Entrevista Luis Dúran.
Con motivo de la publicación del cuatro álbum de Orlando y el juego hemos tenido la suerte de poder hacerle una entrevista a Luis Durán, en la que además de hablar de Orlando, repasamos sus casi treinta años de carrera.
Zona Negativa: Empezamos por una pregunta un poco tópica, ¿qué cómics y autores admirabas de pequeño y cuáles han sido los que más te han influido?
Luis Durán: Comencé leyendo Joyas literarias juveniles dibujadas por Cassarel, Antonio Pérez y otros, también El Jabato y el Capitán Trueno de Víctor Mora, La Mosca Humana… Mortadelo y cosas así. De los Mortadelos semanales, aunque primero buscaba a Vázquez, a Ibáñez, a Raf, ya me llamaban mucho la atención unos dibujos muy raritos, de una serie que se titulaba Comanche. Me atraía mucho aquel estilo medio expresionista, y que ahora me recuerda a las esculturas como descompuestas que hacía Miguel Ángel ya al final de su vida. También descubrí ahí, en los Mortadelos a Giraud y a su Teniente Blueberry. Después conocí a través de Vértice a Spiderman que también me enganchó mucho y ya de ahí, a eso de los 12 años conocí los tebeos de Warren a través de Toutain y de sus revistas, Creepy y 1984 además de algunos Vampus y Rufus que me cambiaba el peluquero de mi barrio y ahí ya aluciné y me puse a dibujar cómics y no he parado hasta hoy. Yo creo que ya iba un poco enfilado astrológicamente hacia el colorín nada más nacer, porque cumplo los años el mismo día que Tardi, que Robert Crumb… Con 12 años ya me estaba presentando a los concursos de cómics que organizaba Toutain. Enviaba cómics imitando a Corben. Además de Corben me gustaban también muchísimo Martín Salvador, Auraleón, Ortiz, Mandrafina, Carlos Giménez, Breccia, Wrightson y otros muchos más que descubrí después a través de Totem. Sin embargo, curiosamente de pequeño nunca me interesaron tebeos tipo Tintín, Asterix,… me resultaban muy fríos, no me decían nada, ni entraba ni logro entrar ahora tampoco en ellos. Sin embargo, me releo un Capitán Trueno y sigo encontrando algo.
ZN: Lo primero que me gustaría saber es sobre tu forma de trabajar. ¿Cuál es el proceso que sigues en cuanto a construcción de guion y dibujo?
L.D: Comienzo anotando ideas, palabras sueltas, o el esbozo de un personaje al que podría dar forma en un futuro tebeo, lo normal. Cuando tengo ya varias páginas de mi libreta emborronadas con palabras, tachones y flechitas, rescato lo que creo que se puede salvar y ya, desde ahí, voy avanzando y probando, mezclando fragmentos de diálogos con esbozos de posibles escenas, perfilando personajes que podrían aportar algo a la historia y también cosas que le podrían suceder a esos personajes… y así hasta que la estructura de la historia se va forjando poco a poco. Cuando tengo la historia construida hago el storyboard donde ya transformo todo en secuencias de viñetas. Aquí el detalle gráfico es mínimo, los personajes son antenas apenas distinguibles unos de otros salvo por un sombrero u otro detalle aunque sí que concreto todo lo posible aquí, durante el storyboard las escenas, secuencias… Después hago los lápices donde siempre dejo todo ya muy muy definido. Los lápices son mi verdadero campo de batalla. Ahí es donde controlo el lugar que deben ocupar todos los diálogos y compruebo si realmente funcionan los tiempos y los planos, elegidos previamente durante la realización del storyboard, para las distintas secuencias. Durante los lápices realizo muchos cambios respecto al storyboard. Después ya con los lápices finalizados, entinto con pinceles, rotrings y plumillas. También uso esponjas y pedazos de tela para hacer texturas, témperas blancas para matizar luces, tippex para cubrir algunas líneas… He llegado a dibujar texturas con la hombrera de una chaqueta vieja. Siempre trabajo en A3. Después escaneo la página ya entintada y la coloreo digitalmente.
