En nombre del temible Dormammu….Por los poderes de Vishanti…En nombre del omnisciente Agamotto…”
A poco que sean un poco duchos en el universo Marvel habrán reconocido enseguida, por la expresiones utilizadas, la identidad del personaje que estamos a punto de tratar, el Doctor Extraño, cuyo auténtico nombre es Stephen Strange, el gran baluarte del aspecto mágico de la producción de la Casa de las Ideas. Ideado por las fértiles mentes de Stan Lee y Steve Ditko en el lejano año 1963 como pequeño complemento a las aventuras de la Antorcha Humana, se puede considerar como uno de los caracteres de primera fila en la editorial, ya sea por sus aventuras individuales o por su interacción con el resto del Universo Marvel. Quizás esta afirmación choque con el dato de que el buen doctor lleva sin contar con serie regular en todo lo que va de siglo, ya que su último volumen data de 1999, un intento que quedó en mini serie aparecida bajo el paraguas del entonces exitoso sello Marvel Knights. Es cierto que se han publicado diversos e interesantes acercamientos a su figura durante el nuevo milenio, a cargo de Brian K. Vaughan, J.M. Straczynski o Mark Waid, pero nunca con intención de perdurar.
Parece que ahora es el momento idóneo para el Maestro de las Artes Místicas y como tal así lo ha dejado patente el editor en jefe, Axel Alonso. Éste último no se declara seguidor del personaje precisamente, lo que justifica su ausencia durante toda la oleada de nuevas series con protagonistas de perfil bajo durante All New Marvel Now! Pero el tratamiento de Jason Aaron y la maleable narrativa gráfica de Chris Bachalo han posibilitado que se haya dado luz verde al lanzamiento de Doctor Strange en Octubre de 2015 (eso o la cercanía de una próxima película, que también puede influir). Si merece o no la pena tanto como afirma Alonso lo podéis comprobar en la reseña del número uno, de la que tuvisteis cuenta hace algunos días. Pero en Zona Negativa hemos pensado que es hora de desempolvar los aparejos mágicos, vestir nuestras mejores capas e invocar los hechizos más suculentos a nuestra disposición para iniciar un viaje astral a lo desconocido, a una rica parte del Universo Marvel, como es la referente a la magia, y de paso conocer en su justa medida al Hechicero Supremo. Este periplo debe llevarnos primeramente al origen mismo del personaje, situado en una época de prodigios, donde un puñado de prestidigitadores consiguió hacer realidad los sueños de los lectores de aquellos días. Ese tiempo de magia lo conocemos como los maravillosos años sesenta.
El tema de la creación del personaje de Extraño no está exento de polémica, por lo que en este punto trataremos de coger el toro por los cuernos y clarificar al máximo las posiciones, para centrarnos en lo realmente importante: el propio doctor, con sus aventuras y desventuras. Como ya hemos comentado, la creación del mismo se atribuye ex aequo a Stan Lee y Steve Ditko. El dibujante también es autor, junto a The Man, del mayor icono de la Casa de las Ideas, Spiderman. Esto que parece una atribución lógica y normal, a sabiendas de cómo se trabajaba en Marvel por aquellas lejanas décadas, le fue negado al bueno de Steve durante largo tiempo. El dañino “Stan Lee presents” hacía que gran parte del aficionado regular tuviese asimilado que todos los principales personajes Marvel habían surgido exclusivamente de la cabeza del antiguo Stanley Lieber, nombre de nacimiento de Lee. Nada más lejos de la realidad. Este detalle todavía es más significativo teniendo en cuenta el autobombo del que suele hacer gala Stan y la singular personalidad de Ditko, una especie de émulo de J.D. Salinger, aunque sin llegar a los niveles de encierro del autor del Guardián entre el Centeno. El artista se marchó de las oficinas de Marvel a finales de los sesenta sin alegar ningún tipo de razón (aunque eran claramente intuibles) y se ha negado a hablar del tema en las múltiples ocasiones que ha sido requerido para ello. Las escasas veces que se ha pronunciado ha sido en sus propios términos, o bien mediante autobiografía de rigor o mediante fanzine realizado para mostrar al mundo la diferente visión de los creadores implicados en Spiderman. Lo recomendable en este punto no es mirar para atrás con ojos actuales sino contextualizar el momento, como se vivía y trabajaba entonces en la industria.
Si pensamos en todo el entramado referente al noveno arte en nuestros tiempos podemos apreciar un tejido compuesto por editores, guionistas, dibujantes, entintandores, coloristas o rotulistas trabajando, más o menos, en perfecta armonía. Muchos de ellos en posesión de los derechos de sus creaciones o, como mínimo, obteniendo el crédito merecido por sus aportaciones al mundo de la viñeta. Si echamos la vista hacia los años 40 y 50, década en la que dio sus primeros pinitos Ditko, el panorama es totalmente desolador para los creativos. Sin entrar en el hecho de que el cómic era un género menor, la industria no representaba más que una máquina irrespetuosa con aquellos que dejaban sus mejores esfuerzos en hacer carrera en el depauperado mundillo del tebeo. Nulo reconocimiento artístico, trabajo en serie a expensas de cualquier modificación del editor de turno, bajas tarifas para largas horas en el tablero de dibujo….No se puede negar que ciertos autores consiguieron cierto grado de prestigio y remuneración acorde, como pudo ser el caso de Jack Kirby y Joe Simon, pero, en general, se puede afirmar que el trabajo en el mundo del cómic era una profesión bastante arriesgada. La lucha por los derechos de los pioneros ha sido una constante desde que el reconocimiento autoral ha pasado a ser prioridad, ya que muchos implicados recibían su sueldo y cedían su trabajo a la empresa de turno, sin imaginar consecuencias posteriores. Sirvan como muestra el litigio eterno del Rey Kirby (y descendientes) con Marvel y la reciente acreditación de Bill Finger como creador de Batman tras tantos años de silencio al respecto por parte de DC Comics.
En esta tesitura un joven de Johnstown, una pequeña ciudad de Pennsylvania, aterriza en la Gran Manzana cargado con un puñado de buenas intenciones y el sueño de convertirse en dibujante profesional. Nacido en 1927, Steve Ditko, de ascendencia ucraniana, termina sus estudios básicos y acaba enrolado en el ejército en un escenario marcado por el fin de la II Guerra Mundial. Un autodidacta Ditko se divierte trazando pequeños dibujos que le alegran la existencia ya que es un entusiasta de los cómics de la época, sobre todo del trabajo de Will Eisner o Harold Foster, sus primeras influencias clave. Tras acabar su periodo militar decide enfocar su vida hacia el tablero de dibujo por lo que busca acomodo en una de las tantas escuelas artísticas que pueblan ese momento Nueva York, The Cartonist and Illustrators School, donde tendrá su ansiado contacto con el mundo profesional. Bajo las ordenes de Jerry Robinson, un descubrimiento de Bob Kane y habitual de Batman en sus inicios (tanto que se le considera el creador del Joker), Steve consigue abandonar malos hábitos adquiridos y adecuarse a los estándares demandados por las editoriales. De allí saldrá preparado para acometer su trabajada carrera como dibujante de cómics.
Trabajada sí, pues, a pesar de su talento indiscutible, Ditko dedica horas y horas a una producción que apenas le deja para vivir. Tras unos pequeños escarceos en distintas compañías de cómic, encuentra acomodo en la editorial Charlton, donde dejará una profusa producción, sin importar el género en cuestión: terror, ciencia ficción, romance….todo vale para acumular ya que la citada editorial no se caracterizaba por otorgar a sus creativos sueldos boyantes. La fatalidad se cruza en el camino de nuestro protagonista ya que enferma de tuberculosis y durante más de un año trata de recuperarse de los efectos de la enfermedad en su ciudad natal. A su vuelta a Nueva York en 1955, Charlton no se encuentra en disposición de otorgarle ningún encargo por lo que Ditko deberá localizar una nueva editorial donde desarrollar su arte, editorial conocida por aquellos días como Atlas.
Atlas, empresa de Martin Goodman que anteriormente era denominada Timely y germen de Marvel Comics. Por aquellas oficinas andaba el editor jefe, un tal Stan Lee, que rápidamente supo apreciar el talento de Ditko y lo puso a trabajar en la producción de la casa, básicamente cómics de terror y fantasía. A pesar de que el precio por página era superior al pagado en Charlton, el dibujante no se encontraba del todo feliz ya que Atlas, debido a extraños acuerdos de distribución con Independent News, apenas sacaba una cantidad respetable de cómics, ocho al mes o dieciséis bimestrales, insuficiente faena para el bueno de Steve, por lo que, cuando Charlton volvió a recabar sus servicios, Ditko no dudo en volver a la que había sido su editorial de cabecera. Por supuesto, este no es el fin de la colaboración entre Atlas y nuestro protagonista ya que a finales de las década de los cincuenta se produjo una crisis sin parangón en el medio. Muchas editoriales se vieron forzadas a drásticos recortes, incluso algunas a cerrar. La llamada de un Stan Lee ofreciendo trabajo a Ditko y reforzando su posición en Atlas junto a otro gigante, Jack Kirby, hizo que Steve dedicara gran parte de sus esfuerzos (no todos, ya que seguiría colaborando con Charlton como freelance) a la empresa de Martin Goodman. De nuevo, la temática predilecta eran monstruos, terror, fantasía o ciencia ficción. Da igual en el terreno que jugase, Ditko hacía valer su talento y la evolución de su estilo era palpable.
El año 1961 fue un momento trascendental en la editorial. Se iniciaba la Era Marvel gracias a un repunte del subgénero de los superhéroes y Ditko sería actor destacado de este nuevo renacimiento. Suya fue la energía impulsora para el nacimiento de Spiderman, acaecida en Amazing Fantasy#15, una cabecera con los días contados y que Lee utilizó para dar salida a este personaje que Goodman se negaba a publicar de otra forma. La idea que tenía Stan del personaje había pasado previamente por la manos de Jack Kirby pero el diseño y el trasfondo propiciado por el Rey no convencieron a The Man, que presto buscó el repuesto en un Ditko que tenías las ideas muy claras. Ambos trabajaron juntos durante años con el adolescente Peter Parker, mordido por una araña radioactiva, pero las consabidas diferencias creativas irreconciliables supuso el fin de la fructífera colaboración.
El legendario trepamuros no fue el único personaje que Ditko ayudó a traer al nuevo panorama Marvel. En 1962, todavía con impedimentos en la distribución, Marvel buscaba soluciones creativas para dar a conocer nuevos personajes. Una de ellas, las cabeceras antológicas que tanto se prodigaron en la editorial. Strange Tales era una colección genérica protagonizada por la Antorcha Humana de los 4F en solitario, y dejaba un breve espacio (apenas cinco páginas que no se podían desaprovechar) para iniciar al lector en un nuevo aspecto hasta ahora no abordado en la producción de la empresa de Goodman, la misteriosa magia negra. El Doctor Extraño debutaba en 1963 (fecha de portada) como maestro de oscuras artes arcanas y no se puede negar que hay mucho de Ditko en esas páginas.
Nos paramos en este punto pues, muy probablemente, aquí tengamos el meollo de la cuestión. Stan Lee fue el hombre de la idea. Recordaba con cariño los seriales radiofónicos con los que creció y tenía especial aprecio por uno protagonizado por Chandu el Mago. A pesar de ese cariño, Lee, ya falto de memoria por aquellos entonces, no podía precisar historias, poderes o villanos de dichos seriales pero si guardaba registro de la emoción que sentía cuando se sentaba a escuchar la llegada de Chandu. Stan tenía claro que el nuevo personaje debía ser un mago y debutando en Strange Tales…pues que mejor nombre que Extraño, el Doctor Extraño. Con esa idea en mente se dirigió al artista que mejor pensaba que podía plasmar lo esotérico. Hablamos, claro, de Steve Ditko. Steve diseñó al magnífico doctor de una forma singular. Desde sus primeros bocetos podemos apreciar su oriental atuendo con su casaca azul, su pantalón negro ceñido, los guantes amarillos poblados de lunares negros y un destacado colgante alrededor de su cuello, mucho más que un simple abalorio. El Doctor era un tipo entrado en años, con experiencia, aspecto que delata sus visibles canas. Un dato paradójico de las primeras apariciones de Extraño es que, a pesar de tener su base en el neoyorkino barrio de Greenwich, sus rasgos son asiáticos, con unos ojos rasgados casi siempre cerrados. Ante la posibilidad de que no prosperara, y sin explicación aparente, Ditko ideó un hechicero con un claro aspecto oriental. No sería hasta su cuarta participación en Strange Tales cuando descubrimos que es doctor en medicina nacido en los EEUU y sus vicisitudes para convertirse en mago.
Así pues, Stan Lee puso la idea y Ditko, todo lo demás. En este aspecto no hay dudas de que ese universo místico que vemos en los orígenes del doctor proviene de la imaginación de Ditko. Lee guionizaba lo que Steve dibujaba, añadiendo frases ampulosas del estilo “Por las sombras de Seraphim”, porque un mago debía de poseer un repertorio propio de hechizos reconocibles, pero dibujo y argumento eran propuestos por el artista, aspecto este último patente desde prácticamente el inicio de las aventuras de Strange. Stan Lee era un hombre ocupado, guionista principal y editor responsable de la producción, por lo que a partir de Strange Tales#135 se hizo oficial que Ditko se hacía cargo también de los argumentos. Bill Everett, el primer sustituto de Steve en la cabecera cuando éste huyó de Marvel, declaraba, al hacerse cargo de los lápices de la serie, lo siguiente: “Ditko es el Doctor Extraño y viceversa. Nadie puede hacerlo como él. De ahí que tratara de mantener mi estilo de dibujo a la vez que mantenía la influencia de Ditko”. Tales declaraciones rindiendo pleitesía a un autor son si caben más relevantes pues Bill Everett era un legendario artista muy popular desde los años 40.
Lo cierto es que Ditko encontró el espacio perfecto para desarrollar su arte. Mientras que en Spiderman chocaba cada vez más con Lee, aquí la serie fluía a su antojo y pudo ofrecer algunos de los entornos más sugerentes, fantásticos y alucinógenos que se recuerdan en los sesenta. El artista plasma de una forma muy personal el mundo de la magia, utilizando una simbología propia que atraía la atención de una emergente comunidad interesada en lo místico, y en la que muchos han creído ver una relación entre la creación de esos mundos, de esas dimensiones alternativas, y el uso de psicotrópicos. Y como tal, una comunidad hippie considerable veneraba estos cómics como sus obras de cabecera (alegaban que los viajes astrales de Extraño eran una forma de representar los “viajes” con LSD). Esa visión psicotrópica se mantuvo hasta en el intento de trasladar sus aventuras a la pequeña pantalla ya en los años setenta, con la grabación de un episodio piloto, o incluso hasta la actualidad como tópico recurrente. Claramente, estas ideas son mitos ya que Ditko era, ideológicamente, lo más alejado que uno puede imaginar a la cultura hippie. Nunca consumió drogas y sus referencias provienen de su ferviente imaginación. Stan Lee llegó a declarar al respecto que parecía que Ditko había visitado esas dimensiones realmente y que se había traído fotografías para documentarlo. Ese comentario no debemos tomarlo de forma literal ya que era una forma que tenía de alabar el bueno de Stan la portentosa imaginación del artista.
