Edición España: Ediciones El Jueves / RBA – 2008
Guión: Ivà
Dibujo: Ivà
Entintado: Ivà
Portada: Ivà
Precio: 3,95 euros (tomo recopilatorio en tapa dura)
Hace unos días la revista semanal que sale los miércoles y contiene el suplemento de los viernes cumplió años, treinta y seis para ser exactos. Por este motivo me decidí a dedicar una reseña especial a esta publicación que ha acompañado la historia de nuestra maltrecha democracia y que se ha convertido en el máximo –o cuasi-único- exponente de un sector crítico, satírico y ácido que siempre es necesario y se vuelve imprescindible en tiempos como los actuales, en los que la tormenta arrecia. En estos malos días para la lírica, en los que cualquier cosa que se salga del concepto de “políticamente correcto” uno echa doblemente en falta la presencia del difunto Ramón Tossas “Ivà”, padre del sargento Arensivia (prototipo del suboficial chusquero de un ejército recién salido de la tutela franquista) y del personaje protagonista del cómic del que toca hablar hoy: Makinavaja, el último “chorisso”.
Hace unos años, y aprovechando la marea de colecciones que toma por asalto los quioscos y librerías en ciertos períodos del año, RBA, una de las editoriales dedicadas al ngocio de los fascículos hizo equipo con El Jueves para sacar una serie de tomos que recopilaban las mejores historias de los personajes que, desde hace varias décadas, acudían puntualmente a su cita de los miércoles. El primer número correspondió, como no se podía ser de otra forma, al más popular de todos ellos: Makinavaja, el último “chorisso”.
Makinavaja es, junto a las Historias de la puta mili, la principal aportación del fallecido Ramón Tossas “Ivà” al semanario humorístico. Entre 1986 y 1993, fecha de la repentina muerte del autor catalán, el Maki paseó su porte canalla y su peculiar filosofía por el barrio chino de Barcelona. Desde esa fatídica fecha y hasta 2008 el personaje y su mundo se mantuvieron presentes en la forma de reediciones, hasta que su apego a la actualidad del momento y el progresivo anacronismo de las historias supuso su retirada. Pero mientras estuvo al día, el creador fue conformando un microcosmos de personajes, caracterizados todos por la condición de perdedores de diversas batallas. Así, tenemos al Popeye, compañero de atracos del Maki, obsesionado por su sobrepeso; al Moromielda, un inmigrante magrebí que busca la integración en una sociedad –la criminal compuesta por los dos elementos anteriores- que le aprecia por sus aportaciones y le desprecia por su origen; al Pirata, dueño del bar homónimo que sirve de centro de operaciones, lugar de ocultación y hasta camposanto de las correrías del grupo; a la Maru, la Manoli, el Pitufo y el Matías, los parientes del Maki, cada uno cargando su propia cruz. Sus andanzas vitales, llevadas sin tormento y más bien con muchas alegrías, son la base para que don Ramón destilara toda su mala uva, echando mano de diversos aspectos de la actualidad: las manifestaciones estudiantiles contra la reforma educativa de 1987, la huelga del 14 de diciembre de 1988, los fastos de la Expo y de los Juegos Olímpicos de 1992, la fuga del Dioni… Ivà no deja títere con cabeza, echando mano a partes iguales de una vasta cultura (que expresa a través de las máximas de sabiduría expresadas por el propio Maki) y de un lenguaje que intentaba plasmar la jerga de los barrios bajos. Su trazo, singularmente feísta, se centra sobre todo en la expresividad de unos personajes particularmente cabezones, donde los diálogos juegan un papel preponderante, en detrimento de escenarios y fondos. Si se observa el conjunto de la obra se podrá sacar de la misma un retrato satírico e impagable de la España y la Barcelona de los años previos a los fastos de 1992, pues por una de estas casualidades que tiene la vida don Ramón había retornado a la cabecera de los miércoles en 1986, año en cuyo otoño se adjudicó a la ciudad catalana la condición de sede de los juegos olímpicos de ese año que también trajo una exposición universal para Sevilla y una capitalidad cultural europea a Madrid. ¡Qué tiempos aquellos!
Repasando esta recopilación de los mejores momentos del Maki y su panda llama la atención el grado de incorrección política del mítico Ivà. No hay historieta que no pudiera causar las iras de algún particular, colectivo, asociación o similar; vistos algunos pasajes, cabría preguntarse cómo hubieran sentado estas tiras en una época tan sensiblera como la actual, donde por menos de nada se anuncia querella. Quizá, más historias del último chorizo serían necesarias para combatir esta epidemia de gilipolleo de la corrección política que de un tiempo a esta parte nos invade. Desgraciadamente, el señor Tossas nos dejó antes de tiempo y su repentina muerte marcó también el fin de la época dorada de la revista El Jueves. Nos queda esta recuperación de sus mejores momentos que, quince años después, sigue resultando tan fresca, dura y necesaria como el día de su primera edición. A este tomo seguiría otro que, como el primero, presenta una compilación desordenada y poco sistemática en la que saltamos de una historia donde Ivà tiene ya el estilo definitivo (figuras cabezonas, escenarios casi inexistentes, bocadillos de diálogo gigantescos) a otra en la que aún no se ha completado esa evolución (figuras más proporcionadas, un poco menos de texto, etcétera). Una edición definitiva de las aventuras de Maki, Popi y Mojamé es doblemente necesaria para comprobar que las diferencias en la superficie ocultan, respecto de la situación que nos toca vivir y sufrir, preocupantes similitudes.