ZN: Tus obras se suelen desarrollar en el pasado, ¿cómo decides la época y los personajes?
L.D: Bueno, antes de comenzar, por lo general ya tengo bastante claro si voy a meterme en un western o en una historia medieval… Sí que me ha sucedido en más de un cómic que a medida que iba esbozando el guion, la época me bailaba un par de siglos hacia atrás o hacia delante bien porque le venía mejor a los personajes o a la propia trama. Por lo general se me ocurren más historias ambientadas en épocas pasadas que en la actualidad y lo cierto es que también me atraen mucho más. Entretiene lo suyo desarrollar y buscar la documentación necesaria para lograr hacer creíbles historias sobre periodos más añejos; de hecho salvo algunas historias que he incluido en Orlando y el juego, me parece que los únicos libros que he realizado ambientados en la actualidad son El martín pescador y Una colmena en construcción. Quizás, inconscientemente, albergue la creencia de que en otras épocas había mejores historias que contar.
ZN: Eres uno de los primeros autores que comenzaron a publicar novela gráfica en España de forma regular, ¿has notado algún cambio de cómo se aprecia tu obra desde Vanidad a Orlando y el juego?
L.D: Bueno, al principio cuando publiqué Vanidad y La tierra negra fue un poco extraño porque no había aún autores nacionales editando de esa manera, no estaba todavía de moda por aquí publicar títulos de casi 100 páginas, que por aquel entonces eran muchísimas para un tebeo. En Francia sí que estaba L’Association sacando cosas en formato novela gráfica pero por aquí, por lo general, todavía se llevaban las grapas y el formato BD europeo. Y yo me puse a publicar tomos de 100 y a veces hasta de 160 páginas y además, uno detrás de otro. El mundillo del cómic creo que todavía estaba con la resaca de las revistas. Y no fue solo una incongruencia en cuanto a formato, además es que mi dibujo era muy personal y no demasiado académico en mis primeras novelas gráficas, así que bueno… había opiniones enfrentadas. Yo creo que con los años más o menos he encontrado mi espacio y poco a poco he ido logrando ganarme a un público, pequeño pero muy fiel, que aguarda con ansia cada nueva obra y eso me ha permitido poder continuar publicando y que al menos en España no me hayan faltado, hasta la fecha, editores interesados en publicar mis libros.
ZN: ¿Con qué obra sientes que ya estás consolidado como autor?
L.D: Yo creo que fue hacia 2001, cuando Jesús Moreno a través de su editorial Sin Sentido publicó Vanidad. Con este libro logré en el Salón Internacional del Cómic de Barcelona el Premio a Autor Revelación y la nominación a Mejor Guion Nacional. Por aquel entonces ya llevaba publicando unos 15 años y mis historietas habían salido en el Makoki, el Diario Vasco, el Diario de Burgos, el TMEO, y en cientos de lugares más, incluso me había autoeditado cuatro comic books creando para ello mi propio sello, Mancuso Comics. Pero nunca hasta entonces un evento de la talla del Salón Internacional del Cómic de Barcelona se había hecho eco de mi trabajo. Aquello era casi como si te coronaran como autor profesional. El Salón Internacional del Cómic de Barcelona por aquel entonces, te hablo de 2001, era importantísimo, ahora, al no ser ya el único encuentro comiquero, recibir un premio allí ya no es lo mismo, no es ya tan relevante. Ahora hay tantos Salones y encuentros, premios y jornadas…
ZN: ¿Crees que alguna de tus obras hubiera debido tener algo más de reconocimiento?
