Drifters 1

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Edición original: ドリフターズ – Drifters VOL.1, Shônen Gahôsha 2009.
Edición nacional/ España: Norma Editorial 2011.
Guión: Kohta Hirano.
Dibujo: Kohta Hirano.
Traducción: María Ferrer.
Formato: Tomo manga rústica con sobrecubierta, 208 páginas.
Precio: 8€.

 

En más de una ocasión, hechos o personajes históricamente relevantes son un punto de partida o un complemento ideal a la hora de crear una obra original, que no sea un mero relato fidedigno de lo que ocurrió en otra época, sino que sirva para jugar con una suerte de contexto alternativo que mezcle realidad y ficción, alimentando y mejorando ambas. De hecho en el mundo del manga no son pocas veces las que hemos visto ambas vertientes, como podemos observar en obras de publicación reciente en nuestro país como Vinland Saga o La Cruzada de los Inocentes. Pero cuando un autor tan extremo como el bueno de Kohta Hirano se mete entre ceja y ceja elaborar una obra usando de base este concepto de mezclar historia y fantasía, el que le conozca sabe que no es algo que se vaya a quedar en la superficie o en el mero detalle, sino que se va a meter bien hondo en el fango con todo lo que tenga en la cabeza al respecto. Y el resultado de eso es Drifters, una obra en la que un nutrido grupo de personajes históricos, reales y bien conocidos por muchos en su mayoría, comienzan a viajar a través de dimensiones espacio-temporales para darse de tortas entre ellos en un mundo que bebe mucho de clásicos de la literatura y la cinematografía como los mundos de Tolkien. Una auténtica y pretenciosa ida de olla de Hirano, que sin embargo resuelve de manera sorprendentemente satisfactoria gracias a su particular forma de crear.

Supongo que la mayoría de los que leáis esta reseña y conozcan o les suene el nombre de Kohta Hirano será por haber leído su obra insignia, Hellsing, una historia que guarda cierta relación con Drifters en su concepción, ya que también alternaba elementos reales y literarios con la fantasía más macarra que se os pueda ocurrir para contarnos una historia de la orden de caballeros de Van Hellsing y su lucha contra los vampiros y los nazis en un clima plagado de acción, terror, humor negro, disparate, violencia, sexo y… prácticamente cualquier cosa que se os pueda ocurrir. Sin embargo, Hirano tiene a sus espaldas un puñado más de trabajos, que son de una cantidad y una calidad mayor debido a la pereza y la inconstancia que le caracteriza. Y es que aunque no lo parezca, este peculiar mangaka nacido en Adachi (Tokio) en 1973 es un autor más que dotado para este medio, y que en mi opinión y la de muchos, no ha llegado mucho más lejos debido precisamente a ese carácter y forma de ser y hacer que le caracteriza. Comenzó siendo, en sus propias palabras, un “horrible y perezoso” asistente de diversos autores, hasta que arrancó su producción en solitario con varios títulos con un elevado contenido hentai. Angel Dust, Coyote, Gun Mania o Hi Tension son algunas de estas obras que gozaron de un moderado éxito en su momento y le dieron la oportunidad de serializar en 1997 la ya mencionada Hellsing, en la revista Young King OURs de Shônen Gahôsha, hogar literario de otra conocida obra que siempre sale a la palestra al mencionar Hellsing y su protagonista Alucard, por el enorme parecido: Trigun, de Yasuhiro Nightow.

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Ya desde sus primeros pasos, Hirano demostró su gusto por tratar diversos temas históricos en sus obras, adornándolos con su característico estilo, y en la misma revista creó serie como Hi and Low, basada en ciertos aspectos de la Segunda Guerra Mundial. A partir de ese momento, y con la dilación en el tiempo que tuvo la publicación y finalización de Hellsing, la producción de Hirano se basó en historias cortas, en su mayoría con elementos de fantasía, temática sexual y cómica irreverencia, hasta llegar al año 2009 donde arranca Drifters, de nuevo en la Young King OURs, obra que actualmente cuenta con 5 tomos recopilatorios y sigue abierta. Como dato curioso a añadir sobre el artista, ha aparecido como personaje en el manga y anime de Apocalipsis en el Instituto, la obra de Shôji Sato y el recientemente fallecido Daisuke Sato.

