Estamos ante uno de los días más bonitos del año, pasear por las calles es una gozada pues se respira esa pasión por la lectura que debemos no sólo cultivar día a día sino trasladar esa inquietud a las nuevas generaciones sabiendo de antemano que la batalla no será fácil si tenemos que luchar con otros tipos de cultura de consumo rápido. Para tratar de aportar nuestro granito de arena y continuar con nuestra evangelización acerca de lo mucho que aporta la lectura nos sumamos a la causa con una recomendación de grandes obras ya sea para regalar o para entrar en este universo mágico que es el mundo del cómic.
Thor:Relatos de Asgard. Edición Especial, de Stan Lee y Jack Kirby. Panini Cómics (Marvel Comics). Colección Marvel Gold. Contiene Historias de complemento de Journey Into Mystery 97-145, Journey Into Mystery Annual 1 USA; Tomo cartoné. 264 páginas. 40,00€
El Día del Libro (o Sant Jordi para nuestros lectores catalanes) es el momento escogido para regalar lecturas a nuestros seres queridos. Una tradición muy arraigada y encomiable que fomenta la lectura y expande la cultura pero que también ha servido para elevar al libro a la categoría de objeto de regalo, vistoso y digno de lucir en cualquier estantería. Si bien es cierto que no hay que juzgar un libro por su cubierta, no hay duda de que un bonito envoltorio ayuda a vender. Por este motivo mi recomendación para el Día del Libro de este año pretende aunar ambas tendencias: una buena lectura y una atractiva presencia que ayude a venderla. Mi elección es la edición especial de Thor: Relatos de Asgard que Panini editó el pasado otoño.
Como lectura, Relatos de Asgard es una apasionante reinvención de los mitos nórdicos y escandinavos realizada por Stan Lee y Jack Kirby en su momento de mayor gloria creativa. Originalmente aparecieron como complemento en la cabecera Journey Into Mistery y narraban historias al margen de las aventuras contemporáneas de Thor. En estas historias de pocas páginas Lee y Kirby reimaginaron la mitología nórdica y la integraron en la continuidad Marvel. En sus páginas cabía de todo, desde el nacimiento de los dioses hasta su Ragnarok; desde la llegada de Odín y los suyos hasta las grandes batallas que dieron forma a Asgard; desde la niñez de Thor hasta sus primeras aventuras vividas en la Tierra. Todo ello narrado con la épica de la palabra de Lee y la fuerza visual de un Kirby desatado haciendo lo que más le gustaba. Sin duda una obra atemporal que permite disfrutar de la grandeza de Thor y del trabajo de sus autores.
Como continente, el libro de Thor: Relatos de Asgard es una pieza cuidada y única dentro del catálogo de Panini. Realizado en tapa dura, con encuadernación holandesa, cuenta con papel poroso ideal para el coloreado de un cómic de los años 60. Además las páginas están rematadas con un corte rugoso que la da la apariencia de un viejo grimorio o de un libro antiguo. Se trata de una pieza de coleccionista, un envoltorio de lujo para un contenido que se lo merece y que luce como un excelente regalo para esta fecha tan señalada.
Marvel Héroes 69. El Asombroso Spiderman de Roger Stern y John Romita Jr., de Roger Stern, John Romita Jr., Ron Frenz, Rick Leonadi y Bob Hall. Panini Cómics (Marvel Comics). Colección Marvel Héroes #69. Contiene The Amazing Spider-Man #224-251 y Annual #16-17 USA; Libro en tapa dura. 760 páginas. 45,00€
En el mes de julio llega Spiderman: Far from Home y no hay mejor manera de celebrarlo que con la relectura de una de las mejores etapas del trepamuros, el Spiderman de Roger Stern y John Romita Jr.
En un momento creativo en el que Spiderman se había quedado estancado Roger Stern volvió a dotar de interés al superhéroe. Trajo de vuelta a Mary Jane Watson, que llevaba un par de años desaparecida después de que Marv Wolfman la hiciese rechazara la primera proposición matrimonial de Peter Parker, y también a Felicia Hardy, la Gata Negra (si bien es cierto que fue Bill Mantlo quien capitalizó más el regreso del personaje). Stern también creo en estas páginas a un personaje realmente importante, Monica Rambeau, Fotón o Capitana Marvel, que fue un gran elemento de Los Vengadores en los años 80. A su vez, también deja una historia verdaderamente triste como es El Niño que Coleccionaba Spiderman, junto a unos grandes lápices de Ron Frenz. Hay que destacar también, por parte de Stern, el trato de personajes como Ned Leeds o sobretodo J. Jonah Jameson, el cual el autor logra hacer madurar.