L.D: Bueno, pienso que obras como Volátil (Ediciones de Ponent), El martín pescador (Dolmen), Caballero de espadas (Planeta DeAgostini), El mago descalzo (la Cúpula) o la más reciente Una colmena en construcción (Norma Editorial), son obras que a pesar del trabajo, mimo y esfuerzo que se aprecia enseguida que hay en cada una de sus páginas, no tuvieron la promoción necesaria. Y tampoco se les hizo demasiado eco en los soportes destinados a la historieta que todos conocemos; me refiero a blogs, revistas y espacios donde se habla de tebeos y de novedades de cómic. Y, aunque tengo la suerte de tener a ese pequeño grupo de lectores que me leen y del que te he hablado antes, sí es cierto que me he sentido a menudo bastante al margen de lo que digamos es el propio medio en sí. Y es que este mundillo del cómic que tenemos en España me resulta ya bastante cansino y endogámico; da la sensación de que la crítica especializada de este país son una secta de seis blogueros con preferencia hacia dos editoriales y amiguetes y ya está, así que tampoco me merece demasiado la pena aguardar mayor reconocimiento por mis obras estando así la cosa. Hace ya años que solo me interesa el lograr hacer cada vez un libro un poco mejor que el anterior, de evolucionar narrativa y gráficamente por respeto a los que me leen y a mí mismo.
ZN: Apenas has colaborado con otros autores ¿Falta de más propuestas interesantes o alejamiento interesado?
L.D: Lo cierto es que varios autores me han pedido guiones y otros, me han ofrecido los suyos para que sea yo quien los dibuje pero por ahora prefiero continuar escribiendo y dibujando mis propias historias.
ZN: Parte de tus obras han sido publicadas en el mercado francés, sin embargo creo que nunca has trabajo directamente para ellos, ¿nunca te lo han propuesto o la propuesta no era lo suficientemente atractiva?
L. D: Sí, en Francia se han editado La ilusión de Overlain, Antoine de las tormentas y los primeros tomos de la serie que ahora mismo estoy realizando Orlando y el juego. Pero directamente para Francia no he trabajado nunca. Envié proyectos en más de una ocasión y también me acerqué en varias ocasiones hasta Angoulême con páginas, pero nada, me decían que ya me llamarían mientras tiraban mi book a la papelera. Siempre me dio la sensación que los que están en los stands de Angoulême valorando los trabajos de los autores no podrían comprar tu trabajo por mucho que les gustara ya que los que realmente deciden en las editoriales están en la otra carpa, en el espacio internacional, haciendo sus negocios. Vamos, que creo que ir a Angoulême a mostrar tu obra sin un contacto previo, sin una recomendación, sin conocer a alguien es un poco perder el tiempo o al menos esa sensación me ha dado a mí siempre que me he acercado… Por otro lado, Francia hace mucho tiempo que dejó de ser una panacea (si es que lo fue alguna vez) y como no hagas alguna cosa con un estilo Disney o con un trazo tirando a algo impersonal y escribiendo más bien un topicazo, probablemente vuelvas aquí con el proyecto bajo el brazo. Pero yo creo que a estas alturas cualquier escritor, ilustrador, dibujante de tebeos, director de cine… más o menos sabe que en el ámbito creativo cada vez interesa menos lo creativo.
ZN: ¿Qué grado de decisión tienes en la edición de tu obra en cuanto a formato, páginas, etc…?
L. D: Hasta ahora ha sido total, ningún editor me ha sugerido por el momento que reduzca páginas a un libro para abaratar costes o que lo deje en blanco y negro si yo sentía que el color iría bien a la hora de comunicar la idea general del libro. Quizás sucede que, al contrario que en los tiempos de Bruguera, al no existir ahora una industria de cómic potente, todo esta derivando bastante hacia lo artesanal, hacia el libro exquisito y ahora se nos permite a los autores mimar a nuestras anchas cada libro o al menos eso sucede conmigo. Los editores que me editan saben lo que hay, que tengo un reducido número de lectores y que conmigo no van a hacerse millonarios pero que tampoco van a perder dinero así que a nivel de contenidos, extensión… siempre me han dejado hacer. Semanas antes de ir a imprenta a veces algún editor pregunta que en cuántas páginas se me ha quedado al final el libro, y que si va a ser a color y yo le respondo que me ha salido un tebeo de más de 300 páginas y que sí, que va a ser a color y ponen cara de susto, pero nada más. Recuerdo un editor que me escribió diciéndome: Oye Luis, la semana que viene meto en imprenta un libro tuyo de 250 páginas en cartoné y todavía no es que no haya visto una sola página… ¡es que no me has dicho ni como se titula, tío! Con Lorenzo Pascual de Diábolo, después de cuatro libros, solo tratamos antes de comenzar si era o no viable económicamente que la serie saliera en cartoné en lugar de en rústica con solapas. En todo lo demás hemos estado de acuerdo. Y así más o menos en todas las editoriales. Incluso cuando publiqué en Planeta de Agostini o en Norma… me hacían sugerencias pero me dejaban vía libre en todo.
