Aprovechando la reciente salida de
Entrevista con Alex Orbe.
Es un soleado viernes por la tarde, raro en Euskadi en estas fechas. Hemos quedamos con Alex Orbe en una terraza de un bar para aprovechar la reciente aparición de Sigue a la Hormiga para entrevistarle y repasar su carrera como dibujante. Siempre es un placer charlar sobre cómics e ilustración con un tipo como tan simpático y encantador como él.
Tu primer trabajo relacionado con el dibujo fue en Merlín, el estudio de animación, ¿qué nos puedes contar de aquellos años?
Yo había empezado a hacer cositas ya y en el estudio Merlín estaba mi hermano, así que cuando en un momento dado que tuvieron una carga de trabajo muy fuerte necesitan a gente y me cogieron. Para mí fue un chollo, ya que fue como una academia donde cobrabas.
¿Qué fue lo más destacado de aquellos años?
Me aporto el aprendizaje, la formalidad a la hora de cumplir horarios y un montón de amistades que aún mantengo. Aprendí el oficio. Fueron siete años.
Durante tu carrera has dibujado para casi todos los medios desde storyboards, hasta ilustración infantil, pasando por publicidad, cómics institucionales, etc…
Te voy a dar el titular ahora: soy un mercenario del garabato. (Risas)
¿Qué es lo mejor y lo peor de cada uno de esos medios? ¿Con cuál disfrutas más?
Yo no tengo un estatus en el que pueda elegir entre distintos trabajos, yo tengo que diversificar porque no sé de dónde voy a pagar las lentejas el mes que viene. En general, voy a por lo que me ofrezcan, salvo cosas concretas o que este en ese momento a tope de trabajo, que entonces lo derivo a otra persona. Si puedo cojo todo. Si me pides una cosa muy rara es casi seguro que te voy a decir que sí, porque necesito trabajar todo el rato.
¿En qué medio disfrutas más?
Con el cómic y la ilustración disfruto mucho más. El otro día me pidieron de una revista de Uribe Kosta una ilustración grande y con ese tipo de trabajos disfruto un montón porque sé lo que tengo que hacer en todo momento. En cuando me empiezas a dar otras cosas, como storyboards, el proceso de trabajo me genera más dudas. Sobre todo, sobre como lo va a recibir el cliente. Ahora trabajo también para un estudio alemán y me piden unas cosas muy raras en base a plantillas que ya tienen definidas. Ahí sufro un montón porque nunca sé si lo que estoy haciendo vale para algo, así que cuanto más concreto y cercano sea el trabajo a la ilustración pura mejor.
¿Encaras cada uno de esos encargos de distinta manera?
Claro, la ilustración y el cómic son lo que me gusta y lo disfruto, aunque por mi forma de ser también sufro un montón con ellos, pero soy dibujante para hacer esos trabajos.
Aunque ya se la respuesta que me vas a dar te lo pregunto igualmente, ¿es posible vivir únicamente del cómic?
Yo no, pero tampoco querría vivir solo del cómic. Me gusta alternar, ahora que he acabado Sigue a la hormiga, lo siguiente ha sido un pequeño libro infantil para Elkar y he disfrutado un montón, porque de hacer una cosa que exige tanto como un cómic he pasado a una cosa más ligera y alegre pensada para niños en la que puedo hacer lo que me dé la gana, lo disfruto un montón.
¿Con los trabajos de ilustración no tienes ningún tipo de imposición?
Alguna vez me acotan algo, pero casi me dejan elegir que dibujo quiero hacer. Me dan el texto con huecos donde debería estar el dibujo, pero me dicen es que es orientativo. Así que yo le puedo decir que ahí no, que me gusta más lo de la página anterior para dibujar. Así que lo dibujo donde me da la gana y con los personajes que me da la gana.
Has trabajada en cómics institucionales como Comic desAnudando o empresariales como Team Titans para Comaletech, ¿cómo surgen esas posibilidades porque es un trabajo que el público no ve?
