Drax el destructor y Gamora son dos personajes con muchos puntos en común: Ambos, a pesar de estar en el bando de los héroes, son despiadados asesinos de piel verde. Sus orígenes están estrechamente ligados a la figura de Thanos, el titán loco. Los dos aparecieron en las páginas de los cómics por primera vez en los años 70. Y para colmo fueron concebidos por la mente del genial autor Jim Starlin.
Además, son miembros del grupo de personajes Marvel de moda – gracias a su adaptación cinematográfica-, los Guardianes de la Galaxia, equipo que se caracteriza a pesar de esta reciente popularidad por estar compuesto de ilustres desconocidos para el gran público. No nos engañemos, incluso para muchos aficionados las figuras de la banda de antihéroes dirigida por Star-Lord son mucho menos reconocibles que las del Capitán América, Superman, Hulk, Batman o Thor.
Ahora que la fiebre por los Guardianes de la Galaxia se encuentra en su cúspide debido al reciente estreno de su primera película, tal vez sea un buen momento para repasar la trayectoria de los dos chicos malos del grupo. Repasemos la historia de los personajes de Dave Bautista (Drax) y Zoe Saldana (Gamora).
Jim Starlin concibió a Drax cuando estaba en la universidad. Resulta curioso comparar el aspecto que éste tuvo en un principio con el del protagonista de uno de sus primeros trabajos en fanzines durante aquella misma época anterior al despegue de su carrera profesional, el Doctor Weird. Se da además la circunstancia de que para las aventuras de esta creación de Howard Keltner, mezcla del Mister Justice de MLJ comics, de Stephen Strange y del Espectro de DC comics, Starlin dibujó guiones de nada menos que un por aquel entonces también desconocido George RR Martín.
Curiosidades aparte, Starlin ha comentado alguna vez que probablemente crease a Drax como método de gestión de su rabia. También había alumbrado en esos años a una copia poco disimulada del Darkseid de su adorado Jack Kirby: el ya mencionado Thanos.
Cuando en 1973 Starlin tuvo la ocasión de por fin emprender su carrera profesional dentro de Marvel y se le encargó el dibujo del número 55 de Iron man, no tenía mucha confianza en su propio talento y pensó que probablemente no duraría mucho en ése mundo laboral. Y así, habló con el guionista de las aventuras de Tony Stark, Mike Friedrich ( que además de estar hambriento de nuevas ideas era su compañero de piso, cosa que probablemente tuviese que ver con la asignación de ése trabajo) para ya puestos, dar todo lo que podía ofrecer y darse el gustazo incluir a sus dos creaciones en ese episodio. Total, pensó Starlin, probablemente no tendría muchas más oportunidades de hacerlo.
De ese modo, pudimos asistir a una historia que comenzaba con Drax pidiendo ayuda al Vengador blindado para afrontar la amenaza del temible Thanos y sus secuaces venidos del espacio exterior. Se nos contaba que un ente cósmico inmaterial, Cronos, había creado a Drax de materia planetaria como a una especie de golem galáctico con el único propósito de destruir al titán loco y acabar con los peligrosísimos planes de éste. Imbuido con grandes poderes como el vuelo, la proyección de rayos de energía, la telepatía y una constitución sobrehumana, Drax era un demonio vengador provisto de una inagotable reserva de energía cruda. Para Thanos resultaba una sombra siempre cerniente sobre sus maquinaciones, un espectro obsesionado con su aniquilación que tarde o temprano siempre acababa dando con él, dando al traste con los proyectos llenos de muerte que tuviese en ese momento. Y aunque el genocida hijo de Mentor siempre conseguía huir de su perseguidor, nunca podía estar tranquilo ante la posibilidad de que Drax le volviese a encontrar. Para ser honestos, tampoco es que Thanos se mostrase aterrorizado ante aquel ser designado por un poder superior para destruirle, pero sí le confería la importancia debida, vista la frecuencia con que frustraba sus planes.
A Stan Lee no le convenció mucho lo que el tándem artístico Friedrich-Starlin andaba haciendo en la colección del Hombre de hierro y Roy Thomas transfirió a ambos autores a un discreto título de segunda fila: el del Capitán Marvel. A pesar de su emblemático nombre, esta serie languidecía, y Thomas debió pensar que si la hundían, pues mucho no se perdía. Pero si el potencial que veía en ellos eclosionaba, tal vez asistiría a algo interesante. Friedrich, que en realidad solo le estaba poniendo diálogos a los argumentos y dibujos de Starlin, no duró mucho en la cabecera del guerrero Kree, dejando ya como autor completo a quien ya iba en camino de convertirse en uno de los nombres más prominentes del panorama comiquero estadounidense.