ZN: Tus últimos trabajos son a color, pero el uso que haces del color es más narrativo que descriptivo. ¿Ha cambiado tu forma de plantear una obra el saber que será publicada a color?
L. D: No he cambiado mis planteamientos demasiado porque continúo dándole prioridad a la línea, a la mancha negra, al entintado. No me veo prescindiendo de la línea por el color. Me gusta darle contundencia gráfica a mi trabajo con la mancha y la línea negra.Pero aunque el trazo gráficamente para mí es lo prioritario, el color también me viene de perlas porque me ayuda a que el lector vea mejor los distintos elementos de cada viñeta ya que yo cada vez lleno con más y más detalles cada dibujo así que el color me ayuda a resaltar los distintos elementos gráficos contenidos en cada página y sí, también me ayuda a describir el estado emocional de cada personaje. Para mí el color es una parte más de la historia, del tebeo. Es un poco… coguionista porque aporta al lector mucha información de cada uno de los personajes, de sus estados emocionales, de sus intenciones y lo hace además sin palabras, anclando directamente esta información en el subconsciente de cada lector de manera instantánea.
Zn: Tus obras no suelen ser fáciles de explicar ya que siempre suelen ser más de lo que parecen, ¿cómo definirías Orlando y el juego?
L. D: De entrada es una serie de ciencia ficción sobre fractalidad y mundos paralelos pero lo que hago es utilizar este formato, presuntamente de ciencia ficción, para narrar un montón de historias que no lo son. He incluido muchas historias de corte histórico, costumbrista… y además de estas historias autoconclusivas, narro también una historia que va desarrollándose y evolucionando a lo largo de los cinco tomos y que he ambientado en el ocaso de la Edad Media. En este cuarto tomo que se publica en unos días cuento la historia de un cantautor en la España de los años 70, también narro la historia de un bufón y su monito Seferino en plena época barroca. En los anteriores libros cuento otras historias como la de una revolucionaria guerrillera venezolana o la historia del Jaro, que fue un delincuente del Madrid de los años setenta, o la historia de un esclavo en una plantación el sur de Virginia en el siglo XIX o la historia de un escritor que prepara su última novela mientras veranea en una isla de Oceanía, la historia de un pastor, la historia de una inclusa… y todas las historias aunque de entrada parecen independientes están ligadas a través de los devenires de Marcel y Orlando, son pequeños fractales unas de otras. Cada vez que sale un nuevo libro de la serie y el editor me pide una sinopsis todavía me resulta difícil explicar de que va todo esto. Lo dije en otra entrevista, es como intentar meter un elefante en una lata de sardinas. De hecho, entre documentarme para tantas historias y ambientaciones y desarrollar tantos personajes y dibujar las 1300 páginas que conforman la serie, al final, me esta llevando más de una década de trabajo.
ZN: Con Orlando y el juego afrontas por primera una serie de continuará ¿Cómo lo afrontas tras una carrera de historias autoconclusivas ?
