Edición original: Tonari no Seki-kun, Media Factory 2010.
Edición nacional/ España: Ediciones Tomodomo 2015.
Guión: Takuma Morishige.
Dibujo: Takuma Morishige.
Traducción: Ana María Caro.
Formato: Tomo manga rústica con sobrecubierta (12,8 x 18,2 cm).
Precio: 8€.
Una de las actividades favoritas de todo el mundo a día de hoy es procrastinar. Perder el tiempo en actividades que no nos reportan nada más allá de pasar el rato y por las que incluso vamos aplazando otras tareas realmente importantes. En plena era de la tecnología tenemos a nuestra disposición mil y una formas de procrastinación, pero si echamos la vista atrás en nuestro tiempo vemos que en la vida de todos y cada uno de nosotros siempre hubo un gran escenario para hacerlo: la escuela. ¿Quién no ha perdido el tiempo en mitad de una explicación de clase haciendo figuritas de papel, garabateando un cuaderno o haciendo malabares con un boli en la mano? ¿Y si os dijera que existe un manga que basa su argumento enteramente en la historia de un chico que hace esas y otras alocadas actividades en mitad de las lecciones de su profesor? Esa es la premisa de El pupitre de al lado, una obra que eleva el procrastinar a la categoría de arte a cambio de cosechar más de una sonrisa del lector.
El pupitre de al lado es un manga escrito y dibujado por Takuma Morishige, un autor que comenzó a destacar a comienzos de los años 2000 al ser galardonado con el premio Tetsuya Chiba para autores noveles de la revista Young Magazine. Desde entonces comenzó a publicar en diversas editoriales hasta que dio la campanada con El pupitre de al lado (Tonari no Seki-kun), una obra que comenzó siendo un one-shot que en el año 2010 aparecía en las páginas de la revista Comic Flapper de Media Factory. La historia comenzó a viralizarse a través de internet gracias a su curiosa premisa de ser el único manga centrado en el arte de escaquearse en clase y el éxito pronto fue arrollador. En el año 2011 se publicaba el primer tomo recopilatorio de una serie que lleva vendidos más de 3 millones de ejemplares en el país nipón, que cuenta con una adaptación animada de 21 episodios cortos (bastante fiel al original) y que ha cosechado multitud de buenas críticas, siendo licenciado en varios países. Países entre los que, gracias a Tomodomo, se encuentra España, donde este mes de septiembre recibimos su séptimo tomo de los 10 que, de momento, conforman la serie en Japón.
Morishige y su planteamiento se benefician bastante del creciente auge en los últimos años de muchos mangas profundos y complejos, que exigen al lector y que buscan contarle algo intenso y maduro. El pupitre de al lado por su parte ofrece simpleza, sencillez y no tiene más pretensiones que las de sacar una carcajada al lector con las ocurrencias de Seki, impacientarse ante ellas como su compañera Yokoi e ir pasando páginas hasta concluir un tomo fresco y desenfadado. Cada volumen de la obra consta de varios capítulos autoconclusivos, tiras cómicas con una extensión más larga de lo habitual, que mantienen un mismo esquema narrativo: Rumi Yokoi, una joven estudiante japonesa, intenta prestar atención en clase pero día tras día le resulta imposible “gracias” a las travesuras de Seki Toshinari, su compañero de pupitre. Travesuras que pese a que comienzan siendo más o menos normales, como dibujar cosas en la mesa, hacer circuitos de dominó con gomas de borrar o tejer, pronto se volverán más y más excéntricas, hasta el punto de representar dramas y epopeyas con fichas de ajedrez japonés extrañamente expresivas, hacer la ouija, cuidar de gatos, “dar vida” a una peculiar familia de robots de juguete o hacer construcciones propias de un ingeniero. Yokoi se convierte de este modo en una personificación del lector, y como este, queda totalmente fascinada por la desbordante imaginación y talento de Seki para conseguir perder el tiempo de las maneras más cómicas y alocadas. Unas distracciones que casi siempre terminan costándole una regañina a la muchacha, mientras que Seki parece tener el don de evitar cualquier incriminación.
El pupitre de al lado se convierte de este modo en una serie muy simpática, repleta de un humor muy blanco y que, pese a ser tremendamente japonesa en su concepción, puede ser disfrutada por cualquiera. El ritmo es muy ágil y dinámico, gracias a la corta duración de cada capítulo y de la unidad de espacio, tiempo y personajes, que siempre suelen ser los mismos, salvo eventuales historias en las que se rompe un poco la monotonía visitando una nueva localización, con la aparición de algún compañero que curiosea sobre el extraño interés de Yokoi por su compañero o hilando eventos de historias anteriores. Quizá una de las cosas que más destaca en la obra sea la enorme imaginación del autor para idear los planes de Seki para liarla en clase, algunos muy sencillos y otros auténticas y absurdas locuras que provocan la hilaridad total desde el mismo momento en que te das cuenta que está tramando el chico. Por otro lado los personajes, pese a su sencillez, tienen bastante carisma y en seguida les tomas cariño, llegando a meterte en el papel, sobre todo de Yokoi como ya he dicho. Los guiones son sencillos, con hueco para algún matiz sentimental, pero generalmente buscando la risa constante, muy fáciles de seguir y con el gancho suficiente para que el lector se mantenga fiel a unas historias que se leen y digieren rápido y que suponen un oasis dentro del montón de lecturas mucho más complejas y que necesitan más tiempo que habitualmente tenemos pendientes.
