El Imperativo Thanos

 

Edición original: julio 2010 – enero 2011 – Marvel Comics
Edición España: marzo 2011 – Panini Comics
Guión: Dan Abnett, Andy Lanning
Dibujo: Brad Walker, Miguel Sepúlveda
Entintado: Andy Hennessy, Miguel Sepúlveda
Color: Will Quintana, Jay David Ramos
Portada: Aleksi Briclot
Precio: 11,50 € (Serie limitada recopilada en un tomo en tapa blanda)

 

La franquicia cósmica de Marvel ha entrado nuevamente en una fase de recesión. Después de la inusitada expansión operada a consecuencia de la saga Aniquilación, con varios títulos regulares y miniseries a tutiplén protagonizados por Nova, los Guardianes de la Galaxia, la Guardia Imperial Shi´ar o los Inhumanos, nos hemos encontrado con la progresiva cancelación de los primeros y la reducción del número de las segundas, hasta el punto de que actualmente las odiseas estelares marvelianas se han visto reducidas a un único título cuyas ventas no son precisamente la alegría de la huerta. Ahora que se cumplen veinte años de la publicación de El Guantelete del Infinito, no está de més echar una mirada a estas dos décadas y comprobar que su existencia ha estado conformada por ciclos de pujanza unidos a otros de absoluto letargo. Dejando a un lado a Estela Plateada, que es el único de la escudería espacial que puede presumir de haber contado con una cabecera sensiblemente larga, el resto de los títulos está protagonizado por superhéroes que, habiendo alcanzado en muchos casos la condición de personajes de culto, nunca han contado largo tiempo con el favor del mercado. En esta casilla podemos situar como casos paradigmáticos los de Nova y Adam Warlock. Junto a ellos aparecen otros empijamados cuyos grandes éxitos vinieron de la mano de un autor muy específico, el único capaz de emplearlos como mandan los cánones, siendo buenos ejemplos de esta casta Mantis (a quien Steve Englehart sacaba de paseo tuviera hueco o no) Quasar (que gracias a Mark Gruenwald protagonizó una serie por la que nadie daba un duro pero que duró sus buenos cinco años) y, por supuesto, Thanos de Titán (probablemente una de las mejores creaciones de Jim Starlin). Todos ellos parecen abocados a pasar temporadas en barbecho seguidas y precedidas por períodos de sobreexplotación.

Otra de las cosas que llama la atención es el hecho de que los intervalos de éxito de la franquicia estén unidos inextricablemente a la presencia de determinados autores. Así, si en los noventa resultan de obligada mención Jim Starlin (autor de referencia en los setenta) y sus colaboradores Ron Marz y Ron Lim, en los últimos años ha sido el dúo británico compuesto por Dan Abnett y Andy Lanning los que se han encargado de remover el cosmos marvelita. Entre los dos han conseguido rescatar del baúl a personajes cuya presencia en los últimos tiempos había sido, como mucho, ocasional. A los ya citados habría añadir a otros como Darkhawk, Starlord, Mapache Cohete, Bicho, Dragón Lunar, Phyla Vell, Gamora, Drax el Destructor… Sin embargo, en estos ambientes y con semejante lista, las comparaciones resultan siempre odiosas y, mal que bien, los guionistas han pechado dignamente con la tarea, altamente improbable en cuanto a su éxito, de escapar de la alargada sombra de Starlin. Puede que encontremos a unos personajes más que sutilmente distintos a los que estamos acostumbrados a ver, pero al mismo tiempo ¿hubiera sido igual de fructífera la ejecución de un burdo remedo de narración al estilo del guionista más próximo al personaje? Como se ha visto, gran parte del trabajo de Abnett y Lanning debe muchísimo al memorable pasado de Thanos o Adam Warlock, el cual fue contado por el bueno de don Jim. Sin embargo, también hay que mencionar lo que se debe al Capitán Marvel de Peter David o al Quasar de Mark Gruenwald. La lista de agradecimientos tendría que ser singularmente larga, pero hay que reconocer que el dúo de guionistas ha estado a la altura del reto y ha propiciado un par de años de historias entretenidas y desprovistas de la introspección filósofica inherente a estas aventuras en el cosmos de Marvel.

Al final, las imposiciones del mercado (juez supremo en estos pagos) han desembocado en la narración en una única miniserie de lo que se barruntaba una saga en la línea de las precedentes y eso, inevitablemente, se nota. ¿Cómo dotar del protagonismo debido a un montón de personajes en tan reducido espacio? Simplemente, no se puede, por lo que la afición se queda con ganas de más Nova y / o más Guardianes de la Galaxia. Paradojas de la vida, es una lástima que el esfuerzo de alejarse de los típicos tópicos de la franquicia se eche por tierra al traer de vuelta a un Thanos netamente “starliniano”, que vuelve a hacer de las suyas como siempre y toda la vida. Solamente los espectaculares dibujos de Miguel Sepúlveda compensan una historia que daba para mucho más tanto en cuanto a extensión como en lo referido a profundidad. La idea de un universo con reminiscencias lovecraftianas resulta sugerente, al igual que todo el concepto general de la falla universal, pero habrá que esperar para poder ver cómo se desarrollan ahora que el cierre de la franquicia ha devuelto a la mayor parte de los personajes a un statu quo bastante similar al que tenían de partida. Fue bonito mientras duró, sobre todo porque Abnett y Lanning demostraron que hacer historias cósmicas presentables no es patrimonio exclusivo de Jim Starlin y de sus discípulos, aunque todavía les falte ejecutar esa obra que trascienda las décadas, pues el caballero ha logrado colocar unas cuantas dentro de ese selecto club.

Solo queda, en definitiva, recomendar el tebeo a quienes siguieran asiduamente los difuntos títulos de la franquicia.