Dinastía de M

Con motivo del Olivier Coipel Day repasamos el primer gran evento de la Marvel del siglo XXI: Dinastía de M, un momento clave en la historia marvelita en el que descubrimos cómo sería un mundo gobernado por Magneto.

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Edición original: House of M 1-8 y The Pulse Special Edition USA.
Edición nacional/ España: Marvel Deluxe Dinastía de M. Panini Comics.
Guión: Brian Michael Bendis.
Dibujo: Olivier Coipel.
Entintado: Tim Townsend.
Color: Frank D’Amata.
Formato: Tomo en tapa dura. 256 páginas.
Precio: 23,95€.

 

Leer Dinastía de M en el momento de su publicación fue como degustar un caramelo envenenado, pero volver a sus páginas hoy, casi trece años después, supone una experiencia muy distinta. Sus puntos fuertes siguen siendo igual de robustos y sus flaquezas siguen siendo igual de visibles, pero las decisiones editoriales que impulsaron esta historia son más comprensibles puestas en el contexto que nos ha dado el paso del tiempo. Más allá del espectacular arte de Olivier Coipel se percibe la tosquedad de los guiones de Brian Michael Bendis, aún en los inicios de su larga andadura como escriba de los Vengadores: sus frecuentes diálogos vacíos e irrelevantes, su necesidad de explicar eventos que no requieren una explicación detallada y su tendencia a omitir las aclaraciones de los que sí la requieren, la irregular repartición del peso narrativo de los distintos personajes, su escaso conocimiento sobre la cronología tanto de los Vengadores como de la Patrulla X, etc., pero también hay cierto sentido de la maravilla, cierta pasión por los personajes y ciertas ganas de ofrecer algo distinto que no fuese el típico enfrentamiento entre héroes y villanos para decidir el destino del mundo.

En su momento, el hecho de que Dinastía de M marcase el final del largo periodo de hegemonía mutante, alejando a los Hombres X del eje central de los acontecimientos del Universo Marvel y colocando en su lugar a los Vengadores, fue un duro golpe. Ese movimiento, que se acabó mostrando acertado y cosechó grandes éxitos con el paso de los años, disgustó a una parte importante de los lectores de entonces (en especial a aquellos que habían sido críticos con Vengadores Desunidos, la carta de presentación de Bendis en la colección de los Héroes más Poderosos de la Tierra), pero hoy, en un momento en el que los Vengadores protagonizan una multimillonaria franquicia cinematográfica con unos niveles de aceptación inusitados, parece lo más normal del mundo.

Aquella fue la época en la que Joe Quesada quiso “devolver el genio a su lámpara” y llevar a la franquicia mutante de nuevo a sus orígenes, reduciendo de forma drástica a la población del homo superior con tres palabras que ya forman parte de la historia marvelita. Y aunque de aquel movimiento pudiesen surgir buenas historias, lo harían a costa de la eliminación sistemática de todas las osadas e hiperbólicas ideas que Grant Morrison había presentado en sus New X-Men. En cierto modo, Dinastía de M fue la última palada de tierra sobre la tumba de la visión de los mutantes del guionista escocés y por eso su dulzura albergaba un poso amargo y venenoso. Puede que este evento fuese un agradecido paso adelante para los Vengadores, pero también fue un gigantesco paso atrás para la Patrulla X. Sin embargo, ambos grupos han cambiado tanto desde entonces que ya poco importa aquel viejo rencor.

Nuestros protagonistas: la Patrulla X…

Debemos entender que la Marvel de 2005 estaba en pleno proceso de cambio. La editorial aún se estaba recuperando del mayor descalabro económico de su historia y apenas existía interrelación alguna entre sus colecciones, siendo la mayoría de ellas compartimentos estancos salvo por algún crossover menor ocasional. El modelo que tan bien había funcionado en la línea Marvel Knights se había exportado al resto de series, que quedaron de esta forma en manos de autores de sobrada competencia y con una personalidad bien definida. No obstante, se había perdido la naturalidad con la que los personajes de distintas líneas interactuaban entre ellos, lo cual siempre había sido una de las señas de identidad de la Casa de las Ideas. Para paliar esta situación se decidió crear un evento que reuniese a los dos grupos más importantes del momento: los Asombrosos X-Men de Joss Whedon y los Nuevos Vengadores de Brian Michael Bendis, que se habían presentado poco antes y habían sido muy bien recibidos por los lectores. Ese evento sería Dinastía de M y marcaría el rumbo a seguir durante los años siguientes, en los que eventos posteriores como Civil War, Invasión Secreta o Asedio siguieron su mismo modelo: una miniserie central autocontenida y una serie de tie-ins repartidos entre las diversas colecciones según estuviesen más o menos implicadas en los sucesos narrados.