Entrando ya en harina con Drifters, vamos a ponernos primero en situación para saber qué nos vamos a encontrar en esta obra que, desde luego, no deja indiferente a nadie cuando lees unas cuantas páginas. Nos situamos en la era Keichô, una época que está encuadrada en Japón dentro del denominado Período Sengoku, un tiempo de guerra civil nipona sin tregua que abarca desde finales del siglo XV a comienzos del XVII. Dentro de este período, Hirano arranca su historia en plena batalla de Sekihagara, una contienda decisiva acontecida en el año 1600 y que supondría la victoria del clan Tokugawa y modificaría el sistema feudal que dominaba la zona en la época, trayendo una paz larga y duradera a Japón hasta el retorno del Imperio durante la Restauración Meiji (1866-1869). Uno de los participantes de esa batalla, Shimazu Toyohisa, un famoso y real samurái de la región de Kyushu, tiene que hacer frente al fatídico momento en el que, debido a una traición entre sus aliados, debe elegir entre la retirada, la rendición o la muerte. Asegurando que sus hombres tienen una ruta de escape, Toyohisa se prepara para tener una bella muerte en el campo de batalla, algo que en la realidad ocurrió como tal, declarado como uno de los fallecidos en Sekigahara. Sin embargo, la realidad se altera en Drifters, y en el momento en que sus enemigos le dejan malherido, Toyohisa viaja a una especie de largo pasillo, semejante a un extraño y alargado despacho, en el que un todavía más extraño burócrata hace caso omiso a sus preguntas y le “invita” a pasar a través de una misteriosa puerta.

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Toyohisa atraviesa la puerta para llegar a un extraño mundo, fuera del espacio y el tiempo que todos conocemos, en el que es recogido por unos elfos que llevan a un castillo en ruinas donde se encuentran otros de estos viajeros espacio-temporales, que son conocidos como Drifters, “los extraviados”. Una vez restañadas sus heridas, Toyohisa entabla conversación con los dos peculiares Drifters que le acompañan, y que para su asombro, resultan ser otros dos icónicos personajes de la historia de Japón. Por un lado tenemos a Oda Nobunaga (1534-1582), el mítico “Rey Demonio del Sexto Cielo”, un destacado señor feudal del Período Sengoku y gran líder nipón, considerado uno de los más grandes comandantes samuráis de la historia japonesa. Y por otro lado encontramos a Yoichi Suketaka de Nasu (1169-c. 1232), otro de los grandes guerreros históricos de Japón, gracias a su destacada presencia en las Guerras Genpei que se narran en el Heike Monogatari.

A partir de este encuentro y la necesaria e hilarante puesta al día sobre los asuntos de Japón que tienen entre los tres, ambos comienzan a colaborar para luchar por aquello que creen justo. Y no tardaran en encontrar pelea ya que, debido a la ayuda que los elfos le han prestado a Toyohisa, el gobernador Aram ha decidió castigar a su pueblo por la ayuda prestada a los extranjeros. Los Drifters intervienen en la contienda ayudando a los oprimidos elfos, solo para verse envueltos en una trama aun mayor, que involucra a una ancestral guerra que se está librando en esas tierras entre el malvado y enigmático Rey Oscuro y la Organización Octubrista, una misteriosa orden de magos que parecen estar detrás de los eventos que han llevado a los Drifters a ese mundo. Una batalla entre el bien y el mal como otra cualquiera que adquiere tintes épicos y grandilocuentes al ver que ambos bandos, Drifters y Offscourings, cuentan entre sus filas con figuras de la talla de Aníbal Barca, Escipión el Africano, Hijikata Toshizô, Billy el Niño, Juana de Arco, Anastasia Romanov… Un sinfín de figuras históricas que tienen la posibilidad de encontrar su redención o penitencia en una guerra de fantasía que no ha hecho más que comenzar.

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En Drifters, Kohta Hirano sigue la línea de estilo que comenzó a marcar en Hellsing y en alguna de sus obra menores, pero metiendo una marcha más. Lo más evidente y que ya veíamos en su obra más vampírica, es ese gusto por tomar contenido histórico y llevarlo al mundo de los “what if”, esos universos paralelos que permiten mezclar tan bien fantasía y ficción. En este caso Hirano es mucho más concreto en cuando a lo histórico, y no se basa simplemente en ideas y organizaciones que le sirvan para dar empaque a su mundo y sus personajes, sino que directamente introduce a esos personajes y los cambia a través del mundo que ha creado. Y es aquí donde se ve esa vuelta de tuerca más, ese punto más de pretensión en su faceta creadora, en el momento en el que introduce la idea de convertir un mundo de fantasía con elfos, enanos y dragones en el escenario ideal para esta suerte de batalla real entre personajes históricos. En este sentido se nota mucho más aquí su vinculación a obras de las que Hirano ha bebido mucho a lo largo de su trayectoria, tanto en temática como en estilo, y me refiero a creaciones del tipo de Devilman, Berserk, Bastard, Übel Blatt… Historias de fantasía oscura con gusto por el gore y la ultraviolencia que llevan la acción épica por bandera. Y en Drifters Hirano crea precisamente eso, una historia llena de epicidad por los cuatro costados de la que este primer tomo es tan solo el aperitivo. Todo ello aderezado con las barrabasadas y el peculiar sentido del humor del mangaka.

