El kiosco y su actual viabilidad con respecto al cómic.

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INTRODUCCIÓN

No hay charla de sábado amigable en la que, entre aficionados a los cómics, no se termine hablando del eterno debate entre la grapa y el tomo. Un debate que acaba derivando en otro más grande, más complejo, más quimérico, relacionado con la distribución y venta de esos cómics que tanto nos apasionan. ¿Dónde se puede y donde se deben vender los cómics? El mercado ha cambiado y sigue cambiando. Los lectores han evolucionado, la forma de consumir contenidos está en plena mutación y el futuro se presenta como una bruma en la que nadie sabe qué se esconde.

Con este debate en mente abrimos una caja en la que hemos depositado diferentes puntos de vista. Opiniones que esperamos sean capaces de arrojar algo de luz sobre el tema y os puedan servir para tener una imagen global más clara.

Contamos para ello con la inestimable colaboración de los escritos sobre el tema que, consultados al respecto, nos han hecho llegar la Junta de Zona Cómic (Grupo Especializado de CEGAL, la Federación de librerías de España), Beni Vázquez (gerente de ECC) y Julián M. Clemente, el editor Marvel de Panini Cómics. Un trío de ases que se complementa con la opinión de dos de nuestros redactores de Zona Negativa y la inestimable coordinación de Raúl López.

Pasen y lean. Opinen y debatan sobre uno de los temas más relevantes de la actual situación del mercado, que mira al pasado, presente y futuro de la edición de cómics en nuestro país.

SERGIO AGUIRRE

Si tengo que pensar dónde se forjó mi afición por los cómics, definitivamente tengo que concluir que en los kioscos. Es verdad que por otra parte los puestos de ejemplares de segunda mano en mercadillos y rastros desempeñaron un papel muy importante en mi descubrimiento y fascinación por el medio durante la infancia: ése era el modo de contacto con aquellos hipnóticos números en blanco y negro de la editorial Vértice, por ejemplo. Y no es menos cierto que unos años más tarde, en la adolescencia, las incursiones al centro de la capital y a su circuito de tiendas especializadas (¿alguien más recuerda con cierta añoranza el Madrid Cómics de los bajos de Gran Vía?) consolidaron esta afición de forma “seria”, probablemente ya para siempre. Ah, aquellos ejemplares norteamericanos en inglés de una DC que junto a independientes como First o Eclipse se estaban comiendo creativamente por los pies a la Marvel de la segunda mitad de los ochenta, con la honrosa salvedad de su sello Epic. Y las primeras revistas especializadas que conocimos, claro, en las que la información que encontrábamos en los fascinantes artículos y correos de lectores de las series de Forum y Zinco se ampliaba de forma sustancial. Y así de paso aprendíamos también algo de cómic europeo, underground y nacional, temáticas que solían constituir el grueso de publicaciones como Krazy Cómics, entre cuyas páginas ávidos huroneábamos textos sobre superhéroes, sobre Alan Moore y sobre otros británicos dispuestos a demostrar aquello que necesitábamos que nos dijesen en aquel momento de transito en el que abandonábamos la infancia, queriendo sin saberlo guardar dentro de nosotros algún rescoldo de ella: que los tebeos pijameros no tenían forzosamente que ser sólo para niños.

Pero como decía, paralelamente a esas dos fases -que tampoco es que fuesen excluyentes entre sí- hubo otra de tanta importancia como la de la suma de ellas, la del kiosco. De allí surgieron Mortadelo y Filemón para mí, y estos me condujeron a Superlopez, el cual a su vez -en un momento que me resultó de epifanía en el que descubrí que todos los integrantes del Supergrupo parodiaban a algún personaje, al igual que el alter ego de Juan Lopez lo hacía con el hombre de acero- me llevó a vislumbrar que había superhéroes en las viñetas, más allá de los ya conocidos como el último hijo de Krypton cinematográfico o el Hombre araña de los dibujos animados televisivos. En los kioscos descubrí colecciones de cromos de personajes Marvel que nunca completé, e incluso los nombres que figuraban en las siluetas rectangulares vacías de aquellos álbumes me resultaban cautivadores.

Los mencionados puestos de segunda mano, junto a los ejemplares de Vértice prestados por primos y amigos del barrio, y regalos navideños de Tintin y Asterix, fueron trazando ese amor por el noveno arte que aún no se ha desvanecido. Pero la auténtica vorágine se despertó cuando en los kioscos Bruguera mantenía sus colecciones de Superman, Batman, Spiderman y La Masa (hoy por hoy ya no sigo llamando así al increíble Hulk) y editorial Vértice afrontó su penúltima etapa como Mundicómics. Mostrándose en los expositores exteriores incluso cuando los kioscos estaban cerrados, aquellas portadas de Micronautas,ROM, Dan Defensor (hoy por hoy ya no sigo llamando así a Daredevil), Capitán América, el Hombre de Hierro (hoy por hoy ya no sigo llamando así a Iron Man) o el Motorista Fantasma, apresaron la imaginación de aquel niño de forma irreversible. ¿Y qué decir de los interiores, a todo color y con rotulación manual?

Recuerdo con claridad que hubo un triste periodo de sequía de estos productos en el kiosco que a esas edades nos pareció eterno. Y que cuando ya nos habíamos resignado a que aquello había terminado y que para leer más aventuras de los personajes ya solo nos quedaba ir consiguiendo poco a poco números atrasados (en, de nuevo, los susodichos puestos de segunda mano, y por ejemplo también en saldos de Simago), otro kiosco, el de una estación de tren me demostró que lo mejor estaba todavía por llegar. Fórum había desembarcado con su edición de los cómics Marvel y aquello no iba sino a más. Vértice volvió fugazmente con su Línea 83 y pudimos leer la saga de Fénix Oscura, a excepción del mítico y escasísimo número seis, claro. Y Zinco nos ofrecía ediciones de DC que presentaban a personajes -que por no haber leído lo adecuado hasta entonces se nos antojaban rancios- de un modo totalmente novedoso y atractivo. En los kioscos de mi barrio aquellos tebeos entonces ya no ocupaban aquellos expositores que habían estado dedicados a Mundicómics (aunque con el tiempo ahí volverían), pero pedirle al kiosquero el taco de ejemplares para recorrerlo y seleccionar en qué te ibas a gastar tu escasa pero preciosísima paga era una sensación maravillosa, intoxicante.

El kiosco, aquel muestrario de nuevos mundos de nuestra infancia
El kiosco, aquel muestrario de nuevos mundos de nuestra infancia

Ese caldo de cultivo fue el que me llevó a ser el lector que hoy por hoy soy. Durante muchos años mi cita cada dos-tres días en el kiosco se mantuvo. Ahí seguí durante los años noventa (a pesar de todo) y gran parte de la primera década del nuevo milenio. Sin embargo esto no es así ya. Con la caída de Bruguera a mediados de los ochenta y de Toutain a principios de los noventa, el nicho de tebeos de kiosco quedó ocupado (prácticamente y salvo honrosas pero anecdóticas excepciones) por el comic book norteamericano de superhéroes en sus ediciones patrias. Lo cierto es que necesitaba ese espacio, ya que además coincidió con un periodo de enorme crecimiento del número de títulos del mismo: «¡saturación del mercado!», leíamos a menudo, y tal vez algo de eso hubo. Su público objetivo mantuvo la afición cuando fue creciendo y teniendo acceso a mayor poder adquisitivo, y las editoriales vieron que ya era posible y sostenible lanzar ediciones más lujosas y más adaptadas a la librería especializada. Y los lectores aprendieron que lo más interesante estaba apareciendo en ellas, y no en los kioscos, llenos de entregas de Brigade o Fuerza de Choque, así que poco a poco los fueron abandonando. Y claro, los cómics fueron dejando de llegar a ellos. Para cuando los cómics trataron de volver en forma de coleccionables aprovechando el tirón de las películas de superhéroes, ya era tarde y estos puntos de venta afrontaban su propia crisis.

Los kioscos de mi barrio cerraron en su mayoría, sus dueños se jubilaron, y los escasos que han surgido en su lugar apenas tienen cómics en sus expositores. Como mucho uno puede encontrar algún coleccionable, pero poco más. Y este panorama es idéntico en la inmensísima mayoría (hay, de nuevo, honrosas excepciones, claro) de los kioscos que he podido ver a lo largo de la geografía de la península. Las causas de este fenómeno son muchas y muy variadas.