Bendis se encargó de los guiones y, si bien su trabajo podría haber estado más pulido, no se puede discutir que construyó una historia atractiva, fácil de seguir y accesible para los nuevos lectores. Es más, supo integrarla dentro de su etapa en la colección de los Vengadores, haciendo que fuese una continuación natural de la conclusión que había mostrado algún tiempo atrás en Vengadores Desunidos (en la que Magneto tomaba bajo custodia a su hija, la Bruja Escarlata, después de que una crisis nerviosa le hiciese perder el control sobre sus poderes y provocase la muerte de varios de sus compañeros, entre ellos la Visión y Ojo de Halcón). Se pueden criticar varios aspectos de la propuesta del guionista, como la torpeza al manejar a ciertos personajes (como Coloso o Ms. Marvel, que pasan de puntillas por la historia principal sin haber tenido prácticamente ninguna relevancia en su desarrollo o conclusión) o la presencia de alguna incoherencia que otra (en especial en la actitud de Ojo de Halcón, de nuevo entre los vivos gracias a los poderes alteradores de la realidad de la Bruja Escarlata). No obstante, el resultado final es más que satisfactorio, destacando sobre todo su cuidado sentido del ritmo: los cinco primeros capítulos de Dinastía de M son un continuo crescendo que estalla en la gran batalla de los números seis y siete, quedando el octavo y último número para apuntar las consecuencias del conflicto y explorar el escenario resultante.

… y los Vengadores.

Por su parte, el apartado gráfico quedó en manos de Olivier Coipel, un dibujante que en ese momento se había prodigado poco en Marvel y era más conocido por su trabajo en la Legión de Superhéroes de DC. Para muchos lectores marvelitas, Dinastía de M supuso el primer contacto con los lápices de Coipel, quien el mismo año de publicación del evento pasó a formar parte de los “Young Guns” de la editorial. El artista combinaba con destreza recursos típicos del cómic americano con rasgos estilísticos más propios de la BD, lo cual se ponía en evidencia en los rasgos caricaturescos de los personajes secundarios que poblaban sus páginas. También se trataba de un autor detallista que prestaba mucha atención a los fondos y que parecía cómodo cuando le tocaba elaborar complejas ilustraciones a doble página. De hecho, Dinastía de M contaba con varias splash pages espectaculares y memorables. Sin embargo, quizá lo más recordado del evento sería su forma de plasmar a la Familia Real de Magneto con sus mejores galas, claramente inspiradas en los atuendos ceremoniales de las monarquías europeas.

El equipo artístico se completaba con las tintas de Tim Townsend y los colores de Frank D’Amata, que complementaban estupendamente el arte de Coipel, así como con las portadas del siempre maravilloso Esad Ribic. Hay poco que cuestionar en el apartado gráfico de la serie, al que le sobra solidez y empaque.

El argumento arrancaba con Charles Xavier y Magneto tratando de sanar la fracturada psique de la Bruja Escarlata en su refugio de la arrasada isla de Genosha. Ante la imposibilidad de ayudar a Wanda y con el creciente temor de que sus poderes Volviesen a escapar a su control, Xavier reunía a los Vengadores y a la Patrulla X para tomar una decisión respecto a la desdichada joven. Mientras que personajes como Lobezno o la Reina Blanca abogaban por sacrificarla, otros como el Capitán América se negaban rotundamente a acabar con la vida de una Vengadora por mucho que hubiese estado a punto de destruir al equipo. Bendis hizo especial hincapié en esta cuestión, aunque sin lograr el impacto que debates similares tuvieron en el pasado (un ejemplo sería el final de Operación: Tormenta Galáctica, en el que los Vengadores debatían si era lícito ejecutar a la Inteligencia Suprema por sus crímenes durante la Guerra Kree-Shi’ar). Para el lector era evidente desde el primer instante que los Vengadores no iban a ejecutar a la Bruja Escarlata, pero era fácil empatizar con la preocupación de su hermano Mercurio. De forma coherente con su trasfondo como eterno hermano sobreprotector, Mercurio lloraba de impotencia ante Magneto mientras aseguraba que los Vengadores llegarían dispuestos a matar a Wanda.

La agonía de una bruja.

