La historia real de una familia francosiria
El árabe del futuro al que se refiere el título de la serie hace referencia al anhelo del padre de Riad Sattouf por conseguir que las sociedades árabes se modernicen gracias a la educación dejando de lado las tradiciones más caducas y formando una unidad política panárabe que consiga que dejen de estar bajo la influencia de los países del primer mundo. Un sueño que le lleva a trasladar a su familia primero a la Libia de Muamar El Gadafi (1969-2011) y posteriormente a la Siria de Hafez al-Asad (1930-2000), en concreto a Ter Maale, su rural pueblo natal. En principio parece un propósito bastante noble, ya que aparentemente trataba de devolver a su país parte de lo que le había dado educando a los árabes del futuro. Sin embargo, a lo largo de la obra vemos como ni el mismo es capaz de cambiar algunos de los aspecto más tradicionales y caducos de su propia mentalidad y tampoco puede convivir con sus contradicciones girando más hacia el fanatismo religioso y político. Así que de alguna manera en título pasa a definir al propio autor que acaba por convertirse en el nuevo árabe del futuro, aunque muy alejado del tipo que su padre quería.
Aunque podríamos decir que el protagonismo lo comparten a parte iguales Riad Sattouf y su padre, la serie está contada a través de la mirada del autor, primero con los ojos de un niño y posteriormente con los del adolescente que fue. En los tres primeros volúmenes su mirada es la de un niño, algo que se nota en su forma bastante ingenua del ver el mundo que no le permite discernir algunas de las absurdas y terribles situaciones que vive. En esos volúmenes iniciales vemos una ternura y amor hacia su padre que le lleva a hacer muchas cosas únicamente por conseguir su aprobación. Una lectura personal y afectiva de su vida y la de su familia en esos años que nos permite extrapolar cómo era la vida en los diferentes países y entornos en los que creció. Aunque no busca ser un profundo estudio sociológico sí que nos permite asomarnos a una realidad muy lejana, tanto en el espacio como en el tiempo, a través de alguien que la vivió en primera persona. Así podemos ver las diferencias que hay entre los diferentes países en los que transcurre su vida a todos los niveles, sobre todo los que afectan a su realidad diaria como un niño mestizo tanto en la escuela, tremendamente anacrónica en su sistema educativo, como su relación con el resto de niños y su familia, que lo ven como un bicho raro, no solo por su pelo rubio sino también por su laicismo. Un mestizaje que le hace difícil encajar tanto en los países árabes en los que vive como, posteriormente, en Francia.
El cuarto volumen la serie da un giro que se mantiene en el quinto, ya que la familia de Sattouf se traslada de manera definitiva a Bretaña, mientras su padre obtiene un trabajo como profesor en Arabia Saudí, lo que nos permite ampliar la comparativa entre los modelos sociales de los tres países musulmanes, que incluso se podrían ampliar a cuatro contando con que una parte pequeña del tercer álbum transcurre en el Líbano de la guerra civil de los años ochenta. Sin embargo, que ahora vivan en Francia no es el cambio esencial de la serie, el mayor cambio se produce en la forma de ver el mundo de un Riad Sattouf que ha dejado atrás la inocencia de la niñez para convertirse en un adolescente, además del ya mencionado giro argumental que cambia las relaciones entre sus padres. Ahora ya no siente la necesidad de convertirse en la persona que su padre desea y va forjando poco a poco su personalidad e identidad en Francia, donde se da la paradoja de que ni los franceses ni los árabes que viven allí le consideran uno de los suyos convirtiéndose en una especie de apátrida que no cumple ninguno de los estereotipos asumidos hacia ambos grupos de población. Además de descubrir sus primeros amores como todo adolescente es en estos años cuando comienza a descubrir a autores de cómics como Moebius, Bilal o Druillet. Una de los grandes aciertos de la serie se produce tras el giro argumental, que no revelaremos, que provoca que su desesperada madre comience a consultar médiums, a rezar por milagros, etc. en busca de una solución. Con ella podemos ver como se han construido y prosperado todas las religiones que han crecido en torno a la desesperación de los menos desfavorecidos y que acaban por convertirse en el sustrato donde crecen las ideas más retrogradas y el fanatismo, algo que Clémentine ya había sufrido en Oriente Medio por la falta de libertades de las mujeres provocada por la visión más retrograda del islam. Un reflejo perfecto de las contradicciones en las que inevitablemente caemos los seres humanos, al igual que le sucede a Abdel-Razak, que con la mediana edad ha terminado por convertirse en un fantástico religioso.
