El manejo del tempo narrativo en el cómic es quizás uno de los desafíos más importantes para el guionista, que debe planificarlo, y para el dibujante, que debe tener suficiente maestría como para encontrar los medios que le permitan afrontar los requerimientos de aquél. En efecto, el cómic plantea un sistema que otorga al lector la capacidad de definir ese tempo, mientras que en otras formas artísticas secuenciales son el director de cine o el compositor (y en cierta forma el intérprete) los que asumen esa responsabilidad, llevando al espectador/oyente de la mano a través de la obra (de la que éste es por tanto un sujeto pasivo a nivel formal).
Por tanto, cuando de viñetas hablamos, es el lector el encargado de «ejecutar», en cierta forma, la pieza a nivel mental; es sujeto activo del proceso de consumo. Ahora bien, eso no es impedimento para emplear recursos que requieran de un tempo marcado, puesto que los autores disponen de técnicas que les permiten sugerir, de una forma más o menos estricta, el ritmo de la lectura y los acontecimientos. Las dos figuras que trataremos hoy, el flashback y el racconto (que no son exclusivas del cómic), pertenecen a ese tipo de recursos y trataremos de exponer los efectos que logran su aplicación en el noveno arte.
Antes de nada, debemos distinguir conceptualmente una figura de otra, para lo que citaremos a la Wikipedia (en la que se puede encontrar una definición acertada de ambos términos). Así tenemos que el flashback, o analepsis, es una técnica usada para alterar la secuencia cronológica de una historia, conectando momentos distintos y trasladando la acción al pasado. La transición empleada para hacerlo es repentina y rápida, lo que posibilita distinguirlo del racconto, que es también un quiebro volviendo al pasado, pero de una forma menos repentina, más pausada en lo que se refiere a la velocidad del relato. Vemos pues que, si no dispusiésemos de medios formales adecuados, sería imposible su implementación distintiva en el cómic; es decir, sería imposible para el lector diferenciar uno del otro. Veámoslo con un ejemplo extraído del tomo 100 balas Por las malas.
En el primer ejemplo, vemos esta doble página del número #52 USA: dos personajes manteniendo una conversación en un muelle… Os recomendaríamos que para seguir el análisis posterior, la leyeséis (no contiene spoilers mayores).
La sensibilidad del lector habrá captado sin duda que la introducción del recuerdo es pausada y anticipada, y que no resulta abrupta ni repentina. ¿Cómo se ha conseguido este efecto? En la primera de las dos páginas observamos una serie de seis viñetas en conformación de 2×3, de las mismas proporciones. Esta maquetación aquí ha sido empleada para narrar de forma dosificada una conversación que se presume tranquila e íntima ya que, al aumentar el número de viñetas, nos detenemos más en la lectura y se condiciona un tempo narrativo más pausado.
Hasta tal punto llega esa voluntad de enlentecimiento que en la tercera viñeta se prescinde del texto, consiguiéndose transmitir una sensación de «silencio conversacional expresivo» (impuesta también por la «desolación empática» de la figura inmersa en sombras frente a la iluminada dureza gestual de la otra). Una séptima viñeta aperece superpuesta y separada de las demás para incidir en la taxativa y demoledora frase de la protagonista, que pone así punto y final a la rama discursiva. Al mismo tiempo sirve también de introducción, a través del reflejo pupilar, para la gran ilustración que le sigue.
La enorme imagen, que ocupa media página, supedita y engloba a las demás al contraponer los primeros planos (o medios-cortos) de éstas al plano general de una ciudad en un ocaso tremendamente plástico ejecutado con colores cálidos. «Aquí, en este ambiente sereno y plácido, transcurre la conversación» parece decir la viñeta. Y en esa calma, en esa inmensa placidez alargada temporalmente mediante grandes dimensiones, se cuela una sola frase: «Recuerdo la última vez que vi a Rose…». Fin de página.
Tenemos así un preludio perfecto: una serie de planos cortos de los personajes en viñetas pequeñas y regulares alrededor de una conversación, finiquitadas (conversación y serie) mediante un primer plano y una frase que no admite réplica (en una viñeta igual en dimensiones pero distinguida, por su singular maquetación, de las demás); un plano general que presenta el escenario donde se desarrolla la acción; una única frase en dicha imagen que culmina en puntos suspensivos; y un cambio de página transicional.