Por un lado como lectores tenemos la percepción de que el formato grapa, el que parece idóneo para ese punto de venta, tal y como está entendido hoy por hoy ha quedado obsoleto al ser la tendencia actual presentar historias prolongadas a lo largo de muchos números que casi unánimemente están pensadas para ser posteriormente recopiladas en tomos. Ante la perspectiva de comprar un ejemplar suelto con el que no me voy a enterar de nada, paso y voy después a por el tomo, que además si me manejo en inglés, a través de Amazon o Book Depository saldrá bien de precio. Y si no, a la librería especializada o a alguna gran superficie. Por tanto, la resultante es una crisis del cómic en su formato de grapa, el que principalmente llega a los kioscos ¿no? Y algo de todo eso habrá, pero me temo que ni de lejos es toda la verdad, y que se apoya en supuestos muy matizables.

Para empezar lo de las historias serializadas prolongadas a lo largo de muchas entregas no es algo nuevo. Ni de lejos. ¿Alguien recuerda lo que era intentar por ejemplo leerse las distintas partes del Den de Richard Corben serializadas en las revistas 1984 y Zona 84 de Toutain? ¿Cuantas páginas de estas obras aparecían ahí cada mes? ¿Seis, ocho, en grupos que carecían de estructura planteamiento-nudo-desenlace al estar atomizadas? Y sin embargo el modelo parecía aceptable, aunque supiésemos que posteriormente la historia iba a ser recopilado en un álbum.

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Analicemos además esa afirmación de que la grapa está muerta; un recuento a grosso modo de las series que pueden aparecer en nuestro país un mes cualquiera bajo ese formato, sumando las de todas la editoriales arrojan la friolera de nada menos que aproximadamente una cuarentena. Cuarenta grapas en un mes no es una cifra tan alejada del número que podía haber en aquellos años de máxima efervescencia de Fórum, Zinco y Norma inundando el mercado a principios de los noventa con series de Marvel, DC, Image y otras independientes, creo yo. No, aunque se esté lejos del panorama óptimo para ella, parece que la grapa no está muerta. Y yo diría que tiene una importante función dentro de la industria: la de llamar cada mes al consumidor a la librería a pasarse a por su ración, y de paso hacerse con un Omnigold o la lujosa recopilación que toque. Porque, hablando de todo un poco, siempre luce mejor en la estantería, y aparte de las ventajas prácticas, misteriosamente un libro en tapa dura parece más culturalmente respetable, independientemente de su contenido. Es una novela gráfica, no un tebeo, podemos decirnos a nosotros mismos, a las visitas y a los parientes. Y este es un factor importante en una población envejecida de lectores que arrastra desde pequeños cierto complejo (del que a menudo no nos damos cuenta) de que eso no eran cosas serias, que son cosas de críos y qué narices haces leyendo esas chorradas a tu edad. Y aunque el panorama ha mejorado abismalmente, no nos engañemos y no nos vengamos los frikis arriba: este escenario de menosprecio o en el mejor de los casos de condescendencia sigue dándose en una gran medida, a veces y según el ámbito, de forma tan despiadada como sufrían algunos amigos en los cavernícolas patios de colegio de los años ochenta.

Enlazando temas, es complicado designar exactamente cuál es la causa de éste envejecimiento en la población compradora de cómics y por tanto de su reducción. Es una aplastante realidad en los Estados Unidos, donde las ventas de grapas mensuales se han ido desplomando con los años a pesar de que los personajes de las viñetas son más populares que nunca gracias al cine, a la televisión y (no lo olvidemos) los videojuegos. Cifras que antaño eran consideradas motivo de cancelación de colecciones ahora resultan auténticos éxitos, a excepción del espectacular fenómeno (también matizable) de Star Wars, con un millón de copias vendidas del debut de sus cómics. Se achaca esta falta de relevo generacional a que las líneas argumentales y continuidades son cada vez mas alambicadas, y qué duda cabe de que esto tiene algo que ver. Sin embargo dudo de que esta sea la única razón, ni siquiera la fundamental: ha habido intentos de reboots editoriales mejor o peor conseguidos; líneas Ultimates; continuidades laxas en la Marvel inicial de Quesada, o en la reciente iniciativa DC You; y nada ha servido. La interrelación, por tanto, aunque lleve a la complejidad, parece el intento desesperado de una industria que pierde a ritmo alarmante usuarios sin renovarlos, de retener con fuerza los que les quedan a costa de hacer impermeables para el neófito sus cómics, entrando en una suerte de pescadilla que se muerde la cola.

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En España parece que el panorama sigue ese modelo, como es razonable al estar fundamentalmente nutrido del mismo material, y aunque hay cierta estabilidad, sigue sin renovarse con nuevos lectores al igual que en el resto del mundo. Y hace mucho que esto dejó de dar para industria patria propia: Los tiempos en que los cuadernillos semanales de tebeos de por ejemplo El Guerrero del Antifaz inundaban los kioscos dando cifras de venta espectaculares quedaron atrás, muy atrás.

Probablemente esta falta de renovación de la que hablábamos sea debida más bien a causas sociológicas más complejas y globales: y es que en general cada vez se lee menos. Aunque hay grandes éxitos literarios, parece que la industria editorial está cada vez más polarizada: los best sellers, venden mucho, lo que no, apenas lo hace. Quizás sea una consecuencia más de la crisis, o tal vez ésta solo haya agravado un fenómeno que ya venía de antes. El caso es que mientras antaño la lectura era una parte de cierta importancia en el ocio, ésta ha ido viéndose desplazada cada vez más por otras alternativas, ya mencionadas y viejas competidoras del noveno arte: Cine, TV…Y ahora, ya definitivamente asentados y ampliando territorio, los videojuegos. No es que los personajes de cómic hoy por hoy sean populares y por tanto aparecen en estos medios, sino que es más bien al revés: son populares porque se dejan ver en ellos y en la actualidad, con los adelantos técnicos, funcionan mejor que intentos de décadas anteriores. Si en lugar de Spiderman ponemos a los personajes de The Fast and the Furious, el éxito es el mismo, no nos engañemos. Y esta tendencia, propia de la sociedad del siglo XXI, es asimilada con mayor naturalidad por quienes serán sus herederos, los más jóvenes. Y luego hay otros factores, como la lectura digital o incluso, si queremos, el pirateo.

Volviendo al tema del kiosco, pero manteniendo en mente algunas de las ideas vertidas, es muy complicado que éstos vuelvan a generar afición comiquera como en ese bucólico retrato con el que he iniciado este escrito, aunque las editoriales no se puedan permitir renunciar a intentarlo. Los kioscos como hemos apuntado, afrontan su propia crisis, salvaje como para cualquier sector en los tiempos que nos ha tocado vivir, y acentuada por lo dicho unas líneas más arriba. Su número ha quedado diezmado a velocidades de vértigo en los últimos años, y las ventas de prensa, que antes representaban el grueso de sus ganancias, han bajado a cifras minoritarias. Para mantener los negocios, se opta por coleccionables de coches en miniaturas, tazas de porcelana, cascos de Star Wars o lo que sea que se ofrezca como lanzamiento esa semana, aunque en las siguientes se olvide y haya que buscar otro nuevo. Estos productos son los que dejan cierto margen de beneficio al kiosquero, indispensable para su subsistencia en la situación actual. Porque, por caro que pueda parecernos un tebeo en grapa, al final este tipo de vendedor se lleva un porcentaje pequeño de su precio. Y ocupa mucho espacio en sus expositores como para arriesgarlo a una venta casual, pudiendo destinarse a una inversión algo más segura. Julián M. Clemente, editor de los cómics Marvel en España, comentaba hace un par de años en una charla en FNAC que ya les gustaría a ellos poder distribuir más a través de kioscos, que no es que el cómic haya renunciado a estos puntos de venta, sino que más bien, los kiosqueros han tenido que renunciar a los tebeos para poder sobrevivir. Antes se podían permitir ofrecer productos con margen tan bajo debido a un mayor volumen de ventas y a la mejor situación económica en general. Ahora, cada vez menos. Sí, siguen apareciendo interesantes coleccionables. Pero da la impresión de que su presencia en el kiosco en realidad se limita a las primeras entregas, que sirven para llamar la atención de posibles suscriptores mientras se asume que a partir de un número temprano la colección desaparecerá de esos puntos de venta.

Con estas circunstancias, resulta complicado pensar que el kiosco, por mucho que nos duela, pueda mantenerse como punto de entrada al mundo del cómic, ya que no es previsible que esta situación, por estructural y no coyuntural, mejore. La venta casual de cómic a un padre para su hijo aprovechando el paseo y la compra del periódico y el tabaco, práctica rutinaria en muchas de nuestras infancias, nos resulta ahora una idea casi anacrónica, y es la búsqueda específica de un producto para el niño la que parece que irá eclipsando este ritual cada vez más a menudo.

