Josep Mª Beà: «En el momento en que un estilo no evoluciona es un mal síntoma. (…) A mí me ha gustado siempre experimentar».
En el marco del 37 Comic Barcelona nos encontramos con el autor Josep Mª Beà (1942) que vuelve a estar de actualidad por las reediciones de sus obras más significativas, como la reciente Peter Hipnos. La cita es en el stand de su editor principal; Trilita Ediciones. Y mientras nos dirigimos a la sala de prensa en busca de algo de tranquilidad y silencio, empieza una deliciosa charla que durará más de 45 minutos.
ZONA NEGATIVA (ZN): La primera pregunta es obligada ¿Cuándo y cómo empezó a leer cómics?
JOSEP Mª BEÀ (JMB): Yo empecé a leer cómics en la época más dura de la posguerra. En aquellos tiempos había un hambre total de imágenes y los tebeos eran la única solución que teníamos para saciarla. Existía el cine, pero era un producto que no se podía consumir a diario y, por el contrario, en el quisco te encontrabas toda una selva de tebeos a precios muy asequibles. Y fue a partir de un quiosco que tenía delante de casa que me aficioné al asunto. Además, en aquella época no había otra cosa, no existía internet, no existían los ordenadores, ni los videojuegos, ni televisión. Yo nací en el 1942, por lo que estoy hablando de los primeros cincuenta y Barcelona era una ciudad gris, con color de radiografía, y repito, el único sitio donde uno encontraba los colores era en las portadas de los tebeos que colgaban en los quioscos, porque incluso las revistas usaban un triste bitono y el cine era en blanco y negro. Fue a partir de un quiosco que tenía delante de casa que me aficioné al asunto.
ZN: ¿Cuándo decidió dedicarse a dibujar cómics y quien le influyó al principio de su carrera?
JMB: No sé, es que estamos hablando de cuando yo tenía 5 o 6 años y en aquella época lo más popular eran los tebeos de Editorial Valenciana, Maga, Toray: El Guerrero del Antifaz, Roberto Alcázar y Pedrín y toda aquella peña. A medida que me fui haciendo mayor me aficioné a leer Hazañas Bélicas de Boixcar que arrasaba en España, pero sobre todo el gran recuerdo que yo tengo de un personaje es de El Inspector Dan de Eugenio Giner que aparecía, una página semanal, en el semanario El Pulgarcito. Aquello me sobrecogió, descubrí un género nuevo: el terror en la línea de las pelis de la Universal yanqui.
ZN: El inspector Dan… Que era bastante marciano para la época…
JMB: Si, si… Lo de El Inspector Dan fue una pasada. Y también, en aquellos años, la editorial Hispano Americana publicó Flash Gordon de Alex Raymond, Tarzán de Burne Hogarth… con ellos descubrí que había gente que sabía dibujar de manera excelente. Porque a mí, de chaval, no me acababa de gustar la iconografía de los dibujantes españoles y cuando descubrí a los genios americanos fue un auténtico acontecimiento. Y un día decidí que quería ser dibujante de tebeos, debía de tener unos siete años o así, y recuerdo que se lo dije a mi padre y me dijo que lo preguntaría, que preguntaría sobre este oficio a un abogado amigo suyo para que buscara información, porque en aquellos días nadie sabía nada del asunto, ni dónde vivía ni cómo era un dibujante de tebeos, era una cosa paranormal. Y al cabo de unos veinte días me dijo: «He hablado con este amigo y me ha dicho que este oficio no existe, y si existe, es algo que está relacionado con la miseria más absoluta». (Risas) Yo pensé , «Joder, vaya abogado más malo que tienes…» (Más risas) Bueno, lo cierto es que yo insistí e insistí hasta que mi padre dijo: «Bueno, si quieres ser dibujante de tebeos, te ayudaré».
ZN: ¿Le puede contar a nuestros lectores qué es El Capitán Marvel va al sastre?
JMB: A mí me gustaba el Capitán Marvel de Clarence C. Beck. Este Capitán Marvel me encantaba porque era un superhéroe muy buena persona, de estar por casa, de barrio, muy amable y sí, sí, lo leía cada semana.
ZN: ¿Y también hizo una historia del personaje?
JMB: Así fue, sí. Dibujé una historia que titulé El Capitán Marvel va al sastre porque yo pensaba que cualquier superhéroe que aparece en la Tierra debe ir desnudo, ¿no? Y por eso lo dibujé llegando a la Tierra y yendo a una sastrería para que le confeccionen un traje y una capa y tal… Y esta fue la primera historia que hice en mi vida, igual debía tener cinco o seis años.