Y cuando desviamos la mirada a la derecha tenemos un primer plano monocromo («esto es el pasado» parece decir) entre una serie de imágenes superpuestas. Un cuadro de texto cromáticamente resaltado (narración desde el presente), cuyo contenido comienza con puntos suspensivos, explicita la continuación de la frase que quedó inconclusa. Hasta tal punto llega la sugestión del racconto que si nos hubiesen dado tan sólo la primera página, pocos lectores no habrían intuido su advenimiento.
Este segundo ejemplo, del número #10 USA (en España en el número #5), lo encontraréis radicalmente distinto…
En primer lugar, habéis podido comprobar que nuestra maquetación no ha sido como en las imágenes anteriores. Las páginas han sido deliberadamente separadas para que no podáis observarlas a la vez; como en el cómic, en el que la primera imagen queda a la derecha y la segunda en su reverso al pasar la página. Y sí; son consecutivas y no nos hemos saltado nada.
La diferencia salta a la vista. Tenemos una primera página que narra una serie de acontecimientos; acontecimientos que culminan con una explosión sobre la que se centra la atención mediante el color, la dimensión y la onomatopeya. Pasamos la hoja y nos encontramos en otro lugar, en otro momento tal vez, pero indudablemente desorientados. La única sugerencia de que estamos en el pasado es que la iluminación es muy artificiosa y homogénea, similar a una suerte de sepia cálido. Dicha iluminación es también, en solitario, la que nos indica la continuidad con lo que acabamos de ver, pues usa una gama cromática esencialmente parecida a la empleada para la deflagración explosiva. También podemos intuir la ubicación en tiempos pretéritos tras observar detenidamente y caer en la cuenta de que el personaje que vemos es el propio protagonista, pero con un aspecto radicalmente distinto.
Sin transiciones, sin avisos. Repentino, violento, brusco. Así son el flashback y el final de este post. ¡Nos vemos en los cómics!
Muy bien. Pero siempre he pensado que donde se aprende de verdad a apreciar las rupturas de la linealidad de una narración es en el medio oral, porque no sentimos que escuchamos sino que, sencillamente, lo hacemos. Por eso no entiendo esta manía de aislar un par de páginas, generalmente de un autor al que se considera genial, por no decir canónico, para explicar un fenómeno narrativo. Sólo aprecio utilidad en este método para acercarnos individualmente a un autor. Nunca para describir con fines pedagógicos el régimen de técnicas literarias cuyos límites de variación, por lo que hoy sabemos, puede que sean incalculables.
Ya sufrimos suficientemente ese método horrible en la escuela, y a demasiados buenos amigos hemos perdido para la lectura con él, como para exportarlo también a la historieta. ¿No te das cuenta, Don José Torralba, que al tratar de establecer una definición o descripción de unas técnicas, por si mismas mutables, a partir de unos cuantos ejemplos, y no importa que sean dos o mil, lo que haces es crear una supernorma que muy posiblemente limitará la capacidad de recepción y expresión del lector que aún se halla adquiriendo ese código secreto? ¿No recuerdas tus sufrimientos con ese lenguaje limpio y esplendido de fantasmas que es la ortografía española de la Real Academia
… en la escuela? La técnica sólo es una herramienta a la que la imaginación del lector apela para afirmar la carnosidad de la obra.
Además, creo yo, si se persigue un fin pedagógico (y no sé si es así) quizás fuese mejor tratar de descender en el lenguaje a mayores oscuridades; de modo que en vez de hablar de un «a través del reflejo pupilar» se razone la manera en que el artista ha conseguido mostrar mediante un ojo una acción espiritual. En resumen, que el lector establezca la relación de existencia entre varios niveles de lectura de ese ojo abierto en la manera que la pupila media como abertura (conocimiento) que da paso a la luz-tiempo narrado. Procurar alejarse del lenguaje académico de un tratado universitario de nichos de conocimientos resueltos. (Yo lo habria hecho peor, putrefacto, incomprensible e inútil. Seguro.)
Me parece tremendamente interesante lo que dice, Sr. Ismael. Pero voy a responderle. En primer lugar, este post se enmarca dentro de una serie iniciada por Toni Boix acerca de cómo en el cómic (un arte secuencial cuyo «consumo» depende en gran medida del tempo que el lector imponga a su lectura) pueden desarrollarse técnicas que permitan definir, si no totalmente, sí parcialmente ese ritmo de lectura.
