Guión: Alan Moore
Dibujo: Rob Liefeld y artistas invitados
Edición España: Aleta Ediciones
Contiene: Judgement Day Nº 1 a 4 USA
Formato: Tomo cartoné de 168 páginas
Precio: 19,95 €
Los años noventa fue una época extraña y difícil incluso para un autor de primera línea como Alan Moore cuyo trabajo en la década pasada, en los asombrosos años ochenta, había trastocado la visión que muchos lectores tenían del cómic como medio de expresión, en general, y más concretamente, había conseguido darle la vuelta a los fundamentos mismos del género superheroico. Esa ironía y cinismo residual, a menudo una pose vacía, es la simplista interpretación que muchos hicieron de su aportación y así la abrazaron con devoción otros autores y editoriales hasta los tiempos presentes. Por otra parte, después del divorcio entre DC Comics y el famoso Mago de Northampton, y con Marvel Comics también en la lista negra del autor desde la disputa por el nombre de la serie original de Marvelman, nuestro protagonista se vería obligado a enfilar la senda y bondades del mercado del cómic independiente. Para Alan Moore este fue un paso natural, pues ya había estado coqueteando antes con la idea, publicando pequeñas historias como Come on Down, A true History o Act of Faith en editoriales, revistas e incluso fanzines como Taboo y Eclipse Comics. En estos años verían la luz algunas de sus obras más personales, joyas como Shadowplay: The Secret Team junto a Bill Sienkiewicz, editada dentro del libro Brought to Light sobre operaciones encubiertas de la CIA, la fábula contemporánea Un Pequeño Asesinato al lado de Oscar Zárate, la espectacular From Hell con Eddie Campbell y Lost Girls con Melinda Gebbie.
Pero nada de esto resultaría tan rentable como hubiese sido lo esperado, las buenas historias desgraciadamente no son sinónimo siempre de buenas ventas, y la apuesta por publicar sus propios cómics en su editorial Mad Love no podría haberle salido peor a Alan Moore: la ambiciosa Big Numbers, su nuevo proyecto junto a su compañero Bill Sienkiewicz, quedaría cancelada y aún a día de hoy inconclusa, y Mad Love se convertiría automáticamente en una auténtica ruina económica. Y para rematar este revés se uniría a ello el cierre de la revista Taboo, fundada por Steve Bissette, provocando que From Hell y Lost Girls quedasen colgadas en el limbo; la primera tardaría diez años en ser concluida y Lost Girls no sería publicada completa hasta quince años después gracias a Top Shelf. Teniendo todo esto en cuenta es más fácil comprender y entender el regreso de Alan Moore al terreno del mainstream en el año 1993 porque, en el fondo, su penosa situación y su postura reivindicativa e insatisfecha respecto a las políticas editoriales de Marvel Comics y DC Comics, conectaban totalmente con la de otros «auto-exiliados» y, posteriormente, fundadores de Image Comics como eran Todd McFarlane, Jim Lee y Rob Liefeld.
De esta manera, la llegada de Alan Moore a Image Comics era parte de una iniciativa de Todd McFarlane para contar con el talento de prestigiosos guionistas, como sería también el caso de Neil Gaiman, Grant Morrison o Frank Miller, capaces de corregir la deriva argumental de sus series en las que se había priorizado reiteradamente lo gráfico y estético con resultados pobres y más que cuestionables. Siguiendo el espíritu de los pioneros Alan Moore debutaría como guionista en Spawn siendo esta su declaración de intenciones de lo que tendría que venir en los noventa: su búsqueda constante de la deconstrucción, y casi destrucción, desde dentro, de la misma imagen del superhéroe moderno que él había ayudado a definir en obras como Marvelman, Capitán Britania y, sobre todo, Watchmen. Aunque, como declararía posteriormente el guionista, en esta etapa había desperdiciado mucho tiempo «intentando averiguar lo que demandaban estos nuevos lectores» descubriendo muy tarde que su «trabajo no consiste en averiguar lo que quieren, sino en decirles lo que quieren». Luego llegaría su etapa en WildC.A.T.S., dando el salto a la editorial Wildstorm de Jim Lee, y su paso por Supreme de nuevo en Image Comics y planteando sus historias en todo momento como un homenaje a las cómics de Superman de los años sesenta.
