Una de las actividades que los organizadores del FANT programaron para la edición de este año fue la presentación de
A la hora de presentarnos la sinopsis de largometraje, Vázquez y Miñambres lo expusieron asi: «Hace mucho tiempo, los osos fueron expulsados del bosque mágico y quieren recuperar ese terreno perdido, que consideran propio. Los osos forman una sociedad militarizada, y religiosa, cuya opinión pública está en contra de los unicornios. Unicorn Wars, de marcado cariz antibelicista, trata sobre el origen de todas las guerras». El autor de Psiconautas confesó que una de las influencias en su último trabajo han sido los códices medievales. A pesar de sus seis o siete siglos le siguen pareciendo muy modernos a nivel artístico, y se declara admirador de sus composiciones de página. Además, otros referentes de Unicorn Wars son La aldea del arce, Los Osos Amorosos o algunos ilustradores clásicos infantiles como Quentin Blake, Hanoch Piven o Mary Blair. Tampoco se olvida de la propia influencia de Samurai Jack (Genndy Tartakovsky) o de la madre de la animación, Lotte Reiniger, directora de películas como Las aventuras del príncipe Achmed, considerada una auténtica obra de culto gracias al uso de las sombras chinescas. Sin embargo, no todas las influencias vienen de fuera. La propia Psiconautas, los niños olvidados, con la que consiguió el Goya a la mejor película de animación, también tuvo cierto peso en la concepción de Unicorn Wars.
A pesar de poder ver tan solo la punta del iceberg, los asistentes a la charla pudimos disfrutar de un auténtico making of en el que nos presentaron a diferentes personajes que darán mucho que hablar. Azulín, Gordi, El Sargento Cosquillas… los osos se drogan consumiendo una especie de ciempiés que son alucinógenos… un auténtico viaje psicodélico multicolor cuyo argumento esconde mucho más de lo que pueda parecer en un primer momento.
Alberto Vázquez nació en 1980, estudió Bellas Artes tanto en Galicia como en Valencia, culminando sus estudios en la escuela La Massana, de Barcelona. Miembro fundador del colectivo Polaqia y del Fanzine Enfermo, Alberto volvió a su tierra natal tras varios años residiendo en Cataluña. De carácter inquieto, Vázquez ha alternado la creación de cómics como El evangelio de Judas (Astiberri, 2007) con la realización de ilustraciones que se pueden encontrar en El País Semanal o La Voz de Galicia. Polifacético, Alberto Vázquez dio el salto al mundo de la animación cosechando éxito tras éxito, nominación tras nominación, premio tras premio.
En tus primeros trabajos en cómic hay una constante temática como la perdida de la inocencia juvenil, ¿Por qué te interesa tanto?
Bueno, como bien decías, en mis primeros trabajos, sobre todo. Cuando yo empecé a dibujar tenía 22-23 años y, con esa edad, cuando quieres hablar de algo y quieres ser un poco honesto, pues ¿de qué vas a hablar? De la adolescencia, porque con 22 años me dirás tú de qué puedes hablar… si casi no has vivido. Siempre he tenido un poco claro que me gustaba contar (aunque trabajo con la fantasía), historias con mis propios filtros, con mis propias vivencias, por cosas que he visto o por cosas que me preocupan. En la época de Psiconautas, lo que realicé sobre 2004, 2008, 2009… hablan un poco de mi vida, de cosas que he visto. Psiconautas iba un poco de la Galicia en decadencia, la desindustrialización, la entrada de la heroína, la depresión juvenil…
Precisamente esto que comentas ahora es de lo siguiente que queríamos hablar contigo. Psiconautas era una alegoría de la realidad social en Galicia tras el cierre de los grandes astilleros y la plaga de la droga durante finales del siglo pasado. ¿Barajaste en algún momento contar la historia de una manera totalmente realista? ¿Por qué usas a animales antropomórficos?
Pues mira, en el 2001 yo hice un cómic, con Kike Benlloch de guionista, que se llamaba Freda sobre la emigración gallega en Alemania que me gustó mucho hacerlo en su momento. Lo pasé muy bien, pero cuando lo acabé pensé «pero, ¿qué hago yo hablando de esto? si no tengo ni idea, ni siquiera me interesa. Entonces empecé a desarrollar el mundo este, porque los animales me molan, son como muy icónicos, no tienen un tiempo ni un lugar establecido, son anacrónicos, pertenecen a todas las culturas, a todo el mundo le gustan, te recuerdan a las series de cuando eras pequeño, a los libros ilustrados que yo leía de pequeño. Me pareció guay, sabiendo que es algo que no me haya inventado yo, sino que Disney, entre otros, ya lo han hecho. Pertenecen a una cultura genérica y, muy particularmente, a la animación. Así que tiré por ahí.