ZN: Y cuando decide hacerse dibujante de verdad le recomiendan ir a Selecciones Ilustradas…
JMB: Lo cuento. Entonces yo estaba estudiando el bachillerato en los Hermanos Maristas y resulta que apareció una revista titulada Alex en la aparecía una entrevista a un tal Josep Toutain, que en aquel momento era un dibujante que hacía un personaje llamado Sylvia Millones que aparecía en la prensa nacional. Entonces mi padre se enteró de que este dibujante quería montar una agencia de producción y distribución de cómics llamada Selecciones Ilustradas y me llevó al lugar. Yo tenía trece años, aún iba al colegio. En aquel estudio me encontré con otros chavales como yo, locos por los tebeos y, al cabo de un año, cuando terminé el bachillerato elemental, ingresé en aquella plantilla que es la que aparece, por ejemplo, en las historias de Carlos Giménez (Se refiere a la serie Los Profesionales). Éramos una docena y el mayor no sobrepasaba los veinte años y cuidado, Toutain, el jefe, tenía 24. Un cole.
JMB: Y entonces, Toutain nos impuso una serie de normas con la intención de crear un estilo muy especial, muy limpio, no quería en su estudio a profesionales consolidados del país, sino a gente muy joven sin ningún tipo de formación. Nos decía que íbamos a renovar el cómic español. Nuestros trabajos iba a venderlos al mercado francés e inglés. Así pues, a base de copiar y copiar como locos, en poco tiempo nos convertimos en profesionales. En medio año yo ya estaba dibujando una historieta para una revistilla francesa, y sí, sí, de esta manera, a los quince años yo ya era un dibujante profesional.
ZN: ¿Y usted a quién copiaba?
JMB: Toutain mandaba: «Para historias de policías tenéis que copiar el Rip Kirby de Alex Raymond. Si se trata de una una cosa romántica, a copiar el Juliet Jones de Stan Drake. Si es de la selva y tal, a copiar el Tarzán de Burne Hogarth. Y sobre temas medievales, a copiar como locos de Harold Foster. Y sin vergüenza alguna».
ZN: ¿Y teníais allí estos cómics?
JMB: Si, los teníamos allí. Y es que éramos chavales paranoicos por el cómic, estábamos allí dibujando y hablando todo el día de tebeos, no nos interesaba otra cosa. Teníamos montones de tebeos que comprábamos el domingo por la mañana en un mercadillo muy popular de Barcelona. Allí encontrábamos las páginas de tiras de prensa de los dominicales americanos, con aquello flipábamos, aquello era la cumbre del cómic mundial.
En aquellos momentos todos queríamos ser dibujantes, nunca se nos había ocurrido ser guionistas, la figura del guionista era irrelevante, casi inexistente, no aparecía su nombre por ningún lado. Queríamos ser dibujantes como los citados anteriormente. El guionista era alguien que… Recuerdo que un día llamó a la puerta una persona y venía con una máquina de escribir y Toutain le preguntó: «¿Y tú qué sabes hacer?» Y él le respondió :«Yo tengo una máquina de escribir» Y Toutain le preguntó si la sabía usar y al decirle que sí le dijo: «Bueno, allí tienes una mesa, ya eres guionista». Solo porque llevaba una máquina de escribir. (Risas)
ZN: Y a veces se notaba…
JMB: Si claro, los guiones eran infames y los dibujos nada del otro mundo. Todo plagiado descaradamente. Luego vino una época, que yo considero nefasta para la profesión, que fue cuando la editorial inglesa Fleetway dio trabajo a decenas de dibujantes para revistas románticas. A nivel económico era una maravilla pero el estilo que se exigía te podía deformar para siempre. Muchos dibujantes no pudieron salir de aquel black hole.
ZN: Hablamos de Félix Mas, de Pepe González…
JMB: Si, todos ellos dibujaban aquellas tonterías (yo también). Es que pagaban una barbaridad, pero el contenido era de una cretinez que tiraba de espaldas; en Inglaterra había un mercado impresionante de adolescentes pre Beatles que consumían unas seis o siete revistas semanales de género romántico.
ZN: Era un trabajo bien pagado ¿Verdad? En general a trabajar en el extranjero estaba muy bien pagado. Por ejemplo, a Jesús Blasco en Inglaterra lo consideraban una estrella ¿No?
JMB: Si, si… Y es que la mayoría de dibujantes españoles descubría que en Selecciones Ilustradas unos chavales ganaban tres veces más que ellos… Incluso más que Boixcar, que hacía Hazañas Bélicas y era un éxito en España con tiradas brutales, en torno a los 300.000 ejemplares, pero en cambio como los ingleses pagaban en libras esterlinas y estábamos en un momento de aislamiento económico en España, las divisas se convertían en honorarios envidiables. Y fue así como empezó todo, en unos quince años Selecciones Ilustradas paso de ser, de cero, a la mejor agencia europea de distribución y de producción de cómic. Porque empezó con el mercado francés, luego el inglés y finalmente conquistó el americano…
ZN: ¿Cuál es su mejor trabajo aquella primera etapa?