Así mismo, el escritor hizo que el trepamuros tuviese interesantes encuentros con villanos con los apenas se había encontrado, ajenos a su galería de villanos. Fueron los casos del Cobra, Mr. Hyde, el Zancudo así como logró dotar de mayor empaque a villanos como Fuego Fatuo o Tarántula y especialmente a Adrian Toomes, el Buitre, a quien por fin le dio un origen y me atrevo a decir que, junto a J.M. DeMatteis, es el mejor guionista que ha tratado al personaje. Pero sin embargo, la mayor aportación de Stern a Spiderman fue el Duende, una manera fresca para no caer en el yermo creativo de volver a traer al Duende Verde que era lo que pasaba cuando los guionistas se quedaban sin ideas para Spiderman (como fue el caso de Len Wein, que en paz descanse). El nuevo antagonista, al contrario que Norman Osborn, estaba peligrosamente cuerdo y era frío y calculador. Una pena que Stern abandonase al héroe de forma prematura sin resolver antes el misterio del villano. Como autor es lógico que el tenga la última palabra sobre su identidad y es cierto que El Duende Vive, la miniserie junto a Frenz donde se reveló el verdadero rostro del villano es un gran ejemplo de continuidad pero la verdad es que, en parte, el momentum se perdió al pasar tanto tiempo.
El tomo está dibujado casi en su totalidad por John Romita Jr., que hace un gran trabajo en todo el tomo pero es justo en este periodo de tiempo en el se da su transicción de un estilo de dibujo claramente heredero de su padre al estilo particular al que habitualmente se le asocia y es resaltable apreciar su evolución como artista en estas páginas.
En definitiva, si os interesa mínimamente Spiderman o el cómic de superhéroes en general, El Asombroso Spiderman de Stern y John Romita Jr. es una gran adquisición para este Día del Libro.
Rituales, de Álvaro Ortiz. Astiberri Ediciones. Tomo cartoné. 128 páginas. 17,00€
El panorama del cómic nacional tiene hoy en día un buen plantel de autores capaces de aunar personalidad, talento y calidad. Y luego tenemos a Álvaro Ortiz que va a su puta bola y cada propuesta suya además de personalidad, talento y calidad tienen ese no sé qué tan difícil de describir. Tiene mojo, dejémoslo ahí. Es de esos creadores que puedes reconocer un cómic suyo desde al menos unos 10 metros de distancia -nada más entrar por la puerta de la librería- y ya si ojeas sus páginas no cabe duda posible. Hay pocos autores que aprovechen tanto el espacio, con viñetas a veces no aptas para miopes. Y luego están esas historias que conjugan ficción, costumbrismo hardcore, humor de ese tipo que tanto inquieta hoy a algunos, un poco de mística autoral, sexo cartoon y anécdotas increíbles que nunca sabemos que poso de veracidad tienen realmente.
Este Álvaro Ortiz nos trolea con cada obra suya, lo hace a conciencia y uno de los mejores ejemplos de ello es Rituales. Un cómic de historias cruzadas, con más flashbacks que Perdidos y un ritmo que ríete tú de Beyoncé. El responsable de Murderabilia y Cenizas nos presenta en este trabajo un crisol de personajes determinados (o no) por la influencia de un símbolo, el de una estatuilla ligeramente falocéntrica enorme cuya presencia se puede rastrear a lo largo de los siglos y ha determinado el destino (o no) de miles de seres humanos. ¿No te resuelve ninguna duda el argumento? No importa, solo debes saber que Rituales es un disparate de lo más entretenido, lleno de misterio, mucho cachondeo, imágenes impagables como Hitler en bañador y algún hilarante apunte autobiográfico.
Déjate de sobados superhéroes, cómics de ciencia ficción del montón y sesudos biopics de músicos, pintores o literatos, con este Rituales de Álvaro Ortiz darás en la diana. Y si te pierdes en el universo de Ortiz vas a querer más. Puede que no sepas el porqué, pero pasará. Será el mojo, se tiene o no se tiene.
