El Futuro de Logan

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Con paso firme e inexorable se acerca la fecha de estreno de la que se ha publicitado como última película de Lobezno (Wolverine) protagonizada por Hugh Jackman. Logan es el nombre de la misma, dirigida por el artífice de Lobezno Inmortal, James Mangold, y de la que ya circula por la red, sin restricciones, el tráiler final, para hacernos idea aproximada de los derroteros que han adoptado los implicados en el desarrollo de la cinta. La sinopsis oficial nos habla de un futuro cercano, el año 2029, aunque por el tono y el ambiente de lo expuesto se torna algo apocalíptico. Y es que los mutantes ya no están unidos; el Homo Superior ha visto reducidos sus efectivos y los X-Men han separado sus destinos. De aquellos solo tenemos constancia de un Logan con carencias en su factor curativo y visiblemente envejecido, cuidando de Charles Xavier (con la reconocible cara de Patrick Stewart), convaleciente de una todavía no aclarada enfermedad. Pronto, ambos deberán abandonar su cómodo retiro pues una joven llamada Laura (sin dudas, alter ego de X-23) requiere su ayuda. Charles y el canadiense pondrán todos sus empeños en que la muchacha pueda optar a un futuro más dichoso del que ellos han disfrutado. Un ambiente crepuscular, con peligros que asolan a los hijos del átomo, y el postrero baile de Jackman con el personaje son las principales cartas de presentación ante la enésima representación de Wolverine en el cine.

Ya hemos visto los dos conceptos que nos va a llevar a hilar este artículo. Por un lado, el mutante de las garras de adamantium, como protagonista absoluto; y por otro, los posibles futuros en lo que se ha representado al bueno de Logan en el mundo del cómic. Como hemos hecho previamente con el tema de los orígenes, nos disponemos a ahondar en la larga trayectoria editorial del viejo Lobezno para otear posibilidades, atisbos de porvenires, pues somos conscientes de que el futuro no está escrito. Es curioso cómo se ha trasteado su pasado, llegando a retorcer sus esencias, y no se ha trabajado tanto como debiera en sus tiempos venideros. La ausencia del concepto “Otros Mundos” en la Casa de las Ideas, que daría mucho juego en este aspecto, y que la mayoría de realidades alternativas son básicamente en tiempos pretéritos o actuales, nos dejan una incidencia menor de la esperada. Aun así, se pueden consignar un buen puñado de historias de las que puede que hayan cogido prestadas los guionistas ciertas ideas a plasmar en el film. Este hecho, hasta que la película no se sea estrenada, se queda en una simple conjetura. Nosotros nos disponemos a subir a nuestro DeLorean particular, esperando que el viaje sea de su agrado.

El Futuro, visto desde la perspectiva del Pasado

Es obligado comenzar por la trama que lo cambió todo. Aquella que estableció las reglas de los viajes temporales en Marvel y que ha quedado grabada de forma indeleble en todo buen aficionado. Hablamos de “Días del Futuro Pasado”, la inmortal saga materializada por el imbatible dúo formado por Chris Claremont y John Byrne. Pongamos un poco de contexto al asunto.

Los mutantes fue una de tantas producciones creadas por Stan Lee y Jack Kirby. Seres dotados de increíbles habilidades de forma innata, el siguiente paso en la evolución humana. En la serie regular X-Men se exploró la vida y milagros de algunos de estos prodigios, unos muchachos tutelados por el Profesor Charles Xavier, con el sueño de la convivencia pacífica entre el Homo Sapiens y el Homo Superior. Los sesenta no fue el momento para estos caracteres ya que se trató de una de las colecciones menos agraciadas con el favor del fandom. Pese a su cancelación en diciembre del año 69, se mantuvo en el candelero el tiempo suficiente para que se pensara en recuperar algunos años más tarde. Eso sí, el concepto de escuela para jóvenes mutantes fue desechado del todo. Un nuevo grupo proactivo, creado ex profeso o recuperado de otras colecciones, venía con fuerza para afrontar los peligros que tenían en nómina los portadores del Gen X. De aquel relanzamiento, formalizado en el mítico Giant Size X Men#1, se iba a encargar una de las piezas claves del Bullpen marvelita de la época, el guionista Len Wein, acompañado de un recién incorporado a la editorial al dibujo, Dave Cokrum. La providencia o la suerte quiso que Wein fuese ascendido a Director Editorial, puesto que no le dejaba espacio para desarrollar guiones, por lo que cedió las riendas de la Patrulla X a su ayudante, Chris Claremont. El nuevo escritor enseguida supo desentenderse de la herencia recibida e imprimirle su sello personal. Claremont y Cockrum fueron pasito a pasito construyendo todo el nuevo cosmos mutante.

A la altura de 1977, Archie Goodwin, a la sazón Editor Jefe, decide darle un empujón al título, que no estaba del todo boyante en cuanto a ventas. De la periodicidad bimestral se decreta que se convierta en una cabecera mensual. Aquello terminó por mermar la implicación de Cokrum, que ya llevaba una temporada de capa caída en la serie (Claremont le regaló la trama Shi’ar para intentar contentar sus intereses en diseñar naves y extraños personajes siderales). No se veía capaz de aguantar el ritmo por lo que comunicó que abandonaba. Goodwin giró hacía un joven dibujante canadiense que ya había trabajado previamente con el guionista en Puño de Hierro. John Byrne es el nombre del artista y este aceptó encantado el envite. El editor jefe también reclutó a Terry Austin para las tintas, lo que terminaba por conformar un equipo de lujo, que dejará grandes momentos para el recuerdo.

Precisamente, en estos X-Men se había incluido a un caracter creado por Wein para una aventura del Increíble Hulk en tierras canadienses. Arma X, como primero sería identificado, o Wolverine (Lobezno en nuestra piel de toro) fue miembro fundacional de la Segunda Génesis y ni su creador sabía muy bien qué hacer con él. Se planteó incluso presentar su origen como una especie de animal evolucionado, aunque esa idea al final quedó desechada. Ni Claremont ni Cokrum prestaron mucha atención a su desarrollo, pues sus preferencias se centraban en otros integrantes del plantel. El bueno de Chris, en ese nivel de desidia, llegó a barajar su muerte como llamada de atención a una serie que tampoco es que fuera despuntando en ventas. La llegada de Byrne fue todo un revulsivo para el mutante de las garras de adamantium, pues el dibujante sí tenía especial interés en su compatriota. Desde su primera aparición, el personaje caló en John Byrne, muy probablemente por el tema de los lazos geográficos. Antes de su primer desenmascaramiento oficial, a cargo de Dave Cockrum, había presentado un proyecto de cara para Wolverine. Como ya hemos dicho, fue Dave el que se llevó el gato al agua, aunque la versión Byrne terminó por dar lugar a Dientes de Sable en la serie de Iron Fist. Hasta ese punto llegaba su entusiasmo por Logan (solo Logan, no disponíamos de más información). El tándem Claremont-Byrne, trabajando codo con codo (de forma amigable al principio pues los egos de ambos pronto provocarían roces), consiguieron elevar la calidad de las historias, atrayendo al público de forma efectiva, a la vez que colocaban a Lobezno en primera plana del interés general. Su infiltración en el Club del Fuego Infernal o su tutelaje del más joven miembro de la familia, la pequeña Kitty Pride, refuerzan esa idea.

