Para el año 2009 Isaac Sánchez (Badalona, 1983) ya llevaba dos años ejerciendo como el youtuber «Loulogio» y, a pesar de un largo periodo de ausencia en el que no proporcionó material nuevo a su canal, ya había dado forma a alguno de sus primeros éxitos como el desopilante vídeo de la cama inflable «Quetehinches». Como él mismo siempre dejó claro Youtube fue algo que surgió de manera espontanea convirtiéndose en un gran éxito y proporcionándole una enorme fama, pero esa no era su verdadera vocación. Antes de hacerse un nombre en la red Sánchez ya había dedicado gran parte de su vida a la ilustración y a la pasión que sentía por el mundo del cómic. Por eso aquel 2009 supone una época importante para él, tanto a nivel personal como profesional. Porque fue el día 1 de mayo de ese año cuando se publicó su primer cómic como autor total a manos de la, hoy extinta, editorial Glénat. El Regreso del Hombre Pez fue su título y en palabras del mismo Isaac «vendió unas diez copias». A pesar de las poco halagadoras palabras que el autor dedica a su debut en Zona Negativa nuestro antiguo compañero, Toni Boix, ya habló, bastante bien, de la obra en la sección Píldoras Nacionales.
Con El Regreso del Hombre Pez Isaac Sánchez se adentra por primera vez en la mitología cántabra, cuyo folclore y tradición sobrevuelan, por ahora, toda su obra en viñetas como podemos comprobar tanto en el presente trabajo que nos ocupa como en esa trilogía Taxus adentrándose más aún en dicho contexto. La historia está localizada en el municipio de Liérganes, situado en Cantabria, y sigue los pasos de Ana, una chica que después de una accidentada cita nocturna con su novio, Juan Luis, se encuentra con un monstruo, nada más y nada menos que el célebre Hombre Pez que mencionan las leyendas autóctonas. Dicha criatura tiene su origen en la caída de un lugareño en el río volviendo del mismo convertido en un híbrido entre un ser humano y un pez. La llegada de tan peculiar y famoso personaje a la vida de Ana y su familia, una investigación policial, la relación de la protagonista con un compañero de clase de canto llamado Joel y la «nueva situación» de Juan Luis marcarán el punto de inicio de la historia planteada por Isaac Sánchez.
El Regreso del Hombre Pez posee la mayoría de las virtudes y alguna de las carencias propias de la primera obra ejecutada por un autor joven, amante del medio y con ganas de mostrar su valía dentro del mismo. En varias entrevistas de la época Isaac Sánchez mencionó a maestros como Jan o Carlos Giménez como influencias a la hora de dar forma a este trabajo. Por la construcción del perfil de personajes y el planteamiento de situaciones argumentales es cierto que la sombra del creador de Superlópez se hace notar y cierta crudeza latente debajo de un trazo agradable y accesible nos remite a piezas mayúsculas como Paracuellos. Pero por suerte Sánchez no carga demasiado las tintas, en el sentido literal y figurado, abordando un relato ligero, rico en matices y en el que se deja notar mucho su peculiar, y muy efectivo, sentido del humor desplegado en su faceta como youtuber. En cuanto a la deuda con sus referentes, la naturaleza lúdica de su historia o la ejecución de esta poca queja podemos exponer por nuestra parte.
Pero, como ya comentábamos, ser su primer proyecto puede incitar a un creador a ofrecer todo lo que tiene dentro sin mesura o filtro alguno y eso no siempre juega a favor del conjunto. En El Regreso del Hombre Pez hay una ingente cantidad de ideas inteligentes, frescas, audaces y estas en su mayoría están ejecutadas con acierto, tomando los mitos cántabros como caldo de cultivo para desplegar resoluciones narrativas y visuales capaces de ofrecer muestras fehacientes de encontrarnos, no ante un youtuber famoso con intención de seguir extendiendo su influencia con el capricho de poner su nombre a un cómic, sino con un verdadero artesano cuyo principal interés y mayor afición es la creación de arte secuencial. El problema es que si bien el guión funciona a las mil maravillas en cuanto ritmo, personajes, conceptualidad y estructura, el desarrollo se antoja algo arbitrario o atropellado, saltando de unas situaciones a otras de manera un tanto abrupta y desembocando en un final tan precipitado como, en cierta manera, anticlimático.
En lo referido al apartado gráfico es donde El Regreso del Hombre Pez brilla con más intensidad. Aunque sería en la trilogía Taxus donde Isaac Sánchez mostraría su, hasta ahora, mayor pericia con los lápices es cierto que ya se vislumbraban en su labor inicial fogonazos de una destacable impronta estilística y visual. Llama la atención que un «novato» muestre un conocimiento tan profundo de la secuencialidad de viñetas, aunando clasicismo y vanguardia, la ejecución de pasajes dinámicos y la experimentación con el entintado o el color, ofreciendo ya sus primeros coqueteos con las acuarelas. El diseño de los personajes destila encanto en lo referido a los humanos y en lo concerniente a las criaturas mitológicas se apodera de ellas una alternancia entre lo cartoonesco y una pátina oscura o amenazante cuyo epicentro sería el mismo Hombre Pez y versión más extrema el Hombre Árbol en el que se convierte el personaje de Juan Luis, por mediación de los Trastolillos, mostrándose como una amalgama entre la Cosa del Pantano y Clayface con sobredosis de esteroides marca «Marvel de los 90».
Tras la publicación de El Regreso del Hombre Pez Isaac Sánchez siguió acrecentando la fama de su alter ego internetil, Loulogio, por medio de incontables vídeos con doblajes, montajes, parodias, cafés, gatos, «reseñas mesuradas» e incluso llegando a hacer giras por toda España con monólogos y distinto tipo de performances alocadas que le robaban tiempo para seguir con su carrera como escritor y dibujante de cómics, no retomada hasta casi diez años después con el primer volumen de Taxus. Pero más allá de su poco remarcable carrera comercial este El Regreso del Hombre Pez se antoja un punto de inflexión en su vida profesional, porque con él dejó claro que no se trataba de una broma, que iba muy en serio lo de su intención de hacerse un nombre dentro de un medio en un país como el nuestro, poco dado a permitir que sus autores, por mucho talento que destilen, puedan ganarse la vida con la mayor de sus pasiones. En un día tan señalado como hoy era de recibo recuperar, y hacer justicia, a la ópera prima de uno de nuestros profesionales más prometedores.