En más de una ocasión, hechos o personajes históricamente relevantes son un punto de partida o un complemento ideal a la hora de crear una obra original, que no sea un mero relato fidedigno de lo que ocurrió en otra época, sino que sirva para jugar con una suerte de contexto alternativo que mezcle realidad y ficción, alimentando y mejorando ambas. De hecho en el mundo del manga no son pocas veces las que hemos visto ambas vertientes, como podemos observar en obras de publicación reciente en nuestro país como
Supongo que la mayoría de los que leáis esta reseña y conozcan o les suene el nombre de Kohta Hirano será por haber leído su obra insignia,
Ya desde sus primeros pasos, Hirano demostró su gusto por tratar diversos temas históricos en sus obras, adornándolos con su característico estilo, y en la misma revista creó serie como
Entrando ya en harina con Drifters, vamos a ponernos primero en situación para saber qué nos vamos a encontrar en esta obra que, desde luego, no deja indiferente a nadie cuando lees unas cuantas páginas. Nos situamos en la era
Toyohisa atraviesa la puerta para llegar a un extraño mundo, fuera del espacio y el tiempo que todos conocemos, en el que es recogido por unos elfos que llevan a un castillo en ruinas donde se encuentran otros de estos viajeros espacio-temporales, que son conocidos como Drifters, “los extraviados”. Una vez restañadas sus heridas, Toyohisa entabla conversación con los dos peculiares Drifters que le acompañan, y que para su asombro, resultan ser otros dos icónicos personajes de la historia de Japón. Por un lado tenemos a
A partir de este encuentro y la necesaria e hilarante puesta al día sobre los asuntos de Japón que tienen entre los tres, ambos comienzan a colaborar para luchar por aquello que creen justo. Y no tardaran en encontrar pelea ya que, debido a la ayuda que los elfos le han prestado a Toyohisa, el gobernador Aram ha decidió castigar a su pueblo por la ayuda prestada a los extranjeros. Los Drifters intervienen en la contienda ayudando a los oprimidos elfos, solo para verse envueltos en una trama aun mayor, que involucra a una ancestral guerra que se está librando en esas tierras entre el malvado y enigmático Rey Oscuro y la Organización Octubrista, una misteriosa orden de magos que parecen estar detrás de los eventos que han llevado a los Drifters a ese mundo. Una batalla entre el bien y el mal como otra cualquiera que adquiere tintes épicos y grandilocuentes al ver que ambos bandos, Drifters y Offscourings, cuentan entre sus filas con figuras de la talla de
En Drifters, Kohta Hirano sigue la línea de estilo que comenzó a marcar en Hellsing y en alguna de sus obra menores, pero metiendo una marcha más. Lo más evidente y que ya veíamos en su obra más vampírica, es ese gusto por tomar contenido histórico y llevarlo al mundo de los “what if”, esos universos paralelos que permiten mezclar tan bien fantasía y ficción. En este caso Hirano es mucho más concreto en cuando a lo histórico, y no se basa simplemente en ideas y organizaciones que le sirvan para dar empaque a su mundo y sus personajes, sino que directamente introduce a esos personajes y los cambia a través del mundo que ha creado. Y es aquí donde se ve esa vuelta de tuerca más, ese punto más de pretensión en su faceta creadora, en el momento en el que introduce la idea de convertir un mundo de fantasía con elfos, enanos y dragones en el escenario ideal para esta suerte de batalla real entre personajes históricos. En este sentido se nota mucho más aquí su vinculación a obras de las que Hirano ha bebido mucho a lo largo de su trayectoria, tanto en temática como en estilo, y me refiero a creaciones del tipo de
Una historia y un mundo que además tiene muchas más posibilidades y potencial que ninguno de los antes creados por el autor. Es evidente que estamos ante “la Tierra Media” de Kohta Hirano, pero el mangaka nunca oculta de esto, al contrario, es una obra bastante autoconsciente en este sentido y no faltan varios guiños a los mundos de Tolkien, con nazgûl montados en sus bestias aladas, una puesta en escena de batalla que hace imposible pensar en otra cosa que no sea el
Sin embargo el problema, o lo bueno dependiendo de cómo lo mires, de Kohta Hirano, es que la palabra “límites” no está en su diccionario y esto provoca que sus obras consigan al mismo tiempo un estilo y una personalidad únicas, pero que a su vez estén tremendamente polarizadas. Las obras de Hirano puedes amarlas u odiarlas, pero es difícil mantener un término medio en cuanto lees alguno de sus chiste o chascarrillos totalmente pasados de rosca, compruebas de primera mano que lo políticamente correcto se lo pasa por el arco del triunfo o te das cuenta de que si lo que has leído hasta ahora ya te parecía fuerte, dos páginas después estás o bien llevándote las manos a la cabeza o riendo a carcajada limpia por una flipada todavía mayor. Así que el consejo fundamental si os acercáis a Drifters, o a cualquier obra de Hirano, es que si no sois tolerantes con el humor negro, el extremismo (en todas sus vertientes, también el gráfico) y la locura, igual no habéis hecho una muy buena elección.
