¿Cómo debe ser pasar parte de tu infancia en la aislada base naval de Guantánamo? ¿Qué siente uno al saber que su padre trabaja para la Marina? Algo de respuesta a esas preguntas debe tener uno de los mejores guionistas que tiene Marvel en sus filas: Ed Brubaker. Respuestas debe tener que nosotros podemos rastrear en sus obras y en su biografía.
Y es que Ed Brubaker nace en 1966 en la National Naval Medical Center de Bethesda, hospital referente para todo el sistema de centros médicos de la Marina de los Estados Unidos. La razón, según cuentan en Artbomb.net en plan de broma, debe buscarse en el hecho de que su padre era un espía o su madre una maestra; que nunca se sabe qué oscuros contactos tienen los docentes. La realidad, de todas maneras, no se aleja demasiado de la comentada ocurrencia, porque sí que es cierto que su padre trabajaba para la Inteligencia Naval. Sea como fuere, nuestro afamado guionista acabó pasando algunos de sus años mozos en la base militar de Guantánamo, uno de los lugares más “estancos” del planeta a causa de su situación geopolítica.
Espías, militares… Quizás Brubaker sea una de esas pocas personas que conocen de primera mano los entresijos que esconden las banderas. A un lado fidelidad, deber, sacrificio y disciplina. Al otro manipulación, mentira, “daños colaterales” y autoritarismo. Tal vez por eso el primer cómic que se compró con su propio dinero fuese Captain America 156, el clásico de Englehart y Buscema donde el Capitán América original y el capi fascista de los 50 se enfrentan en la portada. La personificada dicotomía de una nación y de su clase política y militar: el ideal humanista frente al pragmatismo despiadado.
Estuviera o no inmerso en semejante envoltorio ambiental, sabemos que la tardo-adolescencia de Brubaker tuvo algo de descenso a los infiernos, de grito rebelde que busca sobrevivir y expresarse dejando atrás un entorno asfixiante. Así nos lo muestra su primera obra destacable, la casi-autobiográfica A Complete Lowlife. Y es que a Brubaker también le gustaban los cómics, afición que sus padres, lectores compulsivos, habían alimentado en él desde que tenía dos años. No es de extrañar, pues, que a los siete años ya tuviera claro que quería dedicarse al noveno arte y que haya considerado todos sus otros trabajos a tiempo parcial desde entonces como un medio para conseguir ese fin.
Empieza en una pequeña editorial de San Diego, realiza en 1988 Purgatory USA para Slave Labor Graphics y en 1991 se embarca en A Complete Lowlife, colección de historias cortas que se fue publicando a través de diferentes sellos editoriales para acabar siendo recopilada por Top Shelf Productions y publicada en España por Groc Còmics. Esta serie, de talante autobiográfico como ya hemos mencionado, nos sumerge en un tiempo donde la vida de Brubaker transpira rabia y tristeza. Años turbios de rupturas sin final feliz, punteados por los mil problemas que traía consigo la endiablada e inconsciente búsqueda de diversión. Un pasado que, de alguna manera, le acompañará siempre.
Porque aunque ésta sea la única obra directamente inspirada en su propia historia, aunque a partir de ahí Brubaker pasase a hacer uso de la serie negra o de los superhéroes para encuadrar sus ideas, serán constantes en su producción desde entonces muchos de los aspectos que, en lo dicho, ya se intuyen: el individuo en solitario enfrentado a entramados corruptos, el sufrimiento y los “sacrificios” a los que obligan los ideales, la ambivalencia ética, un pasado que nos persigue… En mayor o menor medida son temas que se convertirán en recurrentes para el guionista y que iremos encontrando en buena parte de sus trabajos.
Trabajos que se irán sucediendo para llevarle desde la esfera independiente (Detour, At the Seams, The Fall, An Accidental Death) hasta las puertas de Vertigo (Prez, Sandman: Deadboy detectives, Scene of the Crime y Deadenders). Y estando Vertigo pared con pared con Wildstorm y el Universo DC, pronto pasará a ocuparse de Detective Comics, Catwoman, Gotham Central, Authority, Point Black y Sleeper.
Hoy por hoy, después de sentir que no contaba en los grandes planes de DC pero sí en los de su competidora, le tenemos algo más que calentando motores en Marvel. Su primer encargo, Capitán América, encaja con su idiosincrasia a la perfección. Aquel Capitán que ocupaba la portada del primer cómic que se compró, que tan ajustadamente aglutina los referentes de Brubaker. Trasfondo militar. Supersoldado venido de un pasado que no deja de hacérsele presente. Abocado a la soledad del que no tiene con quien compartir historia e ideales. Con rapidez, Brubaker le ha cogido el tono a la serie, introduciendo esa ambigüedad moral tan suya en su relectura de Bucky Barnes.
Para Brubaker no hay luz sin sombra. Y en ese, su juego de luces hipnótico, los lectores quedamos atrapados. Ya se ha podido percibir también en X-Men: Deadly Genesis. Books of Doom, Uncanny X-Men y, sobretodo, Daredevil, serán sus próximos trabajos. Sin duda nos esperan grandes días. Porque no hay nada como poner a un superviviente en la piel de otro superviviente. A un diablo en la de otro diablo.
Ficha publicada originalmente en el Panini Comics News número 13