Entrevista a Alan Moore y Melinda Gebbie

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La autoría de la entrevista que estáis a punto de leer corresponde en realidad a una firma invitada. Realizada el año pasado a instancias de Norma Editorial por Raúl Sastre, y centrada en Lost Girls, por azares del destino no pudo seguir los cauces de publicación que tenía previstos, cayendo así en el olvido. Sin embargo ahora, cuando se cumple un año de la publicación en España del primer tomo de la obra, tanto Norma Editorial como el propio Raúl Sastre han tenido a bien cedernos el imprescindible documento para su publicación en esta web, evitando así que las palabras del bardo de Northampton se pierdan en el tiempo como lágrimas en la lluvia.

No sin antes advertir a los muchos padres que nos leen que Lost Girls es un cómic eminentemente pornográfico, os dejamos con las respuestas del maestro Alan Moore (y también de su esposa y coautora del cómic, Melinda Gebbie)… esperamos que las disfrutéis como es debido.

Una entrevista centrada en la obra Lost Girls realizada por Raúl Sastre el 1 de abril de 2008.

Raúl Sastre: Habéis comentado, en más de una ocasión, que una de las razones principales que os llevó a embarcaros en el proyecto de Lost Girls era que no os gustaba para nada cómo se suele abordar habitualmente el tema del sexo en el contexto cultural actual, por lo cual queríais reinventar el género del porno. ¿Creéis que habéis logrado lo que os proponíais?

Alan Moore: Sí, creo que hemos reinventado la pornografía, y estamos muy contentos con nuestra visión peculiar sobre el género, aunque no sé si al resto del mundo le parecerá bien o estará de acuerdo con ella. De momento, hemos comprobado que hay bastante gente que piensa de una forma similar a nosotros acerca de este tema.

En un principio, lo que queríamos hacer era elevar este género al nivel que nosotros creíamos que debería estar, porque, al fin y al cabo, el sexo forma parte de la vida cotidiana del ser humano, es algo que nos afecta a todos de un modo u otro. Otros géneros como el de terror, la serie negra o la ciencia ficción no siempre están ligados de una forma tan íntima con nuestras vidas, no tienen tanta importancia dentro de nuestras vidas. Si bien es cierto que esas historias pueden resultarnos muy emocionantes, a la hora de la verdad, la mayoría de nosotros en su vida diaria no se relaciona con criminales, ni tiene nada que ver con algún asesinato, ni acaba siendo testigo de la invasión de la Tierra por parte de unos platillos volantes… Sin embargo, todos tenemos experiencias en el campo del sexo y la sexualidad, y tenemos nuestras opiniones al respecto. Nos parecía un poco bochornoso que el único género que trata el tema del sexo y la imaginación sexual fuera un algo tan mugriento y sucio, algo de lo que se disfruta en secreto sin que nadie lo sepa y que hacer sentir a la gente muchísima vergüenza, y que carece de unos estándares mínimos de calidad. Nos daba la impresión de que nuestra cultura produce un tipo de pornografía bastante exagerada, perturbadora y desasosegante a muchos niveles; una pornografía que resulta visualmente impresentable, moralmente impresentable, políticamente impresentable… Lo cierto es que encontrábamos muy pocas cosas buenas que decir sobre este tipo de porno. Me refiero, sobre todo, a las películas y fotografías pornográficas; los medios habituales a través de los cuales este género se nos presenta a día de hoy.

Nos dimos cuenta de que la única clase de pornografía que realmente nos gustaba, era la que encontrábamos en la literatura de la era Victoriana y Eduardiana, y, en términos visuales, en la obra erótica que ciertos ilustradores habían desarrollado a lo largo de los últimos doscientos años. Llegamos a la conclusión de que nuestra versión ideal de la pornografía sería aquella que surge en estado puro de la imaginación, porque, y esta es una opinión estrictamente personal, para mí (y creo que para Melinda también) en cuanto se utiliza la imagen de una persona real en este género, resulta inevitable que una serie de ideas sucias, inquietantes y deprimentes acaben invadiendo el terreno de la fantasía sexual. De esta forma, si eres una persona con un poco de empatía, cuando ves una producción porno, no puedes evitar pensar si esa chica de la película o de la foto realmente quiere hacer eso para ganarse la vida, o si de algún modo la han presionado o coaccionado para hacerlo, o si todo se reduce a que esa chica ha sido incapaz de encontrar otro tipo de trabajo para subsistir; también te preguntas si tendrá un hijo, si tiene frío en esa habitación asquerosa rodeada de muebles horrendos… Es como si el mundo real acabara inmiscuyéndose dentro de la fantasía pornográfica. Yo definiría la pornografía como el género en que se dibuja o escribe sobre actos lascivos, aunque creo que la palabra pornografía originariamente significaba “tratado acerca de la prostitución” [“porné” significaba prostituta] (pero eso supondría darle una cierta connotación negativa, así que prefiero utilizar mi propia definición). Todos los personajes de Lost Girls son creaciones que han surgido única y exclusivamente de la imaginación; de este modo, el mundo real no puede interferir con la fantasía pornográfica, y eso era algo que tuvimos en cuenta desde el principio.

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Pornografía en la era victoriana

Otra de las cosas que queríamos hacer, era crear un tipo de porno que incluso pudiera llegar a aportar algo a la sociedad y fuera beneficioso para ella; además, queríamos que Lost Girls tuviera todos los elementos que uno espera encontrar en cualquier obra de arte o literaria con independencia del género al que pertenezca. La pornografía, en general, no presenta un argumento definido, los personajes tampoco se definen ni se desarrollan, y carece de los requisitos mínimos que uno espera encontrar en una novela mal escrita de, por ejemplo, género negro; incluso nos resulta imposible encontrar por ningún lado recursos narrativos tan básicos en toda obra literaria como, por ejemplo, la utilización de metáforas. Así que decidimos que podíamos reinventar este género que, por lo general, ha sido tratado tan mal, y dotarle de un cierto grado de intelectualidad y valores estéticos; pensamos que podíamos transformar la pornografía en algo distinto, pero que aún cumpliera con los fines que se supone que este género tiene que satisfacer… es decir, excitar a la gente, pero que lo hiciera de tal manera que no utilizara a las mujeres como objeto, que no tratara a los protagonistas de forma degradante, que no hiciera lo que la pornografía suele hacer.