Con la colección en franco crecimiento y seguros del trabajo bien hecho, el equipo creativo planteó previsiones a largo plazo. En X-Men#141 se da inicio a una trama ciertamente especial. Para empezar, Ferrán Delgado en su imprescindible revista Plot 2.0#8, dedicada en exclusiva a esta historia, nos ha descubierto de forma reciente que fue pensada como parte del proyecto “Novelas Gráficas Marvel”. Jim Shooter buscaba innovar con nuevos formatos desde su entrada como máximo mandatario editorial. El estilo álbum europeo, con tapas duras y tramas con su principio, nudo y desenlace, fue un proyecto largamente acariciado por el editor. Se sabe que reunió a toda la redacción e instó a que se presentasen variados proyectos para la futura línea. Claremont y Byrne aportaron las bases de lo que luego se conocerá como “Días del Futuro Pasado” pero las intenciones de Shooter parecían no llegar a buen puerto, lo que terminó por alargar la situación en demasía. Ahora sabemos que “La Muerte del Capitán Marvel” fue la primera de una larga lista y que la historia de los mutantes en un futuro distópico fue buscando acomodo de diversas maneras. La editora Louise Simonson llegó a barajar publicarla en un anual, aunque al final se optó por separarla en dos partes y que viera la luz en la cabecera regular. Nos encontramos en enero de 1981 (fecha de portada).

Puede parecer hasta obvio que los autores buscarán rizar el rizo en el crescendo de intensidad que estaba marcado a los X-Men bajo su batuta. El punto de inflexión había sido la muerte de Jean Grey, no planeada en un principio, pero ya asumida a estas alturas. ¿Cómo se podía superar el hecho de acabar con la vida de uno de los personajes claves del organigrama X? Pues la respuesta apareció de forma sencilla, matarlos a todos. Esto en la continuidad tradicional era un imposible, cavar tu propia tumba en el medio, pero había resortes para hacerla creíble si se ubicaba en el futuro y además establecer así un nuevo panorama de posibilidades. Claremont ha señalado en introducciones a esta obra que la cercanía a la fecha de 1984, que sirvió de inspiración a George Orwell para dar salida a uno de los clásicos de la literatura universal, empujó al tándem creativo a este relato de corte futurista, como homenaje indirecto. Sin embargo, Ferrán Delgado, en la ya citada Plot 2.0, nos saca algunas referencias directas. Por parte de Byrne, su pasión por Doctor Who y en concreto uno de sus capítulos, titulado “El Día de los Daleks”. En el caso de Claremont, “Órbita Inestable” de John Brunner, una novela de ciencia ficción ambientada en el próximo 2014 (recordamos que fue publicada en 1969) donde en los EEUU se vivía un clima de segregación extrema. Sean cuales fueran sus influencias, las intenciones parecen bien claras, un panorama desolador para los Hijos del Átomo. Y la solución para salir del atolladero no será nada sencilla.

Comenzamos la historia en pleno paisaje apocalíptico. Una Kate Pride madura nos sirve de hilo conductor a la trama. En estos días tan nefastos, unos pocos hijos del átomo se mantienen con vida ya que un desdichado evento del pasado encendió la mecha de la histeria anti-mutante. El mundo se pobló de poderosos Centinelas, que dieron caza a gran cantidad de portadores del Gen X, y los pocos que han logrado escapar permanecen encerrados en una suerte de campos de concentración. Conocidos nuestros podemos nombrar al sempiterno Lobezno, acompañado de Magneto, Coloso, Tormenta y el hijo mayor de los Richards, Franklin. Aquí Logan, dibujado por un John Byrne en estado de gracia, nos regala una de esas imágenes icónicas, con unas visibles canas en su característico peinado y un look casual con chaqueta marrón inclusive que nos permite reconocer esa pose en cada homenaje y recreación que se ha hecho a posteriori. Como casi siempre, Wolverine es un alma más bien libre, a su aire, unido por lazos de fuerte amistad con la señora Pride, casada en estos momentos con Peter Rasputín. Al identificar la raíz del problema, los X-Men futuristas deciden que la mejor forma de evitar este presente es viajar al pasado. Se hace vía telepática; la mente de la adulta Kate es traslada al cuerpo de una joven Kitty, todavía una principiante en esto de los superhéroes.

Así, poco a poco, va tomando forma el esquema de la historia. Por un lado, Kate, en el cuerpo de Kitty, trata de advertir a la Patrulla X de los años 80 de que el próximo asesinato del Senador Kelly por parte de la Hermandad de Mutantes Diabólicos va a desencadenar terribles consecuencias. Por otro, en el futuro los miembros de la resistencia mutante continúan su lucha contra el mundo que los condena y sus robóticos asesinos, los impresionantes Centinelas. Son estas planchas las que captan la atención del lector, los sucesivos caídos por la causa mutante, uno a uno, dejando un panorama si cabe más aterrador, pese a que somos conscientes de que la verdadera batalla se libra en el momento actual, pues si la Patrulla consigue evitar el objetivo de la Hermandad, esa línea temporal habrá quedado borrada… o por lo menos desplazada del eje principal. No podemos obviar la impactante imagen de la muerte de ese Logan del futuro, prácticamente desintegrado a manos de un Centinela. Otra estampa icónica y mítica a más no poder, cortesía de nuevo de unos pletóricos John Byrne y Terry Austin.

X-Men#141 y #142 marcaron un antes y un después en muchos aspectos. Abrieron las puertas a los viajes temporales, a crear líneas de tiempo según la ocasión. Ha sido homenajeada, copiada o saqueada en múltiples ocasiones desde entonces, prueba de que Claremont, Byrne y Austin consiguieron el objetivo de aquel momento, seguir aumentando la leyenda de una serie que comenzó sin entusiasmar y acabó siendo un fenómeno sin parangón. Huelga decir que ha sido el leit motiv principal de una de las últimas producciones FOX en la pantalla grande, con título homónimo, sustituyendo el viaje mental de Pride por el del mismísimo Wolverine, y la Hermandad por una Mística en solitario, por su cuenta y riesgo, tratando de asesinar a Bolivar Trask (no a Robert Kelly). El propio Claremont, a punto de abandonar el barco Marvel tras dieciséis gloriosos años al frente de los hombres y mujeres X, se atrevió a embarcarse como co-guionista en una serie de anuales que acabaron por conformar “Días del Futuro Presente”, donde mutantes y 4 Fantásticos retornaban a este statu quo. El caso es que se demuestra por activa y por pasiva que su interés ha pervivido hasta llegar a tiempos presentes.

