EL EMPERADOR OCÉANO 01: LA HORDA
EL EMPERADOR OCÉANO 02: REENCARNACIÓN
Guión y dibujo: Igor Baranko
Formato: Cartoné
48 páginas (c/u), color
PVP: 13,00 € (c/u)
Gengis Khan, El Emperador Océano, es el motor de esta obra en tres actos del autor ucraniano Igor Baranko, en la que mezcla de forma verosímil un millar de conceptos de lo más incompatibles.
Son tiempos de gran confusión en Rusia; un lunático, desquiciado y delirante dictador gobierna sus tierras, y como buen dictador que es mira antes por sus propios interes que por los de su país, y su principal interés es la inmortalidad. Ivan Apelsinov, el dictador, y antiguo escritor de ciencia ficción, ha llegado a la conclusión de que será el legado mongol el que les lleve a una nueva era, restaurará la Horda de Oro de Gengis Khan para unificar oriente y occidente y se convertirá en la nueva encarnación del Khan. De lo más sencillo. Para ello, lo único que ha de hacer es… em… comerse el cadáver de la última encarnación del mongol. Apelsinov se dedicará a tener visiones a través de sus viajes de «NLSD», mientras sus servicios secretos investigan el posible paradero del próximo manjar del dictador. El destino, sin embargo, no le va a poner las cosas fáciles a ese demente, y entra en escena Djokhar, el último checheno, quien parece ser que el mundo lo ha creado para ser su opuesto, y ha venido para equilibrar las cosas. Así, la historia se desarrolla a base de búsquedas: los agentes del dictador y su investigación, el viaje del checheno buscando la «Ichkeria Celeste» (Chechenia Celeste, en la lengua chechena), a la vez que vamos viendo los delirios de Apelsinov buscando su destino, contrastando con el periplo espiritual de una creyente del Khan buscando su lugar en el gran esquema del mundo.
Baranko crea y recrea con soltura una serie de mitos bien arraigados en la cultura de los países del este, haciéndolos encajar en la caricatura futurista de lo que podrían ser esas tierras dentro de unos años, y aún se atreve a combinarlos con las creencias mongolas, Gengis Khan, clones de míticos políticos como Isaac Newton, Abraham Lincoln, Marx o César (que protagonizan un par de chistes con muy mala idea), ovnis, y revelaciones religiosas. ¿Cómo se hace esto sin convertirse en un infumable refrito? Pues disfrutando con lo que se hace. Se nota que el autor se toma en serio a sí mismo solamente cuando es necesario hacerlo, poniendo en boca del checheno las ideas más atractivas y en las visiones de la joven descendiente del mongol los conceptos más altruístas, y luego sutilmente hace un juego de manos, dándonos algunos irónicos discursos políticos (el dictador tiene mucha mucha coña), e incluso cuando Djokhar habla lo hace con unos aires de delirio que a uno le hacen dudar de lado de qué personaje ponerse.
El fervor religioso del checheno, quien no tiene ningún apego por la vida propia o ajena, tiene su origen, como no podría ser de otra forma, en la pérdida causada por las guerras entre pueblos. Djokhar y sus compañeros participan en una ritual desesperado del que él sale con una revelación que le señala un camino a seguir… Precisamente lo vemos en el segundo tomo, cuando Baranko, después de habernos situado en el primer tomo, desarrolla rápidamente la acción, explicándonos las implicaciones de la reencarnación, los detalles de la muerte del Khan (que tendrá más peso argumental de lo que parece), y revelando que el aciago destino del dictador estará determinado por una pluma y tinta.
En el tomo final confluyen todas las tramas, a las puertas de la tumba del alma de Gengis Khan, y justo ahí es donde nos quedamos al final del segundo tomo. El Emperador Océano es una lectura muy divertida y amena, con profundidad y delirios propios de Grant Morrison en un día sereno, ciencia ficción y reencarnaciones… Si el final mantiene el nivel, estaré más que satisfecho.