La verdad es que resulta curioso que un manga tan simple y tan pocos elementos tenga una gran calidad, lo que demuestra la genialidad de Morishige, que consigue lo que se propone sin excesivas pretensiones. El pupitre de al lado es también un manga con gran personalidad, muy único, y esto también se refleja en el dibujo. Un dibujo que además se pone al servicio del humor de su autor, muy basado en la mímica y la expresividad de los personajes, con un abundante uso de las onomatopeyas y los efectos visuales. Cabe mencionar en este momento la fantástica labor de traducción en esta obra de Ana María Caro, con detalladas y precisas explicaciones a pie de página que ayudan a entender algunos elementos utilizados por Seki o que da pistas sobre la intención de las bromas del autor. Debido a ser una serie de consumo rápido, el dibujo es por obligación sencillo, con gran presencia de blancos y no excesiva creación de fondos (dado lo innecesario de los mismos), pero tremendamente marcado y un elevado nivel de detalle en el plano corto, algo fundamental a la hora de mostrar los juegos de Seki. Es un dibujo con un trazo muy limpio y preciso, con una deliciosa composición y creación de escenas y de página, algo fundamental a la hora de dar dinamismo y continuidad a la acción y al humor. Hay que destacar de nuevo la importancia del dibujo, que en muchas ocasiones es el que lleva la batuta del argumento, ya que Seki nunca habla pero es muy capaz de comunicarse gracias al trazo. De hecho, y como ya he dicho antes, Morishige es capaz de dotar de expresividad incluso a juguetes u objetos que carecen de rostro y forma humana como fichas de ajedrez japonés (que además protagonizan algunas de las historias más desternillantes y adictivas de la obra). Está expresividad está muy bien acompañada por los comentarios puntuales de Yokoi para destacar o focalizar la atención del lector en algo que ayude a fluir la comedia. En definitiva, un magnífico trabajo del autor que hace muy fácil y satisfactoria la lectura de este manga.
No todo va a ser positivo en El pupitre de al lado, y si bien su simpleza y su premisa son dos de sus mayores bazas, la repetitividad de esquemas es algo que puede provocar que se caiga en la rutina y el lector termine leyendo más de lo mismo. Los recursos de Seki para armar jaleo en clase parecen ilimitados, pero puede llegar un momento que la obra ya no nos resulte tan fresa como al principio. No obstante, pese a ese riesgo de caer en la monotonía, el hecho de que la historia se componga de historias independientes entre sí y autoconclusivas permiten que, en caso de hastío, se pueda dejar la serie en el tomo en que empiece a resultar pesada, y quién sabe si retomarla cuando necesitemos una nueva dosis de bromas y risas por cortesía de Seki-kun.
El pupitre de al lado es una obra muy original, minimalista en su propuesta, pero tremendamente divertida y fresca. Una opción ideal para tomarse un rato de desconexión del día a día y una excelente elección para esos momentos en los que nos apetece leer, pero nos da pereza sumergirnos en algo denso o que requiera excesiva atención o continuidad. Una serie que se lee fácil, rápido y que deja con un gran sabor de boca, con un fenomenal trabajo de Takuma Morishige en el guión y en los pinceles y que recomiendo totalmente para relajarse, divertirse y disfrutar al 100%.
Edición original: Tonari no Seki-kun, Media Factory 2010. Edición nacional/ España: Ediciones Tomodomo 2015. Guión: Takuma Morishige. Dibujo: Takuma Morishige. Traducción: Ana María Caro. Formato: Tomo manga rústica con sobrecubierta (12,8 x 18,2 cm). Precio: 8€. Una de las actividades favoritas de todo el mundo a día de…
El pupitre de al lado
El pupitre de al lado
2017-08-31
Rubén Merino
Guión - 7
Dibujo - 7.5
Interés - 8
75
7.5
El pupitre de al lado es un manga estupendo, sin más pretensiones que las de pasar un rato entretenido y divertido de lectura amena y ágil. Puede resultar algo repetitivo en ocasiones, pero el hecho de estar formado por historias autoconclusivas y la inagotable imaginación de su autor hacen que sea una obra muy recomendable para esos momentos en que no tenemos ganas de embarcarnos en historias de interminables tomos y tramas enrevesadas.
Vosotros puntuáis: 8.86 ( 2 votos)
Muy recomendable