Pero entrando de nuevo en otra pescadilla que se muerde la cola, para la búsqueda específica es necesario un reclamo previo; cruzando los dedos, se espera que sea un papel que desempeñen medios que mayormente van a ser competencia de este. Probablemente la mayoría de los niños no se aficionen a los cómics del Capitán América a través de sus videojuegos, sino que más bien acaben siendo gamers, aunque luego lleven una camiseta del personaje comprada en Primark con un dibujo de Sal Buscema. La semana pasada sin ir mas lejos, se hizo publicó un estudio encuestando a mas de un centenar de divulgadores y profesionales del medio de dentro y fuera de nuestras fronteras acerca de esta cuestión, de qué se puede hacer para acercar el cómic a las nuevas generaciones. Y aunque respuestas hay tantas como participantes, en lo único en que parece que casi todos estamos de acuerdo es en que algo hay que hacer.

Tampoco es mi intención ofrecer un paisaje apocalíptico, ni mucho menos; para empezar porque tampoco se correspondería con la realidad. Parece que las cifras en otros puntos de venta como grandes almacenes y librerías (tanto especializadas como generalistas) sostienen el mercado y hacen las veces de punto de entrada a la afición. Pero las inquietantes preguntas de si estas modalidades ofrecen suficiente caudal de renovación de lectores, y de -si no fuese así- cómo se generará entre los más jóvenes un entusiasmo por el medio que dure toda una vida y que sostenga una industria, siguen en el aire.

JUNTA DE ZONA CÓMIC, GRUPO DE LIBREROS ESPECIALIZADOS DE CEGAL (FEDERACIÓN DE LIBRERÍAS DE ESPAÑA)

La historia del cómic español y su venta ha estado ligada al kiosco prácticamente desde sus inicios, aunque su papel se ha visto muy relegado en la actualidad. Nuestro cometido aquí no es analizar las razones históricas de esta evolución, o juzgar lo idóneo o no del canal kiosco para la venta y difusión del cómic, más bien nos centraremos en repasar y explicar las razones que han convertido a este canal, en el momento presente, en una forma incómoda de trabajar el cómic para el librero.

La distribuidora de kiosco de la zona nos obliga en la mayoría de los casos a invertir una suma económica muy importante en un aval bancario para poder abrir cuenta con ella. Este primer requisito supone un gran obstáculo para los nuevos negocios.

La segunda gran traba es el escaso margen comercial con el que se trabaja. A diferencia de las distribuidoras del canal de librerías, las del canal kiosco ofrecen un descuento sensiblemente inferior en la mayoría de los casos, lo que dificulta mucho la rentabilidad del producto.

En tercer lugar citaremos el especial sistema de distribución de este canal. Realizan un reparto sin fechas concretas cada mes, donde ciertas ciudades pueden disponer del producto un día o dos antes que otras debido a que sus rutas de reparto son más cortas y rápidas. Nos referimos a un reparto semanal que genera un elevado y farragoso volumen de facturas y devoluciones (también semanales) y que además cobra a una tasa obligatoria en concepto de trabajos auxiliares para costear el reparto semanal, se produzca este o no.

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La última gran traba es el poco o nulo cuidado con el producto cómic que este canal aplica tanto en su embalado como en su reparto. Acostumbrados a trabajar con prensa y revistas aplica al cómic el mismo e inadecuado procedimiento y una logística para transportarlo y entregarlo susceptible de lastimar una parte o el conjunto del material. Este escenario genera un desgaste sensible en la imagen del librero especializado, que se encuentra una serie de títulos que debe devolver (por daños), quedarse sin ellos durante el tiempo que se los envían otra vez, y sobre todo confiar en que la nueva remesa llegue en mejor estado.

No queremos dejar de lado una serie de inconvenientes menores que, sin ser especialmente terribles, si colaboran en el desgaste del librero de cara a lidiar con el canal kiosco: Mencionaremos aquí los muy tempraneros horarios de distribución (debido de nuevo al habitual reparto con el que históricamente se trabaja de cara a los kioscos) la dificultad para acometer reposiciones del producto, o las constantes recepciones de material no pedido y normalmente muy alejado del focus de una librería de cómics (revistas de moda, de prensa rosa, fascículos, etc.)
Todo este panorama aquí expuesto produce un constante malestar al librero, que con impotencia se ve obligado a trabajar con unas condiciones y mecánicas muy diferentes a las del sector del libro y profundamente engorrosas. Adicionalmente proyectan en el cliente habitual una sensación de poca profesionalidad en el punto de venta.

Entendemos que algunos de estos aspectos han ido mejorando con el tiempo, pero creemos que es el propio canal, tan diferente al específico de las librerías, el responsable de que las dificultades arriba expuestas permanezcan.

No queremos valorar si la distribución a kiosco debe desaparecer, continuar o aumentar, pero sí nos gustaría sugerir que dichos productos no se distribuyan en exclusiva por el canal de kiosco y puedan llegar a las librerías por alguna de las distribuidoras con las que trabajamos habitualmente. Los libreros especializados queremos trabajar de manera profesional y poder ofrecer esos títulos a nuestros clientes en las mejores condiciones posibles.

JULIAN M. CLEMENTE (PANINI)

El quiosco ha sido excesivamente sacralizado por los lectores veteranos, que se aficionaron a los cómics comprándolos en quioscos, cuando era la puerta de entrada hace décadas, y piensan erróneamente que puede seguir siéndolo, cuando esa época quedó atrás hace mucho tiempo. Los datos que nos traslada el mercado nos indican que la puerta de entrada se ha trasladado ahora a librerías generalistas y grandes almacenes, que a día de hoy son más accesibles y numerosos que los quioscos, algo que también certifican las cifras.

El quiosco ha vivido un proceso acelerado de descomposición, con el cierre de gran cantidad de puntos de ventas, así como la disminución catastrófica en el número de publicaciones, prensa, coleccionables y revistas. Antes de que ocurriera eso, los cómics de grapa ya se habían convertido en un producto demasiado especializado para el quiosco. La progresiva sofisticación y diversificación de títulos ha llevado a que sea un producto demasiado complejo para un quiosquero y se refugiara en librería especializada, lo cual no es necesariamente malo, sólo evidencia que nuestro modelo es diferente al de otros países.

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En esos otros países, como Italia o Alemania, existen formatos de gran tirada y estructura de contenedor de series dispares (con unos ocho o nueve contenedores se puede llegar a publicar todo un Universo de ficción). Pero ese modelo en España sería contemplado con muy malos ojos por el tipo de lector que tenemos y probablemente les expulsaría de la afición. Ahora bien, hemos certificado que es posible hacer llegar cómics a los quioscos mediante formatos diseñados para ese punto de venta y sus clientes, como en su momento fue nuestro coleccionable Marvel Héroes o luego lo han sido sus sucesores, y considero que en el futuro tendremos que seguir ofreciendo productos similares. Pero ha dejado de ser un lugar de referencia.

Hoy los datos que tenemos, no las impresiones, ni las opiniones ni los deseos, nos dicen que la puerta de entrada mayoritaria está en otros puntos de venta, y por suerte tenemos además una muy fuerte red de librerías especializadas, que es el siguiente destino al que acude mayoritariamente el lector una vez que acaba su periodo formativo y necesita de un proveedor con un conocimiento exhaustivo del producto. A esto habría que añadir la venta online, que va a crecer formidablemente en el futuro cercano.

BENI VAZQUEZ (ECC EDICIONES)

El kiosco es un punto de venta que depende, en gran medida, de los hábitos de consumo de la sociedad. Y parece lógico pensar que los cambios de los últimos años van en su contra.
La crisis económica, la crisis de la prensa y la generalización del uso de Internet han generado cambios en nuestra forma de aproximarnos a la prensa y a la lectura de revistas periódicas, reduciendo en un 40% las ventas de este tipo de publicaciones durante los últimos 8 años.

Esa reducción de ventas ha conllevado el cierre de un 40% de los puntos de venta que entran dentro de la categoría de kiosco. Hemos pasado de más de 75.000 puntos de venta en 2006 a menos de 50.000 hoy en día.

Por otro lado, las distribuidoras de kiosco, debido probablemente a la necesidad de llegar a tantos puntos de venta, no dan un trato adecuado a sus clientes. Las condiciones en las que los kioscos deben trabajar con las distribuidoras dificultan mucho la gestión del punto de venta: recepción y cobro de productos no solicitados, errores y retrasos en la tramitación de devoluciones, lentitud en cambio de cuotas o cambio de cuotas sin autorización del cliente y, muy importante, gran lentitud en reposiciones son algunos de los principales problemas a los que se tiene que enfrentar un kiosquero (o un librero, no lo olvidemos) en su relación con sus proveedores principales.