En esos cuatro episodios a Friedrich le dió tiempo a asistir a como Starlin volvía a introducir a Thanos, involucrando a Mar-Vell en una larga saga que le redefiniría mientras trataba de parar las maquinaciones del villano y sus aliados. Para ello, el tocayo del pupilo del brujo Shazam contaba con la ayuda de Ben Grimm, de los Vengadores…y por supuesto de Drax. La mención de su nombre hacía temblar al mismísimo Superskrull, uno de los lacayos de Thanos en esta epopeya. Sin embargo, el adorador de la muerte conseguía vencer temporalmente al destructor en un duelo mental en el que Starlin desplegó una muestra de su talento gráfico para plasmar la psicodelia.
Continuando la saga ya sin Friedrich, Starlin nos presentó a Drax pidiendo de nuevo ayuda a héroes terrícolas, esta vez a Los Vengadores y al renovado Mar-vell: Thanos había cobrado un poder cercano a la divinidad gracias al cubo cósmico. Cuando la enfrentamiento final se desató, Thanos, jugando con sus oponentes como un gato con una polilla, despertó los recuerdos suprimidos de Drax, mostrándole cuáles eran sus verdaderos orígenes.
El destructor había sido hacía una vida el humano Art Douglas, un modesto agente de la propiedad aficionado a la música ( especialmente al jazz) que una noche conducía por el desierto de Nevada, de vuelta de un concierto de Elvis en Las Vegas. Iba acompañado de su mujer Yvette y de su hija Heather. Accidentalmente avistaron la nave de Thanos, que destruyó preventivamente el automóvil de la familia Douglas para mantener en secreto su presencia en la Tierra. Yvette y Art murieron, mientras que la pequeña Heather fue rescatada por Mentor, que la llevó con él a Titán, la luna de Saturno de donde provenía. El avergonzado padre de Thanos se ocupó de que Heather creciese y fuese adiestrada en las artes marciales y en los poderes psíquicos. Pero no iba a ser esa la única compensación que iba a tratar de dar a la familia Douglas por las despreciables acciones de su propio hijo. Con la ayuda del mencionado Cronos (en realidad su padre, y por tanto el abuelo de Thanos), rescató el alma del fallecido Art Douglas y la insertó en un cuerpo creado de tierra para tener un instrumento con el que poner fin a la maldad que había desatado sobre el universo en forma de su vástago. Drax estaba movido sólo por el odio a Thanos, una aversión que quemaba en su alma y le conducía a perseguir a su presa de forma inmisericorde, pero que no sabía de dónde provenía ese resentimiento al haber perdido la memoria.
Recuperados estos recuerdos, lejos de colapsarse por la deseperación y el estrés emocional como Thanos había planeado, el destructor vio renovada sus energías y motivación, lanzándose a una interminable y obcecada batalla sin esperanza de victoria contra el cuasidivino Thanos.
Esta lucha le brindó al Capitán Marvel una distracción que finalmente pudo aprovechar para privar al hijo de Mentor de su fuente de poder y aparentemente de su vida. Drax, confuso y habiendo perdido la razón de su existencia, arrebatada a manos de Mar-Vell, partió rumbo a las estrellas.
Allí enloqueció. Sentía de algún modo que su archinémesis no había visto todavía el final de sus días, pero no era capaz de concretar ese pensamiento y su ira y poder encontraron un nuevo objetivo: el propio Capitán Marvel, quien le había privado de su venganza. Su ataque sobre el Kree fue despiadado y sólo la repentina iluminación que Drax sufrió acerca del paradero del titán loco salvó la vida del portador de las nega-bandas. El destructor partía de nuevo hacia el espacio, con el objeto de su ira nuevamente localizado y ocupando todos sus pensamientos, dejando así atrás a Mar-vell para que prosiguiese con sus aventuras.
¿Dónde había estado Thanos todo este tiempo? Bueno, pues había acompañado de nuevo a su creador Jim Starlin a las páginas de otra colección. Starlin se había hecho cargo de Strange Tales durante varios números contando las aventuras de Adam Warlock, personaje que se había quedado sin serie propia hacía un tiempo. En el número 180, el compañero del protagonista, Pip el troll se encontraba con una misteriosa mujer de piel verde en un tugurio espacial incluso más sórdido que aquella famosa cantina de Mos Eisley. La sombría joven que parecía sacada de una ilustración de Frank Frazetta, adornada con colgantes de calaveras dorados y vestida con una malla de red, prometía querer ayudar a Warlock en su lucha contra su enemigo Magus. Eso sí, ominosamente declaraba que si descubría que Adam no tenía posibilidades de vencer al villano, le mataría. Poco después demostraba que su nombre, Gamora, la mujer más letal de la galaxia, causaba temblores incluso entre los fanáticos esbirros de la Iglesia Universal de la Verdad de Magus. Junto con Pip, se pondría del lado del dorado y taciturno protagonista, aunque no cabía duda de que tenía su propia agenda, sirviendo a un misterioso amo con el que mantenía contacto telepático.