En El evangelio de Judas la historia más larga narra los problemas de Judas para completar un cómic largo. ¿Cuánto de ti había en esa historieta?
¡Todo! (risas). Evidentemente, todo. Es todo una coña, una alegoría sobre el mundo de la profesión de ser un artista, un artesano, o como quieras llamarlo, y las dificultades que hay. Todo está mezclado con mucho humor y mucha chorrada de por medio, pero mucho drama y muchas referencias también. El evangelio de Judas era como un cadáver exquisito de muchas influencias puestas ahí.
Ahora que comentas el tema del humor, en las obras con mucha carga dramática, se utiliza este recurso como alivio cómico. Sin embargo, en tu obra siempre hay un sentido del humor muy negro, muy cabrón, pero también muy sutil, ¿te sirve a ti también como válvula de desdramatización?
Sí, totalmente. Al final todos somos una mezcla de humor y drama. El drama entra mejor si lo humorizas un poco y el humor entra mejor si lo dramatizas otro poco. Juego de contraste. También me interesa eso, no solo a nivel gráfico, sino a nivel de idea. Lo que los personajes parecen, lo que los personajes dicen… y que ese rollo impacte un poco al lector/espectador. De todas formas, me sale de forma natural. A lo mejor un día hago un cómic solo de humor, o una película solo de humor. Ahora estoy trabajando en un nuevo proyecto más humorístico pero, bueno, siempre tiene su drama.
El laberinto de la falsa felicidad es una idea maravillosa, pero ¿cómo surgió esa idea?
Yo muchas veces voy apuntando ideas. Tengo una libreta, ahora es un Word Online, y voy anotando ideas, chorradas que se me ocurren que pueden ser frases, escenas… luego las leo meses después y digo «Dios, esto todo es un desastre», pero hay alguna que siempre queda por ahí. El evangelio de Judas tiene un punto así como si fuese un libro de autoayuda. El personaje se enfrenta a cosas del mundo exterior que le impiden alcanzar la felicidad, desarrollarse artísticamente… Judas es un dibujante y me parecía una metáfora. El personaje busca un editor y antes de llegar al editor tiene que pasar por un laberinto, y en ese laberinto hay un montón de personajes que se quedan encerrados. Gente que se dedica a la autoedición, a los fanzines y que no salen de ahí.
Cuando tú dibujas o creas historias, es un trabajo muy personal, mientras que cuando haces una película, aunque seas el director, es un trabajo en equipo, hay más manos. ¿No te cuesta soltar tu criatura o compartirla con más gente?
Es que no te queda más remedio. Al final, no vas a dibujar tú todo o animar tú todo… Si que soy un poco controlador con todo. Es decir, antes de que la gente se ponga a dibujar y hacer fondos, yo ya doy unas pautas y unos fondos acabados para que vean cuál es la línea. Luego, cada artista mete su creatividad, pero ya dentro de una base. He tenido que aprender a trabajar en equipo. Hay muchas cosas que no se enseñan. Yo no he estudiado animación, ni he estudiado cine. Entonces, he tenido que aprender con la experiencia de realizar cortometrajes, de trabajar con gente y no solo a nivel técnico, sino también a nivel humano. Los dibujantes somos gente encerrada en nuestro mundo, en nuestra mesa, trabajando solos. He tenido que aprender cómo gestionar las emociones de la gente, porque hay gente de todo tipo trabajando. Hay gente que se agobia, gente que tiene malos momentos, gente que llora… Al final acabas comprendiendo la psicología y aprendes de ellos. Yo también me agobio, lo paso mal y me echan una mano. En definitiva, es un trabajo en equipo y hay que aprender a soltar, a dejar ir.
Tras muchos años alejado del cómic vuelves con La caza, un trabajo que rompe con lo que habías hecho anteriormente. ¿A qué es debido ese cambio y que tiene esa historia que te impulsa de nuevo al cómic?