Las cosas circulaban más o menos por su cauce normal cuando Ditko rompe su relación con Marvel, de la noche a la mañana y de forma sorpresiva. Nadie esperaba la espantada de Steve pero por su especial sensibilidad decidió que ya no podía más. Nunca dio sus motivos, razón por la cual discurren variadas teorías sobre el asunto. La más plausible y comentada es la que se atribuye a “diferencias creativas”, básicamente en cuanto al discurrir en la cabecera de Spiderman. El famoso episodio de la identidad del Duende Verde parece que fue la gota que colmó el vaso. También se aluden razones ideológicas que separaban a ambos creadores. Lee con un credo más liberal era objeto de recelos por un Ditko adscrito al movimiento del “Objetivismo”. Esta filosofía basada en el enfrentamiento más personal y descarnado del individuo con la realidad que le rodea, obviando cualquier tipo de pensamiento social o solidario, había sido introducido en la cultura norteamericana por la pensadora de origen ruso Ayn Rand en los años 20 y en la década de los 60 contaba con múltiples seguidores, entre los que podemos contar a Steve Ditko. Famosa es su máxima “A es A”, que venía a decir que la realidad es la que es de forma objetiva, sin intentar ajustarla a tus propios intereses. Quédense con ese concepto pues lo reconocerán en trabajos posteriores del bueno de Steve. Una forma de ser tan extrema chocaría de forma frontal con la del dicharachero Stan Lee y no pocos piensan que Ditko se cansó, no solo de sus intromisiones creativas, sino del propio Lee. Como apunte, recordar que el dibujante retornó de forma ocasional a colaborar en la Casa de las Ideas pero nunca con el empuje y la trascendencia que supuso su aporte en los años sesenta.
Tras la salida de Marvel, Ditko regresa a casa, a Charlton Comics. Aquí daría salida a personajes tan suculentos como The Question, un detective que investiga rarezas de todo tipo, y sobre todo, a Mr. A. Este vigilante lucha contra el crimen con una sencilla carta, cuyos lados marcan dos únicas opciones, el bien o el mal. Según el resultado de esa carta, debías de cuidarte de la furia de Mr. A. Un Ditko más personal no renunciaba a su filosofía objetivista y nos dejaba unas historias que no fueron muy bien recibidas en tiempos (aunque no cayeron en saco roto; que le pregunten a Alan Moore por la inspiración de Rorschach) por lo que ambas series acabaron canceladas. Steve encontró nuevas posibilidades en la todopoderosa DC Comics. En la editorial de Batman y Superman daría vida a una singular pareja, El Halcón y la Paloma, cada uno representando una actitud en la vida. Hay que señalar que nos encontramos históricamente en plena Guerra del Vietnam y la sociedad americana se halla fracturada entre los que la apoyan y los que la rechazan. Mirando el cómic en cuestión es fácil saber por el derrotero por el que se decantaba Ditko. En DC también fue el creador de Creeper, un histriónico superhéroe, enfundado en un pintoresco traje, cuya mejor carta de presentación era una sempiterna risa.
Tras la salida de DC, un errático peregrinar hasta su vuelta a Marvel en 1984, donde colabora en ROM, Daredevil, Indiana Jones y en un cómic protagonizado por ¡¡Chuck Norris!! Lejos queda la inventiva y la experimentación de antaño; aquí se muestra como un cumplidor dibujante y poco más. Lo cierto es que la carrera de Steve como activo en el panorama superheroico cesa a primeros de los noventa pero un carácter como el suyo no le ha permitido dejar de trabajar, aunque a sea a pequeña escala, y eso que hablamos de un hombre que se acerca peligrosamente a los noventa años.
Como punto y final a estas breves palabras sobre Steve Ditko, recomendar el visionado de este legendario programa de la BBC, conducido por Jonathan Ross, donde se puede apreciar la medida de autor de culto que rodea al dibujante (nivel básico de inglés necesario). Por aquí pasan un ya desaparecido Jerry Robinson, Mark Millar, Alan Moore, Neil Gaiman, John Romita Sr. y un Stan Lee al que todavía le cuesta afirmar que Ditko fue co-creador de personajes como Extraño o Spidey, por lo menos con la rotundidad que esperaría el bueno de Steve. Y es que mr. Ditko es como el Mr. A del noveno arte, poco partidario de las medias tintas; una personalidad peculiar que sabemos reconocer en gran parte de sus creaciones y eso, con los tiempos que corren, es suficiente halago para que todos echemos un vistazo o revisionado, según el caso, a las grandes obras que nos ha legado. A buen seguro que no se arrepentirán.
Strange Tales era una cabecera que comenzó a publicar Timely-Atlas en el año 1951, en cuyas páginas primaban las historias oscuras y con cierto toque de terror. En ella trabajaron los más importantes creativos de la editorial, gente como Stan Lee, Jack Kirby, Carl Burgos o Steve Ditko. Después de una temporada centrada en los que podríamos denominar como subgénero de los “monstruos”, en 1962 acoge las aventuras individuales de la Antorcha Humana, acompañado de forma recurrente por la adorable Cosa de ojos azules. Y es que los superhéroes habían llegado para quedarse. Estas colecciones genéricas empezaron a poblarse por novedosas versiones de empijamados que, con su noble corazón y su ansia de salvar al mundo, se habían convertido en los favoritos del respetable.
Stan Lee, un día normal y corriente del año 1962, tiene una revelación. Piensa en su ya lejana infancia y le asaltan recuerdos de lo bien que se lo pasaba escuchando el serial radiofónico de Chandu el Mago. ¿Por qué Marvel no podía tener su propio hechicero? Lo primero era encontrar sitio para su publicación. En Strange Tales tenían cinco páginas susceptibles de ser recicladas en cualquier menester. ¡¡Cinco páginas!! Suficiente, debió pensar Lee, con eso nos basta y nos sobra. ¿Y quién puede ser el indicado para tal tipo de tarea? Respuesta clara, Steve Ditko, un artista versado en todo tipo de géneros con una excelsa imaginación. Todo arreglado. El Maestro de la Magia Negra del Universo Marvel, que se hace llamar Doctor Strange, está preparado para debutar en Strange Tales#110, como complemento de las aventuras de Johnny Storm.
Si prestamos atención a esas legendarias primeras viñetas de la historia de Extraño no podemos más que maravillarnos ante las habilidades narrativas de Ditko. Lo primero que nos viene a la cabeza es que nos encontramos ante un arte inusual, muy distinto a lo que se hacía por definición. No solo por el particular diseño del protagonista, con un toque oriental muy acusado, sino también por la estructura utilizada. El dibujante cuenta con escasamente cinco páginas pero las aprovecha al máximo al dividir toda la historia en pequeños paneles y dotarlos de un dramatismo exacerbado. Sirvan como ejemplo las tres viñetas introductorias del hilo conductor de la trama. Un hombre atormentado no puede dormir, acechado por extrañas pesadillas. Y cuando hay temas relacionados con el ocultismo hay un especialista especialmente dotado para ello, el Doctor Extraño. Ditko, con maestría, nos hace una introducción mezcla de género noir con rasgos de terror, alejada claramente del tono superheroico. Un personaje del que apenas vemos su rostro en esas tres viñetas, con un trasfondo sombrío, y que cuando lo hace, encendiendo un pitillo a la luz de la luna, nos hace sospechar que no es trigo limpio. Cada página consta de nueve paneles, exceptuando la de inicio, con la representación gráfica de Extraño, y un par en las que se da el lujo de incluir diez (¡¡diez paneles!! en una página). Espacio suficiente para que ocurra un sinfín de cosas. El suplicante insomne acude a la mansión de Greenwich Village donde habita el misterioso doctor. Wong, el mayordomo, le facilita el paso al sancta sanctorum donde aguarda la imponente figura de Strange. El atribulado hombre le cuenta el miedo que le acecha todas las noches y el hechicero accede a penetrar en sus sueños. Pero antes, visita astral a su maestro, al que conocemos como el Anciano, que le previene de la maldad a la que debe enfrentarse. Extraño se inserta en los sueños del desconocido personaje para darse de bruces con Pesadilla, maléfico señor del reino del sueño y viejo enemigo de nuestro querido mago. Pero como podíamos intuir por el errático comportamiento del insomne, éste no tiene la conciencia limpia. Mientras Extraño se enfrenta a Pesadilla en su dimensión, el ya descubierto como malvado hombre de negocios se propone acallar al hechicero mientras todavía se encuentra en trance. Extraño pide ayuda a su maestro y el Anciano le proporciona la clave, el amuleto (el famoso Ojo de Agamotto), con el que retiene al hombre armado con una pistola mientras que el doctor escapa del mundo de los sueños. El taimado se ve obligado a confesar sus pecados, pues ésta es la única forma de que pueda volver a dormir. Repetimos, por si no ha quedado claro; todo esto ocurre en una historia que ocupa escasamente cinco páginas, donde Ditko da una lección magistral de narrativa, mezclando aspectos visuales de dos géneros tan alejados como el noir, con una lección de expresividad y claro oscuros, y la fantasía, algo evidente cuando hablamos de las aventuras de un hechicero. Steve era así; parece que en muchas de sus obras se pueden adivinar rasgos de su persona. Podemos reconocer al nerd de Peter Parker en sus inicios como trasunto de su complicada vida social; o podemos intuir la reivindicación de su inusual arte frente a sus coetáneos en la forma con que Extraño se enfrenta a sus enemigos. A éste no le hace falta un enfrentamiento enérgico y descarnado para vencer, con solo un ligero y elegante movimiento de sus manos puede derrotar al más pintado.
El periplo del buen doctor continuará, lento pero seguro, llegando a niveles de popularidad bastante considerables y quedándose para sí de forma íntegra la publicación de Strange Tales. No está nada mal para algo que empezó como un simple complemento….aunque no debemos adelantarnos a los hechos. Después del debut toca seguir aumentando la mitología del personaje y el tándem Lee-Ditko nos trae la figura del Barón Mordo, otro nigromante que rivaliza en poder con el Doctor Extraño. Mordo está decidido a convertirse en el más poderoso de los magos y para ellos necesita arrebatarle sus secretos al Anciano. Trama un concienzudo plan que consiste en desplazarse vía astral hasta el hogar del legendario Maestro, ocupar el cuerpo de un sirviente y pasar a debilitar al Anciano hasta que éste le ceda su sabiduría. Craso error malvado Barón pues el mejor discípulo del avejentado mago es nada menos que el Doctor Extraño que acude en su ayuda. Descubrimos que ambos fueron alumnos del Anciano y desde entonces se ha creado una importante rivalidad. Tanta que se convertirá en la némesis principal del doctor. Aspecto que podremos seguir desentrañando en el siguiente episodio de Strange Tales, el #114, donde se da una imponente batalla a nivel astral, una que solo un talento como Ditko podría retransmitir en todo su grandeza. El artista continúa en estas historias con el mismo modus operandi en cuanto a distribución de viñetas, sacando el máximo rendimiento al poco espacio a su disposición.
Nos detenemos un poco más en Strange Tales#115, episodio donde los autores nos desvelan el misterio del origen de Extraño, uno de los más trabajados del Universo Marvel, pues implica una dualidad entre lo físico y lo espiritual, muy en boga en ciertos círculos intelectuales de la época. Ahora sabemos que en realidad el doctor se llama Stephen Strange, un exitoso cirujano que solo se interesaba por sus pacientes atendiendo a un color, el del dinero. Una persona egoísta, con mucho talento pero nula empatía hacia el enfermo. Un fortuito accidente va a trastocar para siempre la vida del rutilante galeno, ya que le va imposibilitar para los restos en el uso de su profesión. Un médico sin posibilidad de curar, ni siquiera a sí mismo. Esto arroja a nuestro Stephen a un callejón oscuro, desde donde el antiguo doctor solo podrá ir cayendo cada vez más bajo. En los lúgubres muelles de Nueva York escucha historias sobre el Anciano, una leyenda del que se dice que sería capaz de curar a cualquiera. Extraño decide emprender un trascendental viaje, que le llevará a los lejanos rincones de la India, donde en una abigarrada montaña se esconde de la influencia exterior el Anciano. Allí el doctor suplica una cura al hechicero, pero éste intenta convencerle para que se quede con él y se dedique a estudiar los rudimentos de la magia. Obviamente, eso no es el objetivo de su largo viaje y un incrédulo cirujano decide declinar su ofrecimiento. Allí convive con el Anciano el Barón Mordo, que conocemos de anteriores pleitos con Extraño, por lo que sabemos de su malvado comportamiento. El doctor trata de prevenir al anciano de las intenciones de Mordo, con dañinas intenciones para con su persona. Lástima que Stephen conozca de primera mano que las artes arcanas son más que cuentos para niños. Aun así, su bondad y su tesón le permiten pasar la prueba marcada por el viejo asceta. Stephen aceptará el proceso de iniciación a la poderosa magia siendo fiel discípulo del Anciano. Comienza un nuevo camino para el doctor, transformándose en un experto, no ya en medicina, sino en artes místicas. Esta narración de orígenes ha sido retomada en múltiples ocasiones, prueba de su sugerente calado en el imaginario del lector comiquero. Tanto que ha llevado a afirmar al presidente de Marvel Studios, Kevin Feige, ante persistentes rumores de exclusión, que en el esperado largometraje de Extraño veremos reflejado su mítico nacimiento como hechicero.
A pesar de que nuestra intención era dedicarle este punto enteramente a Steve Ditko, los orígenes de Extraño han sido alimentados por retrocontinuidad en posteriores etapas, por lo que el mejor momento para comentarlas es este mismo. No se preocupen, trataremos de ser breves. El primer autor que osa rehacer las raíces de nuestro protagonista es Roy Thomas, sucesor de Stan Lee en tareas literarias en la serie de los sesenta, por lo tanto un conocedor de la deriva del doctor. Siendo su guionista de cabecera a finales de los años 80, cuando Roy no estaba en su mejor estadio creativo, hay que decir, establece que Stephen nace en el año 30 del pasado siglo. Hijo de Eugene y Beverly, tiene dos hermanos a los que identificamos como Donna y Victor. Desconocíamos también la idiosincrasia de la familia. El patriarca de los Strange, Eugene, era un despiadado hombre de negocios que alentaba a sus hijos para que enfocaran su vida hacia formas de vida lucrativas, lo que excluía aspectos mundanos como la diversión. Stephen llegó a ser rechazado por su progenitor al presentarse como ganador de un concurso de ortografía, desdeñado por la inutilidad de tal empresa. Desde bien pronto, a la edad de once años, el mayor de los hijos ya tenía claro que se iba a dedicar a la medicina. Esta forja de sus más tiernos años corrió a cargo de Thomas en Doctor Strange. Sorcerer Supreme#9 (fecha de portada 1989).