No vamos a hablar aquí de la importancia de este ciclo que Starlin realizó con Warlock, posiblemente su obra cumbre junto con Dreadstar y La Odisea de la metamorfosis. Baste indicar que consiguió que la cabecera de Warlock se volviese a publicar desde el número nueve, el siguiente a aquel en el que fuese cancelada en su momento. La historia que Starlin venía publicando en Strange Tales continuó en esa novena entrega del renovado título de Warlock, revelándose que Gamora servía ni más ni menos que a Thanos.
Warlock no tenía más opción que aliarse con el (supuesto) mal menor para poner fin a la amenaza de Magus. Se revelaba además que la Iglesia Universal de la Verdad había exterminado a la especie de Gamora, los pacíficos Zen Whoberi, cuando esta era solo una niña. Thanos la había salvado de ese genocidio y la había criado desde niña alimentando en ella el odio que sentía hacia Ios inquisidores galácticos para así dirigirlo de forma conveniente a sus planes de destruir a Magus. La entrenó y modificó quirúrgicamente hasta convertirla en el arma perfecta, la combatiente cuerpo a cuerpo suprema.
Hagamos un pequeño interludio y planteémonos una cuestión: ¿Fueron esos los únicos motivos de Thanos? Conociendo al maquiavélico ser y sabiendo cómo se desarrollaron los acontecimientos posteriormente, lo más seguro sería responder que sí. Pero el amante de la muerte ha mostrado a menudo una personalidad conflictiva, que combina la pasión por la matanza con los coqueteos con el heroísmo; tal vez, en aquella ocasión única, el titán loco sintió piedad por una niña. Años después, Starlin nos presentaría (en el Marvel Holyday special de 1993) a Thanos recordando como una debilidad suya el tiempo que intentó criar a Gamora como a una niña normal: a pesar de la rígida disciplina, incluso celebraban juntos la Navidad y el cumpleaños de la chiquilla, y un irreconocible Thanos regalaba muñecas a la última Zen Whobari en esas ocasiones.
En los años 90, también de forma retroactiva, supimos que cuando Gamora estaba pasando la transición de niña a adolescente, decidió escaparse una noche, presa de la curiosidad que le causaba el mundo exterior del que su padrastro la aislaba en su fortaleza espacial móvil llamada Santuario. Unas horas después, Gamora fue violada por unos delincuentes que se ensañaron con ella de una forma tan brutal que casi la dejaron sin vida. Apenas mantenía la consciencia cuando Thanos les encontró y ejecutó a los asaltantes de su hijastra. Las intervenciones quirúrgicas a las que Gamora tuvo que ser sometida para salvar la vida fueron las primeras modificaciones biónicas que fueron paulatinamente transformándola en la mujer más peligrosa de la galaxia. Thanos por un lado se mostraba orgulloso de esa transformación, pero por otro sentía que el pequeño remanso de inocencia en su vida que había significado aquella niña había desaparecido. Esta historia, cruda y emotiva, nos dejaba a Gamora pensando que cuando se despertó tras las operaciones, su padrastro le prometió que las cicatrices desaparecerían con el tiempo; sin embargo muchas de ellas, las más importantes, no lo hicieron.
Pero lo cierto es que todas estas consideraciones carecieron de importancia entonces: Warlock, Thanos, Gamora y Pip lograron derrotar a Magus y la Iglesia Universal de la Verdad. Borraron las existencias de éstos de forma retroactiva, como si jamás hubiesen existido, de un complejo modo que involucraba el viaje en el tiempo y la certeza de una próxima y amarga muerte para Adam Warlock. Sin embargo el genocidio de los Zen Whobari no quedó anulado por todo ello, y en la nueva continuidad universal pasó a ser responsabilidad de los malévolos Badoon. Tras resolver la crisis contra Magus, cada bando de la peculiar asociación -Adam y Pip por un lado, y Gamora y Thanos por otro- partieron en distintas direcciones y la colección continuó unos números más.