Mira, en España, Dinamarca y en otros países muestran una actitud distinta hacia la pornografía de la que tenemos aquí [en Inglaterra] o en América… Aquí nos da vergüenza y no sentimos fatal de un modo reflejo e irracional ante el porno, por eso la gente lo consume de forma furtiva. Creo que esa es la razón por la que Internet tiene tanto éxito entre tanta gente [risas], así no te tienes que arriesgar a que alguien te pille como cuando te metes en la sección de adultos del videoclub o en la zona donde exhiben las revistas guarras en un kiosco. En definitiva, se trata de una vivencia en la que uno se encuentra aislado (al menos, eso es lo que suele pasar en nuestra cultura). Todo esto lleva a que la gente se encuentre aún más aislada o se sienta todavía más sola, a que se sienta aún más culpable o avergonzada, justo lo contrario a lo que se supone que es el fin último del arte. El arte, en su mejor versión, alcanza su máximo objetivo cuando (ya sea leyendo un libro, o contemplando un cuadro o escuchando una obra musical) vemos que a través de él se expresa una idea o un sentimiento que previamente habíamos imaginado que solo nosotros habíamos experimentado. Así que cuando disfrutamos al arte, nos sentimos menos solos; sin embargo, la pornografía produce el efecto contrario, nos hace sentirnos más solos y aislados. Pensamos que debíamos intentar poner remedio a esa situación, teníamos que ver si éramos capaces de crear una obra hermosa que estuviera contada de forma muy creativa, pero que, al mismo tiempo, cumpliera con los fines que se supone que persigue toda obra pornográfica. De modo que acabáramos transformando la pornografía en algo con lo que nosotros nos sintiéramos realmente satisfechos, en algo que tuviera un gran potencial artístico. Seguro que hay miles de personas cuyas ideas o concepciones sobre la pornografía no coinciden con nuestra forma de enfocar este género, pero queríamos dar nuestra propia visión sobre él: Lost Girls resume cómo entendemos nosotros el porno, y cuáles son sus posibilidades.

RS: Habéis definido Lost Girls como una obra pornográfica. ¿Acaso creéis que la pornografía y el erotismo son dos cosas totalmente distintas?

AM: Sí. Creo que hay diversas razones que justifican que Lost Girls sea descrita como una obra pornográfica. Al principio, pensé, de una forma un tanto inconsciente, que pornografía era una palabra más adecuada para definir lo que queríamos hacer que erotismo, simplemente porque me parecía mucho menos pretenciosa.

Por otra parte, me parece que, tal y como manejamos esos términos en Inglaterra, solo sirven para establecer diferencias entre clases. Si uno es de clase media, y ha recibido una educación que le permite entender las referencias cultas, entonces esa persona está disfrutando de una obra erótica; pero si es de clase obrera, de origen humilde, le señalarán con el dedo y dirán: “Mira cómo se lo pasa leyendo porno, el muy pervertido”.

En resumen, desde el principio, pensé que resultaría menos pretencioso calificar a Lost Girls como una obra pornográfica. Además, creo que etimológicamente es más correcto, ya que la palabra “erótica” viene de Eros (amor); no obstante, a menos que esté muy equivocado, habitualmente en la literatura, el cine o la ilustración que suele denominar como “erótica” nos encontramos con gente practicando sexo sin más, por lo que deduzco que el amor que sienten unos por otros es algo puramente secundario en la obra; de otro modo, también podría calificarse como erótica cualquier película o libro en el que los personajes se pasaran todo el rato mirándose embobados a los ojos [risas]. El vocablo “erotismo” es un término que induce al error, es como si fuera un eufemismo victoriano que se utiliza para no tener que admitir que lo que uno lee es pornografía, porque eso es algo soez y de mal gusto; como excusa funciona muy bien, ya que puedes decir: “no, te equivocas, esto no es pornografía, es erotismo”. Como te he comentado antes, para mí la pornografía es el género en que se dibuja o escribe sobre actos lascivos, considero que esta es la definición que encaja mejor a la hora de explicar qué pretendíamos hacer con Lost Girls. Si bien, en un principio, lo de calificarla como una obra pornográfica fue una decisión que tomé un tanto a la ligera, creo que al final fue muy acertada.

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Pornografía en Lost Girls

Además, he de reconocer que no nos hemos encontrado con las reacciones adversas que esperábamos obtener por parte de las autoridades en países tan fundamentalistas como los USA, donde senadores de la derecha más recalcitrante, con el propósito de agradar a sus votantes más retrógrados, han acabado atacando obras que tenían bastante poco contenido sexual a la hora de la verdad; sin embargo, Lost Girls no ha tenido ningún problema en ese sentido. Incluso llegamos a recibir una carta muy hermosa por parte del servicio de aduanas canadiense en la que se decía que Lost Girls era una obra con un gran valor artístico y social, que no podía ser considerada de ninguna manera como algo obsceno ni que su contenido fuera una apología de la pedofilia, de modo que podíamos distribuirla sin ningún tipo de problema por Canadá. La carta nos dejó tan impactados que estuvimos pensando en utilizarla para promocionar la obra en futuras reediciones.

Creo que te estoy dando una respuesta bastante simplista, pero quizás todo esto explique por qué Lost Girls ha encontrado tan pocas trabas en el camino… de momento. Aunque, a veces, me pregunto qué habría pasado si hubiéramos sacado Lost Girls diciendo que era una obra de arte; seguro que cierta gente hubiera reaccionado como el rayo diciendo: “Eso no es arte, es porno”. Pero al dejar muy claro, desde el principio, que se trataba de una obra pornográfica, ha habido gente que ha dicho: “Eso no es porno, es arte”. Quizás así hemos logrado que no ataquen al libro con la fiereza que cabía esperar. Me parece que, hasta la fecha, la gente está reaccionando y aceptando Lost Girls tal y como nosotros esperábamos.

Melinda Gebbie: En mi opinión, la palabra pornografía no tiene una definición muy precisa y exacta a la hora de la verdad. Creo que la definición de los términos erotismo, pornografía u obscenidad dependen del punto de vista de cada persona. Te voy a poner un ejemplo: hace muchos años colaboré con Yellow Silk, una revista erótica para mujeres para la que realicé una historia que yo creía que tenía una alta carga de sensualidad y erotismo; sin embargo, la responsable de la revista me señaló que aquella historia de erótica no tenía nada, que aquello era pornografía. Como era incapaz de entender qué pasaba por la cabeza de esa persona, me leí lo que ella llamaba su “Biblia del erotismo” (una suerte de guía con su criterio de qué era erótico y qué no); tras lo cual, me percaté de que su criterio para calificar una historia como erótica o porno se reducía a si había alguna referencia a los órganos sexuales o no. Para terminar de responder a tu pregunta, se podría decir que el erotismo tiene que ver con lo sensual, y lo pornográfico con lo sexual, o eso creo [Risas].

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Sensualidad en Lost Girls

RS: Habéis mencionado la carta de la aduana canadiense en la que se decía, más o menos, que el contenido de Lost Girls no era una apología de la pedofilia. Sin embargo, creo que, en cierto momento, os llegó a preocupar la reacción que pudiera suscitar en los lectores las escenas en que aparecían menores de edad practicando actos sexuales.

AM: Cuando empezamos a trabajar en Lost Girls hace unos 18 años, vivíamos en un mundo diferente; no habíamos sufrido la ola de pánico pedófilo que se desató más tarde en este país, o en América, o en ciertas partes de Europa. Cuando al fin supimos que nuestra obra iba a ser publicada tras tantos años de contratiempos, pensamos en el clima enrarecido en el que iba a ser recibida y nos sentamos a reflexionar si, dentro del contexto actual, íbamos a ser capaces de defender todos y cada uno de los elementos de la obra. Tras darle muchas vueltas, concluimos que nos sentíamos muy satisfechos con toda la obra en conjunto. ¿Por qué? Pues porque en esta obra estamos hablando fundamentalmente de la imaginación sexual.

