El rey de la violencia
«¡Taxi! ¡Siga a ese avión!»
Si hacemos una lista con los guionistas que no paran de sacar trabajos de creación propia pocos estarían tan arriba como Mark Millar. El creador del Millarworld (propiedad de Netflix) no para de sacar obra tras obra, ya sea continuaciones de las que tiene abiertas o creando nuevas licencias, no acaba una y ya está otra en el mercado. Y si Image no pone ninguna traba para que el autor saque sus series con ellos menos lo hace Panini, que no dudan en recopilarlas y lanzarlas en cuanto están completas, o por lo menos su arco. Tampoco nos vamos a engañar, Mark Millar tiene tirón y por aquí solemos hacernos eco de sus labores, hasta le dedicamos un podcast, pero sobre todo cuando se trata de estrenos como el de hoy, como es El rey de los espías.
No es la primera vez que el autor inglés se mete en el terreno del espionaje, ahí queda Kingsman, cómic que tiene el gran honor de ser considerablemente peor que su adaptación a cine, así que esta historia suscita unas cuantas dudas ¿Tirará por los mismos derroteros? ¿Será repetitiva? ¿Conseguirá tener la calidad que no tenía la otra? Por aquí ya sabemos de qué pie cojea el señor Millar, con esas aventuras rápidas que no siempre funcionan tan bien como deberían y cuyos finales… digamos que dan para hablar. Pero en El rey de los espías llega con Matteo Scalera y, sinceramente, hace una apertura de auténtico lujo.
Es curioso porque ambos habían trabajado juntos en Space Bandits, una historia que brillaba más por su dibujo que por su guion, que tenía algún giro más que cuestionable y que abusaba, una vez más, del famoso esquema de Mark Millar. Y no tenían malos personajes, pero la trama era en ocasiones bochornosa. Scalera estaba bien, pero tampoco era el que podemos disfrutar en Ciencia Oscura. Por suerte en El rey de los espías el dibujante hace un despliegue visual impresionante, ya en las primeras páginas demuestra una calidad mucho más cercana a la que nos tiene habituados, destacando por infundir adrenalina a las partes de acción.
Roland King, protagonista de esta serie, entra en escena a tope, con ese Scalera llevándonos a lo más alto nada más abrir el cómic. Disparos, velocidad, peleas, sangre… hasta una mujer dando a luz, todo lo que un blockbuster de acción tiene pero en cómic y en apenas diez páginas, lo cual encaja con el tipo de obras que suele presentar Mark Millar. Pero esta versión de James Bond, que comparte con el personaje mucho más que servir a su majestad, la difunta Reina de Inglaterra, no será realmente quien lleve la batuta en esta historia ya que saltamos unas décadas para ver a un Roland mayor, al borde de la jubilación, con ciertos achaques y alejado de la acción. Por si eso fuera poco, algo le hace cambiar, reflexionar sobre su propia vida y cómo pasar lo que le queda de ella para tomar la decisión de ¿cambiar o repetir su historia?
Lo cierto es que Roland se presenta como un personaje muy estereotipado pero interesante por sus pensamientos y cómo llega a sus razonamientos, lo que no necesariamente quiere decir que sean correctas, pero de eso se trata esto, de mostrar personas de moralidad dudosa y jugar con ello.
Las obras de Mark Millar se caracterizan por eso, por ser historias palomiteras, en su mayoría sencillas y que proponen un entretenimiento rápido. De hecho incluso se le tiende a ver un esquema, con ese giro final que no era más que una semillita que plantaba por lo general hacia la mitad del primer número y que venía a resolver esa situación que se veía como imposible de superar. Pero todo esto no es necesariamente malo. Cuando el autor dota de diálogos interesantes a sus personajes, les da un buen fondo que incluso puede ser reflexivo y ofrece situaciones con una cierta verosimilitud argumental, pues resulta que Millar se crece y da muy buenas obras adrenalínicas como The Magic Order, MPH o Renacida. Eso teniendo en cuenta que, salvo contadas excepciones, el escritor sabe rodearse de buenos dibujantes, cosa que aquí se cumple sobradamente.
Esta especie de Bond en la tercera edad se mezcla con Red (la de Warren Ellis) formando una especie de Old Man Punisher que reniega de su pasado. Una mezcla muy Millar que evoluciona rápido para ponernos donde él quiere, haciendo volar su imaginación con asesinatos muy violentos, un poquito escatológicos en ocasiones pero también originales, de personajes muy parecidos a gente famosa (desde antiguos Papas hasta productores de Hollywood), vamos, nada nuevo en el horizonte, todos sabemos que a Millar le van estas macarradas, y tomando como referencia al gran Garth Ennis pero sin conseguir inculcar su trasfondo crítico, o al menos no con la misma fuerza.
El rey de los espías es una historia de “post-espionaje”, el tiempo de espiar ya pasó así que los autores se centran en la acción pura y dura. Está llena de tópicos del género, pero del de acción, la parte de “obtener la información” se la salta, simplemente nos la tenemos que creer. Eso sí, no faltan las peleas en el aire, peleas sobre un autobús… todo muy exagerado, pero con un Scalera que sencillamente se sale.
Es el dibujo lo que realmente merece la pena del tomo. La serie es un guion de acción escrito para Netflix, que te puede hacer pasar un rato entretenido pero se olvida rápidamente. El final es algo apresurado, es cierto que tiene su punto y hay un ligero giro sorprendente, pero el epílogo está muy cogido con pinzas. Uno se queda con la sensación de que la premisa dada en el primer capítulo, el mejor con diferencia, podía haber llegado mucho más lejos. Pero no, Millar tira por lo fácil, que no deja de ser resultón ya que funciona como entretenimiento ligero (y adaptable por sus jefes) con la fortuna de tener a un Matteo Scalera a la altura de sus mejores trabajos.
Lo mejor
• El dibujo de Matteo Scalera.
• Si se busca acción constante se va a encontrar.
Lo peor
• Es una historia que prometía mucho pero acaba siendo demasiado típica. No aporta nada nuevo.
Guión - 6
Dibujo - 8.5
Interés - 6.2
6.9
Pasarratos
Un comienzo espectacular, un dibujo adrenalínico de un Scalera pletórico y un desarrollo palomitero que no va mucho más allá, al estilo de Mark Millar.
Básicamente otro pitch serializado para Netflix que funciona como storyboard, una vez más Millar siendo un mal vástago de Ennis o Ellis pero sin su colmillo y garra. Scalera siendo la mejor parte de la ecuación, soberbio como siempre, el artista estrella que Millar se consiguió a punta de cheque para el momento.
Y lo peor es que por Scalera seguí esto en publicación, odio a Mark Millar.
No se te nota, tranquilo.
«el artista estrella que Millar se consiguió a punta de cheque para el momento.»
Estoy de acuerdo. De hecho creo que Ciencia Oscura se lo dibujo gratis a Remender, pero a Millar le cobra. Que se joda.
(Estoy de coña, no te lo tomes mal 😉 )