El vampiro de Sussex

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Edición original: The Sussex Vampire (Caliber Comics, 1996).
Guión: Warren Ellis.
Dibujo: Gail Gilmore.
Color: B/N.
Formato: Comic-book 36 págs.
Precio: $2’95.

 

«Pasarán más de mil años, muchos más» -como decía el bolero de Álvaro Carrillo– y Sherlock Holmes, popular inquilino del 221B de Baker Street, seguirá siendo el detective por antonomasia, guía y rasero por el que medir las virtudes y defectos de sus colegas de ficción. La inmortal creación de Arthur Conan Doyle (1859-1930), médico metido a literato, protagonizó 56 cuentos y cuatro novelas de manos de su autor. Desde entonces son innúmeras las reediciones, adaptaciones y continuaciones que, con mayor o menor acierto, han mantenido vivo su prestigio en literatura, cine y, por supuesto, cómics.

La aventura del vampiro de Sussex (The Adventure of the Sussex Vampire, 1924), publicada dentro del ciclo El archivo de Sherlock Holmes, reincide en un tema querido por Conan Doyle: el desenmascaramiento de pretendidas fuerzas sobrenaturales. Como en El sabueso de los Baskerville (The Hound of the Baskervilles, 1902), probable culmen de la producción holmesiana, la deducción y el raciocinio sacarán a la luz los secretos intereses que se ocultan tras la cortina de humo de la superchería. Una trama sencilla, casi anecdótica, mantiene al lector intrigado con mínimos elementos.

En 1996, el inglés Warren Ellis, antes de ser Warren Ellis (es decir, antes de The Authority, Planetary o Transmetropolitan), se atrevió con una versión de este cuento para la editorial Caliber, atraído -es de suponer- por las sugerencias fantasmagóricas del asunto. Contó para su propósito con la colaboración del dibujante Gail Gilmore, familiarizado, gracias a su trabajo en Marvel para la serie Morbius, con las características de los no-muertos.

El vampiro de Sussex (The Sussex Vampire) adapta con fidelidad reverencial el texto de partida. Ellis copia párrafos enteros sin variar una coma. Siempre que se hace esto, los diálogos quedan un poco rígidos, como declamados por un actor en el escenario. Ellis se vuelve transparente para que solo leamos a Conan Doyle, para que Holmes hable con la voz de su demiurgo. Esta loable intención marra en lo de siempre: el ritmo. La prosa es un delicado equilibrio del que no se pueden extraer citas sin que se resienta el conjunto. De otro lado, la historieta ha de lograr su cadencia en la química entre texto e imagen. Con un ojo puesto en Dave McKean (Cages) y otro en Eddie Campbell (From Hell), Gilmore inyecta tensión artificial, con sombras espesas y líneas que titubean y se quiebran; recuerda a los relatos de horror de tantas revistas de los años ’80, muchas de ellas con dibujantes españoles, argentinos o italianos. Por desgracia, no acaba de bordar el entorno victoriano. Sus decorados resultan bastante inespecíficos.

Holmes y Watson en su salón a punto de lanzarse a la aventura
Holmes y Watson en su salón a punto de lanzarse a la aventura

La singularidad más llamativa del tebeo radica en un alejamiento consciente de las señas más reconocibles de sus estrellas, especialmente las atribuibles a Holmes, como su nariz aguileña o su hábito de fumar en pipa. La operación no es lo bastante ambiciosa para reinventar el arquetipo -si ello fuera posible-, más bien desvae al personaje, lo vulgariza. La proverbial mala baba de Ellis apenas asoma en un par de detalles: una fogosidad amorosa sugerida, un castigo más explícito.

Aviso de Spoiler

En el cuento de Conan Doyle el criminal es enviado a unas «vacaciones» en la costa; Ellis reinterpreta con más osadía esta alusión.

El tebeo de Ellis y Gilmore -de amena lectura, por demás- deja la impresión de que sus autores están verdes, con habilidades insuficientes para trascender el original literario y crear una obra con hallazgos propios, intrínsecos al medio que la acoge. Los aficionados a Holmes disfrutaremos de la historia, sin duda, pero nos quedará también como una espinita incordiándonos, recordándonos que puede -y debe- hacerse mejor.

A día de hoy El vampiro de Sussex permanece inédito en nuestro país.

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Mr. X
Mr. X
Lector
22 septiembre, 2014 10:21

Pues aprovechando que el Pisuerga… he estado leyendo las dos series que está publicando Ellis en Image, y de momento Tree me parece raruna y no me gusta y Supreme Blue Roe me parece aún más raruna y me está gustando mucho, no sé cómo demonios va a concluirla, de hecho resulta difícil definir lo que está pasando, pero resulta muy interesante. Además, muestra un estilo distinto al que conocía de este buen señor, una especie de Ellis “místico”.

Jose Maria Vicente
Autor
23 septiembre, 2014 10:05

» Además, muestra un estilo distinto al que conocía de este buen señor, una especie de Ellis “místico”.»

A ver si no nos hace un Alan Moore, y a partir de ahora sólo escribe cosas sobre magia potagia y odas a deidades romanas.

Mr. X
Mr. X
Lector
23 septiembre, 2014 10:25

No sé, a lo mejor es una característica de los guionistas británicos, que cuando llegan a una cierta edad se convierten en magos (bueno, Ellis tiene pinta que no, je 😉
En serio, lleva tres números y lo mismo luego termina siendo un truño, pero de momento es uno de los cómic más originales que he leído en los últimos tiempos.

Mr. X
Mr. X
Lector
23 septiembre, 2014 10:25

Iba a decir, «Ennis» tiene que pinta que no