Entonces Starlin discutió con Gerry Conway, director editorial de Marvel en aquellos momentos, y abandonó la serie de forma abrupta, dejando abiertas múltiples líneas argumentales. En una de ellas, Thanos mandaba a Gamora a buscar de nuevo a Warlock a través del espacio, aunque en realidad lo hacía para alejarla de él y que no existiese la posibilidad de que descubriese su siguiente plan, que involucraba la aniquilación de todas las estrellas del firmamento con toda la vida que hubiese albergada en ellas. En ese último episodio pudimos contemplar cómo Drax el Destructor, llegado de las páginas del Capitán Marvel por fin daba, sino con Thanos, por lo menos sí con su servidora, haciendo estallar su nave espacial.
La intención de Marvel era continuar con la colección sin Starlin, pero el extravío en un taxi de Nueva York de las páginas que su sustituto Alan Weiss había dibujado para la siguiente entrega, junto con un aumento del precio del papel en esos meses, desanimaron a la editorial. Warlock quedaba cancelada en su número 15, con todas esas historias sin concluir. Y así se quedó la cosa durante casi un año.
Se pudo ver, eso sí, un breve enfrentamiento entre Thanos y Drax curiosamente en el número seis de Logan’s Run, la colección que con dibujos de George Pérez adaptaba la película de ciencia ficción protagonizada por Michel York. Allí, en unas pocas páginas de complemento con guion de Scott Edelman y arte de un primerizo Mike Zeck, Drax no podía evitar dejar escapar a su presa para salvar las vidas de una mujer y su hija que le habían recordado a sus queridas Yvette y Heather, mostrando que tal vez Art Douglas no estaba del todo desparecido, enterrado bajo el inexorable ansia de venganza que definía al destructor.
Cuando Conway dejó su cargo en 1977, el nuevo director editorial Archie Goodwin le propuso a Starlin que realizase el anual de la serie de Los Vengadores de ese año y finalizase las tramas pendientes de Warlock; el autor aceptó entusiasmado. Allí, en sus primeras páginas, asistíamos a la muerte de Gamora. Adam Warlock estaba junto a ella en sus últimos momentos, y tras absorber la esencia espiritual de la fallecida en su gema alma, averiguaba que la mujer más peligrosa de la galaxia había escapado a duras penas del ataque de Drax y había llegado junto a Thanos justo a tiempo para averiguar sus planes de genocidio estelar. Se privaba por tanto a los lectores de la posibilidad de asistir al esperado enfrentamiento entre los personajes de los que trata este artículo.
Gamora había intentado parar a su padre adoptivo, el cual no dudó en matarla por tal afrenta. Pip el troll fue el siguiente en caer. Varias páginas después, el propio Warlock (tras reclutar la ayuda de los Vengadores y el Capitán Marvel) perecía también a manos del titán loco, cumpliéndose así lo presagiado cuando derrotaron al Magus. Eso sí, gracias a él, los héroes más poderosos de la Tierra conseguían frustrar los planes inmediatos de Thanos. El alma de Warlock despertaba en el paraíso que era el interior de su gema, donde se rencontraba con Gamora, con Pip y con todos aquellos cuyos espíritus habían acabado allí.
A Goodwin le gustaron tanto las páginas del anual que Starlin le entregó que incluso antes de su publicación le hizo otro encargo: le pidió que cerrase del todo la historia de Thanos en otro anual, el de Marvel-two-in-one de ese mismo año. Y así La Cosa y Spiderman se sumaron a la batalla final contra el amante de la muerte, que por fin moría petrificado por obra del espectro regresado temporalmente del difunto Warlock.
Las consecuencias para Drax no se hicieron esperar mucho, y pudimos verlas en las páginas de Capitán Marvel. El destructor encontraba el cadáver de piedra de Thanos y enloquecía de nuevo al quedar privado de objetivo vital. De nuevo, enfocaba su rabia en Mar-Vell, al que creía responsable de la muerte de su enemigo. Una vez más, la suerte favorecía al capitán Kree y aparecían varios esbirros de Thanos sobre los que Drax decidió que era prioritario descargar su furia. El destructor, algo más razonable tras esta aventura, partía otra vez hacia el espacio para encontrar una nueva orientación vital y con la intención de llegar a ser conocido como Drax el creador.
Pero el vacío interior de Art Douglas resultaba demasiado vasto, e incapaz de afrontar esa vida eligió terminar con ella. Eso por supuesto, no resultaba fácil para alguien prácticamente invulnerable, y la búsqueda de su fin le llevó a un enfrentamiento con Thor y con su compañera en las filas Vengadoras Dragón Lunar. La cual, recordemos, era la mismísima hija de Drax, superviviente de aquella matanza de Thanos que puso todo en marcha hacía años.