Finalmente, cuando mutantes y Vengadores acudían a Genosha para recabar información sobre su compañera antes de tomar ninguna decisión de la que pudiesen arrepentirse, descubrían que Magneto se la había llevado. Atemorizados por la posibilidad de que Wanda tuviese una nueva crisis y usase sus poderes sin control, los héroes se lanzaban en su busca, pero ya era demasiado tarde: con un efecto de película fotográfica quemada, la realidad que todos conocían era borrada y sustituida en un parpadeo. El mundo que conocían dejaba de existir y daba paso a uno nuevo; uno en el que los mutantes eran la especie dominante y los humanos estaban destinados a desaparecer; uno en el que Magneto gobernaba todo el planeta desde su reino de Genosha; uno en el que Wanda nunca perdió a sus hijos y por tanto nunca tuvo ninguna crisis nerviosa; uno en el que los Vengadores nunca fueron disueltos porque nunca habían existido. En este mundo no había Patrulla X o Vengadores que pudiesen oponerse a los designios del soberano de todos los mutantes. Era el mundo de la Dinastía de Magnus y siempre junto al trono de Magneto se encontraban sus hijos, Mercurio, el velocista; Polaris, la Señora del Magnetismo; y Wanda… la humana.

Si bien el recurso de las realidades alternativas es casi tan viejo como el propio Universo Marvel y lo hemos visto en infinidad de ocasiones (desde los otrora frecuentes What if…? hasta La Era de Apocalipsis), debemos admitir que cuesta resistirse al encanto de descubrir un mundo nuevo en el que tus personajes favoritos han sido reinventados de formas extrañas y peculiares. Muchos lectores caímos rendidos sin remedio ante el atractivo del mundo que nos presentó Dinastía de M. En esta nueva realidad se daban situaciones de lo más jugoso que valía la pena explorar. Por ejemplo, Spiderman era una estrella del espectáculo admirada por el público, se había casado con Gwen Stacy y criaba a su primer hijo con la inestimable ayuda de su tío Ben y su tía May. El Doctor Muerte dirigía a su propia encarnación de los Cuatro Fantásticos y tenía que doblar la rodilla ante Magneto pese a todas sus reticencias. El Capitán América nunca había quedado atrapado en el hielo y por tanto había visto terminar la guerra y había regresado a su país para envejecer hasta convertirse en un anciano solitario. Carol Danvers era Ms. Marvel, una de las heroínas más admiradas del planeta pese a ser humana. El Doctor Extraño tenía una consulta de psicología. Y Lobezno… Lobezno era el director de SHIELD, una organización consagrada a proteger los intereses de la especie mutante y a las órdenes de la Dinastía de Magnus.

Era precisamente Lobezno quien se percataba primero de que aquel nuevo mundo no era el suyo. Después de que su mente hubiese sido manipulada, borrada y reescrita en tantas ocasiones, el mutante de las garras pudo conservar sus recuerdos previos de alguna forma y rechazó esta nueva realidad. Tras huir del helitransporte de SHIELD de las más contundente de las formas, Logan no tardaba mucho en descubrir que en ese mundo no había ninguna Patrulla X a la que recurrir y que Charles Xavier, quizá su única esperanza de detener a la Bruja Escarlata, estaba en paradero desconocido. En su huida se cruzaba con un grupo de disidentes humanos formado por los típicos héroes callejeros tan típicos de Bendis, entre ellos Luke Cage, Puño de Hierro, Caballero Luna y Ojo de Halcón.

Los héroes de la calle de Bendis.

A ese grupo también había acudido una misteriosa chica llamada Layla Miller, quien también recordaba el mundo tal y como era antes de la Dinastía de Magnus y era capaz de hacer que otros también lo recordasen. El origen de Layla y la naturaleza de sus habilidades no se explicaban en ningún momento, lo cual hacía que el personaje, por simpático que resultase, fuese difícil de creer. De hecho, una de las mayores críticas que se pueden hacer a Dinastía de M es que Layla se usa como una especie de “recurso mágico”, un “deus ex machina” andante que sirve a los intereses del guionista sin ofrecer un contexto o un desarrollo que sirvan para justificar su presencia más allá de que a Bendis le venía muy bien para hacer avanzar la historia. No obstante, tras la finalización del evento Layla pasó a las capaces manos de Peter David, quien la convirtió en uno de los personajes más interesantes del disfuncional equipo de investigadores mutantes X-Factor. Lo que se hizo con el personaje con posterioridad justifica ampliamente todas las suspicacias que pudo despertar su presentación, por lo que es fácil pasar por alto este aspecto.