Antes de despedir este punto, permitan que vuelva a recomendar a todos los interesados en “Days of Future Past” la excelente Plot 2.0 #8, donde Ferrán Delgado aporta importantes revelaciones acerca del inmortal ciclo argumental, con exposición minuciosa de guiones y una intrahistoria de lo más suculenta. Todo un lujo contar en el mercado español con una publicación como esta. Y es que, aun pasen muchos años, muchos más, seguiremos hablando de esta historia, como si fuera el primer día.

Bienvenidos al mañana

Los X-Men pasaron de ser una de las formaciones menos apreciadas a ser avanzadilla en la editorial Marvel. Desde finales de los setenta hasta la práctica entrada de los 2000, fueron cabeza de cartel y principal reclamo para el grueso de los seguidores marvelitas. Aun así, no se podía esconder que la franquicia mutante llegó a pasar por un bache realmente pronunciado. Los noventa fueron bastante nocivos en materia creativa, aunque se mantenían fuertes a nivel de ventas. Una inercia que no iba a durar para siempre. Bob Harras, entonces mandamás en el Bullpen, pensó que todas esas posibles reticencias creativas serían dadas de lado cuando entregara los mandos de la Patrulla X a un retornado de su exilio Chris Claremont, que continuó de manera redundante en los mismos errores que estaban lastrando toda una producción de tebeos. Nadie parecía darse cuenta, hasta la llegada de la película X-Men, de Brian Synger. Un éxito insospechado en la pantalla grande que hizo que el presidente de la entidad, Bill Jemas, mirara de cerca a ver como estaba estructurada la franquicia. Y claro, lo que vio no le gusto. Era momento para una revolución, una que a largo plazo supusiese un cambio radical en la forma como se estaba gestionando la Casa de las Ideas. El resultado fue la Neomarvel presidida por Joe Quesada. Una época de esperanza se abría en el horizonte.

Quesada tenía experiencia en materia de gestión pues desde los noventa estaba al mando de una pequeña editorial, Event Comics, y también tuvo libertad total cuando instruyó el subsello Marvel Knights dentro del organigrama de la compañía. El bueno de Joe buscó savia nueva para reciclar a los distintos iconos y para los X-Men fijó su vista en el talento del escocés Grant Morrison. Éste se declara fan irredento de la primigenia etapa de Chris Claremont y John Byrne, y estipula como condición sine qua non que es necesario una absoluta renovación de los conceptos principales. Así pues, tomando nota del éxito cinematográfico, lo que supuso unas vestimentas alejadas de la imagen tradicional, junto con una visión revisionista de nociones como la Escuela Xavier, Genosha o Arma X, a lo que hay que añadir el lavado de cara a personajes como Magneto o el Fénix, se ponía en marcha un proyecto que iba a suponer la esperada revolución. Pero Morrison no solo vivió de las rentas del pasado; también tuvo el suficiente talento para sembrar tal cantidad de nuevas ideas que podían haber servido para rellenar montones de páginas a partir de su salida: Cassandra Nova, todo un renovado plantel de estudiantes, el barrio mutante o Sublime. La aportación del escocés se puede considerar como una de las más necesarias que se recuerdan. La Patrulla X estaba herida prácticamente de muerte y la irrupción de Grant y asociados (una pléyade de dibujantes que incluye a Frank Quietly, Ethan van Sciver, Igor Kordey o Phil Jimenez, por nombrar a los más relevantes) supuso un soplo de aire tan fresco que la ha convertido en referente contemporáneo para los hijos del átomo. Cualquier serie que despunte en tiempos recientes es indefectiblemente comparada con los New X-Men de Morrison. Y pocas resisten la comparativa.

A pesar de su necesaria aparición y del bien que supuso para la franquicia, es indudable que la etapa adolece de defectos, centrados en mayor medida en el aspecto gráfico (culpa de un Morrison que entregaba en ocasiones los guiones con exasperante retraso) y una progresiva pérdida de rumbo en las tramas de cara al fin de su etapa. El escocés no se llegó a encontrar cómodo en su estancia en Marvel, tal y como dejó patente en su libro Supergods. Prueba de ese desdén hacia la editorial que entonces le pagaba es que hizo público su abandono antes incluso de hablar en privado con un enfadado Quesada, su auténtico valedor. De todos modos, Grant Morrison cumplió con el cometido de cerrar su etapa, como buen profesional. Con ese fin, trazó una saga de cuatro números, acompañado al dibujo por Marc Silvestri, donde observamos el futuro de los X-Men y su apocalíptico panorama. Por descontado, Lobezno tendrá un papel capital en la obra.

Para su testamento en la franquicia, Morrison se rodeó de algunos de sus elementos preferidos, básicamente perfilados por él o creados para la ocasión. Así tenemos la presentación de Tom Skylark y su obediente Centinela, Rover, 150 años después de los principales acontecimientos acecidos en New X-Men. El mundo está dominado por una versión maligna de la Bestia, en realidad, Sublime, la entidad bacteriológica en abierta confrontación con los mutantes. El joven Tom está en posesión de un objeto que el antiguo Hank McCoy desea a toda costa, un huevo Fénix. Tras perecer sus compañeros de armas en las islas de Intereuropa, decide poner rumbo a lo que se conoce como el Instituto, uno de los últimos reductos de mutantes que quedan en el mundo. Antigua base de la Escuela Xavier, solo quedan unas pocas caras conocidas: las tres Hermanas Cuco, EVA (parte emancipada de Fantomex), Cassandra Nova, Pico y nuestro Wolverine. Eso sí, a pesar de haber discurrido algo más de una centuria se le muestra con un aspecto lozano a más no poder, al estilo Silvestri. Las intenciones de Skylark es que la Patrulla X le preste ayuda en su misión de mantener a buen recaudo el dichoso huevo del Fénix. Porque en ese pequeño detalle está la clave de la supervivencia, para unos o para otros.

Se puede considerar esta historia como la culminación de la visión del escocés respecto a la grandeza de algo tan inabarcable y sugerente como el Fénix. Ya nos había narrado una muerte de Jean Grey, como parte del plan de Sublime. Ahora tocaba afrontar su ciclo de resurrección. Para tamaño envite monta una saga apocalíptica a más no poder y deja a Logan la papeleta final de afrontar la lucha contra una Jean Grey renacida, más Fénix que nunca. El fuerte vínculo entre ambos permite que Jean pueda observar de cerca la verdad, negada por esta versión de la Bestia pasada por el filtro Sublime. Colofón para un recorrido muy importante en los X-Men, no tan redondo como era deseable, pero que nos deja otra estimable visión de un Lobezno futurista.

