Un perro que siempre miraba al sur
Oh… Una chapa con tu nombre… Tamon, vaya nombre más peculiar tienes
Seishu HASE, en la palabra, y Takashi MURAKAMI, en el dibujo, han retratado al Japón solitario tras el tsunami de 2011, que dejó demasiadas familias rotas. En tan solo cuatro viñetas, se ilustra el romper de las olas contra montañas de escombros, basura y hormigón agrietado. La región costera de Tôhoku, al este del país nipón, quedó devastada. Aquellos que sobrevivieron decidieron marcharse al sur, al interior. Sin embargo, Tamon se quedó. El pastor alemán aguardó hasta encontrarse solo. El chico y el perro (Distrito Manga) castiga con la historia de un perro que siempre miraba al sur.
Este manga es la prueba viviente de como un vínculo puede trascender tiempo y distancia, sin importar desgracias o impedimentos entre ambos. Se trata de un hilo rojo del destino, con un amor incluso más profundo que el romántico. En la novela original (Duomo Editorial) –ganadora del Premio Naoki 2020–, Hase dibuja sin trazos unos personajes despedazados por sus circunstancias, como Kimura, un hombre sin empleo que recurre a la delincuencia para pagar las medicinas de su madre. El debut en España nos dio a conocer por primera vez a un Seishu HASE mucho más sensible y emocional. Aunque también sumamente triste. La historia golpea y vuelve a golpear a unos personajes con la esperanza extirpada. Sin embargo, Tamon, el pastor alemán, lo mejora con una simple caricia amable.
Pero el manga fustiga mucho más con cada viñeta. MURAKAMI traslada esa emoción y crueldad con naturalidad y franqueza. El cuento de Tamon recuerda a El perro enamorado de las estrellas o El pájaro azul, ambos mangas traducidos al castellano por la editorial Ponent Mon. MURAKAMI no pierde su línea habitual del realismo, la ternura y el tomo único. El chico y el perro tiene un particular tono familiar en el trazo, reconfortante en los paisajes y cruel en las expresiones. Destaca el dolor y timidez de la alegría. Solo el perro mantiene un perfil estoico y sereno, el resto lo matizan sus líneas faciales en forma de ira, tristeza o desconsuelo.
Soledad sin soledad
—¿Estás seguro de que quieres ir tú solo? —le pregunta el hombre.
—¿Como que solo? Lo tengo a él —contesta junto al perro.
El destino juega sus cartas. Tamon recorre el país nipón tras la gran ola para hallar un viejo amigo. Durante la travesía el pastor alemán se encuentra con distintos dueños. Un ladrón perseguido por su pasado, una prostituta con conciencia y un cazador que incumplió su última promesa. Con ninguno de ellos se queda mucho, puesto que debe seguir hacia el sur. Allí hallará un muchacho llamado Hikaru incapaz de hablar. Azotado por el trauma. Tamon alcanza entonces su destino con semblante taciturno. Olfatea hasta encontrarlo y recuperar la sonrisa, como han hecho los anteriores dueños. Porque Tamon es ese perro que todos quieren y pocos merecen. Ese que lame las lágrimas y enternece el corazón.
Este relato te da un toque de atención. Te dice: aprende a valorar quienes te quieren, pero también a renunciar aquellos que no. Aparece en forma de una madre enferma, o de una hija preocupada, de aquella hermana solitaria, o de aquel padre que llora frente al televisor. Es una historia que duele más para aquellos que quedan atrás. Como nosotros.
LO MEJOR
• Una magistral adaptación de la novela original, que traslada la emoción y crueldad de Seishu HASE.
• Es una lectura rápida pero introspectiva. Hace pensar.
• Son cinco emotivos relatos condensados en uno.
LO PEOR
• No tener clínex cerca al leerlo.
Guión - 8.5
Dibujo - 7.5
Interés - 9
8.3
Mejor amigo
Este manga te demuestra la fuerza de un vínculo que trasciende tiempo y distancia. Que lucha y se revuelve por encontrar paz. Tamon es el perro que todos deseamos tener y, sin embargo, que nadie merece. Y por eso duele, porque te hace creer esta historia como verdadera.