Superada la crisis, Drax partió una vez más hacia las estrellas reanudando su búsqueda de un nuevo objetivo para su existencia, pero en esta ocasión lo hacía acompañado de su hija, teniendo así además la oportunidad de recomponer los fragmentos de aquella familia rota. Parecía que por fin (tras una pequeña y triste parada para despedirse del Capitán Marvel, agonizante víctima del cáncer), el inestable destructor encontraría la paz junto a parte de lo que perdió aquella lejana noche en Nevada.
Pero el destino, cruel como sabe serlo, no le tenía reservada esa felicidad a Art Douglas. Su hija, ya una adulta, una desconocida, había dado siempre muestras de un insoportable carácter y enorme ego en casi todas sus apariciones en las páginas de los Vengadores, Daredevil y Thor. Lo que nadie sospechaba era que llegaría a los límites que terminó alcanzando con su complejo mesiánico y sentimiento de superioridad. Resultaba que padre e hija habían llegado a Ba Bani, un planeta en el que Heather había desplegado sus poderes psíquicos para privar a todos sus habitantes de su voluntad, declarándose dueña y señora del mismo vía control mental. El propio Drax había sucumbido al mesmerismo de su hija, aunque logró resistirlo lo suficiente como para lanzar una llamada de auxilio a los Vengadores. En la confrontación con Dragón Lunar, Drax consiguió liberarse, pero su hija le asesinó en ese momento. El invulnerable cuerpo del destructor no tenía defensa alguna contra el ataque psiónico de su hija, que le provocó un mortal derrame cerebral.
Dragón Lunar fue vencida por los Vengadores y el padre de Thor, Odín, le privó de gran parte de sus poderes. Y Art Douglas, tras una segunda y atormentada vida, por fin conocía la paz.
Pero tal descanso apenas duraría unos años: a finales de los ochenta, Starlin comenzó a escribir los guiones de la colección de Estela Plateada, sustituyendo a Steve Englehart. Y se le ocurrió resucitar a Thanos para enfrentarlo al ex heraldo de Galactus. Poco después Cronos trajo de vuelta de la tumba a Drax para que la amenaza del retornado amante de la muerte no campase a sus anchas. Pero el poderosísimo ente incorpóreo no tuvo en cuenta las circunstancias en las que se había producido el asesinato de su peón. Y así, Drax había resucitado, si, pero con un daño cerebral permanente que había mermado profundamente sus facultades mentales. El antaño orgulloso, taciturno y vengativo destructor era ahora un poderoso idiota apenas capaz de articular lenguaje, fácil de engañar como un niño fascinado por la serie de televisión de Alf. A pesar de que su cuerpo verdoso se había hipertrofiado, dejándole en un estado muy similar al Hulk más icónico, su eficiencia persiguiendo a Thanos quedaba en entredicho y el personaje había pasado a ser un engorroso alivio cómico para Estela Plateada.
Starlin fue desarrollando sus tramas con Thanos en la colección del surfista de plata, pero poco a fue haciéndose patente que sus planes eran mucho más ambiciosos. Por fin, y tras una miniserie de dos tomos en formato prestigio (La búsqueda de Thanos), el titan loco conseguía la omnipotencia, un poder mayor aún que la divinidad gracias a las gemas del infinito. Se convertía por tanto en una amenaza que requeriría que todos los superheroes y poderes cósmicos de Marvel se aunasen contra él, cosa que sucedería en las páginas de El Guantelete del Infinito, una miniserie dibujada en su primera mitad por el gran George Perez y en su segunda por el artista encargado de la serie de Estela, Ron Lim. Allí, para coordinar las acciones contra Thanos, Starlin resucitó también a Adam Warlock, Pip y Gamora.
Tras la cataclísmica historia, Thanos perdía el Guantelete en el que iban insertados las gemas del infinito, que quedaba en posesión de Warlock.Poco después, y para contar las andanzas del dorado Adam gestionando la omnipotencia, Starlin inauguró la colección Warlock y la Guardia del Infinito, con lápices de Ángel Medina. Y lo primero que hacía el antiguo defensor de la contratierra era renunciar al poder del Guantelete, extrayendo de él las gemas y repartiendo cada una de ellas entre los miembros de un grupo que sería conocido como la Guardia del infinito. Y resulta que entre estos estaban los dos personajes de los que estamos tratando.