En este sentido, he intentado describir dos recursos narrativos con un ejemplo. Ahora bien, el ejemplo en si es siempre ilustrativo, y nunca un corpus teórico puede componerse a base de ejemplos ya que, como bien dice usted, esas técnicas son mutables. Es decir: las páginas expuestas aquí ilustran una de las muchas formas que hay de ejecutar estos recursos, pero en modo alguno la única.
Por ello, aquel que pretenda constituir los ejemplos en «supernorma» simplemente puede aspirar a ser imitador. Además, no me creo capacitado para imponer una «supernorma» a nadie. Y por último, el mismo autor que nos ocupa utiliza tanto el flashback como el racconto con una variedad de registros formales enorme, por lo que pretender acercarse a este u otro autor a partir de cuatro míseras páginas de entre toda su producción me parece devaluarlo a través del torpe recurso de ser simplista.
Pero a un nivel más complejo, sí le diré que en todos los lenguajes (escritos, orales, artísticos) hay normas aceptadas (no me pregunte quién las aceptó porque de eso discutí largo y tendido con mi profesor de Lengua y Literatura)… normas aceptadas en fin, que permiten estructurar un discurso de forma coherente. El caso es que a través del estudio concienzudo (una forma ciertamente horrible de aprender literatura) o a través de la lectura en sí (la forma óptima), esa serie de normas aprehendidas le han permitido estructurar sus ideas de forma que yo, y cualquier lector, las comprenda y las valore.
Y precisamente «descender en el lenguaje a mayores oscuridades» es lo que trato de evitar. ¿Por qué? Porque mi interés es transmitir al lector cómo ciertas estructuras narrativas pueden influirle en la lectura; estructuras que pueden pasar desapercibidas pero que indudablemente están ahí. Y sin embargo, me parecería erróneo tratar de explicarle al lector lo que debe o se supone que debe sentir al leer tal o cual pasaje de un cómic o un libro… supondría inmiscuirme en la intimidad entre lector y obra y soy de la opinión de que el lenguaje artístico debe hablar por si solo sin que nadie se arrogue la capacidad de explicar el mensaje que contiene. Es por ello por lo que las lecturas espirituales se las dejo al propio lector.
Recapitulando y en resumen de lo anterior: mi interés en este post no es explicar cómo debe hacerse un flashback o un racconto, ni sentar cátedra al respecto (me aburriría en la lectura ver siempre todo igual). Sino ejemplificar a través de una de las muchas maneras en que pueden desarrollarse estos recursos formales un hecho cierto: que los autores disponen de dichos recursos para influir la lectura a un nivel emocional y de ritmo de lectura… que no es casualidad el hecho de que la estructuración de una página sea de tal o cual manera. Ahora bien, entrar en qué ha querido decir el autor, y en las emociones que consigue transmitir, me parece invadir la intimidad de un lector al que presupongo inteligente como para sacar sus propias conclusiones al respecto y para interrelacionarse en el plano emocional (y no necesariamente en el técnico) sin ayuda de nadie con la obra que compra y lee.
PD. Yo lo habria hecho peor, putrefacto, incomprensible e inútil. Seguro
No caiga en la falsa modestia. Sólo lo habría hecho distinto… tal vez.
A mi me ha parecido un gran artículo. Depende de nosotros, esta vez, saber que lo que Mr Torralba nos ha contado son solo ejemplos, y no reglas categóricas. Y dependerá de nosotros también extrapolar las ideas que aquí nos cuentan la próxima vez que nos encontremos con el flashback o el racconto en comics futuros.
Aunque hay una cosa que el autor no cita y a mi me parece muy buena; la 5ª viñeta de la 1ª pag del 1º ejemplo (pies corriendo). No recuerdo muy bien el comic pero ESA es la 1ª viñeta que trancurre en el pasado. Si estuvieramos hablando de cine, esa viñeta sería introducido con un rápido flash blanco y duraría apenas un segundo. Es la manera del autor de decir; ahora nos vamos al pasado, amigos.
Seguid con estas iniciativas, champions.
¡Gracias AFRODITO_A! En todo caso esa viñeta de los pies corriendo pertenece al presente, y hace referencia a los personajes que salen después en el muelle y matan a una chica con un cepo, interrumpiendo la conversación íntima de nuestros protagonistas.