El devenir noventero de Alan Moore llegaría en 1997 a su clímax en la serie limitada El Día del Juicio, en realidad un crossover del proyecto editorial Awesome Comics de Rob Liefeld, en el que también aparecerían Supreme, Glory o Savage Dragon, y cuya intención era redefinir y relanzar un supergrupo tan disfuncional como Youngblood. Nadie podría evitar que Rob Liefeld se situase al frente del proyecto aunque El Día del Juicio contaría con una gran galería de artistas invitados, tan interesante como desaprovechada, en la que se pueden encontrar los lápices de Steve Skroce, Rick Veitch, Gil Kane, Chris Sprouse, Jim Starlin, Bill Wray, Keith Giffen o Dan Jurgens. La historia se desarrollaría a lo largo de cuatro números, editados más recientemente por Checker Book Publishing, a saber, Judgment Day Alpha, Judgment Day Omega, Final Judgment y Judgment Day Aftermath. En este caso, en el presente y completo recopilatario de Aleta Ediciones, también encontraremos integrado un prólogo al nuevo status quo de Youngblood post-sentencia judicial, un capítulo dedicado a las secuelas del evento enfocado como homenaje al gran Gil Kane y una compilación de fichas de los personajes más destacados del universo Awesome y alrededores. Y así Alan Moore y Rob Liefeld abren acta al cómic de superhéroes, ¿queréis conocer el veredicto?
Sinopsis de El Día del Juicio
El Día del Juicio: El cómic de superhéroes visto para sentencia
La cruzada personal de Alan Moore para desmantelar el cómic de superhéroes de los noventa, desde su misma raíz, y retornarlo a sus orígenes, apostando por la literatura escapista en lugar de la «basura oscura y violenta para tipos de cuarenta y tantos» en la que se había convertido en esos años, era demasiado ambiciosa y arriesgada para ser abarcada por un único autor. No obstante, si de algo sirvió la larga peregrinación por el desierto de este visceral guionista fue para encontrar la inspiración y el camino a seguir hacía ese lugar buscado, cosa que haría a finales de los años noventa, auspiciado por Jim Lee, en su propia línea de cómics, America´s Best Comics, y en obras como The League of Extraordinary Gentlemen, Tom Strong, Top Ten o Promethea. Por ello resulta interesante observar en pespectiva sus trabajos previos en Image Comics, Wildstorm y Awesome Comics, en los que se evidencia, y El Día del Juicio no es la excepción, sus habituales juegos y referencias metaficcionales, en este caso con una idea de partida muy similar a la de su Watchmen y que no parece una elección tomada a la ligera. En El Día del Juicio se aprovecha para juzgar la deriva del mismo cómic de superhéroes, no sin cierta falta de sarcasmo e ironía, con un planteamiento centrado en una historia de corte judicial y alimentada por abundantes flashbacks y pequeños relatos en las que se realiza un repaso a la historia del cómic y sus diversos géneros.
El punto más flojo de una obra como El Día del Juicio radica en las nulas habilidades narrativas de los lápices del siempre polémico Rob Liefeld para hacer valer un guión de estas magnitudes siendo, de hecho, con casi total seguridad, el artista menos indicado para una empresa de este tipo, sobre todo teniendo en cuenta lo milimétricas y cuidadas que suelen ser habitualmente las propuestas de Alan Moore. «No tenía sentido escribir guiones para él», comentaba decepcionado el guionista a raíz de su colaboración con Rob Liefeld, «porque simplemente ignoraba la mayor parte, porque quería hacer lo más fácil y lo más simple». La demostrada y contrastada capacidad de Alan Moore para dirigir y exteriorizar lo mejor de los dibujantes con los que ha trabajado a lo largo de su carrera, exprimirlos y lograr enfocar sus talentos, tiene en Rob Liefeld un caso imposible y una auténtica excepción a la regla. Era una papeleta difícil de jugar teniendo en cuenta las limitadas características de partida del trazo de Rob Liefeld, algo que el profesor y escritor Juan José Vargas describe muy bien en su obra Alan Moore. La Autopsia del Héroe cuando habla de «enormes viñetas angustiosamente vacías, profusa ausencia de fondos, perspectivas incoherentes sin sentido, cambio de escalas a conveniencia, raccord constantemente roto, dibujo de fanzine barato, poses constantes y desmesuradas, asimetrías y facciones propias de escolar, entintado disperso y tosco».