Los buenos veranos 1. ¡Rumbo al sur!, de Zidrou, Jordi Lafebre y Mado Peña. Norma Editorial (Dargaud). Contiene Les beaux étés 1. ¡Cap au Sud!; Tomo cartoné. 56 páginas. 16,00€
Puestos a recomendar una obra para el día del libro cómic que mejor que la que para mí es a día de hoy es una de la mejores series de cómic europeo, me refiero a Los buenos veranos de Zidrou y Jordi Lafebre. La obra trata de las vivencias de la familia belga Faldéraut, el dibujante de bande dessinée Pierre, su esposa comerciante en una tienda de zapatos Mado y sus pequeños Nicole, Paulette, Pépèyte y Louis a los que hay que sumar a Chuki, el amigo imaginario de este último. El protagonista de cada uno de los cuatro álbumes publicados hasta la fecha es la familia iniciando sus vacaciones y cuanto transcurren durante esos días, cada volumen está anclado en un momento importante en sus vidas y no siguen una cronología ordenada, de esta forma poco a poco vamos viendo importantes detalles de sus vidas que sirven para darle forma a ese delicioso puzzle que es su vida.
Si Los buenos veranos funciona es por la facilidad que tiene Zidrou para deleitarnos con lo cotidiano, en el primer álbum hay un par de secuencias con las que es imposible evitar emocionarnos. No hay batallas – mas que la lucha del día a día -, no hay villanos mas allá de las trampas que nos pone la vida y aun así Zidrou y Lafebre consiguen mantenernos atentos para no perdernos pequeños ni grandes detalles.
Si Zidrou escribe una historia perfecta, con una definición de personajes al alcance de muy pocos y dejarnos varios momentos que recordaremos para siempre, el trabajo de Jordi Lafebre no sólo está a la altura sino que mejora por momentos la historia. Su trazo amable, sus expresivos dibujos, la belleza con la que es capaz de dibujar los escenarios, todo ello hacen de esta serie un punto de entrada perfecto para aquellos que deseen entrar en la bande dessinée y no terminen de decantarse por una obra para dar el paso, Los buenos veranos es esa obra, una deliciosa historia cotidiana con la que al terminarla os convertiréis en un fan más de Zidrou, Lafebre y la familia Faldéraut.
El Tesoro del Cisne Negro, de Paco Roca y Guillermo Corral; Cartoné. 224 páginas. 20,00€
Hablar de
En esta ocasión, Paco Roca se encarga del dibujo, dejando el guión a
Guillermo Corral y Paco Roca consiguen que una historia de funcionarios y papeleo resulte tan emocionante como una buena novela de piratería de las de antes. Otro imprescindible que debe irse para vuestra casa en este día tan especial en el que además de deciros que leáis libros, o pedimos que por favor nunca dejéis de leer cómics.
The Fix 1. El desafío de los beagles, de Nick Spencer, Steve Lieber y Ryan Hill. Norma Editorial (Image Comics). Contiene The Fix, Vol. 1 TP USA; Tomo Rústica. 128 páginas. 16,00€
Con
La obra, que lleva el innegable sello de pedigrí de Image Comics, es un festival de referencias cinéfilas y humor macarra, y está protagonizada por dos crápulas que se mantienen al mismo tiempo tanto dentro de la ley como fuera, que son acompañados por un perrito llamado Pretzels. Además de esto, la complicidad entre Spencer y Steve Lieber elevan el conjunto de la obra y la llevan un paso más allá desde el punto de vista de la calidad. Los guiones de Spencer están muy bien acompañados por los lápices de Lieber que capta la esencia de lo que quiere transmitir el guionista, dotando a este cómic de frescura y dinamismo.
Si bien es cierto que hay cómics mucho más profundos, pocas veces nos vamos a encontrar con un tebeo tan divertido, ameno y satisfactorio para el lector como
Yo, asesino, de Antonio Altarriba y Keko. Norma Editorial (Éditions Denoël). Cartoné. 136 páginas. Color. 19,90€
Esta es una obra peligrosa. Todo aquel que entienda que pueda existir el sentimiento de necesidad tan oscuro como el que ostenta el protagonista, tal vez, podrá llegar a querer imitarlo. O simplemente lo es porque Antonio Altarriba consigue que el villano no sea el que mata, sino el que miente, manipula y se mueve en entornos artísticos con intereses poco que ver con los culturales y académicos. Esta obra marcó un antes y un después en la bibliografía de este guionista aragonés, que pasó de recibir el reconocimiento por parte del público y la crítica por El Arte de Volar, contando una historia humana, mundana, intrincada en la memoria histórica, a recibir esos reconocimientos al escribir sobre un catedrático de Historia del Arte que es un asesino, dando un giro copernicano a sus temáticas. Y, además, es el inicio de una trilogía próxima a ser completada tras la publicación de Yo, loco, como él mismo nos explicó en la entrevista que concedió a ZN en el reciente 37 Comic Barcelona.
