Perdono pero no Olvido
«Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra»
El cómic superheroico mainstream es desde hace muchas décadas un complejo cultural en constante reconstrucción que si no innova, si no cambia y no se transforma con los tiempos, es incapaz de evolucionar. Y, si no evoluciona, no venderá, y caerá en el olvido.
En ese sentido, somos plenamente conscientes y conocedores de que los personajes cuyas aventuras hoy en día amamos y disfrutamos no tienen nada que ver con quienes fueron en origen, o con aquellos en quienes se convirtieron en determinados momentos de su dilatada historia. El problema es que, en ocasiones, este tipo de cambios afectan directamente a la esencia de los personajes, y ello hace peligras en muchas ocasiones su pervivencia editorial.
En el caso que nos ocupa, estamos ante Duende Dorado, un cómic que nace de uno de los grandes revulsivos que Nick Spencer introdujo en su etapa al frente de Spiderman que terminó muy recientemente. En aquellos cómics, Spencer traía de vuelta al Comepecados, un villano clásico del lanzarredes que aquí pasaba de asesino en serie, a entidad que, literalmente comía los pecados de otros delincuentes, eliminándolos de sus mentes, convirtiéndolos en seres pulcros y respetables.
Una de las víctimas de este Comepecados redivivo no era otra que Norman Osborn, quien de este modo, se convertía en el empresario químico que había sido tiempo ha, pero sin la locura ni la maldad del Duende Verde, si bien recordando todas y cada unas de las tropelías que había realizado a bordo de un planeador.
Por un lado, la idea de Spencer en sí no era especialmente innovadora ni buena, puesto que hemos visto una y otra vez como en los cómics de este tipo se crea un gran cambio en un personaje para después deshacerlo en el momento en el que conviene. Por otro lado, y a pesar de que hacer bueno a Osborn no era original y se nos antojaba manido, bien tratado podía dar lugar a tramas muy interesantes.
Pues bien, si bien Nick Spencer no aprovechó el cambio que él mismo había introducido, Zeb Wells, guionista de la actual etapa de El Asombroso Spiderman, sí que lo hizo, y en sus páginas tenemos a un Osborn que hace las veces de sidekick de Peter, equipando a Spiderman, dando trabajo a su alter ego para servirle de coartada y ayudándole con su genio científico.
La relación cuasi paternal que se ha establecido entre un Peter dispuesto a persdonar a pesar de todo y un Osborn arrepentido por los males que él mismo realizó al arácnido se antoja como lo mejor de una etapa bastante irregular.
Pues bien, en las páginas de la misma, en un momento dado, Norman se veía obligado a asistir a Spiderman y para ello, no tenía otra opción que enfundarse en un traje de mallas y cabalgar a lomos de un planeador, exactamente como hiciera cuando era el Duende Verde. Esto crea un conflicto en el personaje que es abordado en este tomo único.
De este modo Christopher Cantwell (Podía Volar, Iron Man 2020) escritor no muy destacable dentro de la amplia pléyade de colaboradores de Marvel, pero sí muy solvente en todo lo que hace, convierte lo que no es si no un cómic alimenticio y que parte de una idea anodina, en una obra no imprescindible pero sí muy entretenida de la que pueden nacer elementos muy interesantes para el futuro de los personajes secundarios de Spiderman.
Así, estamos ante un Norman Osborn que vive atormentado por el recuerdo de sus Pecados del Pasado (ejem, los buenos, los que no derivan en niños duende que crecen a la velocidad del rayo) pero que aún así trata de ser una persona mejor y de ayudar en lo que puede aportando su granito de arena no solo en el aspecto intelectual, sino también como una suerte de vigilante urbano. Sin embargo, esto mismo le atormenta, pues tiene miedo de estar más cerca de volver a ser el Duende Verde cada vez que se sube al planeador que él mismo ha construido.
En cuanto al dibujo, tenemos a Lan Medina (Spawn, El Castigador, Mutopía X), prolífico autor con un estilo bastante realista e impactante que consigue que una historia en principio anodina a pesar del buen hacer de Cantwell despierte el interés de los lectores.
Duende Dorado no es el cómic que esperábamos, ni aquel que nos llama la atención en tiendas especializadas, pero sí es mucho mejor de lo que podemos pensar en un inicio si lo juzgamos sin leerlo y solo por tratarse de una obra puramente comercial y derivada.
No estamos ante un must, pero sí ante una obra que merece la pena leer.
Lo mejor
• El dibujo de Lan Medina.
• Convertir una idea anodina y sin chispa en un cómic decente.
Lo peor
• Una obra que no destaca particularmente por nada comparada con otras de su época o entorno.
Guión - 6
Dibujo - 7
Interés - 5.5
6.2
Entretenido
Christopher Cantwell y Lan Medina abordan a este nuevo Norman Osborn que ha dejado atrás la villanía.
A mí me gustó… aunque para este tipo de miniseries, prefiero leerlas en Marvel Unlimited. Me parece que hubiera quedado bien en un one-shot de 48 páginas y listo (bueno, eso es aplicable a la mayoría de miniseries que hacen para vender el tomito luego).
El traje y deslizador me parecen horribles