Descubriendo el pasado
«Mi padre me estaba esperando… Ha estado esperando siempre mi regreso…»
TANIGUCHI Jiro es uno de esos autores capaces de poner de acuerdo a todo tipo de lectores gracias a la impepinable calidad y la solidez de sus trabajos, que le granjearon una numerosa y fiel legión de seguidores no solo en Japón, sino a lo largo y ancho del planeta, haciéndole merecedor de prestigiosos galardones en diferentes países y convirtiéndole en un autor de culto. Todos estos logros los alcanzó desde un eclectismo que lo llevaba a escribir obras de corte costumbrista, de serie negra, ambientadas en vastos parajes naturales que constituían un elemento de peso en la historia, gastronómicas, de lucha, ciencia ficción o históricas; es decir, a partir de trabajos aparentemente diferentes y alejados entre sí, pero que compartían un mismo lenguaje y lograban sus objetivos con rotundidad.
Entre toda su producción, cada lector disfruta más de una u otra faceta de este versátil autor, pero siempre ha existido un gran consenso acerca de sus obras de corte costumbrista como su gran cima artística, entre las que destaca El almanaque de mi padre, una obra que si bien no fue la primera del autor en publicarse en nuestro país, sí que fue la que le sirvió para asentarse como un autor fijo en las estanterías de manga de nuestras librerías durante las dos últimas décadas. Este manga, titulado originalmente Chichi no Koyomi, vio la luz en el año 1994 en las páginas de la revista Big Comic, de la editorial Shogakukan. En el año 2001, Planeta Cómic (por entonces deAgostini) publicó la obra por primera vez en español, en tres volúmenes de la Biblioteca Pachinko, a la que siguieron reediciones en un único volumen en los años 2008, 2013 y 2020, siendo la última de ellas la primera en publicarse en sentido de lectura oriental.
El almanaque de mi padre es la obra más importante de la rica producción de Taniguchi y la que le confirió el estatus de autor de culto. En ella nos presenta a Yōichi, un oficinista corriente de Tokio que debe volver a su pueblo natal, en la prefectura de Tottori (también lugar de nacimiento del autor, que se basó en algunas experiencias personales) para asistir a los diferentes actos del funeral de su padre, a quien no veía desde hacía años, debido a los pretextos que siempre argumentaba para eludir la asistencia a las diferentes reuniones familiares, sintiéndose ajeno a la muerte de su propio progenitor.
Una vez que llega a la casa en la que creció, Yōichi se ve arropado por su hermana, su tío y su madrastra, junto a los que comienza a rememorar ante el féretro de su padre los episodios clave de su niñez y su adolescencia, los cuales definieron la relación que hubo entre ellos dos. La percepción que Yōichi tiene de su padre al comienzo de la historia es la de una persona taciturna, dedicada en exclusiva a su trabajo como peluquero y barbero, sin relaciones sociales ni intereses de ningún tipo, de alguien lejano y desconocido, con quien rompió los lazos familiares tiempo atrás.
El transcurrir de los capítulos, con conversaciones que desvelan detalles olvidados o directamente desconocidos por Yōichi, el desentierro de recuerdos borrosos y el descubrimiento de nuevas perspectivas desde las que analizar los acontecimientos del pasado, lo inducen a un catártico y revelador viaje de conocimiento propio y de su padre. El pasado se vuelve presente y proyecta ante él a las figuras de su madre y su padre, tal y como las percibía cuando vivía bajo su cobijo, iniciando un repaso a sus días de juegos en el hogar y el negocio familiar, al incendio que asoló su localidad y destruyó su casa, a su paso por los diferentes estadios de desarrollo y al progresivo distanciamiento de su padre.
Taniguchi es un heredero espiritual y transmedia de OZU Yasujirō, el legendario director de cine que supo retratar mejor que ningún otro la realidad contemporánea, los elementos que integran la cultura y las relaciones sociales de los japoneses. Este mangaka se caracteriza por un dibujo hiperrealista, que recoge todos los elementos que integran los paisajes naturales y urbanos que sirven de escenario a sus relatos, y por una impecable y fluida narrativa, con suaves transiciones entre viñetas. Otro de los aspectos en los que destaca Taniguchi es en el dominio del paso del tiempo a lo largo de los doce capítulos que componen la obra, demostrando una gran capacidad para reflejar dicho paso del tiempo en las facciones de los personajes, sus gestos y posturas corporales, el vestuario, los enseres de la vida diaria, las convenciones sociales de cada época o la configuración urbanística de las ciudades, ilustrando el desarrollo económico y social japonés producido tras la capitulación de la II Guerra Mundial.
