Durante las pasadas XXIII Jornadas del Cómic de Avilés*, uno de los invitados del evento fue un hijo pródigo que volvía a la tierra asturiana para compartir con todos los presentes sus experiencias en la Casa de las Ideas al otro lado del charco. Javier Rodríguez, colorista y dibujante de varios títulos Marvel durante los últimos tiempos asociado a algunos de los últimos títulos más populares y rompedores de la editorial, como Daredevil (coloreando a Chris Samnee), Spiderwoman (junto a los guiones de Dennis Hopeless) o, recientemente, Los Exiliados. Un autor que emana cariño por el cómic y el medio, al que actualmente pone servicio aportando nuevos recursos narrativos y una visión donde nostalgia, respeto y modernidad se dan cita con una facilidad mensual envidiable. Un auténtico fenómeno con el que tuvimos el placer y oportunidad de poder charlar sobre su carrera.
*Nota del editor: esta entrevista se realizó antes de conocerse el último proyecto de Javier Rodriguez, que podéis encontrar en esta entrada.
Pedro Monje: La primera pregunta no es la más original de la historia de las entrevistas… ¿cómo empezaste a leer cómics?
Javier Rodríguez: Empecé leyendo cómics de los que había por casa, que había mucho. A mi padre le encantaban y compraba mucho. Y sobre todo compraba las revistas de Warren, lo de Touitan… Para mí me compraban El Pequeño País, los Superlopez, Mortadelo y Filemón… Más o menos lo mismo que cualquiera de mi edad. Tenemos la misma biografía. Y superhéroes, claro. De Vértice enganché unos cuantos y luego ya con la editorial Bruguera…
P.M.: ¿Cuáles fueron tus influencias o la primera vez que te empiezas a fijar en los nombres de los autores?
J.R.: Muy, muy joven. En mi caso es curioso, porque el futbol me empezó a gustar muy mayor, con veintipico años pero en el cole el típico friki era yo. El que sabía quién era John Byrne, Walter Simonson, Bernie Wrightson… Seguía el Thor de Simonson, los X-Men de Byrne… Sabía quién era cada autor perfectamente.
P.M.: ¿Y en qué momento te das cuenta de que te quieres dedicar a esto?
J.R.: De formación soy de Artes y Oficios, tanto en Diseño Gráfico como Fotografía. Es decir, hice las dos especialidades. Pero siempre me habían gustado los cómics, el lenguaje del cómic y lo tenía claro. Me gustaban los cómics en general, me encantaban. Conservo todavía la enciclopedia de Historia de los Comics de Toutain y me la miraba y me ponía a investigar de autores o países. Un día era el Lobo Solitario y su Cachorro y otro día era otra cosa. Me gustaban los cómics en general.
P.M.: ¡¡Preparando la entrevista he visto que lo de Love Gunn es del 96!!
J.R.: De hecho, es que cuando preparaba la entrevista del Salón, hablaba con Jorge y le decía que mejor saltárnoslo porque ya llevo muchos años haciendo otras cosas. Ya son más de veinte años. He pasado por todo. Yo creo que menos en Astiberri, en el resto de las editoriales que han publicado aquí. Empecé en La Cúpula y luego en todas. En algunas es anecdótico, como en Norma, pero vamos, en casi todas.
P.M.: Oye, Lolita HR no se ha llegado a publicar aquí, ¿no?
