De padres, hijos y luchas por la libertad.
«Es una de las paradojas más tristes de mi vida: casi todo lo que he escrito lo he escrito para alguien que no puede leerme, y este mismo libro no es otra cosa que la carta a una sombra.»
No es la primera vez que el autor catalán adapta una novela, algo que ya hizo en Sudd (Glenat) y en Solo para gigantes (Astiberri) adaptando las novelas de Gabi Martínez, ni tampoco es la primera vez que aborda la biografía de un personaje real, ya que a lo largo de su trayectoria ha realizado novelas gráficas sobre pintores como Frida Kahlo y Diego Rivera en La casa azul, Carles Casagemas y Picasso en La vida, Balthus en Balthus y el conde de Rola, directores de cine como Federico Fellini en Fellini en Roma o poetas como Walt Whitman en la reciente Whitman, todas editadas por Astiberri.
La novela gráfica, al igual que la novela, nos relata en primera persona la vida del padre del novelista y la tierna relación paterno-filial que mantuvieron durante los años que les dejaron y como su recuerdo siempre ha permanecido a su lado. Pero, también, es la historia de un hombre que lucho por la justicia y la libertad del pueblo colombiano. A pesar de lo que últimamente nos quieren hacer creer, la libertad no consiste en ir a tomar cañas a una terraza, mientras cientos de personas luchan contra una pandemia mundial, sino que consiste en amar, follar, pensar, leer y creer sin cortapisas y no mirar hacia otro lado mientras se aplastan y reducen derechos en función del género, condición sexual, color de piel, cantidad de euros la cuenta corriente o algo meramente accidental como nacer el lugar equivocado. Por defender esa libertad fue asesinado un hombre bueno, honrado y honesto como Héctor Abad Gómez, sin embargo, no ha sido el único a lo largo de la historia ya es parte de una larga lista, que nos debería llenar de tristeza y vergüenza como especie, formada por centenares de persona que quisieron cambiar el statu quo y fueron eliminados por quienes ostentan el poder de la violencia.
En El olvido que seremos conocemos la historia familiar del novelista, que se crio en una casa en la que convivían casi en la misma medida la ciencia, personificada por su padre, y la religión católica por parte del resto de la familia. Es en las páginas dedicadas a narrar esta intimidad familiar donde descubrimos a una familia que pese a tener una vida marcada por varias desgracias, nunca dejaron que la venganza y la ira dictaminara su existencia posterior. Un retrato muy humano y honesto que ve potenciado por la expresividad de las acuarelas de Alba, que dotan de vida a cada uno de los miembros de la familia, lo que hace que suframos con y por ellos.
La obra mezcla el retrato familiar más íntimo con una radiografía de la sociedad colombiana de finales del siglo pasado, un país en el que se entremezclaban las luchas sociales con el cristianismo más retrogrado liderado por una cúpula de la Iglesia que, en contra de lo que predicaba Jesús, estaba empeñada en mantener a los pobres más pobres. Una cotidianeidad de un país marcado por una espiral de violencia entre militares, narcos, paramilitares y grupos guerrilleros que dejo una oleada de víctimas que no tenían que ver nada con la violencia, muchas de las cuales todavía no han tenido ni justica, ni reconocimiento. Leyendo la vida de Héctor parece increíble que querer erradicar las enfermedades, la pobreza y las injusticias sociales le convirtiera, como a tantos, en alguien a eliminar.
La novela gráfica funciona muy bien sola, sin que sea necesario para nada conocer la novela original. El único pero que se le puede poner a la adaptación es que Alba quizás ha abusado en exceso del texto, lo que provoca que algunas veces parece que no es necesario leer sus dibujos para comprender la historia. Quizás hubiera sido posible haber usado algunas de las herramientas narrativas que permite el cómic, pero al ser una novela narrada en primera persona se hubiera perdido la enorme carga emocional, que es lo que convierta a esta historia en algo perdurable.
Gráficamente Alba está a un gran nivel, con un dominio de las acuarelas destacadísimo y una marcadísima personalidad gráfica como autor, que hace que haga suya esta obra y consigue que todos sus trabajos sean muy reconocibles. Además de su, ya mencionada, capacidad para mostrar las emociones de sus personajes, destaca la belleza que imprime a los paisajes y el trabajo de documentación realizado que nos transporta a las calles de Medellín.
Salamandra Graphic hace una muy buena edición, con una reproducción perfecta que permite detenerse a contemplar el trabajo de Alba.
El olvido que seremos es una historia que es imposible leer sin emocionarse, un sentido homenaje del escritor a su padre, que no pierde nada de emoción en su tránsito hacia las viñetas gracias a la buena labor de Tyto Alba. Una lectura más que recomendable para quienes disfruten de una buena historia o para quienes quieran conocer la historia reciente de Colombia.
Lo mejor
• Un sentido homenaje a un hombre bueno que desprende emoción y conmueve.
• Una radiografía de la situación sociopolítico de Colombia durante el último siglo.
• La fidelidad al espíritu de la novela original.
Lo peor
• Que cuarenta años después los culpables sigan impunes.
• Que todavía haya estamentos de la sociedad que pongan trabas a la sanidad universal y a las luchas sociales que encabezo Héctor Abad.
Guión - 8
Dibujo - 8
Interés - 9
8.3
Amor de hijo.
Tyto Alba pone imagenes a una de las mejores novelas de los últimos años en la que Héctor Abad Faciolince rendia un sentido homenaje a su padre.