L. D: Veía que todos mis autores preferidos se habían embarcado en alguna serie a lo largo de su vida. Rosinski tenía su Thorgal, Giraud su Blueberry, Hermann su Comanche y sus Torres de Bois-Maury… Me apetecía mucho tener yo también unos personajes fijos y ver como evolucionaban a lo largo de los años, de todos modos le di muchas vueltas antes de meterme de lleno a hacer una serie de 5 tomos para un mercado tan reducido y limitado como es el mercado español. Aquí cuando sale el tercer tomo ya solo encuentras los anteriores libros a través de Amazon, así que es muy difícil que nuevos lectores se vayan incorporando a medida que se va desarrollando la serie. Pero sucedió que cuando finalicé Una colmena en construcción y me puse a escribir lo que iba ser mi siguiente libro y vi que aquello crecía y crecía y que el único modo de contar aquella historia era serializándola, en lugar de echarme atrás me dije, mira ahí tienes tu serie. Y hasta hoy. Luego ha ido todo un poco rodado porque aunque era un proyecto muy arriesgado ya que al ser serializada los lectores tendrían que aguardar varios años un desenlace, contra todo pronóstico enseguida conseguí editor. Lorenzo de Diábolo se animó en cuanto le hablé del proyecto y al final pues, la cosa está saliendo.
ZN: El dibujo tiene variaciones en función de la época en la que se desarrolle la historia, algo que me encanta, ¿es uno de los alicientes a la hora de realizarlo?
L. D: Sí, algunas historias requerían un estilo de dibujo algo más naíf que otras, por ejemplo a la parte medieval le aporto más realismo al dibujo que por ejemplo a una historia sobre la revolucionaria venezolana en el siglo XIX que aparece en el tercer tomo, y que al ir narrada como por un contador de cuentos ambulante le iba mejor un dibujo más infantil. En general cada vez intento esmerarme más técnicamente, y esta evolución gráfica ha ido creciendo y madurando a la par que también ha ido evolucionando mi manera de escribir. Creo que ambas facetas han ganado en profundidad, pienso que guion y dibujo se complementan cada vez mejor en mis tebeos, que van cada vez más de la mano. Hace años incluía muchos menos contrastes gráficos de luces y sombras en mis páginas y también en mis guiones. Ahora, a la hora de entintar disfruto mucho sombreando, manchando y tramando de manera manual lo que además de dar más plasticidad a los dibujos, aporta al guion un mayor dramatismo cuando este lo requiere.
ZN: De nuevo tenemos una historia con dos personajes protagonistas bastante distintos, algo común en tus obras, ¿lo haces para poder contrastar dos visiones distintas o por otro motivo?
L. D: Sí, Marcel y Orlando son en un principio dos personajes antagónicos que al final resulta que tendrán muchas cosas en común, algo que sí enlaza con Una colmena en construcción. En El martín pescador también aparecían personajes antagónicos pero era una relación mucho más siniestra. En cambio en Una colmena en construcción y también en la serie Orlando y el juego hay una visión algo más amable. En realidad creo que en El martín pescador desarrollar los dos personajes principales fue como adosar un espejo ante el personaje principal y enfrentarlo ante su propio reflejo; son personajes más que antagónicos, simétricos. En cambio en Una colmena en construcción los dos personajes se llaman Abel y son casi una metáfora de un personaje único que busca su espacio, busca completarse, busca su propio equilibrio, reconectar sus dos hemisferios hasta ahora enfrentados. El hemisferio mental, más racional, aparece representado por el Abel médico psiquiatra y el otro hemisferio que alberga la magia y un mundo de plastilina aparece representado por el Abel más soñador. En Orlando y el juego los dos personajes son más bien una suerte de yin y yang, ambos se reencuentran, se reconcilian a su manera y cada uno descubre facetas propias en el otro.
ZN: En Orlando y en Una colmena en construcción están muy presentes los juegos y juguetes infantiles que introduces de forma muy original dentro de los relatos, ¿cómo decides incorporarlos a las historias?
L. D: A menudo los juguetes en mis historias funcionan como símbolos, como metáforas visuales de los paraísos perdidos, los utilizo para evocar los recuerdos y las infancias de algunos de los personajes y son como puertas abiertas a sus subconscientes, a los períodos en los que se iba gestando su personalidad, sus creencias y sus egos. En realidad al igual que otros símbolos utilizo los juguetes como referencias y como aportes adicionales de información que llega al subconsciente del lector al igual que te comentaba que sucedía con el uso del color es decir, directamente, sin necesidad de palabras. Los símbolos, según Jung, son el verdadero lenguaje universal, la herramienta más poderosa de comunicación que posee el inconsciente colectivo.