La experiencia no debió ser muy satisfactoria para ninguno de los dos autores, y Rob Liefeld, aún reconociendo que su compañero «siempre ha sido un generador de tendencias» ve en Alan Moore una figura sobrevalorada que «se vende a sí mismo como un poeta» siendo «simplemente un despiadado hombre de negocios». No obstante, limitándonos a observar los resultados de El Día del Juicio, es su apartado gráfico el cual no se encuentra a la altura. E, incluso la numerosa galería de artistas invitados, muchos de ellos tan interesantes como Rick Veitch, Jim Starlin o Dan Jurgens, acaban contagiados del enrarecido entorno sin lograr destacar en la mayoría de los casos. Esto en gran parte es debido a un entintado oscuro, sobrecargado y de aspecto «grasiento» destinado a homogeneizar el conjunto de la obra y tragarse todo el talento que los artistas colaboradores pudiesen aportar. Este aspecto mejora en momentos concretos, en algunas páginas en las que se adivina el trazo de determinado autor, y sobre todo en el capítulo dedicado a las secuelas de El Día del Juicio. En esta parte, con Rob Liefeld ya fuera de onda, y con uno de los últimos trabajos de Gil Kane en el medio encontramos una serie de relatos breves que, como habíamos dicho, Alan Moore hace funcionar como homenaje al clásico autor pero también y, de manera similar a como hiciese en su etapa en Supreme, como sentida apología a los orígenes del género superheroico.
En definitiva, El Día del Juicio, lamentablemente, sólo podemos calificarla como una obra fallida principalmente por su defectuosa dualidad, es decir, el guión y el dibujo van en todo momento por caminos diferentes y opuestos sin llegar a conectar ni establecer un diálogo común. De esta manera, mientras Alan Moore realiza una velada crítica al mismo cómic de superhéroes y pone de relieve sus excesos y desmanes, resaltando, por otro lado, las bondades del género pre-Watchmen, Rob Liefeld se ve incapaz de entender la ironía y el chiste o, precisamente por entenderlo y verse reflejado en sus características, lo ignora totalmente y decide seguir su intuición para encontrar su propia voz. Este tira y afloja entre ambos autores no consigue encajar las piezas, se adivinan destellos de genialidad e ingenio, obviamente en las ideas y maneras de Alan Moore, aunque también ya recurrentes en su bibliografía noventera y mejor explotadas como discurso en obras posteriores bajo el mencionado sello America´s Best Comics. Pese a todo, El Día del Juicio funciona como curiosidad, posiblemente sea la mejor obra en la que ha tenido oportunidad de trabajar Rob Liefeld, pero más importante, representa el eslabón perdido en la carrera de Alan Moore entre su visión realista del cómic superheroico y su regreso al tono clásico y colorido de la Silver Age.
Enlaces de Interés
Reseñas
Reseña del Capitán Britania de Alan Moore y Alan Davis
Reseña de El Universo DC de Alan Moore con Bill Willingham, Brian Bolland y varios artistas
Reseña de Batman: La Broma Asesina de Alan Moore y Brian Bolland
Reseña de Un Pequeño Asesinato de Alan Moore y Oscar Zárate
Reseña de El Amnios Natal de Alan Moore y Eddie Campbell
Reseña de WildC.A.T.s de Alan Moore, Travis Charest, Jim Lee y otros
Reseña de Tom Strong de Alan Moore y Chris Sprouse
Reseña de Top Ten de Alan Moore, Gene Ha y Zander Cannon
Reseña de Smax el Bárbaro de Alan Moore y Zander Cannon
Reseña de Neonomicon de Alan Moore y Jacen Burrows
Artículos
La Cosa del Pantano: Terror y Lirismo de José Torralba
Promethea: La Experimentación Teórica de José Torralba
V de Vendetta (I): El Hombre de la Sala V de David Fernández y José Torralba
V de Vendetta (II): Anarquía, Justicia y Venganza de David Fernández y José Torralba
«En definitiva, El Día del Juicio, lamentablemente, sólo podemos calificarla como una obra fallida principalmente por su defectuosa dualidad»
Discrepo. A mi me parece un muy buen tebeo, puedes acabar soportando tranquilamente el dibujo. Eso si, desde mi prisma personal, ya que por un lado tengo debilidad por las metahistorias y por el otro me importa mucho más el guión que el dibujo.