Años después, J.M. DeMatteis, en la misma colección, Doctor Strange. Sorcerer Supreme#84 (fecha de portada 1995) nos retrotraía un poco más para hacernos partícipes de la conexión entre Extraño y la magia, a pesar del férreo control de su padre. Y es que Stephen había sido designado como heredero del Anciano, cuyo nombre real era Yao, nada menos que el Hechicero Supremo de la Tierra-616. Este dato cayó en manos de Mordo, discípulo de Yao y presunto sucesor, por lo que el Barón no pudo contener la envidia y atacó al muchacho vía sueños a la tierna edad de 8 años. El Anciano tuvo que hacer acto de aparición para interceder por el pequeño Strange ante la agresión de su discípulo, prometiendo al infante que siempre le protegería. Todo esto parece que fue olvidado por el futuro doctor, sometido a una contumaz presión paterna para convertirse en un ejemplar productivo para su familia y la sociedad. Esta historia data de un trasfondo distinto el primer encuentro entre Extraño y su Maestro, pues el Anciano debía de tener preparada su jugada largo tiempo. En Uncanny Origins (fecha de portada 1997), escrito por Len Wein, también vimos sus años universitarios o como cogió el gusto por la bebida pero nada especialmente relevante.
Respecto a su árbol familiar, han tenido un paso más bien triste por la editorial. Ideados por Roy Thomas, la figura del padre autoritario y poco comprensivo es un clásico en este tipo de relatos. La forja de Extraño por la presión paterna no le despoja de la gesta de convertirse en el mejor de los cirujanos posible, pero nunca se sintió a gusto consigo mismo. Esto granjeó una distancia importante con su familia. De todas formas, la tragedia no fue extraña al clan, no en una ocasión, sino de forma continuada. El terrible hecho de que la pequeña Donna muriera víctima de un accidente mientras nadaba en una piscina acompañada de su hermano, trajo como consecuencia que Stephen siempre se sintiera responsable de su defunción. La madre no pudo recuperarse de la pérdida, y como resultado cayó enferma para fallecer al poco tiempo. Eugene siguió la misma senda y su primogénito rechazó visitarlo en el lecho de muerte. La brecha era demasiado amplia entre ambos. El último de los Strange, Victor, tuvo una vida editorial más atribulada. De nuevo la muerte pasea por la familia pues es víctima de un accidente tras pelear con Stephen. Otra vez; otra tragedia; otra culpa para el doctor. En esta ocasión se propuso remediarlo e intentó resucitarlo con magia, lo que terminó por ser un terrible error. Victor resucitó como vampiro, adoptando la personalidad de una legendaria criatura de la noche como era el Barón Sangre. Rápidamente se lo cambió a Khiron y tras sentirse demasiado atraído por la sangre, tomo la decisión de poner fin a su vida (Doctor Strange. Sorcerer Supreme#56, fecha de portada 1993).
Tras este breve interludio, volvamos a la etapa canónica de Stan Lee y Steve Ditko. Con el objetivo cumplido de desvelar su intrigante origen, la dupla mantiene las aventuras de corte mágico enfrentando al doctor con los recurrentes Pesadilla y Barón Mordo, alternando historias de perfil más terrorífico con otras más superheroicas (como el encuentro con Loki y Thor en Strange Tales#123). Un importante cambio de registro supone el ciclo que ocupa Strange Tales#126 y #127, pues aquí debutan dos personajes que se van a convertir en habituales de la cabecera, la misteriosa Clea y el temible Dormammu, demonio con innegables raíces lovecraftianas. El Anciano reclama de forma sorpresiva a Extraño pues el más poderoso morador del reino de las Tinieblas (a.k.a Dormammu) amenaza con abandonar su retiro. Ni siquiera el Maestro de Stephen es capaz de contener su imponente poder. El Doctor accede al reino del temible con la única directriz de detenerlo. Tendrá que utilizar todo su potencial mágico pues Dormammu tiene un buen puñado de esbirros, entre los que se encuentran los célebres Sin Mente. De cerca, sus pasos son seguidos por una extraña muchacha, poseedora también de habilidades mágicas. Efectivamente, hablamos de Clea, que socorrerá a Stephen en tan desconcertante lugar y juntos acometen la tarea de contener al temible. La victoria de Strange supone una suerte de graduación para Extraño pues como premio recibe la portentosa capa de levitación y un renovado amuleto de Agamotto. El doctor sabe de boca de su maestro que está destinado a grandes cosas, a convertirse nada menos que en el Hechicero Supremo de esta realidad. Y es que con el discurrir de los números hemos pasado de tener al Maestro de la Magia Negra a suavizar el encabezado con el más comedido Maestro de las Artes Místicas.
Ditko sigue avanzando en la temática mística, mientras su estilo se va haciendo más sinuoso conforme va encontrando mayor acomodo donde desplegarse. Las historias tenían un patrón, más o menos simple, y los enemigos eran del mismo palo, sin ofrecer mayor variación. Mordo, hechiceras como Shazana o Dormammu serán más que habituales en el Strage Tales de Lee y Ditko. Faltaba algo que le diera un punto de más interés, algo que se saliera de lo común, para atraer la atención de los no creyentes; ese algo tenía a ser inabarcable, difícil de mensurar, rondando lo conceptual más que lo material. Comienza un ciclo donde Strange iba a tener uno de los encuentros más inesperados del Universo Marvel. La trama circula según lo establecido. Tras una batalla interdimensional, el hechicero vuelve a nuestro plano para mantener su feudo con la alianza formada por Mordo y Dormammu, eso sí ayudado por los poderes mágicos de Clea. Acude a visitar al Maestro para presentarle sus respetos y contarle la buena nueva de su victoria pero cuál es su sorpresa cuando lo localiza gravemente enfermo. De sus labios solo han podido rescatar una palabra, Eternidad. Parece que ahí tenemos la clave para salvar al Anciano (Strange Tales#134). Stephen se pondrá como objetivo desentrañar el misterio de Eternidad mientras sus enemigos continúan con los ataques sin piedad, tanto hacia él como hacia su aliada Clea. Desde Londres hasta el Lejano Oriente, el doctor investiga todo rastro que pueda arrojar algo de luz al misterio, mientras que Mordo no da medio centímetro de tregua a su rival. Pero la tarea se antoja un absoluto fracaso; solo accediendo a la mente de un Anciano en coma podrá descubrir que secreto se esconde bajo la palabra Eternidad.
Strange Tales#138 supone el fin de todo el entuerto. El Doctor Extraño consigue la clave para verse cara a cara con Eternidad. ¿Y quién es este extraño personaje? Nada menos que una representación abstracta de todo el universo, una fuerza esencial de la existencia que otorga orden y cohesión al conjunto del cosmos. Ahí es nada. De hecho, la misma Eternidad solo ha contactado antes con un único humano, el Anciano. La empatía hacía Extraño por parte del ente cósmico hace que le facilite la respuesta para salvar a su respetado maestro, solo que el hechicero no es consciente de ello hasta que se enfrente, otra vez, al poder combinado de sus enemigos. En Strange Tales#140-141 tenemos la conclusión de esta larga trama, donde Ditko ha logrado graduarse a nuestros ojos con el portentoso diseño de Eternidad y las prodigiosas líneas de la dimensión donde habita la misma, arriesgadas y totalmente sorprendentes. Sin lugar a dudas, uno de los pináculos de la etapa Lee-Ditko en la cabecera.
Estas aventuras datan de 1966, año en que Steve tomaría un rumbo distinto, abandonando Marvel de forma indefinida. Todavía le quedan algunas historias por contar, acompañado de otros guionistas como Roy Thomas o Denny O’Neil que le ayudan en las labores literarias. Aunque hay que dejar claro que es el dibujante el que lleva la batuta, tanto a nivel de argumento como de dibujo. Como hitos a resaltar nos dejará la presentación de algún mago con connotaciones europeas, el llamado Míster Rasputín, o el cataclísmico enfrentamiento entre Dormammu y Eternidad, donde el Hechicero tuvo que interceder ante los niveles de poder desplegados por ambos contendientes. Es éste el último número (Strange Tales#146, fecha de portada julio de 1966) el que supone el punto y final a una fructífera colaboración entre personaje y autor; siempre nos quedarán unos lazos que, pese a los años que han pasado de su separación, nunca se han conseguido cortar del todo. Hay tanto de Ditko en Doctor Strange que dudamos que se puedan romper de una manera definitiva.
Antes de despedir este punto, debemos hablar de un acontecimiento de gran calado. En el año 1965 salió al mercado el segundo anual de Spiderman y tal como nos avanza el grandilocuente Stan Lee en su particular introducción, nos hallamos ante un verdadero “Festival Steve Ditko”. La razón, sus dos personajes Marvel juntos por primera vez en una aventura. Spiderman y el Doctor Extraño uniendo fuerzas con el talento de Ditko como motor principal. Dos aspectos tan alejados como la magia y el entorno urbano unidos gracias a los extraños ardides de un mago llamado Xandu (¡¡me suena este nombre!!). Este infame personaje busca sustraer de la casa de Extraño las partes que le faltan para conformar la Vara de Watoomb (obviamente, un poderoso objeto mágico). Para ello se sirve de un par de maleantes de baja estofa. Hemos dicho hampones de tres al cuarto, pues justo el perfil de los enemigos preferidos del trepamuros. Spidey trata de detener a los esbirros de Xandu para darse de bruces con el mago y un terreno que no domina bien, el esotérico. ¿Y quién es experto en hechicería y artes arcanas? Justo, Stephen Strange, cuya participación en la lucha es definitiva para detener a Xandu. Unas últimas viñetas antológicas acogen las primeras muestras de respeto mutuo que se tendrán para los restos los dos personajes, dos caracteres que se han asociado en múltiples ocasiones, a pesar de tener entornos muy diferentes. Aunque habrá que reconocer que la marca Ditko es un pegamento más que suficiente para tomarlo en consideración.
Esta colaboración ha sido inspiración para muchas historias. Una de las más recientes corre a cargo del artista británico Brendan McCarthy, dibujante curtido en la escuela de 2000 AD, que en el año 2010 pudo ofrecer su particular homenaje a Ditko en Spiderman: Fiebre. En este alucinógeno viaje a dimensiones desconocidas el artista, que hace las veces guionista y dibujante, acomete un pensado homenaje a la obra del gran Steve, añadiendo unas gotas de cultura pop y un necesario toque personal, no apto, hay que avisar, para todos los paladares.
El artista que había dado forma y sentido al mago más famoso de Marvel desparece de la circulación pero la maquinaria de la Casa de las Ideas no se puede detener, por lo que las aventuras del Doctor continuaron con diferentes equipos creativos. Y es en este punto donde vamos a desgranar el grueso de la vida editorial del personaje. Ante la perspectiva de desglosar más de cincuenta años de historia, la solución adoptada es mostrar un somero resumen de las etapas más influyentes, pues como supondrán, un análisis al milímetro es un imposible. Contamos además con que Extraño fue un personaje con una considerable proyección durante los años 60 y 70, siendo adoptado como imagen por un importante colectivo de la Contra Cultura, por lo que sus apariciones como estrella invitada en diversas colecciones se hicieron habituales. En este estudio solo vamos a tomar en consideración aquellas que desembocaron en su gran asociación con los Defensores, un grupo clave con el que el Hechicero Supremo está fuertemente relacionado.
Después de la salida de Ditko, se produce un ínterin donde lo más destacable es la pervivencia de Stan Lee como guionista, alternando con Thomas y O’Neil, y el cambio gráfico propiciado por Bill Everett. Este autor tiene un trazo clásico, deudor de la forma de dibujar durante los años treinta y cuarenta, lo que no impide asemejar su estilo lo máximo al de Steve Ditko. Y es que la directriz estaba clara, había que mantener el poso dejado por el genial dibujante. Y en ello persistieron sucesores en tales tareas como Marie Severin o Dan Adkins. Nuestra primera parada la tenemos a finales de los años 60 donde una pareja de autores nos dejaría las primeras historias merecedoras de atención tras la salida de Ditko.
Etapa de Roy Thomas y Gene Colan: el gran pupilo de Lee, Roy Thomas, era el chico para todo a la altura de 1968. El talento literario de este guionista y la asunción de los preceptos marcados por Lee en el Método Marvel le hicieron merecedor del título de sucesor natural en los cometidos referentes a los guiones en la editorial. Para Stan, el bueno de Roy siempre era su repuesto preferido. Con varias colaboraciones en la colección a sus espaldas, incluyendo labores de apoyo al gran Ditko, sería designado responsable principal de la serie en Doctor Strange#169 (fecha de portada junio de 1968), tras el paso de Denny O’Neil, Jim Lawrence o el mismísimo Stan Lee. Momento que coincide con el fin de la cabera compartida con Nick Furia (Strange Tales#168 fue el último de ellos). A partir de este instante, todas las páginas pertenecen al Doctor Extraño, como su nombre en la cabecera pasa a denotar. Dato especialmente significativo ya que recordamos que sus peripecias empezaron como un pequeño complemento. Thomas hereda el tono y el tipo aventuras de corte “ditkoniano”, parámetro que se había seguido al milímetro desde la salida del genial creador. Además, siendo Roy un autor respetuoso con la continuidad de los personajes y con el trabajo de aquellos que le precedieron no nos coge muy de sorpresa esta aparente estabilidad. En este caso, el cambio significativo es la entrada en acción de Gene Colan, sucediendo en labores artísticas a Dan Adkins.