ZN: Durante todas tus obras has tocado varios géneros distintos y distintas épocas, pero hay constantes que se repiten en todas como los símbolos y la percepción entre la realidad y la fantasía, algo que a mí me fascina como lector, ¿es también tú caso?
L. D: Sí, en mis tebeos no hay frontera ni línea que separe la magia de la ciencia, al contrario de lo que sucede en este mundo en el que vivimos cada día, donde un racionalismo cartesiano ha proscrito todo lo que huela a creativo y a mágico. Lo curioso es que todo el decorado de esta realidad tan científica y rigurosa en la que vivimos está tejida con el mismo hilo que la fantasía. Porque profundamente dogmáticos son también los quasares, los agujeros negros, la teoría de la evolución y cualquier otro concepto científico, antropológico o físico. Todo es dogmático; a la ciencia se le cuela su enemigo, es decir la magia, por cada una de sus costuras. En mis libros pretendo muy a menudo plasmar esta idea.
ZN: Solo queda un álbum para finalizar Orlando y el Juego, ¿tienes planes para nuevas obras?
L. D: Sí ya tengo escrito el guion de un nuevo libro, es una historia muy bonita y que tengo muchas ganas de dibujar pero tendrá que esperar ya que el quinto y último libro de Orlando y el juego todavía va a tenerme liado hasta finales de 2019.
ZN: ¿Tienes planes o propuestas para reeditar tus primera historias que aparecieron en grapa y alguno de los primeros tomos que están descatalogadas?
L. D: Quitando los tres libros de Orlando y el juego y Una colmena en construcción tengo todos mis libros agotados o descatalogados; no veas la pena que me dio hace unos meses cuando un Club de lectores de Galicia me escribía preguntándome cómo podían adquirir 25 ejemplares de La ilusión de Overlain para su Club de lectura y tuve que contestarles que, imposible. He recibido una propuesta para reeditar La tierra negra pero en unas condiciones que no merecía ni la pena, así que pasé. Ocurre que los editores prefieren editar cosas nuevas y a los distribuidores les resulta más sencillo también porque a los libreros les es mucho más rentable exponer solo novedades. De todos modos me apetece volver a escanear poco a poco los originales de El mago descalzo, Volátil y todos los demás libros que hace años hice en blanco y negro y colorearlos… He probado con algunas páginas y ganan en color. También ahora los rotularía mejor, aunque no sé si volverán a publicarse… me parece a mí que las librerías ya no dan abasto ni con lo nuevo…
ZN: ¿Qué autores y cómics nos recomiendas?
L. D: Siempre he sido un fan de Corben. Curiosamente al contrario que muchos de sus seguidores de todo el mundo, yo me quedo con algunos de sus trabajos actuales a los Den y Bloodstar. Así que recomendaría de Corben La casa en el confín de la tierra, El hombre retorcido con guion de Mignola y el Hellblazer que realizó junto a AzzareLlo. Corben posee un grafismo y una narrativa visual brutal. Otro libro que creo que todo el mundo debería leer es El Eternauta de Solano López y Oesterheld. Y Silencio de Comes, La chica inclinada de Schuiten y Peeters y sobre todo Alvar Mayor, de Carlos Trillo y Breccia. Yo creo que Carlos Trillo es el mejor guionista que ha habido y sabía cómo imbuir poesía a cada historia, a todos esos relatos y leyendas sobre ciudades perdidas. Alvar Mayor es una serie en estado de gracia.
Zona Negativa: Muchas gracias por tu atención, espero que Orlando y el juego sea todo un éxito, al que le sigan muchas obras más.
L. D: Muchas gracias a ti, Diego.
Lo llevo diciendo desde hace muchos años, Luis Durán es uno de los mejores autores que tenemos por aquí y Orlando y el juego es la mejor serie que se está publicando en la actualidad. El problema que tiene es que el dibujo no entra en un primer vistazo y por eso mucho no se atreven con este autor, aunque el haber incorporado color en sus últimas obras, Una colmena en construcción y este Orlando, le ha sentado de maravilla.
Por cierto, excelente y necesaria entrevisa