La misteriosa Layla Miller recuerda el mundo tal y como era antes.

Gracias a Layla, Lobezno, Luke Cage y los demás iban “despertando” a otros héroes y reuniendo un grupo lo suficientemente numeroso como para asaltar Genosha en busca de Xavier. Durante este proceso Bendis nos deleitaba con algunas escenas fantásticas, como la que mostraba a nuestros protagonistas decidiendo no “despertar” al Capitán América a causa de su avanzada edad, con todo lo que suponía renunciar a la ayuda del mayor experto táctico del Universo Marvel en un momento de crisis, o como el momento en que un Spiderman que vivía una vida de ensueño descubría que su realidad era una ficción y que tanto su tío Ben como su amada Gwen deberían estar muertos. Merece la pena que nos detengamos un momento a comentar el caso del Peter Parker de Dinastía de M.

La escena de Spiderman era (y sigue siendo) efectiva en grado sumo, ya que todo lector sabe lo importante que es el peso de la culpa en la caracterización del trepamuros: después de todo, si no se hubiese sentido culpable por la muerte de tío Ben, si no se hubiese sentido responsable de lo sucedido, nunca se habría puesto el traje para combatir la injusticia. Pues bien, el Spiderman de Dinastía de M (que fue explorado con más detalle en los recomendables tie-ins a cargo de Mark Waid y Salvador Larroca) era un Spiderman que no conocía la culpa y no cargaba con la responsabilidad de la muerte de sus seres queridos. Se trataba de un Spiderman querido y admirado por la gente que vivía una vida de ensueño y, enfrentado a la verdad, se encontraba de nuevo abrumado por la culpa; por la culpa de saber que su responsabilidad le impulsaba a hacer lo posible por deshacer lo que había hecho la Bruja Escarlata, pero que en su fuero interno desearía vivir por siempre en ese mundo ilusorio.

Peter recuerda toda una vida de dolor y pérdida.

Reunidos los héroes, la acción se trasladaba a Genosha, siendo este el punto en el que más brilló el trabajo de Coipel. La presentación de la Familia Real de Magneto vistiendo sus mejores galas ya era una viñeta antológica, pero el posterior enfrentamiento entre las fuerzas del Amo del Magnetismo y nuestros protagonistas alcanzaba cotas épicas gracias a unas páginas vibrantes y cargadas de fuerza. Mientras estallaba el conflicto y volaban los golpes, el drama llegaba a su punto álgido, con el Doctor Extraño descubriendo que no había sido Magneto quien había manipulado a la Bruja Escarlata para crear ese nuevo mundo, sino su hermano Mercurio. Entonces llegaba Ojo de Halcón para echar más leña al fuego, encarándose a Wanda y recriminándole todo lo que había hecho. Con sus poderes al límite del descontrol, la Bruja llega al lugar del combate y reflexiona sobre lo sucedido: había intentado crear un mundo en el que todos pudiesen ver cumplidos sus deseos y pudiesen ser felices, pero había fracasado. Siempre iba a ser temida y perseguida por ser la hija de su padre y por ser lo que era, una mutante. Cuán fácil sería todo si no hubiesen mutantes. Y, así, con tres simples palabras, el mundo cambió de nuevo: “No más mutantes”.

El asalto final al trono de Magnus.

Si hay una viñeta de Dinastía de M que haya pasado al recuerdo por el impacto que generó, esa es sin duda la de la Bruja Escarlata pronunciando esa temible sentencia que materializaba la directiva editorial de Joe Quesada para “devolver el genio a su lámpara”. Fue un momento clave para Marvel y marcó el desarrollo de las líneas argumentales de la franquicia mutante durante años. También fue, como ya apuntábamos antes, otro movimiento más para deshacer todo lo que había hecho Grant Morrison en New X-Men. En las últimas historias del escocés, la humanidad estaba llamada a extinguirse mientras los mutantes no dejaban de proliferar. Después de Dinastía de M, los mutantes pasaron a ser una especie en peligro de extinción. Sólo unos pocos conservaron sus poderes, ya que la gran mayoría perdieron sus dones mutantes en este fenómeno que acabaría conociéndose como Día M. Y sólo unos pocos héroes (los que se encontraban bajo la protección del Doctor Extraño y la Reina Blanca) recordaban lo que había sucedido en Genosha y la realidad de la Dinastía de Magnus (entre ellos Spiderman, por supuesto, porque tenemos que admitir que nos gusta ver sufrir a Peter).