Una historia y un mundo que además tiene muchas más posibilidades y potencial que ninguno de los antes creados por el autor. Es evidente que estamos ante “la Tierra Media” de Kohta Hirano, pero el mangaka nunca oculta de esto, al contrario, es una obra bastante autoconsciente en este sentido y no faltan varios guiños a los mundos de Tolkien, con nazgûl montados en sus bestias aladas, una puesta en escena de batalla que hace imposible pensar en otra cosa que no sea el Abismo de Helm, o el propio bestiario e imaginario que puebla esta tierra, con elfos, enanos, dragones, magia… Sin embargo, la idea y el contraste que provoca mezclar la pura realidad de personajes como Nobunaga, Juana de Arco o Aníbal con este contexto irreal es realmente exquisita, y aporta a Drifters una originalidad y un interés que se han visto en no demasiadas obras. Todo ello mezclado con viajes al más puro estilo Ministerio del Tiempo, órdenes secretas, las típicas referencias al ocultismos que siempre suele introducir este mangaka… Un tremendo cóctel de elementos que solo se le podría haber ocurrido mezclar a un autor como Hirano, que además aporta su sello personal a la hora de abordar el desarrollo y carácter de cada protagonista.

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Sin embargo el problema, o lo bueno dependiendo de cómo lo mires, de Kohta Hirano, es que la palabra “límites” no está en su diccionario y esto provoca que sus obras consigan al mismo tiempo un estilo y una personalidad únicas, pero que a su vez estén tremendamente polarizadas. Las obras de Hirano puedes amarlas u odiarlas, pero es difícil mantener un término medio en cuanto lees alguno de sus chiste o chascarrillos totalmente pasados de rosca, compruebas de primera mano que lo políticamente correcto se lo pasa por el arco del triunfo o te das cuenta de que si lo que has leído hasta ahora ya te parecía fuerte, dos páginas después estás o bien llevándote las manos a la cabeza o riendo a carcajada limpia por una flipada todavía mayor. Así que el consejo fundamental si os acercáis a Drifters, o a cualquier obra de Hirano, es que si no sois tolerantes con el humor negro, el extremismo (en todas sus vertientes, también el gráfico) y la locura, igual no habéis hecho una muy buena elección.

Entrando en lo puramente formal de su narrativa, esta es, al igual que la concepción de la obra, fresca, original y plagada de adrenalina. Hirano domina como nadie el tempo en sus obras y esto supone una ventaja a la hora de encajar unos personajes históricos que te piden un desarrollo pausado, con una acción que te exige un ritmo trepidante y dinámico. El autor consigue maridar ambas exigencias gracias a su tono y a focalizar la historia y la narración de la misma a través de sus personajes y la relación que se establece entre ellos. De esta manera, entre sangrientas batallas y excéntricos y descacharrantes momentos entre personajes, encontramos huecos para conocer la situación demográfica, social y política de Japón durante el Período Sengoku entre chistes de paletos de Nobunaga hacia Shimazu o entendemos la rivalidad entre Roma y Cartago gracias a las discusiones entre dos ancianos Aníbal y Escipión compitiendo por ver quién fue mejor general o tiene la “batallita” más importante. Es decir, tenemos una obra plagada de detalles históricos muy concretos metidos en una ambientación que a priori no les pega para nada, que sin embargo funciona gracias a la manera que tiene Hirano de contarnos una historia y hacerla fluir sin apenas dificultad.

