Salvemos al Planeta B
«Aquí todo es una mierda»
Las narrativas apocalípticas del fin de la humanidad y del planeta que habitamos se han vuelto recurrentes, no es ninguna novedad. Es difícil abordar una lectura de este subgénero y no sentir que estamos ante la enésima versión de la misma historia, pero Don’t spit in the wind (No escupas al viento, lleva ambos títulos en su portada) se esfuerza por desmarcarse y ofrecer algo diferente.
A primera vista se nota la búsqueda artística en el apartado visual de su autor, Stefano Cardoselli, de origen italiano y experiencia en publicaciones europeas (por ejemplo, 2000 AD) así como en el indie norteamericano. La impresión inicial es de un estilo peculiar y distintivo, y en el curso de las páginas encontraremos su parentesco con Geoff Darrow o Steve Skroce, por decir algunos nombres de trazo similar. Sostiene no obstante su marca propia, de ascendencia al cómic underground con un dibujo recargado, intencionadamente sucio, que busca generar cierta incomodidad y asco… algo completamente acorde con la premisa del cómic.
Esta se inicia con la humanidad diezmada habiendo huido de la Tierra a una gigantesca estación espacial luego de haber vuelto inhabitable el planeta para la especie, atorado de contaminación y radiación. El primer personaje que vemos en la historia es Travis, basurero calificado, que trabaja para una empresa que se ocupa de intentar limpiar la basura de la superficie de la Tierra en una titánica y prácticamente imposible tarea.
En las páginas iniciales ya conocemos este contexto y se inmiscuye en el conflicto cuando uno de los compañeros de trabajo deja de contestar tras ir hacia una de las zonas de más alta radiación. A través de esto conoceremos a una parte de la población que ha sido dejada atrás, y vive todavía allí como una comunidad sectaria que sigue a un sacerdote de la basura y adorando a un dios de los plásticos. No será una organización sólo religiosa sino que también tendrá un componente terrorista, atacando al sistema tal como ha quedado establecido.
Sin embargo, el propio status quo atentará contra sí mismo dado que se ha perpetuado la gran desigualdad social preexistente en la Tierra pero llevada al paroxismo, continuando con las mismas costumbres que la condujeron a esta situación apocalíptica y empujándola hacia destinos peores que los iniciales.
Se torna entonces en una trama de supervivencia casi imposible, con un guión que avanza muy rápido hacia la destrucción total y no deja mucho espacio al desarrollo narrativo ni de los personajes. Comparándola con otro arte, es como una frenética canción de protesta punk con un mensaje claro, contundente y conciso, y una estética perfectamente definida.
La historia no nos deja mucho más que la moraleja de que el ser humano destruye y destruirá sus entornos, y es en el dibujo en donde más se valora el trabajo del autor con su línea propia, los diseños de los horribles escenarios y las máquinas futuristas y los trajes de supervivencia de los personajes. El color de Dan Lee es también fundamental para este destaque, dándole la paleta justa para oscilar entre la ciencia ficción cargada de violencia, ironía y humor negro.
Es de notar, por último, que esta edición de Diábolo se trata también de la llegada de Mad Cave Studios en castellano, un sello más que interesante de los últimos tiempos del indie norteamericano.
Lo mejor
• El dibujo (y el color) distintivo e interesante para su lectura detallada.
Lo peor
• Un final precipitado que impide un mejor desarrollo de la trama.