El mundo había vuelto a ser lo que era, pero el homo superior había sido diezmado. Incluso Magneto había perdido sus poderes. Charles Xavier seguía desaparecido y la Patrulla X se encontraba ante una crisis descomunal, con sus estudiantes en estado de shock y más expuestos que nunca ante amenazas externas. La Reina Blanca lloraba mientras usaba a Cerebra para localizar a los pocos mutantes que quedaban en el mundo y Lobezno yacía absorto en los terrenos de la escuela. Algo se había abierto en el interior de su mente, que tras tantos años de manipulaciones y reescrituras volvía a tener acceso a todos sus recuerdos, a todos y cada uno de ellos. En otro lugar, la Bruja Escarlata se había ocultado del mundo en un pequeño pueblo de Europa Central y una alarma de intrusos en las ruinas de la mansión de los Vengadores hacía que el grupo acudiese a investigar y se encontrase con el uniforme de Ojo de Halcón clavado con varias flechas en una pared. ¿Acaso su amigo había vuelto a la vida? Mientras tanto, el Doctor Henry Pym se preguntaba por las consecuencias que podría tener la desaparición de tantos integrantes de la especie mutante. Muchos de ellos generaban o manipulaban diversas formas de energía y su repentina retirada debía generar un efecto. “Por cada acción hay una reacción”, decía, y sobre la superficie del planeta una enorme acumulación de energía salvaje empezaba a cobrar forma.

«No más mutantes»: las tres palabras que lo cambiaron todo.

Dinastía de M llegaba así a su final, aunque sus consecuencias serían exploradas a lo largo y ancho del Universo Marvel. La franquicia mutante inauguraba inmediatamente después un escenario denominado Diezmados, que tras un titubeante comienzo empezó a dar lugar a desarrollos de lo más interesante. En ausencia de Xavier, Cíclope se convertiría en el líder de facto de los mutantes y pondría a prueba sus límites morales con tal de asegurar la supervivencia de su especie, especialmente tras el nacimiento de la primera niña mutante tras el Día M, Hope. Xavier volvería más adelante, durante la insulsa miniserie Génesis Mortal, y se traería con él un viejo y desagradable secreto. Por otro lado, esa acumulación de energía volvería a aparecer en las páginas de los Nuevos Vengadores, donde veríamos cómo entraba en un recipiente humano y masacraba al supergrupo canadiense Alpha Flight. Un tiempo después, seríamos testigos de cómo un resucitado Ojo de Halcón recorría Europa en busca de Wanda para obtener unas respuestas que nunca recibiría. Hasta la propia Bruja Escarlata regresaría con el tiempo para descubrir que sus hijos, cuyo recuerdo le había atormentado hasta el punto de hacer que enloqueciese y atacase a sus colegas Vengadores, seguían vivos y se habían convertido en héroes adolescentes. En el horizonte inmediato, una guerra civil comenzaba a fraguarse. Como sucede siempre después de uno de estos eventos “que lo cambian todo para siempre”, el Universo Marvel siguió adelante hasta el siguiente evento que, en efecto, volvió a ponerlo todo patas arriba.

El recuerdo de Dinastía de M sigue siendo intenso pese a tener ya más de una década. Aunque hay muchos aspectos criticables (muchos de los cuales han sido mencionados a lo largo del texto), este evento dejó buen sabor de boca en última instancia. Incluso el cuestionable “No más mutantes” acabó propiciando a la larga historias estupendas como Complejo de Mesías o Advenimiento, así que cuesta rememorarlo con resentimiento. Aquel poso amargo, aquel veneno oculto en el caramelo, se ha desvanecido por completo. Lo único que queda ya es el sabor dulce y es un sabor que sin duda vale la pena degustar.

La Familia Real de Magneto.
  Edición original: House of M 1-8 y The Pulse Special Edition USA. Edición nacional/ España: Marvel Deluxe Dinastía de M. Panini Comics. Guión: Brian Michael Bendis. Dibujo: Olivier Coipel. Entintado: Tim Townsend. Color: Frank D'Amata. Formato: Tomo en tapa dura. 256 páginas. Precio: 23,95€.   Leer Dinastía de M…
Guión - 6.5
Dibujo - 9
Interés - 8.5

8

Primer gran evento de la Marvel del siglo XXI e imprescindible para comprender el rumbo de la Casa de las Ideas durante los años posteriores. El guión de Bendis es algo irregular y recae en sus tics habituales, pero el dibujo de Coipel es magnífico. Además, la realidad de Dinastía de M sigue siendo interesante y sugerente.

