La concreción hecha adaptación
«¡A partir de ahora soy el gran santo más grande que el cielo, Sun Wukong!»
Adaptar una obra que supera las 2000 páginas y que fue escrito hace casi medio milenio atrás, y que revela gran parte del pensamiento y enseñanzas culturales de un país con una cultura tan propia como la china; no es fácil. Y si a todo esto le sumamos que es una de las cuatro obras clásicas de la literatura china [Romance de los Tres Reinos (1330), A la orilla del agua (1373), Viaje al Oeste (1590), Sueño en el pabellón rojo (1792)], no es que la cosa mejore. La presión es alta, la expectativa tampoco se queda atrás. Veamos si la primera pudo influir en que se cumpliese la segunda. Pero antes, conozcamos al encargado de enfrentarse a tan descabellada gesta.
Chaiko, seudónimo de Cai Feng, dirige su propio estudio de animación en Shanghai. A los 27 años, ha lanzado varios álbumes juveniles en China. Love: Fragments (2008) es su primer trabajo publicado fuera de su país. La autocensura de los editores chinos significó que el libro fuera rechazado en China porque era demasiado adulto e «indecente». Cai Feng es parte de la vanguardia creativa de Shanghái, una de las ciudades con mayor movimiento artístico en Asia. Ha participado en mangas como La puerta de Jade o La hija de Shanghai, ambas de 2009. Ilustró La crónica de los Inmortales (volúmenes 3 a 6), y más recientemente Hercule Poirot – Le Crime de l’Orient-Express, ambas guionizadas por Benjamin Von Eckartsberg. En 2018 trabajó en un álbum sobre cuentos chinos tradicionales y en la serie Shayne. Su último trabajo fue la adaptación en 4 álbumes de El viaje al oeste, cuyas dos primeras entregas se recopilan en el integral que reseñamos hoy.
El viaje del rey mono
En este primer integral de la serie nos encontramos con dos capítulos. En el primero, que se puede leer como autoconclusivo, se nos cuenta el origen de Sun Wokung y cómo este se convierte en Sun Wukong tras ir en busca de la inmortalidad y enfrentarse a los inmortales del palacio celeste. En el segundo comienza el viaje del rey mono que fue atrapado bajo una montaña por sus pecados, pero que es liberado por Tang Sanzang, un monje al que debe acompañar al templo Leiyin para traer de vuelta las escrituras budistas. Por el camino se encontrarán a personajes que se irán uniéndose a su viaje al oeste.
Bien, para entender la complejidad de adaptar esta obra hay que saber que la obra literaria se reparte en 4 partes, una primera que cuenta la historia del primer volumen del cómic, el origen de Sun Wukong y cómo es atrapado por Buda tras crear el caos en el palacio celeste y devorar las frutas de la inmortalidad. Esta parte se concentra en 7 capítulos literarios, y son muy bien adaptados. La segunda parte es la introducción del supuesto verdadero protagonista de la historia, el monje Tang Sanzang que debe redimir sus pecados yendo a buscar las escrituras budistas al oeste. Esta parte ocupa solamente 4 capítulos literarios, y se concentran a la perfección en una pocas páginas al inicio del segundo tomo.
Pero cuando entramos en la tercera parte es donde saltan las alarmas. Ya que esta parte, que es la que contiene el viaje al oeste, y que no es otra cosa que una consecución de aventuras que ocupan unos pocos capítulos por historia, encerrando cada uno enseñanzas budistas, tienen la nada desdeñable longitud de 86 capítulos literarios. En el segundo tomo del cómic se nos presenta la unión de Sun Wukong al viaje del monje (de manera bastante agresiva, pero fiel) y la unión al grupo de uno de los compañeros que encuentran en sus aventuras.
Sin embargo, aún quedarían por aparecer otros dos de los compañeros de viaje y que yo presupongo que aparecerán en el siguiente tomo. Y que en el último tomo contarán la última parte de la obra, que consiste en un capítulo 100 que describe rápidamente el viaje de regreso y las recompensas que cada viajero recibe en forma de puestos en la burocracia de los cielos. No es una obra fácil de adaptar, eso os lo aseguro como lector de la obra original, pero sinceramente, me sorprende la calidad y la modernidad con la que ha conseguido concentrar en dos entregas toda la primera etapa del libro. Habrá que ver si en los dos siguientes álbumes mantiene esa maestría a la hora de escoger qué y cómo contar.