Gamora recibió la gema del tiempo, obteniendo cierta capacidad precognitiva. Drax por su parte obtuvo la del poder, que aumentó aún más las ya enormes capacidades del personaje, aunque su cerebro siguió igual de limitado. Además, se introdujo un interesante elemento, ya que también era parte del grupo Dragon Lunar, la hija y asesina del destructor. Drax no era consciente de ninguna de esas facetas de aquella calva joven a la que sin saber por qué tenía un gran cariño. Esos recuerdos se perdieron junto con su inteligencia, cosa que no hacía sino acrecentar la culpa que Heather, incapaz de encontrar el valor para sincerarse con el noble bruto que una vez había sido su padre.
Y aunque en general Drax siguió desempeñando el papel (junto a Pip) de alivio cómico de la serie, sí que alguna vez se exploraba su trágica situación, como cuando se vió incontrolablemente compelido a hacerse con un saxofón debido a algun recuerdo latente resurgido de su anterior vida, de cuando amaba la música. Dragon Lunar, en una emotiva escena, contemplaba desde lejos a su padre, reevaluando la idea que había conservado todos estos años de Art Douglas como » un músico sin talento». Además, en esa historia tuvo que enfrentarse con Hulk, que por aquella época tenía integrada todas sus personalidades (la mente de Bruce Banner, el cuerpo del Hulk verde y la actitud de Mister Fixit), y ya no era un Goliat esmeralda sin cerebro. Así, ya que la plaza que ese miembro fundador de Los Vengadores había ocupado tanto tiempo quedaba vacante, de algún modo se le daba el testigo oficioso a Drax ocupando ese papel en el universo Marvel.
Gamora por su parte era la segunda al mando en el grupo, haciendo mucho más por la cohesión de éste que un distante Adam que debía liderar a docenas de superseres crisis tras crisis: a la miniserie del Guantelete siguieron, con bastante menor calidad, la Guerra y la Cruzada, conformando la llamada trilogía del infinito de Starlin, en las que el grupo participaba activamente.
Poco a poco las razones de Gamora para permanecer en la Guardia iban menguando: Por un lado, y en contra de sus advertencias se unió al grupo un tal Maxam: la asesina de piel verde había tenido una visión que parecía presagiar la muerte de Warlock manos del recién llegado, pero a nadie parecía importarle. Por otro, sus sentimientos por Adam, siempre latentes pero nunca materializados, comenzaron a aflorar en forma de celos cuando éste y Maya, una secuaz del villano Conde Abismo, fueron hechizados por un filtro de amor. Y aunque esa situación pasó, Gamora se encontró teniendo que lidiar con emociones con las que no tenía ninguna experiencia, con el agravante de que la atracción no parecía mutua.
El escaso apoyo que Adam le brindaba sobre la cuestión de Maxam, sumado al dolor del amor no correspondido, propiciaron finalmente la salida del grupo de la hijastra de Thanos, con el cual tuvo precisamente entonces un breve reencuentro. Tampoco es que el cariño fluyese entre ambos, pero sí consiguieron llegar a una paz tácita, dado el viraje que el hijo de Mentor había ido experimentando hacía, si bien no el heroísmo puro, sí por lo menos a unos caminos menos destructivos.
Y poco a poco la Guardia del Infinito se terminó fragmentando. La colección quedaba cancelada y Marvel hacía un intento desesperado y condenado al fracaso por revitalizar el interés del público en la línea de cómics que había adquirido al absorber la editorial Malibu interelacionandola con su continuidad tradicional. Y así, la responsabilidad del cuidado de las gemas ya no quedaba en manos de Warlock y sus antiguos compañeros, al estas ser trasladadas al Ultraverso.
Drax, como vimos después en Cosmic Powers Unlimited número 4, iba recordando poco a poco ser el padre de Heather, y Dragón Lunar tomó entonces la determinación de afrontar sus pecados y solucionar por fin la situación de su progenitor. Juntos se dirigieron a Cronos, el creador de Drax, para pedirle que restituyese la mente de éste. El titán incorpóreo terminó accediendo, restándole en el proceso una porción de poder al Destructor, que quedaba por tanto en las mismas condiciones que en su encarnación previa. Drax perdonaba a su hija por su asesinato, era consciente de la culpa que la había estado carcomiendo durante todos esos años, y consideraba que ya habían sufrido bastante ambos.
Drax y Gamora se reencontraron mutuamente y con Warlock tiempo después, en las páginas de la breve colección que éste último tuvo, aquella con guión y dibujos de Tom Lyle en 1998. Allí, el destructor era perseguido por sus aliados, ya que parecía que había iniciado una carrera como asesino en serie, cobrándose víctimas como Elysius, la madre del segundo Capitán Marvel, Genis-Vell. Todo resultó ser un complot de un villano, claro, un tal Syphon que fue derrotado, limpiándose así el buen nombre de Drax, si es que en realidad alguna vez lo ha tenido.