Por tanto, cada vez que los editores decidimos lanzar una colección en el canal de kiosco, exponemos a nuestros clientes principales, los libreros, a este tipo de servicio y a los problemas que conlleva, sin que nosotros podamos hacer nada por mejorarlo.

Desde el punto de vista del editor, la distribución en kiosco, por su propia idiosincrasia, conlleva un importante sobretiraje, que resulta en una significativa cantidad de stock sobrante al terminar la distribución en ese canal y que reduce la rentabilidad, comparada con la distribución en el canal de librerías. Además, en general, las librerías tienen también un margen superior cuando trabajan directamente con las editoriales o con distribuidores de librerías. Es decir, que cuando se distribuye en el canal de kiosco, lo habitual es que tanto el kiosquero como el editor ganen menos dinero con cada venta.

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Si analizamos la composición del tejido comercial, España, con unas 400 tiendas de cómic, tiene la segunda red de puntos de venta especializados más importante de Europa. Aparte de eso, lo que nos encontramos en España es un kiosco en claro retroceso, con presencia de pocos títulos y tiradas cada vez menores, y un canal de librería general cada vez más potente. FNAC, las grandes cadenas de librerías y una gran cantidad de librerías generalistas independientes se han convertido en un canal de venta nuevo y cada vez más especializado.

Sin embargo, otros países, como por ejemplo Alemania, con solo 60 tiendas de cómic, mantienen un canal de kiosco más saludable que el español, especialmente en los kioscos en estaciones de transporte, que en algunos casos son casi puntos especializados de venta. Por otra parte, el canal de librería generalista es aún poco influyente en Alemania.

En Italia, con unas 200 tiendas de cómics aproximadamente, el canal de kiosco es también más fuerte que en España, pero se dirige a un público completamente distinto al que va a las tiendas de cómic. Se dirige a un lector que compra una selección muy concreta de cómics en el kiosco desde hace décadas y que no entraría jamás en una tienda de cómics. El canal de librería generalista está dando ahora sus primeros pasos y los resultados, aunque prometedores, son aún muy incipientes.

A pesar de las diferencias de composición y equilibrio entre los diferentes canales, que podemos ver claramente entre estos tres países, lo cierto es que, al final, las ventas son muy equiparables y, por tanto, el número de lectores es similar. Eso nos lleva a pensar que el tejido comercial se acaba componiendo del modo en que sea más adecuado en cada territorio para satisfacer los hábitos de consumo de los lectores y que son estos los que acaban definiendo el mapa de puntos de venta de cada territorio.

En España, posiblemente, el kiosco acabe siendo un canal limitado a lanzamientos destinados a un público no lector, o al menos no lector habitual, que necesiten una exposición mucho mayor para alcanzar su punto de explotación óptimo.

Sin embargo, la responsabilidad principal de los editores probablemente sea buscar y encontrar lectores y hacer que su número aumente. En nuestro caso, el entorno más adecuado para ello son las tiendas de cómic y es allí hacia donde debemos dirigirlos, mediante nuestras políticas editoriales, comerciales y de comunicación. Sin ninguna duda, se trata de un campo en el que aún nos queda un gran trecho por recorrer.

GUSTAVO HIGUERO

Dicen que el quiosco ha muerto para el cómic. Puede que así sea por razones de logística, tirada y costes. Las editoriales son empresas que deben mirar concienzudamente que editar, como editar y donde vender lo que editan si quieren poder obtener beneficios en el noble y difícil arte de hacer tebeos. Por lo tanto, dada la actual situación económica, el momento que vive el sector y los escasos lectores que hay, lo prudente empresarialmente es apoyarse en la red de tiendas especializadas que pueblan nuestro país. Una red más o menos estable, que permite optimizar pedidos y tiradas, con lo que los costes siempre se mantienen bajo control.

Nada que objetar. ¿Pero qué pasaría si en ese quiosco pudiera ser una alternativa de venta de nuevo?

A mediados de los años ochenta empezaron a aparecer las primeras tiendas especializadas en España. Hasta entonces comprar un cómic era algo que debía hacerse en los kioscos. También por aquel entonces no había reediciones, tomos de tapa dura, ni obras que exigieran otro canal de distribución. Prácticamente todo lo que se publicaba relacionado con los superhéroes se distribuía a kiosco y en formato grapa.

Uno iba al quiosco y podía ver la oferta al completo de Fórum y Zinco, puestos en repisas donde los libreros colocaban los cómics frontalmente, con una goma cruzando por delante, lo que provocaba que el que estaba primero acabara doblado. Era un buen sitio. El kiosco a fin de cuentas era un lugar de paso de posibles lectores. Niños y niñas que acompañaban a sus padres a comprar el periódico y que quedaban prendados por una portada donde se podía ver a Superman luchando con Quimik.

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Obviamente este tipo de cómics no estaban en todos los quioscos, tan solo en los más relevantes de cada ciudad. En mi caso, en Zaragoza, estaban en uno que aún hoy sigue abierto, ubicado en la Plaza de San Francisco. Y es que fue en ese quiosco donde yo empecé a comprar de forma regular los cómics de Millenium, What if? y Excalibur. Era la simbiosis perfecta. Un lugar al que sabía ir y me dejaban ir solo y un formato cuyo precio podía afrontar con mi paga. Grapa y quiosco eran un todo perfecto para la captación de lectores.

La grapa, ese formato popular, serializado, capaz de fascinar en tan solo 24 páginas, es la mejor manera de educar al futuro lector, al tiempo que permite más diversidad de lectura por el mismo dinero. El quiosco es esa tienda de cercanía donde se agolpan cientos de publicaciones entre las que deberían volver a estar estos cómics pugnando por ser visibles entre revista, folletos, periódicos, álbumes y coleccionables de todo tipo.

Si con la grapa se crea un lector, con el quiosco se vertebra que esa grapa pueda llegar a ese lector. Como ya he comentado al iniciar este texto estamos en un momento difícil y extraño. Difícil por la propia situación de un medio que lucha contra otras formas de entretenimiento. Extraño por ver como la edición de cómic está empeñada en alejar al cómic del lugar donde nació para llevarlo a lo más alto de la escala evolutiva editorial. Eso es algo bueno y necesario, pero sin dejar de lado las raíces. Hay público maduro para esas ediciones caras de material que por su calidad merece ser recopilado en un formato espectacular, pero también hay un público que debe hacerse, moldearse, para que mañana pueda y quiera comprar esas ediciones caras y lujosas. Un público que no tiene por qué ir a una tienda especializada, que tal vez a través de ese quiosco en su barrio le entre el gusanillo por una afición que tan solo está esperando a despertar en su interior.

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Soñemos un poco y veamos como tal vez hay hueco para todo en este mercado tan peculiar que tenemos. Ya nadie duda de que leer cómics no es algo que deba ser escondido, el cómic goza de un momento dorado en nuestro país, pero le falta volver a esa esencia para sembrar con el formato más humilde la semilla del futuro lector que un día y otro día comprará esas grapas, para acabar en una tienda especializada con un tomo entre sus manos.

El ciclo se cierra y al mismo tiempo puede volver a empezar. Una rueda sin fin que mantiene el sistema en movimiento. Dicen que todo está en Internet, pero no es así. También dicen que todo se puede hacer por Internet, pero tampoco es así. La venta online de las múltiples tiendas especializadas de España no puede llegar a muchos lectores jóvenes, de entre 12 y 14 años, porque para que haya interés por algo primero debe conocerse ese algo. Si un futuro lector que vive en Teruel, Ciudad Real o Soria, por citar algunas ciudades, donde no hay ni una sola tienda especializada, gran superficie o librería representativa, va paseando por su cuidad pero nunca ve un cómic en el quiosco de la esquina difícilmente podrá descubrir que le gusta ese tipo de lectura. Y si no lee no compra, ni en quiosco ni en las tiendas online. Solo queda preguntarnos si la población juvenil de posibles nuevos lectores de las grandes ciudades de España, con tiendas especializadas, podrán mantener en marcha esta rueda por tiempo indefinido o será necesaria una reinvención del sector.

Pero es que al final se trata de un juego a tres bandas en el que el quiosquero ha perdido la fe en el producto, las editoriales se enfrentan a la dura decisión de seguir apostando por un establecimiento de venta que no cree en sus cómics, mientras nadan entre los duros números de las ventas, la distribución y el lector, el final de la cadena, determinante para que todo este pueda funcionar. Sin él no puede existir un modelo de negocio viable y es por tanto responsabilidad nuestra entender que cada cambio que se produce en el mercado viene motivado por el cambio en nuestros hábitos de compra. Entre todos podemos cambiar esta tendencia y recuperar ese quiosco capaz de estar en la acera adecuada en el momento adecuado, exhibiendo orgulloso los cómics que van a llamar la atención de ese niño o niña y que son el germen de un futuro lector que pueda mantener la rueda girando.