En Yo, asesino, conocemos a Enrique Rodríguez, profesor en la Universidad del País Vasco, que lleva una doble vida. Una anclada en su trabajo, que pasa rodeado de arte, alumnos, ponencias, estudios, reconocimiento. Otra, más oscura, misteriosa, secreta. Vive en Vitoria, una ciudad tranquila, apacible, aparentemente inofensiva, en la que nadie sospecharía que habita un ser terrorífico capaz de matar en plena calle a plena luz del día mientras camina como si nada. Tan habilidoso que no necesita ni detenerse. Ni estar a solas con la víctima. Pero, ¿qué le motiva a llevar esa doble vida?
La obra transcurre con calma, narrando una reflexión acerca de la naturaleza humana. De los actos que se cometen a diario cargados de maldad. Es una historia entretenida, de sabor intenso, para algunos tal vez agridulce, para otros amargo, pero para nadie indiferente. Está dibujada por Keko Godoy, que da rienda suelta a un despliegue que combina armonía, terror, perversión y mucho sentimiento. Coloreada mayoritariamente en blanco y negro, usando trazos rojos ocasionales y cuidadosamente colocados, como un corte certero.
The Boys Integral 1, de Garth Ennis y Darick Robertson. Norma Editorial (Wildstorm/Dynamite Entertainment). Colección Cómic USA. Contiene The Boys 1- 4 USA; Tomo Cartoné. 752 páginas. 39,95€
Ahora que su adaptación audiovisual está cada vez más cerca gracias a Seth Rogen, Evan Goldberg, Eric Kripke y Amazon Video con un reparto encabezado por Karl Urban aprovecho este Día del Libro para recomendar el primer volumen de los integrales de The Boys, la mítica serie escrita por el irlandés Garth Ennis y dibujada por el estadounidense Darick Robertson. Publicada en un principio por un sello Wildstorm que al ver la brutalidad e inquina que el proyecto destilaba contra el cómic superheróico canceló la serie para pasar sus aventuras a la independiente Dynamite Entertainment The Boys narra las aventuras de un grupo de vigilantes con superpoderes contratados para eliminar a los seres más peligrosos del universo… los superhéroes. Con parodias descacharrantes y de una incorrección política salvaje de Batman, Superman, Power Girl o la JLA Ennis y Robertson construyen una colección repleta de gore, destrucción global, sexo perverso y humor negrísimo que, como suele suceder con casi toda la obra del autor de Predicador, contiene un desarrollo de personajes brillante y una profundidad dramática mucho más compleja de lo que pudiera parecer en un principio por estar esta regada en sangre y fluidos corporales. Primer tomo integral perfecto para los amantes del salvajismo y la chulería malsana con corazón que si se ven saciados irán irremediablemente a por los otros dos que completan la colección editada por Norma Editorial con profusión de material adicional y extras.
El vals del gulag, de Denis Lapière y Rubén Pellejero. Astiberri (Dupuis). Colección CMYK. Contiene Le tour de valse FRA; Tomo único. 72 páginas. 18,00€
Denis Lapière y Rubén Pellejero forman un equipo creativo de diez. El Vals del gulag es una prueba más junto a Un poco de humo azul y Un verano insolente. Aunque cualquiera de estos cómics serviría como recomendación para el día del libro, nos centraremos en Vals del gulag.
La protagonista de esta historia es Kalia. Viktor, el marido de Kalia, estuvo cuatro años luchando en la Segunda Guerra Mundial, al volver apenas pudo disfrutar de la compañía de su mujer y sus hijos, cuando alguien le acusó de ser un “traidor de la revolución”. Kalia sólo sabe que, tras detenerle, le llevaron a un gulag en Siberia. Años más tarde, después de una serie de acontecimientos y con su hijo mayor trabajando, Kalia decide irse a Siberia en busca de Viktor o en busca de la verdad.
El Vals del gulag se convierte en una escalofriante crónica de la realidad que se vivió en la unión soviética. Una historia de calor y amor, pero también de frío y sufrimiento. Un canto a la esperanza desde el dolor y el miedo. Una historia que demuestra cómo el cómic puede ser un medio de expresión tan o más expresivo que la literatura. Un cómic perfecto para el día del libro.
Soldados de Salamina de Javier Cercas y José Pablo García. Reservoir gráfica. Tapa dura.160 pags. 18,90€.
