La memoria de los olvidados.
«- Algunos se han quejado de que se abra la fosa. Dicen que no entienden para qué remover estas cosas.
– Claro… Ellos no tienen los restos de sus padres en una fosa común.»
En los últimos años a diario nos encontramos con políticos y periodistas conservadores gritando a los cuatro vientos que hay que defender la dignidad de la democracia. Algo realmente loable si no fuera porque son los mismos que durante años se han encargado de poner todo tipo de trabas posibles a que los familiares de los republicanos asesinados durante la Guerra Civil y los represaliados por el régimen franquista pudieran exhumar sus restos de las fosas comunes en las que los abandonaron y enterrarlos con la dignidad que merecen quienes de verdad dieron su vida por defender la democracia. Esos políticos que forman parte de partidos fundados por adictos al régimen que sumió a este país en cuarenta años de infame dictadura deberían leer El abismo del olvido (Astiberri), el último trabajo de Paco Roca (Valencia, 1969), que con la ayuda del periodista Rodrigo Terrasa (Valencia, 1978) en el guion, nos cuenta la historia real de la lucha de Pepica Celda para recuperar los restos de su padre, José Celda, fusilado el 14 de septiembre de 1940 por el régimen franquista junto a otros 11 hombres en la tapia trasera del cementerio de Paterna y enterrado con ellos en una fosa común. Su caso era conocido porque fue la última persona que consiguió financiación para exhumar a su padre antes de que el gobierno de Mariano Rajoy cumpliera su infame promesa electoral de cortar la financiación que la Ley de Memoria histórica de Zapatero les garantizaba. Mientras un grupo de arqueólogos exhuman la tumba 126 en la que estaba enterrado José se encuentran con Maruja, una anciana que les cuenta la historia de su padre, Leoncio Badía, que tuvo que ejercer como el sepulturero del pueblo. Desde ese puesto trató de ayudar a los familiares de las victimas a conservar algún recuerdo de sus seres queridos y se preocupó de añadir a cada cadáver algún elemento personal para que, si algún día en el futuro alguien recuperaba esos cuerpos, pudiese identificar a sus familiares, aunque al hacerlo pusiera en peligro su propia vida. Una historia de honestidad que es el reflejo de las muchas que protagonizan los cientos de miles de asesinados y represaliados por el franquismo que siguen enterrados en cunetas y tumbas anónimas a los que no deberíamos olvidar, por mucho que haya quienes quieran silenciar la historia reciente de este país y preservar una memoria desmemoriada que se olvide de los innumerables crímenes del franquismo y teja una capa de silencio que los nuble, únicamente motivada por mezquinos intereses políticos y económicos, como hizo durante años el miedo y la represión de la dictadura que trataba de enterrar todo lo que supuso la República.
Gracias a obras como Los surcos del azar, El invierno del dibujante o Regreso al Edén (todas publicadas por Astiberri), Paco Roca ha tomado el testigo de Carlos Giménez para erigirse como el gran cronista en cómic de la historia y memoria reciente de España. Un interés por recuperar la memoria de aquellos a quien les hurtaron la posibilidad de contarla, entre otras cosas, que le ha convertido en el autor español más relevante de los últimos años. No solo por lo que cuenta, también por la documentación, el respeto, la sensibilidad y sencillez que emplea al relatarlos que hace posible que cualquiera se pueda acercar a sus obras. Unas cualidades que están presentes en El abismo del olvido, posiblemente su trabajo más duro, dramático y lleno de desesperanza que surge por la necesidad de tratar de hacer justicia con los miles de víctimas y poner en valor la lucha de personas como Pepica que tuvieron, y todavía tienen, que luchar contra unas administraciones que tratan de impedir que recuperen a sus muertos y den a conocer su historia. Algo similar a lo que pasa con Leoncio, un ejemplo de heroísmo, humanismo y honestidad silenciado durante años que se merece un mayor reconocimiento del que tiene, algo que, por desgracia, siguen teniendo en algunas ciudades miembros preeminentes del franquismo.