Entrando en lo puramente formal de su narrativa, esta es, al igual que la concepción de la obra, fresca, original y plagada de adrenalina. Hirano domina como nadie el tempo en sus obras y esto supone una ventaja a la hora de encajar unos personajes históricos que te piden un desarrollo pausado, con una acción que te exige un ritmo trepidante y dinámico. El autor consigue maridar ambas exigencias gracias a su tono y a focalizar la historia y la narración de la misma a través de sus personajes y la relación que se establece entre ellos. De esta manera, entre sangrientas batallas y excéntricos y descacharrantes momentos entre personajes, encontramos huecos para conocer la situación demográfica, social y política de Japón durante el Período Sengoku entre chistes de paletos de Nobunaga hacia Shimazu o entendemos la rivalidad entre Roma y Cartago gracias a las discusiones entre dos ancianos Aníbal y Escipión compitiendo por ver quién fue mejor general o tiene la “batallita” más importante. Es decir, tenemos una obra plagada de detalles históricos muy concretos metidos en una ambientación que a priori no les pega para nada, que sin embargo funciona gracias a la manera que tiene Hirano de contarnos una historia y hacerla fluir sin apenas dificultad.
Y es precisamente en este detalle en el que se nota la calidad que tiene Hirano cuando tiene ganas de trabajar, algo de lo que ya en los tomo finales de Hellsing él mismo avisaba: trabaja mucho mejor cuando le apetece y siente ilusión por lo que está creando. El problema es que no es que estemos ante un mangaka que se dedique en cuerpo y alma a su profesión y que además se distrae con facilidad (de ahí que en estos casi 9 años de publicación solo contemos con 5 tomos de Drifters). Sin embargo, vagancia de Kohta aparte, es palpable la ilusión y las ganas que le pone a la hora de inventar y situar las piezas en el tablero de fantasía que ha creado para la ocasión, y solo el tiempo dirá si mantiene el nivel y las ganas o por el contrario se va desinflando. Por el momento vemos una obra con muchísimo potencial, con una fantasía y un ritmo acción apabullante, un humor genial para el que sepa disfrutarlo y un tratamiento histórico magnífico, que hará las delicias de los aficionados a la historia y que en muchas ocasiones te obligará a ir corriendo a wikipedia o similares para leer más sobre ese personaje tan molón de Drifters que resulta que existió realmente hace un puñado de años o siglos. El único pero, muy mínimo, en cuanto a argumento, es que en ciertos momentos se aprecia cierto chovinismo, aunque nada exagerado.
En cuanto a la parte artística, confieso que tengo debilidad por el estilo de Kohta Hirano, me parece un autor tremendamente interesante a la hora de diseñar, con un trazo y una línea muy característica y perfecto para la acción y lo extremo. Es un mangaka muy capaz de transmitir con sus dibujos y sus creaciones lo mismo que es capaz de decir con palabras: un estilo desenfadado, impactante, macarra, único, arriesgado en cierto modo y que sabe jugar con diferentes enfoques dependiendo de lo que pida la viñeta. En Drifters su uso de la tinta y la valoración de la línea me parecen magistrales, mejorando lo ya visto en Hellsing, con un gran dominio de los efectos y la iluminación y un uso de los fondos simples pero efectistas y efectivos. La expresividad de los personajes gracias a esa línea de la que hablo, su lenguaje corporal y el impacto que tiene su estilo cinético sobre el movimiento de los personajes y la transición entre viñetas da lugar a escenas de acción realmente espectaculares y disfrutables, unido a los momentos en que el dibujo se vuelve simple y caricaturesco para reforzar la intención cómica del guión o volver aun más raro y anacrónico cierto momento. Es un dibujo que transmite mucho, muy agresivo y que sorprende que sea tan artesanal y detallado cuando en un primer momento no lo esperas, y que por su concepción y su composición ayuda a la lectura y al conjunto de la obra. Y capítulo aparte merecen los diseños de los personajes, realmente bien concebidos y ejecutados y que suponen una excelente revisión de las figuras clásicas a las que hacen referencia, al mismo tiempo que los originales de Hirano destacan por ser bastante icónicos y diferenciables.
Por último, añadir que Kohta Hirano es un autor muy vinculado a la cultura popular, y no es extraño encontrar “huevos de pascua” de otras obras de diversos medios culturales en las suyas propias. Si en Hellsing ya encontrábamos multitud de referencias a cine, manga, anime, o videojuegos, en Drifters encontramos guiños desde los mismos capítulo, cuyo nombre hace referencia a canciones de
Valoración Final
Guión - 8
Dibujo - 8.5
Interés - 8.5
8.3
Fantástica introducción al mundo de Drifters, una fantasía con mucho potencial que mezcla a diferentes personajes reales de los más variados períodos históricos en una lucha entre el bien y el mal salpicada de la acción, la violencia y el humor que Kohta Hirano imprime a todas sus obras.