Entrevista a Tom Gauld

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Tom Gauld, en La Central
El pasado jueves, 15 de noviembre, Tom Gauld (Escocia, 1976) se acercó por Madrid con motivo de la promoción de Goliat: su trabajo más ambicioso y extenso hasta la fecha, recientemente publicado por estos lares de la mano de Ediciones Sins Entido. Con la librería La Central como escenario, y con Alberto García (El tío Berni) y Puño como moderadores, se desarrolló una charla durante la cual el autor escocés desveló diferentes detalles relacionados con su trabajo; pero de forma previa a dicho evento, los medios de comunicación que así lo solicitaron tuvieron ocasión de departir con el autor. Allí coincidí con Julio Soria, responsable de la sección de cómic de DOZE Magazine; y, ante las limitaciones de tiempo y la previsión de que nuestras preguntas podían ser perfectamente complementarias, optamos por realizar la entrevista de forma conjunta.

Como resultado, os ofrecemos la siguiente conversación que, completada con posterioridad vía e-mail, ofrece un repaso a la trayectoria profesional de este autor multidisciplinar: ilustrador e historietista que además de deleitarnos semanalmente con las tiras cómicas publicadas en el diario británico The Guardian, lleva años sorprendiendo con sus pequeñas grandes obras, fruto una personalísima sensibilidad, pero también un ingenio y un sentido del humor sobradamente acreditados a través de una interesantísima biblografía, que ahora adquiere una mayor dimensión con Goliat. No sin antes agradecer al propio Gauld su amabilidad y paciencia -y a los responsables de Sins Entido las facilidades para realizar la entrevista-, entremos en materia…

Entrevista a Tom Gauld

Julio Soria (J.S.).- Goliat ha sido tu primera novela gráfica. ¿Cómo cambia el proceso de creación respecto a tus historias cortas?

Tom Gauld.- Me ha resultado mucho más difícil. El diseño de las páginas ha sido el mismo, pero la escritura de una historia larga, capaz de entretener al lector, ha resultado mucho más compleja y un reto mayor.

La historia de Goliat ya tenía un buen final, lo cual me permitió trabajar hacia ese desenlace. Pasé mucho tiempo tomando apuntes en mi libro de notas, pensando la forma en que Goliat podía verse abocado a esa situación y escribiendo las conversaciones entre él y el resto de personajes, con la intención de llegar a conocerlos y lograr un desarrollo lo más lógico posible.

David Fernández (D.F.).- Disponer de más espacio te habrá permitido explorar diferentes recursos del medio, como prestar más atención a los silencios, construir un ambiente emocional concreto… Sin embargo, eso también te habrá sacado de tu zona de confort: las historias cortas o las tiras cómicas. ¿Te costó adaptarte a la historia larga?

Tom Gauld.- Creo que Goliat lo veré de forma distinta en el futuro. Con las historias cortas, como las que hago para The Guardian cada semana, puedo divertirme y hacer el loco en cada página, pero con Goliat sentía la necesidad de hacer un poema, que todo el libro funcionara como algo unitario, y no como un montón de pequeñas partes unidas. Probablemente me he sentido un poco más restringido que con las tiras cómicas. Por un lado ha sido divertido poder jugar con las viñetas, y por otro ha sido interesante conseguir esa coherencia para todo el cómic. De todas formas, es posible que no siempre haga lo mismo. A lo mejor mi siguiente libro sea más juguetón con a estructura de las viñetas o el tamaño de los personajes.

Páginas interiores de Goliat, vistas en la web de Sins Entido. © Tom Gauld.
(haced click sobre las imágenes para ampliarlas)

J.S.- Tienes 37 años y llevas más de diez publicando obras cortas, tiras de prensa e ilustraciones en numerosos medios internacionales. ¿Consideras que has esperado demasiado para lanzar tu primer cómic largo?

Tom Gauld.- Siempre me he sentido más cómodo con historias cortas. En el futuro haré más historias largas, pero sólo cuando tenga una buena idea, porque creo que es la manera correcta de hacer las cosas. Al final es todo una cuestión de confianza: dibujo desde los cuatro años, pero sólo empecé a escribir llegada la veintena, así que siento mayor seguridad respecto a mi dibujo que a mi escritura.

Previamente había hecho una historia sobre el Arca de Noé para Kramers Ergot, y fue muy divertido coger ese relato bíblico y tratar de mirarlo desde un ángulo diferente. Además, y sin relación con lo anterior, me gustaba la idea de hacer un cómic sobre un gigante, porque me parecía interesante el contraste entre dos personajes de diferente tamaño.