Pero entrando a la adaptación en sí misma, e intentando desligarnos por un segundo de su original, nos encontramos con una historia fantástica de aventuras. No se hace mucha incidencia en el apartado religioso y moral que es la base en la que se sustentaba, algo que sinceramente le viene a la perfección al trabajo para hacerse accesible a un lector moderno ajeno y alejado de esos preceptos. No obstante, se mantienen los aspectos más relevantes en este sentido, por lo que no se deforma lo que fue, sino que se adapta, algo que no es muy común de ver.
La primera parte es una aventura en sí misma, y tienen mucho de manga shonen, y mucho de superhéroes. Un joven que comienza a subir escalones de poder y relevancia y va conociéndose a sí mismo por el camino. Es una historia muy entretenida y ágil de leer. Mientras que el segundo detiene el acelerador para comenzar con el verdadero viaje al oeste. Las ruedas tienen que volver a moverse, y necesita meter un nuevo contexto, un nuevo personaje y un nuevo propósito. Pero una vez se traspasa la barrera de la explicación volvemos a la agilidad y fluidez del relato de aventuras de corte fantástico.
Decir que no es una historia complaciente, pues se atañen bastante a la manera en que las antiguas historias intentaban impartir preceptos morales, que no era otra que a base de la amenaza del castigo. Por tanto, no encontraremos una obra totalmente relajada, en la que los personajes no son sometidos a las consecuencias de sus propios actos. Es una aventura, y lo puede leer cualquier franja de edad, pero eso no significa que en algunos momentos no se intuya una fuerte pretensión correctora en el aspecto moral; que era la verdadera pretensión de su original.
En el apartado gráfico, Chaiko sorprende con la fluidez de su trazo. La línea delgada que a veces tiende a desaparecer o a deformar la forma para hacerse partícipe del movimiento, es la herramienta perfecta para hacer de este trabajo una aventura visual. Los personajes corren, saltan y pelean, y no hay manera de perderse nada de lo que sucede. El autor sabe cuándo entrar a detallar los lugares, enfatizando esa ambientación de fantasía, y cuando prescindir de ello para que sean los personajes los únicos protagonistas de la viñeta. Nos mueve el ojo por la página de forma magistral, y para una obra de estas características no es solo acertado, sino necesario. El color, junto con el movimiento, es el gran reclamo visual, con unas aguadas que rascan matices y texturas a todo cuanto tocan, piedras, aguas, y aires. Sin duda un apartado plástico apabullante que se disfruta aún más gracias al gran tamaño de la edición al que Yermo nos tiene acostumbrados.
En conclusión, una obra atrevida en su concepción, en la que se consigue concentrar de manera muy acertada las dos primeras partes y una pequeña porción de la tercera de una obra literaria inmensa. Una adaptación que vuelve el clásico accesible a un público que se estremezca, y con razón, ante el grosor y el estilo de su original, y que sin apartarse de la pretensión de ésta hace una obra de aventuras muy fluida. Todo ello se adereza con un dibujo muy fresco y lleno de vida que hace de su lectura una verdadera delicia.
Lo mejor
• La forma en la que ha concentrado el inicio de una obra tan compleja y lo ha vuelto accesible al público general.
• El movimiento y la fluidez del dibujo.
Lo peor
• Que la segunda historia se corte, irremediablemente, a mitad del viaje, y tengamos que esperar para poder terminar nuestro viaje al oeste.
Guión - 8
Dibujo - 9
Interés - 8
8.3
Concentrado
Este primer volumen de El rey mono es la oportunidad perfecta de acercarse a este antiguo texto, que pese a que concentra mucho el contenido, adapta las escenas y situaciones más importantes y relevantes, con un apartado gráfico que hará las delicias de los amantes de la aventura, y de su original.
Un cómic estupendo, con una buena adaptación del texto original y un dibujo excelente, muy dinámico y expresivo. Me ha gustado mucho que el autor mantuviera el tono jocoso de la obra original y que haya sabido trasladar a viñetas el carisma del protagonista