Sin embargo, cuando el mencionado heredero del manto del Capitán Marvel tuvo su propia serie en el año 2000, el escritor de ésta- el gran Peter David– decidió revertir a Drax a su condición de bufón superfuerte de escasa inteligencia.
Probablemente David ni sabía de la reversión a la dignidad que el destructor había sufrido, así que cuando lo incluyó junto con su hija Dragón Lunar entre los secundarios más o menos frecuentes de la colección, lo hizo en clave de alivio cómico de nuevo. Una vez más se jugó con el paralelismo de Hulk (un personaje del que este guionista algo sabe) con esta encarnación: una falsa hermana de Jarella lo confundió con el Goliat esmeralda en un planeta del Microverso y lo controló mentalmente para sus propósitos. Una vez resuelto este asunto, Drax se quedó una temporada en esa dimensión microscópica, acompañado de aquellos miembros de los Micronautas (ahora llamados Micrones) de los que todavía Marvel tenía los derechos. En una de sus aventuras, quedó patente que la debilidad mental de Drax le había hecho muy susceptible a ser controlado, como de nuevo quedó evidenciado en su encuentro con Psico-man, uno de los villanos a los que más frecuentemente te vas a encontrar si deambulas por el Microverso.
Gamora mientras tanto había iniciado un periplo intergaláctico que quedó interrumpido en la miniserie Thanos: el abismo del infinito de 2005, con la que Jim Starlin volvía a poner guión y dibujos a una reunión entre el titan loco, Gamora, Adam Warlock, el Capitán Marvel (Genis-Vell en esta ocasión) y otros como Spiderman y el Doctor Extraño. Unas réplicas de Thanos aun más nihilistas que el original ponían en peligro la continuidad de la existencia universal amenazando el relevo entre Atlez, una entidad básica para el equilibrio universal, y su sucesora, una niña terráquea llamada Atleza. Al final de esta saga, Adam y Gamora por fin consumaban su amor, atrapados en una dimensión de bolsillo con el propósito de criar como padres a Atleza en su papel de ancla de la realidad.
Y ahí parecía que se iba a quedar la hijastra de Thanos, comiendo perdices junto a su amado en otro mundo para siempre. Pero sorprendentemente, la volvimos a ver un par de años después en la colección de Hulka, entrenando en las artes del combate a la prima de Bruce Banner. El duro adiestramiento al que la sometió en su forma humana de Jennifer Walters consiguió que cuando esta adoptase su forma esmeralda, su fuerza creciese exponencialmente hasta el punto de vencer al primigenio del universo llamado el Campeón.
Un año más tarde, volveríamos a saber de Drax en una miniserie guionizada por Keith Giffen que pavimentaba el camino del destructor hacia el evento Aniquilación. En ella Drax sufría un radical cambio al beber, llevado por su necedad, combustible de nave espacial. Drax recobraba de nuevo su inteligencia y ganaba unos extraños tatuajes por todo su cuerpo, pero perdía su traje violeta, parte de su colosal masa muscular, y sus poderes de vuelo y proyección de energía. Sin embargo mostraba ser un excelente luchador cuerpo a cuerpo y con diversas armas entre los que destacaban los cuchillos. Parecía como si tras del éxito del filme Las Crónicas de Riddick, Marvel quisiese tener su propia versión del personaje interpretado por Vin Diesel.
Un transporte espacial de prisioneros rumbo al penal galáctico de las Kyln se estrellaba en una población aislada de Alaska. Drax, uno de los reclusos supervivientes de la colisión, debía detener al resto (Paibok el Energo-Skrull, los Hermanos Sangre y Lunatik) para salvar a los indefensos habitantes del pueblecito. El tono de la historia, dibujada por Mitch Breitweisser, era enormemente cinematográfico, un blockbuster de ciencia ficción terror y acción en el que aparecía una descarada adolescente llamada Cammi, que, a lo Doctor Who, se convertía en su más fiel compañera, en sus pies en la tierra y su resquicio de humanidad. Ésta, que por algún motivo recordaba al destructor a su querida Heather, acababa la serie limitada viajando al espacio con Drax, justo a tiempo para el comienzo de la historia que reconfiguró el panorama cósmico del Universo Marvel de cara al siglo XXI.
