El Cid integral

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Edición España: Ponent Mon – 2015
Guión: Antonio Hernández Palacios
Dibujo: Antonio Hernández Palacios
Entintado: Antonio Hernández Palacios
Color: Antonio Hernández Palacios
Portada: Antonio Hernández Palacios
Precio: 38 euros (tomo en tapa dura de 216 páginas)

 

Una de las figuras emblemáticas de la Historia de España en general y del período medieval en particular es la de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador. En su figura confluyen la realidad y la leyenda; el hombre y el mito; el estudio histórico y la hagiografía interesada. Arquetipo de caballero cristiano y amigo de monarcas islámicos de Al Ándalus; modelo de lealtad a su señor y mercenario; espejo en el que gustaba mirarse Franco y antepasado ilustre de la patria según el republicano Himno de Riego. En los días del movimiento regeneracionista, el jurista y político Joaquín Costa Martínez dijo que «en 1898, España había fracasado como Estado guerrero, y yo le echaba doble llave al sepulcro del Cid para que no volviese a cabalgar» lo que indicaba la identificación entre el Campeador y las tendencias imperialistas y agresivas de un país que había perdido los últimos restos de unos dominios donde otrora no se ponía el sol. Todos estos ejemplos explican sin más detalles el hecho de que don Ruy haya protagonizado todo tipo de obras culturales: cantares de gesta, poesías, novelas, animes, videojuegos y películas. Ficticias o verídicas, frases, expresiones y máximas relacionadas con sus andanzas forman parte del paisaje idiomático. ¿Quién no encontraría ejemplar la honorabilidad de un caballero que mantiene su lealtad a un monarca que le es hostil por haberle obligado a jurar que no era responsable del complot que había asesinado a su antecesor? Pasajes como el juramento de Santa Gadea o la lapidaria frase sobre el buen vasallo y el buen señor son más leyenda que realidad, pero forman parte del mito del Cid Campeador. Por todo lo anterior, no es extraño que un ilustrador de la categoría de Palacios se viera seducido por esta carismática figura y se embarcara en la monumental –y a la postre inconclusa- obra en la que quería reflejar la vida y milagros de aquél.

Antonio Hernández Palacios llegó al mundo del tebeo a una edad ciertamente madura, después de haber ganado prestigio en el mundo de la publicidad. Dejando aparte algún escarceo de juventud, sería a principios de los setenta en la revista Trinca donde desarrollaría sus series Manos Kelly (ambientada en el salvaje oeste) y El Cid. Esta última se concibió como una monumental historia que abarcaría desde las primeras armas del Campeador hasta su muerte en 1099. En el prólogo de la recopilación de Ponent Mon, Carlos Uriondo cita a Palacios, indicando que el total de la obra prevista abarcaba unas mil páginas, distribuidas en una veintena larga de tomos. Desgraciadamente, los trabajos quedaron inconclusos y solamente se alcanzaron cuatro álbumes que vieron la luz bajo las cabeceras de diversas editoriales y en las que la figura del teórico protagonista no llega a ocupar el prometido puesto principal en el escenario.

