Terror en los tiempos previos a la pandemia
«El hombre vacío me obligó a hacerlo»
La experiencia es algo así como herramienta mística que suele invocar la gente mayor. Un arma arrojadiza ideal para inculcar sabias enseñanzas a los más jóvenes. Pero en un mundo hiperconectado como el de hoy, con el acceso a la información del que gozamos y un panorama virtual que nos permite ser observadores pasivos de mundos infinitos, la experiencia se está convirtiendo en algo más difícil de juzgar. En cambio, este contexto tecnológico, debería ser un caldo de cultivo muy adecuado para favorecer nuestra imaginación y creatividad. Sin embargo, también vivimos en la época de Tik Tok, en la del boom de las producciones de Netflix y el reciclaje de fondo y formas de los años ochenta. Se podría decir que nos está costando mirar hacia adelante en estas primeras décadas del siglo XXI, como si tuviésemos miedo del futuro y prefiriéramos echar la vista atrás en busca de consuelo.
Las sucesivas crisis económicas, las pandemias, la banalización de la libertad de expresión y la deriva políticosocial hacía cauces propios de la ultraderecha, no nos lo están poniendo fácil y favorocen esa táctica de avestruz. En ese sentido, la perspectiva que nos ofrece la historia también se ha descubierto como algo inútil. Aún así, hay que reconocer que una parte de la experiencia -como dice el refrán- que se demuestra al andar y que solo adquiere pleno sentido desde la primera persona. Esto también supone un reto cuando revisionamos algunas historias fuera de su contexto original. Ahí están las historias de corte postapocalíptico y de virus desconocidos que hoy -con todo lo vivido- no podemos valorar exactamente con los mismos ojos que hace tan solo un par de años. En relación a ello, hoy vamos a hablar de El hombre vacío de Cullen Bunn y Vanesa R. Del Rey, una propuesta que pese a haberse editado no hace mucho en nuestro país ha pasado realmente desapercibida por diversos motivos.
Este cómic se publicó originalmente en 2014 en Estados Unidos por parte de BOOM! Studios siguiendo las inquietudes del guionista Cullen Bunn por las historias de terror que han sido la verdadera constante a lo largo de su carrera. Es un trabajo previo a su aplaudida Harrow County, y paralela a otros pequeños relatos del género como Death Follows, obra publicada en nuestro país -como la presente El hombre vacío– por Medusa Cómics. Este título hoy aún se puede encontrar a la venta en algunos circuitos, pero está totalmente descatalogada y podemos contar que no tendrá ninguna reedición. Fue uno de las obras perjudicadas de la debacle del sello editorial de Editorial Hidra que hoy ha pasado a centrar sus esfuerzos a la publicación de novelas para jóvenes adultos, historias del mercado independiente de editoriales como Vault Comics e IDW Publishing y, más recientemente, sus primeras publicaciones manga sumándose así a la fiebre que ha vuelto locos a no pocos editores en los últimos años.
El hombre vacío es el nombre que se le da a una enfermedad en la ficción de esta obra. Una dolencia de origen desconocido que provoca a sus víctimas ataques de ira descontrolados, espantosas alucinaciones y demencia suicida que puede acabar conduciendo a la muerte o la catatonia permanente. El creciente número de casos, la aparición de una serie de sectas religiosas alrededor del fenómeno y el desconcierto de la comunidad científica, obliga al FBI y al CDC a emprender una investigación conjunta para intentar descubrir el origen de la enfermedad y hallar una posible cura. La agente especial Mónica Jensen y su compañero Walter Langford intentan buscar alguna pista en el escenario del último incidente en Atlanta, pero lo que no saben es que su camino estará plagado de misterios y horrores inimaginables relacionados con una enfermedad que podría no ser de origen humano…
La propuesta de Bunn y Del Rey plantea de partida un escenario que nos puede resultar familiar, pero la pareja tiene cierta habilidad para jugar con los clichés del género. La clave es ese tono de thriller psicológico que tan bien suele manejar Bunn y por el cual el trazo de Del Rey se mueve como pez bajo el agua, solo hay que echar un vistazo al trabajo de la autora junto a Jordie Bellaire en la recomendable Redlands. En El hombre vacío volvemos a encontrar esa fascinación de Bunn por conceptos que sobrepasan las capacidades de la ciencia, por las mutaciones y deformidades ligadas a la nueva carne y el terror con ciertos tintes lovecraftianos en los que el ser humano se enfrenta a preguntas existenciales que superan incluso el propio terror físico y visceral que al se enfrentan sus protagonistas.
La obra juega con estas ideas y lo hace de manera austera, pero lo suficientemente efectiva para que nos deje enredados en su misterio y necesitemos saber como de lejos se atreverá a ir su premisa. Es una pregunta legítima porque las historias de Bunn suelen ser bastante lineales en términos de guion, y El hombre vacío no es una excepción en este aspecto. Por un lado, eso hace que sus propuestas sean accesibles a todo tipo de público y, especialmente, sean atractivas para los aficionados al género de terror, pero también puede darnos la sensación de estar ante obras más simples y convencionales de lo que en la práctica son. Esto hace además que narrativamente sus obras sean poco arriesgadas, salvando casos puntuales en los que el peso del dibujante es más decisivo. Esto ocurre en la citada Harrow County con Tyler Crook, en la alucinógena Los Dementes con Jack T. Cole y, más tímidamente, en Death Follows con A.C. Zamudi y en la presente El hombre vacío con Del Rey.