«Discrepo. A mi me parece un muy buen tebeo, puedes acabar soportando
tranquilamente el dibujo. Eso si, desde mi prisma personal, ya que por
un lado tengo debilidad por las metahistorias y por el otro me importa
mucho más el guión que el dibujo.»
La metahistoria y metaficción está muy bien pero Alan Moore tiene obras dónde el resultado es mejor, sin ir más lejos Supreme, y el mensaje acaba siendo el mismo, pero que el dibujo vaya por un lado y el guión pida otra cosa para mí se salta las leyes básicas de la narrativa del cómic. Es un desincronización, como cuando ves una película con el audio a destiempo, es molesto, y perjudica el conjunto y para mí este es el caso. Yo puedo abstrarme del dibujo hasta cierto punto pero en un medio como el cómic esto acaba lastrando la impresión final que provoca la obra. Pero, eso sí, El Día del Juicio vale la pena leerlo por las ideas de Alan Moore y por la parte de las secuelas con Gil Kane.
Hombre, Jordi, claro que en otras le queda mejor (Supreme es muy grande), y efectivamente es una pena que el tebeo tenga un dibujo tan molesto, pero no sé, a mi personalmente si me gustó bastante pese a todo.
Nunca he entendido esa idea de dar más importancia al guion que al dibujo o viceversa. La historia se narra con los dos elementos al unísono. Si uno de los dos falla, está mal narrada. No importa lo bueno que sea el guión, si lo dibuja mi primo de 10 años el comic será una castaña (tampoco mucho peor que lo dibujado por Rob!).
Un dibujo lamentable destroza el mejor de los guiones, mientras que un dibujo estupendo es capaz de salvar historias mediocres. Por otro lado un dibujo espectacular que no tenga una historia detrás se queda en una sucesión de posters.
Dicho esto ¿cuanto le pagaron a Alan Moore por aceptar trabajar con Rob!? Y la eterna pregunta que formulo en todos los posts sobre Rob! y que no me canso de repetir. ¿Cómo es posible que un tio con un nivel de dibujo totalmente amateur (siendo buenos) haya llegado a ser, no solo profesional, sino a forrarse dibujando?
Ultrón, no es una idea, es simplemente un gusto personal 🙂 Efectivamente, el cómic es un todo, pero en mi caso particular, un dibujo lamentable no destroza (no completamente, al menos) el mejor de los guiones y un dibujo espectacular no me salva una historia mediocre.
Ultron, yo siempre me he preguntado lo mismo sobre Rob. Incluso cuando se lanzó el X-Force que fué un gran éxito, me extraño que algo con un dibujo tan malo pudiera trinufar, sobre todo cuando los dibujantes del Homage Studio se estaban encargando del resto de series mutantes ofreciendo un nivel gráfico bastante más aceptable. Y lo mismo cuando dió el salto a Image. Para mi siempre ha sido un misterio el éxito de este hombre. Entiendo que lo que pasó entonces pueda ser debido a la locura de los años 90 pero que en DC lo contrataran para encargarse de varias series de nUDC me parece totalmente incomprensible cuando el tiempo se ha encargado de poner a este «artista» en su lugar (es decir, en el paro).
Rob Liefeld es el peor dibujante del comic mainstream con más suerte del mundo. Yo tampoco entenderé nunca como un dibujante tan mediocre ha podido llegar tan lejos….
