¿Escribimos nuestro propio futuro?
«No se trata de adivinar el futuro, sino de escogerlo. El futuro se reescribe a cada instante. Muta con cada acción, pero eso no hace que desaparezcan los demás futuros posibles.»
Cuando leemos una obra, muchas veces el pleno disfrute no depende solamente de lo bien construida que este la historia, ya que en alguna ocasión es necesario que nos hagamos cómplices de los autores y nos dejemos llevar por el juego que nos proponen. Unos trabajos que acostumbran a resultar de lo más gratificantes cuando tanto los autores como el lector consiguen establecer una comunión. Esa idea del juego con los lectores es esencial en
El mecanismo hace referencia a un libro escrito por Marcus Carlton, un autor superventas que en pleno éxito se suicidó en 1981, aunque nunca se llegó a encontrar su cadáver, lo que le ha convertido a él y a su libro en algo mítico. Se trata de un libro bastante críptico y misterioso que lleva años obsesionando a Jonathan Bennett, un escritor que escribe ensayos sobre escritores y que está pasado por una crisis personal. Así que, para cambiar de aires y documentarse para su último libro, decide viajar a Mallorca siguiendo los pasos de Robert Graves (escritor de Yo, Claudio o La Diosa Blanca, entre muchas otras obras). En la isla conoce de manera fortuita a Don Carter, un enigmático y peculiar anciano que le recuerda enormemente a Marcus Carlton y que además parece conocer muy bien los secretos que encierra El mecanismo.
Estamos ante una obra en la que no hay apenas acción, puesto que a lo largo de las páginas vemos una conversación muy larga entre ambos personajes, pero eso no hace que sea una lectura sin interés o tensión. Durante toda la obra nos cuestionamos si Carter es en realidad el desaparecido Carlton. Aunque ese misterio sirve para que la trama avance, progresivamente va dejando de tener importancia ante las preguntas que el anciano le plantea a Bennett que le hacen cuestionarse a sí mismo y al rumbo que ha tomado su vida, algo que también se traslada al lector y que forma parte del juego al que nos referíamos al principio. Ninguna de las preguntas tiene una respuesta sencilla y tampoco hay un interés por parte de los autores en responderlas, ya que las respuestas dependen en buena parte del lector. Gran parte de la calidad de la obra viene marcada por lo bien construidos que están los personajes principales y lo medidos que están los diálogos de su conversación. Ambos mantienen un duelo intelectual que recuerda al que se produce entre Michael Caine y Laurence Olivier en la película La huella de Joseph Mankiewicz, aunque en esta ocasión es bastante más oscura y con unas reflexiones más transcendentes.
Ángel Trigo hace un gran trabajo durante toda la obra, en el que apenas se aprecia que es un dibujante de cómics novel, seguramente sea debido a todas las experiencias previas que acumula en otros campos como la animación o los storyboards. Pese a su supuesta bisoñez en el medio se enfrenta con solvencia a un guion que demanda un dibujante que sea capaz de mostrarnos las expresiones, sobre todo, las miradas y también las emociones de los personajes, en particular, la incomodidad y tensión que va experimentando Bennett. Todo ello mientras va controlando el ritmo de la narración jugando con diferentes plano y encuadres para que las conversaciones entre los personajes no se vuelvan pesadas. Un trabajo que, quizás no llama la atención como sucede con otras obras mucho más espectaculares, pero que nos nuestra a un dibujante que dómina las herramientas narrativas del medio.
En El mecanismo Gabi Beltrán y Ángel Trigo firman una obra absorbente, con la calidad de edición que vemos en todos los cómics de Astiberri, en la que el misterio inicial se ve empañado por unas conversaciones fascinantes que nos llevan a cuestionarnos la realidad y nos incita a releerla de nuevo para descubrir distintos significados ya que se trata de una de esas obras que gana con cada lectura y obliga a revisitarla. Hay que destacar el fantástico trabajo que realiza el debutante Ángel Trigo con un guion nada cómodo y muy exigente para el dibujante.
Lo mejor
• La relación que se establece entre los dos protagonistas.
• Lo bien que maneja el misterio en torno al libro y Don Carter.
• Un final de esos que deja poso.
Lo peor
• Si no se entra en el juego que proponen lo autores es difícil disfrutarla.
Guión - 8
Dibujo - 7.5
Interés - 8
7.8
Inmersiva.
Una obra de difícil definición ya que transciende su origen como historia de misterio para transitar por otros caminos que nos llevan a cuestionarnos la forma en la que funciona la realidad.