Ojeando la Biblia me encontré con David y Goliat, y algo hizo «click» en mi cabeza. No soy una persona religiosa ni nada por el estilo, pero leí la historia y caí en la cuenta de que había muchos huecos que se podían llenar, sobre todo desde la perspectiva de Goliat.

J.S.- ¿A qué te refieres con «huecos»?

Tom Gauld.- Esta historia siempre se había mirado desde el mismo punto de vista, el de David, y sólo se habla de Goliat para destacar su altura, el número de pie que calza, el peso de su cota de malla o de la hoja de hierro de su lanza. Hay tan poca descripción del personaje que comprendí que podía encajar mi historia en ese vacío. Además, Goliat es enviado al desierto durante cuarenta días, a la espera de que aparezca un enemigo contra el que pelear, pero en la Biblia tampoco se hace mención a lo que ocurre durante ese tiempo. Es decir, que existía un doble vacío, tanto en lo que se refiere al personaje como al tiempo durante el que transcurre el relato.

Cuando piensas en esta historia, normalmente lo haces en base a un chaval pequeño y a un gigante enorme, pero en realidad es más bien una unión entre el chaval pequeño y el Dios creador del Universo contra el gigante enorme. Ahí es cuando comprendes quién es el auténtico desvalido y eso despertó mi simpatía por Goliat, que desde el principio está condenado al fracaso. De todas formas, no quería sugerir que David es un mal tío, así que opté por representarlo como un ente neutral, una fuerza de la naturaleza.

Ejemplos de planificación de páginas de Goliat. Fuente. © Tom Gauld.

J.S.- En base a la forma en que lo has caracterizado, ¿consideras que Goliat es un perdedor? Es decir, se trata de un hombre al que nadie respeta en su ejército, el capitán se aprovecha de él para medrar ante el rey de los filisteos, es abandonado a su suerte en el desierto con la única compañía de un escudero que apenas tiene nueve años… Y todo lo que quería era dedicarse a su trabajo administrativo, porque ni siquiera le interesa luchar.

Tom Gauld.- No diría que es un perdedor… Más bien le definiría como un outsider. Simplemente no está hecho para este mundo ni para el ejército. Estoy seguro de que históricamente no hubo ningún hombre de aquella época que se comportara de ese modo, pero mi estilo de hacer historietas implica imaginar cómo me comportaría yo en esa situación. Es un hombre en el lugar y el momento equivocados, y eso se mantiene a lo largo de toda la historia. Me preocupé mucho a la hora de desarrollar a Goliat como un personaje que pudiera despertar empatía, pero tampoco quería que estuviera falto de cualquier tipo de energía. Él hace lo mismo que yo en determinadas ocasiones: acepta las cosas como vienen porque no le gusta la confrontación, siempre con la esperanza de que todo se arregle solo.

J.S.- ¿Pones mucho de ti mismo en tus personajes?

Tom Gauld.- Un poco sí, y creo que le pasa a todo el mundo. Supongo que, conforme siga creando nuevos personajes, estos se parecerán menos a mí, es una habilidad que me gustaría adquirir. En todo caso, me parece algo bastante natural que en tu obra se reflejen determinadas cualidades personales. Por ejemplo, no me gusta nada el personaje del capitán, porque es ese tipo de persona que se muestra amistosa y agradable pero que, en realidad, sólo busca satisfacer sus propios intereses. El capitán es más peligroso para Goliat que el propio David.

J.S.- Ese proceso de identificación podría ser más natural en el caso de tus tiras de prensa para The Guardian, pero me choca más que ocurra con el personaje de una obra de ficción…

Tom Gauld.- Las tiras de prensa son mucho más icónicas, los personajes sólo tienen que funcionar para una idea rápida y no empleo tanto tiempo en su desarrollo. Son como pequeñas máquinas con un objetivo concreto, mientras que en una novela gráfica hay un proceso más amplio de reflexión, preguntándome cómo se sentirían acerca de determinados temas. Los dibujos para The Guardian función como reflejo de mi visión del mundo, pero yo no estoy representado en esos personajes.

El Arca de Noé, según Gauld. Foto de Lars Klove para The New York Times.

J.S.- Antes mencionabas la historia sobre los hijos de Noé que realizaste para Kramers Ergot. ¿Sueles buscar material en la Biblia o es simple casualidad?

Tom Gauld.- Los dibujos que hago para The Guardian salen en la sección «Cartas» [Saturday Review letters page] y siempre tiene que estar relacionados con alguna de esas cartas, así que siempre me dan el tema sobre el que debe girar mi trabajo. Estoy acostumbrado a hacer historias que se basan en otras historias, a revisarlas de alguna forma, y me interesa mucho tomar algo que ya se ha contado y ofrecer una perspectiva distinta. Todo el mundo conoce el Arca de Noé y por eso me parecía divertida la posibilidad de jugar un poco con el sentido original del relato, pero creo que después de Goliat no volveré a hacer ninguna historia basada en la Biblia.