Decía Javier Cercas en El Impostor que el pasado no pasa nunca, que el pasado es una dimensión del presente. Es una sentencia que bien podría definir toda su carrera y buena parte de la historia de España.
Es difícil entrar en cualquier librería y no encontrar un libro de Cercas en una situación destacada. Pero cuando se publicó Soldados de Salamina, la situación era bien diferente. Cercas había publicado un par de novelas que habían pasado sin pena ni gloria. Desanimado y deprimido, se topó por casualidad con una historia de gran potencial narrativo.
En los últimos días de la Guerra Civil Española, Rafael Sánchez Mazas (ideólogo de Falange y tío del recientemente fallecido Rafael Sánchez Ferlosio) salvó milagrosamente la vida gracias a la acción y a la compasión de un desconocido soldado republicano español.
¿Quién era ese soldado? ¿Quién era el hombre detrás del uniforme y el fusil? ¿Por qué pronunció ese “gran no” negándose a matar al enemigo? Cercas se embarcó en un viaje para desvelar la verdad y, con la ayuda de su amigo, Roberto Bolaño, consiguió escribir y publicar una de las mejores novelas de no-ficción de la historia de la literatura española.
El resto, nunca mejor dicho, es historia. Soldados de Salamina se convirtió en un bombazo editorial, conoció los rigores de la adaptación cinematográfica, y propició (entre otras obras) un nuevo interés por la memoria histórica. Una “moda” que también inundó el por entonces embrionario mercado de la novela gráfica.
Arrugas, Los surcos del azar, El arte de volar…son todas ellas obras magnificas y en cierto modo herederas de Soldados de Salamina, así que es lógico que esta última conociera tarde o temprano una adaptación al comic.
Lo que nos vamos a encontrar en esta novela gráfica dibujada por José Pablo García es una ejemplar muestra de comic generalista: una historia atractiva para el público ajeno a la narrativa dibujada, un trazo limpio y claro y un desarrollo lineal y solvente.
Pero, por encima de todo, Soldados de Salamina es un comic necesario. España vive tiempos turbulentos, y corremos el serio peligro de repetir trágicos errores de ruina y desesperación. El pasado no pasa nunca, dice Javier Cercas.
También nos dice que la ficción salva. Quizá leer una (no-) ficción sobre un hombre que, bajo el frio, la noche y la lluvia, se atrevió a pronunciar alto y claro un gran “NO” puede evitar que una de las dos Españas acabe rompiéndonos el corazón.
¡Shazam!, de Geoff Johns, Gary Frank. ECC Cómics (DC Comics). Contiene Justice League núms. 7 a 11, 0, 14 a 16 y 18 a 21 USA (historias de complemento); Normal Rústica, 192 págs. A color. Limitada Cartoné, 192 págs. A color..9,95 € edición normal y 19,50 € edición limitada
Toda editorial, a lo largo de su historia ha experimentado momentos oscuros. Momentos que pueden estar relacionados con la parte empresarial o, en otras ocasiones, con la parte creativa. En DC Comics uno de esos momentos en su historia pertenece a su historia reciente, bajo el nombre de los Nuevos 52, con los que la editorial entraba en barrena en una crisis creativa de proporciones cósmicas. DC viró de forma brusca todo su catálogo de publicaciones para llevarlas a un pozo infame del que poco se puede rescatar hoy en día cuando se habla de esos Nuevos 52. Un pozo lleno de sin sentidos, cargado de falta de gusto, despojado de todo tipo de legado, sin la esencia de lo que ha definido siempre a la editorial y que dio como resultado una de sus épocas más olvidables. Y sin embargo, en medio de este desatino mayúsculo, aparecieron pequeñas joyas, como el trabajo de Johns con Aquaman, Manapul en Flash, Azzarello en Wonder Woman (aunque es algo debatible), la Liga de la Justica del propio Johns… y una rara avis, un complemento publicado precisamente en esta última colección, que dedicaba sus páginas a recuperar y modernizar de forma clara y directa, al Capitán Marvel, el Gran Queso Rojo, de DC Comics, a manos del que fue el gran salvador de los Nuevos 52, Geoff Johns.
Publicado en España originalmente de la misma forma que en Estados Unidos, se recopiló en tomo posteriormente por parte de ECC que, motivado por la llegada de la película de Shazam a la gran pantalla, lo recupera en dos nuevas ediciones, una muy accesible para llegar a todo tipo de lectores y otra limitada en tapa dura y con camiseta incluida.