Vosotros puntuáis: 8.36 ( 18 votos)
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Paulo Hernando
15 abril, 2018 14:16

Siempre me ha gustado mucho Dinastia de M. Coincido en que la premisa es muy interesante , mas alla de guerras de fans sobre que hubiera deseado un heroe determinado. En aquella epoca Lobezno me traia loco y ver como recuerda todo , porque es lo que siempre a deseado , me parece un paso muy bien dado. No es como avanzar en SW porque Miles tenga una hamburgesa en el bolsillo. La conversacion del numero uno sobre la bruja escarlata , las curiosidades sobre los deseos de los personajes…para mi un evento muy valorable y que pocas veces le he visto reseñas alabandolo, ya he visto una mas 😉

Oreades
Oreades
Lector
15 abril, 2018 21:14

Dinastía de M comenzó una de mis épocas favoritas (con altibajos, por supuesto) de los X-Men y que duró casi 10 años. Lo destacable es que absolutamente todas las colecciones (salvo Astonishing X-Men) tenían como trama central la próxima extinción de los mutantes con los purificadores al acecho.

Yo espero que las películas de los X-Men que haga la Marvel esté centrada en este hecho. Si la historia a seguir de estos 10 años de Vengadores en el cine ha sido la temática de las piedras del infinito, ¿por qué no el Día M va a ser la temática de todas las películas de los «mutis»?

Duma
Duma
Lector
16 abril, 2018 10:13

Creo que Bendis es uno de los guionistas que recibirían críticas muy muy distintas (por arriba o por abajo) si firmaran bajo seudónimo sus trabajos. En este caso un 6,5 auspiciado porque no guste su manera de realizar diálogos entre personajes, por ejemplo. Y no lo digo por la nota en sí, sino por la valoración subjetiva de la crítica en su texto.

Este guión tiene mucho mérito. En media docena de números debe relanzar toda la franquicia mutante sobre unas bases absolutamente rupturistas con el modelo del momento. Además, por motivos de impacto, tiene que hacerlo no en el clásico evento endogámico mutante sino mediante un crossover con la colección más leída del momento en USA, los New Avengers. Por último, en lo referente a la idea general, prefiere construir la cadena de acontecimientos no sobre la enésima venida de Galactus, Thanos o los Celestiales sino como continuación natural de los acontecimientos narrados en Desunidos, cerrando cabos sueltos como el futuro de Wanda y las consecuencias de sus actos. Es decir, anclado a la continuidad en el sentido más auténtico de la palabra, como historias enlazadas sin fin.

Sólo por la ambición de la historia y ser un encargo editorial con unos objetivos fijados (nuevo paradigma mutante general y también para Lobezno, resurrección de Ojo de Halcón, etc.) que se convierte en una entretenida aventura de superhéroes ya merece en mi opinión un reconocimiento.

Pero los detalles de la ejecución también están perfectamente tratados: Peter Parket, Logan, Capitán América, Magneto, Mercurio, Wanda… ¿no tienen guiños o momentos importantes? Hace ya bastante que no la he leído pero recuerdo un tratamiento de los personajes muy bueno, sin por supuesto haber notado la supuesta torpeza a la hora de tratar a Coloso o Ms. Marvel, que pasan sin pena ni gloria por el evento como es normal por otra parte dada su nula relevancia editorial (al menos entonces, que hoy en día Carol ha sido mágicamente reinventada como estrella de la casa).

A mí Bendis me termina aburriendo en sus historias, en general. Pero House of M, al igual que Siege posteriormente, me resultan eventos muy muy entretenidos y que están en mis lotes de relectura periódica. Por supuesto gran parte del mérito es de Coipel, pero también de esa manera casi cinematrográfica que usa Bendis para plantear el desarrollo de sus eventos, similar a la que Millar utilizase en Civil War (que tiene bastantes más altibajos que esta historia pese a ser un cómic más redondo en general)

geek lantern
geek lantern
Lector
17 abril, 2018 3:17

Bendis me ha decepcionado varias veces, pero lo más inmoral que recuerdo fue resucitar de la nada a Carnage, luego de ser arrojado al sol.

ultron_ilimitado
ultron_ilimitado
Lector
En respuesta a  geek lantern
20 abril, 2018 10:52

Eso no fue así. El Vigía lo partió en dos y lo dejó flotando en el espacio. No lo mandó al sol. Y tampoco fue Bendis quien lo «resucitó» (nunca llegó a morir, porque lo rescataron en el espacio y le pusieron piernas nuevas)