Keith Giffen se había hecho un pequeño hueco en el universo Marvel con sus aventuras galácticas de Drax o Thanos, así que había llegado el momento de darle un reto mayor, y de crear un gran evento que reuniese al ecléctico grupo de personajes perdidos en las estrellas. Ese fue el paso definitivo para que los dos seres verdes de Starlin, así como otro buen número de aventureros, cruzasen sus caminos. Era la hora de la Aniquilación, y, por una vez de verdad, nada volvería a ser igual. Aunque todavía faltaran unos años para que el lado galáctico de Marvel volviera a primera plana.
Para Drax, Aniquilación era una especie de continuación lógica de su anterior miniserie. Acompañado por Cammi, volvía al espacio para colocarse en la primera fila de la destrucción que se cernía sobre la galaxia: Annihilus estaba destruyendo todo a su paso, los cuerpos Nova habían sido eliminados (precisamente mientras que Drax recalaba en Xandar) y solo un puñado de héroes desperdigados podían hacer algo para salvar la destrucción de todo. Drax y Cammi eran los únicos compañeros que le quedaban al único Nova superviviente, el terrano Richard Rider. Así se forjó una amistad, escrita por Dan Abnett y Andy Lanning, que se desarrollaría durante todos estos años. Además de en un Destructor, Drax se había convertido en un héroe de nuevo, en el responsable de sacar al novato Rider de su cascarón.
Su única razón para participar en toda la batalla era, sin embargo, la de siempre: pillar a Thanos, algo que se hizo todavía más claro cuando el novio de la muerte secuestró y arrancó una oreja de su hija Dragón Lunar en señal de aviso. Y, por fin lo logró, había superado la oleada aniquiladora para alcanzar su destino. Su puño atravesó a Thanos. Hizo lo que le crearon para hacer. Al final de la saga, el Titan loco se reunía con su mortal amada, Cammi se perdió por el espacio (hasta ser secuestrada por Arcade) y Drax se quedó sin propósito.
Mientras tanto, Gamora también luchaba en su mismo bando. La asesina más letal del universo residía ahora en un enorme castillo de Goothab Omega, un antiguo planeta Kree que la había convertido en una diosa viviente y donde junto a mujeres como Nebula, Stellaris y Cerise se había hecho con sus tierras. Allí había ido a parar Ronan, dispuesto a recuperar sus tierras y a luchar con la formidable Gamora. La mujer fue derrotada, pero de poco sirvió la rivalidad por el planeta cuando alcanzó la oleada aniquiladora. Con su equipo asesinado, ambos se aliaron para unirse al bando de la resistencia, donde Gamora acabóconociendo carnalmente al gran líder: Richard Rider. En manos de Giffen, Gamora era una femme fatale sin escrúpulos, una poderosa asesina sin miedo. Pero todos descubrieron que juntos luchaban mejor que por separado.
Ninguno de los dos formaría parte de la primera alineación no-oficial de los guardianes. Esa que reunió Peter Quill/Starlord entre varios reclusos. Sí que participarían, sin embargo, de manera recurrente en la serie de Nova de Abnett y Lanning, foco central de la segunda ola aniquiladora, ahora dirigida por Ultron y la Falange, que transportaban un virus que llegó a poner a Gamora (una de las tenientes del ejercito), a Drax e incluso a Nova en el bando contrario. La amante y el amigo pronto se convirtieron en las peores amenazas de Rider. Todos acabaron luchando, aun así, juntos por el lado del bien en Aniquilación: Conquista. Era la hora de abrir otro capítulo en su libro. Había llegado la hora de formar: Los Guardianes de la Galaxia, para que ninguna nueva amenaza volviera a destruir la galaxia. Eso, sin embargo, es otra historia. A partir de ese momento sus caminos estarían ligados a los de sus compañeros. Por primera vez en su historia, tanto Drax como Gamora tomaban la primera plana y quién sabe, quizás algún día podamos ver alguna serie regular protagonizada por ellos (si ha pasado con Mapache Cohete y Starlord, todo es posible).
Clap, clap, clap…
Impresionante la labor que estáis realizando con los Guardianes.
Unirme a la felicitación y aplausos del amigo Khonshu (y a los que vendrán detrás mio)
e instaros y animaros para que sigáis así y nosotros que lo/os disfrutemos 😉
Y como diría el Yayo…
Excelsior!
Rockeros Saludos
👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏
Enhorabuena por el artículo y gracias por vuestra dedicación.
No se merecían mas fidelidad drax y gamora en su traslado a la pantalla grande? Yo creo que si.
Articulazo. Viendo las imágenes me confirma que Gamora nunca ha tenido mejor diseño que el traje de rejilla que llevaba en sus primeros tiempos. O al menos, nunca he entendido la devoción por el trikini a lo Dragón Lunar que llevaba con Abnett y Lanning, que era bastante hortera