J.S.- ¿Qué te atrae de los personajes de gran tamaño, como el Robot Gigante o Goliat?

Tom Gauld.- Lo que más me gusta dibujar son cosas grandes: robots gigantes, arcas de Noé, goliats, paisajes épicos… Puedo ser bastante heroico en mis dibujos, pero cuando me pongo a escribir, y sin saber muy bien por qué, toda esa épica comienza a declinar y sale un relato bastante más ordinario. Y me gusta mucho, porque se genera un contraste entre esas dos posiciones. Creo que si cuento historias normales, del día a día, sin añadir detalles épicos, se genera algo menos interesante. Me gusta mezclar ambas cosas.

D.F.- Comparando Goliat con The Gigantic Robot, se mantiene ese contraste entre lo grande y lo pequeño, pero no sólo en términos físicos, sino también en lo emocional e, incluso, respecto a las propias situaciones. Algunas de tus tiras para The Guardian se desarrollan en el marco de un determinado acontecimiento histórico o una novela y, aunque a veces pueden tener una escala épica, te encargas rápidamente de humanizar esas situaciones y darles un punto de comedia.

Tom Gauld.- Es cierto, pero tampoco sería interesante si fuera demasiado banal. Hay gente que es capaz de escribir relatos muy épicos, pero eso no me interesa demasiado. Aunque pueda ser un tanto oscuro, Goliat no deja de ser una comedia, y la comedia al fin y al cabo es una sucesión de acontecimientos inesperados. Visualmente es curioso tener un gigante y un jovencísimo escudero, mientras que, desde el punto de vista de la comedia, es llamativo que esos personajes se dediquen a charlar de cosas banales y ordinarias en el marco de un mundo bíblico.

Páginas interiores de The Gigantic Robot. Fuente. © Tom Gauld.

J.S.- Tu historia de Goliat puede tener ciertos momentos humorísticos, pero si observamos el paisaje general todo resulta un poco triste e, incluso, dramático. ¿Te gusta sorprender al lector, hacerle creer que la historia transita un camino para luego tomar un desvío y contar otra cosa completamente distinta?

Tom Gauld.- Espero que hacia la mitad de la historia el lector se olvide (no completamente, pero casi) de cómo termina. Que, con un poco de suerte, se sumerja en mi mundo. Así que, aunque se conozca el desenlace, tengo la esperanza de que el modo que tengo de desarrollarlo provoque un shock. Me gusta hacer cosas divertidas, es algo que disfruto y me sale de forma natural. Pero con esta novela gráfica necesitaba meter más drama para conducir la historia. Es algo intencional. Probablemente, la próxima cosa que haga también mezcle comedia negra con un punto dramático.

J.S.- Por otro lado, es una historia muy contemplativa, con noventa páginas en las que casi no ocurre nada y cinco en las que se desata toda la acción. ¿Cómo te las ingenias para mantener la tensión narrativa?

Tom Gauld.- Que no ocurra nada me resulta algo sorprendentemente sencillo [risas]. Podría haber imaginado más situaciones con Goliat, el escudero, el capitán, cosas ocurriendo a cada momento… pero no era mi intención. Para mí, lo más complicado era contar la historia como quería y que, además, funcionara, que el lector se creyera lo que le iba pasando a Goliat hasta llegar al final bíblico. En definitiva, no me resulta incómodo, y de hecho me pregunto si no debería haber dibujado un libro novela más larga con más páginas en las que no ocurriera absolutamente nada.

J.S.- En consonancia con la acción, los diálogos también resultan muy minimalistas. ¿A qué se debe? ¿Prefieres que el lector se cree su composición de lugar o es que te gusta más expresarte a través del dibujo?

Tom Gauld.- Bueno, en Goliat no hay un narrador. Cuando quiero ser narrativo, en ocasiones utilizo citas bíblicas. En mi mente se trata de una historia con muchos silencios, y esa es la fuente de la que proceden los huecos y las situaciones incómodas, lo cual me parece muy interesante. Me gusta lo minimalista, encaja con mi forma de trabajar. Es como si no fuera necesario decir nada más. En general, me interesa que los diálogos queden subordinados al dibujo y la escritura, a fin de que lector tenga su propio espacio y pueda imaginar o construir una determinada situación.

Notas sobre el desarrollo de personajes de Goliat. Fuente (1 y 2). © Tom Gauld.
(haced click sobre las imágenes para ampliarlas)

J.S.- Si bien el final de la historia viene dado de antemano, no es menos cierto que reincide en otro aspecto que también está muy presente en tus demás trabajos: lo absurdo, el sinsentido de la vida y el mundo.