«Muy bien», hago notar que he dicho ‘muy bien’ punto y seguido, por lo tanto, no se desprende de él un sentido irónico sino discursivo. Y que la llamada al autor bajo el epígrafe ‘don’ se debe a la invisibilidad de mis apellidos, con ánimo de respeto y no burlesco (mediante un simulacro de envanecimiento de la figura del autor que, ahora advierto, aparece al utilizar la partícula «te» en el lugar de la correcta ‘se’; pero como se observa mi comentario está roto en dos trozos de manera involuntaria, y no fue posible corregirlo). Además, no se trataba de falsa modestia, no soy un gallo, sino del sentimiento contradicctorio ante la admiración que siempre he demostrado ante la capacidad de establecer análisis lógicos ante una estructura humana -de cualquier otro modo no me hubiera esforzado en utilizar vocablos como supernorma, variabilidad o nivel de lectura con el fin de adaptar mis opiniones a tu texto- pero, a la vez, lo decepcionantes que me resultan.
La prueba de lo mucho de putrefacto e incomprensible que hay o encuentro en mí, nada malo pero sí invalidante para establecer ese tipo de exploraciones técnicas, la encuentro en los efectos adversos que mi comentario ha provocado: por ejemplo, en mi llamada «QUIZÁS FUESE…» al autor para «…descender a mayores oscuridades» (mayor cursileria para mayor síntesis) pretendia justo que José se relacionase, entre el ojo/ojos y la aparición de la lagrima/lagrimas, con el lector en el instante crítico de su explicación de la variación temporal para lograr que ese lector no universalice la respuesta. Lograr, en fin, hacer presente la «carnosidad» (¡putrefacción, putrefacción!), la absoluta materialidad de la obra para el lector.
Precisamente esa inmodestia del autor, su personalidad, que cuando aparece aleja definitivamente la falsa oscuridad pretenciosa de los estudios de literatura universitarios. La santísima preservación inmaculada de los conocimientos para unos pocos. Algo que no ha llegado a suceder con la historieta pero que puede llegar a plantearse. Ese es el peligro que señalo con mi referencia a la ortografía y la Real Academia. Allí, en el órgano universitario (que San Jorge guarde a los muchos profesores universitarios contrarios a ese orden burocrático) hace tiempo que olvidaron, si es que alguna vez lo supieron, que las técnicas estan al servicio de la imaginación, y no al contrario.
Llega la supernorma: hablamos de historieta y sabemos inmediatamente de la increible diversidad de franjas sociales a las que se dirige este medio de comunicación. Bien, ¿qué clase de lenguaje se muestra más eficaz a la hora de trasladar un mismo mensaje a todos los estratos sociales de una estructura jerarquizada? ¿Disminuye el uso de un manual con esa clase de lenguaje la eficacia del aprendizaje de una materia? Te comprendo cuando dices que los mecanismos técnicos de, por ejemplo, la Teoría de la literatura son útiles y su uso no constituye un mecanismo de clase o fenómeno de supernorma porque no haces tuya o modificas esas viñetas. Pero advierte que si incluyes en el texto tu propia oscuridad, tu personalidad, como yo te solicitaba, tu texto aumentaria sus capacidades descriptivas y posibilidades de comprensión por parte de un público mayor. Si actuas así no te inmiscuyes entre el lector y el texto analizado, simplemente destruyes la ilusión precodificadora. No infringes el régimen recomendado por Italo Calvino (ese que vi por vuestro espacio y no sé bien donde).
Piensa en Bloom, ese tipo ha elevado seis o nueve veces el vuelo antes de que nosotros hayamos comenzado siquiera a coger carrerilla. No distorsiona nuestras observacións las amplifica desde fuera. No sé si logro claridad, así que mi erupto final es: NO EXISTEN ANÁLISIS INTERNOS PUROS el que analiza tiene que descodificar, mostrarse de una u otra manera, y la mejor es no desdeñar una buena dosis de su propia oscuridad (otra más de las muchas desviaciones que puede tomar el lenguaje para clarificar un mensaje: poesía, ¡cursi, cursi!).
Ya quisieran en el clero y las universidades la cortesía y caballerosidad con las que nos hemos comportado, José. (Y un par de dedos y muñecas nuevas a juego, !arf, arf!) (Putrefacto: en descomposición, que desaparece, negro, oscuro, tierra negra, fértil… negativo/positivo.)