Este es el fin, el solitario fin

De forma casi paralela a la etapa Morrison en los mutantes, surgieron algunos proyectos adyacentes de los que alguno es interesante para nuestra narración. La franquicia mutante es algo tan grande que hay lugar para distintos acercamientos, en manos de variados creadores. Paul Jenkins, el autor que había descubierto al mundo los verdaderos orígenes de Logan, se enfrenta a un reto significativo, narrar un final a la altura para el personaje. No es un capricho del guionista inglés, sino que se enmarca dentro de los ciclos conocidos como “The End”, narraciones que debían mostrar los últimos días de los iconos Marvel. La fecha de inicio de esta iniciativa se ha localizado en 2002, con Peter David y su particular visión de la caída de Hulk, y hemos podido observar cómo se fueron desarrollando distintos proyectos a lo largo de todos estos años, llegando incluso a fechas recientes con el acercamiento al final de Daredevil por parte de Brian Michael Bendis y Klaus Janson. Es curioso como David figura como adalid de estos “últimos días” pues en los años noventa se prodigó en narrar futuros en distintas cabeceras, ya fueran oficiales, como la línea 2099, o ya fueran novedosas tramas puestas en contexto como la legendaria Futuro Imperfecto, con la impagable versión futurista del Dr. Banner, el temible Maestro. Pero si hay una piedra de toque que se considera como origen de la iniciativa es su “Última Historia de los Vengadores”. Un argumento que dejaba abocado al grupo Marvel por excelencia a una desaparición inexorable. Un futuro crepuscular donde unos devaluados héroes todavía tendrán una definitiva oportunidad para salvar la papeleta. No hay duda de que, tal y como está planteada, se le puede considerar el molde maestro de todo lo que vendrá después.

A la altura de 2004 se ponen en marcha dos proyectos de este corte con protagonismo de Lobezno: uno exclusivo, guionizado por Jenkins y dibujado por Claudio Castellini; otro coral, con protagonismo de los X-Men al completo, a cargo de Chris Claremont y Sean Chen. El Patriarca Mutante había recobrado el control de sus queridos personajes en una segunda venida menos provechosa de lo esperado. Aun así, el todopoderoso entonces Joe Quesada, no dudaba en ofrecerle encargos suculentos, como narrar el fin de la Patrulla X. De los tres volúmenes de X-Men: The End no vamos a hablar pues, a pesar de contar con el mutante de las garras de adamantium en ellos, la acción se sitúa en tiempo presente. Sin embargo, en Wolverine: The End si tenemos un salto importante en el tiempo, lo que nos lleva a detenernos más sosegadamente.

El argumento nos presenta a un envejecido Logan, en un futuro indeterminado, retirado en los bosques de Canadá. La sensación de hacerse viejo pesa como una losa y es consciente de que el mundo que se articula a su alrededor ya no es el mismo. Sus amigos no están y, a la vez, sus enemigos van cayendo. Pocos alicientes quedan para el buen Lobezno. Pronto vendrá alguien de su pasado para recordar al viejo Logan que todavía quedan motivos por los que luchar. En los seis números que dura la serie tenemos un buen puñado de elementos reconocidos o apuntados del entorno habitual del mutante canadiense: su pertenencia a la Patrulla X, el proyecto Arma X, Japón y su influencia, enemigos como Dientes de Sable….Todo ello tramado por un Jenkins que vuelve a utilizar un manido recurso que le fue bien en su mini serie de orígenes. Y es que las dos obras guardan más relación de lo que aparentan. Ambas son retratos con un fuerte trasfondo familiar y ambas basan su impacto en un poderoso giro, en una vuelta de tuerca que muestra al lector aspectos desconocidos del personaje. En este caso, el descubrimiento de un carácter llamado White Ghost (Fantasma Blanco), y su, hasta ahora, ignota relación con Logan.

Es necesario bucear en los inicios de la vida del personaje para saber el porqué de este White Ghost, auténtico hilo conductor de toda la mini serie. Es preceptivo un retorno a la antigua Mansión Howlett, pues es obligado repasar el árbol familiar para revelar la tostada y de paso avisar a todo aquel que no sea familiar con la obra que vienen spoilers, y de los gordos. Avisados quedan. Recordamos que nuestro Lobezno creció como el enfermizo James. Hijo de John y Elisabeth, nació y desarrolló sus primeros estadios en la Columbia británica (Canadá), en un entorno en apariencia bucólico. Pues resulta que James no fue el primer hijo de la familia; un primigenio vástago llamado John tuvo ese honor. Y miren ustedes por donde que también posee la habilidad mutante de regenerarse y unas bonitas garras como atrezzo. Es decir, muy parecido a la imagen habitual de su hermano. El joven John Jr. tuvo la mala suerte de observar en directo la relación adúltera entre su madre y el jardinero Tom Logan, lo que dio como resultado la primera salida de garras, provocando un grave incidente familiar. Para evitar el escándalo, John hijo fue puesto a buen recaudo, intentando curar aquello que se consideraba un mal, y borrado de los registros familiares. Por eso, hasta ahora no teníamos consciencia de su existencia. Abandonado a su suerte desde que el último Howlett oficial murió, el Fantasma Blanco ha ido albergando un odio insano hacia su familia, a la que incluso planeó matar, solo que los tristes acontecimientos de una aciaga noche se le adelantaron. Su sorpresa es mayúscula cuando descubre que, después de tantos años, su hermano todavía continúa con vida. El enfrentamiento no se va a hacer esperar.

Como se puede apreciar, ambiente crepuscular, Lobezno envejecido, con pérdida de capacidades y un pasado que siempre vuelve para atormentar al canadiense son los ejes sobre los que se vertebra el guion de Paul Jenkins. Junto con sus Orígenes, forma un díptico muy especial, pues configura el árbol familiar de un personaje sobre el que durante muchos años apenas obteníamos información, y con cuentagotas. A destacar también el arte de Claudio Castellini, un artista preciosista y minucioso como pocos, lo que otorga a la mini un plus extra de calidad.

Ultimate Wolverine. Posibilidad de futuro

Vamos a desviarnos un poco de nuestro camino habitual, hasta ahora la antaño conocida como Tierra 616, y vamos a prestar atención al extinto Universo Ultimate, donde podemos recuperar una trama con importancia de un Lobezno futurista. La Tierra 1610 surgió como un soplo de aire fresco para atraer nuevos lectores que no se vieran impedidos por la continuidad de tantos años en los cómics Marvel. Un reactualización de los principales espadas de la editorial, no sujetos a los convencionalismos, y dispuestos traspasar cualquier línea roja hasta ahora estipulada. Las versiones definitivas de Spider-man, X-Men, 4F o Vengadores (conocidos en esta línea como simplemente The Ultimates) comenzaron a deslumbrar con aventuras de corte moderno y arriesgado; las ventas respondieron a los nuevos estímulos.