Tom Gauld.- Es algo sobre lo que pienso a menudo. El proceso de dibujar cómics es, en sí mismo, completamente nihilista. Supongo que hago cosas en las que la vida aparece como un sinsentido, algo dramático, pero de alguna manera esperas que la gente pueda disfrutarla. En el caso de The Gigantic Robot era algo más estúpido, mientras que Goliat sólo intenta ser un buen chico, pero nada le sale bien… Todavía sigo pensando en la posibilidad de que encontrara una forma de escapar a su destino, pero me temo que sigo pegado a ese final trágico.

J.S.- ¿Estuviste tentado de cambiar el desenlace original del relato?

Tom Gauld.- No, no habría podido. A veces, cuando trabajo en diferentes proyectos al mismo tiempo, pienso que me gustaría darle a alguno un final feliz. Simplemente por variar, para que me suponga un reto distinto.

J.S.- De pequeño te gustaban los soldaditos y las figuritas de Lego, juguetes cuyos rostros no tienen rasgos diferenciadores, es decir, que no se pueden distinguir unos de otros a menos que te fijes en detalles como el pelo o la ropa que llevan. Eso también ocurre con los personajes de tus cómics. ¿Crees que existe algún tipo de conexión entre esos juegos de infancia y la manera en que dibujas en la actualidad?

Tom Gauld.- Es cierto que de niño jugué muchísimo con Lego, y es posible que eso haya tenido algún efecto, pero por otro lado no es que mis cómics pertenezcan al género de los superhéroes, donde cada vez que hay una conversación utilizan ángulos distintos: desde arriba, desde abajo, ahora un primer plano, luego un zoom… Me siento orgulloso de que mis historias sean repetitivas, con situaciones que parecen detenidas. No necesito perspectiva o una visualización excitante, sino que me gusta que las cosas se detengan un poco para así poder componer diferentes viñetas. Muchas de las cosas que leía de pequeño, o los dibujos que veía en televisión, tenían esa cualidad minimalista y tranquila, y los personajes tenían caras inexpresivas, así que tenías que imaginar lo que estaban sintiendo en cada momento. No quiero que en mis cómics aparezca un tío haciendo pucheros y gritando «¡Qué triste estoy!», me parece excesivo. Es mejor que el lector pueda llegar por sí mismo a esa conclusión.

Tom Gauld rindiendo homenaje a su admirado Edward Gorey.

D.F.- Precisamente en relación a lo que acabas de comentar, a la hora de analizar tu estilo se suelen mencionar dos referentes: Edward Gorey y Jason. En el caso de este último, sus personajes son muy hieráticos y apenas muestran sus emociones. ¿Ves a tus personajes como una especie de lienzo en blanco donde el lector pueda proyectar sus propios sentimientos?

Tom Gauld.- Los personajes de Gorey y Jason tienen caras inexpresivas, y supongo que por eso mi trabajo recuerda a los suyos. Me siento más ligado al estilo cómico y gráfico de Gorey, mientras que en el caso de Jason me ocurre con sus maneras narrativas. Al margen de ellos, también destacaría a Chris Ware, pero en el fondo me gustan muchísimos dibujantes, y a lo largo de los años he podido notar la influencia que han ejercido sobre mis trabajos.

D.F.- En Goliat también se aprecian una serie de cambios gráficos respecto a trabajos anteriores: desde alteraciones en la rotulación –en aquellos pasajes en los que el protagonista lee un texto ajeno, o cuando se extractan pasajes de la Biblia–, hasta la aplicación de un sombreado que contribuye a la creación de una atmósfera más oscura, pasando por la alteración en el color de fondo de los bocadillos, en una secuencia nocturna. ¿Cómo llegaste al convencimiento de que estas opciones encajaban mejor con la historia que pretendías narrar? ¿Por qué en tus proyectos personales sueles decantarte por el blanco y negro o el bitono –Hunter and Painter, The Gigantic Robot, Goliat–, mientras que en las tiras de The Guardian sueles recurrir a una paleta de colores mucho más variada. ¿Se trata de una imposición del periódico, o simplemente crees que encaja mejor con la naturaleza de esa sección?

Tom Gauld.- En general, solía evitar el color en mis cómics, ya que me resultaba muy difícil trabajar con él. Pero a nadie parece importarle que estén en blanco y negro; de hecho, algunos de mis cómics favoritos son en blanco y negro. Por otra parte, en mi trabajo como ilustrador y en las tiras cómicas que hago para The Guardian, los directores artísticos esperan algo de color, y creo que a base de acostumbrarme a ello he mejorado en su aplicación. En The Guardian juego y experimento de forma consciente con el color para aprender; ya son más de siete años encargándome de esas tiras cómicas y, definitivamente, ya me siento más cómodo con el color.

