EL CÓDIGO DA VINCI, de Ron Howard

 

EL CÓDIGO DA VINCI (THE DA VINCI CODE, EEUU 2006, Thriller, 149 Minutos)
Dirección: Ron Howard.
Guión: Akiva Goldsman (Dan Brown).
Reparto: Tom Hanks, Audrey Tautou, Ian McKellen, Alfred Molina, Jürgen Prochnow, Paul Bettany, Jean Reno.
Música: Hans Zimmer.

 

Valoración: 4/10

Resumen: Robert Langdon, un respetado criptólogo, se ve envuelto en la investigación de un tenebroso asesinato. Los símbolos que presenta el cuerpo le llevarán a descubrir una conspiración ancestral cuya misión es ocultar un secreto que podría alterar el status religioso mundial.

Crítica: Para bien o para mal, ya sea debido a la fortuna o a una notable visión comercial, El Código Da Vinci, una novela de cuestionable calidad literaria y dudosa originalidad, ha alcanzado cotas de éxito inimaginables hoy en día para un entretenimiento tan maltratado como es el de la lectura. El libro, además, transgredió gracias a una ácida polémica religiosa los límites lógicos que el mercado editorial reserva para sus más exitosos líderes de ventas, por lo que su adaptación cinematográfica era ya más una necesidad empresarial insalvable que un mero capricho artístico. Para la realización de la película no se ha escatimado en recursos: un plantel de actores de lujo, una meticulosa elección de los escenarios y, por supuesto, un director de renombre. Y ciertamente la elección de Ron Howard como cabeza visible del proyecto es del todo acertada. Al igual que Brown no es Cervantes, Howard no puede equipararse a los grandes genios del celuloide, pero ambos se las han arreglado para conectar con el público y ganarse su confianza y, por qué no ser sinceros, su cartera. En El Código Da Vinci, Howard vuelve a hacer gala de las virtudes y a acusar las taras que han marcado se carrera. Si bien entre las primeras siempre había estado su indudable capacidad para divertir al público, en su última película esta habilidad podría ser duramente cuestionada. En la primera parte de la historia, Brown se deleitaba describiendo detalladamente a su lector tanto siniestros escenarios, como intrincados procesos criptográficos que sus protagonistas iban desentrañando esforzadamente. En la película, en cambio, esta fase de la obra no funciona. Howard no puede huir de sus limitaciones narrativas y durante la primera hora el espectador, especialmente el neófito en el “universo Brown” se siente extrañamente deslocalizado ante un misterio y una trama débilmente justificadas. Es con la primera aparición de Ian McKellen, acompañada por una revitalizadora lección de historia, cuando se rescata al público del tedio. Por fin se ponen las cartas sobre la mesa y se delimitan las fronteras de la historia. Tras un aburrido prólogo de una hora de duración, se confiere a los personajes una misión y una meta, y a la trama, una dirección palpable. En esta segunda etapa, las aventuras de Neveu y Langdon sí consiguen despertar emoción, nerviosismo y suspicacias, a la vez que se desvelan misterios, se desarman conspiraciones y los personajes muestran sus verdaderas motivaciones. Lástima que en el redundante e innecesario epílogo final se repitan errores ya superados, haciendo olvidar al público los atractivos flashbacks explicativos o la interesante segunda parte de la cinta, y obligándole a cuestionar la desaprovechada intervención de Alfred Molina, el ecléctico protagonismo de Paul Bettany o la anecdótica participación de Jürgen Prochnow. Compartimos pues la moraleja que extraería Langdon de su aventura en la última escena: tantas vueltas para nada.

O.K.: –La emocionante segunda parte de la película. (Final no incluido)

K.O.: –Tarda demasiado en arrancar.

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