Tal como os dijimos hace nada, en un post anterior, os recomendábamos la novela El tejido de la espada, de José Miguel Pallarés, con el que compartiremos una buena charla y, si Raúl se estira, algo de picoteo.
Quizás sea algo que para muchos pase desapercibido, pero considero que fue una tremenda suerte el poder leer una obra a la vez que estar en contacto con su autor. Pensadlo bien: imaginad que mientras disfrutáis de unos cómics, veis una película u os sumergís en un libro tuvieseis la increíble oportunidad de estar en contacto con el autor al que poder referir vuestras impresiones, escuchar sus propios pareceres, contrastar las ideas preconcebidas, hipótesis ante lo que iba a acontecer o hacerle partícipe de vuestra crítica. Rara vez tendréis esa fortuna, pero yo la tuve. Así, mientras iban pasando las páginas y los distintos capítulos quedaban atrás, pude hablar con José Miguel Pallarés para hacerle partícipe de aquello que se me antojaba comentarle o él a bien decirme.
Lo que aquí os mostramos, es una entrevista que le realizamos para complementar el comentario de su libro visto anteriormente:
Zona Negativa: En primer lugar, muchas gracias por acceder a esta entrevista. Quizás, la primera pregunta sería, ¿qué significa esta novela para ti?
José Miguel Pallarés: Mi familia paterna vivió durante varios siglos en el Maestrazgo aragonés, donde yo pasé diez u once veranos inolvidables. No eran vacaciones, sino un viaje a la historia. Llegas tú, todo un urbanita, a un mundo anclado en formas de vida ancestrales, y tienes dos opciones: enamorarte o sentirte como un extraterrestre porque no hay neveras ni agua corriente ni televisión. Eso sí, aquello rezumaba vida por los cuatro costados.
Me fascinó la comida, los palacios de estilo napolitano, la torre templaria, las calles medievales, las costumbres reguladoras de la vida, la dureza de aquellas gentes duras, pragmáticas y nobles, y con dos pelotas bien puestas, el honor (de verdad, no de boquilla) y un paisaje inhóspito de agárrate y no te menees, donde palmarla era relativamente fácil. La vida medieval no debía diferir mucho de aquello. Mis ojos de niño idealizaron esa forma de vida y me dolió ver que aquello se acababa. Me juré recrear ese mundo en una novela para perpetuar su memoria, aunque sólo fuera un poquito.
ZN: ¿Qué pretendías lograr con esta novela, cuáles eran tus pretensiones?
JMP: Divertir al público y cumplir la promesa de recrear el mundo de mis antepasados.
ZN: ¿Es tu novela, El tejido de la espada, una novela de aventuras, de fantasía, de intrigas? ¿Dónde la encuadrarías?
JMP: Es una fantasía más aventurera que épica, pero dejo eso de las etiquetas a los teóricos. Dejando a un lado las obras maestras, sólo hay dos clases de novelas: tostones y divertidas. Me interesan las segundas, claro. Una obra ha de tener de todo, sea o no de género. Según los chinos, una buena historia debe tener cuatro eses: sangre, sudor, saliva y semen. La fórmula me parece adecuada para lograr un libro de entretenimiento digno.
ZN: ¿Tenías muy claro el argumento desde el inicio, o surgieron cambios en un momento u otro? ¿Se rebeló algún personaje?
JMP: Empecé trabajando por instinto en un primer momento, pero luego eché el freno de mano porque el tortazo iba a ser de órdago. Me estaba pudiendo el corazón. Rebobiné. La novela era especial para mí, dada su génesis, pero sí deseaba agradar al lector debía aprovechar la originalidad del mundo baylés sin dar la brasa (y aburrir). He trabajado la estructura, los personajes y el guión de la novela antes de ponerme a escribir, y eso marca la diferencia con respecto a mis otros trabajos.
Lo de los personajes tiene dos caras. Acabas enamorado de ellos para darles una pizca de gracia, y luego debes guiarlos hasta sus respectivos destinos, y sufrir con ellos, porque la vida, amable lo que se dice amable, no es.
ZN: Profundizando más en lo que es la historia en sí, se ve que el legado familiar es uno de los pilares de la historia. No en vano, la novela está protagonizado por cuatro hermanos, del que destaca uno, el protagonista, y por el personaje malvado, madre de este clan, los Heredia.
JMP: Sí, el clan familiar lo era todo para sobrevivir en el mundo baylés. La fantasía anglosajona se centra en el grupo para solucionar la aventura, pero mi experiencia vital habla de gente pegada a una tierra, de alianzas necesarias para sobrevivir al día a día, y el vínculo de sangre era fundamental.