Esa era una historia que entronca más con mi trabajo como ilustrador que como dibujante de cómics. Dentro de mi trabajo, que creo que es reconocible en todos los ámbitos, tengo como varias personalidades: hago ilustración infantil, hago ilustración para adultos (trabajé muchos años en El País), hago libros de ilustración para adultos (ilustré un biografía de Poe, una serie de relatos de Lovecraft…), pero al mismo tiempo hago libros para niños de tres años… Creo que La Caza enlaza más con mi faceta de ilustrador adulto, de ilustrador de libro. Soy una persona inquieta que se aburre bastante. Hacer un libro te lleva un año o dos, hacer un corto te lleva un año o dos, hacer una peli te lleva siete años… y me voy aburriendo. Creo recordar que estaba acabando el corto Decorado y me apetecía volver a mancharme, a dibujar. La Caza es un cómic que, realmente, es casi como un libro ilustrado, con una narración como muy de ilustración. Me gustaba experimentar de una manera gráfica. Está hecho en planchas de PVC, en tinta china, con rascazos. Un poco recuperando mi trabajo de cuando estudiaba Bellas Artes que me gustaba hacerlo en formatos grandes. Las planchas tienen un formato a veces de A2 (50×70). Fue una experimentación, realmente. Fue un desahogo más que un trabajo que llevase planteándomelo desde hace mucho tiempo. Se hizo rápido y fue un parto sencillo.
También hay un notable cambio en lo grafico con un estilo muy diferente que te aleja del trazo limpio de Psiconautas y El evangelio de Judas, que ya se diferenciaban mucho de tus primeras obras, ¿A qué es debido esa necesidad de cambio?
Es algo personal conmigo mismo. Mira, ese cómic (La Caza) no lo pensaba publicar. Lo acabé, pasaron dos años, lo presenté a un concurso para profesionales de Galicia que se llama el Premio Castelao y gané. Después de eso, se publicó en gallego y luego me escribieron de mi editorial (Astiberri) preguntándome «oye, ¿publicamos esto?» y yo no estaba muy seguro, porque es lo que dices tú, me parecía otra cosa. Javi, de Astiberri, me estuvo insistiendo y, bueno, el cómic se ha publicado en Italia, en Francia, en gallego, en español… El cómic ha funcionado, ha vendido sus ejemplares y estoy contento de haberlo editado aunque, originalmente, fuese casi como ejercicio.
En La caza hay un claro mensaje ecologista en la contraposición entre las sociedades antiguas y la actual, pero ese mensaje ecologista ya era algo que podíamos ver en Psiconautas, ¿crees que es posible concienciar a la industria para que sea más sostenible?
Me encantaría, pero creo que eso sería muy ambicioso por mi parte, o por parte de cualquier artista, hacer una obra con temática ecologista que concienciase al mundo o a la industria. Sería maravilloso, porque sí que estamos en un momento que ¿a quién no le interesa la ecología? La gente está muy desconectada viviendo en la ciudad, pero ¿a quién no le gustan los bosques? ¿a quién no le gustan los animales? Estamos en un momento muy jodido a nivel ecológico, donde todos los recursos se están acabando, estamos acabando con todo y los que lo vamos a pagar vamos a ser nosotros, la humanidad. ¿El planeta? Nosotros para el planeta no somos nada. Si nosotros acabamos como especie, dentro de 10.000 años saldrán otras y, si te he visto, no me acuerdo.
¿Hasta qué punto se han abierto más puertas gracias a los Goyas u otros premios conseguidos?
Bueno, no es determinante pero si que influye. Es decir, al final tú tienes una trayectoria y no es lo mismo intentar financiar tu primera película que tu segunda, tu primer corto que tu segundo… Si luego además tienes Goyas u otros premios y otras repercusiones, es más fácil; pero sigue habiendo muchísimas dificultades porque la animación tiene sus propias particularidades. Las producciones son de dos años, dos años y pico, mientras que una producción de una peli de ficción, más o menos normalita, es un mes. Y, nosotros, entramos con las mismas ayudas que ellos. Es complicado financiar proyectos de animación y, particularmente, más complicado animación para adultos y, particularmente, proyectos para adultos que son como más punkis, con una visión más autoral, aún es más complicado. Sin embargo, no me quejo porque se ha conseguido. Con dificultad, tras varios años, pero se ha conseguido y espero poder conseguir más de cara a futuro.
Más allá de la pandemia, ¿Cómo calificarías el estado de salud del cine animado en España?