En este trabajo Johns toma al personaje y lo coloca de frente al lector, modernizando su entorno, pero dejando inalterados los principales valores del protagonista. La inocencia, el cierto regusto nostálgico por la edad dorada de los comics, no abandona en ningún momento la historia. El guionista de Superman aporta a la trama la sencillez y naturalidad de tiempos pretéritos, pero actualizando los matices que habían quedado oxidados dentro del Capitán. Un desarrollo pausado que busca crea un conjunto de ideas sólidas que marquen el camino a seguir.
Y tanto es así que es la visión de este cómic la que usa la película como base para trasladar las aventuras del Capitán al celuloide. Una obra fundacional, de origen, de la búsqueda de la identidad propia, un grito a favor de la familia, pero huyendo de los convencionalismo establecidos, que sirve de historia introductoria para todo aquel que se sienta atraído por el personaje.
Un tipo duro, de Jeff Lemire. Astiberri Ediciones (Roughneck). Tomo rústica. 270 páginas. 26,00€
Es más que probable que, tras una primera lectura, se pueda caer en el error de que
Como ocurriera en las magistrales Scalped o Paletos Cabrones del, no menos excelente, Jason Aaron, el protagonista de la trama es un hombre atrapado por su pasado en una pequeña población rural. De esta forma, Derek Ouelette se siente asfixiado por la sombra de la leyenda que carga en un camino hacia la autodestrucción. Una antigua gloria del hockey profesional que tuvo que poner el punto final a una carrera prometedora por culpa de su temperamento agresivo. Otro de los ingredientes que hace subir la temperatura, en este comic que trata temas como la redención o las segundas oportunidades, es Beth.
La hermana de Derek huye de un novio maltratador. Recordando el pasado de ambos, podremos entender la situación actual de esta pareja de hermanos marcados por el drama y la tragedia. El pequeño núcleo de Pimitamon y su entorno nevado es el escenario ideal para impregnar de tristeza las más de 260 páginas de las que está compuesto este maravilloso cómic cuyos parajes nos recuerdan a películas como Fargo o Un plan sencillo. Violencia, drogas, alcohol… elementos que, bien conjugados, dan como resultado una obra tan conmovedora como disfrutable.
Quico Jubilata, de José Luis Martín. Sapristi. Tapa blanda. 190 páginas. 14,90 €
Entre 1978 y 1989, el historietista José Luis Martín contó en El Periódico de Catalunya y en la revista El Jueves, las aventuras y desventuras de Quico el Progre. Este singular personaje -cuya popularidad le brindó el salto a la pequeña pantalla en 1992- expresaba las vivencias de una generación que, en aquella década, entraba ya en la madurez. Un matrimonio joven, su propio negocio y los desafíos de aquellos tiempos: dejar de fumar, ponerse en forma, aprender inglés… Treinta años después, Quico es un jubilado que se toma la vida con mucha más filosofía, relajación y hasta alegría. De unos años para acá, inició una nueva aventura en Internet y, como toda la gente de su quinta, asume con resignación la progresiva imposición de «lo digital» (proceso que, para una parte de la tercera edad, se está convirtiendo en una forma de impuesto aislamiento).
El autor conserva la estructura tradicional de una tira cómica, con varias viñetas en las que se desarrolla una historia en la que Quico, ahora como en los ochenta, reflexiona sobre vivencias cotidianas de todo tipo, haciendo a la parroquia lectora que le conoció antaño y que le ha encontrado ahora, cómplice de sus vivencias. En la Red ha sido un agradable descubrimiento que, ahora, puede encontrarse también en papel y que puede gustar a la afición veterana, al tiempo que arrojar para la más bisoña cierto conocimiento sobre uno de los autores de humor gráfico más populares de este país.
The Wicked + The Divine 1, de Kieron Gillen, Jamie McKelvie y Matthew Wilson. Norma Editorial. Tomo rústico. 176 páginas. 18,00€
¿A quien no le gusta la mitología? Ya sea por la influencia de los propios cómics, el medio audiovisual, los videojuegos o la cultura de tu propio país siglos atrás, a todos nos fascina de un modo u otro. Pero por regla general, aunque sus historias ocurren en tiempos modernos, suelen reflejar un aspecto clásico. Y suelen ser dioses, no estrellas del pop. Pero en pleno Siglo XXI, ¿Quienes son los que tienen más adeptos? No son figuras religiosas sino del espectáculo. Por ello, cuando a finales de 2013 volvieron los dioses entre los mortales, eligieron una de las formas que más gente ama y odia a la vez: las estrellas del pop. Así pues, en esta fantasía moderna, los dioses son estrellas del pop definitivas, y las estrellas del pop son dioses definitivos. Esto es The Wicked + The Divine.