Y es que de ilusión se vive y también se sueña.

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emilio
emilio
Lector
15 diciembre, 2015 13:06

El canal de kiosko nunca funciono para el coleccionista. Alla en el pleistoceno, cuando ni se sabia lo que era una libreria especializada, era un puto infierno coleccionar comics. Primero: el kioskero te mirama mal cuando le pedias TODAS las grapas y te ponias a mirarlas para ver cual novedad comprabas o si tenia las que estabas siguiendo….haciendo esperar al señor que venia a comprar el Marca o la señora por el Hola. Segundo: solo traian una grapa de cada comic, por lo que te tocaba hacer el tour de los kioskos hasta encontrar uno que aun no la hubiera vendido. Tercero: el kioskero no te pedia numeros atrasados salvo que fueras cliente habitual y aun asi habia que recordarle todas las semanas «que hay de lo mio» porque siempre se olvidaba. Cuarto: Comprar la espada salvaje de conan era casi imposible porque con esas portadas iban siempre al lado de las revistas gay y el kioskero no vendia porno a niños. En fin, tras mas de treinta años coleccionando comics he llegado a odiar la grapa y ahora me espero tranquilamente a los marvel deluxe, porque si la serie es buena SIEMPRE se recopila en tomo. Para lo que si funcionaba el kiosko era para el lector no habitual, que lo mismo un mes se compraba un tebeo de batman que otro de daredevil…o el señor que de paso que compraba el marca para el y el hola para la señora, se llevaba «un tebeo cualquiera para el crio». Hoy en dia el futuro del comic esta en potenciar las librerias no especializadas para captar al lector no habitual, porque ese comprador no habitual es el que mantiene industrias como el videojuego….y ese tipo de lector no quiere grapas: lo que quiere son tomos de historias autoconclusivas.

Raúl Peribáñez
Raúl Peribáñez
Lector
15 diciembre, 2015 13:38

Hace unos años, los cómics de Planeta-DC llegaban a un kiosco y los compraba allí por comodidad. Al cabo de unos meses dejé de hacerlo. Primero, compraba lo que podía y no lo que quería, ya que llegaba Outsiders, pero no Batman, llegaba Metrópolis, pero no la Cosa del Pantano… Segundo, los cómics no estaban expuestos, sino guardados, casi a cal y canto, en el mostrador del tendero, por lo que tenías que pedirle (molestarle, mejor dicho) que los sacara. A todo esto, teniendo que decidir rapidito qué comprar, que si no hacías cola. Tercero, el estado de los cómics podía ser lamentable. De esta época tengo un número de Predicador con un 3,5 GIGANTE escrito a boli sobre la cubierta… al parecer, la señora no veía el precio. Cuarto, no hay ningún descuento o sistema de fidelidad. Así que, aunque recuerdo con nostalgia los tiempos de mi infancia en los que compraba cómics en el kiosco, siendo adulto prefiero comprar en una librería especializada, ya sea física u online, y darle mi dinero a personas que tratan mejor el producto y se dedican en exclusiva a esto.

Igverni
Lector
15 diciembre, 2015 13:56

Gracias por el interesante artículo.

Primero, agradeceros todo el trabajo que os currais. El otro día en la entrada de Presente y futuro de ZN, precisamente os pedía este tipo de artículos, no limitados a DC sino en general, un foro donde comentar aspectos polémicos de nuestra afición. Y habeis cumplido increiblemente bien. ¡Genial!!

Gracias por dar a conocer la problemática del kiosco, alguna cosa ya la conocía y otras no, y me ha resultado muy interesante la lectura. La crisis del kiosco es en general. A título personal, una conocidas alquilaron el kiosco de la puerta del colegio de mi hijo a los dueños de toda la vida que se jubilaban. Tras 2/3 meses una de las primeras decisiones importantes que tomaron fue quitarse la prensa, por los jaleos de todo tipo que les ocasionaba para el poco beneficio que les daba.

Yo entiendo a los libreros y a los editores respecto a todos los contras que la distribución en kiosco conlleva hoy en día, poca calidad, etc… Pero al final, estoy con el final del argumento de Gustavo. O llevan el producto donde están los clientes, y sobre todo el futuro cliente que aún ni sabe que lo va a ser, o si no es imposible renovar la base de lectores.

Una cosa buena que ha hecho Planeta es llevar los tebeos de Star Wars a los Carrefours, MediaMarkt, etc Realmente no se si les está saliendo rentable y si venden mucho o poco, pero me extraña que alguien que lea (libros) habitualmente y sea fan de la ciencia-ficción, entre en un Media-Markt a comprar un Blu.ray de Star Wars y no se lleve un tebeo para probar. O un Lego Star Wars en el Carrefour….

Hay una situación curiosa hoy en día. Un kiosco, el medio con el que el 99% nos iniciamos en la lectura y en nuestra afición, NO tiene tebeos en grapa pero SI tienen para que los padres y abuelos compremos a los niños otros «sustitutivos» a los tebeos, como libros de Jerónimo Stilton (o similares, a esto ningún problema) o revistas cutres como Clan o similares, que son mucho mucho más caras. Y las abuelas / os que recogen a los nietos SI les compran el Clan cuando podrían gastarse mejor el dinero con un grapa de Spiderman o Batman. Esto último lo digo por experiencia propia.

Por no hablar del lector que vive en pueblos donde no hay ninguna librería, y el kiosco tampoco lleva tebeos. A esos miles de lectores potenciales les has perdido antes incluso de que empiece el partido !!

La grapa está muy mal vista, aparentemente, pero sin ella yo no creo que sea posible enganchar a nadie nuevo. Si, el tomo queda genial en nuestras estanterías, pero ves a decirle a un no lector que no conoce nada que se gaste 20/25 €uros en algo que ni siquiera sabe si le va a gustar. Imposible.

De la misma manera que las compras e Internet están ahí, pero, de nuevo, empezar a comprar algo de 0, sin saber nada y con la enorme oferta disponible, resulta también una misión imposible.

En fin, sé que no es un tema sencillo, pero quizá una solución es apostar, como dijo Julian Clemente, por un producto pensado especialmente para el kiosco de precio muy económico, que sirva a las nuevas generaciones de puerta de entrada al mundillo, y que le picará lo suficiente la curiosidad al lector para luego ir a la librería especializada.

Buff!! Como siempre , me enrollé demasiado. Aquí lo dejo.
¡Saludos!!!

Truji-man
Truji-man
Lector
15 diciembre, 2015 15:38

Hablo como nuevo lector de los que empezó con los Nuevos Vengadores de Bendis (sí, existimos), y sin enrollarme demasiado, el cómic de la temática que sea está condenado a fracasar si se siguen creando series en grapas de «chorrocientos mil» números. No conozco a ningún lector de cómics de mi edad, que empezase a leer cuando yo, que prefiera eso a un tomo o dos de no más de 15 euros en el que se empiece y termine una serie de pocos capítulos, si una historia es buena tiene que poder contarse en menos de 20 capítulos.

Pedro Pascual Paredes
15 diciembre, 2015 15:39

Nuevamente un estupendo e interesante debate.
Yo opino por las diversas razones que se han expuesto que el kiosko no es actualmente el lugar para el comic. E igualmente pienso que la estrategia es acercar las grapas al lugar donde cada semana van los padres (y los hijos); el centro comercial. Y es que como ya se ha comentado no se puede comprar lo que no se ve.
Por otra párte la librería especializada esta para eso: para ser algo especializado. Es decir, para Batman o la Liga de la Justicia o Supeman su lugar más adecuado (y de presumiblemente de mayor venta) sería Carrefour, eroski, alcampo y demás, es decir, serían la puerta de entrada perfecta y una vez iniciada esta pasión y querer conocer más de este universo y obras más diversas, es donde debería entrar el lugar delas librerías especializadas.
En mi caso, Toledo, la librería especializada -que es estupenda- está en el casco histórico al que apenas subo, prácticamente solo subo para comprar los cómics, pero a los centros comerciales (y si uno tiene hijos mucho más), me acerco cada semana. Seguramente picaría más – por el precio- que lo que hago al subir a librería o al comprarlo en internet. Y recordando que los chavales lo verían cada semana (que es lo que he visto con los cómics de Star wars)

Resultaría interesante el conocer las razones por las cuales Ecc y Panini no presentan sus cómics en las grandes superficies. En mi media mark tienen todos los volúmenes The Walking Dead y los venden bastante bien.

Nuevamente gracias por este espacio de debate

Ein
Ein
Lector
15 diciembre, 2015 19:07

Interesante texto y debate. Hace tiempo que veo que cada vez cierran más kioskos, por lo que no creo que sea una buena opción la distribución por ese canal, aparte de todas las cosas que comentáis que lo ponen claramente en desventaja.