Antes hacíamos mención a que el padre de Riad Sattouf se podría considerar como el coprotagonista de la obra y la verdad es que es el personaje más interesante de la serie, aunque su protagonismo mengua bastante en el quinto volumen, pero sigue siendo una presencia constante. Es un hombre poliédrico y lleno de excesos con una personalidad voluble e histriónica que se pasa toda la vida persiguiendo quimeras con un perenne sentimiento de revancha contra Occidente, y que vive en una perpetua contradicción que le lleva a comportamientos racistas y a admirar a dictadores, algo que contrasta con el enorme valor que da la educación y la cultura como herramientas para el progreso. Una pasión que ha legado a su hijo, que, pese a todo, lo retrata con cariño y no le juzga. Esa ausencia de ánimo de valorar de lo que nos está contando es una de las mayores virtudes de la serie, ya que Sattouf procura no hacer juicios de valor y su mirada no varía en función del país donde transcurre la obra siendo igual de acida y critica con la sociedad francesa que con la siria o libia, dejando que los lectores nos formemos una opinión propia.
En el apartado gráfico vemos el estilo limpio y pulcro heredero de la línea clara habitual de las obras de anteriores del autor que las hace tan accesible para cualquier lector, en las que prima la claridad narrativa por encima de los experimentos formales. Las páginas están formadas por tres tiras de viñetas, aunque altera esa composición cuando una escena lo requiere. Aunque no estamos ante una obra con grandes detalles en los fondos, ya que es más importante mostrarnos las emociones de los personajes, sí que podemos ver lo suficiente para saber dónde transcurra la acción y las diferencias entre los países en cuanto a infraestructuras, paisajes o clima. La paleta de colores es limitada usando algunos colores para indicar donde transcurre la acción con el azul destinado a Francia, el amarillo a Libia y el rosa a Siria, dejando el rojo y el verde oscuro para destacar algunos objetos y reflejar emociones y momentos intensos de la trama.
Salamandra ha editado los cinco volúmenes que hasta ahora componen la obra con su calidad y cuidado diseño habitual. Esperemos que cuando aparezca el sexto nos lo traigan lo antes posible.
El árabe del futuro es una serie fantástica que nos permite conocer como era la vida para una familia francosiria en Libia, Siria y Francia en las décadas de los ochenta y noventa. Un retrato que desde los ojos de un niño y posteriormente adolescente sabe mezclar la ternura con la realidad más cruda, para ofrecernos una historia llena de humor y amor sin perder la mirada crítica, pero sin caer en el melodrama barato. Una serie que con el tiempo tendrá la misma consideración que la Persépolis de Marjane Satrapi.
Lo mejor
• Poder ver la realidad a través de los ojos de un niño.
• La capacidad de Sattouf para ofrecernos una mirada crítica de todas las sociedades en las que vivió.
• El retrato tan complejo que hace de su padre.
Lo peor
• Que solo quede un volumen para completar la serie.
Guión - 9.5
Dibujo - 7.5
Interés - 9.5
8.8
Autenticidad
Riad Sattouf nos relata los primeros años de su vida a caballo entre Libia, Siria y Francia en una serie imprescindible para conocer esas culturas y el mundo en el que vivimos.
Felicidades por la reseña. Es una lectura muy interesante a muchos niveles porque no solo está bien hecho y es divertido, es un cómic con el que aprendes. Aporta un punto de vista que, al menos para mi, era un punto ciego y es como se vivía en esas sociedades y como veían ellos a Occidente (o a Europa, en este caso).
Además da que pensar, el padre por ejemplo, un profesor universitario que defiende y justifica dictaduras, ¿tenemos derecho a juzgarlas nosotros cuando las democracias han tenido también comportamiento criminales con esas sociedades? Da para debate.
La pega que yo le pongo, y es algo personal, es que los tres primeros álbumes salieron en catalán también y por lo que vi (y mira que busqué) el cuarto ya solo salió en castellano y el quinto parece que también. Si la quieres completar y la empezaste en catalán te queda una colección medio y medio, al menos los formatos son iguales y no queda desigual.
Muchas gracias compañero. Totalmente de acuerdo con tus reflexiones, el padre es un personaje fascinante por todas las contradicciones que representa y es muy difícil hacer juicios de valor sobre su manera de ver el mundo, aunque desde aquí nos parezca extraña.
Iba a comentar y somos todos d la casa! 🙂 gracias x la estupenda reseña, Diego. Aquí otro enamorado d esta serie q t abre la mente a otros sin juzgar, hay q tener mucho talento para eso