JMB: Yo tenía dieciocho años, hice un personaje llamado Johnny Galaxia, los guiones eran muy sencillos, los hacía… el que trajo la máquina de escribir (Risas) que era muy aficionado a la ciencia ficción (Se refiere a Blai Navarro). Un día nos preguntábamos «¿Qué podemos hacer?». Toutain dijo:« Pues inventaros un personaje del espacio», lo inventamos y le pusimos un nombre tipo Ray Storm o algo así y Toutain dijo:« No, no, no… esto no lo va a entender nadie; mejor Johnny Galaxia». Era una especie de trasunto de Flash Gordon pero con el pelo oscuro, eran historias muy sencillas, pero se vendió a muchos países. Este fue el primer trabajo que hice para Selecciones Ilustradas. Porque Selecciones Ilustradas, además de distribuir, financiaba series: nosotros estábamos allí dibujando como locos y él pagaba por trabajos que aún no tenía vendidos, cuando estos trabajos estaban realizados, hacía viajes por toda Europa vendiéndolos a un montón de editoriales.
ZN: Y la forma de trabajar para Warren era diferente, ¿no?
JMB: Estamos dando un salto de unos cuantos años. Antes de Warren hubo, para mí, un momento de inflexión y fue cuando salió, aquí en Barcelona, una revista llamada Nueva Dimensión. Sus dos editores, Domingo Santos y Luis Vigil, que eran de nuestra edad, (os estoy hablando de cuando teníamos 25 años), apostaron por una propuesta muy avanzada sobre literatura de ciencia ficción. Ellos quisieron hacer algo donde el grafismo tuviera una factura poco convencional. Nos llamaron a Enric Sió, a Esteban Maroto, a Carlos Giménez, a mí y a algún otro y nos permitieron hacer lo que quisiéramos como ilustradores. Nueva Dimensión dio a conocer relatos cortos de autores españoles y de los mejores escritores internacionales del género. Al ver nuestras ilustraciones, un editor llamado Luis Gasca, nos contrató a Enric Sió, Esteban Maroto y a mí para la creación de la revista de cómic Drácula. Y en esta revista fue cuando realicé mis primeros guiones y comprendí que el dibujo siempre ha de estar al servicio de un buen guion, porque lo contrario no lo salva nadie, ni Leonardo (Da Vinci). Un mal guion no lo levanta nadie. Y un buen guion puede estar dibujado con un estilo muy sencillito, y funciona
A partir de nuestras historias de Drácula, el editor yanqui James Warren, nos contrata para las suyas Creepy, Eerie y Vampirella… y en ellas, empecé dibujando con guiones de americanos, pero enseguida le propuse a Warren hacer mis propios guiones y lo aceptó. Hice uno basado en una leyenda catalana de brujería y tuvo bastante éxito, incluso obtuvo el premio al mejor guion del año. En aquella época Warren, que había tomado el testigo de la desaparecida editorial EC, se permitía realizar unas tiradas brutales, no tenía competencia, en aquel momento los superhéroes estaban en estado de coma.
ZN: Usted ya había leído historias de EC … ¿Le influyeron estos autores en su carrera?
JMB: Si, yo las había leído de muy joven porque tenía un amigo que vivía en Nueva York y a través de su tío, me llegaban muchas de revistas de la EC y algunas las llevaba al estudio de Selecciones Ilustradas y nos quedábamos todos flipando viendo aquellas historias de espectros ominosos, muertos vivientes, gente decapitada y tal… Lo de la EC fue una pasada ¿No? Luego vino el Code y la prohibición y se acabó la cosa. Fue Warren el que de alguna forma resucitó toda aquella fascinante truculencia. Un día Warren me preguntó si estaba contento del precio que me pagaba por página, él no sabía, afortunadamente para mí, que yo hubiera pagado por dibujar en sus revistas. Es que allí compartías páginas con Frank Frazetta, Alex Toth, Al Williamson, Steve Ditko, Richard Corben, Red Crandall, Wallace Wood, ¡waooo! Es que era una plantilla impresionante. Mira si yo era mitómano en aquellos días que en una ocasión, la última página de una historia dibujada por Alex Toth y la primera de una historia mía coincidían en el anverso y reverso de una hoja. Cogí aquella hoja y quedé extasiado mirándola al trasluz, viendo como las viñetas de mi admirado Toth se fundían con las mías. Toutain, al verme en aquel estado de gracia, me dijo: «Sigue mirando, sois hermanos de tinta». Estábamos locos.
Estuve cinco años dibujando para Warren hasta transición política en España. Fue el boom de las revistas de destape como El Papus, Muchas Gracias, Por Favor, Matarratos, etc… y era muy interesante vincularse a lo que fue el cambio político, vivir el final de la dictadura y el principio de la democracia. Estuve unos dos años trabajando para este tipo de revistas porque en ellas practicabas una especie de venganza tras tantos años de sequía erótica. Las revistas eran muy malas, todo eran tías en pelotas y tal, pero estar allí era una forma de hacer la revolución. Había un hecho reivindicativo.
ZN: Estuvo trabajando con Manel Ferrer, por ejemplo.
JMB: Manel Ferrer y yo montamos un estudio. Manel es una persona de una capacidad de producción increíble. Llegó a hacer una revista él solo, semanal. (Risas) Hacía la portada y luego treinta páginas, waooo… Creó para la revista El Papus unos personajes llamados Manolo e Irene, era todo muy erótico, rozando el porno. Aquellos tres años los pasé muy bien con él, risa y cubalibres garantizados.