Colan no era un chaval cuando empezó a dibujar a Stephen Strange. Veterano curtido en mil batallas, podemos rastrear su impronta en la editorial ya en los años 50, donde un Lee con muy buen ojo le ofreció trabajar en varios proyectos. En los sesenta pudimos apreciar su arte en DC Comics o en Marvel, depurando su estilo y perfeccionando su trazo hasta convertirse en un maestro. Iron Man, el Capitán América o Daredevil (con el increíble hito de estar ochenta números consecutivos sin faltar a su cita) son claros ejemplos de su desarrollo. Gene es asignado a las historias de Extraño en Doctor Strange#172 (fecha de portada septiembre de 1968) y tiene claro desde el comienzo que Ditko, en su terreno, es insuperable por lo que la mejor opción es romper con lo visto hasta ahora. Puede parecer lo lógico y normal, que un dibujante afronte una serie de la forma que mejor pueda exponer sus puntos fuertes, pero con el Hechicero Supremo no había ocurrido así. De este modo, tenemos a un artista que iba a marcar un punto y aparte en el discurrir gráfico de las aventuras de Extraño. Para empezar, se propuso marcar una fuerte contraposición entre los dos hábitats principales del personaje. Famosa es la anécdota del dibujante sacando fotos en cada rincón de Greenwich Village para trasladar con la mayor verosimilitud posible la realidad del barrio neoyorkino a las viñetas. Por otra parte, los mundos astrales y las dimensiones alternativas donde primó, por encima de todo, el enfoque psicodélico, con una deconstrucción de las viñetas y la eliminación sinuosa de las mismas que no deja de sorprender, incluso para un espectador actual. Como detalle a destacar, decir que en estas páginas da comienzo de forma oficial a una colaboración fructífera con el entintador Tom Palmer, un joven dibujante recién aterrizado en Marvel y del que solo la recomendación de Adkins posibilitó su entrada en la serie, ya que ni Thomas ni Lee las tenían todas consigo.
Es indudable que la entrada de Gene Colan le proporcionó a Thomas un impulso para sus historias. A los más que gastados enfrentamientos con magos y demonios de diverso calado era lo que se había acostumbrado la parroquia fiel del Doctor. Pero, ¿y sí subiéramos la apuesta un punto más? Una de las historias más legendarias de esta época supuso la inclusión como personaje de Satannish (Doctor Strange#177). Hablando en plata, estamos ante el debut en un tebeo Marvel del mismo diablo en persona. Tanto Colan como Thomas habían seguido con atención los diversos casos que se habían dado en EEUU acerca de cultos satánicos y todos los truculentos rumores que circulaban a su alrededor, por lo que dispusieron a esta personaje de una forma que pudiera eludir la prohibición del Comics Code Autorithy, lo que se antoja toda una proeza ya que no era nada fácil saltarse su persistente censura. El dibujante, versado en los relatos de horror, consigue dar forma a un relato donde un importante componente de terror está muy presente en la trama.
Aunque el equipo creativo ponía sus mejores intenciones en nuestro mago, el Doctor Extraño ya estaba herido de muerte cuando lo recogieron. No importa su calado en la cultura de aquellos sesenta ni la evidente mejora del tándem Thomas-Colan; las ventas de la serie tenían una tendencia a la baja desde la salida de Steve Ditko, por lo que los autores vieron la cancelación de su trabajo acechando en su puerta. La decisión de Roy fue intentar darle un matiz superheroico al Hechicero Supremo. Gene diseñó un nuevo uniforme, que le tapaba la cara y cuerpo íntegramente, y el guionista intentó que sus aventuras fuesen más cercanas al resto de la producción de la editorial. Ni con esas consiguieron que la colección remontase en ventas por lo que Doctor Strange#183 fue el último número de una serie que cerraba a finales de los sesenta y que no retornaría hasta unos cuantos años después. Este último capítulo dejaba una trama inconclusa para un renovado Stephen Sanders, nueva personalidad civil facilitada por Eternidad, que, como era costumbre en la época, sería finiquitada en otras colecciones. Lo curioso de esta historia es que posibilitaría el encuentro entre varios héroes poco habituados a trabajar en equipo, dando lugar al nacimiento de uno de los grupos (¿o mejor deberíamos decir no-grupo?) más populares de Marvel. Pero esta parte del relato debe quedar pendiente para ser retomada más adelante.
A modo de despedida, comentar que Roy Thomas tuvo una segunda etapa en 1989 con el personaje, de la que no vamos a entrar en profundidad. Son unos tebeos que adentran a Extraño en la anodina década de los noventa, con un Thomas que abusa un poco de más de la retrocontinuidad ( y de su propio bagaje) , donde sus mayores ocurrencias fueron enfrentar al Hechicero Supremo con vampiros, Hobgoblin o el Juggernaut, además de introducir nuevos ejemplares demoniacos, como Mephista, obviamente, la hija de Mephisto. Eso no quita para que sea un autor considerado como básico para el buen doctor. Suyo es el honor de ser el guionista que más números ha escrito en las diferentes cabeceras. A pesar de esta segunda venida más bien floja, no podemos dejar de recomendar su etapa inicial junto a la portentosa dupla Colan-Palmer.¡¡Por los libros del Vishanti, que más se necesita!!
Etapa de Steve Englehart y Frank Brunner: La cancelación de la serie dejaba un panorama sombrío para el pobre Stephen. Su rol como secundario en el Universo Marvel no agradaba especialmente a Roy Thomas, último adalid del personaje, ni a su co-creador, Stan Lee, y ambos trataron de que mantuviera alguna que otra aventura en cabeceras antológicas (Lee incluso propició un importante team-up con el trepamuros en Amazing Spider-man#109). La llama de la magia debía permanecer encendida aunque no luciese de forma relevante. Y es que hay veces que determinados personajes esperan a ese autor que sepa dotar sus aventuras de una evolución y trascendencia necesarias para pasar al siguiente nivel. A primeros de los años setenta la editorial se pobló de savia nueva con un componente hasta ahora desconocido, un nutrido grupo de fans que buscaba hacer realidad su sueño de trabajar en Marvel Comics tras ser parte activa como lectores de sus historias. Dos de estos renovados creadores directos del mundo del fandom eran Steve Englehart y Frank Brunner, sin duda, dos autores que el buen doctor necesitaba como agua de mayo.
Extraño había encontrado acomodo con aventuras individuales en Marvel Premiere, una de tantas series contenedores. Pero por impulso de Thomas, a la sazón ya Editor Jefe, se decidió que fuera aquí donde se diese el repunte a la popularidad del legendario galeno. Tras experimentar la unión de veteranía (Gardner Fox) y juventud (Jim Starlin), Thomas apuesta por Englehart y Brunner a partir de Marvel Premiere#9 (fecha de portada julio de 1973). Ambos habían hecho sus pinitos con el personaje, Brunner dibujando alguna historia individual y Englehart guionizando al doctor en el famoso no-grupo (del que prometemos hablar en líneas posteriores, no se apuren). Lo curioso es que la atención de Thomas recayó primero en el artista, al que propuso ser dibujante regular de Extraño. Según los mentideros de la corte, fue el propio Frank Brunner el que designó a Englehart como responsable literario ya que ambos tenían una cercana relación, aspecto éste al que el Editor Jefe no puso ningún reparo. Así, teníamos listo y preparado a un equipo creativo para hacer historia.
Los dos trabajaron de forma coordinada para afrontar este reto ya que ambos eran seguidores de las peripecias de Extraño. Steve reconoce que en las aventuras grupales que había escrito previamente había representado a Stephen Strange como un “superhéroe que lanzaba rayos por las manos”. Ese no era el enfoque buscado por la dupla creativa por lo que adoptaron un método de trabajo al estilo Marvel, abordar de manera consensuada cada paso que se daba. Y el camino que eligieron se puede considerar de todo menos fácil. Todas las historias desarrolladas en Marvel Premiere tienen un fuerte componente metafísico, donde los autores plasmaron sus pareceres acerca de aspectos tan “sencillos” como el sentido de la existencia, la dualidad vida-muerte o la realidad de un dios creador. Desde la lucha con un ser extraído de los Mitos de Cthulhu, Shuma Gorath, entidad ancestral dispuesta a volver a importunar a los pobre humanos, la propia “muerte” del Anciano, mentor y principal impulsor de Stephen como Hechicero Supremo, o la destrucción de absolutamente toda la realidad por parte del Barón Mordo (reconstruida por Eternidad; esta trama no fue dibujada por Brunner, que se tomó un respiro, sino por Gene Colan) son claros ejemplos de que el tándem no se tomó a la ligera el encargo y puso toda su creatividad en tal empresa.
Si hay un episodio que refleja como ninguno el carácter de serie experimental y metafísica al que nos estábamos enfrentando es Marvel Premiere#14. Un cómic que rompía las barreras del medio en el año ¡¡1974!! Somos testigos, a la vez que un afortunado Extraño, de toda la creación del universo, gracias a un personaje con mucha miga llamado Sise-Neg. Si hacemos un sencillo truco y leemos este nombre al revés obtenemos la palabra Génesis, que tanto en inglés como en castellano viene a significar lo mismo, origen. Todo el número está plagado de referencias teológicas, con clara inspiración del creacionismo cristiano, mostrando los primeros ejemplares de hombre y mujer en un entorno paradisiaco. Y si hay trasuntos de Adán y Eva debe haber una serpiente, papel que adquiere Shuma Gorath. Lo importante en este episodio es que los dos autores dan un paso tan arriesgado como presentar a Dios, así con mayúsculas. No una de tantas deidades que pueblan los distintos panteones marvelitas, sino el auténtico y definitivo creador. Como se puede aventurar, esta historia causó un tremendo revuelo en el bullpen de la editorial. Es bien sabido que Stan Lee hizo sus aproximaciones al tema de “dios”, casos de Galactus o el propio Thor, pero siempre con pies de plomo para tratar de no herir sensibilidades religiosas. Esto era una agresión directa, un zas en toda la boca, a lo políticamente correcto por lo que el gran jefe exigió una rectificación pública a los dos autores, en previsión de posibles reacciones del ala conservadora americana. Pero si Englehart y Brunner habían tenido el valor de llegar hasta allí no se iban a desdecir a las primeras de cambio. Además, eran conscientes de que si pasaban a Sise-Neg por una divinidad cualquiera la fuerza del relato se perdería. Siguiendo con su desparpajo, la dupla envió una carta a la editorial haciéndose pasar por un sacerdote de Texas, una persona ficticia a la que nombraron como Billingsley, alabando el cómic en cuestión. La carta llegó a la redacción, pasando por manos de Jim Starlin, que hábilmente se la hizo llegar a Roy Thomas. Éste quedó impresionado por que un eclesiástico celebrase el número de marras por lo que la misiva acabó publicada de forma real y la polémica fue olvidada. Cuesta bien poco imaginarse a los dos autores muertos de risa el piso que compartían, mientras que celebraban su victoria a ritmo de psicotrópicos, ya que el consumo de alucinógenos en esta época es algo que los implicados nunca han escondido. A pesar de esta graciosa anécdota, no se debe olvidar el calado y la profundidad de la historia en sí; un relato con un poso tan profundo que pasaría sin problemas por uno firmado por Alan Moore.
A esas alturas, inicios de 1974, era patente que el Doctor había conseguido el favor del público. Las ventas aumentaron de forma considerable y el propio editor jefe tenía claro que era gracias al espectacular aporte gráfico de Frank Brunner, rompedor y atrayente al mismo tiempo. La consecuencia más evidente es que se decidió confiar en el tándem para un nuevo volumen de Doctor Strange (vol. 2#1, fecha de portada junio de 1974), con periodicidad, de momento, bimestral. Ahora, la cuestión para los dos creadores era como afrontar la serie. Brunner seguía empeñado en mostrar cuestiones filosóficas en las viñetas, por lo que, tras presentar a Dios, el siguiente paso era complicado y exigente a la vez. ¿Qué hacer para llamar la atención de nuevo? La respuesta la tenemos en un ciclo conocido como “La saga de Daga de Plata”. Unos números donde se disecciona al Doctor Extraño para enfrentarlo a la situación final, aquella a la que no podemos eludir, la llegada de la Parca. Y si ya el armazón literario es sobresaliente apuntar el detalle y precisión de la traslación al papel del dibujante, sencillamente magistral, con algunas escenas difíciles de olvidar. Es lógica toda esa dedicación a esta saga pues el artista sabía que ya no le quedaba nada más que hacer con el personaje, por lo que Doctor Strange#5 supone el fin de camino para Frank Brunner. Los rumores de que la serie podía pasar a mensual, debido a su buena acogida, tampoco ayudaron, ya que no se caracterizaba por ser un artista rápido, ni trabajar bien bajo presión, por lo que el bueno de Frank decidió abandonar en lo más alto antes de ser fagocitado por el éxito. Englehart, en cambio, si se sentía fuerte por lo que aceptó el reto de continuar sin su hasta ahora compañero.
Lo más destacable de Steve con el Hechicero Supremo lo tenemos gracias a su colaboración con Brunner. No se puede decir que el siguiente episodio en la vida del doctor fuese de baja calidad, pues el recambio en el puesto de dibujante fue nada menos que un maestro como Gene Colan, pero la cabecera perdió chispa e inventiva. El viejo Colan era un artista a la antigua, cero interesado en labores creativas; solo necesitaba un guion para dibujar y fuera inventos. Pasamos, pues, de la sinergia tan importante entre artista y escritor al trabajo mecánico puro y duro. Esto hace que Englehart cambie el tono de sus escritos para adecuarlos al talento de Eugene. Todo se vuelve más oscuro, las historias transcurren en ambientes lúgubres y tenebrosos, y el tono adquiere matices de serie negra o género de terror, según el caso. Aun así, es imposible no celebrar el talento de un Colan que ya había dejado momentos de calidad en su etapa con Thomas y que aquí tendría oportunidad de expandir su arte con unos guiones a la altura. Y como resultado tuvimos la definitiva consolidación de la colección, alejada de la zona de peligro debido a unas muy respetables ventas. La dupla continuaría unida hasta Doctor Strange#18 (fecha de portada Septiembre de 1976), momento en que Steve prefirió buscar otros proyectos, mientras que Colan se mantendría ligado a Strange durante algún tiempo más.¡¡Por la imágenes de Ikonn, que me aspen si estos cómics no merecen la pena!!
