero monstruo. Como ya se ha dicho aquí, los zombis, en realidad, son seres irracionales. Son seres que no tienen mayor interés que estar deambulando por ahí y comerse lo que se les ponga al alcance. No hacen planes, no tienen una estrategia para hacerse con el mundo. Si consigues evitarlos y no meterte en su camino, no deberías tener ningún tipo de problema con ellos. No son ni siquiera tan peligrosos como los animales salvajes, que te pueden atacar por las buenas. Al zombi si lo ves de lejos, lo evitas y ya está. El problema de nuestro mundo es que existe gente como el Gobernador, que son tipos verdaderamente peligrosos. Que están dispuestos a destruirlo todo simplemente para salirse con la suya. Eso demuestra que a la hora de la verdad, por más que suene a cliché, no hay nada más peligroso para el ser humano que el propio ser humano”.


Tras la traducción el dibujante que acompaña a Kirkman a Rick y a todos los demás supervivientes aún tenía algo más que decir: “Si os fijáis, de todos los monstruos típicos, el zombi es el único creado por el ser humano. Un vampiro o un hombre lobo surge de una maldición, de un fenómeno sobrenatural, no queda claro de cuál es el origen. En cambio, en las historias de zombis, cuando se deciden a explicar el origen de los muertos vivientes, esto es siempre un experimento que sale mal, un virus que muta a los humanos… el ejército que hace algo para que aparezcan… Vamos, un ejemplo más de que a la hora de la verdad, el peor monstruo para el hombre es el propio hombre”.

Las preguntas continuaban dirigiéndose a Adlard y un chico de una de las primeras filas le dijo que en una serie como está, en la que ningún personaje está a salvo, quería saber si era difícil no encariñarse con los personajes que en tantas viñetas había dibujado.

El británico afirmó que ésa era parte de la magia de The Walking Dead, el no saber qué iba a pasar a continuación. “Si creéis que podemos hacer que Rick sobreviva siempre, a lo mejor os equivocáis. Quizá llegue un día en el que nos lo carguemos. No es algo que no se haya hecho antes. Ya hay muchos ejemplos de series de televisión, películas… en las que han matado al protagonista o al que se suponía que era el protagonista. Nadie está a salvo, ni en la serie de televisión ni en el cómic. Además, si tienes un número limitado de personajes y quitas esa red de seguridad, si haces que el lector o el espectador se dé cuenta de que ninguno está a salvo, de que no hay garantías de que sigan sobreviviendo número tras número, elevas la tensión y las ganas de seguir leyendo la serie. Haces que la gente se enganche mucho más a la colección. No nos tiembla el pulso si tenemos que cargarnos algún personaje, aunque nos duela. Y nos duele a los dos, tanto a Robert como a mí. Yo he tenido que dibujar la muerte de personajes que me gustaban muchísimo, y la verdad es que se hace duro”.

La última pregunta vino precedida de una interesante percepción del hombre que la formulaba. Según decía, algunos compañeros suyos del trabajo se habían acercado a los cómics de Los Muertos Vivientes a raíz de haberles gustado la serie de televisión, habían querido saber más detalles en los cómics. Aldard no desperdició la oportunidad para hacer un comentario al respecto: “Claro que hay gente que se ha interesado por los cómics a raíz de la serie de televisión, pero es que es lógico si lo piensas fríamente. En Estados Unidos se venden unos 50.000 ejemplares de Los Muertos Vivientes cada mes. El episodio piloto de la serie de televisión tuvo allí una audiencia de unos 5 millones de espectadores. Y eso sólo con el piloto. Luego cuando salga la edición del DVD, habrá más público que se acerque a la obra. Todo esto implica que hay un potencial enorme de futuros lectores de cómics y eso me parece genial. Cuanta más gente conozca la obra, aunque sea a través de la tele, más posibilidades habrá de aumentar el número de lectores. De todas formas, me gusta pensar que el cómic está un poco mejor que la serie de televisión. Si bien es cierto que la serie está pensada y concebida para un público más amplio. Además, en el cómic hay un montón de cosas que puedes hacer y en la serie de televisión no, y viceversa. Hay que cambiar algunas cosas. Creo que la adaptación es fiel y buena por sí misma. Creo que Frank Darabont está haciendo un trabajo fantástico y no me parece que el formato del cómic sea el único buen formato para contar esta historia. Creo también que a medida que vayan pasando temporadas, la serie de televisión irá adquiriendo una entidad propia cada vez más fuerte e irá divergiendo, cada vez más, del cómic. Siendo fiel, eso sí, a los grandes puntos del argumento de la historia, pero con una entidad propia. Y me parece que tienen todo su derecho y que no hay que decantarse por una versión o la otra; ambas son complementarias”.

Parece que la infección se ha propagado cada vez más, y que ha arraigado ya en la mayoría de los pilares de la sociedad moderna, tal y como lo han confirmado los cuatro invitados con sus argumentos. Es indiscutible que la figura del zombi continua siendo atractiva gracias a su capacidad de inquietar, aterrar y animar al lector o al espectador a reflexionar sobre el estado de las cosas, sobre la propia naturaleza de los seres humanos. Parece que en la actualidad, gracias en parte a la serie de televisión de Los Muertos Vivientes, a las nuevas tecnologías o a la globalización cultural, estos muertos vivientes, estos modernos “Lázaros”, se han desatado del todo. Se han levantado y siguen caminando.


Yo ya tengo mi Winchester cargado y mi Colt en la cintura, por si acaso. Y vosotros, ¿tenéis vuestras armas listas?

Muchas gracias a todos.

Nos leemos.

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Doc Pastor
23 abril, 2011 23:48

Grande Diego.

molon labe
molon labe
Lector
23 abril, 2011 23:51

Que bueno Maroto, muy buen repor Diego.

José Torralba
24 abril, 2011 0:43

¡Qué maravilla de documento, Diego! Supongo que el mejor cumplido que puedo hacerte es decir que leer esta entrada ha sido como estar allí. Una crónica cojonuda, amena y completísima para una de las mesas estrella del Salón; una que, no me cabe duda después de esto, llevaste como un auténtico número uno. ¡Felicidades por partida doble, Diego! Por la moderación de la mesa y por la pedazo de entrada. Un abrazo.

lagrannube
lagrannube
26 abril, 2011 14:58

Lográs ser ameno, cercano y a la vez técnico, y esto es algo muy díficil de conseguir! Cautivas al público desde la primera de las líneas sin dejar de ser fiel a tu estilo!
Enhorabuena por la charla! Seguró que es la primera de muchas «moderaciones»!