Los nuevos dioses han regresado
«No solo amamos… también sufrimos»
Lo primero que se aprecia es que el tono de la colección es distinto al del Cuarto Mundo del Rey Jack Kirby, ávido e incansable creador con influencias de todo tipo, muy ligadas al estudio de la filosofía. Gerry Conway, al principio acertadamente, aboga por una aventura espacial que, aun siendo menos creativa que sus hermanas mayores, sigue siendo una divertida historia de ciencia ficción. Se nos presenta a los distintos personajes con protagonismo especial para Orión y la amenaza de Darkseid, en búsqueda incansable de la Ecuación de la Antivida, ahora dividida en seis humanos de la Tierra a los que los Nuevos Dioses han de proteger. Los primeros capítulos funcionan correctamente, permitiéndose incluso momentos dramáticos, fuera del horizonte principal de la cabecera. Don Newton y Dan Adkins sitúan el dibujo a un nivel alto, tanto en lo que respecta a los escenarios (algo esencial en un cómic de los Nuevos Dioses) como en lo relativo al diseño de personajes, añadiendo notas interesantes tanto a los viejos conocidos como Orión como para los nuevos como Jezebel.
No obstante, se aprecia cierta deriva a partir de entonces. Poco o nada de lo presentado en la introducción continúa siendo desarrollado, sobre todo en lo referente a las tramas secundarias como la de Metrón redescubriéndose a sí mismo o la de los distintos recipientes de la Ecuación de la Antivida. Lejos de ser este un movimiento en aras de aportar mayor cohesión al conflicto principal contra Darkseid, solo hace que el mismo pierda interés. No se aprovechan las posibilidades argumentales que ofrecía tener a seis nuevos personajes o lo interesante que podría haber resultado elaborar paralelismos entre dioses y humanos, incidiendo a su vez en las grandes distancias entre unos y otros. Sus tramas, fagocitadas pasados los números, acaban por carecer de relevancia alguna.
No solo ellos, los Nuevos Dioses también se ven muy desdibujados. A excepción de Orión, ninguno cuenta con implicación emocional suficiente más allá de servir como soldados en la batalla. Conway, seguramente constreñido por presiones editoriales, recurre a trucos banales, poco justificables desde el punto de vista creativo, como introducir a Flash como personaje principal para el desenlace. El ejemplo perfecto de esto se encuentra en el nuevo personaje, Jezebel. Presentada por Conway con un simpático sobrenombre “La de los ojos fieros” como era tradición en la época, pasa de recibir tratamiento individualizado y escenas en retrospectiva para que el lector conozca sus orígenes (otra víctima de las maquinaciones de la Abuelita Bondad) a ser una mera secundaria sin apenas participación.
El inevitable conflicto entre Orión y Darkseid, postergado en repetidas ocasiones a lo largo de la obra, sufre un nuevo parón para que el Velocista Escarlata sea quién tome el protagonismo en la recta final, sin motivo o explicación alguna. Finalmente, cuando este se da resulta confuso y poco respetuoso con lo que se había trazado con anterioridad.
En la segunda parte del tomo tenemos una historia de la JLA y JSA con los Nuevos Dioses y Apokolips que cuenta con interés renovado por el aspecto artístico, al contar con un dibujante de excepción, George Pérez, junto a Frank McLaughin. Tiene algunos de los puntos más favorables del arco, con varias composiciones interesantes, tal y como un talento de las dimensiones de Pérez puede proponer. No obstante, el guion de Gerry Conway vuelve a carecer de dirección, desaprovechando muchos elementos interesantes como es, en primer lugar, contar con ambos grupos de Tierra 1 y Tierra 2 funcionando juntos. Ver a Cazadora y Batman actuando como dúo o a WW y Superman en búsqueda de los rincones más oscuros de los dominios de Darkseid sin que el diálogo funcione o sea satisfactorio es algo que la historia termina por lamentar. Orión, por su parte, el indiscutible nombre principal de la colección de El regreso de los Nuevos Dioses, se ve reducido a un papel muy secundario, de mera comparsa, dejando sitio no solo a los héroes de las Tierras, sino también a otros que apenas habían tenido aparición con anterioridad en el tomo como Mr. Milagro.
En el aspecto positivo se encuentra la caracterización inicial de Darkseid. Resulta muy interesante como Conway recurre a terceros para que sean estos los que con sus respectivas vivencias definan al villano, añadiendo un toque de poder a sus acciones, al ver lo dañino que ha sido en sus respectivas vidas. A pesar de ello, como la mayoría de los aspectos que se han comentado, estos detalles se van reduciendo hasta que, para el final, apenas quede nada de ello.
En cuanto a la edición, echo en falta textos que pongan en situación un material que puede costar para un lector poco habituado a lecturas de este tipo. Desde lo más esencial (la propia existencia de Tierra 1 y Tierra 2, que puede confundir) a otros menores (la identidad de Cazadora, por ejemplo). Una breve introducción puede resultar favorable a la hora de presentar la aventura y sus personajes para que así la obra tenga contexto.
Por todo lo dispuesto, en conclusión, resulta una lectura poco satisfactoria, no por tratarse de un clásico ni mucho menos, sino por lo poco atrevida de la propuesta y lo encorsetada que resulta según va trascurriendo la trama. Cada personaje se va desdibujando al extremo, contribuyendo a que la historia resulte anodina y poco memorable.
Lo mejor
• El dibujo de los primeros capítulos de Nuevos Dioses.
Lo peor
• El poco interés de Jerry Conway en el guion.
• El tratamiento de personajes.
DECEPCIONANTE
Guion - 5
Dibujo - 6.2
Interés - 5.5
5.6
Un recopilatorio de aventuras de los Nuevos Dioses poco inspirado, con momentos sin resolver y personajes que merecían un mejor tratamiento.