Y aprovecho para dar un toque de atención a las librerías especializadas. No os durmáis en los laureles, precisamente porque el desembarco de comics en grandes superficies hace más fácil su compra. He tenido que comprar el Multiverso 7 y 8 en la Fnac porque en mi librería habitual se agotan y no los reponen con celeridad, ni siquiera en la zona de atrasados. En la Fnac tenían casi todos. No me parece lógico.

Leo
Leo
Lector
15 diciembre, 2015 19:59

Probablemente yo sea la excepción, porque empecé a leer comics gracias a las librerías generalistas. Aunque corro el riesgo de ganarme el odio de muchos por lo que voy a decir a continuación, el formato grapa nunca me ha convencido del todo, siempre he preferido los tomos. Pero seguramente se deba a la manera en la que entré en contacto con los comics, en formato tomo. Claro, que cuando yo empecé a leer comics ya hacía tiempo que los quioscos había dejado de venderlos.

Sobre lo que menciona igverni, referente a las revistas para niños que venden en los quioscos, no creo que ningún padre, madre o abuelos prefiera comprar a sus hijos un comic americano, aunque sea más barato que la revista. La razón: los comics de superheroes hace tiempo que dejaron de ser para niños (aunque hay excepciones). Yo mismo empecé a leer comics siendo ya adolescente, no un niño. Pero esta es sólo mi opinión subjetiva.

Por otro lado, yo también creo que la estrategia de Planeta con los cómics de Star Wars ha sido muy inteligente. Poniendo sus tebeos en grandes supermercados seguramente lleguen a más público, incluso consigan captar la atención de gente que jamás se había acercado a un comic, que en el fondo es de lo que se trata.

Jack Knight
Jack Knight
Lector
15 diciembre, 2015 20:28

Para mi el kiosko está completamente obsoleto como punto de venta de cómics. Quitando coleccionables y a veces ni eso (muchas veces te traen las primeras entregas y si no vende bien dejan de pedirlos).
Como habéis apuntado por ahí, si se quiere enganchar a nuevos lectores (cosa que a mi me sigue pareciendo extremadamente difícil) la solución pasa por las grandes superficies. El chaval que va a la FNAC a comprarse el nuevo Uncharted se encuentra al lado con los cómics de The Walking Dead («anda, como la serie de TV que veo todos los lunes») y el que ve Arrow se encuentra con el Green Arrow Año 1 (con un oportuno «la obra que inspiró Arrow» en portada)

Personalmente me parece una forma mucho más acertada a la hora de intentar captar lectores que poner una grapa de Batman en un mostrador con 100 revistas, 50 coleccionables y 10 periódicos distintos y esperar que en el tiempo que el niño tarda en pedir unas gominolas se percate de que ese cómic está ahí, se interese por él y lo acabe comprando.

El problema, claro, que las grapas son mucho más económicas que ese tipo de tomos y sin duda serían más accesibles a los más jóvenes. La solución yo creo que pasa por los coleccionables, que permiten acceder al cómic desde el principio (no una grapa al azar) y que económicamente son asequibles.

Por cierto, a ver si las grandes superficies toman de referencia la FNAC. Una sección de cómics que al menos para las novedades (e incluso atrasados de hace ya unos cuantos meses) poco o nada tiene que envidiar a muchas librerías especializadas. En ese sentido otros centros comerciales como El Corte Inglés dejan mucho que desear (con las novedades ahí apiladas de cualquier manera y las estanterías completamente desorganizadas)

Raúl López
Admin
15 diciembre, 2015 20:33

Me sumo al debate con varios apuntes que me gustaría compartir, por desgracia la época del quiosco ya ha pasado, y digo por desgracia porque la forma de captar nuevos y jóvenes lectores en los ochenta y los noventa era mediante ese canal, uno iba al quiosco a acompañar a sus padres a comprar el diario o revista y existía la posibilidad de salir con un cómic (económico) de grapa con el que comenzar su afición, eso hoy no sucede, y los padres no van a una librería especializada de comics a comprar La Vanguardia o el Lecturas con lo que es complicado que ‘caiga’ ese comic a ese adolescente. ¿Donde creo que está el quiosco del siglo XXI al menos para nuestros futuros aficionados? En grandes superficies, comienza a ser habitual ir al Carrefour y encontrar comics curiosamente de Star Wars y Secret Wars (miedo me da los crossovers que hará más de un adolescente), curiosamente en una visita a una tienda de la cadena Game este domingo me encontré con que tenía una pequeña columna giratoria con comics, en su mayoría grapas (de nuevo Secret Wars y Star Wars) y bastantes tomos de Panini de la línea Marvel Deluxe y CES, me sorprendió ver que incluso tenían una edición especial en tomito que agrupaba tres números uno de las series de Star Wars, como si fuese una edición especial para ellos. Creo que es ahí donde deben mirar las editoriales como apuntaba Beni en su artículo, a esas grandes superficies haciendo que sean quienes capten a esa nueva generación de lectores. De la misma forma que veo interesante que las librerias generalistas tengan en sus vitrinas comics, a fin de cuentas, ¿no es lectura?

Luego está el papel de la librería especializada, juegan un papel importantísimo y son capitales, no nos engañemos alguien que pasa de primer comprador o comprador ocasional a coleccionista no va a ir a un centro comercial, lo hará en un sitio especializado, ya sea yendo físicamente a la tienda (una gozada) o bien por internet, pero siempre yendo a un sitio donde se pueda asegurar que no se le escapen sus números mensuales.

Respecto la grapa… llevo coleccionando comics desde hace 25 años y cada vez veo más cerca el momento en que tendré que dejar de comprar grapa por espacio en casa, al inicio para mi era el formato idóneo, me permitía comprar barato y probar muchas series, ahora prefiero ediciones mejores que conservar en mis estanterias para futuras lecturas, con la grapa no hace falta que os lo cuente, ya sabéis que siempre es más complicado al terminar en cajas. Dicho esto, me preocupa que si no se renuevan los lectores y como se debate en muchas librerias, al final siempre somos los mismos de siempre los que compramos superhéroes que poco a poco y segun creemos y tenemos menos espacio optemos por formatos tomos dejando de lado la grapa, el problema es que entonces esas ediciones ‘asequibles’ no estarían disponibles para atraer nuevos lectores.

Disculpad el tocho pero el tema es muy muy interesante 😉

Lord_Pengallan
Lord_Pengallan
Lector
15 diciembre, 2015 21:11

El kiosco está muerto para el Cómic en España así que el problema real es precisamente el que señala Higuero y no los editores, parece que satisfechísimos con vender en grandes superficies y por Interné, cómo llegas a donde no hay tiendas y grandes superficies? Porque en España el lugar donde no existen es el más común. Estoy seguro de que antes se vendía mucho en los kioscos porque en los pueblos no hay mucho que hacer, sobre todo antes, y más si se es alguien no inclinado al deporte o a comer pipas en grupo. Yo veraneo en pueblos y cuando era adolescente podía seguir mis coles recorriendo todos los kioscos del lugar, pero ahora no porque, aún habiendo los mismos, ya no venden cómics. Así que las editoriales están perdiendo ventas. Esto nos lleva a un 2º problema, las grapas. A parte de que está en decadencia (en la encuesta de ZN la mayoría de la gente dijo no comprarlas), está que ya no son negocio. Ese es el quid, si volviesen a ser negocio, se venderían cómics en kioscos y mucha más gente podría leerlos. Así que quizás haya que mirar lo que hacen en Italia para ver cómo se pueden vender cómics en ellos. Seguro que eso pasa por reconocer que el lector de kiosco no es el de tienda y por ello no se puede pretender venderle lo mismo, una grapa (los kioscos italianos no venden grapas de 24 páginas). Aunque seguramente esto nos lleve a darnos con una pared: los que compramos cómics somos pocos y por ello las editoriales no pueden publicar para los de tienda, para los de grandes superficies y para los de kiosco, así que un formato, la grapa, tiene que valer para todos aunque, como es el caso, sólo lo quieran 1 de los 3 tipos de consumidores.

sombrazul
sombrazul
Lector
16 diciembre, 2015 0:23

en 70 y 80 no había ni internet ni wasap ni na de na.los chicos de ahora no leen.de hecho pienso que odian la lectura con avaricia por que lo asocian a tareas escolares.hay quien lee pero son minoría.y a no ser que haya una catástrofe global que anule la tecnología esta situación ha venido para quedarse.asi que los cuatro gatos que amamos apasionadamente los comics disfrutemoslos con pasión inusitada ya que parece ser que el próximo paso será el comic digital.con lo bien que huelen los comics recién imprimidos…

batlander
batlander
Lector
16 diciembre, 2015 0:37

Me ha parecido un gran articulo la verdad. Interesante y muy original en contenido y forma. En general no tengo mucho mas que añadir, no soy muy nostalgico y la verdad es que relativamente cerca de mi casa llevo teniendo tiendas de comics desde «siempre», con lo cual pasae del kiosco a tienda rapidamente.

