La fiebre de la inmortalidad
«En el Apocalipsis está escrito: el primer rayo avisará, el segundo castigará y el tercero destruirá el Mundo y será el fin de los tiempos»
El oro del tiempo guionizado por Rodolphe, narrado e ilustrado por Oriol es un folletín de estilo decimonónico, muy entretenido y que contiene abundantes sorpresas gráficas. Por un lado la trama detectivesca está bien hilvanada y dotada de tensión. Por otro, las atmósferas tanto retro como de de terror están bien construidas y, por último, contiene una historia de amor, nada obvia, que va madurando lentamente hasta convertirse en una de las principales virtudes de esta obra.
La primera de las sorpresas que nos encontramos son los numerosos homenajes muy explícitos a clásicos de la bande dessinée como Las aventuras de Tintín de Hergé y su equipo o Blake et Mortimer de Edgar Pierre Jacobs. Son referencias que el guionista tenía muy presentes a la hora de planificar la historia y que le aportan un cierto valor añadido sin entorpecer la trama. Otra singularidad más relevante que ofrece esta aventura folletinesca son los constantes homenajes gráficos que el artista realiza a pintores de aquella época como Joaquim Mir, Konstantin Korovin o el mucho más explícito al cartelista Toulouse-Lautrec. Son menciones gráficas que le aportan atmósfera, densidad y espectacularidad al conjunto de la obra. La tercera característica diferencial es el exhaustivo trabajo de documentación que Oriol ha realizado para la obra. Gran amante de esta época y habiendo realizado varios trabajos sobre ella, la descripción del entorno urbanístico, de la arquitectura, el mobiliario y toda la moda de la época es excelente, lo que convierte en un acierto la elección de este artista tan singular para ocuparse del arte de este díptico.
En este folletín nos encontramos a Théo Lemoine un amante y especialista en el arte exótico que junto a su amigo el coleccionista Hugo de Reuhman investigan unos extraños sucesos que están pasando en París relacionados con la figura y el legado de Bernardino Drovetti, otro coleccionista fallecido en extrañas circunstancias. Los robos, asaltos y agresiones se producen a causa de un sarcófago desaparecido que se supone contiene algunas claves para llegar a la inmortalidad.
La trama se desarrolla en Paris y en otras localizaciones de la geografía francesa. Los autores nos ofrecen numerosas escenas nocturnas, aderezadas con violentas tormentas, pasadizos secretos o misas negras. La intriga es rocambolesca, el ambiente es bizarro y los personajes son inquietantes, pero nunca perdemos el hilo conductor del misterio, guiados por los personajes principales agrupados por parejas; Theo con Hugo, Theo y Victoria o Theo acompañado de Claude…
Quizás la pega más importante de la obra sea su prosaico final, lleno subrayados y diálogos explicativos, como si el autor desconfiase de la capacidad del lector para entender el mensaje vital de la historia.
Gráficamente, la obra presenta una factura espectacular. Oriol se transforma en una suerte de pintor fauvista y nos ofrece unas páginas llenas de colorido, acción y contrastes cromáticos. El artista de Terrassa divide sus planchas en una estructura básica de tres tiras con dos viñetas cada una, pero no es una parrilla inamovible ya que también usa de manera reiterada esquemas con más cuadros o páginas con viñetas más grandes. La definición de los personajes es algo esquemática aunque eficaz y atractiva. Por otra parte, la narrativa es clara, elegante, sin alardes pero sin confusión.
Pero, por encima de todo, la característica del arte de esta obra que más sobresale es el coloreado. La paleta usada por Oriol es muy amplia, llena de colores saturados, chillones, violentos que combinan perfectamente por oposición y que acaban dotando al conjunto un aspecto visual enormemente atractivo y sugerente.
La única pega del apartado gráfico está en el tipo de rotulación escogido para los textos de los bocadillos, resulta algo pobre y descuidado. No es una tipografía adecuada para incluirse en un trabajo artístico global de tanto nivel, al menos en la versión en castellano.
La concepción técnica y material del tomo a cargo de Norma Editorial es excelente. Está publicado en un tamaño muy generoso, las cubiertas son en cartoné, está muy bien impreso y cuenta con un papel muy adecuado. En la parte final del volumen podemos encontrar una generosa galería de ilustraciones y trabajos preliminares que nos revelan el trabajo de preparación y documentación del artista catalán. La decisión de publicar los dos álbumes en un mismo tomo es un acierto que redunda en el interés del conjunto. El precio es elevado, pero esta vez la cifra parece completamente justificada por la calidad material y artística del producto.
El oro del tiempo es una obra muy entretenida, con una trama absorbente y unos personajes realmente interesantes que mantiene al lector atento durante todo su recorrido. Por otra parte, tanto el apartado narrativo como artístico son muy originales y estimulantes por lo que el conjunto acaba conformando un díptico lleno de alicientes con muy pocos defectos. Aunque el artista nos ha confesado que no piensa repetir con estos personajes, no sería mala idea que tanto la editorial como Rodolphe pensarán en darle una segunda parte a esta obra. Podría funcionar…
Salut!
Lo mejor
• El trabajo gráfico de documentación y de asimilación del espíritu de la época.
• Posee una trama intrigante y emocionante.
• La historia de amor que va surgiendo con sigilo.
Lo peor
• Un mensaje final demasiado subrayado.
Entrevista a Oriol Hernández.
Guion - 7.5
Dibujo - 8.5
Interés - 8
8
Artística
Una obra gráficamente muy estimulante y con una trama bastante bien hilvanada
Gracias por tu reseña. Muy ineteresante la parte gráfica de la obra. No conocía a sus autores, así que voy a buscar más trabajos suyos.