Esta delirante propuesta surge de la mente de Kieron Gillen, quien se atreve con todas las religiones. De hecho, la diosa protagonista de este primer volumen es Lucifer, el ángel caído por revelarse contra Dios en el Antiguo Testamento. Aunque la verdadera protagonista de esta historia es Laura, una joven de 17 años del sur de Londres. A través de ella empezamos a ver el nuevo ciclo, pues los dioses regresan cada 90 años, viven intensamente durante 2 años que son amados y odiados, antes de morir. Son 12 dioses que regresan, siendo guiados por la vieja Ananké, quién aparece ya en las primeras páginas para despedir los últimos dioses a finales de 1923. No vemos todo el elenco divino en este primer tomo, pero si para empezar a la personalidad de cada uno de los presentados (o el inevitable parecido entre Sakhmet y Rihanna).
Los dibujos corren a cargo de Jamie McKelvie, quien hace un trabajo fantástico, especialmente transmitiendo emociones y reacciones con las facciones de los rostros. Pero no sólo domina los planos cortos, también las escena de acción o las doble páginas, sobretodo la que sirve de transición para una persona convertirse en un dios. Pero dado que son estrellas del pop, más que nunca, el apartado que marca la diferencia entre una buen obra y una espectacular es el color. Y aquí el trabajo de Matthew Wilson te vende solo este tomo. Difícil es no abrirlo por cualquier página y quedar fascinado por el apartado visual. Y este equipo trabaja tan bien los detalles, que para representar el mural de uno de los dioses, llamaron a Nathan Fairbairn para que aplicase un estilo diferente, y el resultado no podía ser mejor. Quizás aún seguimos sin noticias de la publicación del quinto tomo, pero si aún no has descubierto The Wicked + The Divine, cierto cierta envidia de que puedas iniciar este viaje desde el principio.
Periódicamente, y casi siempre a contracorriente de las tendencias imperantes en cada momento, la industria del cómic USA tiene la costumbre regalar al aficionado gominolas con sabor a nostalgia, que evocan en los lectores los sabores y sentimientos que tenían cuando leían los cómics en su infancia, donde los guiños y los homenajes son la norma. Ocurrió con Astro City. Ocurrió tantas veces con Alan Moore (desde Supreme hasta, ¡por qué no!, Watchmen). Ocurrió también con Planetary. Son tres ejemplos, metarreferenciales, donde la nostalgia es el envoltorio perfecto para viajes emocionales que comparten protagonistas y lectores. En Black Hammer, Jeff Lemire apuesta por una doble dosis de nostalgia, apostando por las referencias veladas (o no) a los cómics de su niñez y por la nostalgia a lo rural, a los campos de trigo, a todas esas granjas y depósitos de agua que conforman el skyline rural norteamericano. El resultado, poderoso, es un coctel contundente de morriña que apela directamente al corazón del fándom.
Lemire (Essex, 1976) ha apostado por acercamientos distintos a una misma idea en todas las obras destacadas de su currículum y ha hecho de la nostalgia por lo rural, los infinitos campos de trigo made in USA y las granjas con sus sombreros de paja, su seña de identidad en el mercado del cómic norteamericano, envolviendo cada producto bajo una premisa diferente y regateando los tópicos con una maestría digna de análisis. A lo largo de las cinco editoriales USA habitualmente referidas como mayors (DC/Marvel/Image/Dark Horse/Valiant) donde simultanea encargos de forma inhumana, el ambiente rural, la familia y la infancia son constantes sobre las que desarrolla sus inquietudes. En Essex County (editada por Astiberri hace la tira de años…), un huérfano de diez años es obligado a vivir con su tío huraño en su granja, encontrando en los cómics de superhéroes que vendían en la gasolinera más cercana el refugio perfecto. Inédita en España, su Sweet Tooth (Vértigo, 2008-2011) las camisas de leñador y los campos de trigo se cruzan con un post-apocalipsis rural a medio camino entre Bambi y Mad Max. Cuando DC y Geoff Johns quisieron relanzar a Superboy, el elegido fue el guionista que más ganas tenía de convertir a la Smallville llena cosechadoras y riachuelos en co-protagonista de la serie, con excelentes resultados. En Animal Man, más de lo mismo. ¿Y qué me dicen de Plutona y esos pequeños detectives resolviendo crímenes en sus veranos al estilo de los Siete Secretos de Enid Blyton? Podríamos mencionar también la inédita Underwater Welder, donde la fauna y flora rural pega un cambio para sumergirse en un espejo peligroso. Incluso en su best-seller, Descender, donde la ciencia ficción parece no dejar hueco a la temática rural, el lector (y el niño protagonista) encontrará un deseo de regresar a la colonia madre con las mascotas robóticas dentro de este masificado universo intergaláctico. En Black Hammer, no iba a ser menos, y aquí Lemire consigue detener el tiempo como en aquellos eternos veranos adolescentes en los que el calor nos sofocaba por el día y nos incitaba a escaparnos por la noche.