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Y es precisamente en este detalle en el que se nota la calidad que tiene Hirano cuando tiene ganas de trabajar, algo de lo que ya en los tomo finales de Hellsing él mismo avisaba: trabaja mucho mejor cuando le apetece y siente ilusión por lo que está creando. El problema es que no es que estemos ante un mangaka que se dedique en cuerpo y alma a su profesión y que además se distrae con facilidad (de ahí que en estos casi 9 años de publicación solo contemos con 5 tomos de Drifters). Sin embargo, vagancia de Kohta aparte, es palpable la ilusión y las ganas que le pone a la hora de inventar y situar las piezas en el tablero de fantasía que ha creado para la ocasión, y solo el tiempo dirá si mantiene el nivel y las ganas o por el contrario se va desinflando. Por el momento vemos una obra con muchísimo potencial, con una fantasía y un ritmo acción apabullante, un humor genial para el que sepa disfrutarlo y un tratamiento histórico magnífico, que hará las delicias de los aficionados a la historia y que en muchas ocasiones te obligará a ir corriendo a wikipedia o similares para leer más sobre ese personaje tan molón de Drifters que resulta que existió realmente hace un puñado de años o siglos. El único pero, muy mínimo, en cuanto a argumento, es que en ciertos momentos se aprecia cierto chovinismo, aunque nada exagerado.

En cuanto a la parte artística, confieso que tengo debilidad por el estilo de Kohta Hirano, me parece un autor tremendamente interesante a la hora de diseñar, con un trazo y una línea muy característica y perfecto para la acción y lo extremo. Es un mangaka muy capaz de transmitir con sus dibujos y sus creaciones lo mismo que es capaz de decir con palabras: un estilo desenfadado, impactante, macarra, único, arriesgado en cierto modo y que sabe jugar con diferentes enfoques dependiendo de lo que pida la viñeta. En Drifters su uso de la tinta y la valoración de la línea me parecen magistrales, mejorando lo ya visto en Hellsing, con un gran dominio de los efectos y la iluminación y un uso de los fondos simples pero efectistas y efectivos. La expresividad de los personajes gracias a esa línea de la que hablo, su lenguaje corporal y el impacto que tiene su estilo cinético sobre el movimiento de los personajes y la transición entre viñetas da lugar a escenas de acción realmente espectaculares y disfrutables, unido a los momentos en que el dibujo se vuelve simple y caricaturesco para reforzar la intención cómica del guión o volver aun más raro y anacrónico cierto momento. Es un dibujo que transmite mucho, muy agresivo y que sorprende que sea tan artesanal y detallado cuando en un primer momento no lo esperas, y que por su concepción y su composición ayuda a la lectura y al conjunto de la obra. Y capítulo aparte merecen los diseños de los personajes, realmente bien concebidos y ejecutados y que suponen una excelente revisión de las figuras clásicas a las que hacen referencia, al mismo tiempo que los originales de Hirano destacan por ser bastante icónicos y diferenciables.

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Por último, añadir que Kohta Hirano es un autor muy vinculado a la cultura popular, y no es extraño encontrar “huevos de pascua” de otras obras de diversos medios culturales en las suyas propias. Si en Hellsing ya encontrábamos multitud de referencias a cine, manga, anime, o videojuegos, en Drifters encontramos guiños desde los mismos capítulo, cuyo nombre hace referencia a canciones de Marilyn Manson (Fight Song), canciones del folclore nipón (La luna sobre el castillo en ruinas), openings de animes como Mobile Suit Z Gundam (A través del tiempo), de videojuegos como Shin Megami Tensei: Persona 3 (Burn My Dread) o incluso a piezas clásicas de Schubert (El Rey Demonio, basado en Der Erlkönig), entre otros. Además de esto, en la edición de Norma Editorial encontraréis todos los chascarrillos que Hirano acostumbra a dejar en sus creaciones (incluyendo en la sobre cubierta y en la cubierta interior), así como un capítulo extra puramente cómico y un epílogo y una pequeña guía de personajes con el estilo que solo Kohta Hirano puede aportar.

  Edición original: ドリフターズ - Drifters VOL.1, Shônen Gahôsha 2009. Edición nacional/ España: Norma Editorial 2011. Guión: Kohta Hirano. Dibujo: Kohta Hirano. Traducción: María Ferrer. Formato: Tomo manga rústica con sobrecubierta, 208 páginas. Precio: 8€.   En más de una ocasión, hechos o personajes históricamente relevantes son un punto de…

Valoración Final

Guión - 8
Dibujo - 8.5
Interés - 8.5

8.3

Fantástica introducción al mundo de Drifters, una fantasía con mucho potencial que mezcla a diferentes personajes reales de los más variados períodos históricos en una lucha entre el bien y el mal salpicada de la acción, la violencia y el humor que Kohta Hirano imprime a todas sus obras.

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