Hablar de El Asco exige hacer un acto de humildad, de contrición mental y asumir de forma clara que se está frente a un cómic que genera un inquietante picor neuronal a lo largo de toda su lectura, fruto de su explosiva puesta en escena, su metalenguaje y el sin fin de ideas geniales, aberrantes, sobrecogedoras, inquietantes y monstruosas que Morrison es capaz de condensar en los trece números que componen esta maxiserie. Maxiserie recopilada por ECC en un tomo que hace justicia a una de las obras más arriesgadas e importantes de la producción de Grant Morrison.
Definir El Asco es complicado. El Asco no es propiamente una obra de fantasía, superhéroes o ciencia ficción, pues El Asco es todo eso y mucho más. El Asco es inclasificable, inabarcable mental y físicamente, por lo que hablar de El Asco exige reunir fuerzas y sumergirse en un aceitoso océano de insana lucidez a fin de poder vislumbrar lo que Morrison nos plantea.
El Asco, como queda perfectamente documentado en su prólogo, está destinado a solventar todos los dolores, humores malignos y afecciones que podamos tener como portadores de un cuerpo bien diseñado pero carente de sistemas eficientes de mantenimiento. El Asco tiene un sinfín de usos, potenciados por su aporte rico en fibra, donde vamos a encontrarnos una realidad, un mundo, un futuro, nunca queda bien definido, similar al nuestro en el que opera una organización gubernamental con plenos poderes, denominada La Mano, cuyas funciones son las de golpear, acariciar, invocar, señalar, dar, recibir y limpiar. Divisiones a las que a lo largo de los trece números vamos a ir pudiendo conocer en un recorrido lisérgico, cargado de imágenes y escenas que buscan golpear al lector en el córtex frontal, satirizando de forma brutal y descarnada. Morrison pretende someternos a una terapia de choque extrema con la que poder curarnos de todo aquello que parece obsesionar a la sociedad hoy en día. El sexo, la muerte y la violencia son la santa trinidad de El Asco, que araña con fuerza los sentidos, mientras va profundizando en el alma con un solo objetivo: tratar todo tipo de desordenes sociales de forma clara, concisa y enfermiza.
Y es que El Asco es un cómic enfermo de muerte, brillante en su viaje a los sótanos de la sociedad y del alma de sus protagonistas, dejando al aire el mugroso esqueleto sobre el que creemos estar viviendo. Se trata, por tanto, de una enfermedad que no es sino la misma que sufre la realidad en la que vivimos, llena de medias verdades.
Morrison demuestra una ambición sin límites a la hora de encarar esta obra. No teme decir o mostrar nada, buscando la desazón en el lector, hacerle sentirse incomodo, cuanto más, mejor, para mostrarle un viaje de liberación interna, absorbente, abrumador y excepcional en el que se convierte en un espectador privilegiado de un mundo perverso y extraño del que no puede escapar.
Morrison recurre a sus herramientas más clásicas, como es la rotura de la cuarta pared, cuando nos define a ese mundo como un universo donde se crean otros mundos a través de la tinta que se filtra de una mano sobrenatural, divina incluso, y que se cosecha para conformar esa ficción que al final se mezcla con la propia realidad. Un todo mixto, donde lo bidimensional se mezcla con lo tridimensional que, a su vez, se engarza a lo cuatridimensional… un fractal físico y temporal que nos lleva a conocer a Slade, el protagonista de esta metahistoria.
Slade es una agente de la Mano, perteneciente a la división de limpieza, que ve como es llamado del retiro para volver al servicio y enfrentarse a una situación de extremo peligro que implica la posible destrucción de toda a realidad.
La excusa que Morrison usa para arrancar El Asco funciona a la perfección, por más que se trate de un cliché explotado mil veces, que permite ir vislumbrando a que nos vamos a tener que enfrentar a lo largo de la lectura del tomo. La historia de fondo, el hilo que cose todas y cada uno de los números de la serie, está concebido para ser capaz de ir llevándonos de la mano e ir descubriendo, en números auto conclusivos la mayoría de las veces, todos los extraordinarios conceptos que la mente de Morrison ha sido capaz de crear.
Niños Hormiga, la I-Vida, monos rusos asesinos, vehículos tecno orgánicos, espermatozoides voladores… todo tiene cabida en El Asco para dar forma a esa amalgama de aparente incoherencia global que esconde un sentido sobrenatural al que Chris Weston materializa de forma extraordinaria. Este dibujante acarrea a sus espaldas una ingente cantidad de trabajos a ambos lados del atlántico, en obras como Juez Dreed en la revista 2000 AD, Superman, Batman, Los 4 Fantásticos, La Cosa del Pantano y Los invisibles para Marvel y DC. Pero su punto diferenciador, donde de verdad su talento se desata es en las series de creación propia, como Ministerio del Espacio, con Warren Ellis y la que ahora nos atañe, El Asco. Y es que de nada servirían las ideas de Morrison si detrás no hubiera un dibujante capaz de plasmar ese mundo fractal y disfuncional que Morrison va arrancando de su mente. Weston destila un ilimitado despliegue visual que abruma por su detalle y composición. Su mente entra en sincronía con la de Morrison y su lápiz desarrolla, con un trazo limpio y fino, ese universo metavisual que la historia requiere. Un trabajo mayúsculo que se ve enriquecido por la labor de las tintas de Gary Erskine, que las aplica de tal forma que aporta un volumen especialmente característico final a cada número.
El Asco es una zancadilla neuronal, un tropezón bioeléctrico que merece la pena descubrir por todo a lo que nos va a exponer. Su lectura no deja indiferente y polariza a los posibles lectores que se lancen a su degustación. Aquí no tendremos grises, sino blancos y negros puros que van de términos tales como obra maestra a locura integral sin sentido. Que cada uno juzgue lo que crea conveniente, pero El Asco es una obra de obligada lectura para saber de qué pasta estamos hechos.
Guion - 8.5
Dibujo - 9
Interés - 9
8.8
Apabullante.
Te va a volar la cabeza. Si notas un picor incesante en el cerebro, deja de leer. Una obra inclasificable de ciencia ficción bizarra. Mil y una lecturas subyacen bajo el trabajo de Morrison.
Uauuuu.No tenia claro si pillar esta obra.Ya si.Morrison en estado puro???Tengo ganas de leer algo a la altura de los Invisibles.Este es el Morrison que me fascina y me apasiona.Felices Fiestas..