A través de Black Hammer, ganadora del Premio Eisner a Mejor Nueva Serie en 2017 y con tres tomos publicados en nuestro país (uno de ellos incluye el spin-off Sherlock Frankenstein´), Jeff Lemire ofrece una vuelta de tuerca al origen superheróico habitual y al viaje del héroe. En vez del camino catárquico del pueblo a la ciudad, habitual en nuestros héroes, aquí encontramos con el camino inverso. Inverso e involuntario, con posibilidades para explorar las consecuencias de esta imposición. Por motivos tan misteriosos como curiosos, los héroes de este relato llevan una década atrapados en una misteriosa granja de la que no pueden escapar, pese a la voluntad de algunos de ellos de conseguirlo. Tras una exitosa carrera como superhéroes y salvadores de Spiral City, unas “Crisis” llevaron a Golden Gail, Barbalien, el Coronel Weird, Madame Libelula, Talky-Walky y Abraham Slam a esta cárcel rural donde han de adaptarse. Sus hazañas no caen en el olvido en el mundo real, pero algunos de ellos están dispuestos a integrase en la vida diaria del pueblo… mientras que otros no pueden (o no quieren) pasar desapercibidos ni encajar. Un purgatorio a medio camino entre El Show de Truman o el Sin Perdón de Clint Eastwood, con quien comparte la atmósfera crepuscular, los juguetes rotos y, sobre todo, esa sensación respirable de desastre a punto de suceder.
El planteamiento narrativo en torno a dos líneas temporales, permite a Lemire y Ormston para indagar en el pasado de los héroes, en un relato plagado de guiños a la Edad de Oro y Plata del cómic para disfrute del veterano del género, pero con nuevas direcciones. Todos los protagonistas, héroes y villanos, son versiones poco disimuladas o amalgamas de héroes de primera fila de DC y Marvel Comics. Lemire no lo oculta, sino que lo potencia con el avance de los números tras la timidez inicial. Por ejemplo, Golden Gail era una niña que al grito de Zafram se convertía en una mujer todopoderosa, en un homenaje nada velado a Shazam, que aquí Lemire plantea con un giro oscuro ya que dicho personaje ha madurado diez años más… pero sigue encerrada en el cuerpo de una niña, con las trabas emocionales y físicas que supone esta maldición. Aunque parece una idea más propia del macarra Millar, es un ejemplo de la la pátina de originalidad que quiere imprimir Lemire a sus propios juguetes. Todo ello, por supuesto, cosido en torno a un misterio donde el guionista sabe dosificar las pistas y evitar que el lector se pregunte por qué ha elegido titular así esta obra.
Al dibujo encontramos a un veterano como Dean Ormston (Libros de la Magia). Originalmente era el propio guionista de Essex quien pensaba dibujar la serie, pero a tenor de la creciente popularidad y demanda de sus servicios, encontró en este profesional del medio el compañero perfecto para evitar el estigma superheroico (sus diseños superheroicos definitivamente no encajan en la granja, potenciando la intención de Lemire) a la vez que mantenerlo accesible a todos los públicos. Su impronta pesimista y el color de Dave Stewart sorprenderán a más de uno. La estructura de episodios autoconclusivos (muy simliar, si, a Astro City) permite en un inicio la aparición de dibujantes invitados, como David Rubín (Ether, El Héroe), aunque llegado un punto Lemire y Dark Horse apuestan todo al rojo por el concepto convirtiéndolo en franquicia y apostando por varias miniseries spin-off (Quantum Age, Doctor Star…) que llegarán los próximos meses a nuestro país. En definitiva, una carta de amor al medio en forma de universo en expansión que servirá para evocar a más de uno las lecturas de su infancia (y relecturas de su edad adulta, claro).
Pues yo he pillado el de Spiderman de Stern y Romita, siguiendo vuestro consejo. Espero que la lectura cunda y valga la pena, que he soltado 40 pavos, glups…