Y luego ya vino la época de Toutain Editor. En el 1979, Toutain constituyó su propia editorial y publicó las revistas mensuales 1984, Comix Internacional, Creepy, con material americano que combinaba con obra autóctona. Fue cuando yo realicé la serie Historias de taberna galáctica.
ZN: Un poco antes de esto. En la época de Manel Ferrer fue condenado por escándalo público…
JMB: Si, fue por una historieta aparecida en la revista Muchas Gracias. Esto era habitual, aunque estábamos en 1977 y ya había muerto Franco y se habían celebrado unas elecciones democráticas, el aparato judicial seguía siendo franquista y como te pasaras un poco eras denunciado por la Administración y te metían en un buen lío… Sí, fui condenado a cuatro años de inhabilitación como dibujante de historietas pero la trampa era entregarlo todo con la fecha anterior al juicio ¿No? (Risas) A los cuatro años fui indultado. Estas condenas eran de lo más habitual, pero daba mucho miedo sentarte en el banquillo, ante un tribunal de jueces de aquella época.
ZN: Parece que estamos volviendo en cierta medida a aquellos años… ¿Qué opina de estas nuevas maneras de censura encubiertas que se están dando en los campos artísticos, como el caso de la revista Mongolia y otros?
JMB: Es lamentable, muy triste, la libertad de expresión de la que gozamos en los 80 y 90 ha desaparecido por completo y ha regresado este puto miedo que, aunque luches contra él, consigue que te autocensures. Lo ocurrido con Mongolia es un triste ejemplo de este retroceso hacia las sombras.
ZN: Después de la colaboración con Toutain, decide fundar su propia editorial…
JMB: Ocurrió en el 1981, cuando Carlos Giménez, Luis García, Adolfo Usero y Alfonso Font decidimos imitar lo que en Francia habían hecho los Humanoïdes Asociées y nos atrevimos a publicar la revista Rambla pero aquello acabó muy mal. Vistos ahora, los primeros números de la revista me parecen realmente interesantes, pero luego, la cosa se fue deteriorando porque económicamente el proyecto no funcionó. Fue un notable impacto a nivel profesional y de crítica, pero el dibujante no es un buen empresario, y además, nos pilló de lleno una formidable crisis económica mundial. Posteriormente monté mi propia editorial Intermagen donde publiqué varias revistas de humor y una colección de fascículos semanales con el título de La técnica del cómic, en la que colaboró Pasqual Ferry.
ZN: Volviendo a su etapa más conocida y a obras como Historias de taberna galáctica, En un lugar de la mente, La esfera cúbica… ¿Cómo definiría su estilo, cómo es Josep Mª Beà como autor?
JMB: Bueno, yo evolucioné a partir de un estilo realista configurado en mi primera época de aprendizaje hasta llegar a mis series Historias de Taberna Galáctica, En un lugar en la mente y La esfera cúbica… Pero hubo un momento en que percibí que me estaba colapsando gráficamente. Y me inventé un nuevo estilo con el pseudónimo Sánchez Zamora. Partí de cero, me dije: «Me olvido del estilo de Josep Mª Beà y empiezo a dibujar de una manera completamente opuesta porque he tocado el límite de mis posibilidades». Al final perdí la identidad gráfica como Josep Mª Beà y nunca más pude, ni quise, volver a retomar aquella plástica porque, de alguna manera, había caducado y seguir en ella hubiera anticipado mi decadencia por reiteración. Como en ocasiones suele ocurrir.
ZN: En La muralla, por ejemplo, se nota una evolución…
JMB: Exacto, la serie La muralla la realicé después de La esfera cúbica, digamos que la serie La esfera cúbica cierra esta época que tiende a precipitarme a un abismo de factura barroca donde apenas había lugar para la luz. Y de repente me di cuenta que, como he dicho antes, había que renovarse o quedar sepultado en aquella negritud, ¿o no?
ZN: ¿Qué le aportaron los cambios de estilo? Cuando casi dibujaba la revista Rambla en solitario… ¿No se sentía algo esquizofrénico? Era sencillo, era complicado…
JMB: Bueno, creo que todos los dibujante somos algo esquizofrénicos, de lo contrario elegiríamos cualquier profesión estable, como trabajar en El Corte Inglés, por ejemplo. Lo de cambiar de estilo era un poco complicado, sí, porque a veces no sabía quién era yo entre los diez estilos que estaba usando en la revista Rambla (Risas). Por ejemplo, estaba dibujando como Sánchez Zamora y tenía que dibujar unas hierbas en el fondo y me salían con otro estilo, unas hierbas de Pere Calsina, Enrique Morera o Norton. Fue esquizo pero también fue muy emocionante descubrir las posibilidades que uno tiene de multiplicarse. Yo siempre he considerado que el estilo es una forma de amaneramiento. En el momento en que un estilo no evoluciona es un mal síntoma. Creo que es imposible mantenerse fijo en unas determinadas coordenadas estéticas, si aquello no cambia danger–danger… No he entendido nunca a esos dibujantes de tiras de prensa que se han tirado toda la vida con un estilo inalterable… Es que aparte debe de ser muy aburrido ¿No? A mí me ha gustado siempre experimentar.