Etapa de Roger Stern: la parte difícil se había conseguido. Gracias al buen hacer de Englehart, Brunner y Colan el Doctor Extraño gozaba de buena salud y diversos autores trataron de dejar su impronta, con más pena que gloria hay que decir. Innegables talentos como Marv Wolfman, Chris Claremont o el ya habitual Roy Thomas cogieron las riendas de la colección pero sin dejar nada especialmente significativo. Fue la llegada de uno de los grandes guionistas de los años ochenta, Roger Stern, el gran revulsivo para un Hechicero Supremo que comenzaba a mostrar signos de agotamiento. Su primera etapa al mando del mago fue a finales de la década de los setenta, siendo un recién llegado a la editorial. Recibía el testigo del tándem Jim Starlin–Al Milgrom. El gran Jim había demostrado su buen hacer en cabeceras donde había primado el componente experimental, como Captain Marvel o Warlock, pero no había conseguido ese mismo nivel de interés con el Maestro de las Artes Místicas. Archie Goodwin, el entonces editor jefe, le comentó la situación de próximo abandono del equipo creativo y le ofreció la cabecera. Stern era fan del personaje desde la etapa fundacional de Lee-Ditko por lo que no dudó en aceptar el ofrecimiento, acompañado en el apartado gráfico por Tom Sutton. Esta primera piedra de toque duró desde Doctor Strange#27 hasta el #37 (años 1978-79, fechas de portada). Es todavía una fase inicial en su desarrollo como guionista, con una tendencia hacia lo superheroico y unas tramas que pecan de ser más bien poco atractivas, signo inequívoco de su escaso bagaje. Necesitaba un periodo de rodaje en otras cabeceras, aspecto que iría consiguiendo poco a poco: Spiderman, Capitán América, Los Vengadores… Sterno, como era conocido cariñosamente, nos legó algunas de las mejores etapas de todos estos iconos de la editorial y, con la experiencia adquirida, Doctor Extraño no sería una excepción.
Su segundo periplo en la serie comienza en Doctor Strange#47, un episodio de relleno, para dar pistoletazo de salida real a su deriva en el siguiente episodio, acompañado de uno de los dibujantes que mejor poso ha dejado en el aficionado, Marshall Rogers. Pero antes de entrar con la realidad dejemos volar nuestra imaginación con lo que pudo ser y no fue. El primer dibujante asignado al proyecto junto a don Roger fue nada menos que Frank Miller. ¿Se imaginan? Por lo que nos cuenta el mismo Stern, justo cuando iba a dar comienzo su colaboración se estaba estudiando en la editorial un posible proyecto de historia a lo James Bond, probablemente un nuevo relanzamiento de Nick Furia, y Miller estaba bastante interesado en él, por lo que declinó momentáneamente dibujar al Hechicero Supremo, a la espera de acontecimientos. De este tema nunca más se supo y Miller ya estaba implicado al cien por cien en Daredevil, por lo que el tren de Extraño pasó para no volver.
De todas formas, el guionista no puso ningún reparo al sustituto de Miller. Recordado por todos por dejar una imagen icónica en una cabecera tan importante para el mundillo como es Batman, precisamente junto a Steve Englehart, las primeras intenciones de Rogers era hacer una “vuelta a los orígenes”, traer de vuelta lo mundos oníricos y alucinógenos tan propios de la etapa Ditko. La abstracción de las imágenes se convierte en la marca de fábrica de este dibujante, que apenas se mantuvo en la colección seis números, pero cuyo recuerdo perdura todavía en el aficionado. ¿Y que decimos de Stern? Aquí tenemos las mejores virtudes de un guionista en estado de gracia. Sterno siempre trataba de comprender al personaje, sus motivaciones y debilidades, haciendo que los caracteres sufrieran una evolución. Tras muchos años observando al Hechicero Supremo podemos decir que el escritor nos muestra a Stephen, el hombre. La magia, el poder, los grandes seres que pueblan universos y realidades alternativas, problemas metafísicos…Todo muy bien, pero se nos había olvidado el ser humano portador de la capa. Extraño nunca ha brillado más que cuando estuvo bajo la pluma de Stern, simplemente porque el autor se comprometió con el personaje. Pero tampoco pensemos que la cabecera se tornó algún tipo de publicación introspectiva, para nada. El componente aventura está tan presente como antaño, solo que de forma orgánica el guionista enlazaba tramas que determinaban la personalidad de Stephen y sus secundarios, trayendo a colación aspectos como la cotidianidad y el sentido del humor,aspectos inauditos para un poderoso mago. Que el doctor y Clea llevan siendo pareja desde tiempo inmemorial, añadamos a la ecuación un nuevo personaje, Morgana Blessing, y observemos como afecta a la relación. Sencillo y efectivo. Repetimos, las aventuras de Extraño siguen siendo de gran calado, ya sean luchas con Mordo en planos astrales, viajes a través del tiempo a épocas tan lejanas como la Segunda Guerra Mundial (¡Hola Comandos Aulladores!) o revivir grandes momentos de la Silver Age, tal y como queda patente al observar Extraño el encuentro entre los 4F y Rama-Tut. Todo un prodigio lleno de ritmo y buenos momentos.
La situación de la cabecera por aquellos primeros años ochenta era del todo atípica. Había mantenido su cadencia bimestral, lo que en lenguaje editorial sería paso previo a su cancelación, pero se nutría de un pequeño grupo de fieles que la mantenían a flote. Esto permitió a Stern establecer su ritmo gracias al apoyo de su editor, Al Milgrom, que siempre tuvo una fe inquebrantable en el escritor. De hecho, era una cabecera con cierto prestigio, aunque sus ventas fueran paupérrimas comparadas con los grandes de Marvel. Era difícil que un dibujante se asentara en una colección tan especial pero Milgrom se ocupó de que grandes del lápiz pasearan por sus páginas: Brent Anderson, Paul Smith, Michael Golden, Kevin Nowlan, Dan Green… son algunos de los nombres asociados al Extraño de Stern.
El ciclo más recordado del autor tendría que ver con una de las más terroríficas criaturas de la noche, los vampiros. La Tumba de Drácula fue una de las colecciones más alabadas de los años setenta. El Drácula marvelita se convirtió en un habitual en la editorial y don Roger se propuso dar un final perfectamente cerrado al legendario Conde, una vez que la mítica cabecera desapareció de la parrilla de la Casa de las Ideas. Gran parte de los secundarios de aquella, Blade, Hannibal King o Frank Drake (descendiente del mismo Drácula), se unen al Hechicero Supremo en la búsqueda de la llamada Formula Montessi, un antiguo conjuro que permite terminar con la maldición de los vampiros. Doctor Strange#59-62 es una de esas rara avis en el mundo de los superhéroes, una historia que otorga un perfecto fin de fiesta a unos personajes en un marco donde la tramas ad continuum representan casi el cien por cien de la producción. Esta no fue su última saga, como cabría suponer. Todavía le quedarán algunas aventuras que contar a Stern con el buen doctor hasta el definitivo adios en Doctor Strange#75. Una etapa prodigiosa que merece ser disfrutada por todos aquellos interesados en el desarrollo como personaje de Strange.¡¡Por las huestes de Hoggoth, a Roger Stern se le puede proclamar como el más destacado guionista del Doctor Extraño!!
Etapa de Peter B. Gillis: tras un largo periodo bajo la batuta de Sterno, se antojaba complicada la sucesión al frente de la misma. El candidato designado fue Peter B. Gillis. Este escritor, que trabajó de forma constante en Marvel durante los ochenta, es uno de esos autores que ha pasado desapercibido para gran parte de la parroquia comiquera. Guionista especialmente interesado en temas existenciales, en la Casa de las Ideas dejó sus inquietudes en cabeceras como Defensores, Eternos o Micronautas, aunque hay que indicar que su más destacada aportación al medio es la creación de Strikeforce: Morituri. Este gran desconocido nos ha legado una también desconocida etapa con el Doctor Extraño que merece ser descubierta.
Gillis tuvo que lidiar con un panorama más bien aciago cuando se hizo cargo de Strange. Las ventas, ya lo sabíamos de la época anterior de Stern, no eran precisamente boyantes. El guionista hizo lo que pudo desde Doctor Strange#76 hasta la cancelación definitiva, ocurrida en el #81. En las oficinas decidieron hermanar dos títulos cancelados de forma reciente, Capa y Puñal junto a la de nuestro protagonista, para volver al viejo truco de la cabecera antológica. Comienza el segundo volumen de Strange Tales (fecha de portada 1987). En este caso Gillis quedó asignado nada más que a diez páginas para narrar las aventuras del Hechicero y lo cierto es que, emulando al gran Steve Ditko, el pequeño espacio disponible espoleó al guionista para sacar lo mejor de sí. Recogiendo partes de una trama presentada por el mismo, donde el doctor luchaba contra Urthona, que ansiaba convertirse en Hechicera Suprema y para evitarlo Stephen se vio obligado a destruir todos sus objetos mágicos, vemos las consecuencias de esos actos en el moderno volumen de Strange Tales. Ahora sabemos que ese bagaje mágico tenía una función desconocida y esa era la de mantener a buen recaudo a un puñado de criaturas maléficas prestas a atacar la Tierra. Extraño se veía impotente ante tamaño ataque por lo que le tocó abrazar algo que ya parecía olvidado en su vida, la magia negra. Recordamos que en los primeros episodios de Lee y Ditko el doctor era presentado como especialista en artes oscuras. Gillis somete a un tour de forcé al personaje, a una lucha interna donde la parte maligna de la magia cada vez ahoga más al hechicero. Sí, es por un bien superior, pero las consecuencias para Stephen le llevarán hasta perder su legendario Ojo de Agamotto, por no ser digno de él. Un camino poco transitado por el doctor, consecuencia directa de la humanización del personaje en la etapa Stern, y que le permitió al guionista indagar en la resistencia de un ser como Extraño; hasta donde sería capaz de aguantar la corrupción y la maldad el más poderoso ente mágico del Universo Marvel.
El experimento de Strange Tales no duró demasiado para el buen Doctor. Pronto recobraría su cabecera, esta vez con el rimbombante nombre de Doctor Strange. Sorcerer Supreme a la altura de 1989. Esta etapa de Gillis, sin ser una obra maestra ni quinta esencial para Stephen Extraño, si tiene un buen puñado de buenas ideas que merecen ser rescatadas, ya que es un periodo poco recordado en general, si bien es cierto que el nivel gráfico que acompaña a las historias es más bien mediocre.¡¡Por la víboras de Valtorr, merece la pena echarle un vistazo a esta serie!!
Y llegamos a los años noventa. Poco, muy poco que añadir en una década bastante aciaga en general para Marvel Comics. La nueva cabecera sería santo y seña para el aspecto mágico, con el agravante de que se produjo un giro hacia lo oscuro en todas estas historias, tanto que llegó a pertenecer a la franquicia de los Hijos de la Medianoche. Profesionales tan reputados como Roy Thomas o J.M. DeMatteis intentaron que el Hechicero Supremo fuese luz ante tanta oscuridad pero fracasaron en sus intentos. El último volumen como tal data de finales de los años noventa y fue publicado bajo el paraguas del exitoso sello Marvel Knights, en realidad una mini serie titulada Flight of bones, a cargo de Dan Jolley y dibujos de Tony Harris. Comenzaba la travesía en el desierto para Stephen Strange, siendo parte del Universo Marvel pero huérfano de historias personales. Esa travesía ha durado más de quince años lo que se antoja un despropósito siendo el mago una de las referencias en el catálogo marvelita.
Porque la otra opción, los Tres Titanes, tampoco es que fuese demasiado atractiva. Vaya forma de comenzar; volvamos a retomar un relato pendiente para poner un poco en orden la narración. Tenemos que retornar al año 1969, donde Thomas y Colan luchaban por la no cancelación del título. Recapitulando, tenemos un doctor enfundado en un traje superheroico, con una nueva personalidad civil, Stephen Sanders, facilitada por Eternidad al descubrirse su verdadera ocupación. En su sancta sanctorum particular recibe una petición de auxilio por parte de un viejo conocido. Sanders no puede declinar este llamamiento por lo que acude a casa de su antiguo benefactor, Kenneth Ward, para encontrarse con una escena dantesca: su amigo bajo la influencia de un hechizo y su hogar dominado por criaturas de la noche, demonios tratando de acceder a nuestro plano de la realidad. La clave está en un ídolo místico que Extraño debe localizar….si le hubieran dejado continuar. Hemos desgranado las líneas básicas de Doctor Strange#183, el último de los episodios de la cabecera definitivamente cancelada. Los dos autores eran conscientes de que tenían la Espada de Damocles colgando sobre sus cabezas pero optaron por tirar hacia delante hasta nueva orden. Pena de que este fuese el fin de camino para Stephen. Pero si están familiarizados con el proceder de Marvel en la Silver Age, una trama inconclusa era inadmisible en la época por lo que Thomas se buscó un apaño para terminar su historia. Guionista ocupado, se hacía cargo de varias series, entre las que podemos citar Vengadores, Sub-Mariner o Incredible Hulk. Lo cierto es que no se sabe muy bien porque Thomas escogió terminar la trama pasando por dos cabeceras distintas. Quizás por el gusto de unir a dos personajes solitarios como Namor o Hulk con Extraño, ya que en sus respectivas series veríamos finalizar la historia colgada desde Doctor Strange#183.
Sub-Mariner#22 (fecha de portada 1970) nos muestra al príncipe submarino en sus dominios, aceptando su destino como gobernante y lidiando con la maldición de no poder respirar bajo el agua. Tiene complejos sueños acerca de un ídolo y una figura fantasmal parece acompañar sus pensamientos. Las pistas que le son facilitadas vía onírica le llevan a casa de Kenneth Ward, lo que a Namor le va a generar sus primeros feudos con demonios. Sabremos también que ha sido el Doctor Extraño el que ha guiado sus pasos, pues el ya famoso ídolo es la puerta para la entrada a nuestra dimensión del poderoso demonio Sin Nombre. La batalla se traslada a esa realidad y el doctor, en un gesto de buena fe, decide quedarse solo ante el peligro, enviando al atlante de vuelta a su medio. El Hechicero cayó a manos del Sin Nombre por lo que el panorama se volvía no muy halagüeño para Extraño.
Por otro lado, Hulk, o mejor dicho, Bruce Banner, era objeto de extraños rituales mágicos en The Incredible Hulk#126. Había sido elegido por una secta especializada en ocultismo para luchar contra el Acechante Nocturno, extraña criatura localizada en otra dimensión, curiosamente, muy cercana a donde Stephen permanecía bajo el control del Sin Nombre. La llegada del Gigante Esmeralda posibilitará la huida a nuestra realidad de los héroes, cerrando para siempre las puertas para la entrada de demonios. Para Stephen Strange parecía un hasta siempre en toda regla pues si ya no había posibilidad de ataques demoniacos, ¿para que servía un Hechicero Supremo?
Thomas debió de pensarse bien lo de retirar al Doctor Extraño. Continuó haciendo experimentos al unir en una única aventura en las páginas de Sub-Mariner a tres solitarios como Namor, Hulk y Estela Plateada, bautizados como los Tres Titanes, enfrentándolos a primeros espadas como eran los Vengadores. La experiencia le resultó muy placentera por lo que se abrían posibilidades para un nuevo grupo Marvel. En esas Stan Lee entra en acción. Le comenta al guionista que forme un nuevo equipo y que el poderoso Hulk sea parte de él. Fácil, piensa Thomas, acabó de foguear a los Tres Titanes con gran éxito. A Lee le gustó la proposición pero puso una objeción con el nombre, poco comercial a su entender. El nuevo nombre asignado sería el de los Defensores y el grueso principal (dos de ellos) proviene de la experiencia de los Tres Titanes. Solo hubo una salvedad, Estela se quedó fuera para dejar paso a un personaje más cercano al bueno de Roy como era Strange, designado guionista oficial al ser la mente tras el invento.