Lo que si que he sacado en claro del articulo es que ahota mismo ser kiosquero es una putada de las grandes!!!! Y me duele, ya que es un trabajo muy sufrido y muy poco valorado en mi opinion.

pelayo
pelayo
Lector
16 diciembre, 2015 1:51

El tema tiene tres pilares:
1º El público
2º Los formatos
3º El canal de distribución.

EL PÚBLICO
¿Por qué no hay relevo generacional? Hay un refrán sobre la educación de los hijos que dice «Nos preocupamos tanto de darles lo que NO tuvimos que nos nos olvidamos de darle lo que SÍ tuvimos». Y si algo teníamos aquellos que aprendimos a leer con los tebeos en la década de los 70 era toneladas de aburrimiento, horas y horas de siestas de verano inacabables que tenías que llenar con algo que no hiciera ruido -la lectura-, con una programación infantil en TV de 2-3 horas diarias hasta que aparecía Casimiro o la familia Telerín y te mandaba a la cama; era una época sin videos, dvds, consolas, internet, wii, tablets, videojuegos y varios canales de TV exclusivamente de programación infantil a todas horas. Hoy día, ante tal competencia audiovisual llena de colores, sonidos, músicas y movimientos impactantes, ¿como puede salir ganando un cuaderno de papel con dibujos estáticos y además… ¡hay que leer!? Conseguir captar la atención de un niño puede ser dificil, pero mantenerla concentrada en un tebeo… lo veo cada vez peor. Y más aún si se da en un hogar donde tampoco hay tradición lectora en los progenitores, que ven más fácil dejar aparcado y calladito al nene o la nena con una maquinita durante horas, en vez de enseñarle a seguir una narración de viñeta en viñeta. ¿Que hay que hacer un viaje de 1 ó 2 horas en coche? pues se le da cualquier cosa con pantalla para que vea dibujos en el asiento de atrás. Luego salen los resultados que salen en cuanto a comprensión lectora.

Así que en definitiva: aunque el crio/a vea un tebeo en un quiosco o una gran superficie por lo general tampoco le va a llamar especialmente la atención en un mundo de pantallas grandes y pequeñas.

EL FORMATO
Los tebeos en grapa son los herederos de los relatos por entregas del siglo XIX: Los Tres Mosqueteros o Los Miserables se publicaron por entregas, y en ese formato barato podían ser adquiridos semanalmente por clases populares que quizás no podían desembolsar de una vez el precio de uno o varios tomos. El tebeo de grapa era igualmente un formato barato para que pudiera ser adquirido por quienes menos dinero tenían en la familia: los niños. Pero ya hemos dicho que esos niños se han convertido en adultos (y algún adolescente todavía) que ahora tienen un mayor poder adquisitivo y una mayor exigencia con el producto, las grapas cada vez tienen menos contenido y algunas veces son enrevesadas de seguir (que no de entender) por aquello de la sinergia comercial del macroevento, por lo que el tomo es una lectura más sustanciosa, queda mejor en estantería y hasta puede salir más barata. Y los formatos caros se multiplican hasta extremos casi delirantes (un tomazo de 880 páginas de Alpha Flight por 60 euros (10.000 ptas.): me lo dicen en 1986 y no me lo hubiera creído.

Así que en definitiva: la grapa era un formato para clientes «pobres» que ya no existen porque han crecido, tiene más dinero y no han sido relevados.

EL CANAL DE VENTA
Y cuando ya han cambiado el público principal que acudía al quiosco y el formato principal de tebeo que se vendia en el quiosco… resulta que el quiosco sigue siendo lo mismo: una caseta de metal o ladrillo, más clásica o más moderna, con un encargado que no entiende de tebeos y no puede satisfacer lo que un cliente de tebeos quiere, que dispone de una superficie muy limitada y además reñida con otros productos más rentables que los tebeos, y que tiene un servicio por parte de la distribuidora no muy bueno. Como mucho venderá una promoción especial tipo Marvel Héroes vol. 1, y gracias.

Así que en definitiva: en la actualidad el quiosco está muerto de por sí para el tebeo, y puede sobrevivir si se dedica a proporcionar otros servicios como vender prensa generalista, recargas de bonobús, venta de material turistico donde toque, tabaco, etc…

Finalmente, la gran superficie parece ser una gran ambición por parte de las editoriales, pero no se crean: más metros de superficie y más clientes potenciales no quiere decir más ventas o más afición; en las grandes superficies no se suele hacer una labor de fidelización del cliente, a veces simplemente porque no existe una persona encargada de la sección de comics que entienda y te guíe o aconseje para hincarle el diente al maremagnum de publicaciones y títulos que pueda encontrarse; en la FNAC o el Corte Inglés (hablo de Sevilla, igual es mejor en otros lados) como mucho consultan la base de datos y te pueden decir si tienen o no un título que les pidas; en cambio, en la librería especializada en la que compro he visto en ocasiones que viene un padre/madre y dice: «Estaba buscando un tebeo para mi hijo porque quiero…», y mi librero le pregunta «¿Qué edad tiene?¿qué películas le gustan?¿qué series de tv sigue? etc…» y el librero, con ese perfil en mente, va a las estanterías y le elige uno o varios tebeos de varios precios que tienen muchas posibilidades de gustarle y aficionarle, le explica si por encima las características de cada uno y ese padre o madre sale de la tienda con una gran probabilidad de volver o de recomendarla a otros.

Y por último: ¿qué pasa en las localidades cuyo nº de habitantes no da para mantener una tienda especializada ni una gran superficie? Internet, no hay otra.

Gustavo Higuero
Autor
16 diciembre, 2015 10:06

Creo que adoptar una actitud derrotista frente a las nuevas e infinitas formas de entretenimiento es cuanto menos doloroso de leer. Las situaciones que se crean en la vida, sean las que sean y vengan de donde vengan pueden cambiarse. ¿Cuántas personas a lo largo de la historia no han aceptado una situación como válida y han luchado por cambiar las cosas?

El mercado es el que es ahora, pero es que hace veinte años era otro y dentro de veinte años el escenario volverá a ser distinto.

Al final se trata de innovar, de buscar alternativas y de ser creativos tanto como consumidores, editores y vendedores. Si algo tenemos que haber aprendido de estos tiempos tan duros que estamos viviendo es que si te acomodas es cuando estas muerto.

Todos podemos aportar un granito de arena. En mi caso leo bastante, aunque fui un lector tardío que no arranco a leer hasta los 13-14 años, con una gran colección de comics, libros y revistas que pueblan mi estudio. Actualmente tengo una hija de cuatro años que al verme sentado en el sofá leyendo, corre a la estantería a buscar un comic de Don Miki o alguno de sus cuentos para sentarse a mi lado e imitar a su padre.

Viene conmigo a la tienda a comprar los comics, ojea los tomos de los Minions, disfruta mirando los dibujos de algún álbum Disney, nada forzado, libre, que ella misma descubra ese mundo que se esconde tras una tapa de cartón.

Paralelamente a esto hay que hacer una labor diaria de batalla contra ese constante bombardeo de dibujos, marketing, videojuegos y demás formas de entretener digitalmente a un infante.

No es posible aislarlos, pero si es factible gestionar el contenido y el consumo de estos sedantes culturales. Ver dibujos no es malo, forma parte del todo educativo, el problema es cuando se convierte en lo única opción. Nada de consolas, ni móviles con juegos, nada que pueda matar su imaginación y les nuble la vista a la hora de descubrir otras formas de divertirse. Ya llegaran los videojuegos, es inevitable, yo mismo jugué mucho con mi ordenador de 8 Bits, pero lo importante es la diversidad en el entretenimiento.

No debemos olvidar nunca que enseñamos lo que somos y no lo que sabemos. En mi caso tengo una enorme responsabilidad con la educación de mi hija. El mayor reto personal al que me estoy enfrentando en mi vida y por eso no debo desfallecer porque detrás de mi hay alguien que sigue mis pasos.

Pero da igual si eres padre o no, si tienes 15 o 25 años, siempre podemos influir en nuestro entorno. Sobrinos, amigos, conocidos, no importa a quien, lo que importa es que influimos en la gente que nos rodea al igual que ellos influyen en nosotros. Aportemos ese granito de arena al conjunto para que sigan apareciendo nuevos lectores que permitan que el mercado pueda seguir evolucionando.

