La sombra del padre
«Este libro cuenta la verdadera desaparición del árabe del futuro.»
Esta sexta entrega de El árabe del futuro que transcurre entre 1994 y 2011 pone el punto y final a la maravillosa serie autobiográfica en la que el autor franco-sirio Riad Sattouf (Paris, 1978), reciente y merecidísimo ganador del Gran Premio de Angoulême, nos ha ido relatando su infancia y juventud. A lo largo de estos seis volúmenes hemos visto como la serie iba mutando de un relato de su infancia viviendo en Libia y Siria junto a su familia que nos permitía ver la vida en esos países durante las décadas de los ochenta y noventa para convertirse en el relato de como su padre, Abdel-Razak, va radicalizándose mientras Sattouf va madurando, pasando de ser un niño inocente hasta convertirse en un adulto que consigue recorrer una senda propia que ejemplifica mucho mejor el ideal del árabe del futuro que anhelaba su padre, que acaba convertido en una triste y patética caricatura de sus ideales. Un camino muy arduo para el joven Riad, al que en este volumen vemos luchando por desprenderse de la pesadísima sombra que durante toda su vida a ejercido su padre y todo lo que le hizo a su familia, mientras va forjando su carrera como historietista buscando su propia voz hasta alcanzar el éxito. Un recorrido lleno de incertidumbres en el también podemos ver de manera paralela la forma en la que ha ido evolucionado el panorama de la BD en el país vecino y una certera radiografía los cambios que se han producido en la sociedad actual francesa, al igual que sucedía con Libia y Siria en las primeras entregas. Unos cambios que son aplicables a toda Europa que cada vez es más diversa y multicultural, algo que dota a la obra de una universalidad que la convierte en una de las series más importantes de lo que va de siglo gracias a la honestidad que se respira en cada página en las que también se puede ver que Riad Sattouf se ha dejado un pedazo de su alma en la serie. Algo que solo puede verse en obras tan personales como está alejada de la producción industrializada que domina el cómic más comercial.
En este sexto volumen el protagonismo de la obra pasa de Abdel-Razak que, aunque no aparece en ningún momento, es una presencia constante en la vida del Riad adolescente, que se convierte en el protagonista absoluto mientras lidia con toda la incertidumbre y confusión habitual de un adolescente con las hormonas revueltas en medio de un entorno familiar cada vez más complejo. Una familia que ha quedado devastada por el secuestro de su hermano pequeño lo que ha provocado en su madre una desesperanza que aumenta cuando el paso del tiempo haga mella en la parte más mayor de su familia francesa. Lo que da lugar a que se tenga que enfrentar a momentos realmente duros y dramáticos, sobre todo en este volumen final, como nos pasa a todos con el transcurrir del tiempo porque la muerte es una parte esencial de la vida. Sin embargo, Sattouf deja espacio para la esperanza y también para el sentido del humor que hemos visto en toda la obra y que sirve para dotarla de un equilibrio que hace que la lectura no sea muy árida y se asemeje a la tragicomedia en la que todos vivimos.
En este volumen es el que Sattouf se nos muestra más expuesto en un valiente ejercicio de honestidad brutal en el que en ningún momento se puede ver un afán revanchista con su padre o con los fanáticos religiosos como él, dejando que seamos nosotros como lectores quienes nos encarguemos de juzgarle si lo creemos conveniente.
Pese a que toda la serie se podría clasificar como un coming of age bastante diferente a lo que suele ver habitual en el género es en este volumen cuando vemos por fin a un Riad maduro y en paz, libre de la huella de su padre gracias al psicoanálisis que le ha permitido exorcizar muchos de los demonios que le habían acompañado desde su particular niñez marcada por un permanente conflicto entre las dos culturas a las que pertenece. Un brutal choque de culturas que sigue estando presente en este volumen, pero que ahora vemos a través de una mirada más adulta y menos ingenua, en la que no hay espacio para miradas edulcoradas ni que huyan de ese conflicto por la integración que se produce en una Francia donde sigue siendo parte del debate diario. Al igual que sucede con la visión de su padre que deja de ser ese titán que todos los niños vemos, para convertirse en alguien lleno de aristas y bastante mezquino.