Tras varios años en el candelero, los Ultimate X-Men eran fijos en la parrilla de publicación. En esta realidad, los mutantes no eran el siguiente paso evolutivo sino que eran fruto de experimentos científicos secretos, por parte de los propios humanos. Lobezno fue uno de los protagonistas esenciales de la cabecera. Desde su primera aparición, donde se nos presentaba como un asesino al servicio de Magneto, ha seguido una evolución en la que variados autores ponían el granito de arena para readaptar y actualizar gran parte de su mitología. A la altura de 2006 el equipo creativo al mando era el formado por el guionista Robert Kirkman junto a los dibujantes Ben Oliver y Yanick Paquette. Kirkman, el creador de Invencible y The Walking Dead, pasó una temporada trabajando en Marvel, aunque hay que apuntar que no son sus trabajos más aclamados. Al guionista le tocó una lidiar una época de transición, donde parecía que ya se habían gastado todas las balas respecto a los hijos del átomo. En su búsqueda por impactar trasteó con algunos conceptos, con más pena que gloria, y eso incluye una trama que tiene que ver con el futuro de la Patrulla-X definitiva. De nuevo, incidir en que gran parte de la fuerza del arco argumental tiene que ver con un inesperado giro, que para nosotros es imprescindible explicar, por lo que si queda algún interesado en la sala en esta etapa concreta y que desconozca el citado giro, es el momento de saltar de punto.

Si hay dos personajes que representan el futuro en el entorno mutante esos son Cable y Bishop. Hasta Ultimate X-Men#75 no habían debutado en el Universo Definitivo por lo que Kirkman pensó en ellos para dar una nueva vuelta de tuerca a sus personalidades. Nathan Cristopher Charles Summers, alias Cable, es reconocido tradicionalmente como el hijo de Scott Summers y Madelyne Pryor, el clon de Jean Grey sacado de la manga de Míster Siniestro. Infectado con el virus tecnoorgánico, la mejor solución para el bebé fue enviarlo a un futuro donde tendría posibilidades de sobrevivir. Años más tarde, regresaría ya adulto en forma de aguerrido soldado dispuesto a adiestrar a las nuevas generaciones ante los peligros venideros para la raza mutante. Bishop, aparte de mutante, era un agente de policía del futuro que vivió los momentos más tristes y aciagos para los hombres y mujeres X. Pues bien, para la Tierra 1610 el equipo creativo decidió que uno de ellos debía estar muy relacionado con Lobezno. Veamos cómo se desarrollaron los acontecimientos.

Tenemos a los X-Men, bajo la tutela de Charles Xavier, todavía recomponiéndose de anteriores aventuras cuando un extraño personaje irrumpe en la mansión. Su único objetivo, matar al Profesor X. Este tipo va armado hasta los dientes y dispone de un llamativo brazo metálico. Parece ser que sabe lo que hace ya que dispone de gran cantidad de recursos con los que va derrotando a todos y cada uno de los pupilos de Xavier. Pero si hay un mutante correoso y difícil de matar ese es Wolverine. El enfrentamiento entre ambos es el más espectacular, además del instante escogido por el guionista para hacernos partícipes de la gran revelación. El desconocido se hace llamar Cable y es nada menos que

Aviso de Spoiler

¡¡Logan, versión venida del futuro!!

Sin factor curativo, apenas usa sus garras, pero tiene claro que Xavier es el responsable de la caída de los mutantes. No consigue su objetivo en primera instancia pero sí el llevarse a Jean Grey, por lo que el resto del equipo tiene una misión que cumplir.

La Patrulla X no estará sola en este envite. Otro viajero temporal, Bishop, tiene una visión totalmente contraria a la de Cable. Ambos trabajaron juntos en su época por la supervivencia del sueño de Xavier, pero el Logan futurista fue perdiendo la fe hasta llegar a convencerse de que el Profesor era el causante de sus penurias. La razón de este viraje hacia zonas oscuras es que Ultimate Wolverine pasó toda una vida luchando por la pervivencia mutante. Su principal rival fue el Apocalipsis de esta realidad, y éste consiguió absorber su factor curativo, perdiendo su brazo izquierdo en la disputa. Todas esas heridas terminaron por fragmentar su visión del pasado, lo que le dispuso a retornar para cambiarlo. Bishop se convertirá en un valioso aliado y la batalla será a gran escala pues Cable ha sabido rodearse de lacayos realmente poderosos (Ultimate X-Men#75-78).

A pesar de lo llamativo de la revelación, el impacto de este Cable-Logan del futuro será muy escaso. Pronto será olvidada para los restos, tras la obligada pelea con Apocalipsis del mañana. Y es que hay un dato que no podemos olvidar, pues nos encontramos cerca de lo que se suponía iba a ser el revulsivo para la línea, el evento denominado Ultimatum. Y también sabemos cómo acabó la historia para Lobezno, asesinado en el mismo por Magneto. El testigo para los subsiguientes relanzamientos lo recogería su hijo James. Por lo tanto, nos encontramos, más que nunca, no en un futuro, sino en una simple posibilidad; una de tantas.

El Viejo y gastado Logan

Old Man Logan. Puede que les suene de algo pues esta historia de Lobezno ha sido de las más populares en tiempos recientes. Al cargo de la misma se sitúa el equipo creativo estelar compuesto por Mark Millar, al guion, y Steve McNiven, al dibujo. El guionista escocés es uno de los grandes adalides de las historias más grandes que la vida, defensor a ultranza del evento palomitero por antonomasia. Millar ya había probado las mieles del éxito con el mutante canadiense en la saga “Enemigo del Estado”, contando como compañero de viaje con el mismísimo John Romita Jr. Ahora se le había ocurrido otra trama a desarrollar que iba a generar un innegable impacto, por lo que los editores de la línea mutante y del título en cuestión, Axel Alonso y John Barber, respectivamente, interrumpieron la etapa de Jason Aaron, responsable en curso de Wolverine, para dejar espacio a Mark y a Steve en su flamante proyecto. Una historia que se va a plantear fuera de la continuidad y ubicada en un futuro apocalíptico. Veamos sus rudimentos básicos.

En un momento, no muy lejano del tiempo actual, los héroes cayeron. Todos, sin excepción. Más de cincuenta años después de aquello, unos pocos de aquellos subsisten, subyugados ante el ambiente opresor que se cierne sobre ellos. Logan es un viejo granjero que sobrevive en Sacramento bajo el atento dominio de los Hulks, descendientes directos de Bruce Banner. Ha optado por una vida sencilla y hace lo que puede por mantener a su familia, a pesar de que sus caseros gamma no se lo ponen nada fácil. Un día cualquiera recibe la visita de un viejo amigo, un anciano y casi ciego Ojo de Halcón, dispuesto a ofrecerle una salida a su complicada situación. Toda una aventura por la que recibirá un buen dinero que le servirá para solventar su problema con los Hulks. No será sencillo ya que deberán atravesar todo el país para arribar a su destino. Comienza una suerte de road movie en la que los dos viejos héroes recorren devastados parajes, cruzan territorios gobernados por los malvados villanos y recuerdan a los caídos en el camino.