El rutilante debut se produjo en Marvel Feature#1, siendo los afortunados en abrir otra cabecera antológica, pues había que probar el grado de aceptación de tan incompatible elenco. El mayor punto de atención se centra en la figura de Extraño pues había que explicar su vuelta a la acción tras su aparente retirada en Incredible Hulk#126. Esto sería narrado en la parte final como complemento a la aventura principal, dejando patente la recuperación de sus poderes, el abandono de la máscara y las intenciones de volver a su vida como Stephen Extraño, Maestro de las Artes Místicas. La unión del a partir de ahora famoso no-grupo, ya que solo se reunirían cuando fuese estrictamente necesario, tiene mucho que ver con las aventuras del doctor pues es propiciada nada menos que por Yandroth, un villano clásico surgido en Strange Tales. Tras él le toca el turno a Dormammu, también muy ligado al antiguo galeno, y a la primera versión de Hulk, originario de la Golden Age, a la que Thomas se ve obligado a variar su nomenclatura para no generar confusión, pasando a ser Xenmu de ahora en adelante.
Tres escasos números fueron suficientes para ser conscientes en la editorial de que el no-grupo había triunfado, por lo se decidió darle una colección regular en ese mismo año 1972. Pero no fue todo tan fácil. Roy Thomas, a pesar de ser su gran valedor, no tiene intención de escribir dos colecciones grupales (guionizaba por aquellos días las aventuras de los héroes más poderosos de la tierra) así que debe buscar un sustituto fiable para hacerse cargo de la empresa. Opta por un joven recién llegado, que había comenzado su carrera como dibujante, pero que en esos momentos tenía decidido cambiar los lápices por la escritura. Ese joven es Steve Englehart. En el aspecto gráfico se selecciona a Sal Buscema, que precisamente había sido el responsable gráfico de la trama de los Tres Titanes. De hecho, el guionista asienta sus primeros números tanto en el “crossover” que le permitió a Thomas cerrar la trama inconclusa en Extraño, con la vuelta a la acción del Sin Nombre, como en los Tres Titanes, ya que pronto el no-grupo partirá en busca de Estela Plateada para que se una a sus filas.
No es este el instante ni el lugar para una retrospectiva en condiciones de los Defensores. Solo dejar patente que ha sido una de las formaciones clásicas en la editorial, con un primer volumen que sobrepasó los ciento cincuenta números, y sucesivas intentonas durante su más de cuarenta años de vida editorial. Y el Doctor Extraño ha sido uno de los componentes más estables de esa formación, estando mayormente considerado como el líder natural y el pegamento de un equipo, que en realidad no lo era. Hasta la Mansión de Greenwich Village ha sido tomada como cuartel general por los Defensores, por lo que se antojaba como necesario un pequeño inciso recordando los muchos puntos de unión entre el Doctor y el no-grupo, siendo Extraño el principal responsable de curiosas formaciones como fueron Defensores Secretos o The Order. Uno de los últimos intentos de reflotar el concepto, anterior a las Fearless Defenders exclusivamente femeninas, corrió a cargo de Matt Fraction y de nuevo Stephen tenía un papel destacado junto a clásicos como Estela Plateada o nuevas integrantes como la Hulka Roja. Para darle notoriedad previa al veterano grupo se aprovechó un evento, Miedo Encarnado, de donde surgió una mini serie llamada The Deep, a cargo de Cullen Bunn y Lee Garbett. Problemas en Nueva Atlantis provocan que Namor tire de su viejo colega, el Doctor Extraño, para echarle una mano. Este acepta el envite del príncipe submarino y decide invitar a la fiesta a Estela y a una hija de Hulk de una realidad alternativa, Lyra. El enemigo, un demonio ancestral conocido por nosotros, el Sin Nombre y su cohorte de seguidores, Los Inmortales, fuertemente relacionados con la Serpiente.
No se nos ocurre mejor forma de despedir este punto que recomendando la serie de la que hemos tomado prestado este epígrafe, “Les llamaban…Los Defensores”. Una hilarante obra a cargo del trío mágico compuesto por Keith Giffen, Jean M. DeMatteis y Kevin Maguire, donde los autores demuestran que el tono satírico y lleno de humor le puede venir como anillo al dedo a un personaje como Extraño (y compañía), tan habitualmente alejado de ese enfoque.
Hemos comentado en líneas anteriores que la serie del Hechicero Supremo nunca ha sido un superventas pero por su innata singularidad tenía un cierto aire de prestigio, siendo la principal representación el Dr. Extraño de Stern en los años ochenta. En esta década Marvel fue consciente de que la clientela de los cómics y el mercado estaban cambiando, y se estaban quedando parcialmente desfasados. El noveno arte norteamericano ya había experimentado con cambios en el formato, intentando alternativas al caduco sistema del comic-book (del que todavía no conseguimos librarnos). También se había advertido un nuevo target más adulto que reclamaba un mayor riesgo en sus lecturas. Todo esto desembocó en la publicación de las llamadas Marvel Graphic Novels, con las que la Casa de las Ideas buscaba su pequeño nicho de seguidores de obras de corte más adulto y con un tratamiento más profundo de las historias, al gusto de sus creadores. El doctor no fue ajeno a este fenómeno y desde esa perspectiva nos han legado un par de obras que deben ser estudiadas en su justa medida.
Estamos ante la lectura de una obra ambiciosa, repleta de conceptos que pueden escaparse para los no iniciados. La descripción estándar de “Shamballa” es la de un reino mítico escondido en las montañas del Himalaya, un lugar de perfección al que solo pueden acceder aquellos en paz con el karma. Diversas tradiciones religiosas, básicamente budistas e hinduistas, participan del concepto y sobre su “esencia” hay un claro elemento de disputa pues algunos consideran que hay que tomarlo de forma figurada mientras que los otros están convencidos de su existencia física. Este término religioso llegó, como tantos otros, a la cultura norteamericana para acabar transformado en otra cosa al pasar por su tamiz cultural, volcando esa renovada visión en la típica producción pulp tradicional americana. DeMatteis realiza un auténtico estudio de erudición personal, ya que quería aproximarse al concepto lo máximo posible. Varios años de estudio del budismo a sus espaldas, siguiendo las enseñanzas de un monje expatriado residente en USA, Meher Baba, del que se dice que fue la inspiración real de Ditko para dar forma al Anciano, le permiten sentirse seguro de afrontar esta novela.
Decimos novela porque la parte narrativa prevalece sobre la gráfica. Tenemos el portentoso arte de Dan Green, del todo rompedor, con un trazo de marcado carácter pictórico, interpretando las palabras del guionista, y dando forma de manera brillante a las escenas, tanto las metafísicas como las mundanas, pero la obra no tiene la estructura de un cómic al uso. Lo cierto es que la definición de novela gráfica le viene como anillo al dedo. El peso se encuentra en los textos del escritor y ahí es donde quizás localizamos el principal problema. Sin negar el fuerte empeño realizado por DeMatteis al añadir una densidad superior a lo normal, esa misma pretenciosidad juega en su contra. Para los no familiarizados con conceptos trascendentes budistas, la historia se convierte en algo farragoso, muy complicada de seguir, lo que deja un espectro realmente reducido para su disfrute. Se le debe reconocer la valentía de publicar Dentro de Shamballa al tándem creativo pero no es una obra recomendable para todo tipo de público. Un arte impresionante; una historia casi ininteligible para el profano. Ustedes deciden.
La siguiente Novela Gráfica protagonizada por Extraño la tenemos en el año 1989, aunque hay que remarcar que él no es el único punto de atención. Otro gran Doctor del Universo Marvel, Víctor Von Muerte, comparte algunos vínculos con el Hechicero Supremo, puntos que se encargaran en resaltar el gran Roger Stern y el no menos brillante Mike Mignola. De Stern hemos hablado largo y tendido; a Mignola se le reconoce principalmente por ser el creador de Hellboy. El artista dio sus primeros pasos establecidos en el mundillo en Marvel Comics a inicios de los años ochenta, primero como entintador, para pasar rápidamente a encargarse de interiores. Hulk, Alpha Flight o la serie de Mapache Cohete son algunas de sus obras más recordadas. A finales de la década, el bueno de Mike estaba en pleno proceso de transición de artista cumplidor a dibujante con marcada personalidad. Las características de Mignola serían perfectas para la obra que tenía en mente Stern, Dr. Extraño y Dr. Muerte. Triunfo y Tormento.
Siguiendo las palabras del propio escritor, el origen del proyecto se remontaba a la primera Novela Gráfica Marvel, nada menos que siete años antes de su publicación. Con el éxito de La Muerte del Capitán Marvel, Jim Shooter solicitó a todo el staff editorial que presentaran sus propuestas para la línea. Sterno propuso cinco posibles historias y el germen de Triunfo y Tormento fue la seleccionada por el editor jefe. El problema vino por la imposibilidad de hallar huecos en la agenda. Cansado de esperar, incluso se planteó publicar la trama como parte de la serie regular. John Byrne le fastidió los planes por incluir importantes historias con Muerte como protagonista en sus 4 Fantásticos, lo que significaba que se denegaban sus intenciones de publicarse de forma tradicional. Tristemente, fue su despido de Avengers lo que provocó finalmente la esperada salida de la obra. Puesto en la lista negra, sin ningún encargo en Marvel y presto a abandonar la editorial, el editor Ralph Machhio se ocupó de que Triunfo y Tormento saliera a la luz. Fue el mismo editor el que propuso el tándem gráfico definitivo, Mike Mignola a los lápices y Mark Badger a las tintas y al color.
Tal y como su nombre indica, la historia tiene un protagonismo compartido entre los dos doctores del Universo Marvel. Ambos son usuarios de la magia y los dos sufrieron sus más importantes evoluciones en las montañas del Tíbet. Fuera de eso, sus caminos se encuentran separados por muy diferentes puntos de vista y distintos ámbitos de actuación. Uno inesperado los reúne en un mismo punto. Un importante mago llamado Genghis hace un llamamiento a los más destacados hechiceros del globo, lo que incluye a Extraño y a Muerte. Se trata de un inusual torneo de magia que confirma las capacidades y el poder del Hechicero Supremo. La victoria de Stephen tiene una contrapartida, debe conceder un don, en este caso, a un afortunado Von Doom. Un horrorizado Strange se niega a ayudar al gobernante de Latveria aunque pronto cambiara de opinión cuando sepa de primera mano que el objetivo de Muerte es del todo loable.
Roger Stern nos embarca en un viaje hacia el alma de un Víctor von Muerte, que se nos muestra tan majestuoso y altivo como humano. Es un retrato de un personaje con múltiples aristas, cada una más interesante que la anterior. La trama tiene giros inesperados, trasfondo humano, tensión y drama, magníficamente dibujado por la dupla Mignola-Badger. Es cierto que el personaje de Extraño es casi utilizado como herramienta por Doom, y se posiciona como testigo de su triunfo…y su fracaso, lo que no deja de causar un impacto en el Hechicero Supremo. Tal dato nos lleva a afirmar que esta es una historia, básicamente, de Muerte, uno de los grandes del elenco de la Casa de las Ideas, en una década prolífica con protagonismo del monarca de Latveria (4F de Byrne, Secret Wars). La inspiración de la misma la encontramos, según declaraciones del guionista, en las aventuras clásicas de Stan Lee y Jack Kirby con el enigmático doctor, al que supieron rodear de un aura majestuosa a pesar de ser un malvado de manual. Pero si hay que señalar una inspiración concreta, Don Roger nos recuerda una historia corta publicada en Astonishing Tales, realizada por Gerry Conway y Gene Colan. En ella, Víctor retaba cada año al señor de los infiernos para conseguir salvar el alma de su madre. A pesar de que nunca conseguía el objetivo, el maléfico doctor no cejaba en su intentona. Aquella historia impactó en su momento (fue publicada a inicios de los años setenta) a Stern. Había algo heroico, casi romántico, en esa perpetua batalla condenada al fracaso una y otra vez.
Triunfo y Tormento es una novela gráfica que mantiene su vigencia pasados muchos años después de su publicación. Una historia intensa pero nada pretenciosa donde observamos, aparte de una trama que te engancha a la mínima, un magnífico retrato personal de dos personajes fundamentales para el Universo Marvel como son Extraño y, sobre todo, el Doctor Muerte. Dos grandes artistas unidos dando lo mejor de sí mismos. Una de las mejores obras unitarias de la editorial, en toda su larga historia.
El Doctor Extraño no ha sido el típico superhéroe marvelita. Su ámbito de desarrollo, la magia (negra o blanca), y sus habituales desplazamientos por otras dimensiones han forjado un catálogo de objetos específicos y secundarios recurrentes muy unidos a la figura del doctor. Tras ver el desarrollo básico de sus aventuras, ha llegado el momento de pararnos en esos pequeños detalles que nos hacen disfrutar del escenario forjado en las aventuras de Strange. Todo un compendio de objetos que un buen mago debe saber utilizar para no causar ningún estropicio pandimensional. De hecho, no son pocos los que han buscado equivalencias con artefactos del mundo real. No vamos a ir tan lejos y nos vamos a quedar con la interpretación dada en las viñetas, más allá de que sus bases sean reales o no. Empecemos el repaso.
Sancta Sanctorum: un aspecto fundamental para nuestro protagonista es su pequeño refugio personal. Situado en el 177A de Bleecker Street, haciendo esquina con Fenno Place, parte del populoso barrio neoyorkino de Greenwich Village, ha sido su casa y santuario desde que la concibió Steve Ditko en la misma primera aparición de Strange. Su localización corresponde a unas señas reales; ya saben, Marvel Cómics trató de adecuar su panorama superheroico al Nueva York de la época (eso sí, no intenten buscar en un mapa real Wakanda, Latveria o Eslorenia, pues se llevarán una tremenda decepción). La intrahistoria de este lugar nos habla de un foco de energías místicas descubierta por nativos americanos. Con la llegada de colonos europeos, hay constatación de rituales paganos, sacrificios incluidos. El edifico actual se asienta sobre los restos de seis construcciones anteriores, todas recubiertas de energías místicas. Fue eso lo que atrajo la atención de Extraño cuando volvió de lejanas tierras ya versado en artes arcanas.