J.R.: Lolita HR fue errático desde el principio. Fue una idea de Humanoides Asociados, la editorial francesa, para lanzar una línea como de manga. Que no era manga en sí mismo, pero si el formato para aprovechar y sacar algo en blanco y negro y barato. Sacaban la serie y luego lo recopilaban en tomito pequeño, tamaño manga. Y eso coincidió que quebró la editorial, suspensión de pagos, un desastre… Y claro, era un proyecto que no estaba muy bien pagado así que tenías que dedicarte a él en cuerpo y alma. Así que cuando me dejaron de pagar, me quedé con el culo al aire porque tenía que hacer 40 páginas al mes y estaba dedicado solo a eso. Tenía su compromiso y estaba dispuesto a hacer todo ese trabajo. Y entonces se cortó. La guionista, Delphine Rieu, vio que había mucho trabajo hecho e intentó recuperar los derechos, porque nosotros íbamos por el tercer tomo de cuatro. Consiguió recuperar los derechos, que fue además complicado, y montó una editorial para acabar de publicar el material, además en un mejor formato. Pero yo ahí ya estaba empezando a dibujar para Estados Unidos y el tomo cuarto lo dibujó Natacha Bustos. Yo tenía muy buena relación con ella y se la presenté a Delphine. Le dije que la única que podía sustituirme era Natacha. Aunque no lo parezca, con Natacha tengo muchos puntos en común, nos gustan las cosas parecidas y tenemos la misma idea de entender la profesión. Así que lo acabó Natacha, además justo a tiempo porque por aquel entonces también iba a empezar a dibujar en Estados Unidos, así que se metió un trabajo duro entre pecho y espalda. Y además yo siempre estoy intentado que alguien acabe publicando aquí Lolita HR. Además, es curioso porque está impreso en el País Vasco. Delphine estuvo buscando imprentas y encontró una de las que usa Astiberri.
P.M.: A ver si hay suerte. Y aquí es donde das el salto al mercado norteamericano, al principio como colorista. ¿Cómo fue ese salto?
J.R.: El salto lo doy en 2002 o 2003, ayudándole a Marcos [Martin] en Batgirl: Año Uno. Y fue un poco porque yo acababa de sacar Wake Up con Glenat y Marcos lo vio. Dijo que le gustaba el color para él. Era una época en la que se llevaba el color bastante entonado, con los colores muy pardos y salió la posibilidad del color de Batgirl. Hice unas pruebas, que gustaron y empecé a colorear a Marcos. Y luego coloreé Brecha, cosas de Javi Pulido… Marcos saltó a Marvel y yo fui con él a la oficina de Spiderman. Años y años trabajando de colorista hasta que un día Stephen Wacker me preguntó a ver si quería hacer algo de dibujante, a raíz de una conversación que había tenido con Marcos, y pasaron meses sin decirme nada. Pero de repente un día les hizo falta un dibujante y hasta hoy. Lo que pasa es que yo por aquel entonces tenía un contrato en exclusiva como colorista por tres años y por contrato tenía que hacer tres tebeos al mes en color. Y cuando empecé a dibujar un número al mes más colorear otros tres pues llegaba muy justo y no estoy muy orgulloso de aquellos. Es que cuando no llegaba me decían que no pasaba nada, que siguiera haciendo el color y que no pasaba nada. Así que cuando tuve la oportunidad, ya que solo hacía el color de Daredevil con Chris Samnee, les dije que solo quería dibujar. Y me dijo el editor que estaban esperando el día que se lo pidiera [Risas]. Colorear a Samnee era un placer, una maravilla, cualquier cosa quedaba bien. Además, es que en Daredevil hubo muy, muy buen rollo. Se trabajaba muy bien en esa colección.
P.M.: Antes de entrar de lleno a tu etapa como dibujante, quería aprovechar para revindicar un poco la labor de los coloristas. Joe, es que a veces salváis el culo a más de un dibujante.
J.R.: Sí, sí. Yo te puedo decir que tuve que colorear cosas que… Las que menos, ya que tuve mucha suerte. Pero tuve algunos cómics en los que pensé que los estaba arreglando yo, directamente. Porque si no pones una relación de fondos y colores muy básica no se entendía la transición de viñetas, de tiempos, de quiénes son los personajes, etc. Pero bueno.
P.M.: Suelo preguntar… ¿Un mal dibujo puede cargarse un buen guión? Y, al revés, ¿un buen dibujo puede levantar un mal guión?
J.R.: Bueno, todos conocemos casos de las dos cosas. Más que un buen dibujo, yo diría un buen dibujante de cómics. Una persona que sepa narrar puede levantar cualquier cosa. Yo no soy muy habilidoso para el dibujo en sí, pero para contar una historia sí. Sé que eso lo hago bien. o una de las mejores críticas que he leído sobre un cómic mío decía que yo podía sacar un buen cómic a partir de una guía de teléfonos. Y ese es el trabajo nuestro. Coger el trabajo del escritor y potenciarlo. Hacerlo más potente. No ir en contra de ello nunca. Que beneficie siempre la lectura.
P.M.: ¿Cómo te llega la oportunidad de dibujar Spiderwoman? Además, con un cambio de rumbo en la serie tan pronto, etc.