Si uno quiere hablar con sinceridad sobre este rasgo tan humano, entonces tiene que admitir que esa imaginación a veces nos lleva por caminos que nos llevan a la idea de mantener relaciones sexuales con menores de edad; sé que resulta una idea un tanto incómoda pero es la verdad: si no, no habría revistas como Barely Legal1; ni tampoco tendríamos una cultura que tiñe de sexualidad todo lo que toca, en la que Britney Spears se viste como una colegiala sexy en un vídeo, y uno se pregunta: “¿Qué tipo de reacción pretenden obtener con eso” [Risas] Incluso tenemos productos inocentes, al menos en apariencia, como las Spice Girls que, tal vez sin quererlo, acaban “sexualizando” a sus seguidoras, las cuales son fundamentalmente niñas de 10 u 11 años que, gracias a las Spice Girls, quieren hacerse un piercing en el ombligo, o ponerse una camiseta llamativa en la que sea lea la palabra “porno star” [risas]… Si bien es normal que los niños finjan o pretendan ser adultos, una cosa es que una niña se pinte los labios (lo han hecho siempre) y otra que se vista como una “buscona” [risas]; en definitiva, la relación que los menores de edad mantienen con el sexo era otro de los temas que también queríamos tratar en Lost Girls.

En el transcurso de las primeras conversaciones sobre este proyecto que Melinda y yo mantuvimos hace veinte años, se nos ocurrió la idea que sería la base fundamental de Lost Girls: la de utilizar como protagonistas a tres personajes sacados de diversas historias infantiles muy populares (Dorothy de El mago de Oz, Alicia de Alicia en el País de las Maravillas y Wendy de Peter Pan). Nos dimos cuenta de que lo que más nos atraía de ese concepto de reunir en una misma historia a esos tres personajes en concreto era que, gracias a ellas, teníamos la metáfora perfecta sobre cómo todos nosotros entramos en el mundo del sexo y adoptamos nuestra identidad sexual. El sexo es un mundo extraño al cual de repente nos vemos arrojados; a partir de entonces, la gente que nos rodea ya no parece comportarse como solía hacerlo y nosotros tampoco. Cuando somos conscientes de la presencia del sexo, el mundo cambia; nos vemos dentro de un paisaje que nos resulta extraño, emocionante, hilarante y aterrador… Una sensación que se asemeja mucho a la que experimentan Wendy, Dorothy y Alicia en sus respectivas historias cuando descubren esos nuevos mundos llamados El País de Nunca Jamás, Oz y el País de las Maravillas.

Pensamos que podíamos valernos de esos relatos como una metáfora brillante del descubrimiento de ese nuevo mundo en el que nos vemos inmersos cuando nos adentramos en el terreno de la sexualidad. La primera experiencia sexual es un momento tan importante en el camino hacia la madurez… Antes de eso, solo somos niños (da igual cuándo se produzca esa primera relación sexual, aunque sea cuando tienes treinta años); sin embargo, cuando salimos del “otro lado del espejo” de esa experiencia, somos distintos… Quizá no seamos del todo unos seres maduros, pero ya hemos dejado de ser niños. Si íbamos a trabajar con esos personajes, si íbamos hablar de cómo se adentran en el mundo del sexo, íbamos a tener que tratarlos como lo que son: unas niñas que han llegado a la adolescencia. Tal vez aún no tienen la edad legal para poder prestar su consentimiento para mantener relaciones sexuales, pero… son personajes de ficción, así que ponerles pegas por eso sería algo ridículo. Además, tomemos por ejemplo a Alicia de Alicia en el País de las Maravillas, técnicamente tiene 150 años; es decir, hace tiempo que superó la mayoría de edad, y resultaría ridículo pedirle el certificado de nacimiento a un personaje de ficción [risas].

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Los mitos que crecen

Nuestra idea era tratar a esos personajes del modo más respetuoso, sensible y hermoso posible. Queríamos mostrar nuestro respeto por esos personajes que habíamos escogido como protagonistas, ya que admiramos muchísimo los relatos en los que nacieron. Lo cierto es que no queríamos prostituirlos. Sabíamos que todo esto podía generar controversia entre los fans más acérrimos de los personajes; sin embargo, estábamos seguros de que nuestras versiones de Wendy, Alicia y Dorothy demostrarían el cariño que sentimos por ellas, y eso evitaría que fuéramos blanco de ese tipo de críticas. Además, en Peter Pan de J.M Barrie, Wendy, al final de la obra, es una mujer adulta, casada y con hijos, así que se supone que ha mantenido relaciones sexuales; de lo cual cabe deducir que nuestra idea de contar la vida sexual de este tipo de personajes no es tan descabellada. Lo que sucede es que cuando leímos por primera vez las historias de esos personajes, éramos niños. Los personajes eran niños y nosotros también. Ellos siguen igual, pero nosotros hemos crecido. Nosotros hemos pasado por ese periodo turbulento llamado adolescencia, nuestros cuerpos han cambiado y las emociones que sentimos también; nos hemos convertido en seres menos inocentes, o, al menos, así nos sentimos cuando se despertó en nosotros el deseo sexual. Ya no éramos niños inocentes, habíamos perdido el contacto con nuestro yo infantil al entrar en este nuevo estado de nuestro desarrollo; sin embargo, en la ficción esas tres niñas siguen siendo niñas eternamente. Lo que es algo bastante antinatural, porque los seres humanos no somos así, crecemos. Eso es precisamente lo que hace que la infancia sea algo tan valioso y maravilloso, el hecho de que no dura eternamente, de que cambiamos, maduramos. Pensamos que ya que cuando éramos niños nos identificábamos tanto con esos personajes, si contábamos la historia de cómo crecían y maduraban, la historia alcanzaría una dimensión universal que de otra forma no tendría; de modo que nosotros mismos, y nuestros lectores, podríamos ver un reflejo de nuestras propias vidas y experiencias en las suyas; aunque seguro que nuestras experiencias no han sido tan extravagantes ni tan pornográficas como las de ellas. Te voy a poner un ejemplo de lo que estoy hablando: estoy seguro de nuestras lectoras reconocen, al menos, a un ex novio suyo o de alguna amiga entre los tres personajes de la granja con los que se acuesta Dorothy: el león, el hombre de hojalata y el espantapájaros [risas].

