La inquietante belleza de la oscuridad.
«Tengo una cosa encima de mí. Aplastándome. Y cuando abro los ojos sigue allí.»
Esos días que desaparecen (Dibbuks) es una de las obras más originales y estimulantes que nos han llegado del país vecino en el último lustro. Se trataba de un trabajo con una clara vocación de sorprender al lector, pero también de generarle una cierta sensación de incomodidad que acababa generando una atmósfera malsana algo que contrasta con el precioso y limpio trazo de
Pierre Grimaud acaba de despertarse en un el hospital en el que ha pasado los último seis años en coma tras sufrir un traumatismo craneoencefálico y varias puñaladas durante el brutal ataque que sufrió su familia del que fue el único superviviente junto su hermana Laura. Ella que fue la principal sospechosa del horrible crimen ya que fue encontrada vagando por los alrededores con un cuchillo en la mano y cubierta de sangre. Se trataba una joven con problemas mentales que tras su detención fue atendida por la psicóloga Anna Kiefer. Sin embargo, antes de que se resolviera el caso Laura se suicidó dejando el misterio por resolver, aunque la justicia concluyo que ella había sido la culpable. En su búsqueda de la verdad, Anna se convierte en la psicóloga de Pierre para ayudarle a recuperarse del estrés postraumático, adaptarse a su nueva realidad e investigar su pasado.
Con esta premisa bastante manida Le Boucher construye una historia con una tensión en aumento que con el paso de las páginas y los descubrimientos del pasado de Pierre y su familia se va tornada cada vez más oscuros, pese al trazo limpio y al colorido de dibujo, algo similar a lo que sucede con la personalidad de Pierre que se va llenado de aristas cada vez más afiladas. El francés es capaz de construir historias de lo más turbias con unas atmosferas que cada vez se vuelve más opresivas pese a la belleza y elegancia de su arte, algo que ya se ha convertido en una de sus principales señas de identidad como autor, algo similar a lo que consigue Laura Pérez en Ocultos (Astiberri) o Tótem (Astiberri), aunque gráficamente se encuentren en distintas coordenadas.
A lo largo de las páginas del cómic vemos como durante la terapia se forja una extraña relación entre Pierre y Anna, que además nos sirve para conocer retazos del pasado de Pierre y su familia, aunque sin que nunca sepamos del todo qué es verdad y qué es mentira. Esas escenas se van alternando con las relaciones que Pierre establece con los diferentes pacientes y trabajadores del hospital. Aunque la obra tiene siempre esa sensación de incertidumbre y nunca da respuestas claras, Le Boucher no cae en la tentación de hacer trampas al lector para acrecentar el misterio engañándonos. En cambio, sí que introduce varios giros argumentales inesperados, pero que son coherentes con lo que nos está contando, de manera que la obra se presta a que los lectores le demos nuestra propia interpretación.
A lo largo de toda la obra se va construyendo una atmósfera oscura y opresiva gracias a diversos elementos simbólicos que van apareciendo, además de un tempo narrativo pausado dejando que cada pequeño detalle cuente y resulte inquietante de manera que poco a poco nos haga meternos de lleno en la historia hasta quedar atrapados en ella. Esa paciencia para contar la historia es también aplicable a los todos los personajes que aparecen en la obra cuyos pasados y personalidades vamos conociendo poco a poco. Hasta llegar al estupendo final, del que ha ido dejando pistas a lo largo de la historia, pero que no responde a todas las preguntas que nos hemos planteado y que además nos deja algunas más como sucede en toda gran obra de este estilo que se precie de serlo.
Gráficamente es una obra que continua con su estilo habitual que entremezcla un estilo muy influenciado por el manga, sobre todo en los rostros y las figuras humanas, con la narrativa habitual del cómic europeo. Esta mezcla junto con unos tonos de color planos pero muy poco estridentes dotan a la obra de una aparente frialdad e irrealidad que le va como anillo al dedo a las emociones que pretende transmitir la historia.
Nuevo Nueve hace una edición de gran calidad con buen tamaño, papel de calidad y buena reproducción como es habitual en ellos, ojalá sean los encargados de traernos 47 cordes, el último trabajo de Le Boucher aparecido en el país vecino a finales del año pasado.
Con El paciente Timothé Le Boucher confirma todo lo bueno que había apuntado con Esos días que desaparecen, lo que le consolida como uno de los autores jóvenes a seguir del cómic francófono, gracias a unos trabajos que exudan personalidad propia en un mercado en donde la figura del autor está cada vez más opacada salvo con las grandes figuras de carreras extensísimas. Un thriller tenso, turbio, absorbente y oscuro con un carácter universal que pueden disfrutar por igual cualquier tipo de lector.
Lo mejor
• El tempo pausado y la frialdad que el dibujo de Le Boucher imprime al relato potencian la sensación de misterio.
• Lo bien construidos que están los dos personajes principales, además del resto de secundarios.
• El final totalmente coherente con el desarrollo de la obra.
Lo peor
• Que involuntariamente la comparemos con Esos días que desaparecen, algo realmente injusto.
Guión - 9
Dibujo - 8.5
Interés - 9.5
9
Turbadora.
Timothé Le Boucher construye una historia esplendida llena de tensión y oscuridad que nos demuestra que la BD sigue siendo capaz de sorprendernos cuando los autores se atreven.
Mi primera obra de este autor que he leído y me ha parecido una maravilla, espectacular en todos sus apartados, yo las caras no las veo tan manga de hecho no me gusta el manga y este dibujo me ha gustado, luego he leído esos días que desaparecen y la misma impresión un autor a seguir sin duda, el final no se que has entendido pero es algo abstracto y para mi da que pensar eso me ha gustado mucho.
No leo reseña mala del amigo El Carnicero. También será casualidad que El paciente y Esos días que desaparecen cuesten juntos poco más de 50€ y se van a venir a casita aprovechando el envío gratuito superando esa cantidad.
Un saludo.