Aquí vemos algunas de las características de Mark Millar en su trabajo para Marvel (alguno diría que para toda su obra en general). Una poderosa premisa y un desarrollo que no se encuentra a la altura de lo esperado. Vestido por momentos de western crepuscular, se torna un vehículo para el lucimiento de un Steve McNiven espectacular, donde la exhibición de sangre y desmembramientos varios no logran esconder una trama simple y arquetípica. Llama y mucho la atención ver a ese Logan hundido, tratando de hacer lo imposible por su mujer e hijos, pero rápidamente se pierde la conexión familiar para hilar el viaje del protagonista y su compañero de andanzas. Aquí el guionista coge variadas referencias del Universo Marvel para darles forma a su antojo (niños con el casco del Hombre Hormiga, robot Ultrón como amante padre de familia, una Spiderwoman y un Kingpin de órdago….y así podríamos continuar), demostrando que a Millar solo le interesan esos elementos si puede sacar tajada de ellos, sin importar el trasfondo o las motivaciones de los mismos. Los siete números que consta el arco argumental (Wolverine vol.3#66-72) es un descenso continúo a los infiernos de un Logan que ha vivido la peor de las situaciones, fallar a los suyos. Aspecto que se volverá a repetir en última instancia cuando no logre salvar a su familia. Solo en ese momento, el viejo Logan desaparece para dejar lugar de nuevo a Lobezno. En un especial, Giant Size Old Man Logan#1, observamos de cerca el esperado desenlace de la disputa entre el canadiense y toda la familia Hulk. Un ejemplar que eleva al paroxismo el nivel de violencia de la saga, y eso que hasta ahora se habían despachado bastante bien. Solo al final de la historia, tenemos la pretendida imagen que muchos han asociado al William Munny de Sin Perdón, pues el viejo Logan cabalga con su caballo hacia el amanecer de una nueva época.

No pocos vieron en ese final la posibilidad de una continuación. Pero el tiempo para Mark Millar pasó, pues decidió abandonar Marvel y los superhéroes para centrarse en proyectos de creación personal. A la altura de 2015 la noticia golpeó con fuerza en el aficionado. Con motivo de las nuevas y relucientes Secret Wars de Jonathan Hickman y Esad Ribic, se volvía a recuperar la imagen y el nombre de Old Man Logan. Como parte de ese entramado multiversal, la Tierra del viejo y gastado Lobezno volvía a recuperar protagonismo en las manos de Brian Michael Bendis y el artista italiano Andrea Sorrentino. La trama montada por el de Cleveland era pasear al personaje de dominio en dominio, para al final justificar su llegada a la Tierra Primordial. Ni más, ni menos. Y es que el Lobezno de la Tierra 616 había muerto y sabemos que un Universo Marvel sin el de las de garras de adamantium no es lo mismo. El resultado último es que el Wolverine oficial tras la Guerras Secretas es la versión futurista ideada por Millar. Jeff Lemire y el mismo Sorrentino han sido los encargados de hacernos partícipes de la integración de personaje en un nuevo panorama, donde, para variar, ha formado parte de la Patrulla X. Y parece que su futuro se muestra más bien optimista pues ha sido incluido en el nuevo relanzamiento tras Inhumans Vs X-Men. Nos tememos que vamos a tener Viejo Logan para rato.

Pequeñas píldoras de porvenir

Hasta aquí, digamos, las tramas más reseñables sobre los futuros de Logan. Es indudable que las imágenes más apreciadas han sido las de “Días de Futuro Pasado” (de la que FOX ya sacó tajada con anterior largometraje) y la del Viejo Logan, de la que todo apunta a que van a haber referencias de aquí y de allá en el próximo estreno de Logan. Aun así, todavía podemos rascar alguna que otra aparición futurista para completar el repaso. Se han dejado para este apartado aquellas cuya relevancia resulta algo menor o están enmarcadas en proyectos donde el protagonismo de Lobezno es circunstancial. Si acaso, solo hacemos una excepción con una miniserie del canadiense cuya trama no daría para explicaciones mucho más profundas. Antes de comenzar, hacer notar una ausencia. Durante gran parte de los noventa tuvo su importancia la línea 2099, una futurista versión de los héroes Marvel. Pues bien, a pesar de contar con unos X-Men 2099, no hay ninguna cara familiar en la formación; ni siquiera Logan y su longevidad consiguieron ingresar en el equipo. John Francis Moore siempre tuvo la intención de distanciarse de la versión tradicional y circular por un propio camino. Ante lo llamativo del dato, dejamos constancia del mismo.

La primera parada nos deja en un proyecto a gran escala sobre el futuro del Universo Marvel. Alex Ross, que ya había narrado junto a Mark Waid la epopeya de un avejentado Superman y compañía en Kingdom Come, publicó una serie de ilustraciones en la revista Wizard donde los diversos protagonistas del Universo Marvel eran rediseñados de un modo futurista. El experimento dio lugar a algo de mayor envergadura, una serie de proyectos donde Ross, unido a su colaborador habitual Jim Krueger en el guion y a una serie de variados dibujantes (John Paul Leon, Doug Braithwaite), nos presentaba una visión del todo rompedora de lo que estaba por venir. Nos interesa Paraíso X (la tercera parte tras Tierra X y Universo X), pues en ésta los autores nos introducen al Lobezno de “Días del Futuro Pasado”. Hasta ese momento viaja X-51, el Hombre Máquina, hilo conductor principal de este tríptico, para convertirlo en uno de sus heraldos en la tarea de prevenir a los distintos universos de un peligro sin parangón (Paradise X: Heralds#1-3). Ya solo por este detalle tiene su interés esta mención. Pero además, nos encontramos con la contrapartida propia de esta realidad. Una figura penosa, fuera de forma, que solo ve la tele y bebe cerveza. El encuentro sirve para descubrir la verdadera naturaleza del Logan de esta tierra alternativa. Cogiendo aquellas ideas de Len Wein, acerca de su origen animal que quedaron apartadas, junto a la asociación con la raza de Moon Boy, el simpático humanoide simiesco que gobernaba el Dinosaurio Diabólico (se puede apreciar que Ross y Krueger son un par de entusiastas de la obra de Jack Kirby), nos alejan el concepto de mutante y lo acercan a una especie genética que discurrió paralela a la humanidad tras la llegada de los Celestiales. Toda una vuelta de tuerca para el personaje.