Son trabajos que no se ven en librerías. (Risas) Los Team Titans de Comaletech son una herramienta de marketing que ellos utilizan, la propuesta me llega a través de Hugo Tobio, un diseñador de aquí que es amigo mío. Su empresa trabajaba para Comaletech y ellos le dijeron que necesitaban un ilustrador de cómic y él me recomendó a mí, porque somos colegas y a veces esas cosas hay que valorarlas. Desde entonces llevamos tres números. Son unos comic-books sobre unos luchadores mexicanos pero que a la vez hablan de los valores que tiene la compañía. Los reparten en ferias de su sector y a la gente les gusta mucho, porque es una herramienta de marketing que atrae a la gente ya que no es un triste folleto, es un cómic y el cómic siempre mola.
¿Cómo ha sido el proceso de trabajo?
Me dan el guion hecho y vigilan más el proceso, pero son gente muy simpática.
En el mercado francófono has trabajado en La Nouvelle Guerre des Boutons y en la serie Le Bourlingueur, ambas adaptaciones de otros medios, ¿cómo te surgen esos encargos?
En La Nouvelle Guerre des Boutons tenía que entintar los dibujos de otra persona en un trabajo en cadena que había que hacer muy rápido para que coincidiera con el estreno de la película. Llegue a él porque un dibujante catalán no podía asumir este trabajo y me recomendó a mí. Fue un trabajo de dos meses, una cosa un poco rara.
A Bourlingueur llego a través Munuera, el editor le pedía cosas, pero a él no le interesaban y les puso en contacto conmigo. Me hicieron una prueba e hicimos dos álbumes de la serie. Son muy malos y la editorial es atroz. No quiero volver a verlos en mi vida. (Risas) Lo mejor fue que trabaje con Alex Sanvi, que hace el color, y siempre que trabajas con amigo esta genial.
Tu estilo se adapta muy bien a ese mercado, ¿no ha existido la posibilidad de seguir trabajando para ese mercado?
No, tengo la sensación de que soy un dibujante regional. No salgo de mi comarca. (Risas)
Bueno Los enciclopedistas también se ha publicado en Francia. ¿Qué tal ha funcionado?
Me imagino que mal, porque lo edito un subsello de Hachette, que es un editorial enorme similar al grupo Planeta, y fue uno de sus primeros lanzamientos. La promoción fue muy pequeña, no me invitaron a firmas y no se aprendieron ni mi nombre bien porque en Instagram no me etiquetan bien, ponen Axel en lugar de Alex. Mi sensación con el mercado francobelga es maravillosa. (Risas)
Los enciclopedistas es una obra que contó con una de las becas del gobierno vasco, ¿Qué supuso para ti esta beca? ¿Tuvisteis total libertad para trabajar?
José A. Pérez Ledo ya tenía el proyecto hecho, se lo comentó a Fernando Tarancón de Astiberri y se pusieron a buscar un dibujante, como no encontraban a ninguno lo hice yo. (Risas) Con el proyecto ya más avanzado y con el acuerdo de publicación cerrado con Astiberri, presentamos el proyecto a la beca y me la concedieron.
¿Una vez concedida la beca hubo algún tipo de control sobre el proyecto por parte del Gobierno Vasco?
Me llamaba Urkullu todas las semanas para ver que decíamos. (Risas)
Los enciclopedistas está protagonizado por una mujer, algo poco habitual en la época, ¿ya estaba pensado desde el origen del proyecto?
Eso es aporte de José. Teníamos muy claro que sin una presencia femenino la historia iba a quedar tan machirula que nos daba hasta mal rollo a nosotros. Además también queríamos que se viese también el ambiente de la calle no solo el burgués. Ella es de clase baja, así que nos permitía ver el contraste entre la vida en las callejuelas y en las grandes mansiones.
¿Fue muy complicado el proceso de documentación?
