Nosotros no necesitamos un salvador. No necesitamos que nos den voz. África ya tiene voz. La nuestra. Ahora solo necesitamos que nos escuchen. Y nos dejen en paz.
Núria Tamarit es una historietista e ilustradora nacida en Villa-real en 1993. En sus primeros años colaboro junto con Xúlia Vicente en diversos fanzines, en el libro ilustrado Anna Dédalus Detective con guion de Miguel Ángel Giner Bou y en el cómic Duerme pueblo (La Cúpula). Ya en solitario dibujó la novela gráfica Avery’s blues (Dibbuks) con guion de Angux, por la que obtuvo los premios a la Mejor Autora Revelación y mejor portada en la I edición de los premios Carlos Giménez en Héroes Comic Con Madrid. También hemos podido ver sus trabajos en obras colectiva como De Muerte y en revistas como Voltio o Nimio.
Mar y su madre viajan a Senegal para colaborar en la construcción de una biblioteca y una radio. La falta de las comodidades a las que está acostumbrada y el choque cultural entre la realidad del lugar y sus ideas preconcebidas, le hará darse cuenta de lo contaminada que está por diversos prejuicios la idea de África que tiene la sociedad europea. Algo que también le llevará a cuestionarse la forma de occidental.
El tema central de la obra es una lucha contra la mirada occidental que se tiene de África, habitualmente llena de prejuicios, superioridad o paternalismo. Muchas veces damos por sentado que las costumbres y la forma de vida de Europa es superior o más civilizada cuando no es necesariamente así. Tenemos más posesiones, pero eso no es algo que garantice de ninguna mamera que seamos más felices, más libres o con menos miedo al futuro.
Uno de los grandes aciertos de Dos monedas es que la protagonista sea una adolescente ya que posiblemente sea el grupo social con más apego a las costumbres y privilegios que tenemos en occidente (como la tecnología, las posesiones o la intimidad). Así que el choque con la forma de vida en Senegal es mayor ya que apenas ha empezado a comprender la forma de vida europea. La inocencia y falta de prejuicios de Mar la lleva a realizar un viaje de aprendizaje y crecimiento personal que consigue cambiar su forma de ver no solo Senegal y África sino también la forma de afrontar su vida en Europa. Para ello solo tiene que dejar de mirar a una pantalla y empezar a mirar lo que tiene a su alrededor y conversar con quienes la rodean.
Gracias los distintos choques culturales que va experimentando Mar durante su estancia en Senegal vamos conociendo las distintas costumbres del continente africano desde las higiénicas, a la alimentación o las normas sociales. Pero Tamarit lo hace sin cuestionarlas, sin dramas, ni compasión simplemente mostrándolas de la manera más realista posible.
A pesar de que en la novela gráfica se habla de las pateras o de la como las grandes empresas se aprovechan de la situación en África para conseguir beneficios, sin reparar en la ética o la salud, no se lleva a profundizar en ninguno de esos temas. Algo que hace que la obra parezca más ligera de lo que realmente es.
En la parte gráfica lo que más destaca es la paleta elegida para el color que sirve como reflejo de la calidez tanto del continente africano y como de la historia que nos está contando Tamarit. Las formas y colores de los kangas y los amaneceres rescatan un pedazo del alma de África y lo llevan a las páginas del cómic. El dibujo sabe reflejar esa aparente cámara lenta, esa falta de prisa que domina la vida en África, pero también la belleza de los bailes. Quizás las caras de los personajes resultan algo frías e impersonales por no haber optado por un dibujo más realista. Narrativamente es una obra en la que prima la sencillez y la legibilidad, dejando muchas veces que sean las imágenes las que nos cuenten la historia y nos emocionen.
La edición de La Cúpula es fantástica, buen papel, reproducción y tapa dura, además de un diseño precioso. Un libro tan bonito como lo que cuenta. Ojalá todos los cómics aparecieran en unas ediciones tan cuidadas como las que realiza la editorial barcelonesa, sin la que es imposible entender el cómic para adultos en España.
Dos monedas es una historia llena de contrastes entre la calma y la prisa, la riqueza material y la pobreza, entre la realidad y los prejuicios, en definitiva, entre la vida en Senegal y la vida en Europa. Tamarit nos nuestra su experiencia sin filtros, si prejuicios y sin edulcorar, aunque sin entrar del todo en la problemática del continente. Una visión novedosa, refrescante y reveladora narrada con una paleta de colores que refleja la belleza del país y la del trazo de su autora. Ojalá las siguientes obras galardonadas con el Premi València de Novela Gráfica tengan la misma calidad.
Guión - 8.5
Dibujo - 8
Interés - 8.5
8.3
África
Existe un mundo sin Netflix y sin pantallas, pero para llegar a él hay que levantar la vista y pararse a observarlo. Eso es lo que nos eseñar Núria Tamarit en las preciosas páginas de Dos monedas.
«Tenemos más posesiones, pero eso no es algo que garantice de ninguna mamera que seamos más felices, más libres o con menos miedo al futuro.»
Hablando como alguien que vive en un país del Tercer Mundo (Venezuela) que nunca fue una superpotencia pero en el que al menos se solía vivir mejor antes de que un régimen corrupto nos arruinara, sometiera y embruteciera moral y económicamente bajo una fachada «liberal» y «revolucionaria antiimperialista» debo decir que yo ERA mucho más feliz, me sentía mucho más libre y dueño de mi destino, y tenía bastante menos miedo al futuro, cuando tenía más posesiones.
No estoy diciendo que sea el caso del autor del artículo, pero me parece que en muchos casos este tipo de posturas son una manera fácil de poner a descansar la consciencia. «La gente de los países pobres es feliz con su propia cultura» lo que justifica al subdesarrollo como una forma de «desarrollo alternativo». Pamplinas. Es muy sencillo decir que los recursos no son lo que hace la felicidad cuando uno está en el lado que sí tiene recursos. Cuando las expectativas de vida de tus hijos son más altas que las de otras sociedades. Es muy fácil entonces tener la visión edulcorada y que libera de responsabilidades de que la gente en el atraso está feliz y bien rodeada de moscas, como bien se ve en el arte de muestra.
Quizás se refiera a que en el primer mundo se dispone de muchísimas oportunidades que no aprovechamos y en el tercer mundo, con mucho menos, sobreviven y a veces incluso pueden tener mas calidad de vida, no la típica rutina y stress laboral que impera aquí (y eso si consigues tener trabajo)
Una mezcla de las cosas buenas de ambos mundos seria mucho mas adecuado