Originalmente, Goliat iba a ser en blanco y negro: me gustaba la simplicidad de las líneas dibujadas con mi rotulador, que eran casi exactamente las que el lector ha podido ver en la versión impresa. Pero cuando ojeaba esas páginas me parecían demasiado frías, como si la historia se desarrollara en Escocia, más que en Tierra Santa. Así que añadí ese tono de marrón cálido, que creo que aporta cierta calidez, haciendo las páginas un poco más audaces.

Gauld, El tío Berni y Puño, durante la presentación de Goliat en Madrid.

D.F.- Aunque evidentemente lo has perfeccionado a lo largo de los años, hace tiempo que definiste la marcada personalidad de tu estilo artístico: una línea fina e invariable, una clara tendencia hacia la iconicidad y la sencillez, y la utilización de colores planos, sin demasiado interés en la definición acusada de volúmenes. En determinadas ocasiones –como en el ya comentado caso de Goliat–, has aplicado alteraciones sutiles; pero a grandes rasgos parece que enseguida encontraste un estilo con el que sentirte cómodo…

Tom Gauld.- Cuando era más joven y estudiaba Ilustración, experimenté y trabajé con diferentes estilos, pero al final ese estilo simple que bien describes es con el que me siento más cómodo. Creo que es una especie de caligrafía. No quiero que mi trabajo permanezca completamente igual, espero que evolucione, mejore y luzca diferente; pero poco a poco.

D.F.- En cuanto al tono y la temática de tu obra, ya hemos comentado cómo juegas con la contraposición entre lo épico y lo mundano, o los grandes y pequeños acontecimientos y sentimientos. Pero otros elementos constantes en tu trabajo son la descontextualización y los anacronismos (ejemplos 1 y 2). ¿Cuál es tu primer intento consciente de jugar con estos recursos?

Tom Gauld.- Sí, es cierto: son cosas que me interesan y divierten, pero no estoy muy seguro de por qué. Creo que incluso mis primeros cómics tienen algunos elementos relacionados con ello.

D.F.- En tu página web y otras redes sociales hemos podido ver las diferentes ediciones que se han publicado de Goliat, como la española, la danesa, la polaca o la alemana. Teniendo eso en cuenta, las diferentes sesiones de firmas a las que has podido acudir y el feedback que has recibido de los lectores a través de redes sociales como Twitter o Flickr, ¿cómo vives la «soledad del dibujante»?

Tom Gauld.- El caso es que disfruto mucho haciendo mi tira semanal para The Guardian o mis otros trabajos de ilustración. Es un proceso que apenas dura un día y, al final de ese día, alguien viene y te dice: «¡Me encanta! ¡Es muy divertido!». Me hace sentir realmente bien y eso es genial. Con una novela gráfica eso no ocurre, porque estás solo, trabajando por tu cuenta, y no tienes a nadie que venga y te dé ánimos. Pero cuando el libro por fin sale publicado, tengo la oportunidad de venir a España a celebrarlo. Creo que necesito ambas emociones y es cuestión de encontrar el equilibrio entre ambas.

Ejemplos de la variedad de formatos con la que trabaja el autor. Fuente.

D.F.- La gran mayoría de tus trabajos prestan mucha atención al diseño, al libro como objeto. ¿Es un aspecto que te interesa especialmente?

Tom Gauld.- Me encanta que la historia comience incluso antes de que hayas visto la primera página. Es como si ya te estuvieras introduciendo en el mundo de ese libro. La idea de que todos los elementos tienen un propósito es muy importante para mí. Afortunadamente, creo que todos los editores de Goliat tienen un gran sentido del diseño, han compartido esa misma percepción y no han puesto pegas a la hora de poner ese enorme y extraño dibujo en la portada. Me fascina diseñar el formato físico del libro, llevar a cabo ese trabajo preparatorio y sentir que cada libro tiene algo que lo diferencia del resto.

J.S.- Aparte de tu primera obra larga, Goliat también ha supuesto tu debut en una gran editorial, en este caso Drawn and Quarterly. ¿Hasta qué punto supone un espaldarazo para tu carrera como autor de cómics?

Tom Gauld.- La ilustración ha sido mi forma de ganarme la vida y, hasta ahora, siempre dedicaba unos tres o cuatro días por semana a esta clase de trabajos, por lo que no me quedaba mucho tiempo para hacer cómics. Es algo que estoy intentando cambiar y, por supuesto, trabajar para Drawn and Quarterly es una parte importante en ese plan de dedicar más tiempo a escribir y dibujar tebeos. Mis cómics autopublicados eran pequeños divertimentos que hacía en mis ratos libres, pero firmar por Drawn and Quarterly y lanzar coediciones en países como España, Francia o Alemania representa el intento de transformar mi hobby en una parte destacada de mi carrera.

