El Invencible Iron Man: Las cinco pesadillas

 

Edición original: Marvel Comics – julio 2008 – enero 2009
Edición España: Panini Comics – junio 2013
Guión: Matt Fraction
Dibujo: Salvador Larroca
Entintado: Salvador Larroca
Color: Frank D´Armata
Portada: Joe Quesada
Precio: 19,95 euros (tomo de la línea Marvel Deluxe de 208 páginas)

 

En su política de recopilación cronológica de las principales series de la casa de las ideas, Panini reedita en forma de tomo el primer arco argumental del quinto volumen de las aventuras del vengador blindado. El Invencible Iron Man de Matt Fraction y Salvador Larroca vuelve a nosotros cuando apenas han pasado un par de meses desde que les despidiéramos de las grapas enlatadas, de modo que ahora se puede acometer la lectura de Las cinco pesadillas con la perspectiva que da el cierre de un ciclo que se prolongó durante casi cinco años y comenzó precisamente con esta saga que dio a sus responsables un éxito sobresaliente en cuanto a público y crítica. Como se encarga de recordarnos la portada de esta nueva edición, la colección se alzó con un premio Eisner en el año 2009, más concretamente el relativo a la mejor serie de nuevo cuño. Podríamos entrar a debatir si las expectativas generadas por un arranque más que prometedor se vieron cubiertas o no, pero esa reflexión debe quedar para mejor ocasión… o para los comentarios, aunque no me voy a resistir a apuntar algun pensamiento en ese sentido.

La aparición de esta segunda –y posteriormente única- serie del cabeza de lata coincidió con el inesperado éxito de su primera aparición cinematográfica. La cinta protagonizada por el (hasta entonces irrecuperable) Robert Downey Jr. se convirtió en la piedra angular de una sucesión de filmes por todos conocidos y en el prólogo de una franquicia que, paradójicamente, se despidió más o menos al mismo tiempo que Fraction y Larroca. En el mundo de la viñeta el bueno de Tony Stark gozaba de un protagonismo solamente comparable con la impopularidad que había cosechado como consecuencia de sus decisiones durante Guerra civil. Iron Man es el nuevo comandante en jefe de unas fuerzas metahumanas férreamente controladas (y nunca mejor dicho) para evitar situaciones como la de Stamford. La legislación en materia de registro se aplica en toda su extensión y quienes pretendan saltársela a la torera se encontrarán con el largo y blindado brazo de Stark. El Hombre de Hierro (el Führer de Hierro, como le apodara Peter García Sánchez en El cuarto muro) simboliza un nuevo statu quo que ha costado la vida al Capitán América y ha violado de formas impensables la identidad de Thor. Tan desagradable era el retrato que se pintaba del personaje que no eran pocos los lectores que soñaban con la posibilidad de que nuestro Tony hubiera sido sustituido por un skrull (eran los tiempos previos a Invasión Secreta). Su etapa como director de SHIELD (en su colección principal) había reforzado esa actitud que, además, le había prodigado una ubicuidad que hasta entonces parecía ligada exclusivamente a Lobezno.

Fraction y Larroca presentaron a un Tony Stark mucho más agradable a la lectura, alejado de actitudes rechazables como la que tuviera con el retornado Thor (por obra y gracia de un J. M. Straczynski que aún no había terminado de decepcionar a la parroquia). Había que acercar a los tebeos a la audiencia que había descubierto al personaje gracias a la magistral actuación de Robert Downey Jr., de modo y manera que guionista y dibujante abordaron la tarea de unificar esa versión de celuloide con otra más aproximada al arquetipo del personaje. El industrial filántropo con una visión del futuro tan brillante como su armadura que dirige una empresa de dimensión multinacional y que intenta llevar su perspectiva al complejo y ominoso mundo de la política de seguridad. Sin embargo, las consecuencias de su liderazgo del bando favorable al registro todavía le pasan factura. Thor no ha perdonado la manipulación de su ADN para crear un clon pasado de rosca y Spider-Man sigue guardando las distancias después de que su principal valedor se convirtiera en su principal persecutor. Su doble dimensión pública llama la atención de una nueva generación de villanos emparentada directamente con antiguos enemigos de Stark. Teniendo en cuenta que en la película Obadiah Stane era el adversario de Tony y que en los cómics llevaba muerto casi un cuarto de siglo (desde el número doscientos de la serie original, por cortesía de Dennis O´Neil y Mark Bright) el elegido para llevar al héroe al límite (situación que luego se repetirá bastante durante estos años) será Ezekiel Stane, hijo del difunto y en definitiva, una versión más joven (e igualmente calva) del industrial hecho a sí mismo que veía la vida como una gran partida de ajedrez. Puestos a escoger entre un descendiente secreto y la resurrección de un caballero que se había volado la sesera, creo que es mejor la primera opción. Además, así los autores tienen ocasión de jugar un poco con el enfrentamiento entre el inventor veterano y el joven-aunque-sobradamente-preparado-y-talentoso que se ha criado en la era de Internet. Este Ezekiel Stane evoca –por su juventud, sus habilidades, su carácter despiadado y su calva- al joven Lex Luthor de Smallville. ¿Pueden sus capacidades batir a un hombre que se ha caracterizado siempre por ir varios años por delante de sus competidores? ¿Es un jugador de ajedrez como su difunto papá o enfoca su estrategia de otra forma? Siguiendo con personas que recogen el guante lanzado por una generación anterior nos encontramos con una elementa que también está emparentada con un viejo adversario de Stark. En este caso hablamos de Sasha Stark, la precoz nieta del difunto Justin Hammer (e hija una envejecida Justine Hammer). Su aparición marcará el inicio de una presencia más o menos constante durante los años de Fraction y Larroca

En la parte gráfica hay que destacar la presencia de un Salvador Larroca cuyos dibujos todavía rozan a gran altura y que, una vez más, tiene ocasión de hacer saltar por los aires otro lugar emblemático de su Valencia natal. Su labor borra de un plumazo cualquier recuerdo en cuanto a ilustración que pudiera albergarse respecto del cabeza de lata en su colección principal y se encarga de que el aspecto del protagonista y de secundarios que también asomaron el hocico por la franquicia cinematográfica se asemejen precisamente a sus versiones de celuloide. Una vez más tenemos en las cercanías a Pepper Potts y a James “Máquina de Guerra” Rhodes, amén de a Maria Hill y al personal de SHIELD, aún bajo las órdenes de Tony. Una nueva versión del clásico que podemos comparar con la de Michelinie y Layton (por citar a aquélla que es definitoria del personaje) también actualmente en período de reedición.

La publicación de este tomo (técnicamente una reedición bajo otro sello, pues la presencia de Larroca determinó que Panini apostara por la tapa dura, como había pasado con el Puño de Hierro de David Aja) me ha permitido comprobar que la lectura de las aventuras del latoso escritas por Matt Fraction es mucho mejor en este formato. Un argumento que en grapa mensual se haría eterno (pues el guionista es fiel seguidor de la narrativa-chicle) se devora tranquilamente en una tarde cuando se acumula medio años de historias en un solo volumen. Por otra parte las ilustraciones aún no tienen ese nivel de artificiosidad y ese coloreado entre brilloso y recargado que más adelante restará capacidad narrativa a la serie. Fraction en uno de sus mejores trabajos en solitario para Marvel y Larroca en los inicios de una evolución que, en mi opinión, no ha sido precisamente positiva. Una buena ocasión para recuperar o conocer la penúltima etapa del Hombre de Hierro o, al menos, asomarse a sus inicios.

Lee la reseña de la edición de 2009 escrita por Juanjo Palacios.