Felicidades Luis por acordarte de este genio que fue Ivá y sobre todo de cuánto se le echa de menos en estos tiempos de mierda. Creo que su mirada y la de Perich son insustituibles. Ahora que se habla de El Roto como un hallazgo de la ciencia (y no le niego su valor aunque personalmente pocas veces me ha sorprendido ni conmovido), es importante reivindicar a estos dos monstruos.
Tengo casi todos los Pendones del humor de Makinavaja y de Historias de la puta mili, aunque me faltan sobre todo los dos primeros del Maki que presté y desaparecieron. Conservo casi todos los demás en malas condiciones tras tantos años de lecturas. Este volumen es una recopilación y lo que de verdad me haría muy feliz sería un par de integrales de cada obra, en tapa dura y demás, por soñar…
Las risas que me tengo echado gracias al gran Ivá y sus historias.
Que grande el Maki. Y vaya colección de imprescindibles «secundarios» vivían en esa serie.
Y que lúcido era Ivá. Como dice Jorgenexo, nchts.
Aquí dejo parte de la letra y la canción que le compusieron los Suburbano. Creo que captaron bastante bien el espíritu del Maki.
«Somos peligrosos y nos llaman maleantes
por respirar sin permiso, por tirar siempre p’alante.
Es que no se enteran, que no vivimos de ausencia
que lo que falta se inventa, que en el barrio sobra ciencia.
Somos peligrosos
pa’quel que pide paciencia
p’al que nos manda al infierno
pa’ ese que compra conciencias.
Y que que no se enteran
que no vivimos por vicio
que estamos porque aquí estamos
que vivir ya es un oficio.»
http://www.youtube.com/watch?v=xgrqwDJuRXc
Puro decompressive storytelling!
Por pura nostalgia acabé viendo la primera peli de Makinavaja, del año 1991. Aquí está la canción que ha puesto blumini, interpretada por Andrés Pajares:
http://youtu.be/zm2FAvOeFrM
Y Luis, gracias por la reseña. Da gusto ver al Maki por estos lares.
Pd. Joveznos, si no lo conocéis, buscadlo y leedlo. No os arrepentiréis
Y que a mí nunca me ha hecho gracia Ivá, y menos en Makinavaja. En cambio, ya que lo saca Ataud, tengo al Perich en un altar. Un altar pagano, que es lo que le gustaría a él.
Be.Comí.Evre
Lo siento. No puedo. En El Jueves me lo saltaba como me salto Martínez el Facha a día de hoy; ésta última porque me parece una mierda, a secas, pero es que lo de Ivá es cuestión de puto dolor de ojos, de caos narrativo en cada página y de que ese humor no era el mío.
Lo valoro, entiendo su importancia «histórica» y que a alguien le haga gracia (hay gente ahí fuera a la que le gustan los Morancos, así que…), pero no es para mí. Aquí sí que se nota la brecha generacional.
Cuando el Maki estaba en el jueves, servidor estaba en la adolescencia y ver ESTO y que ni siquiera te rieses pues no invitaba a leer en el futuro. A eso me refería con «caos». Sé que más lineal no puede ser, pero quería decir el gastar cada pedazo de la página, aunque fuera con letras.
¡Qué recuerdos! siempre intentaba imitar este estilo cuando dibujaba antaño. También me gustaba la serie de televisión.
A veh, a veh, a veh. Que los he comparado en tanto que «humor no-para-todos-los-gustos». Ivá no me hace vomitar por los oídos.
Hace como 7 años que no tengo contacto con Ivá. Algún día me pondré al día y te lo comunico, que seguro que lo disfrutaré, Mr. Nexo. Así se ahorra sus ansias de collejearme 😛
El humor es cosa subjetiva, pero poner en la misma frase a Ivà y a los Morancos (aunque parezca que las criaturas de uno y otros hablen igual) es ser excesivamente duro con el difunto don Ramón. La cultura que tenía el caballero era bastante vasta y siempre aprovechaba para lanzar alguna reivindicación política a favor de los oprimidos… aunque luego el Maki, el Popi y compañía, como buenos supervivientes, fueran bastante cabrones. Recuerdo una tira en la que dejaban cubriéndoles la retirada a un deficiente mental que habían «comprado» por un duro que está a la altura de las mayores cabronadas de «South Park».
A mí también me costó entrar en la lectura de los trabajos de Ivà, pero al contrario de lo que sucede con «Martínez el Facha» o «El Profesor Cojonciano» ha envejecido mucho mejor. Puedes leer «Makinavaja» con dieciséis, diecinueve, veintiuno o treinta y cinco años y seguirás riéndote… y como en los mejores «Astérix», sacando cosas nuevas.