ZN: A veces no les dejaban experimentar…
JMB: Así fue… en los primeros tiempos era pecado salirse de las reglas establecidas. En Selecciones Ilustradas, Toutain no nos dejaba experimentar nada, era una norma ineludible. «Tenéis que copiar a quien yo os diga y cuidado del que se salga del método». Una vez dibujé una historieta de siete páginas copiando a Milton Caniff que teníamos prohibido por anticomercial y Toutain me llevó a su despacho y yo pensé que se sorprendería. Y pensé que diría :«¡Hombre! Tenemos aquí a Milton Caniff junior y no lo sabíamos». Y me dijo:« Mira Beà, voy a hacer una cosa de la que te acordarás toda la vida». Yo pensé «Ahora me aumentará el sueldo», y me dirá : «Te han quedado tan bien estas páginas, te pareces tanto a Milton Caniff que te voy a pagar el doble» Entonces abrió la ventana de su despacho, cogió las páginas y ¡Zas! Las rompió, ¡ras, ras! y las tiró… Las tiró por la ventana, allí, en Paseo San Juan con Diagonal y yo miré hacia abajo y vi todo de trozos que iban cayendo hacia las copas de los árboles y salí de allí llorando, llorando… Claro, cuando me ocurrió esto yo tenía dieciocho años y salí de allí llorando y él me decía :«¡Te acordarás toda la vida» (Risas) Y entonces me senté en mi mesa de dibujo y vino López Espí y vino Fernando Fernández y todos los que estaban allí y me preguntaban :«¡Ostia, Beà! ¿Pero qué te ha pasado?» y yo :«Que Toutain me ha roto… Toutain me ha roto siete páginas», y mientras estábamos hablando así, me acordaré toda la vida que llegó un dibujante que se llamaba Pedro Añaños, que venía de la calle y dijo…:« No sé qué pasa pero están cayendo trozos y trozos de historietas desde la ventana de Toutain» (Más risas) Si, si era durísimo… Y bueno, y lo recordaré toda la vida, está claro, lo estoy recordando ahora mismo y ha pasado toda una vida… (Muchas más risas)
Ya de mayor, con Toutain, que acabamos siendo muy amigos, le dije: «Hombre, aquello no tendrías que haberlo hecho» y me dijo «Puede que tengas razón». Esto refleja un poco el talante de Toutain y la dominación que ejercía sobre todos nosotros en aquellos días de la agencia/colegio. Todos queríamos ser sus preferidos, recibir su reconocimiento: «¡Toutain, por favor, quiéreme más que a ningún otro dibujante!». Este asunto él lo manejaba muy bien.
ZN: ¿Por qué dejó de dibujar cómics y publicarlos?
JMB: Lo último que hice como dibujante de historieta fue en la época de mi editorial Intermagen, que editaba revista de humor y allí aparecían algunos de aquellos estilos que había empleado en la revista Rambla… ¿Qué pasó? Pues, pasó que hubo un catacrac económico mundial, desaparecieron las revistas de los quioscos que eran puntos de venta muy importantes y de repente el cómic acabó relegado en pequeñas tiendas a las que la gente tenía muy poco acceso porque no las conocía, y a partir de aquel momento era muy difícil ganarse la vida como dibujante. Entonces, en 1988, decidí subirme en el tren de la revolución digital. Tengo un amigo, un tal Pepe Moreno, un dibujante de cómics que se fue a Estados Unidos y me escribió y me dijo: «¡Ojo! Que aquí hay un fenómeno que será determinante, el diseño por ordenador» Eso sonaba muy marciano. En aquella época no había ordenadores domésticos, pronto aparecieron los pequeñísimos macs y la cosa comenzó a funcionar en el exterior. Aquí era imposible, pero bueno, así y todo me monté en este asunto y claro, el asunto evolucionó muy rápido y en dos años ya se podía dibujar con ordenador. Entonces montamos con Jaime Martín un estudio on line (Martin & Bea Digital Art) y nos pusimos a trabajar para contenidos multimedia cuando todas las empresas querían subirse a la modernidad tecnológica. Y allí me encontré muy bien, fue muy emocionante lo de comenzar a trabajar con paleta gráfica y todo esto y claro, económicamente funcionaba muy bien, estábamos desbordados de trabajo porque no había nadie en Barcelona que hiciera esto, éramos muy pocos; Gallardo, Baxter y tres o cuatro más, y todas las empresas de publicidad nos buscaban y nos saturaban de trabajo, por lo que, ¿cómo te metes otra vez en el cómic que había caído a cotas de miseria? Allí había un auge, trabajé con Jaime Martín casi cuatro años y bueno, también estuve un tiempo haciendo novela juvenil para Ediciones Amaya, pero en este caso no como ilustrador si no escribiendo.
Con los años se comenzó a reeditar toda mi obra.