Nos alejamos de Tierra X y continuaciones para entrar a detallar una mini serie de 2005 a cargo de Frank Tieri, acompañado a los lápices por Bart Sears y Andy Smith. Con solo exponer el título, Weapon X: Days of Future Now, ya se pueden suponer los obligados homenajes. Tieri jugó de forma abierta en la serie regular del canadiense con todo el entramado del programa Arma X. Supo extraer de la obra clásica de Barry Windsor-Smith un resquicio para componer la nueva imagen del programa, el Director Malcolm Colcord, uno de aquellos soldados que guardaban a nuestro Lobezno. Superviviente de aquel episodio, su único objetivo en la vida ha sido vengarse de Logan y los mutantes en general. Para ello cuenta con la construcción de un campo de concentración secreto para poner en práctica su desquiciado proyecto. Sus planes fueron tirados abajo por Wolverine y amigos, pero el guionista no se quedó con la espina de poder contar una historia alternativa al respecto, la mini de cinco números que tenemos entre manos. En un futuro cercano todos los X-Men serán eliminados por los Centinelas del proyecto Arma-X dirigido por Colcord. Todos no, en realidad Lobezno se mantiene vivito y coleando, siempre dispuesto a batallar, por lo que se verá obligado a buscar nuevos aliados, que a la postre, conformarán una flamante Patrulla X. Esta obra es todo una loa a la inmortal saga de Claremont y Byrne, tratando incluso de hacer valer el truco de regresar al pasado vía mental. Aunque hay que decir que se queda bastante lejos de la obra original.

En el año 2008, Warren Ellis, visionario guionista inglés, estaba dando lustre a uno de los títulos más prestigiosos de la primera década del siglo XXI, Astonishing X-Men, con Logan como parte del elenco principal. Tras hacerse cargo de la andadura continuista del volumen 3, nos mete de lleno en una historia que involucraba unos extraños artilugios llamados Cajas Fantasma, unos portales multiversales cuya apertura podía desatar insospechadas consecuencias para el mundo de origen. En la trama principal, los X-Men pusieron fin a la crisis. Pero Ellis planteó un par de números extras donde observamos de cerca diferentes situaciones, protagonizadas por nuestros mutantes, fuera de continuidad. En Astonishing X-Men: Ghost Boxes#2,dibujado por Kaare Andrews, tenemos como cierre una trama futurista que incluye a la Bestia, Armadura y al protagonista de nuestro repaso. Una historia dura, pues nos muestra la caída definitiva de aquello por lo que han luchado todos estos años. Un Lobezno impedido, en silla de ruedas, una Bestia que ha perdido su inteligencia…y un final agrio y áspero, en consonancia con los gustos del guionista inglés.

Sigamos desgranado tramas futuristas con el canadiense y ahora toca hablar de otros de sus escritores de cabecera, Jason Aaron. Wolverine: Weapon X fue la segunda cabera surgida al amparo de la popularidad del personaje, debido a sus adaptaciones al séptimo arte. El guionista de Alabama, acompañado por el talento gráfico de Ron Garney, planteó una última gran saga de cara a su cierre (tras escasamente dieciséis números), pues el invento no dio el resultado esperado. Este arco argumental involucraba a los Deathlocks, peligrosos ciborgs cuyo ámbito de actuación se ha circunscrito mucho al futuro. En este caso, venían con intención de acabar con el Capitán América y colaboradores. En el futuro, la resistencia que luchaba contra esos Deathlocks estaba dirigida por un singular Logan, muy avejentado y sin sus poderosas garras, ya que le han arrebatado ambas manos. No será este Wolverine futurista el que salve el día; ese papel le corresponde al Logan actual, pero dejamos constancia de su breve aparición en Wolverine: Weapon X#12 (fecha de portada 2010).

Seguimos con Jason Aaron pues en 2013 se encontraba guionizando Lobezno y la Patrulla X. La trama de esta serie surgió a raíz del Cisma entre Scott y Logan, remozando este último la Escuela Xavier, ahora reconvertida en Jean Grey, con el objetivo de enseñar a jóvenes mutantes y adiestrarlos en el difícil juego de la vida. Wolverine es nada menos que el Director y se rodea de algunos de sus más cercanos amigos en las tareas de docencia. Una de las prácticas habituales en estas lides es juntarte con alumnos y enterrar una cápsula del tiempo. Pues bien, un Logan venido del futuro (25 años de diferencia con respecto al presente), decide regresar al tiempo actual para advertir a su yo pasado de los peligros de la cápsula (Wolverine and The X-Men#29, con el arte de Ramón Pérez). Una versión futura del rol de profesor de Logan, al que apenas hemos visto transitar por los cómics Marvel.

La popularidad del mutante de las garras de adamamtium durante estos últimos años es algo indiscutible. Aparte de ser miembro de variados grupos de superhéroes,estar metido en todos los eventos, es de los pocos que puede mantener varias series regulares en curso. No es extraño que acabara del todo quemado y los mandamases decidieran otorgarle el descanso de los justos. El caso es que en 2013 su segunda cabecera en activo, de forma exclusiva, es Savage Wolverine, un proyecto configurado de manera muy especial. Se constituye en arcos argumentales cerrados, sin necesidad de continuarse unos a otros, ubicadas en periodos cronológicos alternos y en manos de diversos autores. En definitiva, un laboratorio de pruebas con total libertad para los creadores. Uno de esos valientes que aceptó el envite, además como autor completo, fue Jock, pseudónimo del escocés Mark Simpson. Para este ilustrador era el momento adecuado pues estuvo a punto de hacerse cargo de la serie regular en tiempos de Jason Aaron, pero la maldita agenda imposibilitó el proyecto. Para Jock suponía un reto añadido pues hasta ahora no se había dedicado a la tarea de la escritura. Para empezar, decide plantear una trama dividida en tres partes (Savage Wolverine #9-11) ubicado en tiempo futuro y en un planeta alejado. El darle un toque Sci-fi al bueno de Logan, ponerle en una situación complicada y otorgarle un sidekick, que parece ser un tipo de personaje con el que el canadiense casa a la perfección, son las caracteríticas definitorias de esta aventura. Más allá de indicarnos que se encuentra en un futuro lejano, tampoco aporta más a su mitología pues es Wolverine en un mundo desolado haciendo lo que lo mejor se le da.