A ver el secreto de Liefield no es tan secreto: un gran sector del público sólo ve lo «espectacular» del dibujo, los pistolones, los dientes apretados…ni piensan en anatomía, composición, perspectiva…ni les importa. O también pueden ser que vean el verdadero mensaje, el auténtico arte de ROB!
De todas formas, hay otros casos de dibujantes «hot» que sin ser tan sangrantes como ROB! a mi me llama la atención que tengan tanta fama, y causan polémica en esta misma página como por ejemplo (1,2,3, responda otra vez) Leinil Francis Yu.
Para mí, el principal problema de Rob es que le da alergia dibujar fondos y un «ligero» problemilla con las perspectivas. Por lo demás su dibujo tampoco se me hace tan malo, de hecho, yo fui de los que se compraron el tomo de su regreso a X-Force.
Y sin olvidar que parece que todos sus personajes tengan su misma cara…
…O que tengan las extremidades demasiado cortas. O que carezca de sentido de la proporción. O…
Ví este cómic a la venta; y a pesar de esa portada, al ver los nombres de Moore y Kane le eché un ojo… y casi lo pierdo.
Me da igual que sea de Moore (tampoco es una de sus grandes obras, ¿no?. Lo único suyo de esa etapa que leí fue Wildcats…), paso de este tebeo. No puedo con ROB!
Iba a decir que no tengo ninguna «obra» suya, pero no es cierto. Tengo sus Nuevos Mutantes correspondientes a Proyecto Exterminio, el número de X-Force dibujado por Mignola (con dos páginas del ARTISTA), y la joya de la corona… el número 1 del Capitán América de heroes reborn (ese donde Steve Rogers fue sustituido por Pamela Anderson), una verdadera enciclopedia de como no se debe dibujar un cómic. De hecho, estoy tentado de colocarlo junto a El Cómic y el Arte Secuencial de Eisner. Por aquello de los contrastes…
A ver el secreto de Liefield no es tan secreto: un gran sector del
público sólo ve lo “espectacular” del dibujo, los pistolones, los
dientes apretados…ni piensan en anatomía, composición, perspectiva…ni
les importa.
Yo creo eso se podría decir en cierta medida de la mayoría de los dibujantes hot de la generación Image, pero es que para darse cuenta de que el dibujo de Rob! es malo tampoco hace falta mucho. Sus dibujos son feos feos, pero feos, e incluso los pistolones los dibuja todos iguales.
Por cierto, a mí si me gusta Leinil Francis Yu. No tiene ni comparación con Rob! hombre.
Es que si aún dibujase pistolones… Pero ver a tíos duros de los que mean napalm y cagan cemento armados con secadores de pelo…
Ultrón, ni se me ocurriría compararlo, sólo quiero decir que más allá del caso obvio hay otros dibujantes de los que yo no entiendo su fama. Y claro, no hace falta mucho para ver todas las miserias del inefable ROB!, pero creo que salta a la vista que su público no lo ve o no le importa 😉
El tema es que una cosa es que tuviera potra por alguna razón que solo Dios sabe y triunfara en los 90 y otra cosa es que hoy en día le sigan dando series como si fuera una estrella. ¿Será esto como una especie de superstición de los editores esperando que la potra de los 90 se repita en cualquier momento? Total, ya ha quedado claro que su éxito no tiene nada que ver con su talento…
Rob Liefeld, curioso artista, el unico bipedo del mundo con cuatro pies.
Esa es la cuestión ¿de verdad tiene público?
El equilibrio entre dibujo y guión es importante y los grandes autores los saben muy bien. Un ejemplo es Millar que hace que dibujantes espectaculares tapen las carencias de sus guiones. O un caso al contrario, Gaiman parecía escoger dibujantes malos (o de estilo feo) para Sandman (salvo contadas excepciones) y aun así la obra se convirtió en un clásico indiscutible.
En el caso de Liefeld no es que sea malo (que lo es) es que pasa del guión de Moore y estropea todo el comic con sus ideas.
«Esa es la cuestión ¿de verdad tiene público?»
