El Castillo de las Estrellas 1. 1869: La conquista del espacio

 

Edición original: Le Chateau des l’Etoiles. 1869 La Conquete de l’espace (Rue de Sevres) .
Edición nacional/ España: Abril 2015 (Norma Editorial).
Guión:Alex Alice.
Dibujo: Alex Alice.
Color: Alex Alice.
Formato: Cartoné. 72 págs.
Precio: 18,00€.

 

Tras sorprender al público en su debut como dibujante con el thriller fantástico-histórico El Tercer Testamento y deslumbrar como autor completo en su particular adaptación del mito del oro del Rin con Siegfried, Alex Alice regresa como autor total con El Castillo de las Estrellas, con el que da un giro a su carrera como artista y nos ofrece una obra para todos los públicos sobre la exploración del espacio en pleno siglo XIX que bebe influencias de Jules Verne y también de Hayao Miyazaki.

El debut de Alex Alice en el mundo del cómic se produjo en 1997 cuando, junto a Xavier Dorison, creó la serie El Tercer Testamento con la que cosechó gran éxito de público y crítica. Su habilidad para el dibujo, expresivo, detallado y con una narrativa excepcional deudora del mundo de la animación, lo convirtieron rápidamente en una estrella del cómic francés. Con su segunda obra, Siegfried, confirmó su talento para el dibujo superando con creces lo conseguido en sus publicaciones anteriores y además demostró que también podía ejercer con éxito de guionista, como volvió a quedar claro en la continuación de El Tercer Testamento en la que sólo participó en los guiones. El hecho que apenas haya trabajado en tres obras en catarce años no ha impedido que Alice se haya convertido en uno de los autores más destacados de su generación y que cuente con el prestigio y los seguidores suficientes para haberse arriesgado con un proyecto muy especial, tanto en contenido como en continente, para su siguiente creación.

Alice nos transporta hasta un hipotético 1868, en plena época de descubrimientos y avances científicos, donde Claire, una científica del éter, intenta demostrar la existencia de tan esquivo elemento elevándose con un globo hasta el límite de la atmósfera. El experimento tiene éxito pero ella fallece en el intento dejando viudo a su marido y huérfano a su hijo Seraphim. Un año más tarde, el joven Seraphim y su padre reciben una misteriosa misiva desde Baviera informándoles que han aparecido los diarios del experimento de Claire e invitándoles al castillo del rey Ludwig II. Movidos por la curiosidad se desplazan hasta allí y son invitados a participar en la construcción de la primera nave espacial movida por un motor de éter siguiendo los diseños de los padres de Seraphim. Padre e hijo se sumarán al proyecto pero también tendrán que hacer frente a las amenazas de los espías prusianos que pretenden hacerse con la nave y apoderarse de Baviera.

Lo primero que llama la atención, al menos en su edición original, es el formato escogido para publicar la obra ya que cada uno de los tres capítulos que forman este álbum apareció como un magazine de gran formato (29×42 cm.) similar al de las revistas ilustradas del siglo XIX. Con este formato, el autor pretendía crear un envoltorio que trasladara al lector a la época escogida para ambientar la historia, una ucronía steampunk donde se puede viajar al espacio en globos aerostáticos y naves impulsadas por éter, consiguiendo así romper la cuarta pared y convirtiendo al propio cómic (el objeto en si) en uno de esos objetos increíbles y fuera de su tiempo recreados con los medios disponibles de la época. También hay que decir que el gran formato permitía disfrutar del arte de Alice en todo su esplendor permitiendo apreciar con más detalle el nuevo estilo adoptado por el artista. Posteriormente los tres capítulos fueron recopilados en formato álbum de tamaño normal, que es el material en el que se ha basado Norma para su edición. A pesar de tratarse de una edición muy bien cuidada, la traslación al formato álbum pierde algo de magia respecto a la versión magazine aunque eso no afecta a la magnífica historia construida por Alice.

En la entrevista que complementa este álbum, Alice menciona unos cuantos autores que le han influenciado a la hora de crear esta historia, siendo el más importante Jules Verne, máximo exponente de la literatura fantacientífica del siglo XIX. Sin duda la influencia de Verne es evidente, cómo lo es en casi cualquier obra que etiquetada como steampunk, pero si hay una influencia (reconocida por el propio Alice) que se aprecia en esta obra tanto a nivel argumental, como de tono y a nivel visual esa es la de Hayao Miyazaki, el director de animación responsable de obras maestras como Porco Rosso, El Catillo Ambulante, Nausicaa o Laputa. A estas influencias yo añadiría la de Katshuhiro Otomo y su Steamboy, una obra con muchas similitudes con la presente. El artista ha sabido manejar con habilidad todas estas influencias para construir un relato con entidad propia pensado para ser disfrutado por públicos de todas las edades, como las obras de Miyazaki, gracias a la sensibilidad con la que Alice construye a sus protagonistas y la intensidad de la trama en la que combina suspense, misterio y aventura ligera. La excelente labor en el guión también se refleja en el excelente ritmo del relato. La publicación original en tres capítulos hace que haya varios clímax a lo largo el álbum lo que hace que la trama mantenga la intensidad de principio a fin del relato y eso teniendo en cuenta que buena parte del álbum está dedicada a presentar a los personajes protagonistas y a establecer el escenario de la historia.

Si la influencia de Miyazaki en cuanto a temática y tono no fuera bastante evidente, Alex Alice ha adaptado su estilo de dibujo al de las producciones del estudio Ghibli y, además, ha aprovechado para experimentar con la técnica del color directo para obtener unos resultados tan sorprendentes como hermosos. La influencia de Miyazaki se deja notar tanto en la narrativa, como en el diseño de personajes y fondos, y Alice la asimila de forma natural a su estilo para conseguir unas páginas vibrantes a la par que hermosas, con detalles magníficos y colores suaves que resaltan la belleza de los parajes naturales y de la arquitectura romántica bávara. Sin duda se trata de un cambio de estilo notable que quizás pueda chocar a quien espere encontrarse con el dibujo que el artista había desarrollado en Siegfried, pero a su manera, este dibujo es tan soberbio como lo era aquel y demuestra la versatilidad artística de Alex Alice.

En definitiva, estamos ante uno de los álbumes más destacados de este año que nos trae de vuelta a uno de los artistas más llamativos e interesantes del momento quien ha hecho una apuesta arriesgada por crear una obra capaz de apelar a la capacidad de fascinación y maravilla que todos llevamos dentro y de la cual ha salido triunfante como sólo los grandes maestros de la narración pueden hacerlo.