El año 2015 fue el año Secret Wars. Un complejo entramado de colisiones multiversales que nos permitió observar de cerca un buen puñado de realidades alternativas, muchas con diferentes versiones de Wolverine. Y es que a esas alturas estábamos huérfanos del canadiense ya que el Logan de la Tierra 616 murió en 2014. El legado que se montó tras su defunción no es que fuese memorable por lo que recuperar a Lobezno, de diferentes épocas y situaciones, ayudó a normalizar la situación. Entre esas versiones tenemos un par que se refieren al futuro. En la primera, Marguerite Bennett y Mike Norton se propusieron un remake de “Días del Futuro Pasado” en la mini serie Años del Futuro Pasado. Como la historia de Claremont y Byrne, tenemos a los mutantes en una difícil posición en el dominio del Barón Robert Kelly, con los Centinelas controlando a los portadores del Gen X. La diferencia con la trama clásica es que no hay doble línea temporal y que los protagonistas principales son la hija de Kitty y Coloso, y el vástago del Logan de este mundo. Homenajes intencionados y una necesaria vuelta de tuerca en la historia para impactar son sus características más llamativas, pues hay que recordar que no es más que otra parcela de las Secret Wars de Hickman y Ribic, con sus propias singularidades. De las segunda ya hemos hablado en un punto anterior, pues se trata de la versión SW de Old Man Logan, a cargo de Bendis y Sorrentino. La importancia de esta última es que ha sido la versión elegida para circular en el panorama posterior a las Guerras Secretas. Como muestra de que ha calado ya en la continuidad actual es su aparición estelar en Civil War II, interactuando en su mundo de origen con Ulysses, el Inhumano causante del conflicto. Con el Viejo Logan poniéndose al día en esta Tierra Primordial, fuera de su apocalíptica realidad, y con Laura tomando el manto de Wolverine, cerramos este repaso, ya que parece que en el futuro de Logan se halla escrito el perdurar, visto lo visto hasta este momento.

El adiós de Hugh Jackman

Parece que ya es definitivo. Por más que haya rumores por aquí y por allá de una eventual vuelta a las garras, al actor australiano se le llena la boca afirmando que este es su último baile con el personaje. Una relación que se inició allá por el año 2000, cuando era un desconocido para el gran público y consiguió hacerse un hueco en el elenco de X-Men, la cinta dirigida por Bryan Singer. Muchos podían argumentar en aquellos días que las diferencias físicas entre el original y su contrapartida a imagen real eran insalvables, ya que el aspecto y la altura de Jackman no casaban con la imagen arquetípica de los cómics. El actor logró superar las reticencias iniciales con su empuje y compromiso con el personaje, llegando a ponerse en sus zapatos la friolera de nueve veces (cameos incluidos) en estos diecisiete años. Gran parte de las tramas que hemos visto con los X-Men en pantalla grande han estado muy relacionadas con Logan, lo que le llevó a acaparar el principal protagonismo y una mayor importancia de las historias tratadas sobre su personaje, en perjuicio de otros integrantes de la Patrulla X como Cíclope o Tormenta. Por no hablar de que, hasta la llegada de Deadpool, ha sido el único en contar con spin off propios, aunque el resultado de los mismos no fuera el esperado por parte de los implicados. Se le podría designar como el símbolo para una época, aquella que entonces se abría llena de posibilidades; una en la que los mutantes vestidos de negro debutaban para abrir el campo a una renovada traslación del superhéroe, tras un periodo de malas experiencias. Jackman hizo suyo a Wolverine desde el minuto uno y en cada nuevo proyecto ha depositado todas sus energías para seguir elevando su categoría a mito moderno.

En 2017 llega a las pantallas Logan, la tercera película individual para el mutante canadiense. Clasificada R, es decir, para público adulto, se nos quiere dar a entender que va a ser la más profunda, oscura y trascendente de las películas de la franquicia. Y tal como viene planteada, no se le augura un buen final al de las garras de adamamtium. No sabemos cuál va a ser el camino escogido por la productora respecto a una de sus propiedades más suculentas. Ya hemos dicho que Jackman se retira, por lo que era lógico buscar una trama crepuscular, con un previsible fin en condiciones para la andadura recorrida por Lobezno todos estos años. Ecos de Old Man logan se pueden respirar en el ambiente. Es llamativo que a la vez que se puede cerrar una puerta, se percibe la apertura de otra. La introducción del clon femenino de Lobezno, X-23 o Laura Kinney, nos deja la sensación de que el camino de Wolverine puede que no se haya acabado y que una posibilidad de legado se otea en el horizonte. No sería algo tan descabellado pues es algo que ha ocurrido de forma orgánica en los tebeos; sería todo un punto para FOX que le lanzara tal órdago a Marvel, ahora que es público y notorio que entre ambas empresas hay una guerra fría por cuestión de los derechos. Por otro lado, también se puede tomar por una jugada demasiado arriesgada, el montar una franquicia en torno a un personaje tan desconocido como X-23. Te la puedes jugar con un cómic que no tenga el éxito esperado pero una gran producción cinematográfica es otro cantar. Por tanto, la lógica impele a que, en un plazo de tiempo no muy largo, otro actor vendrá a suplantar el hasta ahora terreno de Hugh Jackman. Pero para él quedará la primigenia imagen del mutante canadiense en la retina de unas cuantas generaciones, unida a la de otros tantos iconos como el Superman de Christopher Reeve, el Batman de Michael Keaton o el de Christian Bale, y el Iron Man de Robert Downey Jr. Así que no queda más que entonar un gracias Mr. Jackman, ha sido todo un placer.


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Japacore
Lector
17 febrero, 2017 10:25

Interesantísimo artículo! He leído casi todas las versiones «futuras» de Logan.
¿Las diferentes versiones de la Era de Apocalipsis no podrían meterse aquí también? ¿O se suponen que son contemporáneas a la Tierra 616?

Dynamo
Dynamo
Lector
17 febrero, 2017 12:52

Otro articulazo, Señor Porras.
El Logan del futuro en Días del Futuro Pasado me maravilló en su día, y viendo el artículo tengo la impresión de que ninguna historia posterior ha superado a la elaborada por Claremont y Byrne.
Respecto al pasado del personaje pienso que brillaba más cuanto menos se sabía de él.

AD
AD
Lector
En respuesta a  Dynamo
17 febrero, 2017 14:16

Así que tu Lobezno favorito es
http://imgur.com/DBKOsHw

PD: Articulazo, don Arturo

Gusgus
Gusgus
Lector
18 febrero, 2017 6:48

Gran articulo!!! Muy interesante repaso. De todas las versiones futurísticas la que más me impctó, y sigo creyendo que es la mejor, es la de Days of the future past. Creo tambien que una vez finalizado, el bueno de Jackman será extrañado, las peliculas en solitario pueden no haber sido todo lo buenas que se esperaba, pero a mi me divirtieron, y esta Logan aparenta ser muuuucho mejor. Espero no equivocarme.

Mimico
Lector
20 febrero, 2017 20:58

¡Articulazo! Nos está malacostumbrando, sr. Porras. Sólo una pequeña puntualización:

«Su última historia en la colección involucraba unos extraños artilugios llamados Cajas Fantasma…»

Realmente era el primer arco de Ellis en Astonishing X-Men v.3. La historia que comenta (con excelente dibujo de Andrews), como bien indica, forma parte del segundo número de la miniserie de dos que servía de complemento a su primer arco «Caja Fantasma», envuelto en el post-evento «Destino Manifiesto», para más señas. El segundo arco fue Exógeno y el tercero y último tomó también forma de serie limitada, Xenogénesis, esta vez de cinco números.

Y con esto y un bizcocho, termino mi repelente comentario. ¡Un abrazo, Artur!