En resumen, al utilizar a estos tres personajes de ficción estancados eternamente en la infancia en el mundo de la ficción, y hacerlos crecer hasta llegar al umbral del despertar sexual, pensábamos que podríamos lograr que nuestro mensaje tuviera un alcance más universal, y que los lectores llegaran a reflexionar sobre sus propias experiencias sexuales, sobre esas cosas de las que nunca hablamos… y que tal vez sería bueno que habláramos de ellas para poder superar algunos de los traumas que pudieron originarse debido a esas vivencias, tal y como hacen los personajes de Lost Girls. De este modo, quizá estemos aportando nuestro granito de arena a la hora de solucionar algunos de los problemas que surgen en ese terreno, algunos de esos traumas que aparecen durante el despertar sexual de los que la gente nunca habla con nadie. Estas mujeres comparten, al fin, esos traumas en estas historias (que son una especie de Decamerón femenino) y, de esta forma, inician un proceso de regeneración y curación. Nosotros pensábamos que la misma receta se podía aplicar a los lectores. Si logramos que sacar todas esas cosas que llevamos dentro, ya no tendremos que sentirnos tan avergonzados de ese tipo de pensamientos que cobijamos, y que casi todo el mundo también tiene. No somos monstruos por eso, eso no nos convierte en pecadores… sino, simplemente, en seres humanos.

RS: Ya que has mencionado que Lost Girls habla, sobre todo, de la “imaginación sexual”, he de decir que me da la impresión de que en Lost Girls se da un enfrentamiento entre dos ideas o conceptos. Por un lado, tenemos a la imaginación representada por el sexo, y, por otro, a la destrucción representada por la guerra.

AM: Así es, aunque creo que se puede llevar ese razonamiento aún más lejos. Por un lado, tenemos a la imaginación sexual y, por otro, a la falta de imaginación representada por la guerra, la destrucción. Decidimos que el relato transcurriera en ese periodo histórico en concreto, tras hacer una cronología aproximada de la vida de los personajes y fijar, más o menos, la edad que cada uno de ellos tendría por aquella época. Descubrimos que solo había un pequeño espacio de tiempo en el que Alicia no fuera demasiado mayor, ni Dorothy demasiado joven, para realizar las prácticas sexuales que teníamos en mente. Eso nos llevó a los años 1913, 1914, 1915… un periodo bastante sugerente.

El hecho de que la I Guerra Mundial estallara alrededor de esas fechas, nos proporcionaba un telón de fondo magnífico, era el contrapunto ideal a esas historias tan delicadas, sensibles e imaginativas que estábamos contando en un primer plano. Además, en aquellos años, también teníamos otra serie de elementos contrapuestos muy estimulantes intelectualmente, por ejemplo: en el mundo del arte aún podíamos encontrarnos con la resaca romántica del art nouveau, aunque, al mismo tiempo, el modernismo, que suponía una ruptura total con la tradición anterior, empezaba a dejar huella. Uno de los mayores ejemplos de todo esto que te estoy contando es La consagración de la primavera de Stravinsky, un espectáculo modernista que supuso todo un escándalo cuando se estrenó. En términos de moda, un campo en el que Melinda investigó muchísimo, también era un periodo interesantísimo, nos encontrábamos al final de la Belle Epoque y nos acercábamos a la década de los años veinte del siglo XX, la era flapper2, de la que Dorothy sería una precursora (ella es una especie proto-flapper, la encarnación de la mujer moderna que comenzaba a aparecer por aquellos tiempos). De este modo, nos encontramos con la vieja Europa a punto de hacerse añicos y de transformarse en algo distinto; es, por tanto, una época muy interesante y rica en acontecimientos, una época fascinante en la que podía encajar nuestra historia perfectamente, donde teníamos estos dos conceptos enfrentados de una forma muy intensa: la imaginación, el sexo y la belleza frente a la destrucción total que toda guerra trae consigo. La guerra es una gran tragedia, pero no solo en el plano material, también hay un coste “invisible”. Muchos jóvenes murieron en aquellas trincheras, quién sabe qué genios había entre la “carne de cañón” que enviaron allí a morir.

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Montaje contemporáneo de
La consagración de la primavera

A lo largo de la historia, hemos matado a miles y miles de hombres jóvenes (y, últimamente, también a mujeres) que podrían haber curado el cáncer, o haber escrito poemas maravillosos, o haber pintado cuadros geniales; que tal vez hubieran contribuido a sanar el alma de la humanidad de algún modo. Y nunca supimos nada de ellos, porque llegó la guerra y se los llevó por delante. No se trata solo de que en un conflicto bélico se destruyan ciertos objetos de valor incalculable, ciertos tesoros de nuestro pasado (como ha sucedido, por ejemplo, en los recientes saqueos a museos en Irak en los últimos años), sino de que también estamos destruyendo el futuro: el de esa gente, el de las cosas que pudieron haber creado o inventado, ya que sus vidas acabaron en una trinchera bañada de sangre. Por todo esto, queríamos que Lost Girls hablara sobre esta opción ineludible: “Haz el amor o la guerra”. Es una variación que yo creo necesaria del típico slogan de “haz el amor, y no la guerra”, ya que considero que esta disyuntiva debe plantearse así, en toda su crudeza: si no centras todas tus energías en el amor, en lo creativo, en la imaginación, entonces esas energías tienen que acabar en alguna parte. Cuando a nuestros líderes les conviene, por razones de estrategia económica, política o militar, les resulta muy fácil mandarnos a miles o millones a morir; de modo que toda la energía que hubiéramos concentrado en crear un cuadro, un libro, o simplemente en hacer el amor con nuestra pareja… toda esa energía acaba desperdiciada en algún infierno extranjero, donde nos dedicamos a matar a otra gente de nuestra misma edad o acabamos siendo asesinados por ellos. Queríamos que esa disyuntiva quedara tan clara como fuera posible. Por eso acaba Lost Girls como acaba, con la destrucción del espejo de Alicia, que simboliza la destrucción de Europa, del sueño europeo.

RS: Dejemos por un momento el contenido de la obra, y pasemos a hablar de cuestiones más técnicas. Creo que en esta obra no utilizaste esos guiones tan extensos y muy detallados por los que eres famoso, sino que te decantaste por dibujar unos bocetos a partir de los cuales Melinda trabajaba.

AM: Lost Girls es un caso único, en este proyecto trabajé de una forma bastante peculiar con Melinda. Debes tener en cuenta que a mí lo de dibujar no se da muy bien; sin embargo, Melinda siempre ha dibujado y escrito los guiones de sus obras, por lo tanto, nunca antes había realizado una obra en colaboración con un guionista. Lo cierto es que descubrí a Melinda gracias a aquellos cómics extraordinarios que realizó en la época dorada del cómic underground californiano; por otro lado, Melinda había leído Watchmen y estaba familiarizada con el resto de mi obra, al igual que yo con la suya, y a ambos nos gustaba lo que hacía el otro. De modo que cuando empezamos trabajar en Lost Girls, hice lo que siempre había hecho con todos los demás dibujantes con los que he colaborado: entregarle uno de mis típicos guiones de dimensiones mastodónticas. Creo que trabajamos así durante los 6 primeros episodios, cada episodio de 8 páginas tenía unas 24 páginas de guión. Melinda tenía problemas con esta forma de trabajar, ya que no estaba acostumbrada a dibujar partiendo de un guión; temía que se estuviera perdiendo algún detalle importante, y que luego tuviera que rehacerlo todo. Así que me pidió que en vez de escribir un guión, dibujara unos bocetos. Aquel era un método de trabajo que yo nunca antes había seguido.