Uno de los problemas más habituales de las obras autobiografías en las que se relata un periodo de tiempo tan prolongado como en El árabe del futuro es la forma de conseguir afrontar un final coherente y que no sea abrupto en el que quede algún cabo suelto, pero en esta ocasión al hacerlo coincidir con la guerra civil siria que puso final a la Primavera Árabe como intento de cumplir el sueño de crear un Oriente moderno queda una sensación de círculo cerrado al encontramos en cierta media con el punto y final de panarabismo con el que soñaba Abdel-Razak y el final de ese futuro que quería para los árabes y para sí mismo. Una herencia que sus hijos pueden por fin dejar de lado para construir su propio futuro.
Una de las partes más interesante de esta obra es ver el nacimiento y evolución como autor de Sattouf sus intentos de abrirse camino en el medio. Una trayectoria en la que vemos su paso por Bellas Artes y la escuela de animación de Gobelins, sus primeros trabajos profesionales y el descubrimiento del cómic Livret de phamille de Jean-Christophe Menu y sus encuentros con Emile Bravo, Joann Sfar, Christophe Blain y Mathieu Sapin que marcan su decisión de dejar de lado la ciencia-ficción para decantarse por el cómic biográfico y el humor. Incluso en un pequeño ejercicio de meta cómic vemos como la idea de contar su vida en Siria y Libia llevaba en su cabeza desde hace bastantes años, pero no encontraba la manera de darle unidad al relato.
Gráficamente el volumen sigue el estilo de toda la serie marcado por la claridad y la pulcritud de un trazo heredero de la línea clara. Al igual que sucede con la narrativa y la composición de las páginas en la que encontramos una estructura casi fija de tres tiras de viñetas, salvo alguna excepción puntual en la que la rompe para potenciar una parte del relato. Algo para lo que también usa el color rojo, que siempre aparece para reflejar los momentos más conflictivos, sean externos o internos. Decisiones que dotan a la obra de una narrativa muy clara que puede llegar a cualquier tipo de público. Al desarrollarse por completo en Francia el color principal vuelve a ser el azul claro al igual que ha sucedido durante toda la serie dejando de lado el amarillo de Libia y el rosa de Siria de los primeros volúmenes. A diferencia de las obras más pretendidamente comerciales de la BD, la principal preocupación de Sattouf es usar el dibujo para transmitirnos las emociones de los personajes dejando más de lado el trabajo en los fondos, aunque siempre somos conscientes de donde transcurre cada escena.
El árabe del futuro es la obra de la vida de Riad Sattouf en todos los sentidos posibles. Una serie llena de capas en la que se entremezclan diferentes géneros que va mutando a medida que el autor va creciendo y en la que se dan citas momentos llenos de ternura, risas y dramas, mientras conocemos la realidad de países tan lejanos como Siria y Libia y alguno mucho más cercano como Francia. Un final a la altura de una serie que será recordada como una de las grandes obras del primer cuarto del s. XXI.
Lo mejor
• La honestidad que respira cada página.
• El sentido del humor de toda la serie.
• La radiografía de la evolución del cómic francés.
Lo peor
• Que no podamos disfrutar de más entregas de esta magnífica serie, aunque el final sea el idóneo.
Guión - 9.5
Dibujo - 7.5
Interés - 9.5
8.8
Madurez
El final de El árabe del futuro está a altura del resto de una serie llamada a convertirse en un clásico moderno gracias a su perfecta mezcla entre la crudeza de la realidad y ese sentido del humor que siempre nos alivia en los peores momentos.
Yo he llorado a moco tendido con este tomo. Gracias por la reseña, Diego.