ZN: Primero fue Glénat y ahora Astiberri y Trilita…
JMB: Empieza Glénat y luego, Trilita Ediciones de Albert Mestres, éste me propone editar toda la obra y descubro que Albert es un editor para el que, en las ediciones, procura que prevalezca la calidad y a parte, me permite que controle todo el proceso de edición. Y además es una estupenda persona. ¿Qué más se puede pedir?
ZN: Las reediciones son espectaculares. Y también las nuevas portadas de La muralla, de Peter Hipnos…
(Le enseñamos un ejemplar de la nueva edición de Peter Hipnos)
JMB: Si, lo que me han permitido estas nuevas ediciones es poder realizar nuevas portadas y además me lo he pasado muy bien… Es curioso porque esta portada (señalando la de Peter Hipnos) Esta portada de Peter Hipnos ha gustado mucho…
ZN: Es que es espectacular… Aunque también nos gusta mucho la de La muralla.
JMB: Si, también me lo pasé muy bien haciéndola…
ZN: Es que La muralla es una obra increíble…
JMB: Pues es un cómic que surgió de manera extraña, está elaborado en plan literatura automática. Decidí empezar la primera viñeta sin saber qué ocurriría en la segunda y en este lapsus iba pensando lo que iba a ocurrir a continuación. Y así hasta el final. Me dejé llevar por los propios personajes.
ZN: Pero el universo que vemos en esta obra no está improvisado, es muy de Beà… En La muralla, pero también está en Historias de taberna galáctica o En un lugar en la mente. Usted jugaba con la luz, la perspectiva, el horizonte, las puestas de sol… Además los argumentos eran originales y precursores, con cosas que se verán luego en Alien y en otras películas. O frases como “Hoy hace un día geométrico…”.
JMB: Si bueno, todo este material está en el subconsciente, aparece sorpresivamente, sin control, afloran contenidos inconscientes reprimidos, ¡yo que sé! Historias muy profundas y lejanas en el tiempo, residuos traumáticos, puede que escoria mental, por eso creo que en mis historias nunca existe la felicidad, los personajes son malignos o muy desgraciados; el mal siempre triunfa, no hay historias de amor, ni chicos guapos ni chicas guapas… Y a veces me preguntan: «Oye ¿Pero tú eres así» Y no, yo soy una persona muy divertida y en mi vida siempre he podido hacer lo que me ha venido en gana, pero hay algo en algún lugar de la mente que… (Risas) la vida no tiene sentido y la abyección del sistema va calando como una lluvia muy fina, no lo sé… pero si me pidieran hacer algo amable, algo de familia feliz y tal no sabría hacerlo… A mí me atraen los días geométricos, gente como el hombre aquel que imita a un domador pero se mete un gato en la boca o las lapas incordio.
ZN: Pero también con mucho humor…
JMB: Sin el sentido del humor haría años que estaría muerto. En mis argumentos siempre hay el contrapunto del humor, una especie de ironía… En Historias de Taberna Galáctica la cosa siempre funcionaba así, el guion podía ser serio pero al final había el contrapunto, al final los personajes de la taberna, de alguna manera, ridiculizan la trascendencia de la historia. Es que la trascendencia es un palo. Es un palo como la nostalgia sentimental que es un sentimiento despreciable.
ZN: ¿Cuál fue su reacción al volver a sus trabajos en el cómic con las reediciones llevadas a cabo por Astiberri y Trilita?
JMB: Pues mira, os voy a decir una cosa: ha sido un poco difícil en el sentido de… Se da un fenómeno muy curioso en las relecturas de la propia obra (hablo por mí, claro está) en el que a medida que vas viendo esas viñetas retrocedes perfectamente al momento en que las estabas dibujando y entonces se remueven sentimientos dormidos y recuerdas: «El día que dibujé este gato bañándose es aquel día que discutí con mi amigo tal». Y lo vives de nuevo. Es como hacer un psicoanálisis sin control de un especialista. O sea, que vas tirando del hilo y no solo aparece la historia, sino todos los momentos que la concatenaban y hay momentos divertidos y momentos que no y muchas cosas ocultas que mejor hubieran estado olvidadas. Pero bueno, es un proceso muy interesante. A parte de las emociones, en la revisión de los dibujos veo las carencias, por esto he retocado mucha cosa… Yo nunca me he considerado un estupendo dibujante, de hecho, de toda mi obra rescataría una ínfima parte. Yo siempre he pretendido ser un narrador. A mí me gusta narrar, contar historias.
ZN: Hablando de todo esto. Hubo un intento de publicar su autobiografía ¿Cierto? Pero fue demasiado duro… Porque usted tiene muchas historias que contar.
