Esta es una vida perra, pero con significado
«No tienes por qué quedarte, nada te ata aquí.»
Es increíble el vínculo tan profundo que podemos establecer con los animales. Cuando decidimos tener uno, este se convierte en nuestro compañero y está a nuestro lado siempre. Mientras vive, pasamos muy buenos ratos con él; cuando ya no está, nos deja un enorme vacío y multitud de recuerdos felices. Tanto en la literatura como en el manga son muchos los autores que han explorado estos vínculos y nos han ofrecido historias memorables. Los pastores alemanes son una raza tan famosa como leal, apareciendo en series famosas como son Rex (a ver si el apellido de la jefa viene porque es una policía diferente y no una médica única) o la serie de antaño Las aventuras de Rin Tin Tin.
HASE Seishu es uno de ellos. En El chico y el perro, novela que tenemos publicada en español gracias a Duomo Ediciones, nos habla de la huella que deja su peludo protagonista, Tamon, en quienes tienen la suerte de cruzarse en su camino. Así, este perro se convierte en el hilo conductor de una historia llena de sensibilidad que llega al corazón. Ahora, de la mano de Distrito Manga, podemos disfrutar de su adaptación a viñetas, un viaje lleno de emociones con los trazos de MURAKAMI Takashi —a quien ya conocíamos gracias a títulos como El perro enamorado de las estrellas o ¡Kota, ven!, ambos editados por Ponent Mon—.
Una noche, mientras hace una pequeña compra en una tienda de conveniencia, un hombre se encuentra con un perro. Parece que no tiene dueño y se encuentra en un estado lamentable, delgado y hambriento. El hombre opta por darle algo de comer y, por una razón inexplicable, decide quedárselo. Al fin y al cabo, es mejor que esté con él a que se lo lleven a una perrera, ¿no? Lo que no sabe es que el animal, llamado Tamon —según indica su collar—, le cambiará la vida de una forma que no imaginaba. A él y a otras muchas personas. Sin embargo, hay algo que no termina de entender: Tamon siempre mira hacia el sur, como si quisiera ir a buscar a alguien… ¿Tal vez a su verdadero dueño?
En El chico y el perro, HASE Seishu y MURAKAMI Takashi nos presentan una historia muy emotiva en el que, a lo largo de diferentes capítulos, seguimos a su peludo protagonista. En cada uno de ellos, se nos presenta a diferentes personajes que, por una razón u otra, acaban acogiendo al misterioso Tamon y forjando un vínculo con él. A decir verdad, es imposible no encariñarse con el perro, siempre tan atento y fiel, que reparte cariño allá por donde pasa.
Y es que este es el hilo conductor de todas las vidas que se nos presentan en el tomo: la de Kimura, la de Miguel, la de Miwa, la de Yaichi y, por supuesto, la de Hikaru. Todas ellas nos muestran realidades difíciles por unas razones u otras que conmueven al lector y lo llevan a empatizar con los personajes, pese a sus errores, pese a que hayan podido escoger el mal camino. Hase nos presenta a unos personajes muy humanos que se ven sacudidos por sus circunstancias, eligen, se equivocan y, pese a todo, tratan de salir adelante. Tamon es su confidente silencioso y quien los ayuda en ciertos momentos complicados. A veces, la lectura nos deja con el corazón encogido: las páginas del manga están llenas de dramas y problemas; sin embargo, la narración no solo se centra en eso, sino que deja entrever de vez en cuando un rayo de esperanza, una posibilidad de que las cosas sean de otra forma.
Como comentábamos al principio, El chico y el perro es la adaptación al manga de la novela del mismo nombre. Es inevitable que, al trasladar una historia a otro formato, haya cambios, ya que la narrativa es distinta. En ocasiones, dichas modificaciones le hacen un flaco favor a la obra original; sin embargo, ese no es el caso de El chico y el perro. Hay detalles que se alteran ligeramente, algún capítulo de la novela se suprime —por ejemplo, si tocaba algún tema similar al de otro, como la familia o las relaciones de pareja—, pero estos cambios no desentonan, sino que complementan el título original y refuerzan algunos de sus puntos más emocionantes. Es cierto que algunas de las cosas que suceden en el libro podrían ralentizar la narración en viñetas; no obstante, de esta manera, la lectura del manga se hace más ágil.
Por otra parte, como decíamos, se fortalecen algunas de las partes más conmovedoras. Y el hecho de contar con imágenes, de ver a los personajes y cómo se sienten en cada momento, le da una nueva dimensión a la historia. Es ahora cuando la reseña, al igual que Tamon, cambia de dueño para adentrarse en el terreno del estilo de dibujo.
Creo que la novela de Hase era el material perfecto para un dibujante como Murakami-sensei. No solo por la temática de animales interactuando con un mundo crudo donde se destapan las partes más íntimas y sórdidas de la sociedad que comparte en sus obras, sino por su dibujo que funciona tanto en escenas esperanzadoras como en las más duras, sin necesidad de cambiar su trazo o entintado. El diseño de los personajes es característico y único, dotando a cada persona que se cruza en el peregrinaje de Tamon de una personalidad arrolladora, empatizando al momento con sus circunstancias y desviviéndonos con ellos. En parte esto se debe también a su forma de ensombrecer los rostros de los personajes en los momentos de mayor drama, contrastando con unas alegrías desmedidas que son lo atípico más que la norma.
Murakami-sensei lo llega a confesar en una línea de diálogo de su manga El perro que amaba las estrellas, los humanos nos sinceramos al estar con estos bichetes. La historia de Miguel no se vuelve real y sincera hasta que no lo vemos a solas con su ángel de la guarda, Miwa no revela lo desesperada que está hasta que tiene a su protector Leo en casa y así con los últimos dos personajes que terminan por ser salvados por este entrañable perro. Como si fuese un perro guía o un pastor en horas de trabajo va guiando a sus puntuales dueños a un remanso de paz mientras gozan de su compañía. Por trágico que sea el desenlace de las historias, fue ese tiempo de cariño genuino que compartieron lo que forjó los vínculos que describe Laura en la introducción. Y de vuelta a casa, con su dueña original finaliza el viaje de esta reseña.
El chico y el perro es, sin lugar a dudas, una lectura que llega al corazón gracias tanto al guion de HASE Seishu como a las viñetas de MURAKAMI Takashi, que refuerzan la emotividad de la historia. Eso sí, preparad los pañuelos: Tamon y aquellos a quienes acompaña en su periplo no lo tienen nada fácil en muchas ocasiones y ciertos giros de guion hacen daño, mucho daño.
Lo mejor
• Se trata de una historia muy emocionante con la que el lector conecta enseguida, y dicha emotividad se refleja tanto en el guion como en el dibujo.
• Para los que empatizan con el sufrimiento animal como del humano va encontrar un filón de emociones de principio a fin en un formato magnífico.
Lo peor
• La historia de Tamon te destroza el corazón.
• El pobre perro parece Detective Conan, por donde pasa hay desgracias (Laura no se responsabiliza de este comentario).
Guión - 8
Dibujo - 7.3
Interés - 8.1
7.8
Fiel
El chico y el perro es un manga duro, pero muy emotivo, en el que acompañamos a Tamon en un viaje lleno de sentimiento en busca de su hogar.