Taniguchi aborda de una manera compleja las relaciones paterno filiales a través de diversos personajes, con Yōichi como elemento común de todas ellas, mostrando las diferentes carencias que tienen cada uno de los progenitores, cómo afectan a la personalidad de su hijo y a la percepción que él tiene de ellos y explorando las consecuencias psicológicas a corto, medio y largo plazo. Así, pone de manifiesto la importancia de la profunda reflexión de los efectos que las acciones de los adultos tienen sobre ellos mismos, pero especialmente sobre sus propios hijos, que sufren la pérdida de una estabilidad emocional y que se ven condicionados por tomas de decisiones ajenas y los requerimientos y dificultades de la vida adulta.
El duelo por la muerte de un familiar, la marcha de un integrante del entorno más próximo e íntimo, se convierte en un punto de aproximación, en una reunión en la que se estrechan los lazos, descuidados por el paso del tiempo, en la que se repasa la vida del fallecido y se realiza un sentido homenaje a sus logros vitales y sus bondades, ensalzando su figura para que pase a formar parte de la memoria personal y familiar con altos honores, un proceso psicológico de aceptación de la pérdida que el protagonista atraviesa en todas sus etapas, sumiéndolo en un mar de emociones y alterando sus percepciones iniciales.
La obra de Taniguchi adquiere a medida que va avanzando un marcado subtexto sobre la pérdida, cuya relevancia en el caso de un niño se circunscribe al ámbito familiar. De esta manera, el autor ahonda en este sentimiento de pérdida del padre, de la madre, de la mascota y del hogar de Yōichi, que se ve despojado de forma progresiva de los elementos que cohesionan y dan estabilidad a su entorno y, como consecuencia, ahonda en los efectos de un desarraigo familiar, que lo conduce a la silenciosa aceptación de una realidad distorsionada y de una conformista y perjudicial soledad, que tiene un impacto negativo en su personalidad y en su salud mental.
En octubre de 2020, Planeta Cómic puso en nuestras librerías una nueva edición de El almanaque de mi padre, enmarcada en su Colección Trazado, obra que ya había publicado con anterioridad hasta en tres ocasiones, siendo uno de esos títulos que se mantienen continuamente en catálogo por su extraordinaria calidad y el prestigio que otorgan a quienes ostentan sus derechos de edición. Se trata de un único volumen en tapa dura, con una sólida encuadernación y papel poroso, con una buena reproducción de los materiales originales, manteniendo las páginas a color iniciales, y una excelente traducción, con útiles anotaciones que ayudan a salvar las barreras culturales entre occidente y Japón. Todas estas características, junto a su tamaño de 15×23 cm, ligeramente superior al estándar A5, y el hecho de que por primera vez se publicase en sentido de lectura oriental, convierten a este tomo en la mejor edición hasta la fecha de un cómic imprescindible.
Lo mejor
• Sigue conservando la misma capacidad de emocionar que en la primera lectura.
• El retrato social y económico del Japón de la posguerra.
• El dibujo y la portentosa narrativa de Taniguchi.
Lo peor
• No haber podido disfrutar de la obra en el sentido de lectura original hasta el año pasado.
Guión - 9.7
Dibujo - 9.7
Interés - 9.5
9.6
El almanaque de mi padre es una de las obras imprescindibles de la excelente producción artística de Taniguchi, de gran belleza y sensibilidad, que conserva intacta su capacidad de conmover a los lectores.
Excelente reseña y maravillosa historia. Una emotiva y emocionante obra maestra
¡Muchas gracias, Pablo! Es uno de esos cómics que siempre nos mete algo en el ojo… ☺️
‘Aquel suelo inundado de sol’… Taniguchi apabullaba con su sencillez. Sobre todo para los que consumíamos superhéroes en gran medida.
Buen momento para recuperar esta obra en su orden de lectura. Conservo pocos Taniguchi, eran muy fáciles de regalar o prestar. Aún más Barrio Lejano que este. Aquél si que fue una voladura de cabeza bien controlada.