¿La versión larga o la corta? (Risas). Fue un coñazo. (Risas). Al final tiramos de documento audiovisual. Hay muy pocas películas ambientas en esa época en concreto, pero treinta años después en plena Revolución francesa, sí que hay muchas y las modas no cambiaban tanto como ahora. Hay una serie de dos o tres episodios que hizo la televisión francesa, que se puede ver en youtube, sobre la revolución que está guay, con mucho presupuesto, buenos actores… en la que me fije mucho. Tambien vi mucho la película El perfume que está ambientada en esa época y que tiene muy buen diseño de vestuario. Además del cine, tambien he mirado cuadros. Y luego buscaba cosas concretas como la forma de una imprenta de la época o fotos de Versalles.
Para eso internet ha sido toda un mejora.
No sé cómo lo hacían antes, me parecen superhéroes. Yo me acuerdo de uno de los cómics de Bernard Prince dibujado por Hermann en el que salía un tren de vapor abandonado que ponen en marcha los protagonistas que esta dibujado de la hostia, había poca información, pero la sabían usar y no perdían el tiempo en internet, nosotros estamos condenados a procrastinar muchísimas más horas. Supongo que encontraría unas fotos o una maqueta y tira millas, sin mirar a ver si era exactamente el tren que tenía que ser.
En Los enciclopedistas pensábamos que algún experto podía encontrar algún fallo de este tipo, pero por suerte o por desgracia, ningún experto en la época se lo ha leído. Algunas cosas están inventadas directamente. Luego hay cosas con las que me volví loco como la imprenta o las lámparas de las calles de París que estuve un día entero buscando como eran, hasta que encontré un grabado antiguo donde explicaban que iba colgadas de lado a lado. Hay cosas sobre las que te documentas mucho, pero no puedes estar así con las ciento veinte páginas porque no acabas nunca.
Además, no te compensa económicamente.
Ya te digo yo que no. Hacer cómics no te compensa económicamente nunca. Bueno a los que trabajan para Francia sí, pero para editoriales de verdad.
Tanto en Los enciclopedistas como en Sigue a la hormiga has trabajado con escritores que nunca había realizado un cómic, ¿has tenido que tutelarles de alguna manera?
Los dos son gente inteligente y culta que lee cómics. Así que forma intuitiva ya sabían cómo contar una historia, a Unai le he tutelado, por decirlo de alguna forma, un poquito más porque era más inseguro, pero José lo tenía superclaro todo. Con Unai ha sido distinto porque, a diferencia de con Los enciclopedistas que José ya tenía el proyecto pensado, con Sigue a la hormiga, aunque es una idea suya, discutimos mucho antes que escribiera el guion. Ha sido un proceso más colaborativo, que no es ni bueno ni malo.
En ninguno de los dos hay esa sobreabundancia de textos tan molesta.
Cuando trabajo con un guionista que no conoce el medio, con Xabiroi he hecho muchas historias cortas con gente que es ajena al cómic, les suelo decir que si los personajes van a decir dos frases en la misma viñeta con actitud diferente es mejor separarlo en dos viñetas. Es de lo poco que les digo. Y en lo demás, intento yo adaptarme al texto, aunque veces alargo o comprimo alguna secuencia, pero pido permiso y nunca hay problema, claro.
¿Has podido colaborar en los guiones más allá de en la narrativa?
He aportado algunas cositas, pero más porque yo buscaba documentación para cosa y encontraba cosas y le decía a José “mira lo que acabo de ver” y cuando le gustaba lo incorporaba al guion, porque tenía toda la escaleta hecha, pero fue escribiendo de secuencia en secuencia, así que nos daba tiempo a introducir cosas nuevas. Pero es poquito lo que yo he aportado. En el Unai sí que en las primeras discusiones aporte algunas cosas, pero no recuerdo que cosas tomo él y cuales no, pero en los dos casos ha sido muy fácil la comunicación con ambos y ha habido muy buen rollo. Yo me lo he pasado muy bien. He aprendido un montón.