El problema fundamental consistía en que mis bocetos son completamente indescifrables… Yo sé lo que representan esos garabatos, pero soy el único capaz de entenderlos; el único que sabe que ese bulto deforme de ahí es el personaje principal y que ese garabato del otro lado es aquello a lo que está mirando. Así que la solución que se me ocurrió, en su día, cuando empecé a escribir mis primeros cómics, fue transformar aquellos garabatos en unos guiones extensos y detallados, de modo que pudiera transmitir al dibujante la imagen de lo que tenía en mi mente lo más intacta posible. Además, la mayoría de los dibujantes con los que he colaborado, viven en otras ciudades o incluso en otros países, así que nunca he tenido la posibilidad de quedar con ellos para explicarles qué representan esos garabatos. Como Melinda ya vivía en aquella época en Northampton, tenía la posibilidad de quedar con ella para poder explicárselo; además, intenté que mis bocetos fueran más inteligibles de lo normal. En resumen, quedaba con ella y le decía: “este garabato es Alicia, este Dorothy, aquí pasa esto…” Después, Melinda se llevaba los bocetos y los convertía en unos dibujos maravillosos llenos de matices y texturas; luego, yo escribía los diálogos, ya que estos no estaban indicados en los bocetos (en los primeros episodios, en los que trabajamos partiendo de un guión convencional, los diálogos sí aparecían indicados en los guiones que le pasaba a Melinda). Lo primero que hacía, era observar los dibujos que me había entregado Melinda y fijarme en aquellos detalles que ella había añadido: en cómo había dibujado la expresión del rostro de tal o cual personaje, o en la atmósfera de tal o cual escena… dejaba que todo eso me influyera a la hora de redactar los diálogos. En cierto modo, ha sido la colaboración más fluida que he tenido jamás. No creo que pueda volver a trabajar así, puesto que las posibilidades de que alguien con quien colabore en el futuro viva tan cerca de mí son bastante escasas, la verdad. Muchas veces el tipo de obra que estás creando dicta el proceso de elaboración que sigues. El sistema de trabajo que seguimos para realizar de Lost Girls fue algo que surgió de manera inesperada y espontánea, pero que funcionó a las mil maravillas. El resultado final es la combinación más brillante entre dibujo y guión en la que he tenido la suerte de participar.

RS: ¿Cómo lograsteis manteneros interesados en un proyecto como este que tardó 16 años en completarse y que pasó por tantos altibajos?

AM: Lost Girls se empezó a publicar en varias editoriales que acabaron quebrando; aunque he de señalar que nuestra obra no tuvo la culpa [risas], sino la situación por la que atravesaba el mercado americano en aquel momento. Es cierto que ha sido algo muy complicado, sobre todo para Melinda. Yo he estado metido en otros proyectos a lo largo de los casi veinte años que hemos estado embarcados en la creación de esta obra, pero Melinda, aparte de un par de cosas aquí y allá, ha concentrado sus energías fundamentalmente en Lost Girls.

Creo que fue durante el transcurso del segundo o tercer fin de semana que quedamos para hablar sobre este proyecto, cuando dimos con la idea de utilizar a estos personajes: Alicia, Dorothy y Wendy en nuestra historia; desde entonces, nunca desfalleció nuestra fe en esta obra. En solo una semana, ya tenía todo el esquema de la obra acabado. Para entonces, ya había visto cómo se manejaba Melinda con el color, y tenía una idea bastante aproximada del aspecto final que tendría la obra. Durante el largo periodo de tiempo en que el proyecto estuvo sin editor, fui yo quien pagó a Melinda para que pudiera seguir trabajando en él. Confiábamos tanto en este proyecto que teníamos que llevarlo a buen puerto como fuera. Cuando ya llevábamos completado un tercio de la obra, sabíamos estéticamente cómo iba a ser, cuál era el potencial que albergaba y sabíamos que no podíamos dejarla inconclusa. No teníamos elección, había que acabarla.

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La edad de la inocencia

MG: Cuanto más trabajábamos en este proyecto, más nos dábamos cuenta de las razones que habían llevado al porno al estado en el que se encontraba, y por qué era tan difícil sacar al género de las catacumbas de la estulticia donde se hallaba. No era por culpa de la sexualidad en sí, sino porque para hacer porno de calidad es necesario tener un cierto conocimiento de cuál es la parte hermosa de la sexualidad; además, uno debe distanciarse de las vergüenzas, problemas y tabúes que tenga en materia sexual. Lost Girls se asemeja a un ballet: uno puede ver un espectáculo de danza en el que participan los mejores bailarines del mundo y, si carece de la sensibilidad o la formación necesaria, no va a entender nada de lo que pasa sobre el escenario; simplemente verá a gente dando botes por el escenario como idiotas. Por lo tanto, lo mismo que ocurre con el ballet, sucede con Lost Girls. Crear y disfrutar de este tipo de obras requiere de una cierta sensibilidad de la que carecen los editores de estas revistas en las que solo salen de genitales en primer plano; eso no es arte, lo único que se busca es excitar al personal, ese es su único cometido: ahí no se trata de combinar la mente, el corazón, el alma y el sexo con la estética, algo que sí ocurre en Lost Girls y que nunca antes se había hecho.

Aunque he de reconocer que, mientras trabajaba en este proyecto, hubo momentos en que me sentía como una tortuga de 1.000 años de edad que avanzaba muy lentamente. Pero los problemas no acabaron cuando acabé de dibujar Lost Girls; cuando iba a Londres para escanear las páginas en tandas de diez en diez, la gente de la fotomecánica me miraba como un bicho raro, estaba claro que no se sentían nada cómodos trabajando con este tipo de obra…

A pesar de todos lo problemas que tuvimos que superar, cuanto más tardábamos en acabar el proyecto, más nos dábamos cuenta de por qué nadie había intentado hacer algo así antes, y de que si nosotros no lo hacíamos, no lo iba a hacer nadie, ya que era una aventura demasiado difícil y arriesgada.

RS: Es un hecho innegable que los hombres están mucho más acostumbrados que las mujeres a la pornografía, así que me gustaría saber cuál ha sido la reacción de las lectoras ante Lost Girls.