J.R.: Si, fue curioso porque cuando lo vi yo estaba trabajando para esa oficina. Y ostia, me dio rabia porque a mí ese personaje me encanta.
P.M.: ¿Jessica?
J.R.: Sí, sí. Tengo los cincuenta números de la colección original. Me encantaba. Conocía muy bien al personaje, pese a lo que la gente creía. Y muy fan sobre todo del anual de los Vengadores de Michael Golden, con Claremont. Ahí estaba Ms. Marvel, antes de ser Capitana Marvel, y Spiderwoman. Le tenía un cariño a aquel tebeo… Cualquier serie con cualquiera de esos dos personajes me hubiera encantado. Y cuando vi que sacaban aquella serie… De repente un día me preguntó Nick Lowe a ver si me gustaría entrar en el número cinco. Y yo: “siiiiiii”. Entré con muchas ganas. De esto que piensas que lo vas a dar todo. Con Denniss Hopeless. Nunca había trabajado con él, ni siquiera le había leído. Y siempre que trabajo con alguien intento leer toda su obra previa. Bueno, toda no, pero sí lo más significativo. Y percibí que él estaba intentando contar cosas que yo no había percibido ni como lector. El primer arco era muy guay, con las mujeres de los supervillanos. Era muy interesante. Además, aunque no lo parezca yo tenía una ligera idea de por dónde iban las cosas, pero… en realidad iba como el lector. Hacía un número y me enteraba de lo siguiente un mes más tarde. Y luego ya cuando me dijeron que lo volvían a relanzar… Bueno. Y ahí es donde vino lo de Jessica embarazada. Habíamos tenido ya mucho movimiento con lo de cambiarla el traje… Y además coincidía que por aquel entonces yo tenía a mi mujer embarazada, Dennis Hopeless acababa de tener el primer niño y el editor estaba entre el primero y el segundo… Había mucho ambiente maternal. Estábamos todos muy por la labor. Además, era muy gracioso, porque tenía que leer comentarios en los que me etiquetaban preguntándome a ver si yo había visto alguna vez a una mujer embarazada para aprender a dibujarla. Y yo estaba durmiendo con una. Me sabía todo lo que estaba pasando. La serie era mi día a día. Pero claro, ellos pensaban que era atacar a un personaje icónico del fándom. Y en realidad lo que era, era abordarlo. De una manera totalmente distinta a lo que se había hecho.
P.M.: Un poco al hilo del costumbrismo que habían puesto Fraction y Aja de moda por aquel entonces…
J.R.: Sí, abrieron camino. Pero si te das cuenta, todo el epicentro era esa oficina, la oficina de Stephen Wacker. Y luego su sucesor siguió un poco por esa senda.
P.M.: Por aquel entonces no hacías portadas, ¿no?
J.R.: Hice la primera en esta época, que fue de la miniserie del Duende. Esa fue la primera para Marvel. Le supliqué que me dejara hacerla y me dejó. Yo creo que es porque no tenía muchas expectativas en esa miniserie. Hay personajes que me llegan más, por generación. El Duende me pilló de lleno. Era el Spiderman que leía mes a mes. Los del Duende Verde eran tebeos viejos que yo compraba. Este era mi villano mensual. De hecho, la serie llegó a ser quincenal. Y una de las cosas que más me arrepiento de todo fue que en el primer arco argumental de Spiderwoman, con ella ya embarazada, el villano iba a ser este Duende. Pero hubo unos cambios de última hora, se cambió todo y salieron los skrulls. Que también me gustaban, pero me dio rabia no haber podido hacer el final de la serie con el Duende. Me dio pena. Tuve que pasar al Doctor Extraño.
P.M.: Eso es. Ese “tuve que” … ¿Cómo lo ves? ¿Cómo una oportunidad de ir hacia arriba en tu carrera?
J.R.: Eso es lo que te dicen los editores. Es cuando tienes que sopesarlo. ¿La oportunidad para quién es? Ellos siempre te dicen que lo aproveches, que cambies, que vas a tener más visibilidad porque vas a empezar por el número uno… Yo sé el tipo de cómic que hago, de autor que soy… Sé por dónde me puedo mover y qué puedo aportar. Tengo una visión muy concreta de los cómics, pero, aunque parezca mentira soy muy fiel a los personajes de Marvel.