Me siento mal, como un maleante o un apestado arrepentido (positivo/negativo). Y es bueno sentirse así, como un niñito dulce que haya sido flagelado por algo que no aún no comprende, porque mañana el mismo sentimiento no regresará. O si aparece no será totalmente el mismo. ¡Qué rico maldecir a uno, y qué rico ser maldecido por uno!
Entiendo perfectamente, Ismael. Pero a cada post lo suyo. Podrías (prescindiré del tuteo como tú bien haces) encontrar lo que supone para mi 100 Balas en un artículo que no hace mucho realicé sobre ese cómic para Zona Negativa. Allí encontrarás un análisis técnico, un análisis crítico y una valoración personal de la obra.
Pero este post es radicalmente distinto. Nace con una vocación analítica y teórica que no debe dejar lugar en absoluto a eso que tú llamas «una buena dosis de mi oscuridad» precisamente porque correría un riesgo inadmisible para mi: establecer la pretensión (que podría confundir y/o cabrear al lector) de que un análisis objetivo no puede sino vehiculizar una opinión objetiva; que una serie de recursos técnicos debe llevar aparejada una emoción (que no sensación) concreta y exclusiva. Y que esa emoción es la mía y todos deben sentirla. Razonamiento todo él absolutamente falso.
Por tanto, haber expuesto aquí mis valoraciones estéticas o emocionales respecto al recurso citado habría confundido al lector despistado y cabreado al lector exigente, además de no ser didáctico.
Respecto al tipo de público que quiero alcanzar: aquel que tenga mis mismos intereses y que quiera leer los textos que a mi me hubiera gustado estando en su lugar; que no crea que lo sabe todo del cómic (cualquiera puede enseñar lo más mínimo) y, en especial, que no piense en el cómic como un arte menor, acomplejado y popular que no puede alcanzar las cotas de calidad, seriedad y complejidad técnica y dramática de otros artes. La clase de público que no diga «son SÓLO cómics» y no debemos pensar demasiado acerca de cómo están hechos.
pongan el significado
necesito un ejemplo claro para hacer una autobiografia con flashback y racconto
por favor si alguien puede guiarme!
Hola cra… un ejemplo burdo y poco literario podría ser el siguiente: imagina que dentro de una narración en presente deseas introducir el recuerdo de un personaje que rememora su niñez. Si quisieras introducirlo en forma de racconto, podrías poner algo del tipo «Juan quedó ensimismado observando la forma de las nubes entre la lluvia… una nubes que le recordaban otro tiempo y otro lugar, en el que los sueños de la infancia eran todavía sueños [salto de línea y capítulo] Aquel día de 1962 el cielo también estaba nublado, pero para Juan las cosas eran muy distintas». Como ves, la transición no es repentina, sino gradual.
Si quisieras introducirlo en forma de flashback, simplemente no metas transiciones… algo del tipo «Juan se fue aquel día a la cama pensando en sus problemas [salto de línea y capítulo] Corría 1962 y ese día había amanecido lluvioso».
Si quieres un ejemplo infinitamente más artístico y mejor construido, te recomiendo leerte los dos primeros capítulos de En busca del tiempo perdido de Marcel Proust, especialmente la transición entre ambos. Ahí tienes un ejemplo perfecto de racconto.
Por cierto… entre las características del racconto también se encuentra el ser más largo y detallado, pero no necesariamente –como te ponen en la Wikipedia en español, no así en la inglesa– un progreso lineal hasta llegar al punto de partida de la historia.
necesito q me expliq las tecnicas narrativas: e raccoto flashbacks caja china vasos comunicantes IN MEDIA RES
GRACIAS
aun no me queda claro :/
No he entendido nada
si , mejor dicho no entiendo nada no me queda claro pero chebre esta pag. si fuera de historietas…………
Hola a todos y a todas.
Me gusta este artículo de las contrucciones narrativas, en este caso la del cómics, que sugiere otro tipo de lectura a la de una novela por ejemplo. Pero al fin y al cabo, objetos de estudio para urgar en sus respectivas propuestas, y de acuerdo a diferentes perspectivas colocarlas en el timón.
En otro asunto podrïa haber la posibilidad de tener comunicacion con el suscriptor de este artículo? Me interesa por ahora, pero de una manera profesional, ya que quisiera hacerle saber algunos asuntos sobre el tema que plantea. Gracias.