Y tanto. Tú pásate por sus foros y verás. A ver, a mi me gusta Liefeld y reconozco que compro sus cómics (The Infinite, por poner un ejemplo reciente). También te digo que me molesta enórmemente cuando se levanta un día, se cansa de la serie que hace y la abandona sin más. Es una relación de amor-odio.
No sabía que algo como esto existía, realmente es muy escalofriante.
Rob Liefield debería ser el fanzinero definitivo. Un tipo sin talento que, con ganas y constancia, acaba siendo la comidilla por sus excesos gráficos. Si su dibujo estuviera acompañado por, no sé, un talento genial para hacer crítica o parodia de comics de super héroes, sería genial y envidiable. El problema es que no sabe coger el lápiz ni para escribir ni para dibujar.
De todos modos, cuando empezó en sitios como Halcón y Paloma o en algún What If…? si que apuntaba ciertas maneras. De haber evolucionado en algún sentido, podríamos estar hablando de alguien realmente notable y un autor a seguir. El problema es que tuvo éxito cuando empezó a ser vago y a pasar de acabar una viñeta en condiciones.
No sé, yo tengo alguna cosa suya de forma accidental, como sus números de Proyecto X-Terminio, pero admito que me pillé varios de sus Youngblood solo por curiosidad morbosa, que creo es lo que ha hecho que algo como The Infinite haya tenido éxito.
Yo tampoco lo entiendo. Cuando hizo Halcon y Paloma en los 90 (¿o finales de los 80?) sus dibujos todavía tenían sentido, pero todo lo de después es una escalada hacia lo horrible. Siempre he pensado que la llegada de los colores digitales elevó a muchos dibujantes mediocres que encandilaban con los degrades, brillos y texturas de los coloristas (aun hoy son muchos) pero el caso de ROB! es insalvable, su portada de Deathstroke era ridícula, mientras el dibujante anterior se mataba dibujando una armadura llena de detalles, ROB! lo dejo en piyama, le puso un tubo en la mano y eso sería todo. ¿Alguien noto como dibujaba la moto de Lobo? Eran 3 tubos unidos… ¿O sus posturas de anatomía femenina que se están quebrando al espalda como una S?… Leni Yu y Tony Daniel pueden ser criticados (a mi los dos me parecen muy buenos) pero nadie puede compararlos con ROB!… a veces pienso que es el tipo debe ser muy buen amigo o demasiado simpático y convence a los demás que lo dejen participar en el club, o es un super charlatán, pero aún así no entiendo su fama, sus ventas y su reconocimiento. El único valor que le veo es que de verdad se tome en serio su propuesta de dibujar feo a propósito, a la Crumb o a la Bisley o alguien así de alternativo y que desde su «originalidad» sea valorado, pero a mi no me convence mucho para ser sincero.
De verdad que hay comparaciones que son odiosas. Crumb o Bisley son dos dibujantes como la copa de un pino. Que luego gusten más o menos ya es cuestión del gusto de cada uno. Pero lo indiscutible es que ambos poseen una buena base de dibujo y una gran técnica; que su trazo pueda ser feísta, desproporcionado o caricaturesco se debe a que cada uno de ellos ha desarrollado un estilo personal por decisión propia.
En el caso de Liefeld, si alguien le preguntase cómo llegó a desarrollar su estilo contestaría que siguiendo las directrices de los más grandes, como, por ejemplo, Tommy Hilfiger.
Bueno, yo me compré su Halcón y Paloma, todos sus Nuevos Mutantes y X-Force, y entonces me gustaba bastante, la verdad. Eran los tiempos del descubrimiento de las miles de «rayitas», y oye a él se le daba muy bien aquello. Y las figuras megaestilizadas con piernas y brazos extremadamente delgados pero de tornos abultados (estoy pensando en el anual de los Nuevos Mutantes que formaba parte de Atlantis Ataca), pues molaban también. Un tipo de deformación llamativa de la realidad que resultaba muy moderna (aunque ya entonces fuera el hermano pobre de Lee, McFarlane o Portaccio).