Hay cosas. Se están haciendo bastantes películas ahora. Este año salen ocho, por ejemplo. Claro que, de esas ocho, cinco o seis son para niños. Es normal. Al final, son películas muy costosas donde se busca un retorno y el retorno más evidente es el público infantil que es quien lo demanda. El cine de animación tiene muchas posibilidades, lo que pasa es que hay muchísimas empresas que están en España pero trabajan para fuera. Hacen service para otras pelis de América, de Estados Unidos… entonces, bueno, hay como un inicio de una industria que se empieza a focalizar y a estar cada vez más metida en el mercado internacional. Si es cierto que no se produce tanto propio y sí es cierto que no se producen muchas películas que rompan un poco el techo de lo comercial, que vayan al público más cinematográfico en general. Pero bueno, poco a poco, siempre sale una al año, una y media, dos películas que pueden tener un interés artístico. Y, bueno, en el mundo del cortometraje sí que hay gente que hace cosas a su rollo, artistas individuales, francotiradores individuales que están por ahí. Evidentemente, no estamos a la altura de Francia pero, bueno, yo creo que está creciendo.
¿Has descartado alguna propuesta por no sentirla como propia o ser excesivamente comercial?
Sí que me han contactado para algunas cosas pero, al final, nunca acaban de fraguar. Mira, yo tengo 42 años, tengo energía, tengo ganas, sigo teniendo ilusión y voy a intentar seguir con mi carrera. Si mis películas tienen que ser de bajo presupuesto, sin ningún problema. Yo las hago, no me importa. Yo lo que quiero es hacer las películas. Prefiero trabajar en lo mío y no trabajar para grandes empresas con guiones que no me interesan. Eso, a lo mejor, cuando sea más mayor pero, mientras tenga energía, a seguir con esto que me ha costado mucho llegar y ahora mantenerlo.
Antes comentabas que habías empezado con los cómics hace veinte años, ahora ya eres una figura consagrada dentro del mundo de la animación española ¿Crees que la visión que se tiene del cómic en la industria del cine ha cambiado en los últimos años o sigues notando prejuicios hacia el medio?
Yo creo que sí que ha cambiado con estas cosas que ocurrieron sobre los años 2000… la novela gráfica (que es el cómic de toda la vida pero con la tapa dura) entró en grandes superficies al lado de los libros, de libros de narrativa… Yo creo que sí que se ha visto que el cómic es para todos. Es para niños, es para adultos y el cómic es un medio rico y amplio en donde se pueden contar todo tipos de historias. Pienso que sí que ha evolucionado. Evidentemente, las ventas siguen siendo pocas pero esto también aplica a la novela corriente, a la poesía, a la gente que se dedica al teatro, a la gente que se dedica a la danza… son artes un poco minoritarias. Pero sí que es cierto que el sector se ha diversificado. Hay cada vez más dibujantes, gente joven de todo tipo, la autoedición (creo que es lo más interesante que le ha ocurrido al cómic en los últimos veinte años). Hay ferias de autoedición, que se salen de los márgenes del cómic establecido y hay cosas a nivel artísticas muy locas, muy punkis y muy rompedoras. Yo creo que ahí está la creatividad, pero queda mucho camino.
Como consecuencia de la crisis creativa imperante en la industria de Estados Unidos junto a la proliferación de plataformas, necesitan buscar nuevas fuentes. Más allá de los superhéroes, parecen haber encontrado un filón importante en los cómics.
¡Joder, hay mil historias que pueden adaptar! De hecho, aquí, salió la de Buñuel en el laberinto de las tortugas, que es del cómic de Fermín Solís, Arrugas de Paco Roca… Hay adaptaciones de cómic, aquí en España mismamente, y, en Francia, no te quiero ni contar. El anime y el manga yo creo que es lo que se ha comido a los superhéroes y se ha comido todo. La gente joven ¡anime y manga! Yo lo veo guay porque son historias, a veces, muy rompedoras con códigos muy rompedores aunque hay algo que siempre me molesta. Los protagonistas son jóvenes, escolares y siempre giran alrededor del mismo tipo de personajes. Pero, si obviamos eso, hay cosas bastante rupturistas hoy en día, de decir «¡Hostias!» y yo creo que por ahí puede venir un poco lo que nos salpique a los que nos dedicamos al cine de animación para adultos. Esa gente que, de joven, lee manga y ve anime pueda saltar a leer otro tipo de cómic o a ver otro tipo de animación.
Para terminar, como broche de esta entrevista ¿Qué frase lanzas a los lectores para que se animen a ver Unicorn Wars? ¿Qué les propones?
Les propongo una película bélica, con un espíritu bastante punk. Es una historia que es original y que va a sorprenderles. Unicorn Wars tiene mucha carga a nivel emocional con un final interesante y reflexivo y que, por supuesto, espero que les guste.
Muchas gracias por tu tiempo.
A vosotros. ¡Os sigo desde hace muchos años!
Fueron viñetas y ahora son fotogramas: Psiconautas/Psiconautas, los niños olvidados, escrito por Giovanni Casella.
La caza, escrito por Diego García Rouco.