Bunn hace un buen trabajo en términos de caracterización, diálogos y planteamiento, aunque a medida que la historia avanza si podemos ver algunas de las costuras y excesos habituales del autor que lastran un poco el proyecto y la sitúan en el no menos respetable campo de las «lecturas simplemente ligeras y entretenidas». El hombre vacío deja sobre la mesa cuestiones de calado existencial bastante jugosas, pero Bunn tiene arrebatos en los que se deja llevar por sus referentes en lugar de construír sobre su propia mitología provocando que la forma se acabe imponiendo al fondo. De esta manera, si nos quedamos hasta los títulos de crédito es porque Del Rey nos regala una ambientación realmente inquietante. La culpa la tienen unos lápices desgarbados y sucios, con sombras que prentenden más insinuar que mostrar y que favorecen escenas realmente escalofriantes. El color de tonos ocres y marrones de Michael Garland y la rotulación de Ed Dukeshire se compenetran perfectamente con esta visión dando una fluidez extra a la historia.
El problema principal de El hombre vacío es una trama que realmente no acaba de despegar, pese lo cómodos que nos hace sentir con sus misterios y con la química -no romántica- entre sus dos personajes protagonistas. Bunn quiere abarcar demasiado y hay ideas que pone sobre la mesa que parece que se contradicen con el tono general de la obra. Esto nos lleva a un final que se siente apresurado y que pese a la narrativa de Del Rey resulta algo desangelado y no logra su función básica: la de sorprendernos con su vuelta de tuerca final. No obstante, este un punto relativo ya que aunque en principio la historia concluía en su sexto número, posteriormente la serie ha tenido una secuela que no ha sido publicada en nuestro país. Lo que podemos decir leídos estos primeros números es que mitología de la obra tiene mucho potencial, pero realmente no se llega a explorar a consciencia y desconocemos si lo hará en esta secuela.
Esta secuela de El hombre vacío nació a raíz del anuncio de la adaptación de esta historia a la gran pantalla, una producción dirigida por David Prior que se estrenó el pasado 2020 y que podéis encontrar en plataformas. La película protagonizada por Marin Ireland, Stephen Root, Robert Aramayo, Samantha Logan y James Badge Dale, deja a un lado los elementos más «estridentes» del cómic original y se centra en los más filosóficos, oníricos y surrealistas de la historia. La mitología creada por Bunn y Del Rey se concreta de forma más acertada en esta versión, dejando un lado la casquería gratuita y dando mayor pie al trasfondo de thriller psicológico del cómic. El abordaje policíaco pasa también a un segundo plano, rompiendo con el cierto toque de buddy comic y prácticamente ignorando el reparto de personajes con el que jugaban Bunn y Del Rey en la obra.
Pero donde la producción sale perdiendo es en su puesta en escena, pues renuncia conscientemente a la sordidez y el terror explícito del imaginario de Del Rey. En definitiva, la historia gana en coherencia, pero también se torna más limpia y aséptica. Pero, independientemente de la calidad del proyecto, el estreno de la adaptación de El hombre vacío sirvió para relanzar la obra con esa secuela que comentábamos, un segundo volumen de ocho números en el que Bunn contaría en el apartado gráfico con el dibujo de Jesús Hervás y el color de Niko Guardia en sustitución de Del Rey y Garland respectivamente. También coincidiendo con el desarrollo de la película se lanzó un número especial de la obra titulado The Empty Man Movie Edition que funciona a la vez como precuela de la serie y como introducción a la producción cinematográfica de BOOM! Studios y 20th Century FOX.
La adaptación de David Prior es uno de esos casos que funciona perfectamente -y pese a sus notables diferencias con el material de partida- como complemento a la historia vista en el cómic, aportando matices y perspectivas distintas que pueden incluso enriquecer la propia relectura de la obra. Pero no nos llevemos a engaño, El hombre vacío es una muestra de ese tipo de historia que podríamos calificar de ideal para «entre lecturas»; un cómic para desconectar, dejarse lleva por su atmósfera y propuesta, pero sin exigirle más de lo que generosamente nos ofrece. Una propuesta que podríamos situar en la tabla media de la producción de Cullen Bunn, porque su guionista no remata la jugada y deja la responsabilidad sobre un apartado gráfico que pese a sus excelencias no puede cubrir las carencias de la obra.
Lo mejor
• La atmósfera de Del Rey y los diálogos de Bunn.
• El tono de thriller psicológico.
• La relación entre los dos personajes protagonistas.
Lo peor
• La historia no acaba de aprovechar su propia mitología divagando por caminos más convencionales.
• Un final desangelado y del que desconocemos si podremos leer su continuación en un futuro próximo.
• La adaptación cinematográfica refina mejor algunas ideas del cómic.
Guión - 6.5
Dibujo - 8.5
Interés - 6
7
Correcta
El hombre vacío es una obra que destaca por la atmósfera y personalidad que imprime Vanesa R. Del Rey al apartado gráfico y unos diálogos y unas ideas que Cullen Bunn maneja con cierta soltura. El tono de thriller psicológico y su mitología nos resultan agradecidas, pero la trama no acaba de aprovechar su potencial y acaba convirtiéndose en una lectura entretenida, pero más ligera de lo que aparentaba en un principio.