Siempre has trabajado con guionista, ¿no tienes interés en contar alguna historia propia?
Me da mucho pudor porque creo que ya matamos muchos árboles. (Risas) Igual algún día, porque, por supuesto que, tengo muchas historias e ideas apuntadas. En Google drive tengo un montón de documentos sin título con ellas y algunas bastante desarrolladas, pero mientras siga pudiendo trabajar con gente a la que admiro…
Sé que a mí como guionista me voy a respetar menos, voy a ser menos cumplidor porque voy a confiar menos que en el guion de otra persona. Yo tengo el síndrome del impostor muy desarrollado, así que hacer yo un guion me haría desconfiar mucho del él. En Xabiroi he hecho alguna cosa cortita, pero casi por salir del paso porque había prisa con las fechas de entrega para cerrar el número, algún gag suelto. Algún día lo haré, pero cuando sea mayor. (Risas)
¿Cómo comienzas a publicar en Xabiroi?
Me llamo Dani Fano, el director, que me debió conocer por Sanvi o vería mi trabajo en internet. En Xabiroi hay un problema y es que son cuatro números al año con pocas páginas y en Euskal Herria somos muchos los dibujantes, asi que como dice Dani no es a quien meto, si no a quien saco. Yo de vez en cuando hago alguna historietilla corta.
Volviendo a Sigue a la Hormiga, ¿crees que ser padre ha influido en tu forma de contar esa historia?
Sí, además tanto Unai como yo somos padres de niñas. No hemos hecho una historia sobre una madre porque somos padres y nos parecería impostado. Queríamos hablar de lo que conocemos y eso lo conocemos superbién. En el cómic pasa lo contrario, pero una vez que eres padre tienes que asumir unas responsabilidades de las que antes estabas liberado. En el cómic hablamos de lo que pasa cuando un padre no lo asume.
La que tira de la familia es la niña.
Claro, hay que seguir a la hormiga.
Efectivamente. ¿Por qué ese título?
Unai estuvo mucho tiempo comiéndose el tarro con el título. Sacaba títulos, pero ninguno le acababa de convencer. Durante mucho tiempo se titulaba de otra manera. De hecho, cuando pedí la beca del G.V. todavía se llamaba Arrakalak eta ama. Pero al final lo descartamos y encontró este título que le parecía que encajaba muy bien con varias de las cosas que pasan en el cómic como que la niña tiene que madurar antes y tirar del carro. Y es muy sugerente, a mí me parece que suena bonito.
La obra trata entre otras muchas cosas sobre la “esclavitud del trabajo” parece que hay que elegir entre vivir y trabajar, ¿crees que estamos ante un mundo cada vez más deshumanizado?
Tambien somos hormigas. En la obra esta llevado al extremo, pero sí que es un poco así. Conciliar es muy complicado para todos, más en este verano de confinamiento donde no había ningún sitio donde llevar a las niñas. Hace poco leía que en el medievo un campesino trabajaba menos horas que hoy en día. Hace treinta años en mi casa vivíamos siete personas con un único sueldo y ahora trabajando dos vivimos cuatro y llegamos justos a fin de mes. No sé si es que ahora somos muy tontos o cortamos muy pocas cabezas. En los últimos años todo se ha disparado como sucede con la luz ahora.
En esta obra consigues hacer bien algo que no todo el mundo puede como es dibujar bien a los niños pequeño, ¿qué es lo más difícil de dibujar para ti?
Yo creo que tengo el problema contrario. Dibujo muy bien los niños, pero los adultos me quedan demasiados simpáticos, poco agresivos, poco duros, poco secos. Una de las críticas de Los enciclopedistas en Francia fue que eran todos muy simpáticos, hasta el asesino.
Pero eso un debe de mucho comic francobelga en donde los malos siempre tienen cara de malos y se le ve a la legua.
