¿Qué es un museo?
«Los museos y los ensayos son ejercicios de especulación cultural que tratan de establecer un recorrido intelectual entre dos puntos, la puerta de entrada y la de salida, la primera y la última página, el inicio y el final de una trama o de un argumento o de un viaje. Pero nada empieza, nada concluye, pese a que sugieran lo contrario los espacios y los discursos que constantemente transitamos.»
Gracias al continuado esfuerzo de diversos elementos del sector del cómic, hace tiempo que su percepción en España como un medio menor va quedando atrás. De manera que cuando algunas de sus novedades más destacadas aparecen en los medios generalistas no se las trata como un arte menor, sino como algo equiparable a cualquier otra novedad literaria o lanzamiento audiovisual. Una normalización que está provocando que, por suerte, el medio salga del gueto de las librerías especializadas y su presencia se extienda hacia otros lugares. Uno de los lugares en los tiene cada vez tiene más presencia es en algunos museos que están haciendo una apuesta firme y decidida por el medio. No solo organizando exposiciones relacionadas con el cómic, también auspiciando la creación de cómics que establecen diálogos en igualdad con algunas de sus exposiciones y autores como sucede con obras como El tríptico de los encantados de Max o El perdón y la furia de Antonio Altarriba y Keko, por citar dos de las más interesantes. Pero también es posible crear cómics que dialoguen con todo el contenido del museo como sucede con Museomaquia de Santiago García y David Sánchez. Algo similar a lo que vemos en El museo de Jorge Carrión (Tarragona, 1976) y Sagar (Huesca, 1974), aunque en esta obra ambos autores redoblan la apuesta que hicieron con Gótico para crear una obra que explora las diferentes colecciones del Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC) articulando un ensayo que amplía el foco para acabar tratando sobre el propio arte, con el cómic y sus precedentes incluidos, la historia de la ciudad de Barcelona, la construcción de la identidad catalana, la idea de Dios o el valor de los museos como lugares donde comprender y aprender a amar el arte. Unos lugares que permiten que los artistas de más renombre se comuniquen con las personas anónimas que recorren sus pasillos, una democratización del arte que se pone en valor en esta obra al igual que sucede con su función como prescriptor del arte y la cultura. Un homenaje y reconocimiento a esos lugares que hacen accesibles la cultura y el arte que Carrión ya había tratado en Warburg y Beach, su maravilloso cómic acordeón realizado junto a Javier Olivares en el que hacía lo propio con las librerías y las bibliotecas.
El museo es la tercera colaboración entre Carrión y Sagar, tras Los vagabundos de la chatarra y la ya mencionada Gótico, un trabajo autónomo que estaba centrado en la parte del MNAC dedica a esa época y que se puede considerar como una especie de prueba piloto de esta obra en la que se ha integrado la práctica totalidad de las páginas que componían ese primer trabajo, aunque con algunos cambios en los textos y en el color de algunas páginas.
Más que como un catálogo minucioso de las obras que habitan en el museo podríamos considerar esta novela gráfica como un ensayo en formato cómic que se edita con primor gracias a la colaboración entre el MNAC y Norma y que cuenta con dos ediciones, una en castellano y otra en catalán. A lo largo de la obra vemos diferentes capítulos en los que se repasa tanto la creación del museo, como sus diferentes exposiciones, pero que como ya hemos dicho son el punto de partida para dar paso a temas muchos más universales y que nos permiten vislumbrar el museo, su contenido y el arte desde diferentes ángulos para tratar de desentrañar todos sus secretos y tesoros de una manera realmente pedagógica, pero exigente para el lector. En la obra se alternan de manera orgánica los capítulos más ensayísticos junto con otros de crónica histórica protagonizados por figuras relevantes como Jacint Verdaguer, Lluís Puig i Cadafalch, Goya o Picasso y testimonios de personas que trabajan en el museo como Vargas, Josep Maria y el emotivo y fabuloso dedicado a Roser. Algo que dota al conjunto de una enorme agilidad y hace que la lectura no se haga densa y pesada, pero sin olvidar que es una obra que funciona como un todo pese a esa atomización del contenido que se produce al separarlo en diferentes capítulos.