AM: La reacción de las mujeres ante Lost Girls era precisamente lo que más nos preocupaba a ambos, sobre todo a Melinda, ya que queríamos realizar una obra pornográfica que resultara atractiva a las mujeres. Por razones obvias, casi todas las mujeres no se sienten atraídas por gran parte del porno que se hace hoy en día. Es normal, no está dirigido a ellas, su público objetivo son los hombres heterosexuales. Así que pensamos: “Vamos a hacer una obra porno que, al igual que sucedía con la pornografía victoriana, no esté dirigida solo a los hombres, y, en concreto, a los hombres de orientación heterosexual; en la que podamos contar historias que gustarán a ambos sexos”. Hacer pornografía para hombres no es algo excesivamente difícil. Hay un cómico, aquí en Inglaterra, que afirma que un hombre normal puede llegar a excitarse simplemente viendo un dibujo a tiza de una teta; tal vez sea una afirmación un poco exagerada, pero a lo mejor es verdad [risas]. De todo esto cabe deducir que hacer pornografía que resulte interesante a las mujeres es algo mucho más complicado. Melinda y yo hablamos largo y tendido sobre este tema cuando dábamos los primeros pasos en este proyecto, ella me comentaba que una de las cosas que más echan para atrás a las mujeres del porno es que los lugares donde trascurre la acción son repugnantes, fríos y miserables, muy poco acogedores; por eso Melinda quería que la historia transcurriera en un hotel suntuoso repleto de texturas, tejidos, colores y formas diversas, para, de esta manera, incitar a la imaginación de las posibles lectoras a adentrarse en este territorio.

Lo cierto es que la gran mayoría de cómics que se editan no interesan a las mujeres, aunque esto está cambiando últimamente. Cuando yo era niño, las chicas no leían cómics, no leían cómics de Superman, ni de Marvel… ninguno. Solo leían cómics de Archie, unos cómics cuyo eje central eran las relaciones personales entre los personajes. Tal vez trataban esos temas de una forma un tanto burda: normalmente, el argumento se centraba en que tal personaje quería salir con tal chica o chico, y entonces pasaba algo que lo impedía y cosas así. La conclusión que se puede extraer es que si bien los chicos parecen preferir los cómics en los que sale gente vestida con mallas pegándose, las mujeres prefieren historias que se centren las relaciones entre los personajes; así que ya sabemos qué hay que hacer para atraer la atención de las lectoras.

Por otro lado, Melinda es quien más ha tratado con los lectores. Cuando estuvo en la convención de San Diego hace un par de años, cuando se editó Lost Girls en América (hará año y medio o dos años), me comentó que tuvo la oportunidad de comprobar que muchas mujeres estaban interesadas en nuestra obra. Algunas le decían que tenían muchas ganas de leerla, y que llevaban 15 años esperando para poder disfrutarla; incluso hubo una mujer que volvió al día siguiente de haberlo comprado, después de leerla, y le dio las gracias a Melinda por esta obra entre lágrimas… bueno, tal vez esa sea una reacción un tanto exagerada. En conclusión, la reacción general por parte del público femenino ha sido muy buena. Seguro que sigue habiendo gente que no se siente cómoda ante obras con un alto contenido sexual como Lost Girls, que supone un desafío en ese sentido, así que entiendo que haya gente a la que no le guste. Pero, de momento, los hombres han reaccionado muy bien y las mujeres, que era lo que más nos importaba, han reaccionado de una manera tremendamente favorable. Creo que hemos logrado el objetivo que nos marcamos en un principio: realizar una obra pornográfica que se pudiera leer en pareja, y que les incitara a hablar luego sobre esas cosas de las que normalmente nadie habla. Además, hará un mes, más o menos, hicimos una sesión de firmas aquí, en Inglaterra, y tuve la oportunidad de ver que en la cola había unas cuantas parejas y muchas mujeres. Así que, por lo que nosotros sabemos, la respuesta de las mujeres ha sido muy positiva.

Comentario
Formato de publicación
de la obra en España

MG: La reacción ha sido muy positiva y todo un alivio. La escritora Angela McCarthy, quien, desgraciadamente, murió antes de que Lost Girls se publicara, creía que se podía crear una obra pornográfica que gustara a las mujeres; además, sé que también ha habido otras mujeres con cierta relevancia pública que han afirmado lo mismo. Por otro lado, a mí siempre me ha interesado el sexo en los cómics y en el arte en general; no obstante, en el ámbito del cómic me he topado desgraciadamente con muchas actitudes estúpidas y prejuicios. Incluso alguien fuera de toda sospecha como Harvey Kurtzman, el de la revista Mad, tenía unas ideas bastante “peculiares” sobre la sexualidad y el sentido del humor de las mujeres. No es que fuera un mal tipo por eso, lo que ocurre es que nadie pudo rebatir sus opiniones hasta que, al fin, aparecieron mujeres dibujantes dispuestas a hablar de sexo y dar su visión al respecto. Como no había elementos de juicio en sentido contrario, se creía que las mujeres no tenían deseo sexual; o, si lo tenían, era tan poco intenso que se podía ignorar totalmente. Como los hombres de la industria del cómic eran incapaces de entender la sexualidad femenina, para qué iban a editar algo dirigido a la sensibilidad femenina en el ámbito sexual, si era perder el tiempo.

Tal y como señalaba antes Alan, la respuesta del público en San Diego fue muy positiva, la mitad de la gente que compró Lost Girls en esa convención eran mujeres y, tras leerla, la mayoría se mostró muy satisfecha. Tras años siendo machacadas con mensajes del tipo: “¿Cómo puede ser que no os gusten las pelis guarras? Pero ¿qué demonios os gusta? ¡Qué difíciles sois de contentar! ¡Sois tan distintas!” desde el frente masculino, las mujeres al fin tienen en sus manos una obra que les gusta en el plano sexual. Aunque sería injusto cargar solo contra los hombres en este aspecto, puesto que las mujeres también tenemos nuestra parte de culpa a la hora de mantener vigentes estos prejuicios. Por ejemplo, Alan conoce a una señora a la que le gustaba ver porno con su marido, a la que su cuadrilla de amigas la marginó porque la consideraba una especie de bicho raro. La actitud de estas mujeres no tiene ni pies ni cabeza, en mi opinión.

Por otro lado, es cierto que hombres y mujeres tenemos una sensibilidad distinta en materia de sexo. Por ejemplo, había veces que Alan ideaba unas escenas que, para mi gusto, eran demasiado explícitas, así que le decía: “Aguarda, espera un momento, ralentiza la acción para que suba la emoción, para que la expectación sea mayor”.

RS: Bueno, esta es la última pregunta para Melinda. En Lost Girls las protagonistas no lucen unos cuerpos perfectos, como suele ocurrir en el porno normalmente.

MG: Para mí era crucial que las tres protagonistas tuvieran cuerpos distintos. Las mujeres solemos librar una guerra continua con nuestros cuerpos, nos cuesta mucho sentirnos a gusto con él. La idea básica era que el lector o lectora pudiera identificarse con estos tres tipos de cuerpos, estos tres tipos de personalidades… Personajes con personalidad, eso sí que no es habitual en el porno [risas]. Otra cosa que para mí era importante era el lenguaje corporal de cada uno de los personajes, fijaos bien cuando leáis Lost Girls, es algo muy sutil pero que está ahí.

RS: Para concluir la entrevista, tengo una última pregunta para Alan. ¿Cuáles son tus proyectos futuros en el campo de la literatura y el cómic?