En fin, al final terminé por cansarme de su estilo, empecé a darme cuenta de todos sus defectos narrativos, y aparte, él fue a peor, así que hace años que vendí todos esos cómics, pero vaya, que entiendo que pueda gustar porque a mí me gustaba (y fíjate, a día de hoy detestando cualquier estilo mínimamente similar como el de los Daniel, Finch o Yu que habéis mencionado antes).
Retranqueiro, cuando mencione a Crub y Bisley era como ejemplo de artistas que en mi opinión tienen dibujos feos pero que han desarrollado un estilo propio que igual es notable. Y creo que no es el caso de ROB! donde no hay una búsqueda por mejorar o desarrollar un estilo, de hecho es cada vez dibuja más a la rápida, con menos detalles, hace menos fondos, y aplica menos perspectivas.
Este tebeo brinda la respuesta a aquella vieja cuestión de lo que ocurre cuando un guionista imparable se topa con un dibujante inamovible. De acuerdo con la crítica, Jordi. No hay que buscar aquí al mejor Moore (y, aún así, está por encima de muchos).
Para mi, el dibujo se deja leer. La historia es entretenida, aunque seguramente si no fuera de Moore no le hubiese dado una oportunidad…
No es lo peor de Moore, y ya sabemos que «lo peor de Moore es mejor que… bla, bla , bla»,
y tampoco es lo peor dibujado que he leído de él: yo con las historias de Cobweb en Tomorrow Stories (las dibujadas por Melinda Gebbie) sí que no podía… eso sí es horroroso
Otra cosa más; me extraña la publicación de este cómic, cuando estoy harto de ver la edición anterior en las estanterías de las tiendas.
Por formato y tamaño, solo 4€ más vale la pena (mira que yo me lo compré hará menos de un año), pero es que a veces pienso que siempre se publica el mismo material.
El argumento de esta historia es muy bueno y Moore aprovecha para crear nuevos conceptos y diversificar las posibilidades de los personajes de ROB! (Ya se sabe que no hay malos personajes sino malos guionistas etc.) Una pena que se pierda una buena historia en los lápices de Liefeld, pero parece que ha entendido, por algo ha cedido sus personajes para que otros los lleven con interesantes resultados. (Supreme, Glory, Prophet)
Alguna vez me comentaron que un dibujante debía tener al menos alguna de estas características para triunfar en el mundo del cómic: ser buen artista ; ser rápido en los lápices (para cumplir las fechas de entrega); o ser tratable, para llevarse bien con los editores.
Por deducción Rob Liefeld debe ser el tipo más simpático de la tierra: el que cuenta chistes, el que te levanta el ánimo, el que te pregunta por tus problemas y te escucha, etc, etc. etc…
Desde mi punto de vista, el cómic
vale mucho la pena por su ya mencionado valor de puente en la trayectoria de
Moore y, una vez leído, haberme dado cuenta de que ser Alan fue el primero en
desarrollar ideas, conceptos y tramas que luego serían desarrollados (con el
apoyo de unos dibujantes muy superiores o al menos no desaprovechados) por
Warren Ellis (en Planetary) o Morrison (Los Siete enan… digo, Soldados de la
Victoria)Aunque ya sabía por Supreme (tebeo que coleccioné ANTES de la etapa de
Moore. Ni yo sé explicarme ahora el porqué) que el ilustre inglés fue el
primero en introducir el estilo “retro” en los cómics. Respecto a ROB!… qué
se puede decir? Igual no tenía ninguna de las malas intenciones que se le
atribuyen y realmente quiso dibujar la obra porque el guión era de quién era e
incluso puede que intentara aportar lo mejor de sí mismo. El resultado final
hubiera sido el mismo en ambos casos. Se nota la desesperación de Moore en la
cantidad de texto de apoyo que aparece en las primeras páginas, consciente de
que el dibujante no iba a poder describir la escena como él tenía planeado. Si
lo comparamos con las numerosas viñetas “mudas” que aprecen en su mayoría de
obras (Watchmen o From Hell por poner los que segurmaente sean los dos casos
más clásicos) es incluso obvio.