JMB: Si, a veces te juntas con dos o tres personas y empiezas a charlar y van saliendo cosas que, como acabo de contar, no son muy placenteras. Yo creo que estas biografías se tienen que hacer cuando uno ya casi está en el otro barrio y se ocupe otro, porque el asunto es muy duro, no es nada fácil. Para mí las biografías éstas, con final feliz no tienen ningún sentido. Uno también debe contar sus partes más oscuras, que las hay en todas las vidas. En mi biografía, para ser sincero, tuve que criticar a conocidos, a amigos, tuve que criticar gente de mi familia, Cuando lo leí, dije: «Si sale todo esto me tendré que ir a vivir a otro sitio». Fue cobardía. Y está allí, esta biografía está allí y algún día igual se retoma. Y las dos personas que se dedicaron a escribirla lo hicieron con una ilusión, una fe y una tenacidad admirables, siempre estaré en deuda con ellos, siempre albergaré un sentimiento de culpa por haber abortado tanto trabajo.
ZN: Y en la actualidad ¿Qué cómics lee? Si es que lee cómics…
JMB: Desde hace algunos años leo toda la novela gráfica que cae en mis manos o me recomiendan mis amigos. No sé; para mí, dios es Robert Crumb. De los de fuera leo a Peter Bagge, Daniel Clowes, todos estos figuras, Joe Sacco, toda esta gente… Me gustan mucho. Y aquí es cuando descubro que no es necesario dibujar extraordinariamente o de manera muy realista porque, ¿para qué?, si el cerebro esculpe su realidad y lo ve de manera realista… ¿Cómo se llama este dibujante?, Chester Brown, a mí me gusta mucho Chester Brown, que tiene un dibujo muy sencillito pero no impide que la transmisión sea de gran potencia… no te das cuenta de que su dibujo es semi humorístico, Estoy leyendo a toda esta gente, el cómic clásico ya no me interesa lo más mínimo. Es el pasado. Ni los originales famosos de la época, los de Raymond, Foster, los veo como objetos un poco rancios. Y verlos en la pared de un museo se convierten en reliquias religiosas. Me gusta lo nuevo. Es que hay una cantidad de obras acojonantes, yo confío mucho en los jóvenes. Yo siempre digo que cada generación barre a la anterior y tiene que ser así. Y de aquí conozco a Albert Monteys, David Rubin, Paco Roca, Natacha Bustos, Javier Rodríguez, Luis Durán, entre otros como Jaime Martín, Carlos Pacheco, Miguel Gallardo o Juanjo Guarnido y muchos más… y todos ellos me encantan, me encantan porque forman parte de una evolución necesaria.
ZN: ¿Y usted no se anima a hacer algo nuevo, en cómic?
JMB: A veces me lo piden, pero yo, como mucho, preferiría formar un binomio, yo como guionista y otra persona como dibujante, me atrevería más escribir que a dibujar… Es que es muy duro, dibujar una novela gráfica es muy duro, son muchas páginas. En este sentido admiro a mi amigo Kim que, siendo de mi edad, no para, y con unos resultados excelentes. Yo me acuerdo que antes, cuando era joven me podía pasar las noches sin dormir y sin comer y bebiendo y fumando y tal, pero ahora no aguantaría este ritmo, no se… De todas maneras no cierro ninguna puerta.
Me atrae más la ilustración. Por ejemplo, a partir de la portada de Peter Hipnos, me han encargado otras cosas en este estilo. El cuerpo de esta mujer pulpo no existe, todo son fragmentos escaneados de grabados decimonónicos. El óvalo de la cara, la boca y el ojo, los brazos, las manos, etc, están tomados de distintos sitios. El pulpo sí que existe como dibujo; está tomado de un libro victoriano de anatomía animal. Siempre me ha encantado el collage, quedé pillado con Une semaine de bonté de Max Ernst.
ZN: También se ha encargado de colorear la última obra de Carlos Giménez…
JMB: Ah, sí. Me pidió Carlos que le pintara el Dani Futuro y me lo pasé bien, sí.
ZN: ¿Tiene prevista alguna reedición más?
JMB: Si. Están las 70 páginas que dibujé en 1970 para la revista Drácula y luego también conservo un libro original, este no ha sido publicado nunca, sobre el bestiario de H.P. Lovecraft. Salieron fragmentos en la revista Rambla y también en el Creepy español. Fue un trabajo de investigación realizado en 1973, cuando en España casi nadie conocía al autor, un trabajo muy laborioso por parte de Josep Lorman que es escritor y geógrafo. Tuvo que leer cada uno de los libros de H.P.Lovecraft, hacer un estudio muy detallado y abrir fichas de todas las criaturas que luego yo iba dibujando Estuvimos un año trabajando en el proyecto, al acabar, él y yo juramos que jamás volveríamos a leer nada del escritor de Providence, acabamos viendo engendros estelares de Innsmouth hasta en el baño. Enfermiza la cosa.
ZN: En nombre de los lectores de Zona Negativa, muchas gracias por su tiempo.
JMB: A vosotros. Y no me habéis preguntado una cosa que me preguntan siempre… ¿Qué consejos daría a los que empiezan?
ZN: Que se compren La técnica del cómic (Risas)
JMB: Yo siempre contesto que cada uno debe hacer aquello que cree que debe hacer.
ZN: Lo dicho, muchas gracias.