Sí. Es como las pelis de James Bond donde todos los villanos tienen un defecto físico y se está dando la imagen que todos los que tienen defectos físicos son unos cabrones. Pero es verdad que el dibujo es un lenguaje icónico en el que tú lanzas unos mensajes y lector tiene que recibirlos rápidamente. Creo que era Scott McCloud que decía que en los mangas sabes a primer vistazo quien es el héroe, quien el villano, el gracioso… algo que tambien es importante saber manejar. Yo creo que mis malos me quedan un poco flojos, tengo que mejorarlos.
Y los niños me quedan bien porque he hecho mucha ilustración infantil. De hecho, cuando tuve a mis hijas se parecían a mis dibujos y no al revés. (Risas) En serio, algunas veces me preguntan si en esta obra había dibujado a mi hija, pero no había nacido todavía. (Risas) Las hice muy bien. (Risas)
¿Sigues dibujando en papel o te has pasado al digital?
Con el confinamiento me pase al IPad y lo que iba ser para probar ha hecho que ya no tenga ni un solo folio en la oficina. De Sigue a la hormiga hice las ocho primeras páginas en papel y el resto está todo en digital.
Eso tiene la pega de que pierdes la posibilidad de vender los originales, aunque no sé sí es tu caso.
De Los enciclopedistas vendí uno, así que… (Risas) Con este solo tengo ocho así que, si vendo uno, ya es un porcentaje mucho mayor. (Risas) Tampoco los pongo en ninguna tienda. Mis originales son limpitos, no tienen mucho valor yo no compraría ninguno de los míos, aunque me gustan mucho y tengo un montón de dibujos de autores españoles amigos. Me encanta verlos, pero no soy comprador. Si alguien me pide uno se lo vendo encantado.
Tambien te encargas de colorear tus obras, ¿Cómo lo haces?
Es digital. El color digital ha democratizado que los cómics de gente muy torpe como yo parecen una cosa resultona. Ahora solo los grandísimos artistas colorean a mano, porque creo que no compensa.
En tu caso a diferencia de otros autores el color digital resulta natural y no artificial, aunque tambien influye que usa colores planos.
A mí me gusta mucho el dibujo y para mí el color es secundario, entiendo que tiene un valor dramático y narrativo, pero no me gusta recargarlo ni tapar el dibujo con el color. Yo lo tengo superclaro, nunca voy a hacer un color muy recargado porque no me interesa en absoluto. Me gusta el dibujo.
Tu nick en Twitter es @gastonelgafe, ¿Es Franquin el mejor dibujante de la historia?
La duda ofende. Me parece que es imposible hacerlo mejor. En Gastón eran gags, pero están muy bien contados, en Spirou que era más aventuras está superbien contado. En Z de Zorglub cuando usan la Zorglonda para paralizar a la gente consigue que realmente parezcan realmente paralizados, mientras que cuando narra acción tienen un dinamismo espectacular, ¿quién más puede hacer eso? Lo difícil que es dar dinamismo y él consigue dar tanto que cuando ves un personaje parado dices parece que lo ha tallado en piedra. Supongo que ha hacia mil bocetos y era un loco buscando el acabado perfecto
Yo creo que también influye que, como tú, había trabajado en animación.
En animación se habla mucho de generar la anticipación del movimiento, buscar la postura más dinámica. Es verdad que es muy importante. Yo tampoco he sido animador puro, pero sí que me gusta eso en Franquin, Peyo o Morris trabajaron en animación y su mayor influencia fue Disney.
¿A que otros autores sigues aparte de Bruno Duhamel, que sé que te gusta mucho como a mí?
Leí tu crítica de El Viaje de Abel el otro día, la podía haber firmado yo. Jamás me encanta. He hablado un par de veces con él vía chat. ¿Quién más me gusta? Yo no voy tanto por el dibujo sino por la narración del cómic en sí. Leo mucha novela gráfica y BD, pero pico de todo. Me gusta mucho Peeters sobre todo lo que hace con el pincel que lo deja fluir, Bohomme tambien me gusta mucho. Tambien me gustan mucho lo que hacen Blain y Turconi. De Blain me mucho ese acabado tan suelto, pero tiene pinta que es muy buscado a diferencia de Turconi que hace casi solo bocetos, pero los deja muy bien. Además me encantan los underground americanos y algunos mangakas.