Entre los temas más interesantes que trata El museo habría que destacar la mirada, tanto en su representación gráfica en las diferentes representaciones humanas que se han producido durante las diversas corrientes artísticas como en la forma que tenemos de ver el mundo y como se ha ido desplazando a lo largo de los años desde los cielos donde habitaban los dioses hacia el interior del ser humano. Un cambio de paradigma que ha reflejado el arte a lo largo de la historia. Otro de los puntos que mejor están tratados es la manera en la que los autores ligan el cómic a otras representaciones artísticas del pasado como las pinturas rupestres, la columna de Trajano o los retablos góticos que también servían para relatar historias, aunque sean de no ficción como en la que nos ocupa. Pero la variedad de temas que aborda la novela gráfica es tan amplia que cualquier pueden encontrar temas de interés sobre los que aprender a poco que le interese el arte o los museos y todo lo que los rodea.
Ese afán por homenajear a los museos no está exento de una cierta y necesaria mirada crítica hacia el mundo del arte con denuncias al expolio que sufrieron los frescos de las iglesias románicas del Pirineo catalán, la cosificación y sexualización que han sufrido las mujeres durante años en sus representaciones o la invisibilización de algunas artistas ejemplificada en la figura de Lluïsa Vidal, una extraordinaria pintora modernista que ha tenido que sufrir como algunas de sus obras se atribuyeron erróneamente a Ramón Casas. Pese a esta intención de denunciar esos problemas los autores no caen en ningún momento en el error de juzgar los sucesos del pasado, ni los que acabamos de enumerar ni ninguno de los otros que aparecen en la obra.
Al igual que sucede cuando franqueamos las puertas de cualquier museo en esta novela gráfica nos encontramos con un enorme y variadísimo repertorio gráfico en el que Sagar transita con igual pericia por páginas de cómic de una narrativa clásica a otros más experimentales en las que podemos encontrarnos con hermosas imágenes en acuarelas, maravillosos murales llenos de los monstruos que ha producido la humanidad o collages de fotos de obras de arte del museo. Todo ellas están dibujadas con un estilo mutante que va desde el realismo más descriptivo hasta un dibujo mucho más expresionista y sintético, pero en los que se puede apreciar la enorme capacidad del dibujante aragonés para dotar de movimiento a las figuras humanas como vemos en la secuencia en la que Goya y Jovellanos conversan mediante el lenguaje de signos. Un prodigo tan bello como emotivo, al igual que sucede con la secuencia de Roser, en la que cuando descubres lo que esconden esas páginas tan borrosas y oscuras es imposible que no te dé un vuelco el corazón. Además, hay que señalar lo bien que han conseguido integrar en cada una de las épocas que relatan el lenguaje visual propio de ese tiempo, al igual que sucede con la actualidad y la manera en la que ha incorporado el particular imaginario de las redes sociales a las últimas páginas. Y también hay que destacar los preciosos homenajes que se pueden ver en el capítulo dedicado al cómic, todo un quién es quién de los grandes personajes del medio. Como ya es habitual Sagar firma un trabajo excepcional en el que vuelve a demostrar que es uno de nuestros dibujantes más versátiles y dotados gracias a su capacidad para resolver con similar eficacia propuestas más experimentales como esta o sus trabajos para el mercado francófono.
Con El museo, Sagar y Jorge Carrión nos han regalado un complejo y fascinante ensayo gráfico mutante y mutable en el que tratan de responder a la pregunta que da título a esta reseña, mientras nos muestran una nueva forma de ver los museos y a quienes los habitan, tanto los mortales que los cuidan y los aman como las obras inmortales que descansan entre sus paredes. Un viaje en el espacio y el tiempo que transcurre entre rotundos experimentos con el lenguaje del cómic que sirve para poder aumentar la potencia de sus diferentes mensajes.
Lo mejor
• La multitud de temas que aborda.
• El precioso y preciso homenaje que hace a los todos los elementos que encontramos en un museo.
• El trabajo de Sagar durante todo el libro y en particular en las maravillosas secuencias protagonizadas por Roser y Goya.
Lo peor
• Es tan fascinante que se hace corto.
Guión - 9
Dibujo - 9
Interés - 10
9.3
Museos
Más que ante un mero catálogo de arte con forma de viñetas estamos ante un viaje por la historia del arte que nos hace descubrir una nueva forma de mirar todo lo que contiene un museo.