La Mansión de Stephen siempre ha sido pública, incluso en ocasiones en que la fama del doctor llegó a cotas inusuales. Solo durante Civil War y sus consecuencias, la casa fue puesta de incognito por el hechicero para no ser descubierta por sus entonces enemigos. El interior consta de tres pisos, con una clásica estructura de casona victoriana, aunque debido a su carácter “especial” puede dar muchas sorpresas, ya que sus estancias no se adecuan a las leyes físicas y tienen una oportuna tendencia a cambiar a su antojo. El último piso es el más importante pues allí se localiza el principal foco mágico. Aquí tenemos la Cámara de Meditación, la Librería, con abundantes textos arcanos repletos de múltiples hechizos, y la cámara donde Extraño guarda sus aparejos de ocultismo. Este nivel debe estar bien protegido pues ninguno de esos objetos debe caer en malas manos. Algunos de ellos son prisiones para criaturas que no queremos ver sueltas en nuestra realidad.
La casa de Stephen se puede considerar un objeto simbólico para el personaje. Y como tal ha sufrido sus ataques, destrucciones y vueltas a construir. Ha sido cuartel general para grupos tan importantes como Los Defensores o los Nuevos Vengadores surgidos tras la Guerra Civil. El Sancta Santorum y Extraño tienen una especial conexión; por más que sus enemigos traten de romperla, Stephen siempre defenderá su mágico hogar.
El Ojo de Agamotto: uno de los artefactos mágicos más reconocidos por los seguidores del doctor. Este amuleto es capaz de descubrir cualquier atisbo de mentira o ilusión, lo que sirve de mucho valor al Hechicero Supremo. La historia del mágico abalorio tiene que ver con los Vishanti, una trinidad de antiguos dioses que velan por el aspecto místico de la realidad. Agamotto es el tercero de ellos. Se cuenta entre los grandes hechiceros que esta deidad creó tres ojos: uno para el Poder, otro para la Verdad y el último para la Precognición. Este en concreto fue descubierto al doctor cuando tuvo su primer encuentro con Eternidad, buscando ayuda para salvar al Anciano. Sirvió para batallar contra Dormammu, que también lo tuvo bajo su control en su universo y desde entonces ha sido pieza fundamental en las aventuras de Extraño. Poco más se puede decir, pues su origen está envuelto en brumas, extraños cuentos que se pierden en la noche de los tiempos.
El Hechicero Supremo también tiene entre sus posesiones el Orbe de Agamotto. Esta en apariencia sencilla bola de cristal es el mejor instrumento para viajar entre mundos y dimensiones que obra en poder de Extraño. Otro de sus usos frecuentes es como detector de movimientos mágicos pues advierte de cualquier energía mística que sea utilizada en nuestro plano de la realidad. Es uno de los objetos que tiene a buen recaudo en su tercer nivel el bueno de Stephen y, junto al sempiterno Ojo, su más cercana conexión con las deidades arcanas.
Terminado el repertorio de objetos asociados a Strange, conviene hacer un repaso por la galería de secundarios que acompañan las aventuras de nuestro protagonista. No sería lo mismo si no nos acordásemos del buen Wong, trajéramos a colación a su compañera por antonomasia, Clea, o dejáramos en el tintero a su más destacados rivales, el Barón Mordo o Dormammu, por poner dos ejemplos. Echemos un somero vistazo a las biografías de los más destacados teloneros del Hechicero Supremo.
Anciano: o Yao, nombre de pila que recibió al nacer, es un ser humano que ha logrado trascender más allá de lo físico para convertirse en un ente espiritual. Nacido en China en el lejano Siglo XV, fue instruido en la artes místicas en su aldea natal, a las faldas del Tíbet. Allí un hechicero llamado Kaluu le introdujo en los rudimentos de la magia y a partir de ahí todo fue crecer y crecer. Juntos emprendieron un camino de descubrimiento y sabiduría, llegando ambos a conocer el secreto de la inmortalidad. El poder cada vez más evidente separó sus caminos pues Yao solo ansiaba ayudar a su pueblo mientras que Kaluu pretendía construirse un imperio para su disfrute. Su buen hacer y sus nobles intenciones jugaron en su favor para que los Antiguos lo eligieran como Hechicero Supremo, papel que jugo durante cientos de años.
En los siglos de su mandato muchos aspiraron al conocimiento del Anciano pero el sabio mago era consciente de la responsabilidad que suponía designar a un sucesor, por lo que solo unos pocos afortunados tuvieron acceso a sus enseñanzas. Uno de los más poderosos fue el Barón Mordo, el que más cerca se encontró de acceder a su puesto. Solo la llegada de un destrozado doctor americano supuso un contratiempo para Mordo, que desde entonces se convirtió en el enemigo jurado de Stephen Strange. El Anciano compartía gustoso la sabiduría con su amado discípulo y éste le correspondía de la mejor manera, como cuando salvó su vida gracias a la intervención de Eternidad. Fue en ese momento cuando Yao se dio cuenta de que Extraño estaba preparado. No mucho tiempo después, ambos sufrieron el ataque de un poderoso demonio llamado Zom, que puso en jaque el poder combinado de nuestros protagonistas. La decisión de Yao fue la de sacrificar su vida para salvar la situación, a sabiendas de que el puesto de Hechicero Supremo estaría bien cubierto. Para un ser con tantas vivencias a sus espaldas, este hecho no supuso la muerte total, solo una liberación de su cuerpo físico. El Anciano ha seguido rondando la vida de Extraño aunque sea a niveles astrales estrictamente.
La Marvel del nuevo milenio iba a estar dominada por el carácter urbano, por héroes cercanos al pie de la calle, no en vano, su máximo mandatario, Joe Quesada, accedió al puesto de Editor Jefe tras una fulgurante carrera en el sello Marvel Knights, paradigma de este este tipo de superhéroe. El Doctor no parecía encajar en ese panorama por lo que quedaría como un prestigioso figurante ante los importantes acontecimientos que estaban por sucederse. Aun así, supo sortear esas piedras que encontró en el camino y ha podido mantenerse a flote lo suficiente para no pasar al cajón de los héroes olvidados.
Que no estuviera en primera fila no quiere decir que la editorial se olvidase del personaje definitivamente. En el año 2005, el prestigioso guionista curtido en televisión, J. Michael Straczynski, tiene una gran oportunidad con el Hechicero Supremo en forma de mini serie de seis números, acompañado en labores literarias por una pupila, Sara Barnes, y por Brandon Peterson en la parte artística. La propuesta de Straczynski parte del hecho de que obviamos el momento actual de Stephen y volvemos a recontar sus orígenes. Ante nosotros tenemos una actualización del camino recorrido por el doctor Extraño y como entró en contacto con la magia. Y cuando decimos actualización queremos decirlo a todos los niveles, no solo de nuestro protagonista, sino de todos los secundarios habituales: Wong, Clea, Mordo, Dormammu y El Anciano sufren un rediseño que no les sienta del todo bien. La obra se basa en la pura espectacularidad, en una marcada pose molona, que ni pega, ni se entiende para las aventuras del Hechicero Supremo. El guionista lo intenta, con giros inesperados en la trama; Peterson saca lo mejor de sí en espectaculares escenas de acción. Pero la conclusión que uno saca leído el tebeo es que esto no es un cómic de Extraño. Con otro personaje a lo mejor, pero con Stephen definitivamente no. Súmenle el hecho de que no tiene impacto en la historia editorial del mismo, ya que se trata de una reinterpretación de origen como otra cualquiera, por lo que conviene fijar nuestro camino en la trayectoria del hechicero en el Universo 616.
¿Y qué increíbles sucesos le tocó vivir a nuestro mago? Extraño estuvo presente cuando la Bruja Escarlata se vino abajo y trasladó a la mayor parte del Universo Marvel a la Dinastía de M. También fue apercibido del próximo conflicto entre superhéroes, Civil War, del que prefirió mostrarse neutral, apartándose del escenario principal. Tras la guerra y sus desastrosas consecuencias, Stephen sí tomó partido y acogió al grupo renegado de Vengadores, los New Avengers, en su sancta sanctorum. Este fue el inicio de una colaboración con una franquicia dominada por el guionista Brian Michael Bendis. El Doctor entró en la formación de los Nuevos Vengadores, tratando de ocultarse del persistente acoso de Iron Man, nuevo hombre fuerte y garante de que se cumpliera la ley representada en el Acta.
Debido a su entrada en los Nuevos Vengadores, las altas instancias editoriales pensaron a finales de 2006 que era el momento de dar notoriedad al doctor, sacando mini serie con equipo creativo de lujo. Nada menos que Brian k. Vaughan (Runaways, Saga) y Marcos Martín (Amazing Spider-man, Daredevil) son los encargados de esta obra, conocida como El Juramento. La historia comienza de una forma impactante ya que en un desconocido enclave tiene su cuartel general la Enfermera de Noche y hasta aquí llega un desesperado Wong con el cuerpo de su maestro en los brazos. La alambicada historia que le ha llevado hasta allí pasa por una terrible enfermedad que asola a una persona muy querida por Stephen, de cómo Extraño ha hecho lo imposible por conseguir una cura y eso le ha llevado hasta la camilla de la Enfermera. Ésta hace su trabajo y consigue salvar al Hechicero, con lo que va a dar comienzo la búsqueda del responsable de la agresión. La Enfermera de Noche se unirá a Wong y al doctor en esta aventura de corte clásico repleta de los mejores elementos que hicieron grande las aventuras de Extraño. Todo el conjunto de la obra nos transporta a otro tiempo y a otro lugar. Tanto el magnífico y luminoso dibujo a cargo de Martín, Álvaro López y Javier Rodríguez, que por momentos nos hace sentir que estamos en plenos años sesenta con Ditko todavía al mando, como la historia de Vaughan, repleta de guiños a la época fundacional, están pensados para que todos los seguidores de Extraño conecten inmediatamente con ella. Las novedades, léase el villano y la gran Enfermera de Noche, encajan como un guante y el guionista consigue introducir un punto de reflexión en la narración, pues no en vano Stephen es un médico y como tal atado a un juramento hipocrático. La cuestión es ver en qué circunstancias y bajo qué condiciones se deben de tomar ciertas decisiones. Y Vaughan no flaquea ni en el planteamiento ni en la resolución. Un oasis de disfrute en el periplo del doctor durante este siglo se puede considerar al Juramento. Y la prueba es que pasamos del mundo luminoso del tándem Vaughan-Martín al triste y deprimente ambiente que predomina en la franquicia dirigida por Brian Michael Bendis.
Bendis era el gran director de esta etapa vengativa. Su visión y sus eventos dirigían la línea editorial principal. En un momento dado, se dio el gustazo de jugar con la retrocontinuidad para dar lugar a un concepto que todavía pervive en la editorial, los Illuminati. Como trasunto de las fuerzas que mueven el mundo en secreto, el de Cleveland ideó un grupo cerrado y secreto de superhéroes donde se tomaban decisiones complejas ante problemas complejos. Los componentes de este grupo eran Namor, Iron Man, Profesor X, Reed Richards y el Doctor Extraño. Somos testigos de las aventuras de este grupo a lo largo de la historia del Universo Marvel y de las consecuencias de las decisiones tomadas, que llevaron implícitas una Invasión Secreta o exiliar a Hulk al espacio profundo, en aras de, se excusaban ellos mismos, evitar males mayores. El Gigante Esmeralda se hizo con una vida allende de las estrellas pero la fatalidad quiso que todo estallara por los aires (Planet Hulk, guionizada por Greg Pak). El Increíble Hulk volvió a la Tierra con intenciones de vengarse de los responsables de su exilio al espacio, entre ellos, Extraño. Éste, para derrotar al monstruo gamma, volvió a utilizar la magia negra, pero ni aun así consiguió aplacar la furia de un coloso que estaba desplegando todo un escenario de guerra en la ciudad de Nueva York (World War Hulk, de Pak y John Romita Jr.).
El panorama no mejoró con el tiempo. Si Hulk fue un dolor de cabeza de tremendo y los skrulls casi conquistan la Tierra, lo que vino a continuación no fue mucho más agradable. El ascenso de Norman Osborn trajo consigo el Reinado Oscuro, una época donde lo villanesco se convirtió en oficial. Stephen estaba enfrascado en la búsqueda de un discípulo cuando un enfrentamiento con el Encapuchado, imbuido por poderes demoniacos y colaborador de Osborn, lo puso entre la espada y la pared. El Encapuchado, asociado con Dormammu, trataba de robarle su título de Hechicero Supremo. Ante esa tesitura, el Ojo de Agamotto se buscó el mismo un sustituto, despojando a Extraño de gran parte de su poder y convirtiendo a Jericho Drumm en el Doctor Vudú, Hechicero Supremo. Triste panorama para el bueno de Stephen que quedaba en una posición bastante comprometida.
Ante el cambio de statu quo del doctor, de nuevo se intentó probar suerte con una nueva serie de Extraño en 2010. Con motivo de una reciente entrevista con la artista española Emma Ríos, nos enteramos de que esa nueva colección comenzó su andadura con intención de ser regular pero de nuevo las ventas le dieron la espalda al personaje, acabando cancelada en el número cuatro. El guionista seleccionado fue Mark Waid, todo un veterano en la editorial pero al que, por lo visto, no le atraía mucho el personaje. De todas formas, Waid intentó dar un golpe de timón aplicando inventiva y un nuevo rumbo para el antiguo Hechicero Supremo. En estas páginas nos presentan una joven sidekick para amenizar las aventuras de nuestro protagonista. Casey Killmont es el nombre de la muchacha y se va a convertir en un aprendiz de mago de la noche a la mañana. No va a ser fácil ya que, aparte de las mermadas facultades de Stephen, van a surgir una serie de contratiempos importantes, nada sencillos de solventar. De esta serie hablamos de forma reciente por lo que poco más podemos añadir. Un excelente arte de Emma y una historia que deja un sabor a trama interrumpida imposible de quitar, a un quiero ser y no pudo, pero de la que se puede extraer conclusiones: con tiempo y paciencia, otras vías eran posibles para Extraño. Para la artista no fue el único acercamiento al Doctor pues resultó ser la encargada de dar forma a una iniciativa llamada “Primera Temporada”, que venía a modernizar las primeras aventuras de los iconos de la editorial. Junto a Greg Pak, Ríos pudo darse el gustazo de revisitar los orígenes del personaje. Especialmente recomendada para todos aquellos que lo desconozcan.