Esa era la última pregunta que tenía así que muchas gracias por tu atención.
A vosotros.
Tras la esta última pregunta toca apagar la grabadora y seguir con una charla mucho menos estructurada y formal, pero igual de apasionante.
Enlaces de interés.
Reseña de Los enciclopedistas de Diego García Rouco.
Blog de Alex Orbe.
Cómic digital desAnudando.
Reseña Sigue a la hormiga.
Gure tiene que marcar el camino.
«Tendremos que seguir andando.»
Sigue a la hormiga nos cuenta dos historias en paralelo, algo que se ve desde la preciosa portada. Por lado tenemos la historia de un padre y su hija de ocho años Gure, que viven en una casa que se cae a pedazos en medio de la nada en un paisaje natural. Allí esperan la vuelta de la madre que un día desapareció sin que ninguno de los dos supiera las causas, una ausencia que marca su día a día ya que, ha dejado al padre completamente paralizado incapaz de avanzar ni de asumir las responsabilidades que le tocan. Algo que provoca que sea Gure quien deba tirar de la ambos. Por el otro lado tenemos a una mujer atrapada en un trabajo administrativo del que nunca se puede zafar y abandonar el edificio para volver a casa.
Esta obra es el debut como guionista de cómics de
La historia está contada a través de los ojos de Gure con esa inocencia e ingenuidad que tienen casi todos los niños, capaces de convertir situaciones de los más adversas en juegos. Todo un acierto que llena la historia, pese a todo, de un optimismo contagioso.
Sigue a la hormiga es una historia que habla sobre la paternidad y la asunción de responsabilidades que conlleva, aunque el protagonista no lo haga y opte por un autoencierro en sí mismo del que queda preso, provocando que sea su hija quien deba asimilarlas forzándola a madurar antes de tiempo. Pero también trata sobre las ausencias y perdidas de seres queridos y como tratar de sobrellevarlas. Además, tambien se cuestiona los modelos laborales actuales, que no dejan espacio para la conciliación y ni para el ocio, creando una clase de trabajadores que solamente viven para trabajar. Un modelo totalmente deshumanizado que urge cambiar sino queremos construir una sociedad de muertos en vida.
Alex Orbe firma su mejor trabajo en cómic hasta la fecha. Nos trae una obra llena de detalles en la que muestra su capacidad para dibujar todo tipos de escenarios, desde el entorno natural donde viven los protagonistas hasta el edificio ministerial de oficinas pasando por una maravillosa secuencia en un mercado. Opta por una narrativa muy clara, sin que sus composiciones de página resulten planas y monótonas. Como siempre destaca su habilidad para dotar de movimiento a sus personajes, firmando algunas secuencias fantásticas, como por ejemplo en las que Gure pasa su tiempo jugando sola, pero también está muy bien en las escenas más paradas. Además, todos los personajes resultan tremendamente expresivos y cuentan con unos diseños muy logrados, sobre todo la abuela y Gure.
Harriet Ediciones hace una muy buena edición como es habitual en ellos. Además de la historia el tomo incluye varios bocetos en los que se cómo ha sido el proceso del dibujo.
Sigue a la hormiga es una gran historia que pese a lo que pueda parecer no está dirigida a un público infantil, aunque tambien la puedan leer los peques. Ojalá no quede sepultada entre la montaña de novedades que inundan las librerías estos días.
Lo mejor
• Gure es absolutamente genial.
• Una historia intimista y reflexiva sobre las ausencias y las esclavitudes que nos impone el trabajo.
• Lo bien que está Orbe en todos los aspectos, en particular en las escenas de juegos de Gure.
Lo peor
• Que la sensación de que se trata de una historia infantil pueda alejar a algunos lectores.