Edición original: Tueur de Cafards (Casterman, 1984).
Edición nacional/ España: El exterminador de cucarachas (Norma, 1991).
Guión: Benjamin Legrand.
Dibujo: Jacques Tardi.
Color: Bitono.
Formato: Álbum rústica 64 págs.
Precio: 975 pts.
El francés Jacques Tardi frecuenta poco esta página a pesar de ser considerado, con toda justicia, un clásico vivo gracias a su adorable creación Adele Blanc-Sec (que cuenta incluso con versión cinematográfica) y a sus personales incursiones en el género bélico, revisitando la primera guerra mundial en la que combatió su abuelo (La guerra de las trincheras, ¡Puta guerra!), y en el noir, a menudo adaptando historias de otros (Griffu, Balada de la Costa Oeste o La loca del laberinto, con guiones de Jean-Patrick Manchette; la serie del inspector Nestor Burma –Niebla en el puente de Tolbiac, Calle de la Estación 120, Reyerta en la feria, etc.- según las novelas de Léo Malet). El exterminador de cucarachas, escrita por Benjamin Legrand y publicada en la revista (À Suivre) nº 61 a 65, se adscribe a este último apartado: una fabulación negrísima con muerte, conspiración y un triste cabeza de turco.
«La vida de Walter Eisenhower era de lo más banal hasta que por equivocación pulsó el botón del 13º piso, sabiendo que es algo que no existe en Nueva York, y fue a descubrir una organización que planea asesinatos para manejar en su provecho los hilos de la política.»
[Extraído de la contraportada]
Tardi y Legrand construyen un mundo enigmático cruzado de angustia y paranoia donde crímenes vulgares y sorprendentes magnicidios son ora estudiadas patrañas ora maquinaciones sutiles, cuando no ambas cosas a un tiempo, muy al pulso de la época que vio nacer V de Vendetta, Watchmen o S.O.S. Felicidad, sin haberse apagado aún los recelos de la guerra fría y sus parábolas de dominación, con ecos orwellianos, conviviendo con la parafernalia del espionaje puesta de moda por el agente 007 (no en vano a uno de los personajes lo apodan «James Bond») y -tal vez menos evidente y, sin embargo, más al caso- El mensajero del miedo (John Frankenheimer, 1962) con sus organizaciones fantasma infiltradas hasta el tuétano de la sociedad. Resaltémoslo: Walter, un inmigrante alemán dado por muerto poco después de nacer, se amolda, con su trabajo corriente y aspecto anodino actuales, a la insidiosa mentalidad que sospecha atentados de «falsa bandera» tras cualquier suceso drástico.
Tardi aborda El exterminador de cucarachas en 1983, en un período concreto de su trayectoria (en 1979 había escrito y dibujado una historieta de ocho páginas titulada Manhattan, posteriormente publicada en el RAW de Art Spiegelman) en que florecen sus afinidades norteamericanas en temáticas, escenarios y gentes; potenciadas por el cine del director Martin Scorsese, entonces en su apogeo con cintas como Malas Calles (Mean Streets, 1973), Taxi Driver (ídem, 1976) o Toro Salvaje (Ranging Bull, 1980), que se aproximaban en tonos realistas a las luces y sombras de una ciudad mítica: Nueva York. Tal emplazamiento, en sus ambientes más mórbidos y opresivos, eligen Tardi y Legrand para dejar suelta a su criatura. El dibujante se documenta exhaustivamente para recrearla en un sucio blanco y negro, matizado por densas tramas de grises y el destello ofensivo del rojo de la compañía Blitz, cuyo uniforme viste Walter, cuya furgoneta conduce Walter. El Nueva York de Tardi, lleno de lugares que se sienten reales, resulta, paradójicamente, distinto de las agobiantes masas de cemento y cristal de los ilustradores USA debido, sobre todo, al contraste en el uso del espacio: el galo no puede evitar alejar el ángulo de visión en las panorámicas que son tan propias de los álbumes europeos y que se antojarán fotos de turista al habitante de la ciudad de los rascacielos.
Tardi, que no elude la violencia (con un interesante tratamiento sincopado en la pág.37, por ejemplo, que estiliza con los recursos del cómic lo que sería una cámara lenta en el cine), se muestra particularmente convincente en elementos gráficos de corte psicológico, como el vigoroso sueño pop de las págs 31-32 en el que Walter descarga su frustración convertido en un rabioso superhéroe o en las numerosas viñetas que inciden en la impasividad de los rostros, modificados apenas con algún ingrediente (un cigarrillo, unas gotas de sudor), que lleva al virtuosismo simétrico en las págs. 41 y 43. También hay sitio para el homenaje: vemos sin dificultad a Alack Sinner -el genial detective obra de los argentinos José Muñoz y Carlos Sampayo– bajando del Metro en la pág.19. Legrand, por su lado, confía sus armas al agobiante gorgojeo intelectual de Walter, que cumple su función, indudablemente; por desgracia, la misma confusión parece presidir la trama, que se desangra en afluentes discutibles -como la seducción de la hermana de Luis- que acaban por restarle potencial. Tal vez el escritor se envanezca de ser más listo que sus lectores, pecadillo que le lleva a ser más críptico de lo necesario (por ejemplo, en las partes en prosa o en alusiones veladas a personajes reales como John Lennon) y a metáforas (el propio título) menos originales de lo que se presume.
Los años han pasado por El exterminador de cucarachas, publicado en el nº 20 de la colección El Muro de Norma Editorial en 1991. A veces para bien, como muestran las lúcidas reflexiones sobre los mecanismos del poder en la sombra, anticipadas a su tiempo; otras para mal, destapando las imprecisiones de su ritmo y sus tentaciones de rimbombancia. En cualquier caso, una propuesta visionaria de uno de los autores clave en el panorama actual.
Edición original: Tueur de Cafards (Casterman, 1984). Edición nacional/ España: El exterminador de cucarachas (Norma, 1991). Guión: Benjamin Legrand. Dibujo: Jacques Tardi. Color: Bitono. Formato: Álbum rústica 64 págs. Precio: 975 pts. El francés Jacques Tardi frecuenta poco esta página a pesar de ser considerado, con toda justicia,…
El exterminador de cucarachas
El exterminador de cucarachas
2015-10-05
Javier Agrafojo
Guion - 6
Dibujo - 8
Interés - 7
Vosotros puntuáis: 6.6 ( 4 votos)
vale que interesante esta esto!!
Para mi el mejor comic que jamas ha existido es el de fabulas panicas del señor Alejandro Jodorwsky, dibujado por el maestro Moebius
Estaba muy bien, cierto, y hace años que está inencontrable, siquiera de 2ª mano, pero Moebius no tenía relación con ello, que recuerde. Era Jodorowsky en plan «Juan Palomo».