ZN: ¿Hay algún personaje de la novela que tenga rasgos, cualidades o aspectos metafóricos que se correspondan con algún personaje real?
JMP: No, al menos no de forma consciente. Las novelas nacen del día a día, y el subconsciente toma cosas de aquí y de allá, una réplica, un comentario, un gesto, una anécdota. La mejor fuente de inspiración es la vida y de un modo u otro, mientras estás escribiendo, todo acaba en el puchero.
ZN: Me he dado cuenta que te gusta mucho eso de los límites, y no sólo en la guerra, también en la brujería. ¿Por qué?
JMP: Concentrar un exceso de poder en torno a un personaje resulta un error. No es real ni engancha. Me gustan los protagonistas que se sacan las castañas del fuego desde la carencia. Todo es muy fácil cuando tienes la sartén por el mango, pero ni es lo más normal ni ofrece demasiadas posibilidades literarias.
ZN: El tejido de la espada es un título algo extraño, que encierra hermosura en su superficie, pero ¿igual esconde algún que otro doble sentido?
JMP: Siempre me han gustado las sagas nórdicas, uno de cuyos recursos son las kenningar, metáforas muy potentes y preciosas: festín de cuervos (el cadáver), tormenta de espadas (la batalla), rocío del muerto (la sangre), casa del aliento (el pecho), techo de la ballena (el mar). Flipé mientras leía un estudio de Borges sobre este tema y de ahí salió el título.
No he inventado nada nuevo, y en este caso, Tolkien llegó mucho antes. “Señor de anillos” era la kenning usada para designar al rey, pues éste entregaba a sus emisarios un anillo para todos supieran que obraba en su nombre, un nombramiento más eficaz que un mandato escrito en una sociedad iletrada.
El tejido de la espada es una kenning y significa la “muerte”, en este caso, el ocaso de un mundo. En la novela muere una forma de vida y de sus cenizas renace otra. La metáfora es bonita y recoge la esencia de la novela: la tela de la bruja y la espada del guerrero.
ZN: ¿Podrías hablarnos algo más de tu experiencia como escritor?
JMP: Me estrené a los trece años en un periódico. Era un cuento corto cuyo título no recuerdo. A lo largo de tres décadas he publicado bastante (guiones de cómic, artículos, dos antologías de cuentos, cuatro libros de ensayo y varias novelas), pero sería una fantasmada por mi parte decir que todo ha sido bueno. Ha habido de todo, como en botica, y el público ha sido bastante condescendiente conmigo cuando he metido la pata hasta el corvejón. Parafraseando a Pinchon, esto de juntar letras es “un lento aprendizaje”.
ZN: ¿Tienes en cuenta la opinión del público?
JMP: Escribo para él, bueno, lo intento siempre y a veces, sólo a veces, lo consigo. Echo toda la carne en el asador para que los lectores lo pasen bien con mis textos, y su reacción es imprescindible: me ayuda a mejorar.
ZN: ¿Son importantes las ventas?
JMP: No determinan la calidad, pero son la unidad de medida en la narrativa comercial. La cifra de ventas es una herramienta para saber hasta qué punto llegas al público. Cada género tiene una horquilla de ventas. Si te pasas por arriba, genial, y si no llegas a la de debajo, has hecho algo mal en el camino y debes esforzarte en mejorar. Por supuesto, la distribución y la promoción son determinantes, pero conviene arreglar lo que está en tu mano y no mirar la paja en el ojo ajeno.
ZN: ¿Y tu próxima obra? ¿Está ya iniciada o sigue siendo un conjunto de ideas todavía no del todo configuradas?
JMP: Trabajo para agradar al lector, y no por el placer propio. Voy deshojando la margarita con varios proyectos, pero como sé que voy a pasarlo mal durante varios meses, elija el que elija, todavía no me he decidido. Si he de sufrir, que al menos sea para ofrecer al público algo con juguillo.
ZN: Existe una larga tradición de escribir series y sagas en novela negra, histórica, terror y fantasía. ¿Vas escribir nuevas entregas como los escritores extranjeros?
JMP: La mayoría de los autores anglosajones explotan un producto exitoso hasta agotarlo, y me parece lógico, esto es un negocio. Ahora bien, yo no soy escritor profesional y no revisitaré la Baylía si no tengo entre manos uno de esos argumentos por los que merece la pena pasarlas canutas durante un porrón de meses.
ZN: Con esta última pregunta finalizamos la entrevista, reiterando el agradecimiento a José Miguel Pallarés por su atención y deseándole lo mejor.
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(Psst… Pynchon va con y griega, no i latina)
Slurps!
No tenía pensado comprar el libro. Y la verdad es que la entrevista no me ha hecho cambiar de opinión.