Le queda tiempo al genial autor para comentarnos que la entrevista ha quedado muy seria y entre risas nos dice que parece que se la haya hecho Javier Coma o Román Gubern. Y así se dirige de nuevo al stand de Trilita donde le esperan los fans para que les firme sus ejemplares. Seguro que les contará tantas historias y tan deliciosas como a nosotros…
Podéis consultar las reseñas de las obras de Josep Mª Beà a continuación:
La muralla de Trilita Ediciones
Historias de taberna galáctica de Trilita Ediciones
Peter Hipnos de Trilita Ediciones
Siete vidas de Astiberri
Salut!
Se agradecen las entrevistas a los próceres de la historieta, veteranos del cómic cuando aún se definía así solo al de superhéroes; fundadores de la revista adulta del europeo gracias a la labor de Toutain. Y aún hoy, autores de culto.
Recuerdo una infancia de fanático tras las firmas y dibujos -hoy llamados comissions- en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Madrid, años 80. Vicente Segrelles, Horacio Altuna, Carlos Giménez, Azpiri… y los siempre extravagantes (para mi gusto) Beà y Miguelanxo Prado, éste más tardío.
Tiempos de Ayuso tocando portadas de Conan el Bárbaro en su tienda Totem, en honor a la revista, y más tarde Camelot, junto a los bajos de Argüelles. Cuando los que seguíamos con ansias la publicación de forum, nos acercábamos al local a ver la cubierta del próximo número pinchada en el corcho; y que, coincidencias de la vida, nos hacía cruzarnos con Hernández Palacios firmando ese día.
Tiempos de la librería Mafalda, donde se preparaban las planchas de B.O. y podíamos tener una conversación airada acerca del Tarzán de Burne Hogarth.
En definitiva: tiempos de recuerdo con un comentario algo nostálgico por esos autores y ese arte que no tienen tanta lágrima como la que el que suscribe presenció en la butaca de un cine multitudinario
ante la muerte de Iron Man en un pupurrí fílmico que mezcla historia clásica con héroes en su versión 3.0.
Seth, hemos puesto en spoiler la última parte de tu comentario ya que tenía uno muy gordo sobre Vengadores: Endgame. En lo sucesivo procura tener más cuidado ya que es una película que se acaba de estrenar y desde luego no es algo que te esperas encontrar en una entrevista a Beà.
Oops. Gracias.
AVISO!!!! En el comentario anterior( no es posible poner el aviso antes de su comentario) meten un spoiler gratuito y malintencionado de la película END GAME que en absoluto tiene ningún tipo de relación con la entrevista a J.M. Beà . Yo por suerte ya vi la película pero puede resultar increíblemente molesto a quien no la haya visto aún y tenga intención de hacerlo. Para más recochineo en un comentario posterior sigue con su gracieta…Bajo mi punto de vista esos comentarios que nada aportan salvo una clara intención de fastidiar dan igual o más motivos para ser eliminados que otros cuya razón de ser finalmente es la misma aunque sea de forma más directa o personal hacia otro usuario en concreto. En todo caso molesto,innecesario y gratuito
Excelente entrevista, de un autor que me marcó en su día.
En el año 2002 o 2003 con 14 años después del colegio, pasé a una tienda de revistas de segunda mano a buscar algún comic de X-Men que era casi todo lo que leía por ese entonces, entremedio de una montaña de revistas viejas noté que había un libro de un tamaño más grande de lo que estaba acostumbrado, con curiosidad tomé el libro viejo y para mi sorpresa veo que en la portada es básicamente un collage con un gato al medio, siendo seguidor de los dibujantes como Joe Madureira o J Scott Campbell, al leerlo el ver ese estilo y ese argumento tan lleno de libertad me sacudió de una forma inigualable, que aún hoy unos 16 años después y forzando la memoria no logro recordar algún artista que me haya impactado de tal forma ( quizá Richard Corben se le acerque ).
Para los que no sepan del libro que hablo es de La Muralla en la edición de Toutain, es uno de los comics mas preciados de mi biblioteca y aún lo releo cada tanto con el mismo asombro de adolescente.
( cabe señalar que todo esto pasó en una ciudad pequeña, al sur de Chile, por lo que encontrar algo, lo que sea, de Beá fue lo mas parecido a un milagro )
Mítica esa escena surrealista y antropomórfica que destacas, característica de algunas historias del autor. En el comentario anterior hacía mención a Miguelanxo Prado, al que añadiría Das Pastoras.
Aprovechando lo nutritivo de la entrevista pienso: qué ignorancia hacia el cómic/tebeo patrio existe. No acerca de los consabidos Capitán Trueno, Jabato, Corsario de Hierro, Guerrero del Antifaz…sino autores como García Iranzo (referido y reverenciado por Carlos Giménez en su Paracuellos), el Luis Bermejo de las Aventuras del F.B.I. en la senda del Raymond de Agente Secreto X 9, el Ortíz de Apache, el Gago de El espadachín enmascarado, el Boixcar de un Flecha Negra, por ejemplo, Buxadè… patrimonio que subrayan los autores que trabajaron para el susodicho Toutain, la Warren… ¿qué habrá sido de Fernando Fernández?. En fin, muy buen trabajo con esta entrevista. Gracias.