Tira cómica con la que se inauguró el imprescindible Tumblr de Gauld. Fuente.© Tom Gauld

J.S.- ¿Hacia dónde te gustaría encaminarte? ¿Piensas mantener tus historias cortas o te apetece más adentrarte en la novela gráfica?

Tom Gauld.- Aún disfruto mucho con las historias cortas y no quiero dejarlas olvidadas en un rincón, pero también me apetece mucho la posibilidad de hacer otro libro como Goliat, o incluso un poco más largo. Mi próxima publicación será una recopilación de mis tiras de prensa para The Guardian, lo cual me va a dejar un poco de tiempo libro para pensar en un nuevo libro. Es todo un reto, me parece muy difícil escribir narraciones largas. Ahora mismo estoy trabajando en algunas ideas y tengo muchas ganas de ponerme a dibujar las páginas, pero sigo atrapado en la primera fase, que es dar con algo original que contar. Es un proceso doloroso [risas]. Hacer historias cortas es muy divertido y las largas resultan mucho más difíciles, pero te sientes genial cuando por fin encuentras algo que funciona.

J.S.- ¿Tienes ya esa idea buena para tu próxima novela gráfica?

Tom Gauld.- No. Creía que la tenía y que, incluso, ya había echado raíces, pero al final se quedó en una historia corta de veinte páginas. Traté de alargarla, pero no me gustó el resultado y no me quedó más remedio que abandonarla. Quizás la retoma como una historia corta de diez páginas, no lo sé… Ahora tengo otro par de ideas, pero no sé cuál de las dos intentaré desarrollar. Hace más o menos un año, durante un viaje a Madrid, dibujé una tira de prensa basada en El triunfo de la muerte, el cuadro de Pieter Brueghel que se exhibe en El Prado. Ahora he vuelto a visitar el museo y me he reencontrado con esa pintura que muestra tantas locuras al mismo tiempo, así que me han entrado ganas de escribir algo acerca de todos esos esqueletos…

Tres tiras cómicas para The Guardian. Fuente (1, 2 y 3). © Tom Gauld.

J.S.- ¿Tienes alguna oferta para publicar en España You’re all just jealous of my jetpack, el libro donde recopilas tus tiras para The Guardian?

Tom Gauld.- Estoy realmente contento de que Goliat se haya publicado en varios países, pero con las tiras tengo mis dudas. Me parecen demasiado inglesas, con referencias muy específicas… Pero al parecer también les han gustado a los estadounidenses. No lo sé. Supongo que mi editorial americana, una vez que lo tenga terminado, empezará a enseñar el libro a sellos de otros lugares, pero de momento no ha habido ninguna oferta concreta.

D.F.- Respecto a tu experiencia en The Guardian, ¿podrías explicarnos el proceso de generación de ideas? ¿Te ha costado adaptarte a los ajustadísimos plazos de entrega?

Tom Gauld.- Creo que la presión es algo bueno. Recibo las cartas el martes por la tarde y la tira debe estar lista 24 horas más tarde. Siempre me dicen que no puedo pedir un día más para hacer mi trabajo, que eso sería un desastre, que deberían recuperar la página de la imprenta y modificarla, pero me entra la curiosidad de si realmente sería algo tan catastrófico. Algunas veces me invento una excusa para ganar un día extra, aunque me lo he acabado tomando como un ejercicio de lectura. Cuando recibo la carta, me voy del estudio, me siento en una cafetería con mi bloc de notas, pienso en el tema en cuestión y empiezo a dibujar hasta la hora de volver a casa. Si me quedara encerrado en el estudio, la presión del plazo de entrega me acabaría poniendo muy nervioso. Con una ilustración no suele quedarme más remedio, pero con la tira del periódico intento reflexionar más, pensar una idea y empujarla hasta conseguir algo más raro o interesante. El proceso empieza con una pequeña idea, un diagrama o simplemente una frase; paso la tarde dibujando y, quizás por la noche, cuando ya estoy metido en la cama, se me ocurre alguna cosa. Me alegro muchísimo cuando consigo la idea buena el mismo martes, porque eso me permite levantarme el miércoles y plasmarla en el papel, pero lo normal es que el martes me acueste sin tener algo completamente perfilado. El miércoles por la mañana me levanto, dibujos unos bocetos a lápiz y utilizo el ordenador para introducir los textos, porque sólo tengo un pequeño espacio para toda la tira y debo asegurarme de que cada cosa esté en el lugar correcto.