La Edad Heroica supuso un cambio de tono importante para toda la editorial. Después de batallas por doquier, invasiones, luchas entre hermanos, tocaba un poco de luz ante tanta oscuridad. Para Strange también sonaban vientos de cambio aunque primero tuvo que afianzar suposición en un reiniciado volumen de Nuevos Vengadores. El primer arco argumental va a tener mucho que ver con Stephen ya que, sin comerlo ni beberlo, se ve atacado por fuerzas que provienen desde otro plano de la realidad. Mediante posesión, el misterioso ente trata de localizar el Ojo de Agamotto, lo que significa que su primer objetivo es Extraño. El problema es que él ya no es el Hechicero Supremo. El misterioso enemigo dirige sus pasos hacia el Doctor Vudú,actual portador del manto, que superado por los acontecimientos, envía el Ojo hacia la Mansión de los Vengadores. Luke Cage, Danny Rand, Jessica Jones y demás integrantes del plantel no están acostumbrados a lidiar con magia por lo que la solución se antoja difícil. Debido a esta trama, el doctor acabará recuperando el manto de Hechicero Supremo ya que Jericho se sacrifica para evitar la invasión. Su hermano con forma astral, Daniel, no perdonará a Extraño la muerte del querido familiar y sus intenciones de venganza serán algo con lo que el Doctor deberá lidiar en próximas aventuras. Gracias a su ejemplar comportamiento ante los ataques de Daniel Drumm, al hacer uso de la magia negra y tenerla bajo control, el Anciano retorna a nuestro plano astral para devolver el manto de Hechicero Supremo a su legítimo portador.
Vuelta sus galas y vuelta a los Illuminati, donde será testigo de primera mano del fenómeno de las Incursiones. Mundos que colisionan, universos que desaparecen; el Multiverso está destinado a ser destruido. Nos acercamos peligrosamente al momento presente por lo que evitamos el caer en peligrosos spoilers. Lo que sí podemos decir, sin ningún género de duda, que el Doctor tiene un papel relevante en Secret Wars por lo que nos parece el punto ideal para dejar nuestra narración. Ya sabemos que ocho meses después del fin de las Guerras Secretas, el buen Doctor ha vuelto a recobrar sus aventuras individuales de la mano de Jason Aaron y Chris Bachalo. Con una película en ciernes, de la que se espera mucho, el camino recorrido se reconoce como arduo pero si Extraño consigue instalarse de nuevo en la primera plana, la espera habrá valido la pena. Son los inescrutables caminos de la magia. Senda que fue marcada por un genial artista con una imaginación portentosa, el gran Steve Ditko. Sirvan estas palabras como homenaje a uno de los titanes del cómic. Allá donde esté, va por usted Mr. Ditko.
Gracias por este articulazo Arturo. Una maravilla
El Doctor Extraño es mi personaje favorito de Marvel y mi etapa favorita es la de Roger Stern ya que con ella me enganché a esto de los comics y me convirtió en Marvelita de por vida. Eso sí, para mi el artista definitivo del personaje es Gene Colan que sabe aprovechar la herencia de DItko y enriquecerla con su propia visión de la magia y el terror.
Maravillosa entrada. La obra maestra de Steve Ditko, y qué grandísimos números junto a Lee. Más allá de ellos, he disfrutado del arte de Gene Colan (para mí su mejor trabajo) y de los vigorosos y lúcidos guiones de Roger Stern. También me gustó lo de Strac. y hubiese estado bien seguir por ahí, pero en general reconozco que no soy muy fan de la fantamagia.
Me permito incluir un dibujazo de BWS que refleja a la perfección el carácter solemne del personaje.
Creo haber leído que la polémica acerca de la identidad del Duende Verde es unito y que Ditko confirmó que creó a Norman pensando en que fuera el susodicho.
Anyway, gran artículo y personaje desaprovechado. Triunfo y Tormento de lo mejor que ha editado Marvel.
Un personaje que por sus apariciones en otras colecciones no me llamaba demasiado pero cuya biblioteca marvel cambió completamente mi opinión.
Lo mejor, la segunda mitad de la etapa Lee-Ditko. Absolutamente genial, para mi gusto mucho mejor que su Spiderman.
La segunda mejor la de Englehart-Brunner. Hay sagas brutales dignas de un Moore, como se comenta en el artículo, o de un Morrison.
En tercera posición Stern, siempre sólido aunque sin los chispazos de genialidad de las anteriores.
La peor la de Everett, con diferencia.
La sorpresa, la dibujada por Adkins. Magnífico dibujante que se contentó con ser entintador y sólidos guiones.
Una de cal y otra de arena: La de Thomas-Colan. Dibujos geniales de Colan, pero guiones rutinarios de Thomas (discrepo aquí con el articulista.
Decepcionante: la de Claremont, muy sosa.
Y aún hay sorpresillas escondidas como los números de Starlin.
Ya podría animarse Panini a reeditar algo del buen Doctor. Con la de Stern yo sin duda pasaría por caja.
Por cierto, reivindicar esa genialidad que es Triunfo y Tormento, quizá lo mejor que he leído nunca del Dr Muerte. Una joya infravalorada que para mí es de lo mejor de la historia Marvel.
Sin el más minimo objeto ni intención de hacer «spam» de ningún tipo, pero este video que subí a mi canal hace unas semans creo que puede venir al caso, en él hablo de como la parte mística de Marvel está totalmente desaprovechada desde hace años… https://www.youtube.com/watch?v=p4t6UNo6PzQ y creo que el hecho de que Strange deje un poco ese rol de secundario de lujo y pase a tomar el manto de verdad de maestro de las artes místicas sería un primer paso…
Tremendo trabajo, sr. Porras. Me han entrado unas ganas locas de Extraño pero sólo tengo los complementos de LNM. Maldita sea.
Un articulazo muy currado y extenso. Muy bien explicado para que cualquier profano tenga una idea del personaje.
Ya lo comente en la reseña que se hizo de Aaron y Bachalo que el personaje ha estado muy desaprovechado durante muchos años y que por culpa del control mas férreo de los ejecutivos se ha perdido la oportunidad de que grandes autores escribieran al personaje. El personaje es de culto y tiene su propio universo particular al cual se le puede dar mucho juego y no digamos ya como se comenta mas arriba los olvidados que están los personajes misticos. Ya que algunos están mal utilizados que hasta los ponen como ¡agentes de Shield! cuando creo que la mistica y el terror pierden si la mezclas con agencias de espias.
Vamos que un Dr Extraño con Gaiman sin injerencias editoriales y buenos dibujantes podría ser una etapa mitica: imaginad como su Sandman una intriga con tropecientos personajes desarrollados por el genial escritor y disfrutando de total libertad. A veces el enemigo de los buenos comics son los ejecutivos y editores sin talento
Una maravilla de artículo Porras, una extensa reseña de uno de mis personajes favoritos de Marvel.
Y no es por fastidiar, pero la portada de Charlton que has puesto al principio no es de Ditko, si no de Dick Giordano. 😉
http://www.comics.org/issue/215895/
Bravo! Abrumado me ha dejado, Sr. Porras, después de leer semejante artículo. Me uno aquí a quienes defienden a capa y espada el Extraño de Englehart y Brunner, una joya a redescubrir. Señores de Panini, esto es material magnífico para un Marvel Gold!
Mi personaje Marvel favorito, sin duda. Gracias de nuevo, Arturo.
Madre de Dios!!!
La tarde de ayer y la mañana de hoy para disfrutar este artículo como Agamotto manda.
Yo no me extenderé tanto.
GRANDE, señor Porras, sensacional.
Genial artículo. De los que una vez lees quieres leer lo que sea del Dr. Extraño.
joer. tremenda pechada de currar que te has metido, compañero.
muchas gracias por compartir, una vez más, tus enciclopédicos conocimientos con estos simples mortales.
tamaña encíclica merece ser disfrutada con calma, así que mañana procederé a imprimirlo en el curro para paladearlo tranquilamente este fin de semana.
a ver si, con la excusa de la peli, panini se anima a reeditar alguna de las etapas clásicas del personaje.
https://www.youtube.com/watch?v=F-2n2yUwcBI
Lo primero y más importante muchísimas gracias a todos por comentar y lo segundo, disculpen el retraso en contestar.
Alejandro, compartimos gustos en muchas cosas y suscribo tu entusiasmo por Extraño y Stern, uno de mis guionistas de cabecera. Respecto a los artistas es difícil. Ditko, Colan, Brunner… A mí este último me fascina en casi todo su periplo en la cabecera. Que maravilla de planchas. Pero no podemos olvidar a Marshall Rogers, Paul Smith, Dan Green..Pena de que Frank Miller no pudiese al final hacerse un temporada. Muchas gracias por tus palabras compañero.
Albiertzot, mira que a mí lo de Strac no me ha gustado para nada. Pose peliculera muy forzada, que no le pega nada a su entorno. Y no es por ser revisionista, que defiendo bastante el Extraño de Waid y Ríos, muy alejado de la ortodoxia. Gracias por las palabras y el dibujazo de BWS, un crack.
Save, sobre Ditko y Lee hay dimes y diretes en cantidad. Este del Duende, si es falso, es el más extendido. De todas formas, si te sirve, he encontrado informaciones de todo tipo que desmienten a la anterior. Que si se odiaban a muerte, que si cuando se reencontraron en los ochenta se abrazaron y se dijeron lo que mucho que se echaban de menos…La verdad solo la saben ellos y me parece que se lo van a llevar a la tumba.
Mespinpe, buen resumen. Respecto a la Starlin paso de muy de soslayo porque me parece muy normalita. De hecho, fue el mismo Starlin el que no quiso seguir con el personaje. Tenía carta blanca de Archie Goodwin y no quiso continuar. Y el editor tuvo que tirar de un joven que apenas sabia todavía como apañarse, Don Roger Stern.
Jack Knight, somo varios los que pasaríamos por caja, no se crea 😉 Y reivindique Triunfo y Tormento que aquí tiene un +1.
Jack Mc, ojalá ocurriera como con Guardianes de la Galaxia. Si Extraño aguanta con serie propia unos años me conformo.
Omar, a sus pies. Muchas gracias por el detalle.
Hammanu, un Extraño sin injerencias y en mano de Gaiman es un sueño para todos, pero a estas alturas, un imposible.
Kaulso. de fastidio nada,se agradece la correción. Había chequeado su producción en Charlton y aparecía como obra suya este número. No me fije en el autor de la portada. Craso error: Gracias por el chivatazo y ha quedado subsanado.
Raúl, gracias y sí, lo de Englehart y Brunner es un etapa para el recuerdo. Fantásticos ambos y dos pedazos de ….artistas. Por cierto. me hallo escribiendo esto al lado de mi flamante volumen de Las Migajas que alguien me vendió exquisitamente…
Muchas gracias Dynamo, Marcos, AD y Drummer (mi «hada madrina») ya no se que más decirles. Agradecido de verdad
Un saludo
Excelso Mr.Porras, excelso!
Un día de estos me voy a imprimir todos sus TochosPorrasGold, me los haré encuadernar y me voy a ir pa Alicante para que me firme su «libro», oiga usted! 😉
Respecto al buen Doc, yo he ido comprando todo lo que ha sacado Panini estos últimos años incluidos, claro está, los tomos de Los Defensores en MG; el de
El Juramento que, además, incluye los primeros capítulos de la etapa fundacional de Lee y Ditko; la maravillosa «Triunfo y Tormento»; el MG con la estupenda saga que lo enfrenta a Drácula… y alguna cosita más tengo en las estanterías. Ya digo, todo lo que he podido pillar.
Y aunque se me «escapó» su BM, estoy convencido de que más pronto que tarde, teniendo en cuenta lo «próxima» que está su película, Panini lanzará novedades al respecto de las diferentes etapas clásicas.
Solicitemoslo humildemente al Tercer Ojo de Agamotto y que él nos lo conceda.
Arturo, como siempre, un placer leerte.
Rockeros Saludos
Impresionante retrospectiva a la historia del personaje, Arturo. Últimamente no se te lee con la misma asiduidad que de costumbre por estos lares, pero cada vez que te marcas una de estas encíclicas sobre el legado de Marvel son todo un placer. Esperemos que Aaron, Bachalo y Marvel sepan aprender de los aciertos y errores de sus predecesores y tengamos al buen doctor con nosotros durante muchos años
me uno a lo ya dicho;arturo a nivél superlativo.en su linea habitual,vaya. 🙂
mí etapa favorita seria,sin duda,la de englenhart/brunner.y la novela gráfica de doc extraño-doc muerte es,efectivamente,un must have en toda regla en lahistoria de ambos personajes.
y todo un dibujazo ese extraño de barry smith,xdd.
Gratitud por los ultimos comentarios, ademas de tres perosnas que son casi de la familia 😉
Baldi, ni mi santa madre me jalea tanto como usted!! Fuera coñas, se agradecen las buenas palabras para cuando se tienen momentos de flaqueza. Tiene usted una buena representación de Extraño y verá como próximamente aumenta su porcentaje en la biblioteca personal.
Daniel, gracias por los halagos, que viniendo de tí, una de las personas que mas admiro por estos mundos de internet, saben mucho mejor. Y sí, mi cadencia de publicación va a descender ostensiblemente. Espero que sea en beneficio de la calidad de lo que publique, pero tengo pensado dedicar más tiempo a asuntos concretos. Eso ralentizará el ritmo de publicación. Hablaremos por el camino…
Frank, gracias compañero. Y veo que hay bastantes fans de la etapa Englehart-Brunner. No será tan descabellado verla publcado en el futuro cercano, verdad?
Un saludo afectuso
ya con el tomaco en mís manos solo evidenciar que este material es oro puro. con dibujos de marshall rogers,michael golden,brett blevins,steve leilahola (ya va siendo hora de reivindicar lo buenos que fueron estos dos señores en los nuevos mutantes) paul smith,dan green o brent anderson ,entre otros.
incluye ,ademas,el triunfo y tormento con mignola.
por contra,me sobraria el último relato con neil vokes al dibujo,que no me pega con el tono clasicote del resto del tomo,Y ERROR GARRAFAL no incluir ,en cambio,el anual de spidey con frank miller a los lápices.
MAAL¡¡¡.
y,por último,reincidir nuevamente,en que se publiquen los episodios de englenthart y el gran frank brunner.
las etapas de ditko,la de stern,y la de los números de frank brunner,con englehart a los guiones.
menuda tripleta seria esa.
por favor,que alguien tome nota por ahí fuera,please.
Jajajaja Frank, que rápido has sido. El mio me espera mañana 😉
Suscribo tu comentario casi en su totalidad, así que nada más que decir. Ahhh sí, el Extraño de Ditko, de Stern, de Englehart incluso el de Vaughan son de verdad. Por ahí circula una grapa que dice que sale el Doctor pero yo no lo veo por ningún lado. Hay que rechazar malas imitaciones
deja que lo adivine : ¿ empieza por A ?. 🙂
repasando el tomo así por encima,debo desdecirme en lo de leialoha.
su episodio,posiblemente,sea el peor, graficamente hablando.
y…buff…que maravilla el segundo trabajo de michael golden.
«haber amado…y perdido»
para mí la joya del tomo en dibujo .
(página 201 ).