La grapa para mi es fundamental para el comic. Ya no es el formato barato de antaño, 1,95 euros por 24 páginas es caro proporcionalmente, pero indudablemente no es lo mismo llevarse un tomo por 10 euros, que 5 grapas por 10 euros. Lo que enseña una cosa y la otra no es lo mismo. La grapa educa al lector. La serie mensual hace que la paciencia sea una virtud. Es el escalón de entrada a la lectura de comics. Si la grapa muere se pierde la esencia de este medio.

Hay lectores para la grapa, el tomo y el tomo de 880 páginas que pesa 3 kilos. Cada uno busca un lector diferente y cada uno satisface edades diferentes. El mercado, creo, puede y debe seguir buscando la manera de estar cerca del lector. Tal vez la grapa deba evolucionar, adaptarse a los nuevos tiempos. Evolución es igual a supervivencia.

Internet es uno de los caminos a seguir. El cómic digital es una realidad que va a cambiar de nuevo el status quo del mercado. Se van a redefinir los conceptos que hasta ahora se daban por sentados y estamos empezando a arañar el futuro que viene. Negarlo sería posicionarse en el inmovilismo y no es la mejor forma de encarar este reto que nos viene encima.

Pero internet no puede ni debe matar al comic físico hoy, ni mañana, tal vez pasado mañana, pero hoy su existencia, con su gran diversidad de formatos es de vital importancia. Porque este cambio exige de un cambio generacional que lo catapulte al primer puesto de modelo de mercado. Esa generación ya esta entre nosotros y tiene entre 1 y 6 años.

Mientras llega ese día podemos hacerlo mejor. Ver que hay muchos tipos de lectores en España que merecen poder descubrir un medio tan fascinante, sino de la forma que los más añejos hicimos en su día, si al menos puedan saber que hay más vida en ese kiosco de su barrio.

Desde aquí decir que no hay nada fácil ni sencillo. No hay verdades absolutas o mentiras absolutas y que en nuestras manos esta cambiar el futuro.

Perdonar por el tocho de comentario.

Y como siempre muchas gracias por vuestros comentarios que son lo mejor de esta web que es la vuestra.

Igverni
Lector
16 diciembre, 2015 11:14

Me está resultando muy interesante leer todos los comentarios. De nuevo, gracias por este foro.

Yo recuerdo con cariño cuando era un crío y salía del cole a por los tebeos. Me hice amigo del dueño del kiosco, y como los tebeos llegaban los jueves a Castellón, el kiosquero no los sacaba a la estantería hasta que yo no pasaba a las 12 y cogía los míos antes. Pero aún así, siempre había algún tebeo que no le llegaba y tenía que ir de peregrinación por toda la ciudad el fin de semana hasta que encontraba un kiosco que sí lo tuviera. ¡Aaaah, que tiempos!!

Esta nostalgia no quita por supuesto que yo hoy en día ni loco volvería al stress de la compra en kiosco, teniendo mi librería que me trata bien, me pide mi americano, me hace el descuento, etc…

Pero si creo, de nuevo como comenta Gustavo, que la única forma de que esta afición nuestra sobreviva la siguiente generación es que editoriales, libreros, etc sean imaginativos para captar clientes y no caigan en el derrotismo del «esto es lo que hay». Ojo, no digo que lo estén haciendo, pero creo que no se hacen ningún bien si piensan que como con las ventas de las librerías ya les funciona el negocio, todo va bien. O que lo vaya a seguir haciendo en el futuro.

A lo mejor el canal kiosco no es ya el más adecuado, pero habrá que buscar el nuevo canal que complemente las ventas del canal librerías y acerque el tebeo a lectores que aún no lo conocen. Para esta función no veo a Internet como canal introductorio, principalmente por la dificultad de saber por donde empezar.

Igual que los libreros organizan jornadas de firmas, actividades para niños, hacen labor pedagógica, recomendación, etc buscando atraer público a sus tiendas y fidelizarles, que a la larga serán ventas, las editoriales deberían esforzarse en seguir buscando al nuevo lector potencial. Pero, de nuevo, hay que ir a buscarlo, si crees que te van a ir a comprar por tu cara bonita…

Yo también intento que mi hijo de 7 años no se pase todo el día jugando con la tablet o viendo Disney XD. Efectivamente, los niños saldrán como nosotros les eduquemos, y eso es algo muy importante que yo también me tomo muy en serio. Por supuesto sé que mi hijo aún tiene una edad manejable, pero igual que le llevo a ver Vengadores AoU al cine, intento que lea conmigo tebeos que pueda leer a su edad (p.ej. la miniserie de Groot le encanta). Que luego eso haga que se aficione a la lectura aún está por ver, pero si no plantas la semilla, luego que nadie se extrañe si no florece nada…

Louontherocks
Louontherocks
Lector
16 diciembre, 2015 11:54

Es curioso pero en la librería en la que suelo comprar, el dueño siempre dice que si no fuera por la crisis la grapa tendría los días contados. Yo debo ser de los pocos que piensa que es mejor la grapa, la veo cómoda y fácil de guardar. Los tomos ocupan muchísimo, y en algunos casos, cuando hay que girar el comic por ejemplo son un engorro. Por no hablar de los tomacos que últimamente pueblan las librerías, los Limited Edition sin lomoo característico, , cada uno con una portada doble… en fin no lo entiendo.

Lord_Pengallan
Lord_Pengallan
Lector
16 diciembre, 2015 21:47

Para resolver el problema tampoco hay que vincular grapa y niño y niño y superhéroes. A lo mejor quien tiene que enganchar a los niños a los cómics no son Marvel ni DC, y la grapa hay que entenderla como formato barato. Veo que se repite mucho la triada niño-grapa-superhéroes y creo que tampoco es eso. Yo soy del centro de Madrid y no vivo del negocio editorial a si que a mi plin, pero creo que las editoriales debería hacer más esfuerzo para llegar a donde llegaban antes y ofertar algo barato, que desde este siglo han derivado al tochal y a lo caro y eso está convirtiendo al Cómic en algo elitista en vez de popular. Además de que tira más por la nostalgia que por otra cosa.

MICHEL
MICHEL
Lector
18 diciembre, 2015 21:00

En México la situación es muy diferente a lo que alcanzo a ver en los comentarios.

1.-Las tiendas especializadas (que son pocas) distribuyen material en el idioma original.
2.-El Kiosko es culturalmente mas accesible al comprador promedio.
3.-La plusvalía del numero en cuestión no se eleva como en países de habla ingles, de manera que cosas como el «coleccionista acaparador de todas las portadas» no es tan frecuente e incluso es mal visto en tiendas de franquicia, el kiosko sabe que el cómic vende y no hay problema si uno lleva todo Guerras Secretas en sus cientos de portadas.
4.-Las tiendas de franquicia que tienen un «amplio» catalogo de cómics no distribuyen números atrasados y dichas tiendas no llegan a cubrir todos los estados del país, mucho menos las pequeñas localidades, la viabilidad de una tienda en los pequeños pueblos es prácticamente imposible
5.-Una sola editorial tiene el control de las dos grandes cabeceras del cómic, esta misma publica revistas diversas, y el principal punto de venta es el Kiosko.
6.-El formato de tomo tiene pocos años en el mercado.

Por todo lo anterior el Kiosko sale mejor librado ante una tienda especializada o una tienda de franquicia en mi país.
Aquí el Kiosko vivirá por mucho, mucho tiempo.

Bartholomew Roberts
Bartholomew Roberts
Lector
21 diciembre, 2015 13:55

Entro para decir como empecé a leer cómics de manera más o menos seria.

Era principios de los 90 (91′ o 92′ máximo) y hasta entonces solo había leído algún cómic marvelita suelto que me había comprado o bien mi abuelo o bien mis padres. Pero por aquella época ya llevábamos unos meses (o un año quizás no me acuerdo) viendo Dragon Ball en la televisión autonómica vasca cuando de repente vi en el quiosco que Planeta se animó a editar esa serie que encandilaba a todos los chavales del colegio, no tendría más de nueve o diez años.

La mítica seria blanca, la de la edición en formato grapa esperpéntico. Pero era algo, por fin editaban cómics de Son Goku! Antes de eso circulaban fotocopias por las clases (de malísima calidad por cierto), pero no podías seguir las aventuras originales de Toriyama que estaban triunfando en la televisión antes que en los quioscos.

Había unas magníficas anotaciones e introducciones de Alfons Moliné, e incluso un apartado (muy normal en aquella época) dónde los aficionados se carteaban entre sí y pedían que les respondieran a sus preguntas.

Os acordáis?

Muchos años han pasado, y es inútil luchar contra los elementos.