P.M.: Hombre, no parece mentira. Parece real. Hay que ver todos esos guiños que metes en tus cómics. En Doctor Extraño, ahora en los Exiliados…
J.R.: Yo además es que soy muy fiel, porque me gusta ir a la raíz de las cosas. Por qué funcionan y por qué no. En Marvel hay una cosa que me gusta mucho y es que en los años sesenta, cuando todos los héroes que había eran inmaculados, desde Marvel empezaron la contracultura y lo hicieron al revés. Los científicos siempre habían sido malos, y ahora ya son buenos. Los mutantes son la adolescencia. El empollón de la calle era el héroe. Por eso también me gustó mucho el Superior Spiderman. Porque según lo veía yo, volvía a hacer eso. Puede parecer un locurón, pero es que era el friki, el científico incomprendido teniendo que hacer de héroe. Ahora funciona como funcionaba el Peter Parker de Ditko.
P.M.: Sí, porque además en ese momento Peter Parker parecía más Tony Stark…
J.R.: Sí, se había alejado totalmente del que conocíamos. Lo cual está bien, sí. Pero está bien volver siempre a la esencia. Recuerdo una entrevista con Jack White en la que le preguntaban cómo hacía para trabajar el rollo de acercarse a la música, y él decía que era escuchando los discos de blues de los cincuenta, sesenta… Eso es lo que intento yo. No es tanto redibujar como se hacía entonces, sino la esencia de lo que funcionaba.
P.M.: He visto en las Ramblas a unos trileros mover los cubiletes menos que a algunos editores a sus dibujantes de serie en serie.
J.R.: Ya, ya… Nunca sabes. Siempre te sugieren… El trato yo siempre he tenido mucha suerte y ha sido bueno. Te puedes frustrar más o menos, pero cada uno hacemos nuestro trabajo. Siempre me sugieren cuando estoy haciendo una serie que salte a otra, porque igual en la que estás, está vendiendo menos, o lo que sea. Pero claro, por ejemplo, con Royals, aparte de haber sido una experiencia muy buena con Al [Ewing], fue frustrante en el sentido de que estaba en el Doctor Extraño y sabíamos que acababa. Quedaban tres o cuatro números, y me dicen que me pase a Royals, porque iba a haber una serie de tv. Tenía que entrar en el número nueve… y para cuando entré a Royals las ventas de esa serie estaban mejor que las del Doctor Extraño. Que esta última fue una que funcionó super bien, pese a que nadie había dado un duro por ella de todas las que habían salido. Todas las demás se habían caído y esta aguantó. Y los doce números del Doctor es un logro, porque no dejaba de ser una serie secundaria, porque el personaje principal no evolucionaba, era todo trabajar sobre secundarios. Además, secundarios que no eran grandes nombres. Prescindibles o creados para la colección.
P.M.: De hecho, ahí hay ya diseños tuyos, ¿no?
J.R.: Sí, pero bueno, a lo tonto yo llevo haciendo diseños ya desde hace mucho. Lo que pasa que en colecciones más intrascendentes. Aquí sí, personajes creados por yo mismo con un par de líneas de Robbie. Con él la relación muy bien, se nota que era un tipo al que le gustaba dibujar, de mi misma quinta. Nos conocimos en persona en el primer número. Coincidió que estaba haciendo un viaje a Rumanía y tenía parada en Barcelona, así que quedamos para vernos. Fue guay, porque su mujer habla español y pudimos hablar de la serie y de qué cosas hacer y por dónde tirar. Y en qué experimentar. Estaba muy obsesionado con el hecho de que el Doctor Extraño no tenía magia en aquel momento, así que quería enfocar el tema magia usando el propio lenguaje del cómic. Así que yo lo bombardeaba con ideas, y el hombre lo metía todo. Era increíble.
P.M.: Hay un par de piruetas narrativas muy guapas en esa serie…
J.R.: Sí, sí. Hablábamos mucho, para probar todas esas cosas.
P.M.: De aquí pasas a Royals, como decías, con Al Ewing. Y de Royals pasas a los Exiliados, trabajando para la oficina mutante. Entiendo que generacionalmente ya no sería un cómic que leíste en su día, ¿no?