«Hace como 7 años que no tengo contacto con Ivá.»
¿Llevas 7 años sin usar la ouija?
En primer lugar, felicidades por la reseña y sobre todo por centrar la atención en EL JUEVES y los tomos que de tanto en tanto (cada vez más a menudo) se pueden adquirir con el ejemplar a un precio irrisorio. Creo que esta revista (que no deja de ser un tebeo) y sus ofertas merecen más atención en general.
Sobre el tomo en sí de Makinavaja…pues poco cabe añadir a lo dicho, que IVÀ era un puto genio y sus historias descojantes. Es verdad que entre el estilo feista y la mucha letra apilotonada que hay en las historias cuesta de entrar en su universo, pero una vez se hace ya no puedes salir; quedas enganchado para siempre jamás.
Sólo un apunte; Ivà no sólo es que ejerciera el humor absurdo, la crítica, la creación de mundos, el cinismo, etc…es que el tío era corrosivo hasta más no poder en una época en la que no era tan habitual serlo. Es decir; que en los años 80 el sargento arensevia dijera «y si me hago una paja pensando en la reina sofia», o que en una historia de este makinavaja saliera la entonces todopoderosa Preisler demostrando por qué el Boyer paga lo que paga, o se metiesen con el rey con aquello de los dos vídeos del 23-f (uno por si salía bien y otro por si no), etc…son bestialidades que a día de hoy ni el más corrosivo de los autores en una época de mayor libertad (supuestamente) se atreve a realizar.
Muy grande Ivà—
Y muy mal el jueves por no hacer ediciones cronológicas y definitivas de Maki, Arensivia, Tato, La Parejita… Se merecen recopilaciones más «perdurables» que el jueves semanal.
Los pendones al menos eran baratos, aunque no fueran completos. Pero ahora sacan albumes caros que tampoco son completos.
Un libro que me parece imprescindible es «¡CAGONTÓ! El gran libro de Ivà» donde además de sus series vienen sus críticas de cine, que eran buenísimas, y demás páginas que hacía para la revista.
Nchts. Y después querran que no me meta con él. Cagontó. Menos mal que por aquí está Jorgenexo para poner las cosas en su sitio.
La verdad es que cuando veo todo lo que está sucediendo a nuestro alrededor pienso: «¿como lo habria retratado Ivá», porque detrás de la aparente zafiedad de sus personajes hay un análisis certero de la realidad y una crítica social demoledora.
Pongamos por ejemplo el caso de Barcelona 92, por aquel entonces entre eso y la Expo andabamos todos flipando pensando que España era lo Octava Maravilla, que estabamos en lo más alto, y bla,bla,bla,… cogías una historia del Maki recién salido del trullo y te lo desmitificaba todo para mostrarte la sucia realidad: un chanchullo de 4 políticos mediocres, que se cargó los barrios populares de Barcelona llenandolo de «Plazas Duras» ( ¿se acuerdan?: «abuelo, que hace usted sentado sobre esa estatua» -«no es una estatua, es un banco de diseño que ha hecho el alcalde» ) y, como diría Makinavaja pasando de correcciones políticas y demás formas de censura encubierta, «amariconando» la ciudad en el proceso. De algo de esto también se hablo en la reseña que hicisteis hace unos meses sobre el Makoki Integral. Se habla mucho de «La Movida Madrileña» pero, y sin quitarle meritos a algo que no conocí personalmente, por los que nos cuentan Ivá, Mediavilla, Gallardo,… en la Barcelona «Pre-olímpica» también hubo un ambiente muy especial, más canalla y menos «modernete» que el de la capital, que el 92 barrió totalmente. Si por aquí hay algún barcelones veterano quizas pueda confirmarnosló.
Seguro que si Ivá viviera en la actualidad ya hubieran ido a joderle con lo d lo «politicamente correcto» acusándole de machista , racista (moromierda), homófobo ( ese harmano travesti del Maki), etc… y callando toda esa crítica que haay que saber ver detrás de esa fachada de dibujo farragoso y lenguaje soez, y que venia en cierta forma a vaticinar toda la miseria que hoy nos rodea.
Ivà tuvo un par de desencuentros con la justicia, pero es que no dejaba títere con cabeza. Su chiste sobre el río más largo de España (el Guardiasiví) generó muchísimas ampollas y se rumoreó que casi le cuesta la salida de la revista. Sobre lo de la movida, decía un músico que la vivió que aquello era más bien el «sálvese quien pueda». Una explosión de grupos, creaciones y demás donde la mayor parte era olvidable, pero a siete años de la muerte del innombrable se planteaba la libertad de poder hacer / decir un poco lo que diera la gana (pero sin pasarse, y si no que se lo digan a las Vulpes).
A mí me pasa como a Manolín: me hubiera encantado ver a Ivà narrando cosas de estos veinte años que llevamos sin su presencia.
Y aunque es verdad que su estilo era feista, le bastaban dos trazos para definir la actitud de sus personajes.
Esos ojos a medio abrir del Maki, queriendo mostrar (el Maki) pasotismo e indiferente superioridad. Que grande