¿Arte o impostura?
«Hay que hacer lo posible para no trabajar nunca, porque la vida es el terreno de juego del arte: planificar un robo tiene tanto valor como escribir un libro.»
El ladrón de libros al que hace referencia el título es Daniel Brodin, un joven estudiante de derecho aspirante a poeta aficionado a robar libros, que, en el Paris de los años cincuenta se ve convertido en una figura destacada de la sociedad literaria francesa de manera casual, protagonizando un ascenso tan veloz en su subida como su posterior caída. Durante el proceso se mezclará por igual con los popes de la “alta” cultura de la época como con un grupo variopinto de personajes que están a caballo entre ser artistas de vanguardia o delincuentes que se cuestionan el arte “serio” y tratan de ponerlo en evidencia destapando muchas de sus contradicciones, un debate que sigue de plena actualidad. Sus andanzas nos permitirán descubrir la tremenda explosión de libertad, fiesta y cultura que bullía en la capital francesas tras los recientes años de ocupación nazi. En sus cafés, librerías y fiestas los versos, el jazz y todo tipo de vanguardias artísticas se entremezclaban con el alcohol, las drogas y todo tipo de excesos. Su prolongado contacto con estos personajes terminará por sumirle en una turbia historia que hace que la obra pase de tener un carácter casi costumbrista a una trama de género negro.
Estamos ante una obra se convierte en la perfecta fotografía de un lugar y una época concretos, que con el tiempo se han mitificado, y como siempre sucede se trata de un momento que tenía una cara oscura que suele permanecer oculta. Gracias a Daniel Brodin, descubrimos las corrientes artísticas y los ambientes literarios del momento con la presencia de algunas de las figuras más destacadas que vivían en Paris como Sartre, Simone de Beauvoir y Miles Davis. Su ascenso sirve para mostramos como en todo lo que rodea al arte siempre hay un punto de impostura y un ansia de negocio y arribismo en algunos individuos que acaban por parasitar y envilecer a las obras y a sus creadores. Todo ello contado con bastante crudeza, pero con un tomo descreído e irónico que envuelve a toda la obra de un tomo satírico. Además, vemos de primera mano las constantes luchas que se dan en el mundo del arte, en particular, entre las posiciones más vanguardistas y contestatarias en constante conflicto con las conservadoras y clasicistas, formado un ecosistema que extrapola de alguna manera las luchas de clases que vemos en la sociedad.
La novela gráfica funciona como un viaje iniciático del propio protagonista, que también un reflejo de la juventud francesa de los años cincuenta en plena explosión del existencialismo, una juventud contestataria y rebelde contra el poder establecido que fue el germen de las revueltas de mayo del 68, donde la juventud francesa trato de cambiar el orden social establecido, aunque sin demasiado éxito.
Además de una crítica al mundo del arte, en El ladrón de libros también encontramos una reflexión sobre los procesos de creación como en el caso del protagonista que hasta que no comienza a descubrir lo peor de sí mismo no consigue la inspiración necesaria para escribir.
Daniel, al igual que todos los personajes que aparecen en la obra, resulta muy humano, con todo lo bueno y lo malo. Es un tipo mezquino, arribista y oportunista que no duda en plagiar y mentir para conseguir el éxito, pasando por encima de todos los que le rodean. Pero pese a todas esas faltas y debilidades termina por caernos simpático y compartimos los altibajos de su viaje iniciático.
El mono libre hace un buen trabajo de edición siguiendo la edición de Futuropolis, aunque han optado por la portada de la edición italiana que recuerda más las de un libro.
El ladrón de libros de Alessandro Tota y Pierre Van Hove es gran trabajo que mezcla una crítica sobre el mundo que rodea al arte con una historia de género negro. Un viaje a un tiempo donde en los cafés acogían por igual a artistas bohemios y a delincuentes.
Lo mejor
• El retrato de una época.
• Los personajes están muy bien construidos y resultan del todo creíbles.
Lo peor
• Una cierta irregularidad en el apartado gráfico.
Guión - 8.5
Dibujo - 7.5
Interés - 9
8.3
Alessandro Tota y Pierre Van Hove ponen de manifiesto algunos de los peores aspectos del mundo del arte.