AM: En cuanto a cómic poco más voy a hacer, seguiré con The League of Extraordinary Gentlemen que es una serie cuya propiedad comparto con Kevin [O´Neill]; mientras nos sigamos divirtiendo con estos personajes, seguiremos haciendo más entregas. Además, tenemos un montón de ideas nuevas listas para ser desarrolladas. Llevo escritas las dos terceras partes del siguiente volumen titulado Century, y Kevin ya está dibujando el primer tercio. La primera parte debería salir para finales de este año [2008], y las dos restantes para el siguiente [2009].

También estoy escribiendo un libro en colaboración con Steve Moore, uno de mis mejores amigos desde hace muchos años, él fue quien me animó en su día a dedicarme a esto de escribir cómics; además, fue él quien me enseñó gran parte de lo que sé sobre magia. Se llamará The Moon and Serpent Bumper Book of Magic y en él se explicará, con profundidad y de forma muy entretenida, qué es la magia tal y como nosotros la entendemos. Incluirá una historia completa de la magia, desde el Paleolítico al presente, además de biografías de los grandes magos de la historia; creo que será un resumen bastante completo de la evolución del pensamiento mágico a lo largo de la historia. También tendremos artículos teóricos sobre qué es la magia y cómo funciona, en los que emplearemos un lenguaje sencillo, directo y claro; no nos andaremos por las ramas, ni nos pondremos excesivamente místicos. Además, habrá ejercicios prácticos e instrucciones sobre cómo hacer ciertas cosas, y se darán explicaciones de por qué uno no debería hacer ciertas cosas [risas]. También contendrá un mapa de la Cábala bajo la forma de juego de mesa. Por otro lado, José Villarrubia está diseñando una baraja de 78 cartas del tarot que acompañará al libro y Melinda también aportará algo de su propia cosecha. ¿Qué más…? Ah, sí, incluirá una historia de aventuras de tono pulp que aparecerá desperdigada a lo largo del libro. Además, Kevin O´Neill va a dibujar una biografía en cómic de 8 páginas en la que se narrará la ridícula vida de Alejandro el Paflagonio, el tipo que creó a Glycon, el dios marioneta al que yo rindo pleitesía. Steve Parkhouse también dibujará una historia muda titulada “In the morning of the mind” (El despertar de la mente), que tratará sobre los orígenes en el paleolítico de la conciencia, la magia y el lenguaje; para mí estas tres cosas son lo mismo, o, al menos, son manifestaciones distintas de un mismo fenómeno. Por otro lado, Dave Gibbons dibujará un Bestiario repleto de bestias imaginarias, dioses, espíritus y demás… Y eso no es todo, ya que habrá muchas más sorpresas. En resumen, el libro recoge nuestro punto de vista sobre la magia. Para nosotros es algo profundo, bello y alegre, un arte del que se pueden extraer muchas enseñanzas morales; por lo tanto, este libro va a ser una obra de gran calidad estética y con mucho sentido del humor. Nuestra idea de la magia probablemente coincide con la que tiene un niño de 5 años al respecto; esa idea primigenia que un niño tiene acerca de qué es la magia, es probablemente la más exacta, según nuestra experiencia. Lo único que vamos a hacer es explicar ese concepto a los adultos.

Comentario
The League of Extraordinary
Gentlemen: Century

Aunque la obra a la que más tiempo estoy dedicando es mi segunda novela, un libro muy extenso llamado Jerusalem, en el que se habla sobre la zona de Northampton donde yo crecí. Se trata de una zona muy pequeña y destartalada, que ahora es el barrio chino; el barrio marginal donde meten a la gente con problemas mentales cuando no hay sitio para ellos en el hospital, y a los inmigrantes que no quieren que se mezclen con el resto de la ciudad. Cuando yo vivía ahí de niño, se respiraba un ambiente de gran hermandad y camaradería entre los vecinos, a pesar de que era la zona más pobre de la ciudad. Aunque, si uno retrocede hasta el siglo XII, a los tiempos de los sajones, se da cuenta de que esa zona en concreto era lo único que existía de Northampton. Se trata de un pedacito de la Tierra donde han tenido lugar grandes acontecimientos históricos, lo que resulta realmente extraño teniendo en cuenta sus reducidas dimensiones; por ejemplo: una de las cruzadas más famosas de la Edad Media se inició en el castillo que, en su día, se encontraba al final de la calle donde transcurrió mi infancia, (aunque para cuando yo nací, ya no existía, en su lugar había una estación de tren); se trataba en concreto del castillo del rey Juan, al que se menciona en una obra de Shakespeare cuyo título ya habrás adivinado: El rey Juan. Thomas Beckett fue juzgado y condenado en Northampton antes de escapar a Francia. Charles Chaplin realizó una de sus primeras actuaciones con 7 años en esta zona en particular de Northampton… La novela recoge todos estos hechos históricos, además de algunas historias sobre mi familia, y una trama de corte fantástico que me he inventado totalmente. Jerusalem trata principalmente sobre la naturaleza vida y la muerte; en ella doy una hipótesis distinta a las habituales sobre la vida eterna, una hipótesis que no busca su justificación en la existencia de un Dios o en la religión, y se resume en la idea de que tal vez revivamos nuestras vidas una y otra vez.

Esta hipótesis tiene mucho que ver con la idea de que el tiempo es una cuarta dimensión; una idea que no se me ha ocurrido a mí sino que han suscrito grandes pensadores. Hay una cita de Albert Einstein que explica bastante bien esta idea; en una ocasión, con el fin de consolar a la viuda de un colega físico que había fallecido (un par de meses antes de que él mismo muriera) Einstein comentó: «Se ha ido de este extraño mundo un poco antes que yo. Pero eso no significa nada. La gente como nosotros, que cree en la física, sabe que la distinción entre el pasado, el presente y el futuro es únicamente una ilusión persistente y terca”. Einstein entendía el espejismo de lo fugaz, y de eso hablo precisamente en esta novela. Para mí, el tiempo es solo otra dimensión más, como las otras tres espaciales. Nosotros vemos el mundo que nos rodea como algo transitorio, nos consideramos criaturas fugaces que habitan en este mundo por un breve espacio de tiempo para, después, simplemente desaparecer; tal y como les sucedió a nuestros padres, abuelos, bisabuelos, tatarabuelos… Todo desaparece en el agujero negro pasado para no volver a ser visto jamás. Creo que Einstein afirmaba que esa es una perspectiva equivocada, señalaba que vivimos en un universo en que el tiempo es una cuarta dimensión (una hipótesis con la que estoy de acuerdo) y que, por lo tanto, el pasado no existe; es otra dimensión física en la que todos los momentos del tiempo, desde el alba de la Creación al final de la misma, coexisten; el tiempo es como una regla en la que las marcas de los centímetros o los milímetros serían los diversos momentos. Cuando acabe de escribir Jerusalem, habré escrito casi un millón de palabras; es decir, serán unas 1.500 o 2.000 páginas en total. Me va a llevar otros dos años más de trabajo, y no creo que nadie vaya a hacer una mala crítica sobre ella porque… va a costar mucho leérsela [risas]. En esta obra hablo de muchos temas interesantes y me lo estoy pasando realmente bien escribiéndola. Constará de tres partes, y ahora mismo estoy acabando la segunda. Si sigo manteniendo el nivel de lo escrito hasta ahora, va a ser la obra de la que más orgulloso me voy a sentir en toda mi carrera.