Ejemplo del proceso de desarrollo de ideas en su cuaderno. Fuente. © Tom Gauld.

D.F.- Aun así, te gusta mantener el aspecto artesanal del proceso, que no todo tenga que pasar obligatoriamente por el filtro del ordenador…

Tom Gauld.- El ordenador es genial para hacer determinadas cosas. Una vez que has empezado a utilizarlo, se convierte en una herramienta imprescindible para acabar tus trabajos. Por eso trato de evitarlo en la medida de lo posible. Recurro a él para hacer cosas, pero nunca para pensar. Quiero mantener separadas esas dos partes.

D.F.- También realizas ilustraciones para The New Yorker y The New York Times. ¿Has experimentado falta de entendimiento con los editores de estas publicaciones o suelen concederte libertad para hacer tu trabajo?

Tom Gauld.- Con The Guardian nunca hay problemas, les envío la tira y ellos la publican. Una vez me hicieron quitar la palabra «pajillero», lo cual tampoco me importó demasiado; creo que hacía la broma un poco más graciosa, pero tampoco mucho más graciosa, y en todo caso fueron muy comprensivos. Después de eso he dibujado más de trescientas tiras y nunca me han pedido que cambiara nada. Con The New York times es diferente: les mando un boceto, ellos me lo devuelven y me dicen qué debo modificar. Alguna vez me han pedido una tira, pero en la mayoría de ocasiones se trata de una ilustración. Es muy agradable trabajar con ellos y me supone un proceso totalmente distinto, pero prefiero a The Guardian (no se lo digas a los del Times). En cuanto a The New Yorker, ocasionalmente les hago ilustraciones. También te piden que les mandes ideas y, si alguna les gusta, puede que te dejen hacer la portada de la revista, pero todavía no lo he conseguido. Algún día…

Ilustraciones para The New York Times magazine. Fuente. © Tom Gauld.

D.F.- Durante los últimos años has tenido ocasión de participar en diferentes proyectos colectivos, como Project: Telstar, Sturgeon White Moss, Beasts!, Kramers Ergot o The Picture Book. ¿Cómo ha influido el hecho de interactuar –o al menos compartir el mismo espacio físico de un libro– con tantos autores talentosos? ¿Te consideras un autor muy permeable a influencias, o crees que a estas alturas tu estilo ya está completamente definido?

Tom Gauld.- Definitivamente, me inspiran otros historietistas y artistas en general. Seguro que cuando era más joven era más permeable, y quizás en ocasiones estaba demasiado influenciado por el trabajo de otros autores. Creo que, como muchos artistas jóvenes, buscaba ayuda allá donde pudiera encontrarla. Ahora estoy más seguro de mí mismo, pero no por ello me gustaría cerrarme a nuevas influencias.

D.F.-En relación a la pregunta anterior, cabe destacar tu colaboración más directa con tu amiga y colega Simone Lia, junto a la que publicaste First y Second, posteriormente recopilados en Both. Acostumbrado a trabajar en solitario, ¿cómo valoras esa experiencia? ¿Cómo cambió tu perspectiva de la historieta el hecho de comenzar una autoedición a través de Cabanon Press, abarcando tanto los aspectos creativos como los logísticos, puramente editoriales?

Tom Gauld.- Simone y yo hacíamos nuestros cómics de forma independiente, para posteriormente juntarlos hacia el final del proceso; compartíamos estudio, así que hablábamos acerca del trabajo, pero en realidad no colaborábamos en las historias individuales. Fue adorable, especialmente porque por aquel entonces estábamos comenzando nuestras carreras, y por el hecho de tener un socio para esas obras primerizas. Todo era nuevo y muy excitante, y cuando el cómic fue seleccionado por la editorial Bloomsbury, estuvimos en una nube. Desde entonces, creo que nuestros intereses han divergido, así que no hemos vuelto a hacer nada juntos.

Me encanta la autoedición: especialmente preparar, diseñar e imprimir los libros. Lo cierto es que no tengo interés en los negocios, la distribución o las finanzas, así que cuando el cómic empezó a venderse bien, me sentí frustrado porque implicaba mucho trabajo realmente aburrido. Esa es la razón por la que ahora autoedito menos.

Portadas de Gauld para The Iron Man, Los Tres Mosqueteros y la antología Stories.

D.F.- Dejando a un lado la reinterpretación de historias en The Guardian, también estás acostumbrado a trabajar sobre material ajeno en tu faceta como ilustrador: así lo acreditan portadas como las del libro infantil The Iron Man, de Ted Hughes; Los Tres Mosqueteros, de Alejandro Dumas; o Stories, la antología de relatos editada por Neil Gaiman. En diferentes entrevistas has comentado que con este tipo de encargos sientes una mayor presión, ¿tal vez por la responsabilidad de «hacer justicia» a su trabajo?