Una de las características del trabajo de Palacios que más ha sido destacada ha sido su profunda preocupación por la documentación. Ya fuera del salvaje oeste o de la Hispania medieval, era un autor exigente que intentaba conseguir la mayor y mejor fidelidad histórica, y eso queda patente en este tomo, así como en la forma en la que decide el abordaje de la tarea que se impone. Uno de los detalles que llama la atención cuando se leen los cuatro álbumes que el ilustrador llegó a completar es el hecho de que Rodrigo Díaz de Vivar no es el protagonista de los mismos. Está presente en el relato, pero los focos iluminan a otros personajes cuyo destino será determinante para el propio sino del Campeador. En la historia y la leyenda, los avatares de su existencia están profundamente relacionados con el legado del monarca bajo cuyo reinado se inician las primeras armas del caballero. El rey Fernando I de León, apodado el Magno, se halla al final de una azarosa existencia en la que se ha consolidado como uno de los monarcas hispánicos más poderosos, después de luchar contra sus hermanos (herederos todos del imperio de Sancho III el Mayor de Navarra). Siguiendo el ejemplo de su progenitor, decide repartir sus reinos entre sus descendientes (en la tradición propia de los monarcas germanos cuyos pueblos se asentaron en las ruinas del Imperio Romano de Occidente). Este intento de hacer un división equilibrada entre sus tres hijos y sus dos hijas será el germen de una larga sucesión de guerras en las que el infante don Sancho intentará restaurar el imperio de su padre, oponiéndose a sus hermanos Alfonso (llamado a recibir León) y García (para el que se creará un reino en Galicia), pero eso no llegará a verse en este cómic, que termina con las exequias de Fernando el Grande.

El intervalo histórico que abarcan los cuatro capítulos del tomo es una buena muestra de la planificación que Palacios había realizado sobre la obra en su conjunto. Los álbumes que llegaron a publicarse solamente abarcan una quinta o sexta parte del total, lo cual da buena muestra del ritmo y el primor con el que el autor quería construir su trabajo. Piezas como el infame Vellido Dolfos –de honda y reconocida importancia- aparecen ya de inicio, mientras con elaborada paciencia se levanta el complejo escenario en el que va a forjarse la leyenda del Cid Campeador. Las elaboradas y complicadas relaciones políticas entre los reinos cristianos y los taifas islámicos. Las intrigas familiares en el seno de la parentela del anciano rey Fernando. La pujanza del condado de Castilla y los avances en la reconquista, donde se combinan alianzas y conflictos a lo largo de la tierra de nadie. El autor pasa de largo de la idea maniquea de frentes únicos entre la morisma y la cristiandad, para mostrar un panorama mucho más realista e interesante: alianzas entre reinos de distintas confesiones para hacer frente a enemigos comunes.

En el apartado gráfico hay que alabar sin ningún género de duda la labor del autor, que despliega todo su talento para presentar unas ilustraciones ricas en detalles, fieles en ambientación e impresionantes en fuerza. No por nada el señor Palacios puso su talento al servicio de la plasmación de la vida y obra de personajes históricos relevantes como Carlos V, Felipe II o Cristóbal Colón.

Es de agradecer que la editorial tarraconense haya traído para las nuevas generaciones esta obra, recopilando los cuatro álbumes y añadiendo a ellos la planificación prevista por un autor que hubiera merecido mejor fortuna en vida para llevar a cabo sus planes y merece ahora, dieciséis años después de su muerte, mayor reconocimiento.

Páginas del cómic (Editorial Ponent Mon)

  Edición España: Ponent Mon - 2015 Guión: Antonio Hernández Palacios Dibujo: Antonio Hernández Palacios Entintado: Antonio Hernández Palacios Color: Antonio Hernández Palacios Portada: Antonio Hernández Palacios Precio: 38 euros (tomo en tapa dura de 216 páginas)   Una de las figuras emblemáticas de la Historia de España en general…
Guión - 7.5
Dibujo - 9.5
Interés - 10

9

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sibaix
sibaix
Lector
1 febrero, 2016 11:10

Los tomos 3 y 4 gráficamente son alucinantes, solo por eso ya merece la pena el integral si te gusta el dibujo con mayúsculas.Una pena que no se terminara la obra, pero esta claro que el tema cultural es una asignatura pendiente de este país.

Alejandro Ugartondo
Autor
1 febrero, 2016 23:54

Gracias por la reseña. Lo estuve ojeando en la librería y tiene una pinta excelente pero me echa un poco para atrás el hecho de que se trate de una obra incompleta. Por lo que dices la trama es muy interesante pero es una pena que se quedara en una fase tan incipiente del desarrollo. Estoy seguro que esto mismo publicado en Francia hubiera tenido un respaldo mucho mayor