RS: Pues eso ha sido todo. Ha sido un placer hablar con vosotros.

AM: Lo mismo digo.

MG: ¡Nos vemos en el Salón del cómic de Barcelona!



1 Barely Legal: revista pornográfica cuyas modelos se supone que acaban de cumplir recientemente la mayoría de edad.

2 Flapper: es un término que se acuñó en la década de los años veinte del siglo XX para referirse a nuevo tipo de mujer joven que usaba minifalda, lucía un corte de pelo distinto (llamado bob cut), escuchaba un nuevo tipo de música llamado jazz y hacía caso omiso a los buenos modales: bebían, fumaban ¡y hasta se atrevían a conducir!

Enlaces recomendados

Ficha de la obra en la web oficial de la editorial Top Shelf.
Artículo en la Wikipedia anglosajona dedicado a la obra.
Artículos de la Wikipedia anglosajona dedicados Alan Moore y Melinda Gebbie.
Reseña en La Cárcel de Papel.
Algunas obras de Alan Moore comentadas en Zona Negativa.

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jorgenexo
jorgenexo
14 mayo, 2009 13:07

Pese a mi devoción por el señor Moore, reconozco que Lost Girls no me llama en absoluto la atención, la pongáis como la pongáis. la Liga, ya es otra cosa.

nn
nn
14 mayo, 2009 13:26

bendito botón imprimir!!

Pastor
14 mayo, 2009 13:27

Grandísima entrevista.

Espero que no os importe, pero lo he comentado en mi blog para que la gente venga a leerla.

John Space
John Space
14 mayo, 2009 13:34

Ha hablado más él que ella, ?no? En todo caso, se ve que son gente culta.

Alberthor
Alberthor
Lector
14 mayo, 2009 13:40

Tremenda entrevista, un poco durilla de leer (por eso de tener que hacerlo en la pantalla del ordenador. Cansa muchísimo), pero gran trabajo. Bueno es que pueda ser disfrutada. Tampoco soy gran fan de lost girls al igual que jorgenexo, pero me gusta seguir la trayectoria del maestro. Gracias.

Saludos!

sam
sam
Lector
14 mayo, 2009 13:59

una magnífica entrevista!

alex
14 mayo, 2009 14:56

Lost Girls pinta genial, qué bien explicado éso de que en nuestra vida no solemos enfrentarnos con criminales, pero todos tenemos esa clase de intimidad y deseos que hacen del sexo el (extrañamente) gran olvidado. Este tío es un genio, sabe hacer de todo.

Tachuela
Tachuela
14 mayo, 2009 15:49

No sé dónde leí, medio en broma, que Alan Moore decidió hacer un cómic pornográfico porque así seguro que nunca lo adaptarían al cine.

Martin
Martin
14 mayo, 2009 16:34

Igual que Jorgenexo, Lost girls me atrae poco y nada.
Como habla este Moore!! jajaj, pero e sun grande, así que habrá que leer la entrevista completa, por ahora la dejo jajaa, pero muy buen trabajo!!
Saludos

Parábola Durden
Parábola Durden
14 mayo, 2009 16:55

Tienen razón: «dura de leer» es poco. Quizás sea porque no me gusta mucho (o nada) la obra y su temática. Y mira que me gusta leer todo lo que tenga que decir Moore. De hecho, sus últimos párrafos son buenísimos. Ya le había oído hablar sobre el Tiempo y Eisntein, y me parece fascinante, tanto su punto de vista como el asunto en sí.

Pero Lost Girls… Como dice mi librero: «Coño, si por lo menos los dibujos fueran buenos… Pero comprar un porno que no te pone palote ni sin querer… Menuda estupidez». Jajajajaja Y mi librero es una eminencia eh!!! En cómic quiero decir. (Bueno, vale, tb en porno)

Don Guri
14 mayo, 2009 17:29

Estupenda entrevista. A mi tampoco me atrae Lost Girls, pero no por ello deja de ser menos interesante lo que dice Moore.
En particular, el parrafo sobre el desastre humano que supone la guerra me ha parecido magnifico.

sputnik
Lector
14 mayo, 2009 17:54

Bueno. Ha costado, pero por fin he leído la entrevista entera. Qué tocho.
A mí sí me interesa Lost Girls, pero no ando con el bolsillo lleno y… se acercan las novedades del saló, que ya sabemos lo que valen…
y… el libro sobre magia del que habla puede ser El Molar, oyes. 

Herodes
14 mayo, 2009 18:40

Me encantó la entrevista y de hecho voy a hacer un post en mi blog hablando de ella e invitare a mis lectores a que vengan a darle una ojeada a esta entrada porque es muy interesante. Con respecto a la obra, sólo he leído el primer tomo y ciertamente no es tan fácil de leer pero en ese momento me llamó mucho la atención las capas que tiene la obra ya que no es solo un burdo intento de mostrar situaciones de sexo explicitas y como lo mencionan los autores tiene una infinidad de capas que la hacen digna de leerse. Sin duda creo que es una obra a la que se le debe de echar un vistazo y que sin duda le da un valor al denostado mundo del cómic. Saludos

Howl
Howl
14 mayo, 2009 18:48

Genial entrevista.

Nunca habia leido a Moore hablar de las spice girls o barely legal XD . Muy grande

Esfingo
Esfingo
14 mayo, 2009 21:15

¿Alguien sabe si veremos más de The League of Extraordinary Gentlemen en España? Empezando por el Black Dossier y sus problemas de derechos, y si alguien me puede explicar cuales eran estos

Pastor
15 mayo, 2009 0:03

Yo tengo pendiente leerla. Pero más que por el hecho de ser porno es más bien por que Wendy, Alicia, Peter Pan… y demás siempre me han llamado.

AnaCess
15 mayo, 2009 0:44

¡Grandísima entrevista! Y qué ganas de conseguir este cómic…16 años, eso es pasión y creatividad. Ya sabía de esta obra pero escuchar a sus autores hablar así de ella, bueno muero por leerla y comprobar eso de «pornografía que resulte interesante a las mujeres».
Muchas gracias por hacerla pública. Obviamente la linkeare desde mi blog, buenísima.  Gracias.

thedwarf
thedwarf
15 mayo, 2009 4:29

Madre santisima, que buena entrevista…

Yo igual los linkeare en mi blog, esta entrevista tiene datos muuuuy interesantes.

Por sierto, que cultura la de moore eh, senti que me golpeo una enciclopedia con solo leer sus cabilaciones.