Tom Gauld.- Sí, definitivamente siento presión cuando estoy haciendo una portada para un libro. Pienso que alguien ha invertido dos, tres o más años en una novela y que yo podría fastidiarlo todo en apenas una semana, con una portada horrible. Sé que ODIARÍA ver una portada inapropiada para alguno de mis cómics. Así que por una parte quiero ser fiel a la visión del escritor, pero por otra parte he sido contratado debido a mis ideas y estilo, y la mejor portada surge cuando intento resultar tan interesante y audaz como pueda.

En ocasiones, las posibilidades de mis propios cómics me inhiben: puedes hacer lo que quieras con un cómic, así que puede ser difícil decidir qué decir, cómo decirlo, etc. Por otra parte, con la ilustración hay muchas más restricciones, pero eso puede llegar a liberarme para, simplemente, concentrarme en hacer una única cosa bien.

D.F.- Ya para finalizar, nos gustaría que nos comentaras el tipo de materiales que sueles utilizar de forma más frecuente, tanto artesanales (lápices, rotuladores, tinta) como informáticos (ordenador, programas de tratamiento gráfico, etc).

[N. del t.: para responder a este apartado, el autor nos remitió a esta entrevista, donde además del fragmento traducido, se explaya acerca de otros temas].

Tom Gauld.- Para dibujar siempre utilizo los portaminas desechables Bic Matic. Para entintar, los bolígrafos Uniball Eye Micro, y el corrector Pentel Micro Correct. Utilizo una Wacom cuando trabajo con el ordenador. En mis sketchbooks, también uso bolígrafos Pilot G-tec C-4. Y alrededor de mi mesa siempre tengo un montón de rotuladores con punta de pincel de Sharpie y Tombow, para garabatear.

El Uniball es mi herramienta preferida. Me gusta la línea plana e invariable que proporciona, y la también es adorable y muy negra. De algún modo, me gusta que la línea (y en cierta manera, todos los elementos técnicos) de mi trabajo sea bastante inexpresiva, simplemente que esté ahí, sin que realmente se perciba. En cuanto al color, suelo añadir rotuladores para abocetar los dibujos hechos con bolígrafo, pero generalmente todo mi color está hecho con Photoshop. Respecto a los cuadernos, utilizo un sketcbook Maruman F2 encuadernado en espiral: son japoneses, y de un tamaño adecuado para mi trabajo (19 x 25cm apaisados) y tienen un buen papel, ligeramente suave. Mis páginas finales las hago en papel de dibujo Daler-Rowney de 96gsm. Y para bocetos y garabatos, folios normales y post-its.

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Daniel Gavilán
23 noviembre, 2012 15:24

 Menuda delicia de ilustraciones. Solo por la ilustración del Arca de Noe y sus tiras cómicas me dan ganas de hincarle el diente al trabajo de Gauld. A ver si con suerte publican You’re all just jealous of my jetpack. Estupenda entrevista, David, como siempre

Xero Fernández
Lector
23 noviembre, 2012 16:01

 Precioso. No conocía a Mr. Gauld y ya quiero poseer toda su obra. Me encanta sobremanera el ojo que tiene para la composición de las páginas y el contenido de las viñetas. Mucha semiótica a la hora de conceptualizar y observo también un vivo mundo interior. Una maravilla para los ojos!

¡Por reseñas y entradas y entrevistas cómo esta es lo que hace diferente a Zona Negativa del resto de Internet! Nunca podré devolveros el debido agradecimiento (:

Reverend Dust
Lector
23 noviembre, 2012 19:01

Me sumo a los entusiasmados por descubrir a este artista gracia a ZN y a esta maravillosa entrevista. Respecto a You’re all just jealous of my jetpack, ya se puede hacer pre-order en BookDepository a un precio majete y en tapa dura. Dependiendo de cómo se den las navidades y cómo pinte el año que viene yo me lo pillo fijo.

¡Muchas gracias, David! 😀

Reverend Dust
Lector
23 noviembre, 2012 19:02

Incluso hay una tira para dedicar a Jorgenexo 😛

Ocioso
Ocioso
Lector
23 noviembre, 2012 19:03

Llevo una temporada merodeandolo pero no acabo de decidirme. Es mucha pasta para un tebeo que tiene pinta de leerse en veinte minutos. Supongo que terminará cayendo.
Otra cosa. Muy chulas las tiras que cuelga en su blog. ¿Habrá oído hablar del Cuttlas de Calpurnio?