El abismo del olvido se basa en la investigación que Rodrigo Terrasa hizo sobre la historia de Pepica y como fue descubriendo la conexión de la historia de su padre con la de Leoncio. Tomando esos hechos como base el y Paco Roca han alumbrado una obra que comienza con una impactante y terrible escena del fusilamiento de José, para proseguir con el relato de la lucha de Pepica y los trabajos de exhumación de la tumba, algo que se entremezcla con partes del pasado que nos permiten conocer la historia de Leoncio y la de José y su asesinato, además de un completo repaso a la situación de las fosas comunes sin exhumar en España lleno de datos que no obvian ningún dato y muestran lo que pasó en los dos bandos, lo que nos permiten comprender el problema desde la objetividad y alejado de discursos marcadamente políticos para centrarse en la visión humana. También vemos diferentes testimonios reales del terrible y humillante trato que se dio a los republicanos por parte de los franquistas.
El peso de la obra lo llevan Pepica y Leoncio. Ella es un personaje estoico y pragmático llena de decisión fuerza que lucha por cumplir la promesa que le hizo a su madre y a su tía y se convierte en una de tantas guardianas y guardianes de la memoria de unos familiares a los que el régimen fascista de Franco quiso borrar del mapa. En cambio, Leoncio es un héroe derrotado, como la mayoría de los personajes de que protagonizan los cómics de Roca, que se niega a rendirse y sigue manteniendo la dignidad. Pero en lugar de optar por un hacer retrato suyo solamente heroico lo vemos como un ser humano lleno de preocupaciones y fallos. Sus inquietudes intelectuales sirven para que los autores de la obra siguen hablando de temas profundos como la importancia de los rituales funerarios a través de la historia de Aquiles y Héctor y la importancia de tener lugares y objetos materiales (como el mechón de pelo de su padre que Pepica guardo durante setenta años) para poder recordarnos a nuestros seres queridos, pasar el duelo y conseguir cerrar las heridas. Algo que muchas personas consiguieron en la zona de Valencia gracias a Leoncio.
Gráficamente Roca vuelve a demostrar su capacidad como narrador con su ya habitual estilo limpio, heredero de la línea clara, y con un uso del color como elemento narrativo absolutamente brillante que potencia los momentos más emocionantes y dramáticos de la historia. Además, a lo largo de las páginas vemos recursos gráficos muy bien empleados como los cambios de plano en la escena del fusilamiento, las diferentes formas de narrar la historia en función de si estamos ante una parte más destinada a explicar los datos o una más íntima, el cambio de estilo de dibujo para las escenas en las que se cuenta la historia de Aquiles, el uso de una fotografía para reflejar la injusticia de una víctima que no tiene a nadie que le reclame o la fantástica idea de reflejar a las víctimas como fantasmas a los que han hurtado sus vidas, algo que vemos desde la misma portada.
Con El abismo del olvido Paco Roca y Rodrigo Terrasa firman una obra valiente, emocionante y honesta que nos debería servir para comprender de una vez que exhumar a los muertos de fosas comunes y cunetas no es remover el pasado es aprenderlo para no cometer los mismos errores. Esos muertos no son los tuyos o los suyos son los nuestros y se merecen la dignidad que les negaron en vida. Algo que deben sobre todo asimilar los que se quejan, niegan la realidad del problema de los familiares y habla de revancha cada vez que sale una noticia u obra que trata un tema doloroso para un motón de familias que cuarenta años después siguen sin saber dónde llorar a sus familiares que fueron asesinados tras unos juicios sin ninguna garantía legal y con un claro animo revanchista y represivo durante unos mal llamados “tiempos de paz” por el régimen franquista.
Lo mejor
• Sacar del anonimato a personas como Leoncio, José o Pepica para restaurar la dignidad que les quisieron arrebatar.
• La capacidad de Roca para relatar sucesos tan dramáticos y duros con una sensibilidad que eriza el pelo de cualquier lector.
• Narrativamente es extraordinario y lleno de recursos que no son obstáculo para la legibilidad.
Lo peor
• Que todavía haya quienes pongan trabas a que personas como Pepica sepan dónde están enterrados sus familiares.
Guión - 9
Dibujo - 8.5
Interés - 10
9.2
Memoría
Paco Roca y Rodrigo Terrasa nos ofrecen un cómic que nos recuerda que no hay peor castigo que el olvido y que debería servir para que ninguna familia tenga que seguir luchando por encontrar a sus muertos. Un trabajo enorme, con el sello de calidad habitual en el autor valenciano.