J.R.: No, yo no lo conocía. Fue un poco complicado, precisamente porque no está en la oficina mutante. Un par de meses antes cambiaron el Editor Jefe de Marvel y restructuramos un poco todo. Al principio íbamos a hacer un Exiliados que no tuviera nada que ver con los X-Men, completamente nuevo. Solo estaba Blink y el resto era un pequeño diverso. Lobezno estaba, pero Valquiria no era Valquiria… Ahora en la edición que va a salir en Panini y en la USA hay algunos diseños descartados entre los extras. Pero coincidía con un cambio de editor, no pude hacer las portadas, aunque yo las tenía apalabradas. Han querido hacerlas como más… comerciales. Ya me entiendes. Hubo muchos cambios de última hora y me costó bastante pillarle el punto. Siendo un poco crítico ahora, creo que habría usado más tiempo en diseñar mejor los personajes. Darles dos vueltas. Era un momento en el que había que hacer mucho y con muchos cambios, constantemente. Pero bueno, de lo malo…
P.M.: Pero sí que se nota que te lo estás pasando bien en la serie.
J.R.: Yo me lo paso bien siempre trabajando. Hay momentos de tortura, y si me escuchara mi pareja flipará, porque siempre me ve agobiado. Pero desde hace muchos años intento ser muy honesto y que el lector disfrute lo que yo disfrute. Transmitir la experiencia lectora a lo creativo. Que ninguna página sea un relleno. Todo es importante. Todos los detalles. Soy incapaz de dibujar una viñeta por dibujar. No puedo. Altero muchos los guiones en ese sentido. Nunca meto nada que no enriquezca la experiencia lectora. Lo típico, por ejemplo, voy a meter una página de cabezas parlantes. Siempre intento que esté justificado.
P.M.: ¿Y qué tal con Saladin? Porque no tenía mucho publicado…
J.R.: Me compré el libro que ha publicado, ambientado en el mundo de las 1001 noches…
P.M.: Sí, pero cuando te lo propusieron… Con un autor que nunca había hecho nada en Marvel…
J.R.: Ya, justo acababa de sacar lo primero de Black Bolt, aunque casi no tenía nada de Black Bolt. Tiene una cosa muy guay, y es que construye muy bien los personajes, y además arriesgando. Lo de nuestra Ms. Marvel era muy arriesgado. Si me dicen que dibuje una persona de 70 años, yo dibujo una señora de 70 años. No una joven con cuatro rayas en la cara. Un personaje que tiene esa edad, que le duelen los huesos, que te va a poner mala cara siempre, que viene de estar en una guerra treinta años… Se tiene que ver. Y luego la gente pone el grito en el cielo… Una de las cosas que me insistió es que se tenía que ver que Blink es de Bahamas. Se tenía que ver que su pelo era rizado, la nariz ancha… Se tenía que ver su procedencia étnica, independientemente de su color de piel. Así que yo me centro más en eso. El comportamiento de los personajes es parte de la historia.
P.M.: ¿Duele cuando otro dibujante hace un fill-in en tu serie, en la que has diseñado?
J.R.: A veces los dibujantes somos la ostia. A veces, más que celes, lo que duele es que si voy bien de tiempo tener que parar. Por ejemplo, en los Exiliados me fastidió, porque yo sí puedo hacer un tebeo al mes. Yo me noto que empiezo a rendir en una serie a partir del cuarto número. Y aquí tuve que parar en el seis, en el siete y en el ocho. Tres meses y volver en el nueve. Volver a arrancar otra vez…
P.M.: Si te damos a elegir, ¿Qué te gustaría hacer en el futuro?
J.R.: Si me das a elegir, en plan fantástico, sería hacer Los Cuatro Fantásticos. Soñaría con eso. Es el tebeo que más me gusta de todos, sus primeros cien números. La etapa de Kirby. Todo lo que me gusta está ahí. Los Inhumanos, Los Vengadores, la Zona Negativa… Sería feliz. De hecho, lo que más disfruto de todo es cuando los Cuatro Fantásticos van a la Zona Negativa. Para mí es la esencia de los cómics.
P.M.: Que siempre están allí Annihilus y Blastaar esperándoles [Risas]
J.R.: [Risas] Nunca fallan a la cita
P.M.: Oye, ¿y todo esto lo compaginas con leer más cómics?
J.R.: Leo, leo mucho. Lo que estoy haciendo ahora es una mezcla de contemporáneo y antiguo. Releyendo mucho. Estoy leyendo mucho cómic clásico. Tengo pensado releerme ahora los treinta y pico cómics de Ditko en Spiderman. Quiero meterle un repaso fuerte a esa etapa. Estoy releyendo el Thor de Kirby. En ese plan. Estoy estudiando mucho una tira de prensa que se llamaba White Boy, de Garrett Price. Un autor del New Yorker que tuvo una tira de prensa durante un periodo de un vaquero blanco que se iba a vivir con los indios. Y es acojonante. Llegué por una antología de (creo) Fantagraphics, de “Cómics Out of Time”, donde salían unas páginas de White Boy. Fui buscando escaneos, porque no había ninguna antología. Y hará unos tres o cuatro años que sacan unas cosas de prensa, a precio carísimo, y lo estoy analizando porque es impresionante.
P.M.: Ya para ir acabando, queremos saber si te animarías de nuevo con tus propios guiones.
J.R.: Pues a partir del número nueve de Exiliados aparecerá ya como co-autor. Eso me dijeron. Y es porque salió de ellos, que les parecía justo porque aporto mucho a la historia. Yo tengo la barrera idiomática, pero co-escribir tengo ganas de hacer algo. Y para mí, fuera de Marvel… ¿por qué no? Lo hice en el pasado y lo puedo hacer en el futuro. Tengo un par de ideas que quiero hacer, pero que estoy viendo cómo hacerlas. Son autobiográficas. Pero de momento no me obsesionan ni estoy frustrado. Yo he tenido la suerte de empezar a dibujar tebeos de superhéroes muy mayor. Entonces muchos de estos defectos que tenía de chaval de querer demostrarlo todo, de sobre dibujar, lo tengo ya superado. Ahora tengo una mentalidad más madura, para saber qué usar y qué no en la página. Pero hay una cosa que me gusta mucho y es que estoy experimentando mucho en el medio, y para ello el cómic de superhéroes es perfecto. Más que contar una historia personal, poder experimentar un recurso, jugar con un guiño, etc. Y conseguirlo. Y leer a alguien en Twitter que dice que eso funciona. Lo siento como algo propio. Trabajar con el lenguaje puro.
P.M.: Así que en España de momento nada, ¿no? ¿Cómo ves el tejido, o la industria del cómic en España? “Industria”, esa palabra…
J.R.: Hablando solo de comics ya es arriesgado hablar en una industria como Estados Unidos, así que aquí imagínate. Aquí hay una industria editorial, y dentro de sus cosas tiene cómic. Pero son muy pocas las editoriales, y para llamarlo industria tendría que estar la cadena completa. Producción, edición y luego el salario, que hubiera empleados de esa industria. Y que la parte creativa fuera recompensada, no solo con el adelanto de ventas. Hasta que no sea así, llamarlo industria es algo arriesgado. Creo que la mano de obra está en precario total. No me atrevería a ello. No obstante, son profesiones creativas. Siempre fue así. Es muy difícil vivir de la creación, ya sea del cómic, de la música, de la cultura…
P.M.: Ahora que dices eso de la música, sí que te he leído que tienes o tenías un grupo de música, ¿no?
J.R.: Tenía un grupo de chaval, cuando vivía aquí es Asturias. A nivel local nos iba muy bien. Me gusta mucho tocar la guitarra eléctrica, es fetichismo. Pero ahora no tengo grupo. Lo que tenemos es que hacemos un encuentro una vez al año cuando se celebra el Salón del Cómic, en Barcelona. Pedro Vera, Pepe Colubi y un amigo con el que voy haciendo un grupo, que tiene un local, y nos juntamos el viernes del Salón, aprovechando que suben por lo del Jueves o de Astiberri. Estamos seis horas tocando, el chute de volumen, y luego nos vamos a casa a cenar. Si no, yo siempre estoy en casa martirizando a los vecinos con la SG…
P.M.: ¡Qué fenómeno! ¡¡Gracias Javi!!
Lolita HR lo empezó a publicar Glénat aquí. Yo tengo por algún lado los dos tomos que sacó, dejando la serie inconclusa…
¡Grandísimo, Javier!